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Comienza un Bachillerato Popular para personas travestis, transexuales y transgénero

Escrito por el marzo 18, 2012



Recibimos la visita de Pao Lin, integrante del Bachillerato Popular Mocha Celis, un espacio pensado para que personas travestis, transexuales y transgénero puedan acceder al secundario sin discriminación y de manera gratuita.


Los bachilleratos populares son un proyecto de educación popular que apunta a poner al alcance de personas jóvenes y adultas, que han dejado sus estudios y deciden retomarlos en un contexto que no es la educación formal sino que son proyectos colectivos, cooperativos, donde se busca acceder al conocimiento y al proceso de aprendizaje de una manera mucho más horizontal y más atenta a lo social.
Pero, ¿de qué hablamos cuando hablamos de personas trans?: “hablamos de personas cuya forma de expresar su identidad de género no se corresponde con aquella que la sociedad espera. Tenemos personas que han sido anotadas como varones o como mujeres pero que viven su vida pertenenciendo a un género que no es aquél en el que están inscriptas”, explica Pao Lin.
La falta de papeles genera muchísimos inconvenientes en su vida cotidiana: “el tema de la documentos es uno de los tantos problemas que tienen las personas trans para integrarse plenamente en la vida social. No es menor, pero tampoco es el más urgente. El acceso a la salud, a la educación, al trabajo y a la vivienda son más preocupantes”.
La necesidad de un bachillerato específico nació porque “una serie de estadísticas y estudios venían demostrando que las tasas de abandono escolar entre las personas trans eran altisimas. Durante la adolescencia, cuando se empieza a dar este proceso de transición, muchas de estas personas son expulsadas o excluídas del sistema educativo, con las consecuencias que eso trae: la dificultad de conseguir empleo. Muchas veces hay expulsión por parte de sus familias, que no comprenden la situación por la que están pasando, expulsión de la escuela y terminan en redes de prostitución forzadas a “elegir” ese camino como una manera para sobrevivir”.
Aquellas que quieran terminar sus estudios, pueden acercarse a partir del lunes 19 de marzo en el edificio de la Mutual Sentimiento, Lacroze 4181 5to piso, en el barrio de Chacarita.
El Mocha Celis apunta a ofrecer un espacio amigable para personas que ya han quedado fuera del sistema educativo. Cuando le consultamos qué pretenden del Estado, no duda: “el reclamo que le hacemos es que todas las escuelas tienen que ser inclusivas, que todas las personas en la primaria y la secundaria tienen que tener garantizado su derecho a la educación mucho más allá de su identidad de género o su orientación sexual”.
Mientras tanto, esperan que el Estado reconozca al Bachillerato Popular Mocha Celis.
Este espacio acepta, por supuesto, a estudiantes que no sean trans, pero hay materias específicas como Memoria Trans, donde se rescatará la historia colectiva y política del movimiento trans en Argentina, América Latina y el mundo.
Sobre la despedida, nos contó que Mocha Celis “era una travesti tucumana que fue expulsada de su provincia y se vio obligada a venir a buscar trabajo a la ciudad como muchas otras travestis, no consiguio otro trabajo que no fuera dedicarse a la prostitución y en esa época -principio de la democracia- todavia estaban vigentes los edictos policiales que castigaban la prostitución y el travestismo con penas de cárcel. Estos edictos eran utilizados por la policía para castigar, maltratar y abusar de los derechos de personas en situación de prostitución y mucho más de las personas travestis. Mocha vivía en el barrio de Flores y tenía ‘inconvenientes’ con el comisario de la 50 que la llevaba detenida sistemáticamente y la extorsionaba a ella y a sus compañeras para sacarles dinero y como era bastante rebelde, se rebelaba a las extorsiones del comisario Alvarez, que la amenazó con ponerle tres tiros.
Un par de días más tarde apareció asesinada con tres tiros. Su crimen nunca se investigó. La Mocha era analfabeta, sus compañeras y amigas travestis habían intentado alfabetizarla en las horas que pasaban juntas detenidas en las comisarías. En honor a su pelea es que le pusimos su nombre al Bachillerato para que nunca más haya personas travestis que no sepan leer y escribir y sean empujadas a la prostitución como única forma de subsistir”.

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