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Los temas de género y los medios de comunicación

Escrito por el noviembre 10, 2013


Maffia y Schvartzman sonríen ante
la impecable intervención de Berkins
(Foto: Los ojos de Anita-RNMA)

(Por RNMA) En el marco del 10º Encuentro de la Comunicación Comunitaria, Alternativa y Popular, organizado por la Red Nacional de Medios Alternativos (RNMA) en la Ciudad de Buenos Aires durante el mes de octubre de 2013, se realizó una mesa debate para reflexionar acerca de cómo los medios de comunicación (tanto los tradicionales, como los alternativos, comunitarios y populares) abordan las temáticas de género. La integración de la mesa fue un lujo: con la coordinación de María Eugenia Otero de La Retaguardia, se escucharon las voces y las reflexiones de Diana Maffia, María Eugenia Lara, Eva Amorin, Elsa Schvartzman  y Lohana Berkins.

Por décimo año consecutivo, la Red Nacional de Medios Alternativos organizó un nuevo encuentro del que participaron militantes de la comunicación de once provincias argentinas y diez países, unidos por un horizonte en común, la misma lucha contra el capitalismo y el patriarcado. Durante los días 11, 12 y 13 de octubre de 2013 se realizaron talleres de formación, debates, relatos de experiencias comunicacionales y paneles sobre algunas de las temáticas que forman parte de las agendas cotidianas de los medios alternativos. En este sentido, se debatió, con la presencia de distintos referentes sociales, la forma en que estas problemáticas y procesos de lucha son tratados tanto en los medios tradicionales como en los comunitarios, alternativos y populares.
Uno de los temas planteados fue el de género, para el que se contó con la presencia de compañeras a las que se puede ver caminando a la par en la calle, compartiendo las mismas luchas, y que a su vez son habituales entrevistadas de los medios alternativos. Junto a ellas reflexionamos acerca de cuál es el papel de los medios de comunicación en las luchas relacionadas con el género.

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A continuación reproducimos las intervenciones de las participantes de la mesa de debate.

Lohana Berkins es activista por la identidad travesti y transexual, responsable de la Oficina de Justicia, Identidad de Género y Orientación Sexual dentro del Observatorio de Género en la Justicia (de reciente creación), miembro de la Asociación de Lucha por la Identidad Travesti y Transexual (ALITT) y de la cooperativa Nadia Echazú. Se define como “inconvenientemente feminista”.

Agradezco a las y los organizadores, siempre usamos esta tribuna para protestar, y decir cosas.
En primer lugar, quiero hablar de cómo muestran los medios a las personas travestis, transexuales y transgéneras; a gays y lesbianas.
A los gays los ponen como súper-histéricos, que saben todo, que son finos, que tienen arte, y nunca se enamoran, nunca cogen, nunca se besan, nada. Las lesbianas son mostradas como posesivas, celosas, que terminan matando a alguien, persiguiendo, psicópatas. Y las travas siempre aparecemos ridiculizadas. Las pocas compañeras que aparecemos, se usa la subjetividad travesti supuestamente para mostrarnos, lo hacen actores de manera grosera. Incluso con claros tintes racistas. Es como que tenemos que hablar fuerte, que se nos note la barba, estar mal pintadas. Con todos los pelos, así, despeinados. Siempre nos muestran desde ese lugar.
Los medios han construido dos iconicidades, donde ya la cosa se definió. O Florencia de la V, bella, divina, impoluta, que se casa, que tiene un nenito rubio, más allá de que esa sea su decisión, la cual defendemos a morir. O la contraponen con Zulma Lobato, una travesti que tiene como sesenta años, y a la que muestran ridiculizándola, utilizándola. Están esos dos parámetros que han construido los medios de comunicación, y entre esos dos íconos, no existimos.
Otro sitial preferencial son las páginas policiales, donde se remarca la actitud “pelea entre travestis”, “muertes pasionales”. Me acuerdo de la primera cosa que me marcó -ni siquiera era activista- y fue hace muchos años. Habíamos ido a un cumpleaños en Villa Fiorito, divinas nosotras, cumbia, copeteo y lágrimas, y de repente cayó la policía y empezamos a correr por la villa, por los techos. Cada una se salvó como pudo. Al otro día compramos creo que “Así”, una revista histórica del amarillismo, y en todo ese ínterin de la pelea con la policía habían matado a una compañera. Y nosotros queríamos ver qué decía. El título era `Sonó un tiro en Travestilandia’. Después, cómo se relataba la historia, donde la compañera que habían matado -lo siguen sosteniendo hasta ahora- era fulanito de tal. Esa pelea entre travestis se había convertido en una pelea entre dos muchachos facinerosos, alcoholizados, de treinta años. Siempre la prensa tiende a hacer eso, a preguntar cuál es tu nombre verdadero ¿De qué da cuenta eso? Yo soy Lohana Berkins y punto. Es como que siempre tiene que haber un origen del cual pareciera que una no puede escapar o en el que debe quedar anclada, eternamente atada al sexo. Cuando mirás las crónicas siempre ponen “la travesti fulana de tal, que en realidad se llama…” ¿Cuál es la realidad? ¿La travesti del cual el capitalismo se está nutriendo o la compañera que ha sufrido el acto de violencia, la mataron o lo que sea? No se da cuenta de la vida real sino que se nos sigue utilizando, o como testimonio.
Ahora ya se van tecnificando. Ya el ser travesti no tiene ninguna plusvalía en sí mismo. Ahora tiene que ser travesti que la violó el padre, pero además el abuelo… y el bisabuelo. Y cada vez van complejizando esa figura de cómo los sistemas van viendo que cada vez ya no es la noticia en sí misma ser travesti, sino todo lo que se puede ir agregando.
Es como la espectacularidad de la muerte. Ahora ya no es dar cuenta de que mataron a una persona, sino generar un sentido de espectacularidad para que tenga más aditamentos. Y es lo que hacen constantemente con nosotras. Ya es que sea travesti y además… y los además no tienen límites.
Otra cuestión es que cuando nos quieren hacer una nota prefieren no hacerla en un bar, “en un bar no, mejor en tu casa”, ¿por qué no?, porque “mientras yo hablo vos te vas pintando”. Yo no me pinto, no voy a payasear en nada. Si te va lo que te tengo que decir, te lo digo acá y se acabó. No estoy tampoco convirtiéndome en una señora llena de moral victoriana, como nos atacan a las abolicionistas, ni quiero quedar como una gordita resentida. Mientras me vaya pintando, poniéndome la peluca… La que lo quiera hacer que lo haga, son derechos personalísimos.
Entonces, ¿cómo nosotras solo podemos ser construidas en esos márgenes de espectacularidad, de show business, de hiperfeminizada? Pero -insisto- es más una demanda del otro que nuestros propios deseos de cómo querer ser mostrada.
Uno de los problemas que tenemos dentro del feminismo es que no somos reconocidas. Aunque es real que la sujeta de cualquier tipo de violaciones es la mujer, pero no es la única. Entonces nosotras tenemos que entrar y explicar por qué estamos en esto. O por qué a nosotras también nos pasa lo mismo: somos explotadas, pobres, periféricas, provincianas; nos explotaron en la prostitución, se nos niega el acceso a salud, educación, vivienda, trabajo. Es la misma realidad. Pero sin embargo tenemos que hacer la sobrecarga, y en muchos casos quedamos como tironeando en esta cuestión de a ver quién sufre más. Nosotras también estamos todo el tiempo interpelando al feminismo, somos sujetas de la opresión. Somos sujetos de la opresión.
El patriarcado y el capitalismo nos da duro. Y hay datos que para mí sí son alarmantes. La edad de mortandad de las travestis no supera los treinta años, y se mueren por causas evitables. No es que es de una enfermedad que solo nos atraviesa a nosotras.
El travestismo se asume entre los ocho y trece años de edad. No todas las mujeres son pobres ni todas las mujeres son prostitutas, sin embargo, todas nosotras sí.  Si en un pueblito hay cien travestis, las cien tenemos que atravesar por el relato de la prostitución.
A mí me parece que hay cosas para pensar cómo vamos ampliando desde los medios. Y no solamente que un programa invite a Lohana o a Fulanita para que hable. No. Que sea parte de toda esa estructura. Porque además también estamos atravesadas por otras cosas. Yo recuerdo que cuando surgió el movimiento piquetero y nos llamaban del más recóndito lugar y me decían “Lohana, acá hay una travesti”, ¿y cuál es tu idea? ¿Me la vas a mandar a Buenos Aires? Donde yo ya no tengo donde vivir, estamos cagadas de hambre. Articulala vos en tu espacio, porque si a la compañera le pasa algo, hasta que lleguemos al pueblito, la compañera no existe más. Cruzar su relación con la del barrio, es la misma que tiene que ir a cortar la calle y cuando pidan planes, pedir un plan para ella; cuando se arme el problema, que se arme ella; cuando haya piquete, que ella vaya a cortar la calle. Tenía que ver más con ese concepto de donde ella vivía que con el contexto de ser travesti.
A mí, hay muchas travestis con las que no me une nada. Una travesti de derecha es de derecha, y la combato a morir. La ideología también es parte definitoria de una identidad. Recuerdo una vez que hubo una candidata por (Luis) Patti. Y ella contenta quería que yo vaya y le eche la “bendición trava”. Le dije: vos me llegás a poner frente a Patti y yo te voy a despedazar, voy a orinar frente a Patti y me voy. Si eso a vos te suma, bueno. Pero no vayas a creer que yo voy a salir a alabar tus cualidades como trava. “Te vamos a poner vía satélite”, me dijo. Voy a mear igual, se va a ver ¿Qué te hace pensar que porque vos seas trava voy a felicitar esa situación?
Se cree que el travestismo es solo la cuestión performática, que si nos pintamos, nos ponemos tetas, si estamos o no rubias, y no se animan a ver más allá de esa cuestión. Tenemos ideología y somos parte de un movimiento. Cuando se dice de los desocupados, también estamos nosotras. O cuando se habla de las mineras, también; las putas que van a divertir a los mineros también son travas. Venimos escapando a la gran ciudad por el hambre, por la represión, por el control que se da en nuestras provincias.
Somos parte de todo un entramado. No se puede ver el travestismo como que caímos de Travestilandia. Somos parte de esa cultura, de esos movimientos. Yo tengo la idiosincrasia salteña, si las empanadas no tienen papa para mí no es empanada, la critico a morir. Y el 15 de septiembre voy a la fiesta del Señor del milagro, para infartar a los curas. Y alabo y canto, que es lo que hacemos todos los salteños. Porque lo gracioso del Señor del milagro, más allá de las creencias, es que va el que vende droga, la puta, el puto y todos estamos igual, ese día todos somos santos. Se liman todas las diferencias, las clases, se lima todo, solo estamos con el Señor del milagro.
No es solo el tema de tratar este tema específicamente con una persona que sepa del tema o que sea de la comunidad, sino que pensemos también todas nuestras prácticas. Hay muchos comunicadores sociales muy famosos que empiezan con su machismo y no da ni para escucharlos.
No es solo generar un derecho, sino también el lenguaje. Eso es fundamental. Tenemos la identidad de género, nos podemos casar, pero las leyes de costumbre, el lenguaje, eso va sentenciando: las travas son borrachas, drogadas, infecciosas, ladronas, viciosas, rateras, no son confiables, violentas. Eso se repite cotidianamente. Y es lo que la gente cree que nosotras somos. Podemos ser eso y mucho más. Somos malas y podemos ser peores, no me estoy santificando.
Pero si no se intenta cambiar el lenguaje, si no se genera otro ambiente de participación, esos lugares terminan siendo expulsivos. O cuando en el medio alternativo no se ve toda la generalidad. Hasta la página cinco somos amigos, de la cinco a la diez no. Hay una cosa mucho más profunda para ver.
Cuando apareció El Teje, el periódico era para decir qué diríamos nosotras de nosotras mismas, qué nos interesaba. Yo agarré la columna política, una quería mostrar chongos, otra hablar de literatura. Está bien, es parte. Pero era cómo nosotras nos mostraríamos, qué tenemos para decir nosotras, y no que siempre digan de nosotras ¿Qué temas hablaríamos? El aborto, la violencia, el femicidio, todos esos temas también nos atraviesan.
Yo tenía un gran temor de que la revista se convirtiera en un catálogo de Avon. Hay muchas revistas de travas en el mundo que son de terror. Esa parte desapareció en el segundo número. Nadie dijo que quería escribir sobre eso. “La verdad que tenés razón, yo quiero hablar de arte, a mí me gusta la pintura”, “a mí el teatro”. Vamos a mostrar la real diversidad de lo que somos.

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Diana Maffia es doctora en filosofía, investigadora del Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género, e integrante del Observatorio de Justicia y Género del Consejo de la Magistratura de la Ciudad de Buenos Aires.

Quería reflexionar sobre algo donde a veces hay un deslizamiento. Y sea en medios comerciales o sean medios alternativos, a veces tenemos algunos olvidos con respecto a cuidados que tenemos que tener con la palabra y con la imagen, que son herramientas con las cuales trabajamos. Tanto la palabra como la imagen tienen la capacidad de ser vehículos de violencia.
La ley de violencia de género define muchas formas de violencia. Una de ellas, aunque es a la que menos pelota se le da porque no aparece después, aparece definida al comienzo: la violencia mediática y simbólica. Pero no aparece después en el articulado de la ley. No apareció cuando se reglamentó la ley ni cuando se establecieron penalidades sobre la ley.
Pero la nueva ley de comunicación sí tiene previsto que haya un área que analiza denuncias sobre violencia mediática y simbólica.
Es algo que tenemos que tener en cuenta, porque cada dos por tres nos olvidamos de qué manera hay polizones ideológicos en el lenguaje y en la imagen, aunque tengamos la disposición de no ser sexistas, de no cometer androcentrismo. Es decir, no cometer centralidad en el discurso de sexo, clases, raza, edad, etnia, de muchísimas cosas que tienen que ver con la centralidad en la política. Y muchas veces cometemos errores.
¿Cómo se define la violencia simbólica?: imposición cultural de sujetos dominantes hacia sujetos dominados mediante la naturalización del dominio y las jerarquías, así como de los roles y estereotipos de género.
Consideramos que es natural que ciertos sujetos sean superiores y otros inferiores. Y lo consideramos en términos de género indudablemente. Pensar en la superioridad de los varones sobre las mujeres o de otra centralidad, de la heterosexualidad sobre otras orientaciones sexuales, la dicotomía sexual varón-mujer sobre otras identidades sexuales. Desde el punto de vista de género, pero no solamente -insisto con esto- desde el punto de vista de género que quede naturalizada.
Por un lado, cada diferencia va a ser jerárquica, porque hay un dominante y, por lo tanto, todo lo diferente va a ser inferior. Y que además se fijen estereotipos con respecto a esos roles.
Una publicidad dice: “Homenaje a la mujer. Comprá tu entrada y entrá en el sorteo de un aumento de pechos”. Es un ejemplo que analiza ¿cuál es la mujer que circula como una imagen aceptable dentro de la sociedad? El mercado impone un cuerpo de mujer. Y es un cuerpo de mujer que, como no es natural, hay que fabricarlo. Y el propio mercado da las propias herramientas para ese cuerpo que impone.
Entonces, ¿cuántas veces, expresando el privilegio de determinado tipo de cuerpo, estamos indirectamente expresando este polizón ideológico?
Otro aspecto del riesgo que presentan las herramientas del lenguaje es algo que se llama ginopia de género. Es como una miopía con respecto a lo femenino dentro del lenguaje. Esa ginopia de género se expresa muchas veces en el lenguaje jurídico haciendo que lo que aparenta ser universal de derecho deje a todas las mujeres u otras identidades sexuales fuera del ejercicio de derechos.
Un ejemplo clásico es la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano de la Revolución Francesa, que decía que todos los hombres nacen libres e iguales y tienen los mismos derechos. Parecía una declaración universal -así se llamaba, Universal-, pero todos los “hombres” eran ninguna mujer y solo los hombres que eran propietarios y que además eran blancos, porque si eran negros o indígenas se suponía que tenían un pensamiento mítico, narrativo, que no era lógico y racional y, por lo tanto, quedaba fuera de la ciudadanía, como así también los pobres, las mujeres.
Es decir, nos hemos quedado con un sujeto donde el lenguaje de los derechos humanos es universal, pero el ejercicio real está entorpecido porque realmente no están todos ellos  referenciados por esa norma. No es para todos, aunque diga todos.
La Real Academia Española dice que no hay que decir todos y todas porque es redundante. A Olympe de Gouges, que quiso hacer la Declaración de Derechos de la Mujer y la Ciudadana, la guillotinaron. Entonces, muy redundante, por lo visto, no es.
¿Qué pasa con los derechos que se expresan en universal y no alcanzan a todos los sujetos? Insisto, estamos pensando en género. Pero pensemos también otras subalternidades generadas por el patriarcado.
Otro aspecto donde a veces se nos cuelan polizones es la definición, que se supone que es una equivalencia entre el término que quiero definir y los términos por medio de los cuales lo defino. Estas son cosas de la filosofía, se llama definiendum, es decir, “el término a definir”, y definies, “el término que define”. Acá se supone que hay una equivalencia. Cuando uno define qué cosa es un término, aquello por medio de lo cual lo define es equivalente. Es decir que en cualquier oración yo podría sacar esa palabra y poner la definición.
Ahora, fíjense esta definición de feminismo. El feminismo es un movimiento socialista que alienta a las mujeres a dejar a sus esposos, matar a sus niños, practicar la brujería, destruir el capitalismo y hacerse lesbianas. Se supone que cada vez que aparece “feminismo” sería equivalente al significado. Esto quiere decir una definición. Este señor, Pat Robertson, es un evangelista norteamericano, que fue candidato a presidente. Tiene un programa de difusión religiosa, pero que también tiene una intensa actividad política -al igual que en nuestro país, en los esquemas más conservadores- con muchísima audiencia. Él define de esta manera el feminismo. Entonces, ¿qué posibilidad tenemos discutiendo con estas personas que han recibido esta definición de entendernos, cuando yo digo que soy filósofa feminista y quiero darte mis argumentos? No quieren escucharlos, porque piensan que feminismo es esto.
Hay un libro muy interesante de Sonia Santoro y Sandra Chaher, “Las palabras tienen sexo”, donde analizan la relación entre el lenguaje y la comunicación y las cuestiones de género. Y dan algunos recursos para subsanar ese uso sexista del lenguaje.
También hay un episodio en el cual se analizó esta cuestión de la violencia del lenguaje, que fue el decreto que hizo la presidenta para prohibir el rubro 59 en los diarios. Los objetivos de ese decreto eran dos: primero, decir que la oferta de prostitución es un incentivo para la trata y explotación de personas. Porque el argumento de las personas en prostitución fue prohibir un aviso de algo que no está prohibido, la prostitución no está prohibida.
Lo curioso es que había más de novecientos avisos por día. Hubo una denuncia de los servicios que se repetían en un mes. En 2010, se calculaba que Clarín cobraba unos tres millones de pesos por mes solo por los avisos clasificados.
Las mujeres y travestis en Constitución contaban que cuando iban a poner un artículo les costaba el doble; la línea costaba veinticinco pesos en cualquiera, pero en el rubro 59 costaba cincuenta. Es decir, Clarín era proxeneta también de esas mujeres y esas travestis. Lo curioso es que se prohibió pero no se investigó. Y esa es una deuda pendiente de la fiscalía, investigar qué pasaba con esos avisos.
El segundo argumento, es la expresión de violencia y promoción de estereotipos sobre las mujeres. Esos avisos promovían violencia de género en su manera de expresarse y en las cosas que decían.
Con respecto a la prostitución hay tres posiciones: el prohibicionismo, que dice que hay que prohibirla; el reglamentarismo, que dice que hay que reglamentarla, que es un trabajo y que por lo tanto hay que ponerle reglas; y el abolicionismo -que es la posición que tiene nuestro país-, que es no criminalizarla. Las personas en prostitución son víctimas de un sistema prostituyente. Por eso, el Estado las debe proteger, darles una serie de recursos. Pero sí debe perseguir los delitos asociados, que son la explotación, el promover la prostitución, la trata de personas, etc.
El artículo 81 del Código Contravencional de la Ciudad de Buenos Aires penaliza la oferta y demanda de sexo. O sea, penaliza algo que no está prohibido. Ahí (Mauricio) Macri se pone prohibicionista. Y también hizo un acuerdo con algunas organizaciones para que se ejerza la prostitución en una zona roja en Palermo, y ahí se pone reglamentarista. Es decir, hace dos cosas que no debe y no lo que debe, que es hacer un sistema de protección integral.
¿Por qué dice el decreto presidencial que los avisos promueven la violencia? Por ejemplo, “El haren de Lacroze. Conocé su nuevo plantel de modelos y promotoras vip”.
Cuando uno mira un aviso piensa quién emite, a quién le emite y sobre qué habla el aviso. Acá uno de los argumentos era que los avisos son puestos por las propias personas, y es una manera barata y poco riesgosa de decir dónde están. Pero cuando dice “conocé su nuevo plantel”, ¿a quién le está hablando? Le está hablando a los prostituyentes: “vení a conocer las chicas nuevas que tenemos”. Y quien lo dice obviamente no es una persona en prostitución; la persona en prostitución es lo que se está vendiendo en el aviso. Es decir, el aviso les habla a los presuntos clientes o prostituyentes desde el explotador, diciéndoles mirá la marca nueva que tenemos.
Otro artículo dice “Piel de seda. Sola. 150-70-110”. Acá tenemos un ejemplo de cuáles son las medidas que se supone que son aspiracionales para quien va a comprar esa oferta de prostitución. Está comprando medidas que no son las habituales de un cuerpo de mujer. Es decir, se está promoviendo un esquema corporal que solamente se puede tener con cirugías.
Ni hablar si quien en ese caso es travesti, donde en algunos de los ejemplos también aparecen con pechos de 150. Obviamente ese pecho tiene que ser producido artificialmente; y muchas veces se hace con siliconas industriales, en condiciones de absoluta inseguridad sanitaria, y a veces con riesgo de muerte, cosa que ha ocurrido.
Otro ejemplo: “La casa traviesa. Jésica, Florencia y Sofi te dan todo”. Es decir, la idea de que no hay ningún tipo de límite; quien tiene el dinero puede conseguir todo de ese cuerpo. Esa idea de la sumisión absoluta: cumple todas tus fantasías, tus deseos, te dan todo lo que pidas; quien tiene el dinero, tiene el poder absoluto sobre ese cuerpo. Eso es lo que promueve un aviso de prostitución.
Veamos reacciones de las organizaciones, tanto de AMMAR (Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina, integrantes de la CTA), organización que se considera de trabajadoras sexuales; como de AMMAR Capital (desde hace un tiempo se llaman AMADH, Asociación de Mujeres Argentinas por los Derechos Humanos), quienes trabajan para salir de la prostitución y se consideran en situación de prostitución y de esclavitud sexual. Elena Reynaga (AMMAR) decía que no les gustaba cómo muchas chicas promocionaban los avisos. “Para el rubro 59 proponíamos un protocolo que estableciera de qué forma publicar, de modo de no negarles a algunas compañeras que lo hicieran. Hace rato que veníamos pidiendo una entrevista con la presidenta, pero tenemos las puertas cerradas en todos lados. Lo mismo en el INADI”.
Y Graciela Collantes, que en ese momento presidía AMMAR Capital, manifestó por su parte estar de acuerdo con la presidenta, y que por primera vez un Gobierno sale a decir que la prostitución no es delito.
En el decreto se decía que la prostitución no es un delito, pero se van a prohibir los avisos, por esos dos motivos.
Ni Ammar nacional ni Ammar Capital fueron consultadas, ni participaron de la resolución. Sí venían participando de las reuniones legislativas, tanto en el Congreso Nacional como en la Ciudad.
Es decir, sí se hace un decreto, algo que se resuelve de inmediato, sin la participación de las personas que van a ser afectadas por ese decreto, es la crítica sobre antidemocracia que se hizo con respecto al decreto de prohibición.
No se puede sacar una resolución que omite la posibilidad de que las propias personas en prostitución publiquen sin ver cuál es la consecuencia que les va a producir buscar caminos alternativos. Porque va a impactar específicamente en ellas. Hubo reacciones complicadas.
“Anahí, muy bonita, joven, sensual, blanca” ¿Cuál es el sentido de decir que esa persona que se está ofreciendo es blanca? Lo mismo que “Anto. Travesti blanca. Buen cuerpo. Ojos celestes” ¿Qué modelo de persona está promoviendo aclarando el color de piel? “Cordobesa. Blanca, preciosa. 21 años”. “Emilse. Sexy, discreta. Onda novios”. La podés mostrar en público y nadie se va a dar cuenta que es una persona en prostitución ¿Hay algo que una mujer no puede mostrar en público? ¿Son mujeres que no se muestran las mujeres en prostitución?
Los griegos tenían dos formas de relacionarse sexualmente. La relación sexual de frente solamente se daba entre iguales, entre iguales en relaciones de poder, también entre iguales sexuales, porque los únicos que tenían poder absoluto eran los varones. Los varones libres podían tener relaciones sexuales de frente. Pero si el varón era inferior o las relaciones con las mujeres siempre eran de espalda. Es decir, la relación de la mujer de espaldas o del varón de espaldas es una relación de subordinación y de sometimiento.
Quien promueve esa posición como la posición de ejercicio de la prostitución, no está promoviendo sexo, está promoviendo sojuzgamiento. Es interesante tener esto en cuenta cuando se ven cómo son los papelitos que se pegan en las calles ofreciendo prostitución. Muestran esa disposición de la mujer a ofrecerse para una relación de sojuzgamiento. Esto es sistemáticamente así.
Ejemplos en la publicidad que también muestran ejemplos de violencia: “el primer control remoto nunca antes inventado”. El señor tiene una cajita; cuando la abre y hay un anillo de brillantes, las piernas se abren. “Renault usado. Paula Hernández, dos meses de divorciada”. Está hablando del auto y de la mujer como un objeto: uso el auto, uso la mujer. El marido divorciado no es usado, está como nuevo, nunca taxi.
Hay un trabajo de la Red PAR sobre comunicación no sexista, que hizo unos volantes sobre violencia mediática. Se define qué es la violencia mediática y llaman a que haya sanciones con respecto a ella. Dan varias definiciones. Cuando se habla de crimen pasional es una violencia mediática. En caso de violencia de género, si se preguntan qué hizo la mujer para provocarlo, es violencia mediática.
Pensemos cómo se están difundiendo ahora los últimos femicidios que han ocurrido; cómo se empiezan a dar detalles completamente escabrosos que ponen a las mujeres en exposición. Si el modelo de éxito de los medios se mide por el tamaño de las tetas, eso es violencia mediática. Si para la publicidad el mejor lugar de las mujeres es la cocina, eso es violencia mediática. En los Día de la Madre se ven multiplicarse estos casos que tienen que ver con la domesticación de las mujeres, la naturalización de la domesticación.
Si en tus metas transmitís la idea de que prostituirse es una elección voluntaria, eso es violencia mediática. Si en la cobertura sobre trata de personas con fines de explotación sexual contás detalles de los abusos físicos de las mujeres, eso es violencia mediática.
¿Qué pedimos? Pedimos una política feminista del nombrar. Una política de la autodesignación; es decir, esas personas en prostitución tienen que decir qué es lo que necesitan que el Estado les cubra como política pública. No tiene que haber una actitud paternalista, la necesidad tiene que ser autodesignada y no heterodesignada.
Que subvierta las relaciones de poder en el discurso y que denuncie la violencia del lenguaje del amo cuando se trata de nuestros cuerpos, nuestras historias y nuestras vidas.

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María Eugenia Lara y Eva Amorín forman parte de la Campaña Nacional contra las Violencias hacia las Mujeres.

Lara
La campaña surgió a partir de marzo de 2012 y fue una necesidad de distintas organizaciones que trabajamos en territorios y movimientos sociales que veíamos que la violencia hacia las compañeras que estaban en los barrios era muy difícil de visibilizar y de resolver. Las organizaciones tienen como valor el estar juntas, buscar las soluciones y el empoderamiento. Fuimos convocándonos para crecer, hacerse más grande, hacerse nacional. Y a la campaña se unieron otros espacios: estudiantiles, grupos feministas, colectivas, independientes.
La organización territorial era el eje de algunas de las reivindicaciones que planteamos, y cada colectiva, espacio o grupo que se suma a la campaña tiene también sus propias reivindicaciones en la lucha contra las violencias.
Que sea violencia hacia las mujeres fue un debate, pero lo cierto es que el origen de la campaña era mayoritariamente femenino: las mujeres de los distintos movimientos, que en su mayoría tenían una base piquetera, eran compañeras. Entonces, para poder identificar la campaña contra la violencia hacia las mujeres, era una denominación importante. Sin embargo, al sumarse otros espacios, la denuncia y la lucha hacia todas las violencias hacia distintos grupos es también parte del objetivo.
Cuando salimos a la calle a mostrarlo por primera vez, lo que nos importó fue sacar los trapitos al sol, por eso la imagen fue el “bombachazo”: hacer visible que la violencia no es privada, sino que es una problemática social, política y de Estado. Y también ir con propuestas: que el Estado se haga cargo de lo que corresponde para poder resolver las cuestiones de violencia hacia las mujeres.
Tenemos más de diez puntos que apuntan a que las violencias sean primero visibles, y en segundo lugar, que empiecen a tener una resolución. La implementación de reglamentaciones y protocolos que garanticen recursos para que las mujeres en situación de violencia puedan tener un acceso inmediato a algún tipo de espacio; porque en realidad, lo que sucede es que las denuncias nunca tienen un resultado positivo porque les dan una prohibición de acercamiento a los violentos, pero en la realidad cotidiana esto no se cumple. Al menos, que las mujeres puedan tener autonomía económica como para poder resolver esas circunstancias.
Sacamos una cartilla de juegos, con el objetivo de concientizar a la sociedad en general, a las mujeres, a los hombres, a compañeros y compañeras de militancia. Entendemos que lo lúdico tiene una forma de poder superar ciertas situaciones. Y grupalmente, al poner en juego situaciones de la vida cotidiana pueden llegar a dar alguna idea de empoderarnos, de empoderar a las compañeras; que puedan correrse de esa situación de violencia, para verlo desde otro lugar.

Amorín
Las intervenciones en relación a desarrollar juegos en espacios públicos, en la plaza, o en distintos ámbitos, tiene que ver con una disputa en términos de lo que es la violencia simbólica o el campo de lo simbólico y cómo trabajar desde ese ámbito. Y desde la violencia mediática también.
Nuestra campaña no está buscando puntualmente un cambio de ley, pero apuntamos por sobre todo a esta disputa en lo simbólico y de las prácticas en relación a cómo se ven, se perciben y juegan las violencias de género, hacia las mujeres y otros grupos subalternos.
Cuando nos pusimos a prestarle intervención en el campo de los medios de comunicación llegamos a algunas primeras conclusiones. Nuestra pregunta fue qué prendas necesitamos para el tema de violencia contra las mujeres. Decíamos que el tema de violencia de género está en la agenda de los medios, de la prensa y en la de la sociedad. Nuestra campaña no está necesariamente para instalar en los medios de comunicación este tema, porque esto ya está. Lo que nos toca es discutir cómo está: de qué manera se presentan estos temas y darles todo un discurso, una propuesta, unas prácticas que nos proponemos.
En ese sentido, tuvimos una discusión con respecto a qué es lo que pasa si hacemos un pronunciamiento ante cada femicidio, ante cada abuso sexual infantil, ante cada situación de violencia sexual, ante cada situación de homolesbotransfobia.
Lo que sentimos, pensamos y discutimos es que la represión constante y total de las situaciones de víctimas lo que produce es, más que el horror, el hartazgo, la indiferencia, el borramiento de las situaciones. Se produce muchas veces socialmente el aspecto contrario al que estaríamos buscando diciendo “difundámoslo”.
Estamos en un problema y lo traemos para compartir, porque sabemos que la mayoría de las compañeras y compañeros están muy preocupados por hacer otra comunicación, por hacer una comunicación diferente. Y además tiene una experiencia mucho más larga y más rica que los medios empresariales o en los medios del sistema, en problematizar estas cuestiones.
Haciendo un recorrido, muchas de nosotras visualizábamos momentos de un gran boom de medios alternativos a partir de 1999-2002, y también la incorporación en las agendas de medios alternativos de los temas de género, a partir de ese momento de una manera muy interesante y con mucha disputa.
Lo digo desde el lugar de haber sido integrante del colectivo de medios alternativos, incorporar estos temas a las agendas de nuestros propios medios con discusiones internas sobre cómo hacerlo. Que sí, que no, que “sos una exagerada”, cada una de nosotras podemos reconocer algunas de estas discusiones. Hoy podemos decir que la mayoría de la prensa alternativa es una prensa como la que se define en la Red Nacional de Medios Alternativos: antipatriarcal, además de anticapitalista.
El desafío y la preocupación de la Campaña es cómo eso se traduce en términos de una cobertura realmente antipatriarcal de los temas de género. Una cobertura no victimista, donde no hagamos del fenómeno de la repetición el fenómeno del hartazgo y de la invisibilización.
Queríamos traer un ejemplo concreto de algo que sentimos que pudimos caminar bien, pero que es apenas una situación y que hay muchísimo para ahondar y hacer, y para pensar una política como campaña mucho más sistemática al respecto, que es la situación de Ailén y Marina Jara.
Había un grupo de colectivas y algunas agrupaciones que venían acompañando a la mamá de las hermanas y en determinado momento como Campaña decidimos tomarlo en términos mediáticos, en términos de cómo se estaba abordando el tema.
Sacamos un primer comunicado, en el que nos propusimos no decir que estaba mal que las chicas se hubieran defendido, sino tratar de reivindicar que estaban presas por haber intentado defenderse de una violación. La autodefensa es un recurso que tenemos las mujeres ante las situaciones de violencia. Entonces, estar omitiendo esto del discurso o tratando de disimularlo nos parecía mal. Y a la vez había que hacerlo de tal manera que para la sociedad eso fuera parte de lo reivindicable.
Esto incitó a que el diario Clarín nos llamara y fue muy interesante, porque la compañera que lo hizo, la vocera fue muy espontánea: “ustedes estuvieron muy mal con lo que sacaron esta mañana”, porque titularon “Dos jóvenes en un barrio intentan asesinar a un vecino”. Y esto era el eje de una nota, donde la presunta situación de abuso sexual o el intento de violación prácticamente no existía, y eran dos jóvenes que no se entendía por qué, quizás alguna cuestión romántica del pasado que había quedado pendiente, intentaban matar a un vecino.
La compañera los interpela: “eso que están haciendo es revictimizar, y están desinformando”. Les pusimos sobre la mesa ese otro discurso y fue tomado por el diario al día siguiente con la perspectiva que estábamos planteando desde la campaña.
Creemos que ahí hay una pequeña experiencia de cómo pensar las situaciones en términos de no quedarnos en pobres chicas que están presas; pero lo que hicieron es un acto de defensa ante la violencia de género.
Poder darnos la oportunidad de subvertir el discurso en el sentido de recuperar la cobertura en cada momento, qué es lo que hicieron esas mujeres para no estar en esa situación, qué es lo que se puede hacer colectivamente ante esa situación, cuáles están siendo las rayas y la naturalización que tiene la sociedad sobre este tema, que no le permite ver qué está sucediendo, para salir del lugar de víctimas, para ponernos en un lugar de sujetos activas. De verdaderamente antipatriarcales en el sentido más profundo del término.
Para cerrar, desde la campaña decimos que no estamos solas, estamos organizadas  Creemos que si podemos convertirlo en un concepto desde el cual construir discusiones en la prensa y los medios, estamos dando una disputa ante el patriarcado, y esta contraofensiva de este momento del patriarcado. Cada vez más mujeres hacen más cosas en los barrios, hay una contraofensiva ante los avances.
Creemos que hay un camino bastante importante en borrarnos del lugar victimista, en pensar cómo retraducimos el discurso de los medios en “ninguna mujer está sola, estamos organizadas”.

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Elsa Schvartzman integra la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, y es docente de la UBA.

Vengo invitada como militante, como activista de la campaña desde que empezamos a pensarla y a soñarla. La Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito comienza como tal en el año 2005.
Desde el año 2007 estamos presentando un proyecto de ley en la Cámara de Diputados. El año pasado fue la cuarta presentación, porque nunca se trató y sucesivamente fue perdiendo estado parlamentario. En sus comienzos, en la primera presentación y lanzamiento, que fue el 28 de mayo de 2005, éramos setenta organizaciones de todo el país que adherían, y en este momento son alrededor de trescientas sesenta organizaciones. La última firma del proyecto cuenta con sesenta firmas de diputadas y diputados de la Nación, de un amplio espectro político, que no logra tener la suficiente fuerza o la suficiente energía, decisión política o contrahegemónica del poder para que este proyecto se discuta en comisiones, no ha llegado nunca al recinto. El 1° de noviembre se cumplen dos años desde que se trató por primera vez en una comisión que fue la Comisión de Legislación Penal. Luego de arduas discusiones el dictamen, que resultó favorable, fue cuestionado por un tema de números, de mal contado, de ausencias, etc. y se desestimó. Este 1 de noviembre van a hacer dos años que nunca más se volvió a tratar este proyecto.
Voy a utilizar el título de un taller de este Encuentro, “La comunicación como herramienta de lucha”. Me pareció un resumen de estas jornadas y lo que ustedes representan y significan para nosotros como movimiento.
Un breve reseña de cuál fue la relación de la Campaña y los medios. Recomiendo muchos artículos de Claudia Laudano, que es una periodista especialista que ha trabajado el derecho al aborto y los medios. Yo no soy comunicóloga pero como militante puedo contarles lo que ha pasado. Ella marca como muy interesante distintos períodos en la relación de los medios con el derecho al aborto, marca una época entre los ‘80 y principios de los ‘90. La lucha por el derecho al aborto es una larga lucha en la República Argentina. No comienza con la campaña, sino que la campaña retoma esa lucha de muchas mujeres feministas, y tiene una base muy importante a partir de los encuentros nacionales de mujeres y de las crisis a partir de 2001-2002, donde las mujeres salen a un espacio público de otra manera. Y en ese espacio, la discusión en los debates empieza a vencer también en el derecho al aborto. Laudano analiza la relación donde las mujeres que peleaban por el derecho al aborto en los ’60 y ‘70 buscaban de muchas formas la posibilidad de instalar una noticia, de lograr que algo aparezca en algún medio.
Hubo un caso muy emblemático, en Neuquén, de lo que ahora se llama aborto no punible, que tuvo mucha repercusión en esa época. Otra cosa importante fue la discusión con la Constituyente, la reforma constitucional de 1994. El derecho al aborto y la discusión que se generó salió de las páginas policiales y entró a las de política. Ahí empezó un carácter diferente en esta lucha, sobre cómo se va tomando en los medios.
Hasta no hace tanto, en los medios éramos invitadas para debatir fundamentalmente con la famosa teoría de los dos demonios, de las dos campanas. En una situación de supuesta objetividad confrontaban -comercialmente diría, en algunos aspectos- y especulaban cuánta agresividad se podía desarrollar de uno u otro lado, entonces equiparaban la posibilidad que tienen los medios hegemónicos con un movimiento de mujeres que estaba tratando de lograr la civilización en una lucha desigual e inequitativa.
Esto fue al principio de la campaña. Éramos invitadas en los medios masivos, en radio y televisión. En los diarios nos presentaban notas a dos columnas; qué dicen unos y qué la contra.
Hay debates famosos que se hicieron, compañeras que se iban ante gritos de sacerdotes que gritaban “asesinas, asesinas” en una imposibilidad de debates de argumentos. A partir de esta discusión aparece una nueva estrategia, que es la posibilidad de la incorporación de argumentos. La posibilidad de incluir cifras, legislación comparada, la posibilidad de mostrar y explicar qué pasa en otras experiencias a nivel internacional.
Esta capacidad de argumentar fue ganando espacio y logrando una visibilización diferente para nuestra postura, la defensa al derecho al aborto. En estas distintas estrategias comunicacionales, el movimiento de mujeres se abocó fundamentalmente a formar, establecer y aclarar argumentos.
Quienes representan al otro sector -que nosotros denominamos anti derechos, jamás voy a aceptar cómo se autodenominan- establecen una estrategia visual. Entonces aparece una humanización del embrión, donde hay un embarazo de seis meses catalogado como candidato a aborto. Y se va distorsionando visualmente, se va imponiendo esa humanización de un embrión de doce semanas, y en las fotos, en los muñecos, en las imágenes aparece un feto a punto de nacer. Esta distorsión visual que logra distorsionar la realidad, tiene fuerte impacto, y no lo hemos logrado contrarrestar a nivel de estrategia comunicacional, a nivel de imagen visual.
A partir de los ‘90 aparecen cambios fundamentales, la conformación de diversas redes de medios alternativos: RIMA, RNMA, Red PAR. Todas estas organizaciones que acuerdan con la universalización y la concreción de más derechos para todos y para todas son un soporte indispensable para nuestra lucha.
Otra estrategia que hemos llevado adelante antes de la campaña era tener en cuenta y apelar a referentes sociales, que no son especialmente de movimientos de mujeres. Es el caso de la jueza Carmen Argibay, invitada a dar conferencias y dar sus posiciones. También aparecen referentes universitarios, legales, de la legislación, del arte, la televisión. Formas de mostrar la posibilidad de la adhesión sin ser estigmatizado ni corrido de la aprobación pública.
Esto coincide con la mayor visibilidad en todos los medios. Sobre todo en lo que en los medios se llama, exposición de los casos. Situaciones de distintas mujeres que han atravesado vulneración de derechos, donde no han podido ser atendidos su reclamos de aborto, esta visibilización de casos nos da la posibilidad de difundir de qué se trata, qué es lo que nosotros proponemos y cuál sería la realidad que esconde cada uno de ellos.
Esta es una estrategia que empezó como en los casos de violencia desde un amarillismo espantoso en los títulos y la forma de mostrar la noticia. Trabajando con las periodistas muy lentamente hemos tratado y estamos tratando que cada una de estas situaciones se vea desde otra perspectiva.
En este momento, cada vez que se conoce una situación de vulneración de derechos, cuando no se otorga un aborto de los considerados legales, cada una de las representantes de la Campaña de cualquier lugar del país es una interlocutora válida, ineludible. La Campaña es llamada para explicar, para ver de qué se trata, cómo se explica, cuáles son los límites, qué es lo que proponemos.
Hay un cambio muy importante. Ya no somos llamados como otra campana; somos convocadas para que demos nuestros fundamentos, nuestras argumentaciones. El trabajo realizado con las compañeras y los compañeros periodistas de los medios alternativos ha sido fundamental. La Campaña ha desarrollado algunas estrategias comunicacionales. Hablo en nombre personal, no soy vocera de la Campaña. Creo que tenemos falencias comunicacionales, y seguramente ustedes nos ayudarán a suplir.
Una de nuestras estrategias es la del pañuelo verde.  Cuando hay un pañuelito verde: “ah, son las de la Campaña”. Es importante que la campaña se nombre como Campaña por el Derecho al Aborto. Esto hace a la esencia y a la construcción desde el comienzo de lo que pensamos como campaña nacional.
Los medios alternativos llegan a mucha gente, con notas muy atentas, muy oportunas, cubriendo nuestras acciones. Son indispensables para difundir. Notas que luego se multiplican, reproducen y difunden. Son inquisidoras, cuestionadoras, que nos hacen pensarnos y criticarnos.
Llegan a mucha gente. Algunas tienen un público destinatario militante y convencido sobre el derecho al aborto, aun con diferencia con lo que proponemos. Otras van a distintos espacios muy despacio, con la posibilidad de romper y modificar el discurso instalado y hegemónico. Van abriendo nuevos lugares que, cuando nos convocan de medios desde algunas radios barriales o periódicos muy chiquitos, personalmente me siento muy orgullosa de esta posibilidad de compartir. Primero nos entrevistaban con mucho cuidado, que no se hirieran susceptibilidades para que quien nos escucha nos siga escuchando. Ahora, nos preguntan “cuando ustedes hablan del derecho al aborto, ¿de qué hablan exactamente, y no tienen miedo de que las traten de abortistas asesinas?” El lenguaje ha ido cambiando. Esto tiene que ver con la lucha cotidiana.
Hemos realizado campañas de difusión, gacetillas, solicitadas. Todo esto es una posibilidad de mayor comunicación y difusión.
Hace unos cuantos años se realizó un seminario en Buenos Aires al que concurrieron compañeras de distintos lugares de América Latina para compartir distintas estrategias. Cuando conversábamos y compartíamos qué hacíamos en Argentina, compañeras del Distrito Federal de México -donde ya se había legalizado el aborto- nos miraban asombradísimas y con mucho impacto. No lo podían creer. El Distrito Federal contaba con un financiamiento inimaginable para nosotros, acá los fondos no son exiguos, muchas veces los fondos no existen. En México tenían un financiamiento muy fuerte, compraban los espacios principales de diarios y canales de televisión, y presentaban o pagaban a periodistas admirables y hacían una maravillosa nota con su presentación.
En lo que nosotros trabajábamos era en contactar a compañeras y compañeros periodistas, armar talleres, armar formaciones, seminarios. Podíamos colaborar con notas, escribir columnas. “¿Tendrás espacio para publicarlo algún día quizás?”. Todo eso llevó mucho tiempo. Fue una tarea inmensa. Y es una diferencia fundamental como estrategia de convencimiento y de adhesión.
Cuando comenzó la Campaña contábamos con muy pocas posibilidades de difusión en cuanto periodistas. Las compañeras que venían trabajando eran muy contadas y con muy pocas posibilidades. La explosión de medios y la juventud de sus integrantes son un estímulo y un desafío mutuo. Porque, entre otras cosas, la estrategia comunicacional ha sido un tanto errática, poco planeada, poco profesional. La fuimos haciendo como podíamos, como sabíamos, como nos salía.
Hemos tenido tanto buenos resultados como reveses, que no los esperábamos. Muchas veces no lográbamos encontrar el hecho más convocante en acciones muy importantes, y nos encontrábamos con que no tenían ninguna repercusión. Otras veces pensábamos que la saturación nos jugaría en contra, y sin embargo la fuerza del reclamo sostenía la noticia durante días seguidos en los medios de mayor visibilidad o de mayor difusión organizada.  Estas dificultades pueden ser algunos de los puntos débiles, y es un lujo que no podemos darnos. La reacción ante nuestros avances cuenta con fondos casi limitados. Y mucho poder, siglos de dominación hegemónica.
Por eso, es urgente y convoco a una mayor participación, acercamiento, docencia. ¿Por qué no, difusiones con quien se deba y como se pueda dar? Para construir con todas y todas, con sus experiencias, con sus saberes y sus posibilidades. La participación no tiene que tener más límite que la imaginación.
Quiero cerrar con los lemas integrales de la Campaña: EDUCACIÓN SEXUAL PARA DECIDIR; ANTICONCEPTIVOS PARA NO ABORTAR; ABORTO LEGAL PARA NO MORIR.

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