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Marcelita Iglesias, una justicia inútil para una muerte absurda

Escrito por el febrero 13, 2014


(Por La Retaguardia) 

A 18 años de la fatídica jornada en la que perdió la vida la niña Marcela Iglesias, sus papás la recordaron, como cada vez, preguntándose que sería de ella, que tendría 24 años si no hubiese sido víctima de un hecho tan absurdo como morir aplastada por una escultura mal aferrada.

Durante la emisión de Sueños Posibles, el programa de Alfredo Grande, Eduardo Iglesias, el papá de Marcelita, se refirió al caso con dolor e impotencia.

—Sueños Posibles: Se cumple un nuevo aniversario de lo que yo llamo el asesinato de Marcelita ¿Cómo están ustedes? Se postergó la conmemoración por la tormenta. —Eduardo Iglesias: El 5 de febrero se cumplieron 18 años del fallecimiento de Marcelita. Tenía 6 años mi hija —recuerdo para aquellas personas que no conocen el caso—, se le cayó una escultura, porque estaba mal aferrada en un sitio mal habilitado por la Municipalidad en ese entonces, y le produjo la muerte. Vamos a hacer el próximo sábado 15 a las 11:00 el acto conmemorativo por el 18° aniversario de su fallecimiento en el Paseo que lleva su nombre, en la Avenida Infanta Isabel y Avenida del Libertador, en el sendero central. Vamos a redescubrir el jacarandá junto con la placa de Marcela. Contamos siempre con la presencia de ustedes, que están tocando estos temas. Marcela era nuestra única hija, hoy tendría 24 años. Tendría toda la expectativa de vida, hubiera estudiado. Tenemos que conjugar el verbo en potencial, `lo que hubiera sido´, `no que hubiera tenido´. Todo eso se vio truncado por la impericia, el poder económico, el poder político, porque no hay que olvidar que se permitieron obras clandestinas. Actualmente el sitio está cercado por la empresa Panter SRL, que en ese momento era la que licitaba el lugar donde estaba la galería donde pusieron esos monumentos, esas fastuosas esculturas, esos fierros gigantes. Sobre el cuerpo de Marcela se derribó uno de ellos, provocándole la muerte en forma instantánea. La gente, preocupada, nos pregunta qué pasa con el caso de Marcela. Esto fue a la Corte Suprema de Justicia, porque la causa prescribió. Tuvimos que ir a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), ya que la Corte dijo que la causa era “insustancial y carente de trascendencia” ¿Cómo la muerte de una persona puede ser algo que no sea de trascendencia? —SP: ¿En qué año fue esto? —EI: Mi hija muere el 5 de febrero de 1996. —SP: ¿Y el fallo de la Corte Suprema? —EI: En 2007 declaró el cierre de la causa. El presidente de la Corte, Ricardo Lorenzetti, fue el único que se dignó a decir que se reabra la causa. Había que juzgar a los responsables, que en ese momento eran la dueña de la galería, Diana Lía González de Lowenstein; los funcionarios municipales Héctor Torea, Antonio Mazziteli y Juan Carlos Favale; y el escultor que construyó la escultura, Danilo Danzinger. Nunca hubo un juicio. Quiere decir que mi hija muere dos veces, como una vez tituló un diario. Porque una vez dije esa expresión, no sé cómo lo relacioné y me salió del alma decir “mi hija muere dos veces”: muere físicamente, en el lugar, y muere cuando no hay justicia. Muchas veces parece que la confusión y la coincidencia se llevan de la mano. Uno cree que la persona siempre está, siempre tenés a tu hija. Pero vos, en la realidad, cuando bajás, ves que tu hija no está, que está su pieza desocupada, que estaban sus libros, su mochilita en esa época cuando iba de vacaciones… Era el día de feriado en la Unión de Trabajadores de Entidades Civiles y Deportivas (UTEDYC). Habían hecho una excursión y lamentablemente nunca finalizó. Para Marcela fue abrupta, porque nunca volvió a casa, ya que la encontró la muerte, una cosa increíble. Nosotros nos enteramos en plena actividad, trabajando. El hecho ocurrió a las 14:15 y un rato después nos venimos a enterar que Marcela había fallecido de esa manera. Una cosa terrible. Eso nos perturbó. Pero no obstante, no nos impide el hecho de que con nuestros familiares y amigos, cada 5 de febrero la recordemos y vayamos a ese paseo a recordar su nombre junto a otros chicos compañeros de ella, que ya son padres de familia. Todos se han dedicado siempre a pedir justicia por su nombre. Nosotros nunca nos vamos a olvidar de nuestra hija, porque todo estaba signado a sus cosas, a todo lo que la rodeaba. Como te decía, en las reuniones la gente se pregunta, porque no puede entender cómo nunca hubo un juicio contra los responsables, tanto sea del Estado Nacional como del Estado municipal. Ahora hubo un cambio, porque la Secretaría de Espacio Público pasó a manos de otras personas. Pero a esas personas se las tiene que comprometer también para que lleven a cabo la obra que no se hizo, que es el Paseo de Marcela. Nuestro reclamo es también el Paseo. Estamos también en la CIDH pidiendo que la causa se reabra, por la negación de justicia que se nos dio en la Argentina.

Así de increíble es esta historia. Desde lo absurdo del hecho, de una vida trunca por un descuido, hasta la actuación de la justicia que, como suele ocurrir en estos casos, nunca encuentra responsables.

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