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Ana Quiroga, el color del vestido, los vínculos y la comunicación

Por LR oficial en Uncategorized

(Por La Retaguardia) Desde hace tiempo, en La Retaguardia tenemos una costumbre: para esta época del año, en la que está abierta la inscripción a la Primera Escuela Privada de Psicología Social que fundó Enrique Pichon Riviere, entrevistamos a quien es su directora desde 1967, Ana Quiroga. La idea también se ha vuelto una costumbre: comenzamos hablando de la psicología social, fuimos hacia la crítica de la vida cotidiana y eso nos llevó a reflexionar acerca del vestido de la polémica y los interrogantes acerca de la comunicación actual y los vínculos. 

—Eugenia Otero: Nuestros oyentes/lectores habituales saben que soy psicológa social, y mi paso por la Escuela de Pichon Riviere significó una verdadera revolución en mi vida e incluso modificó mi hacer cotidiano y mi profesión. También de alguna manera abrió para mí la puerta a pensar este proyecto comunicacional. Como creemos que esta transformación fue maravillosa, en esta época en que se abre la inscripción en la Primera Escuela Privada de Psicología social queremos recomendar esta carrera y esta escuela a quienes pudiera interesarle. Por eso estamos comunicados con quien es su directora, desde 1967, junto a Enrique Pichon Riviere: Ana P. de Quiroga.
—Ana Quiroga: Muy bien, y muchas gracias por lo que has dicho de la escuela.
—EO: Es la verdad.
—AQ: También lo fue para mí.
—EO: Eso te quería preguntar. Hablaba yo de lo que significó para mí el encuentro con esta disciplina, ¿y para vos, Ana, pensando que además significó el encuentro con Pichon Riviere, que fue una persona muy importante en tu vida?
—AQ: Fue una posibilidad de definición. Yo estudiaba Filosofía, pero siempre dudé porque no existía la carrera de Psicología en Buenos Aires cuando entré a la facultad. Tenía una gran pasión por la filosofía. La filosofía tiene mucho que ver con la psicología, no puede pensarse una una cosa sin la otra; la filosofía parece de las nubes, pero no es tan así. Mi trabajo era el periodismo. Al entrar en el mundo del periodismo se te abre otra perspectiva de la vida social —estamos hablando de los años ’60—, cultural, etcétera. Y a partir de eso me encontré con Pichon. Fue un cambio profundo, una definición de vocación, de interés. Marcó mi vida.
—EO: ¿Dejaste formalmente la carrera de Filosofía?
—AQ: Sí, pero nunca la he dejado desde el punto de vista del estudio. También compartimos con Pichon el periodismo, que es lo que está vertido en Psicología de la vida cotidiana, notas que hacíamos para Primera Plana, revista paradigmática en su época. Ahí investigábamos los hechos sociales que estaban ocurriendo, más explícitamente o menos explícitamente, más visibles o menos visibles, y hacíamos una reflexión desde la perspectiva de lo psicológico, la perspectiva específica de la psicología social, donde se ven los procesos psíquicos no separados de los procesos sociales.
—EO: Es un libro maravilloso que siempre puedo invito a las personas a leer porque piensa estas cosas de la realidad, cosas que siguen vigentes. Piensa fenómenos cotidianos como el fútbol, la moda.
—AQ: Cosas que forman parte de lo cotidiano.
—EO: ¿Qué significa invitar a alguien a formarse en la escuela de Pichon-Rivière?
—AQ: No es un estudio simplemente formal. Creo que eso es lo que nos marcó a tantos como experiencia. Porque, además del conocimiento que está en los libros, hay un conocimiento que se va trabajando y produciendo en forma grupal. Es un proceso de formación. Uno se conecta consigo mismo y con los demás, se va conociendo en su contexto y va viendo qué cosas van jugando en la conducta de cada uno, cómo son los vínculos, algo tan acuciante para nosotros, la comunicación, los diversos conflictos que atravesamos. Y no solo lo lee, sino que lo vive y lo reflexiona. Creo que ese es uno de los aspectos más atractivos de la formación en Psicología Social. No siempre es posible transmitirlo en una conversación porque es un proceso personal y compartido. Me parece que es lo más atractivo y es la verdadera manera de aprender, no Psicología, sino cualquier otra cosa haciéndola pasar por sí mismo, por la propia experiencia y compartiendo el pensamiento con otros.
—EO: Esta dimensión a la que la escuela le da tanta importancia está ausente en formación de los psicólogos en nuestro país.
—AQ: Lamentablemente sí.
—EO: Es muy necesaria, porque uno no puede trabajar sobre el inconsciente de las personas sin haberse pensado uno mismo.
—AQ: Sin haberse pensado, sin haberse trabajado y sin conocer más determinantes de las formas conscientes e inconscientes que están en juego. Uno tiene una sola línea, una idea a veces bastante dogmática. Queda mucho afuera. Eso lo veo porque estoy en la dirección de un posgrado en la Facultad de Psicología en Tucumán. La cantidad de psicólogos que se forman en ese posgrado buscando la psicología social es enorme porque les da una mirada que no tiene la facultad.
—EO: Es una discusión que Pichon diera en aquel momento con el psicoanálisis y que todavía hoy es necesario seguir dando.
Ana: Mañana y pasado en la escuela vas a estar dando clases en una jornada.             
—AQ: Vamos a hacer una jornada. Desde hace un tiempo uno oye permanentemente, y cada vez con más intensidad y carga emocional, es: ¿Qué está pasando?, ¿por qué vivimos así?, ¿por qué tanta exigencia?, ¿por qué nos comunicamos como nos comunicamos? Me pareció sorprendente un hecho. Hace unos días fue objeto de comentario en el mundo —eso es lo que llama la atención— algo que en sí, como objeto de comentario, es bastante banal: si el vestido era azul o dorado. Uno piensa primero en la discusión de si es azul, dorado, yo lo veo así, lo veo asá. Pero después empezás a pensar cómo es posible que en el mundo políticos, personas de la farándula, montones de gente de a pie, en las reuniones de amigos se haya estado conversando, discutiendo, tuiteando o poniendo en Facebook eso, dando la imagen de una gran comunidad, cuando a la vez estamos en tantas otras cuestiones sintiéndonos aislados, solos, fragmentados. Ese fenómeno no es un fenómeno que no pueda ser investigado.
—EO: Además es una metáfora muy interesante, refleja lo que pasa socialmente.
—AQ: Exactamente. Es cierto que cada uno ve cosas con determinados matices, pero que uno se aferre a una posición y no pueda entender muy bien la del otro. También eso interroga a los medios y a las redes sociales; las redes sociales son un instrumento muy rico, ha generado cosas muy importantes, pero también nos está diciendo el modo de cambio de la comunicación y un interrogante acerca de si estamos o no comunicados; si las relaciones personales, el cara a cara, la presencia de la palabra dicha oída, el cuerpo han perdido vigencia o estamos en un cambio significativo en el que tenemos que entender este fenómeno.
—Fernando Tebele: Muchas veces nos interrogamos en cuanto a las redes sociales que, por ejemplo para los medios alternativos son fundamentales para poder alcanzar a mucha más gente y así sucede también con otras cuestiones. Y a la vez pensar situaciones como la de 2001 en la Argentina sin redes sociales. Es una herramienta; con un martillo podés matar a una persona o clavar un clavo. Estamos fallando como especie en utilizar más el martillo para pegárnoslo en la cabeza que como un bien común.
—AQ: Los instrumentos tecnológicos no son en sí ni buenos ni malos. Tienen aspectos más positivos o más negativos según el uso y ese uso tiene mucho que ver con las relaciones sociales. Por eso es que no podemos pensar en un sujeto por fuera de esas relaciones sociales. Esto es lo preocupante, el hecho de que nos impongan agendas y modos de pensar y que no haya tanta posibilidad de hacer un análisis personal, crítico. Eso me parece que tiene que ver mucho más con relaciones de poder que con el instrumento en sí.
—FT: ¿Esas relaciones sociales, focalizando en la Argentina, las vez más cercanas o más alejadas?
—AQ: Estas reacciones sociales no están muy distantes de todo lo que se está dando como relaciones sociales en el mundo. Pero sí me parece que hay cambios. Situaciones en las que la gente tenía más posibilidad de cercanía, el encuentro en el café, el diálogo se va perdiendo en una forma muy particular. Por ejemplo, vez dos o tres personas en un bar sentadas en una mesa y cada uno escribiendo en un celular. No ha alcanzado un fenómeno que se liga con nuestra historia, con cosas de la Dictadura, con lo que fue el neoliberalismo, que es un fenómeno mundial de la fragmentación. También aparece una cuestión de formas muy particulares del antagonismo. Volviendo al vestido, sin pensar que uno se pelea a muerte por esa diferencia, la aceptación de lo diferente —que es tan rico— y la posibilidad de intercambiar con el otro y escucharlo está afectada. Y en el campo de la política eso implica dispersión y a la vez el tema de antagonismos, donde todo es blanco o negro, bueno o malo, no se ven matices. Esa es una de las características no solo del discurso político, sino de las posiciones de cada uno. Cuánta gente no está discutiendo acerca de política, —hablo de política porque en este momento estamos muy marcados por todos esos hechos; es un año electoral y es aquello que más nos dan los medios, por otro lado— para no poner en juego si disenso.
Tiene que ver con el estado de ánimo, como que está anticipada la percepción. Nosotros podemos percibir la realidad o no. Siempre hay matices en la percepción. La Nación, que a veces no publica cosas muy importantes, el sábado le dedicó media página. Uno cree que todo el mundo sabe de porque es cierto que las redes sociales son un clima social, pero también es interesante pensar que nos hace sentir homogéneos y que lo homogéneo es bárbaro, y no darnos cuenta de que la diferencia —lo heterogéneo— existe y dar por supuesto nuestras ideas y dejar de lado las otras.
—EO: Es impresionante cómo vas hilando los pensamientos. Arrancamos con qué proponemos cuando proponemos estudiar Psicología Social y ahora estás hablando de esto que tiene que ver con la lucha contra la fragmentación, el individualismo. Hablaste la heterogeneidad, de una mirada crítica y de ver los matices y podríamos pensar en ver lo contradictoria que es la realidad.
—AQ: Parece que si lo hice fue bien conducida.
—EO: Por vos, sin duda.
—AQ: Por todos. En el diálogo, yo hubiera tenido una línea, vos otra; si no hubiéramos intercambiado y si no hubiera aparecido la pregunta del vestido, esta conversación hubiera sido más pobre.
—EO: ¿Con esto tiene que ver la formación en psicología social?
—AQ: Exactamente. La posibilidad de poder trabajar en grupo, aportar al trabajo de los grupos cuando uno se forma y de los grupos en los espacios institucionales, en la familia. etc. Porque uno va repensando su vida cotidiana y su ser también mientras va aprendiendo esos contenidos, porque, obviamente, la psicología nos remite a nuestras conductas y las de los otros.
—EO: Y poniendo en juego lo que pensamos, sentimos y lo que traemos en nuestra mochila cada uno con lo que traen, lo que sienten, lo que tienen en la mochila los otros con los que compartimos en el encuentro.
—AQ: Hay mochilas que se comparten y mochilas que nos muestran cosas diferentes.
3 y 4 de marzo de 19, en 24 de noviembre 997 de 19 a 22 h. El primer día va a ser una explicación acerca de la vida cotidiana. El segundo va a ser destinado a modalidades de la comunicación, cómo nos estamos comunicando.
—FT: En los últimos años se ha vivido un proceso de muchas escuelas que se abrieron. Uno puede ver esto como algo alentador, se está haciendo masiva la posibilidad de alcanzar el instrumento de la psicología social y de aprender allí. Pero, por otro lado, uno ve también que las formaciones son muy diferentes, y como la psicología social tiene que ver con el andar con otros, no sé si siempre es tan positiva esa proliferación.
—AQ: Siguiendo la línea de Pichon, aporté a la apertura de escuelas de psicología social en distintos lados de país, del Gran Buenos Aires, como en Castelar, Olivos, Lomas de Zamora. Pero con la salida de la Dictadura hubo un gran boom de la psicología social, la necesidad de hablar, de comprender, y alguna gente lo tomó como un gran negocio —que no es—, y no cómo un trabajo científico serio. Ahí te diría que apareció lo que llamamos proliferación. Me da mucho orgullo que en Salvador de Bahía funcione hace veinticinco años funcione un espacio dedicado a la psicología social. O lo que hacemos en Tucumán. Además nos enriquecemos con las experiencias de otras personas. El tema que me aflige es que bastardeen a la psicología social, o a cualquier disciplina que se enseñe, cuando se la toma como un instrumento para ganar dinero, tratando de que sea fácil, corta y que seduzca pensando que uno tiene un título con, a veces, seis meses de hacer un trabajo.
Queda hecha la invitación a la jornada, que es gratuita, solo tienen que inscribirse previamente a [email protected]

Está abierta la inscripción a la escuela, informes a los teléfonos 4957-1907 4931-0200

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