Robert Moran, perito de parte en Jáchal: «Todas las opìniones que escuchamos son las de la empresa»
Por LR oficial en Educación Y Salud, Justicia, Medio Ambiente, Medios, minería a cielo abierto, Nacionales, Trabajadores
La Asamblea Jáchal No Se Toca designó, para la investigación por el derrame de un millón y medio de litros de agua cianurada ocurrido en septiembre en la mina Veladero de la Barrick Gold en San Juan, al hidrogeólogo norteamericano Robert Moran. Luego de visitar la zona del incidente y reunirse con parte del staff de la multinacional, el especialista elaboró un informe presentado al juez a cargo, el doctor Sebastián Casanello. Brindó, además, una conferencia junto a representantes de la asamblea. El audio para este artículo fue facilitado por Natalia Vargas de FM Cosmos. (Por La Retaguardia)
“Se han hecho muchas afirmaciones muy locas sobre mí en la prensa local. Evidentemente, en función de lo que dicen, las formularon personas que no han leído mis trabajos ni hicieron sus deberes sobre minería. No soy antiminería. He hecho este trabajo por más de 40 años y he trabajado para compañías mineras por muchos años. Para grupos indígenas, para distintos gobiernos, para las propias empresas, etc. Cuando veo estas declaraciones sobre mí, no me molestan, estoy acostumbrado, pero me parecen muy estúpidas. Me demuestran que son personas que no saben y tienen opiniones pagadas por la industria minera. Estoy pensando si nombrar a algunos de estos periodistas, quizás después”, quiso aclarar Moran antes de comenzar el diálogo con los periodistas.
El perito recordó que realiza esta clase de investigaciones hace 40 años y que Veladero no es un lugar único: “Es bastante parecido a bastantes otras minas. Una de las diferencias es que está a la cima de los Andes, es parecido a Pascua Lama. Hemos visto que, en general, es un área muy seca. Los ríos comienzan a la base del glaciar. El sol es muy fuerte, derrite los glaciares, el río cae por las quebradas. Algo de eso está en la superficie, pero la mayoría bajo ella. Estos glaciares han estado, al menos, desde la última era de hielo”, detalló sobre las condiciones del clima y el flujo de agua y señaló que en algunos otros lados esto es así desde hace 20 o 30 mil años.
“Soy hijo de un abogado, así que no sólo pienso como ideólogo o químico. Todas las opiniones que escuchamos son las de la empresa, no vimos prácticamente nada de información. En parte porque esto es una disputa legal, pero el derrame ocurrió en septiembre del año pasado y por lo que he visto no hay información química de los últimos 6 meses”, explicó. Moran analizó los obstáculos y aseguró que el principal fue acceder a la información: “A datos verdaderos sobre la química, el volumen del derrame, imágenes de lo que ocurrió. Muchas minas alrededor del mundo tienen derrames, pero porque suelen estar en zonas aisladas y tienen concesiones para el acceso total a ellas. La única información que tenemos, ustedes y yo, es la de la empresa. Otra vez: como hijo de un abogado, pienso que son palabras lindas pero no hay información”. Destacó, sin embargo, que Barrick le permitió visitar el lugar: “Cosa que no pude hacer en otros lugares del mundo, pero el staff de la empresa, conducido por el director general, no nos permitió ver los lugares de los que hablo. Sí nos proveyeron la información que discuto”.
Con respecto al episodio del derrame, el perito dirimió los efectos: “La prensa sólo se enfocó en el cianuro del derrame. Esto suele ocurrir alrededor del mundo, pero en estos procesos hay muchísimas otras fuentes de comunicación de las que poco se habla. Recuerdo un lugar en el norte de Rumania donde hubo un gran derrame por el colapso de un embalse. Era una compañía australiana y estoy seguro de que fue mucho más grande que el de Veladero. Fue hasta Hungría, Serbia, Bulgaria, por el Río Negro, como unas 15 mil millas. Luego del derrame, los abogados de la empresa trataron de informarse sobre los detalles de las causas y la compañía nunca los dejó acceder a la información. Suena alocado pero los banqueros en Londres, que tenían acciones, me contactaron para hacer un estudio independiente”.
Moran especificó que gran parte de las conclusiones fueron posibles gracias a su experiencia previa, pues la información recabada es escasa: “La situación es compleja porque gracias a mi experiencia pude analizar mucho, pero si hubiera sido la primera vez, hubiera necesitado más de un mes. Hay cientos y cientos de páginas y documentos sobre el tema. Las empresas no necesariamente mienten, pero seleccionan los datos, es normal”.
Acerca de las posibilidades reales y económicas de remediar los daños, consideró: “No sé qué costo tendría remediar la zona, pero puedo decir que minas similares a estas, generalmente siempre generan contaminación de aguas, y los desechos permanecen en el lugar para siempre. Por lo tanto, el agua derretida y las lluvias siguen moviéndolos. He trabajado para estudios legales y compañías que han gastado cientos de millones de dólares tratando de reparar estos problemas. En un caso, más de un billón”, recordó. “Cuesta colectar el agua contaminada y tratarla, en algunos casos, para siempre. Yo visité la zona del derrame, pero no cuando éste ocurrió. No vimos ninguna foto de aquel momento, la reparación, ni dijeron dónde fue el canal contaminado”, dijo sobre el proceso de mejoría.
Para el hidrogeólogo, es posible que las compuertas cerradas tampoco hubieran contenido esa cantidad de agua. Destacó, sin embargo, “que en los últimos seis meses Barrick tomó dec”isiones responsables para mejorar la situación. No sé si pudieron haber detenido el derrame pero es interesante como sólo se habla del cianuro y porque el canal norte recibe filtraciones de desechos, drenajes de ácido, cobre, mercurio, etcétera. Nadie habla sobre esto. No hay información disponible para el público. Incluso antes de esta situación, las filtraciones de las escombreras venían bajo la superficie, moviéndose hacia el valle y los ríos, y moviendo el agua subterránea alrededor de los ríos. Eso sigue ocurriendo”. La magnitud del problema, para el perito, es pública, grave y legal. “Estuvimos haciendo humor negro al respecto, sobre el problema de la compuerta, ‘la puerta dorada’, porque es mucho dinero. Evidentemente ellos quieren mejorar la situación, pero las aguas de las superficies y subterráneas siguen siendo contaminadas”, señaló.
“Mineras grandes como éstas generan otras fuentes de contaminación. Para remover la roca, deben romperla con grandes cantidades de explosivos, dejando residuos en las rocas que, la próxima vez que llueva, entrarán a los ríos, irán a las aguas subterráneas. También se usan grandes cantidades de combustible, nafta, gasoil, terribles químicos. Nada de información al respecto. La compañía la tiene, por supuesto, pero no es pública”, denunció y especificó las responsabilidades de Barrick sobre los estudios necesarios: “Alrededor del mundo, antes de que la compañía haga un informe sobre el impacto ambiental, ellos deben colectar información sobre el agua, biología acuática, etc. La mina llegó en 2005 y esa información debió ser detectada antes. En la reunión con ellos, en la mina, nos mostraron algunas páginas del estudio de impacto ambiental, pero no nos los dio. Nos dijeron que era un anexo de un estudio de 2003. Sin ir a detalles, no tiene sentido y es inútil, la calidad de esa información es apenas una pequeña demostración para las relaciones públicas”.
El agua
Moran hizo otra salvedad en relación al agua utilizada por las empresas: “Mínimamente utilizan 110 litros por segundo y se nos dice que usan el 70 por ciento. Es una cantidad enorme de agua y la gente que está al final del cauce del río tiene menos agua porque se pierde a través de la evaporación y demás. Uno de los grandes impactos es esa competencia. Por supuesto, cuando la usan, se contamina. Al respecto de estas grandes cantidades, no vimos nada sobre la cantidad real que se usa más que una presentación de power point o palabras de alguien con los intereses de la compañía. No digo que mientan, pero deben mostrar información”, repitió.
Sobre la peligrosidad de las minas, el perito sólo afirmó que lo son para los trabajadores: “La verdad es que, para las poblaciones, no tenemos información. He visto un poco de análisis, pero no lo suficiente como para responder eso. Después de la visita fuimos de vuelta a Jáchal y algunos ciudadanos me mostraron análisis de la Universidad de Mendoza. En primer lugar, es muy caro para los ciudadanos colectar estos especímenes y analizar. No tengo suficiente información para realmente responder, pero una cosa que vi es que las clases de rocas que hay suelen contener uranio, y según los análisis hay uranio en el agua en Jáchal. No sé los detalles de la recolección de información, por lo tanto no puedo decir si es o no peligrosa, pero nadie en la mina habla sobre el uranio”. Sobre este punto, profundizó: “No hay un estándar legal en Argentina para el uranio en el agua que se bebe. En Canadá, de donde Barrick viene, la cantidad de uranio permitida es de veinte partes por cada billón. Uno de los controladores, en nuestra reunión en la mina, me dijo, que vieron estándares en todo el mundo y eligieron para Argentina el mejor”, ironizó.
“La mayor parte de la información necesaria no es pública. Mi trabajo es hablar con las compañías y gobiernos para que así sea. Los resultados dependen de los habitantes de estos lugares, porque yo me tomaré un avión la semana que viene y son ustedes quienes se quedan acá”, Moran estimuló a los presentes a continuar los pedidos.
“Todos los usuarios pagan por agua. Quizás en diferentes cantidades, pero las compañías pagan nada o casi nada. En los países desarrollados ellos deben proveer un seguro de caución hacia el gobierno para asegurar que en futuras causas hay dinero para pagar por los cambios. No hay ninguna ley al respecto en Argentina. Si la gente no tiene información y no confía en el proceso, imagina que las cosas son peores. Una mina de estas características podría desarrollarse en Canadá, seguro, pero en zonas más aisladas. Incluso en Estados Unidos”, explicó e identificó cierta tendencia: “La mayoría de estos emprendimientos se apostan en lugares donde la gente es bastante pobre, generalmente indígenas. En Canadá, donde la población está concentrada en una franja del país, podría instalarse una minera así en lugares alejados, pero no en Vancouver, Toronto o Montreal, no sería socialmente aceptable”.
Consecuencias
“No sé si el derrame afectó Jáchal, no he visto suficiente información. Pudo haber afectado, pero no lo sé. Incluso pudo haber salido de la provincia de San Juan pero el líquido original moviéndose por aguas subterráneas cambia su química y se disuelve, así que no con la misma concentración. Los compuestos cambian su forma. Uno de los patrones más obvios alrededor del mundo es que los compuestos se acumulan en lagos y reservas entremedio”, explicó sobre el destino de los químicos. “Posiblemente estos materiales se acumularían. El resto es especulación. Es como la pregunta de si las armas de Irán son de destrucción masiva: y, es secreto. Muchas veces la gente descubre muchos años después que ha estado con agua contaminada, incluso cuando la empresa se fue del país y puso todos sus recursos financieros en otro. Normalmente, cada yacimiento forma una corporación legal separada, por lo tanto, cuando cierran uno, está protegido financieramente”. Moran evaluó una situación hipótetica en la que la minera podría salvarse de hacerse responsable de los daños: “Si el gobierno encuentra agua contaminada luego de que la mina ha sido cerrada, el costo termina siendo de los ciudadanos”.
Sobre las posibilidades: cierre definitivo, cierre provisorio hasta nuevas medidas de seguridad o continuidad ajustando medidas de control, Moran decidió no formar opinión: “El tema es que alrededor del mundo las compañías mineras tienen control de todo; si uno puede entrar, la información que circula, etc. Mi objetivo principal es que la información sea pública y dar una interpretación de ella que no sea obsecuente con la compañía. Eso no implica ser anti-empresa”.
Moran informó que la gente comienza a cuestionar a las mineras luego de escándalos como el derrame de Jáchal, pero en realidad “suele tomar agua contaminada por años, como también los peces y fauna acuática. Si vas a minas de oro alrededor del mundo es muy común ver cientos de especies de pájaros muertas por agua cianurada. Antes de que las compañías tengan el permiso para operar, reciban sus permisos, deben hacer algún informe de impacto ambiental”. Sobre la responsabilidad de ese informe, explicó: “Eso debe implicar aunque sea un año de analizar muestras de agua y miles de diferentes químicos. Luego puedes tomar los datos y calcular algunas estadísticas, por ejemplo, cuánto arsénico hay en estas aguas antes de cualquier operación. Si no se tiene una buena base, ¿cómo es posible, años después, argumentar sobre los cambios ocurridos? Bueno, obviamente, las compañías no quieren cargar el arma para la oposición. Generalmente, hacen malas, muy malas, investigaciones de base”.
Analizando las posibles repercusiones negativas de la actividad minera en las poblaciones, Moran consideró: “Las mutaciones de las químicas de las rocas son un problema importante porque produce contaminación en el agua superficial, bajo tierra, en cimientos. Cualquier mina que contiene concentraciones de sulfuro ricas implica contaminación de aguas superficiales y subterráneas”.