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“A mí me pegó mucho la Tragedia de Once porque pudo haberse evitado”

Escrito por el febrero 9, 2017


La frase pertenece a Oscar Valcarcel, director de Emergencias del SAME (Sistema de Atención Médica de Emergencias de la Ciudad de Buenos Aires). Valcarcel contó cómo y por qué se interesó en esta especialidad médica, detalló el funcionamiento del servicio de emergencias porteño y la experiencia de trabajar en él durante muchos años.  Fue en diálogo con el programa Oíd Mortales, que conducen Cristina Varela y Luis Angió. (Por La Retaguardia)

La primera pregunta que Cristina Varela le realizó a Oscar Valcarcel, el segundo en la línea de dirección del SAME luego de Alberto Crescenti, fue cómo se le ocurrió “meterse” en la medicina de emergencia. “Me lo vengo preguntando hace 22 años”, fue su rápida respuesta.
“Todo arranca desde una época muy anterior a mi graduación –rememoró el actual director de Emergencias del SAME–; en la época en la que nosotros estudiábamos existía lo que se llamaba el practicantado, una especie de práctica clínica no reglada para estudiantes de los últimos años de medicina que se hacía en las guardias de distintos hospitales y que se consideraba, aunque si bien no era algo formal que estaba dentro del plan de estudios, como un paso importante en la formación del futuro médico. A partir de esta práctica uno se vinculaba con los distintos departamentos de urgencias o con los servicios de guardia como se llamaban en ese momento y ahí me picó el bichito. Después, con el correr del tiempo e  independientemente de mi formación en una especialidad, nunca perdí la vinculación con la emergencia y con el transcurrir del tiempo me fui acercando cada vez más al tema de la urgencia y alejándome un poquito de mi especialidad original que era tocoginecología. Con el paso del tiempo me fui especializándome en otras áreas, como traslado aeromédico, gestión de emergencias, entre otras”, se extendió luego.
Actualmente no existe un número importante de médicos que se especialice en emergencias: “hay que partir de la base que en nuestro país, desde el punto de vista oficial, la medicina de urgencia es una especialidad recién desde hace 6 años, no es algo demasiado antiguo. Por otra parte, si bien existen excelentes centros de formación, hay cursos superiores y universitarios, todavía no está muy en claro cuál es la forma de acceder a esa titulatura o especialización. Pero además es un desafío muy grande por las condiciones de trabajo, pasando por los horarios, la dedicación intensiva, el poco reconocimiento que en general hay porque uno siempre se acuerda de su médico de cabecera de cuando era chico, del pediatra que te acompañó durante todo el proceso de la infancia, pero difícilmente te acuerdes de aquel que en determinado momento te sacó de un problema agudo, salvo que se haya establecido una relación pero la verdad es que muchas veces por la rapidez de los tiempos no llegas a saber ni el nombre del médico que te está atendiendo, o incluso por las condiciones en que está el paciente ya que muchas veces ni llegás a poder hablar con él”.
De todos modos, Valcarcel señaló que dentro de la formación de Enfermería están apareciendo actividades de capacitación en emergencia: “pero también tiene su individualidad y este es un trabajo de equipo, no lo puede hacer uno solo. No me quiero olvidar de todas las disciplinas y las áreas que tienen que articularse para que esto funcione, porque con un médico de urgencia solo no hacés nada”.

Jugando contra el tiempo

Para Oscar Valcarcel una de las características que deben tener los sistemas de emergencias es la posibilidad de ir adaptándose a los cambios del medio donde se desarrollan: “con Alberto (Crescenti, director general del SAME) siempre decimos que somos como las bacterias, si no somos capaces de evolucionar nos vamos a extinguir y obviamente en estos últimos años ha cambiado muchísimo no solo la realidad sanitaria sino también todo lo que nos rodea desde el punto de vista tecnológico, de los medicamentos, de las distintas prácticas y procedimientos que se pueden aplicar. Hoy en día la medicina de urgencias que hace tiempo era como, por así decirlo, la hermanita pobre de la medicina, es toda una especialidad que tiene un corpus académico propio y de hecho en algunas universidades es hasta una asignatura, o sea que tiene su propia entidad, su propia individualidad diferenciada del resto de la medicina. Hay diferencias que son fundamentales, tradicionalmente la medicina clásica se basa en un interrogatorio, un examen físico, la presencia de estudios complementarios, diagnósticos diferenciales, se plantea el diagnóstico final, y el tratamiento a utilizar. En la patología de urgencia vos tenés un grave problema que es que estás jugando contra el tiempo, entonces esos pasos se aceleran muchísimo y ni hablar, por ejemplo, de lo que es la parte de prehospitalarios, es decir todo lo que sucede fuera de los muros del hospital, en los que ya de movida te olvidas de la parte de estudios complementarios y tenés que tomar decisiones inmediatamente basadas en lo que ves, en lo que supones y en lo que lograste detectar porque de lo contrario la consecuencia para el paciente puede ser muy gravosa. Muchas veces no tenés elementos en los que apoyarte para cerrar el diagnóstico y te manejas, como decían los antiguos semiólogos, en el ojo clínico, la primera impresión, el interrogatorio muy dirigido y búsqueda de determinados signos físicos”.

Articulación del engranaje de emergencias

En el marco de la charla con Cristina Varela, Valcarcel detalló cómo es el funcionamiento del SAME desde el momento en que llega una llamada a la línea 107: “es el número de emergencia médica de la ciudad de Buenos Aires, un número cortito, gratuito, universal, que te pone en comunicación directa con la central operativa del SAME. Nuestros operadores reciben, analizan, categorizan, despachan y trasmiten; el conductor de la ambulancia que te tiene que llevar es además un colaborador directo; el médico que va a bordo es el que va a hacer el apto médico y luego si hace falta el traslado del paciente a un centro asistencial donde tienen que tener los recursos que ese paciente necesita para recibirlo correctamente. Esto es bastante complejo, y entra dentro de lo que se diferencia el SAME de hoy día del SAME histórico, porque en realidad a nosotros ya no nos interesa salir corriendo con un paciente para llevarlo al hospital, sino que dado que tenemos el equipamiento, la formación y las posibilidades a veces no corremos tanto porque preferimos llevar el paciente al centro que tiene los recursos que necesita. No tiene sentido trasladar muy rápido a un paciente, a veces hasta en malas condiciones, a un lugar que después lo va a tener que derivar a otro de mayor complejidad si a lo mejor yo puedo estabilizarlo en el lugar donde está y luego trasladarlo directamente al centro con la complejidad que necesita, para lo cual necesitás obviamente tener la información en tiempo real de cómo están los recursos en cada uno de los efectores, entonces también hay un elemento de gestión de recursos muy importante porque sino no se puede operar correctamente”.
“El operador que va a recibir el llamado está capacitado y entrenado para hacer la primera gran separación que es si lo que está necesitando esta persona corresponde o no al SAME –continuó Balcarce–. Después se categoriza a esta persona que está necesitando una atención médica de urgencia según colores internacionales en código rojo, amarillo, verde, de acuerdo a la gravedad, además de en qué área geográfica se ubica; puede pasar entonces que la persona viva cerca, por ejemplo, del Hospital Pirovano pero cuando llamó y necesitó una ambulancia de urgencia los móviles que corresponden a ese hospital están atendiendo otros auxilios y yo no soy una remisería que puede decir ‘en este momento no tengo auto, llame dentro de una hora’, tengo que dar una respuesta, entonces el operador empieza a buscar como si fuera una cebolla, en espiral, en los lugares más cercanos cuál tiene disponibilidad. Si mientras, por ejemplo, está yendo para el domicilio una ambulancia que se despachó desde el Tornú, una de las del Pirovano queda disponible, entonces se le asigna al Pirovano ese auxilio y se libera al Tornú para que haga otro. Contado así esto parece bárbaro pero cuando lo ves en acción decís que los tipos que están en la central se van a volver locos a corto plazo, por eso se considera una tarea insalubre, por eso tienen un régimen de 6 horas de trabajo con descanso, porque no es fácil estar siempre sentado en el ojo del huracán”.
A nivel internacional existen determinados estándares respecto al tiempo estipulado en que debe llegar una ambulancia: “es un tema que se está discutiendo permanentemente, pero existen determinados estándares, dentro de los cuales afortunadamente nos incluimos, que indican que en un código rojo el arribo del móvil debería darse dentro de los 14 minutos del llamado, hablamos del tiempo entre que se recibe el llamado y se está llegando al domicilio. Es totalmente variable según el lugar donde estemos hablando, porque una cosa es la ciudad de Buenos Aires y otra es el medio rural en cuyo caso, por ejemplo, el estándar para código rojo se va a 25. El código amarillo, que es urgencia no emergencia, no riesgo de vida, tenés una tolerancia de hasta 40 minutos, y el código verde, que nosotros no hacemos, es aquella consulta que no es una emergencia y no tiene tiempo estimativo porque justamente no es una urgencia. A veces lo que sí podemos hacer es orientar porque recibimos llamados que detectamos que no son casos de emergencia, pero sí se le puede orientar a la persona que llama sobre qué hacer, qué efector tiene cerca de la casa o a dónde ir o a qué servicio puede comunicarse, siempre se da una respuesta, no es que se corta el teléfono sin dar orientación”, precisó Balcarce.
El médico emergentólogo aclaró además que el procedimiento de despacho de las ambulancias es el mismo para todos los pacientes: “no hacemos ninguna clase de diferenciación por edad, sexo, color de cabello, el procedimiento es el mismo, obviamente el médico que va a bordo en el momento que toma contacto con el paciente tomará los recaudos apropiados a cada situación, esto sí es absolutamente individual, no hay una norma global porque cada paciente es una entidad propia que no se puede comparar con otra. Sí tenemos una guía de procedimientos globales, generales, pero lo que hacés y cómo accionás depende en cada situación. No es lo mismo una persona de 80 años con un dolor de pecho que un chico de 4 años con un golpe en la rodilla; queda a juicio y bajo responsabilidad del médico actuante cuál va a ser el devenir luego de que toma contacto con el paciente, pero hasta que se toma contacto es exactamente el mismo, de hecho el equipamiento de los móviles está previsto como para hacer frente a cualquiera de esas situaciones”.
En este sentido, Valcarcel destacó que en los últimos años el SAME ha mejorado el equipamiento en sus móviles: “en este momento estamos muy bien, estamos incorporando nuevos móviles con nuevo diseño, mucho más funcionales, más adaptados a lo que es la urgencia, porque una ambulancia no es solamente un vehículo que tiene una camilla que permite llevar a una persona acostada sino que en realidad es una extensión del hospital hacia el paciente, entonces a bordo de la ambulancia tenés mucho más equipamiento y elementos como para afrontar una emergencia en la calle o en un domicilio que te permiten poner al paciente en mejores condiciones para después llevarlo, porque muchas veces si te abocás a un traslado de una persona que no está estabilizada vas a llegar con un paciente in extremis, en cambio a veces tardás un poquito más en el lugar estabilizando pero después el traslado es mucho más tranquilo”.
Balcarce detalló además que el SAME está incorporando por primera vez en su historia médicos propios e inaugurando nuevas bases extrahospitalarias: “se trata de toda una serie de medida con las que en realidad lo que tratamos de hacer es que el servicio sea mejor, hacerlo más eficiente, y que la gente tenga la seguridad de que la vez que marca el 107 del otro lado va a tener a alguien que va a ayudarlo, eso es importante que se sepa”.

Huellas

Durante la charla, Oscar Valcarcel también se refirió a hechos que marcaron su trabajo dentro del SAME: “hay eventos que marcan la historia de un sistema de emergencia, como Cromañón, LAPA, Embajada (de Israel), AMIA, lamentablemente estuve en casi todas y eso genera un bagaje de conocimiento que se aplica; por otro lado tenés mayor tecnología disponible y por otro lado tenés también más experiencia en lo que es la gestión de red, como que uno lo asume de otra manera. Por otra parte, pongo un planteo muy real, es cierto que Cromañón, Once, Flores fueron grandes tragedias, pero en un choque de dos colectivos un día de semana a las 8 de la mañana tenés por lo menos 40 personas afectadas y eso pasa todos los días”.
Hacia el final de la entrevista, Cristina Varela le preguntó a cuál fue el hecho que más lo movilizó y marcó como persona, más allá de su trabajo como profesional: “a mí me pegó mucho (el choque de una formación del Tren Sarmiento en la Estación de) Once –aseveró Valcarcel– fundamentalmente, y me hago cargo de lo que voy a decir, porque se pudo haber evitado entonces cuando vos ves toda esa cantidad de gente lesionada, esa cantidad de gente que perdió la vida en una situación que perfectamente se podría haber evitado te golpea. Por suerte tenemos un equipo de factores humanos que se encarga de mantenernos los patitos en fila, como decimos nosotros, que es un grupo de psicólogos y psiquiatras que trabaja con nosotros. No hay que olvidarse que esta tarea, como todas las de riesgo, genera el síndrome de stress post traumático, que es la huella en la emotividad que te dejan estas cosas. Como mucha gente dice ‘tiene la cabeza quemada’, pero esa quemadura por decirlo de alguna forma es el resultado del impacto que te generan estas cosas y está bueno asumir que no somos Superman ni Batman, y asumir que somos seres humanos y que estas cosas nos pegan nos posibilita por un lado procesar, y por otro lado tener la supervisión y ayuda de profesionales que se encargan de disminuir el impacto sobre el personal propio. Tenemos permanentemente el monitoreo del equipo de factores humanos, que está en la central operativa con nosotros las 24 horas de guardia como para intervenir en una situación determinada, y si sucede un evento especial, ya de características más importantes, se despliegan todos los recursos que tiene el sistema. En ese caso trabajan no solo sobre los pacientes y sus familiares sino también sobre el personal propio, hay que cuidar al que cuida”, finalizó Oscar Valcarcel.

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