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Gatillo fácil en Flores: “Desde la asunción de Cambiemos, el hostigamiento es enorme”

Escrito por el mayo 17, 2018


Así lo expresó Carlos Ricciardelli, docente de Matías Rodríguez, el joven de 16 años asesinado por un Policía fuera de servicio en el barrio de Flores, refiriéndose a la situación de todos los estudiantes de los sectores populares de la zona. El hecho ocurrió el 25 de abril y rápidamente la comunidad educativa de la Escuela Media N°3 se organizó para denunciar la represión po de que es víctima todo el estudiantado y exigir justicia por Matías. Ricciardelli participó del programa Mis Hijos Están con el Padre, que conduce Braulio Domínguez con la participación de Silvio Florio. (Por La Retaguardia)

Foto: Escuela Nº3

“Fui profesor de primer año de Matías Rodríguez y fui su tutor. Era conocido en la comunidad porque participaba en las actividades del club de jóvenes que se hacen todos los sábados. El año pasado a mitad de año había dejado la escuela. Son problemáticas muy complicadas las de los estudiantes de estas escuelas, la situación de vulnerabilidad es muy grande y sostener la escolaridad como lo hacen los sectores medios. Para la enorme mayoría de nuestros estudiantes, es la primera generación que pasan por la escuela media. No hay un hábito en las familias, no hay una cultura de sentarse a estudiar, de tener libros para poder completar actividades o de hacer tareas en las casas. Es un esfuerzo grande sostener la escuela para ellos. La escuela secundaria es obligatoria desde el año 2006 y nos encontramos con una cantidad enorme de chicos que asisten por primera vez y eso es un gran desafío”, explicó sobre las problemáticas que se presentan con los jóvenes del colegio. “Pensemos que son adolescentes, con todas sus inquietudes, de salir a bailar, juntarse con los amigos, tener las zapatillas y la ropa para poder salir el fin de semana. A eso se suman las carencias de los barrios. Lo que a un pibe en el centro de la ciudad le cuesta, a ellos les cuesta tres, cuatro o cinco veces más y la estigmatización social y policial. Si paseás por el barrio vas a notar que tenés, por cuadra, dos o tres gendarmes. Han puesto pequeños destacamentos en las bocacalles. Desde la asunción del gobierno de Macri, el hostigamiento hacia los estudiantes de los sectores populares es enorme. Son sospechosos por portación de cara, por ser jóvenes”, denunció el docente.

La represión a la murga como precedente

 “En 2016, apenas a dos meses y medio de asumido el gobierno de Macri, se desató una represión a una de las murgas del barrio. También teníamos allí estudiantes que venían a esta escuela. Un alumno de primer año recibió un tiro en el talón. El cambio fue automático. Los chicos lo sufren cotidianamente. Matías tendría que estar en 3º año si no hubiera repetido. Acabo de tener clase con el curso en el cual tendría que estar Matías. Es fuerte”, expresó. Para Ricciardelli, “lo que sucedió es terrible y lo peor es que es algo casi cotidiano e invisibilizado. El gatillo fácil es cosa de todos los días. Y esa no es la única violencia que reciben los jóvenes sino también la desaparición de chicas. Si se busca un poquito en las redes y se investiga, este barrio, Bajo Flores, tiene una gran cantidad de adolescentes que desaparecen por la trata. Hemos hecho campañas y salimos a la calle. Tratamos de hacer visible algo que para los medios no existe. Con el aumento de la desocupación, estas familias son las primeras que empiezan a sufrir el ajuste de los gobiernos liberales. Se siente”, aseveró. “Nosotros lo vemos en la ropa de los pibes. Vemos que no pueden cambiar las zapatillas, que algunos vienen más temprano para ir al comedor, si se les hizo tarde, preguntan si pueden bajar a pedir la vianda. Esas cosas no estaban pasando. Los pibes están muy preocupados por el tema de comer. Son poblaciones que viven continuamente siendo violentadas. Vas a encontrar chicos en el mismo barrio que esperan terminar el colegio secundario para entrar en alguna Fuerza. Lo que ellos dicen es que están cansados de los transas, de los ‘arruinaguachos’. Hay una cantidad de pibes que buscan eso. Después, hay una enorme mayoría que sufre la discriminación y cierto acecho. Los paran, les hacen sacar las cosas de las mochilas, hay un verdugueo hacia ellos. Esto es continuo y se fue agravando”, agregó.

Matías y la escolaridad

“Hacía poco que había dejado de venir a la escuela. Los compañeros de él están en 3º año. Era alguien muy conocido y desde chico participó de las actividades extracurriculares. Fue una conmoción muy grande. Tenía 16 años. Era un chico. De la forma en que se dio, con cuatro balazos. La primera versión dice que él quiso robar una moto, hasta el momento no se sabe. Se cambió la carátula, pasó a ser homicidio, eso hizo que no se entregara el cuerpo inmediatamente. Pasó una semana desde que ocurrió el hecho hasta que pudieron hacer el velatorio de Matías y el sepelio. Fue mucho tiempo, mucho dolor. Todo esto está fresco. Son cosas que en los pibes, con el tiempo, empiezan a aflorar. Algunos hablan más rápido, otros no hablan”, describió.
“Lo que nosotros hicimos como escuela, los profesores, los sindicatos, es acompañar a la familia en todo lo que pudiera necesitar. Después, ellos tienen que decidir los pasos a seguir, hay abogados asesorándolos y verán cuándo es el momento y en qué cosas avanzar. Cuando se analiza a quien ‘delinque’, se trata de una conducta que en los sectores medios o medios altos es totalmente aceptada. Esto es así. ‘Son empresarios, se manejan así’. Ocurre, está totalmente naturalizado y no hay un cuestionamiento fuerte. Por otro lado, cada vez que hay una sospecha de delito en los sectores populares, la condena es enorme”, contrapuso Ricciardelli.

Los vínculos hacia afuera y hacia adentro

“El ajuste llega también a los comedores de las escuelas y están controlando de manera muy estricta quiénes son los chicos que acceden al comedor y quiénes no. Lo hacen para tener muy contada la cantidad y que no sobre nada. No sólo eso, sino que también está bajando la calidad. Se eliminó el pan de la comida, se sirven porciones mucho más escuetas, y cuando lo hablás, muchos saben que se trata de un derecho que tienen pero otros piensan que no. Que encima de que les dan, ¿cómo van a protestar? Son chicos a los que les cuesta mucho poder darse cuenta el valor que tienen, lo que se merecen, lo que les corresponde”, señaló. “Que valen, que tienen la inteligencia de cualquier otro pibe, sus deseos son los mismos que los de cualquier otro pibe, que tienen que ser respetados. En la escuela tratamos el tema violencia institucional generalmente, pero hay distintos tipos. Tenés la más dura, la más terrible, la que ejercen las fuerzas policiales, pero hay cuestiones que tienen que ver por ejemplo con las relaciones hacia adentro de la escuela. Entre los adultos, los profesores y los estudiantes. Todo esto cruzado por lo que tiene que ver con educación sexual integral. Los varones, generalmente, entran con una idea de querer demostrar que son piolas, que a ellos no los van a primerear, entonces se plantan ante los demás compañeros de la escuela, a los que desconocen, y los profesores, de una manera desafiante”, definió. “Todo el tiempo están desafiando a la autoridad y también haciéndolo entre ellos mismo, midiéndose continuamente. Esto se va calmando, a partir de tercer año se empieza a calmar, los pibes se dan cuenta de que no pasa por ser el más guapo el ser aceptado por sus compañeros o por las chicas. Los primeros años eso es muy fuerte y es donde se producen las peleas entre ellos y un maltrato verbal muy grande entre ellos y hacia algunas compañeras en particular”, explicó Ricciardelli.
“Ahora los estudiantes de 4º año están armando un torneo de fútbol-tenis y la propuesta de ellos es que las parejas podían ser mixtas. Ahí, uno dijo que si juega una chica, quizás los compañeros la insultarían porque saca mal, por ejemplo. Ahí, otro dijo que, si la insultan, los podrían sancionar, porque no tienen por qué hacerlo. De a poco va habiendo un cambio de mentalidad, pero hay que trabajar mucho porque son escuelas que tienen comunidades de distintas naciones latinoamericanas. Entonces, hay una tradición del machismo y lo patriarcal muy fuerte, más allá de la que tenemos los argentinos. Todo eso se traslada a las escuelas”, consideró el docente. “Hay chicos que por primera vez pasan por un colegio secundario, hay chicos que vienen de países o provincias del interior, de zonas rurales y se encuentran con una Ciudad como es Buenos Aires, con todas las tentaciones que te ofrece y luego te reprime porque no te las da. Es una adolescencia difícil para estos chicos. Hay un Estado que muestra su peor cara. A veces discutimos si está presente o ausente: el Estado está presente. En su forma más represiva, más autoritaria”, aseveró. “No es un Estado que incluye, está para excluir, para decirte ‘por acá no vas a venir, esto no te corresponde, esto no es para vos’. Son adolescentes como cualquier otro, tienen prácticamente las mismas inquietudes que cualquier adolescente, son chicos de las barriadas más pobres y que todo se les hace mucho pero mucho más difícil. Se esfuerzan por venir a la escuela, por estudiar, por sacarse buenas notas y progresar”, destacó Ricciardelli de jóvenes como Matías Rodríguez.
El gatillo fácil no es una problemática que haya comenzado con Macri en el gobierno. Conviene decirlo y tenerlo claro para hacer un análisis correcto de la problemática. Tampoco puede discutirse que hay una profundización de ese modelo represivo, y que los pibes de las barriadas pobres son el sujeto principal de la persecución.

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