La historia de la casa fantasma

El hallazgo de la quinta donde estuvieron secuestrados los curas jesuitas Yorio y Jalics.La casa que se creía demolida acaba de ser identificada en el marco del cuarto juicio por la ESMA. La hija de uno de los represores del GT3.3.2 quedó impactada al reconocerla como la casa a que la llevaban de niña. Una investigación de La Retaguardia y el El Cohete a la Luna. (Por Alejandra Dandan/Fernando Tebele/Diego Adur para La Retaguardia y El Cohete a la Luna) Foto: La casa de Don Torcuato reconocida por el Suedo Lordkipanidse. La dirección coincide con los datos brindados en 1983 por Yorio y Jalics. (La Retaguardia)No tengo ninguna duda. Ninguna: esa es la casa, dice Alejandra Éboli. Y es lo primero que dice apenas ve la imagen. Alguna vez le pregunté a mi papá cómo fue posible que nos hubiese llevado ahí. ¡¿Cómo era posible que fuera tan perverso?! ¿Por qué? Y él, nada. Cara de póker. Alejandra es la hija de Miguel Ángel Rodríguez, alias Castro Cisneros, destinado al Grupo de Tareas de la ESMA. Contador como Jorge Rádice, es posible que haya sido quien lo sucedió desde fines de 1979. En la historia de la ESMA su nombre comenzó a ser conocido a partir del llamado Informe Basterra, el cada vez más extraordinario documento presentado por el sobreviviente, testigo y querellante Víctor Basterra en 1984, con la primera identificación fotográfica de los asesinos del infierno. El lunes 22, el Sueco Carlos Lordkipanidse declaró en el Juicio ESMA IV.  Lordkipanidse es sobreviviente de la ESMA. Ese día aportó la dirección específica de una de las quintas buscadas desde hace más de 40 años: una casa ubicada en la calle General Ricchieri 1325 de la localidad de Don Torcuato, esquina Camacuá. Al parecer allí estuvieron secuestrados los curas jesuitas Orlando Yorio y Francisco Jalics en 1976: esa esquina aparece mencionada en la denuncia de Yorio ante la CONADEP en 1984 y luego en la declaración de Emilio Mignone en el Juicio a las Juntas. Yorio escuchó que la nombraban como “Villa Capucha”. Pero hasta ahora nadie la había ubicado. Y durante un tiempo se creyó que había sido demolida. Lordkipanidse ahora dio la dirección, presentó ante el tribunal un sobre papel madera con fotos, pero también brindó la posibilidad de pensar que esa casa estuvo activa desde 1976 hasta 1979 por lo menos: una fecha que conecta a los sacerdotes, su propio paso por el lugar y las visitas de las hijas de uno de los genocidas, una vuelta inesperada de la historia al otro lado del espejo.“Yo era chica, tenía 8 años, pero tengo recuerdos”, dice Alejandra. “Esa casa, esa quinta, es donde íbamos nosotros con mi familia: mis hermanas, mi papá, mi mamá y yo”. Las salidas se hacían en plan de esparcimiento aunque la nombraban como una quinta que pertenecía al trabajo del padre. Un lugar donde alguna vez también vieron a Massera.“La casa tenía una pileta, y me quedó bastante marcada. Al principio con un recuerdo lindo. Solíamos divertirnos, pero me acuerdo que era un lugar raro, por llamarlo de alguna manera. Algunas veces, tal vez dos veces después de estar ahí durante el fin de semana disfrutando en familia, de golpe a las dos de la mañana nos despertaron a los gritos, nos subieron a un auto y tuvimos que volver. Me acuerdo que había una casa a la que no se podía entrar, con las ventanas siempre cerradas. Eran dos casas o una casa de caseros y otra casa. Y esa puerta por la que nunca podíamos entrar. Me acuerdo que una vez entré, estaba muy oscuro. Recuerdo eso. Entrar y que alguien en la puerta, no sé si un guardia, nos saque y nos rete”.Alejandra habla de niños. No porque los haya visto, sino por un reproche que escuchó de parte de su madre hacia su padre en una discusión matrimonial. “Cuando me puse a leer la causa, todo el tiempo aparecen menciones a lugares como quintas: en Pacheco o Del Viso, pero yo estaba convencida que se hablaba de la quinta de Don Torcuato”.   Una búsqueda de 40 años El planeta del terror de la ESMA siempre funcionó con satélites. Las quintas eran uno de esos anexos. Uno de los largos brazos del centro clandestino, como los entendió la fiscal Mercedes Soiza Reilly durante la investigación del tercer tramo del juicio. Y hay varias quintas mencionadas en la causa. Una en Pacheco, cerca de la Ford. Otra en Tortuguitas o Del Viso. Otra en Panamericana y Thames, desde donde operó el Servicio de Inteligencia Naval. Hay menciones a una quinta en La Plata. Y también a la quinta de Don Torcuato, con la presencia de los sacerdotes secuestrados.Orlando Yorio y Francisco Jalics fueron capturados el 23 de mayo de 1976. El 25 de mayo oyeron una celebración oficial por la que supieron que estaban en la ESMA. Pocos días después, bajaron a Yorio y lo introdujeron en un auto. La denuncia ante la CONADEP dice lo siguiente: Luego de un trayecto de diez o quince minutos, el coche entra a un lugar con árboles y nos detenemos muy cerca de la entrada, todavía escuchaba ruidos de la autopista, lo subieron por una escalera y lo metieron en un lugar donde oyó una tos que puede reconocer: era del padre Jalics.La pieza donde permanecieron estaba en un altillo como de techo de tejas, con una ventana amplia y cerrada. Los curas evaluaron el recorrido y entendieron que habían salido de la ESMA por Acceso Norte y estaban a unos veinte minutos, cerca del Acceso o de la General Paz. Durante los días siguientes comieron y fueron viendo a ocho carceleros en el lugar con turnos de cuatro y cuatro, dos veces por semana. Permanecieron allí hasta el 23 de octubre. Entendieron que no había mucho movimiento, pero a veces venía gente y había reuniones, las conversaciones eran propias de oficiales. Las compras las hacía la gente de la casa, pero a veces llegaba … Sigue leyendo La historia de la casa fantasma