«El juicio viene mucho mejor de lo que esperábamos»
Por LA tablada en Alfredo Arrillaga, Dora Molina, Iván Ruiz, José Díaz, La Tablada
Dora Molina, era militante del Movimiento Todos por la Patria (MTP) en enero de 1989. Si bien no integró el grupo de 46 que ingresaron al RIM 3 de La Tablada para intentar tomarlo, estaba en las afueras del predio. Allí la detuvieron el mismo 23 y fue condenada junto al resto de los y las sobrevivientes. Molina tiene la causa judicial en su cabeza. No fue testigo en la causa, por lo que está entre el público desde el primer día, siguiendo los viejos expedientes, con la esperanza de encontrar justicia por primera vez por los despararecidos en la represión posterior. Molina aseguró que la acción fue «abrir otra perspectiva en la lógica política».
Foto: Dora Molina levantando la pancarta de Iván Ruiz, junto al público que acompaña el juicio (El Diario del Juicio)
—Diario del Juicio: Vos no participaste en el copamiento pero estuviste afuera.
—Dora Molina: Nosotros fuimos detenidos. A un grupo nos detuvieron afuera, estábamos en las inmediaciones del cuartel. Éramos 5. Después de lo que fueron los hechos de la Guardia de Prevención, nos fuimos y ahí nos detuvieron. Eso fue el mismo 23.
—DDJ: Todo el procedimiento y la represión duró del 23 al 24.
—DM: Fueron 13 los detenidos que finalmente blanquearon. En realidad, el 24 se habían entregado 16 compañeros pero blanquearon a 13 más 5 que nos detuvieron afuera el 23. La semana siguiente a los hechos hubo 2 compañeros que se presentaron voluntariamente: Cyntia Castro y el sacerdote Antonio Puigjané.
—DDJ: Durante fines de diciembre y todo enero se desarrolla el juicio contra el exGeneral Arrillaga, genocida con condenas por delitos de lesa humanidad durante la dictadura. Está siendo juzgado por la responsabilidad por la desaparición de uno de los cuatro militantes que están desaparecidos desde ese momento.
—DM: El juicio viene mucho mejor de lo que esperábamos. Recordemos que esta causa era por José Díaz e Iván Ruiz, que son los que se rindieron el 23 y se los llevaron. Es el único caso de desaparecidos que están fotografiados y filmados, o sea que hay prueba abundante. Además, intentó ser cerrada en un principio. Cerca de 2007, un juez dijo que estos son delitos de lesa humanidad por la prueba que había, y rápidamente la intentó cerrar la Cámara Federal de San Martín con otra composición que el tribunal que está ahora. Era casualmente la misma que nos había juzgado a nosotros en el primer juicio. O sea que llegamos con antecedentes no demasiado buenos. No sólo el primer cierre que hicieron Nisman y Larrambebere, que fue provisorio, sino que cuando otro juez intentó reabrirla, nuevamente intentaron cerrarla. Hicimos todo un recorrido y esto llegó a la Corte y la envió al tribunal originario a que se la investigue nuevamente. Llegamos con miles de maniobras para dilatarla y cerrarla. Haber llegado a este juicio es, de por sí, todo un logro. Como se vienen dando las cosas, esto de que hayan aparecido suboficiales que dicen «A mí me hicieron firmar algo que no había visto, que no viví», y el testimonio de Almada, que ya lo teníamos porque viene desde mucho antes, que cuenta que vio cómo los torturaron, les pegaron y finalmente se los llevaron del cuartel el mismo 23. Estamos muy satisfechos porque esperábamos que los intentos siguieran la misma línea anterior, negar todo, tratando de deslindar de las responsabilidades a Arrillaga. Además, apareció otro suboficial más dando cuenta del encubrimiento que trató de hacer la justicia. Lo involucra al juez que participó en todo esto, Larrambebere, y al que era en ese momento su secretario, Alberto Nisman, que ha tenido otras participaciones en la historia del país del mismo tiempo. Siempre cubriendo al poder.
—DDJ: ¿Cuáles fueron las acciones de Larrambebere y de Nisman que facilitaron que se cerrara la causa en su momento?
—DM: Hasta ese momento habían declarado dos suboficiales, diciendo que se llevan a Ruiz y Díaz y los entregan al mayor Varando. Como existían las pruebas, filmaciones y fotografías, ellos armaron un cuentito diciendo que Varando los entregó a un suboficial que murió en los hechos. Para eso, hacen ir a ambulancieros, gente que estaba en el rescate de heridos y arman las declaraciones. No sólo aparece (César Ariel) Quiroga diciendo que todo lo que le hicieron firmar y firmó por presión de un auditor militar que lo acompañó, cosa que no puede hacerse, a un testigo no tiene por qué acompañarlo un auditor militar. También hubo contradicciones en otros testigos: les preguntaron si ellos fueron a declarar a Morón y dicen que no, pero están las declaraciones. Hay un montón de contradicciones que prueban este armado. El único que dijo de frente que le hicieron firmar algo que no dijo y no vivió es Quiroga. Hay dos o tres más que entraron en múltiples contradicciones que dan prueba de este armado que hicieron Larrambebere y Nisman. Muchas declaraciones están tomadas por Nisman, porque muchas veces te toma declaración un secretario, y llevaban las firmas de los dos.
—DDJ: Mencionan que en el caso de Almada, ya sostenía este relato antes del comienzo del juicio pero, ¿qué explicación le encuentran a que se haya roto este pacto o se haya desintegrado la versión oficial en un juicio que llegó tantos años después?
—DM: En parte, creo que esta sociedad ha cambiado. Los juicios, llevarlos adelante, han ido transformando en cierta forma a la sociedad. Se logra por la lucha de los organismos. También la justicia ha tenido pequeñas transformaciones en algunos ámbitos. Todo este tiempo atrás y estas políticas de verdad y justicia están actuando como trasfondo. También creo que hay otra cosa: estos dos suboficiales no venían de la dictadura, eran muy jóvenes. Puede haber ciertos cambios al interior de las Fuerzas Armadas. Estos oficiales jóvenes no cumplen a rajatabla con lo que sí se ve en los juicios de lesa donde no te encontrás con que nadie haya dicho algo distinto de lo que dice siempre. Hay una transformación social interesante. No nos olvidemos, por ejemplo, de que aparecen los grupos de hijos y familiares de represores organizados repudiando a sus padres. Estos son hechos absolutamente novedosos pero se dan en un contexto de juicios que ya se han llevado a cabo, de una verdad que cada vez se sabe más. Eso es lo que lleva a que en este caso concreto aparezcan estos suboficiales.
—DDJ: ¿Cómo ves hoy el hecho de La Tablada?
—DM: Hoy (por ayer) salió un comunicado de una parte de los presos más los familiares de las víctimas. Creo que se enmarca en todo lo que fue la convulsión del siglo pasado, los golpes militares y esta cuestión de los militares decidiendo en la escena política nacional. A veces, ocupando el gobierno, y si no presionando continuamente para lograr sus objetivos. Creo que La Tablada se dio en ese marco. No nos olvidemos de que hubo levantamientos después de la recuperación de la democracia porque justamente los militares exigían poder tener más poder, privilegios económicos, por lo que siempre han trabajado, y no ser juzgados. Lo que detonó esta cuestión, justamente, fue que los pusieran en el banquillo de los acusados. Yo creo que La Tablada se inscribe en ese marco. Inmediatamente, vino la rebelión en diciembre de Seineldín. Hubo una anterior y una posterior, en diciembre de 1988 y después en diciembre de 1989. La Tablada fue eso. Un poco el planteo fue, ante una crisis política, intentar abrir otra perspectiva en la lógica política. Entendíamos que la lógica tradicional no alcanzaba para avanzar con lo que eran los juicios y la construcción de otro país.
—DDJ: A 30 años de que se ocultó totalmente, de que ustedes fueran acallados por la sociedad, que no pudieron explicar lo que les pasó, hay que decir que hubo cuatro desaparecidos en democracia.
—DM: Debe ser un reclamo que tiene que tomar la sociedad, los organismos, el movimiento de derechos humanos. Se podrá discutir el hecho, pero esto ocurrió, a estas personas las detuvieron y tendrían que haber estado presas y sin embargo no fue así. Los militares volvieron a hacerlo en democracia. Había un gobierno democrático pero los militares hicieron lo que quisieron. El juez no existió sino para cubrir lo que ellos habían hecho. Esto muestra la connivencia espuria entre la justicia y los grupos de poder. Fue el fin de Alfonsín y el gobierno radical, hackeado por todos lados. Tanto por los radicales, el poder económico y los acreedores externos. Ya estaba entregado. Tenemos que luchar para que en democracia esas cosas no ocurran más.
*Este diario del juicio por los desaparecidos de La Tablada es una herramienta llevada adelante por integrantes de La Retaguardia, FM La Caterva y Agencia Paco Urondo, con la finalidad de difundir esta instancia de justicia que tanto ha costado conseguir. Agradecemos todo tipo de difusión y reenvío, de modo totalmente libre, citando la fuente. Seguinos diariamente en http://desaparecidosdelatablada.blogspot.com