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La dramática situación de los vecinos de la planta de Klaukol: “Respiramos vidrio molido”

Escrito por el septiembre 2, 2019


Se trata de Las Mercedes, al fondo de La Matanza. Las diez manzanas que constituyen el barrio son linderas, pegadas, a la fábrica de Parex Klaukol, cuya actividad industrial implica la expulsión de material particulado, especialmente sílice, a través de sus chimeneas. El periodista Andrés Masotto de Radio Presente entrevistó hace semanas a Susana Aranda, una de las más aguerridas activistas, y luego publicó lo que la vecina contó en un hilo de tweets. Eso provocó la reacción de la empresa, que mediante una carta documento le exigió que borrara las publicaciones y dejara de ‘injuriar’ a la industria. Por esa razón, se convocó a una conferencia de prensa en la sede del SiPreBA para denunciar la persecución a la prensa. Luis Angió realizó por La Retaguardia la trasmisión en vivo la convocatoria.  (Por Luis Angió y Rosaura Barletta para La Retaguardia)

Fotos: Luis Angió

Dramática es literal, la población se redujo a la mitad, y murieron grandes y niños con problemas en el sistema respiratorio, digestivo, en la piel y cáncer. Los que quedan vivos, se bañan sentados y respiran con un puff. Susana Aranda, cuando empezó a sospechar que algo no era normal, barrió el polvillo que volaba periódicamente desde la planta hasta el patio de su casa y lo juntó en un frasco. Un frasco grande, como de aceitunas. Hoy puede tomar ese frasco y, a la luz del sol, se observa el color metalizado de lo que respiran todos en Las Mercedes.

En la conferencia de prensa, Andrés Masotto explicó que “hay estudios que reconocen que la población del barrio está afectada por el material que despide Klaukol. Los vecinos padecen enfermedades respiratorias, dermatológicas y cáncer. Parex Klaukol también habría incumplido con obligaciones legales”. Y se refirió a la respuesta que dio la empresa por medio de la carta documento: “Le hago saber que no existen constancias ni estudios de que la actividad de mi representada cause daño alguno al ambiente y/o la salud de la población y que Parex Klaukol SA no ha incurrido en violación de la normativa ambiental y que cumple debidamente con sus obligaciones para llevar a cabo su actividad industrial. Sus afirmaciones falsas han causado y causan un daño reputacional a la compañía, dado que la conducta en la que usted ha incurrido ampliamente excede el derecho a la la libertad de expresión y claramente escapa a la ética de la profesión del periodista, profesión que usted dice ejercer. Por lo expuesto, lo intimo a abstenerse de continuar realizando manifestaciones falsas, maliciosas e injuriantes contra mi representada en cualquier medio y a que, en el plazo perentorio de 24 horas de recibida la presente elimine las publicaciones agraviantes de la plataforma de Twitter bajo apercibimiento de iniciar las acciones judiciales penales y civiles que corresponden.
ATTE Gabriel Macchiavelo, apoderado de Parex Klaukol SA”.
Masotto aclaró, luego de leer la intimación, que “Parex Klaukol viola todos los tratados ambientales, está probado en dos informes que sí está envenenando a la población de Las Mercedes, que contamina el suelo, el aire”.

El patio trasero

Para Susana Aranda, una de las principales activistas, los vecinos en peligro viven en el patio trasero de La Matanza que es Virrey del Pino. “Es un lugar densamente poblado. Somos todos clase trabajadora. Mi barrio es de diez manzanas. Quedamos pocos vivos. Murieron más de la mitad. Familias enteras que ya no están, ya están callados para beneficio de Parex Klaukol. Acá hay tres responsables. Uno, son los medios monopólicos, que saben de esta situación y lo tapan por el poder adquisitivo de Parex Klaukol porque compran la franja más cara para sus propagandas. Literalmente controlan la prensa. Lo que está pasando en mi barrio no es aislado, no es algo que se puede minimizar. Estamos condenados a morir, nos están matando”, denunció. Además, Aranda ofreció precisiones: “Estamos respirando vidrio molido discriminado en cuarzo que es letal y no hay escapatoria. No tenemos agua potable, compramos agua envasada. En mi casa no se puede usar escoba porque tengo nietos, mi nuera, tenemos que usar todo húmedo porque Klaukol tiene que facturar a cielo abierto porque así es más económico. Klaukol puede trabajar sin contaminar, pero es muy caro, entonces no es rentable”, planteó.
Susana se refirió, además, a la categorización de la industria y que incumple los parámetros establecidos: “Tenemos a la fábrica encima. Está en la calle Miravé, y enfrente vive gente. De los que quedan vivos, porque muchos no están. Hay diez vecinos diagnosticados con cáncer. Un barrio de mil y pico de personas y más de la mitad murieron. No me puedo ir porque tasamos las dos casas que tenemos y se licuó el precio de las propiedades por esta situación. Nadie quiere ir a vivir ahí. Cuando nosotros compramos ahí no había una fábrica, era una zona residencial, eucaliptos y donde está Parex Klaukol había un tambo de leche. Raúl Magario les dio el permiso en 2003. Plena vigencia de la ley que establece que una industria de categoría 3 no puede estar en una zona urbana ni mixta, sino en una zona rural”, aseguró.
“Parex Klaukol usa pesticidas, fungicidas, plaguicidas en su pintura de alta performance. Es líder en su producto, pero mata. Respiramos sílice día y noche sin ninguna protección. Deberíamos tener mascarillas con filtros especializados. No tendríamos que tener la piel expuesta. En mi barrio todo el mundo usa puff para respirar. Los hombres llegan a los 40 años y se bañan en la ducha arriba de la silla porque no les da el pulmón para poder bañarse y secarse. No podés limpiar el jardín, atarte las zapatillas. Te falta el aire. Así vivimos, pero somos invisibles. La Justicia Federal tardó diez años en una causa de 23 cuerpos para decir que no son competentes. Ahora está durmiendo en la UFI 6 de San Justo”, explicó sobre la intervención judicial en el caso.
Además, Aranda planteó las razones de su posición y lo que espera de la lucha que emprende: “Yo no voy a morir en mi cama, como mueren mis vecinos. O en un hospital. Porque morir de cáncer con poder adquisitivo bajo es muy doloroso. Tengo amigos que ya no están, que me pedían eutanasia porque no daban más del dolor. Voy a morir luchando. Después Tomaré una decisión junto con mis vecinos. No me voy a quedar de brazos cruzados si sé cuál es el desenlace. Mi salud está muy deteriorada, tengo poco tiempo, me tengo que apurar porque quiero sacar de ahí a mi familia y a mis vecinos. Les doy las gracias por esta oportunidad de darme el micrófono”, agregó.

Una cuestión de clase

Además de la contaminación que provoca en el barrio, la planta de Klaukol afecta a sus operarios.Consultada por La Retaguardia, Susana explicó: “Tengo el ejemplo del señor Rubén Pintos, está internado. Es el que armó las tolvas. Está Eduardo Crespo, que vive en el barrio y fue despedido. Klaukol tenía más o menos 70 obreros de planta cuando empezó en la década del 80. En ese momento trajeron animales, nos parecía raro, era como un zoológico. Cuando los animales empezaron a morir, les hacían más seguido controles a los obreros. Cuando detectaban anomalías, los despedían. Yo recorrí casa por casa de esos obreros, cuando lo hice, quedaban doce vivos. Ahora ya no toman obreros de planta permanente, sino tercerizados y los van rotando. Hay tercerizados que también murieron. En mi barrio no hay personas mayores. Llegamos a los 60, 62”, aseguró. Los trabajadores hicieron la semana pasada medidas de fuerza para exigir condiciones laborales dignas contra la precariedad y el atraso en los pagos.

De responsables y cómplices

El Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible (OPDS) define así a la tercera categoría en industrias: “Incluirá aquellos establecimientos que se consideran peligrosos porque su funcionamiento constituye un riesgo para la seguridad, salubridad e higiene de la población u ocasiona daños graves a los bienes y al medio ambiente”. Es por eso, probablemente, que en su intervención, Gerardo Alonso insistió: “Que se respete la Ley Ambiental de 10.459”.
Mariano Pagnucco Revista Cítrica preguntó cuáles eran las responsabilidades políticas de esta situación y Susana enumeró: “Primero (Fernando) Espinoza, después (Verónica) Magario, ahora de vuelta Espinoza. Siempre respondieron a favor de la empresa. Es más, en diez años de lucha tuvimos un acampe de casi dos meses en la plaza frente al Municipio, hice huelga de hambre cuando me hicieron tragar las baterías, nunca fuimos atendidos por la intendenta”, denunció.
Además, Susana recordó una de las más severas amenazas que recibió: “Nosotros sabemos cuando OPDS va a hacer los relevamientos de la contaminación en el aire. Lo sabemos porque nuestra casa vibra. Entonces, yo espero a eso de las diez, diez y media de la mañana y saco fotos. Lo hago porque documento que ese día las chimeneas de Klaukol están apagadas. En 2016, un día hice eso. Había como cuatro combis y muchos coches de alta gama. Volví a mi casa, se paró un coche de alta gama, bajó un señor que yo lo conocía por el perfume y la ropa, él me había secuestrado en San Justo en 2013 (en una amenaza previa). Me abrazó, me dio un beso en la frente y me dijo que yo era cabeza dura, que no estaba haciendo lo que tenía que hacer, que mi problema no era Parex Klaukol sino Mercedes Benz (otra fábrica del barrio) y que tenía que preocuparme por eso. ‘Para que aprendas, te doy esta opción. Tragá esto o te meto yo el plomo en tu estómago’, mientras había otro señor con una pistola en mi estómago”, contó. “Yo estaba petrificada. Cerré la boca, me agarró y me apretó, me abrió la boca y me puso dos baterías y me dijo ‘tragás’ mientras el otro me sacaba el aire. Me puso la tercera y me dijo ‘tenés que tragar las tres, ese es el trato’. Yo lo mordí fuerte y me quedó en la garganta. El señor me dio un beso y se fue. Tuve eso 72 horas en mi estómago, que después de eso quedó deteriorado porque las baterías tienen un líquido. Eso fue después de que recibí una carta documento de Klaukol para que deje de denunciar. Yo soy modista, no tengo ningún poder económico ni enemigos. Camino por mi barrio”, explicó, demostrando que nadie más querría hacerle daño. “El único conflicto que tengo es Parex Klaukol porque está matándonos. Varios vecinos fueron amenazados. El poder político está fusionado: OPDS es a nivel provincial y ACUMAR (Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo) a nivel nacional. ACUMAR hizo dos relevamientos sanitarios en mi barrio. Fueron con un hospital móvil. El doctor Iván Inzúa fue categórico, me dijo: ‘tu barrio no es habitable. Aunque la fábrica cierre, se vaya, tienen que levarse tres metros. Hay sílice por treinta o cuarenta años más’. Aparte de la persecución de Parex Klaukol tenemos la persecución política: no tenemos acceso en lo básico a los hospitales o a las salitas de primeros auxilios”, planteó sobre todas las necesidades del vecindario a partir de la gravedad de la situación.
Aranda recordó, también, cómo el juzgado federal a cargo de Juan Pablo Salas, mostró una explícita inclinación a favor de Klaukol. Fue cuando fue citado a declarar como testigo el hijo de Susana y al llegar a sede judicial había, ya declarando, otra persona haciéndose pasar por él sin siquiera haber mostrado su DNI. “Así de serios son”, expresó en la conferencia. “Hoy por hoy, mi hijo vive en Misiones porque tiene 16 metales pesados en sangre. Mi nuera tiene 37 años y cáncer de garganta. Tengo nietos de 3, 12 y 13 años. No voy a claudicar en mi reclamo”, agregó. “La familia Coppotelli no existe más, la familia Acosta no existe más, la familia Sosa no existe más, la familia Gallegos no existe más. Les puedo decir un montón de apellidos que los mató Parex Klaukol, el poder de los políticos, de los juzgados y de la prensa”.
Andrés Masotto cerró la conferencia con una frase que sintetiza el conflicto: “Hay una fábrica que para producir y llenarse de guita está matando seres humanos con connivencia política de dirigentes que se dicen progresistas”. Además, Masotto habló posteriormente con Aranda, que le contó que la concejal de Cambiemos Mirta Redes se comunicó con ella y se comprometió a apoyar a los vecinos, pero no prometió ni garantiza ninguna mejoría.

 

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