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Daniel Feierstein: “Me sorprende la irresponsabilidad de gran parte de los medios”

Escrito por el junio 3, 2020


Tras la búsqueda de un pensamiento crítico y reflexivo en la marea de desinformación de los medios de comunicación tradicionales, el sociólogo Daniel Feierstein fue convocado por el programa radial Hasta que vuelvan los abrazos. En un análisis agudo, invitó a pensar sobre el verdadero sentido del periodismo, reflexionando además sobre los discursos contra las minorías, los conceptos de “multiplicación de la angustia” y “genocidio” aplicados a la pandemia.  (Por La Retaguardia)

🎤 Entrevista: Fernando Tebele/Giselle Ribaloff
✏ Redacción: Nicolás Rosales
💻 Edición: Fernando Tebele

La Retaguardia: ¿Cuál es el rol particular que están cumpliendo los medios de comunicación tradicionales en este contexto de pandemia?

Daniel Feierstein: A mí me ha sorprendido el nivel de irresponsabilidad de gran parte del sistema de medios. Yo tendía a plantear en los últimos años no entrar en esta cuestión de creer que los medios definían todo. Yo creo que había y sigue habiendo una mirada como que se les da mayor relevancia de la que tienen y planteaba que cuando uno observa transformaciones políticas tiene que ver lo que va pasando en distintos espacios en la construcción del sentido común. Pero justamente, en esta pandemia, muchas de esas dudas que tenía y planteaba  se vieron arrasadas, sobre todo a partir de la segunda y tercera semana de cuarentena. El nivel de irresponsabilidad de salir a proyectar  ante la audiencia las propias ansiedades, los propios temores, una campaña casi de desinformación e irresponsabilidad en el términos de no tomar en cuenta la situación excepcional que uno está viviendo.

LR: En tu libro “La construcción del enano fascista, los usos del odio como estrategia” das cuenta  del rol de los medios de comunicación para generar estigmas. En el contexto de hoy, ¿esto se ve multiplicado?

DF: Claro, lo que yo analizaba ahí era distinto, era una transformación de un sector de los medios. Lo que pasa es que se conecta con lo que estoy diciendo ahora. Porque era un sector que apareció hace unos 20 años, que yo identifico con el grupo de medios de Daniel Hadad en su momento. Primero con la revista “La primera de la semana”, después con lo que va a ser Infobae, y todo una cantidad de medios que  transforman situaciones, las lógicas del periodismo. Y las transforman muy para mal, en el sentido de la aparición de la chicana, del elemento soez, digamos una cantidad de pérdida elementos de lo que era, más allá de un perfil político de un periodista, cierta profesionalidad periodística de lo que tenía que ver con un modo de dirigirse a la audiencia, una lógica del uso de la información, el chequeo. Vos por supuesto, que podés tener siempre tu editorial, y cada medio tendrá miradas distintas, pero esa mirada estará dada por hechos que se toman de la realidad y que serán analizados a su manera. Lo que yo marcaba en el libro es como va surgiendo un periodismo absolutamente estigmatizador, descalificador, que hace uso de una mentira intencionada del sentido. Recuerdo una campaña que había salido en el año 2000/2001 sobre la migración de los países limítrofes,  tratando de desplazar la responsabilidad por el malestar al migrante con datos que eran absolutamente falsos. Esto implicó un giro en la lógica del periodismo y fue la cantera de muchos periodistas que yo analizo en el surgimiento de lógicas fascistas dentro del conjunto de la sociedad, porque pensemos que de esa cantera salieron un Baby Etchecopar, un Eduardo Feinmann y  una cantidad de periodistas que luego van haciendo su trayectoria en otros lugares pero que vienen de la cantera del grupo Haddad. Lo que uno empieza a observar, ya hace 2 o 3 años, es que otros periodistas que venían de trayectorias distintas, más profesionales, empiezan a entrar en esa lógica. La más notoria fue la transformación de Jorge Lanata en la última década, pero otro conjunto de periodistas van ingresando en esta cuestión del escarnio, de la mentira, de la descalificación en medios masivos, más allá de lo que había sido ese primer grupo que había transformado las lógicas. Creo que todo eso se potenció muchísimo en este contexto que es cuando  más necesitamos serenidad, información confiable, chequeo, intento de contener la angustia de la gente y no de asustarla y de proyectarla. Hay un caso que me preocupa en estos días, que es el de Luis Novaresio, que venía de otro estilo. Un buen entrevistador, un tipo que en general dejaba hablar a sus entrevistados. Después, podía tener la postura que uno imaginara, pero que hoy conduce uno de los programas de mayor audiencia y parece un niño ansioso y molesto en un viaje a la costa preguntando cuando termina todo.

LR: Por la lógica del aislamiento, en los medios alternativos hemos cambiado un poco nuestro estilo. Hay gente que se está informando más y por otros medios que no son los tradicionales, como escapándoles a aquellos, ¿será pasajero?

DF: Creo que tendría que verlo en el futuro, pero también pienso que como dicen, cambiamos un poco nuestro estilo. Porque me parece que es algo que la gente esté buscando y necesitando. Un espacio con mayor serenidad, y de no estar con esto que veníamos diciendo de una espectacularización del horror por un lado, o lo que me parece aún más grave esto de la proyección de la ansiedad. Que lo único que hace es potenciar al infinito la propia angustia. Más allá de que es legítimo que un periodista se encuentre angustiado, que pueda entender que lo que se está reclamando de él en este momento es parar la pelota, es un poco de serenidad, es poder trasmitir información confiable, es no insistir todo el tiempo con preguntas que en medio de la incertidumbre no tienen respuesta, esto de: ¿cuándo va  terminar?, ¿cuándo viene la vacuna?, ¿cuándo podemos salir a la calle? Son preguntas que nadie puede responder en este contexto, y que el periodismo insista permanentemente con la pregunta a todo entrevistado no hace más que multiplicar al infinito la angustia.

LR: ¿Por qué prima cierta lógica desde el morbo y el rating en el tratamiento de algunas noticias?

DF: Yo creo que ha habido una degradación y destrucción del periodismo. Entonces hay un gran desafío, y me parece que en este momento de cierta democratización del acceso a la información, más allá de que los medios están concentrados, al haber aparecido la redes, Youtube, los podcasts, formas distintas de acceso, esto ha generado que la oferta pueda ser más plural; hay un enorme desafío en poder recuperar la lógica central del periodismo que va absolutamente a contramano de esta exacerbación del morbo y de este dejarte guiar por lo que se cree que es un rating. Que yo siempre tengo mis dudas, porque cuando uno ve que gran parte de los canales de televisión o de las radios ofrecen lo mismo, y aún en términos de rating, si no puede lograr el efecto contrario, que es poder tener algún medio que ofrezca otra cosa. Dar contenido en el plano que sea, poder analizar en profundidad, que no quiere decir que el periodismo se transforme en la academia, sino que el periodismo sea un espacio donde permitir algún nivel de pensamiento. Creo que este es el eje del sentido del periodismo, el periodista no es cualquier persona que justo le dieron el micrófono y expresa su angustia para trasmitirla a toda la audiencia, se supone que es una persona formada que está preparada para jugar otro rol, para poder pensar en cómo ayudar a la audiencia y no de cómo ofrecerles el morbo que es lo peor de nosotros puede reclamar.

LR: El concepto de genocidio que vos desarrollás en tus escritos, ¿es aplicable en lo que está sucediendo a nivel mundial con la pandemia?

DF: Todavía no lo sabemos, va a depender de las decisiones políticas. En el sentido del no, digo que el virus no tiene una intencionalidad. Una cuestión central de un concepto como genocidio es que implica no solo una cantidad de muertes masivas y sistemáticas, sino que hay una intencionalidad en la búsqueda de esas muertes. El virus no es un sujeto, entonces que producto de una enfermedad muera una cantidad de gente no necesariamente implica que se trata de un genocidio. Donde sí entra la posibilidad del concepto, por eso hay que evaluar particularmente la respuesta de aquellos líderes más irresponsables,  pensando sobre todo en Bolsonaro y Trump, como dos ejemplos raros, porque son la minoría. Ahí aparece otra dimensión, porque si vos sabés que determinados procesos van a producir una muerte, que además no es igualitaria, más allá de que nos puede tocar a cualquiera, hay población de riesgo que tiene que ver básicamente con sistemas inmunitarios más debilitados y que esto se vincula a la edad y mucho al sector social y al nivel de hacinamiento. Y en este sentido, si hay un gobierno que toma la decisión de no proteger a la población que pude ser más pasible de sufrir masivamente la muerte, bueno… ahí sí hay un elemento para pensar. Complejo de todos modos, porque no sería una decisión de llevar a cabo el aniquilamiento, sino de que eso ocurra de todos modos que es la figura que no se explorado tanto en el caso de genocidio pero que siempre venimos trabajado en relación a las políticas económicas, lo que en derecho se llama el dolo eventual. Que en el caso del genocidio no se ha aplicado, pero que es un elemento interesante para pensar. No es lo mismo que cuando yo llevo a cabo una acción porque quiero que ocurra ese resultado, que cuando yo sé que el resultado va a ocurrir y así todo no hago nada para prevenirlo. El propio Papa se refirió a un genocidio virósico, pero creo que él estaba pensando en esta lógica de si no hay que revisar la figura de genocidio en términos de crear otro concepto o aplicarlo al mismo en esta posibilidad de dolo eventual, que algunos gobiernos sepan que van a producir esos resultados y que sin embargo no tomen medidas para evitarlo.

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