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La Retaguardia

El Reciclador Urbano y la rebelión de las huertas en la Ciudad

Por LR oficial en agroecología, agronegocio, agrotóxicos, CABA, Covid-19, El Reciclador, Medio Ambiente, mineria, minería a cielo abierto

Carlos Briganti es el principal referente de los colectivos Reciclador Urbano y Acción Huerta Urbana, que funcionan en la Ciudad de Buenos Aires y en algunas zonas del resto del país. A través de la instalación de plantaciones en las veredas o en espacios verdes, buscan demostrar que hay otras formas de producir alimentos y que se puede utilizar el reciclaje para reducir el impacto ambiental. En diálogo con el programa radial A mí no me importa de La Retaguardia, Briganti contó cómo surgieron los colectivos y habló de la importancia de concientizar acerca de las problemáticas medioambientales. (Por La Retaguardia)
 

🎤 Entrevista: Pedro Ramírez Otero/Julián Bouvier/Pedro Tato

✍️ Redacción: Pedro Ramírez Otero

💻 Edición: Diego Adur

📷 Foto de portada: El Reciclador Urbano

Con su mate y termo listos, Carlos Briganti se conecta al Zoom desde la terraza de su PH en Chacarita. Pero no es cualquier terraza. Hace más de 10 años que ese lugar se convirtió en un enorme espacio de producción de alimentos libres de agrotóxicos y una apuesta a la soberanía alimentaria a través de la agroecología. Aunque casi es mediodía, el verde que lo rodea lo protege del sol pleno que hace arder a la Ciudad de Buenos Aires y, por las dudas, también tiene calzado su sombrero de paja. Briganti casi no hará pausas más que para tomar algún mate o indicar cómo enterrar algún plantín a las voluntarias que están trabajando junto a él al momento de la entrevista. 
—La Retaguardia: ¿Quién es el Reciclador Urbano? 
—Carlos Briganti: Reciclador Urbano es una persona que ha nacido en el campo, en una quinta. Yendo a la escuela ya tenía mi primera huerta. Después, en la década del ‘70, me dediqué en una hectárea y cuarto  a producir verduras y a venderlas en la feria. Tenía una granja con animales. Después hice un impasse y me dediqué a la docencia en plomería. Como digo siempre, la tierra debajo de las uñas nunca se va, siempre relacionado con las plantas. Allá por el 2010 empieza a poblarse la terraza, este espacio que estaba improductivo, de verdes que es lo que yo sabía hacer. Y después se fue transformando en lo que es hoy: un bosque, una selva productiva de alimentos. Flores, polinizadores, frutas, de todo un poco. 
—LR: ¿Cómo surgieron los colectivos Reciclador y Acción Huerta Urbana? 

—CB: Con el tiempo la gente empezó a visitar, a ver, y a tomar clases. Después se fueron quedando. Y ahí surgió el colectivo de todos los voluntarios viejos. Esto ya estaba abierto a la comunidad, pero empezamos a salir del gueto. Con frutas en la Ciudad, plantando en los espacios verdes, poniendo composteras en las veredas de los barrios. Antes de la pandemia (de Covid-19) empezamos a poner huertas con cubiertas —neumáticos— en las veredas, y hoy tenemos 25 proyectos dentro de CABA. La gente encontró un espacio y entendió que el cambio pasa por la alimentación. Lo que siempre digo: uno se levanta con hambre y se acuesta con hambre. La transformación de lo urbano empieza visibilizando la problemática que tenemos de los pasivos ambientales. Y fue así que se construyó esta huerta (en su terraza): cubiertas de autos, tachos juntados de la calle, todo basureado. Y se transformó en un lindo emprendimiento. Muy grande. 
—LR: ¿Cómo se involucran los vecinos, vecinas e integrantes del colectivo? 

—CB: Cada uno participa de esta actividad libremente. Sólo junta buena energía: la gente viene cuando tiene ganas de participar. Es un colectivo transformador, activista. Un colectivo que cambia las cosas. Vamos para adelante y hacemos partícipe a todo aquel que quiera huertear, no importa de dónde venga. Lo único que exigimos es empatía. Mientras no ofendas a ninguna persona, acá está abierto para toda la comunidad. 
¿Una huertita no cambia al mundo?
El objetivo de los colectivos Reciclador y Acción Huerta Urbana es, además de poblar de plantaciones todos los lugares posibles, concientizar acerca del daño ambiental que generamos como sociedad y hablar sobre modelos de producción que crecen cada año con apoyo del Estado, como la megaminería y la agroindustria. Briganti explicó que la huerta es una excusa para llegar al vecino o vecina común: “Nosotros amigablemente hacemos una huerta, el primer espacio. Y después hablamos de megaminería, de reforma agraria, de tierras fiscales, terrenos improductivos, de los dueños de las semillas, los oligopolios, las formas de producir. Mirá todo lo que hace una huertita”, explicó. Además, recordó una frase que le dijeron una vez: «Pero es una huertita, eso no cambia al mundo», e inmediatamente respondió con énfasis, como si se lo estuvieran diciendo otra vez: “Lo cambia todo. Porque en una huertita enseñás qué impacto tiene la megaminería, qué es la agroecología, la soberanía alimentaria. Mirá todo lo que se dispara. Nosotros sabemos entrarle a la gente porque somos la gente”, argumentó. 
Cebando el último mate que tomará antes de volver a llenarse las manos de tierra, el Reciclador Urbano cerró con una invitación a participar: “Estamos en crecimiento, pero no lo podemos hacer solos: tiene que ser colectivo. Y ese crecimiento colectivo va a empujar a esta exigencia y demanda de espacios productivos”.