La fiscal Gabriela Sosti realiza alegatos muy particulares. Desarrolla lo jurídico mientras va construyendo un relato de los hechos que se juzgan con textos que escribe pensando en que serán leídos en voz alta. Así, va reconstruyendo, a partir de lo que han dicho los familiares o quienes sobrevivieron, con una crudeza a veces insoportable, el camino oscuro del genocidio en general, esta vez con foco en Campo de Mayo. «La verdad que desde hace mucho vengo haciendo muchos alegatos desde el 2009, pero francamente haber escrito y relatar lo que fue Campo de Mayo, francamente me deja tirada en la banquina, literalmente, es una cosa que no hay manera de entender», dice apenas minutos después de culminar, durante la transmisión en vivo de La Retaguardia. «A veces suelo repetir, repito, repito, para tratar de entender, para tratar de poder representar cómo fue posible que hicieran todo lo que hicieron para hacer lo que querían hacer: reorganizar el país y dejar una estructura económica como la que dejaron. Estructura económica que es la que siguen sosteniendo y defendiendo algunos. Y hago esta asociación hiperbólica porque digo: ese dolor tuvo que ver con esto, uno no puedo dejar de traer los 70 al presente de manera inexorable, porque esa fue la razón, para eso hicieron todo lo que hicieron», continúa, con la misma pasión didáctica con la que desarrolla su tarea. «Te dejan muda los relatos, cada vez más insoportable. Y lo que sí es importante en este juicio caótico es entender un poco el recorrido de la represión, que es lo que yo también hago hincapié y vengo remarcando: cómo van armando el mapa del exterminio, porque lo armaron ellos. Entonces reconstruir eso, por un lado permite entender no solamente la responsabilidad de los que operaron en Campo de Mayo y toda la Inteligencia, sino que permite entender cuáles eran los que consideraban enemigos: los dueños de la fábrica a quienes consideraban enemigos; bueno, estaban hablando recién de Graceli (Monseñor Emilio Graceli atendía familiares de víctimas y acumulaba la información que le daban). El nivel de participación en el plano jurídico que se quiera, de la Iglesia, de los empresarios, de la Justicia, es apabullante. Y el paralelo de la historia ahoga. Eso fue Campo de Mayo.
—Hablabas de este paralelo de la historia, ¿pensás que la sociedad argentina lo entiende de esa manera también?
—Esa es una gran pregunta y un gran desafío. La reconstrucción del horror de hace 40 años estuvo anclada en la misma dimensión del terror, pero no en las razones del terror, el motivo por el cual se instala. Suelo usar esta metáfora, ¿por qué en determinado momento el Estado se convierte en una Leviatán que se come crudos a sus hijos? El porqué era esto y lo que sí es importante, por eso yo hago tanto hincapié, tanta insistencia en este relato, donde en el espacio jurídico no es habitual, porque es importante que la sociedad lo tenga en claro eso, que se entere. No mucha gente lo sabe. La historia no está reconstruida desde ese lugar, lamentablemente, y me parece que es importante hacer hincapié en eso. Por un lado que la sociedad sepa todo lo que está dispuesto a hacer el Estado cuando se pone a disposición de ciertos sectores de poder. Todo el dolor que puede provocar, no sólo el dolor lo simbólico, el dolor económico, sino efectivamente en los cuerpos de los ciudadanos. Pero además hacer hincapié en esto, o sea, esa matriz económica que instalaron es la que seguimos teniendo en muchos aspectos. Y a mí en este momento del recorrido de los juicios de lesa humanidad, me parece central, me parece, casi te diría, lo más importante de destacar y de recuperar en el relato, porque es lo que vos decías, seguramente gran parte de la sociedad no sabe. No solamente gran parte de la sociedad no sabe qué era lo que pasaba. La repetición tiene que ver con que nuevas generaciones tienen que incorporarse y encontrarse con esa historia. Yo todavía sigo repitiendo qué pasó con el cruce de Los Andes y qué buscaba San Martín, porque a partir de la repetición de la historia uno logra incorporar en la médula ciudadana ese relato. Hay muchas generaciones que hoy día no tienen ni idea de lo que pasó en los 70. Ni siquiera saben de la existencia de los centros clandestinos, ¿qué pasaba, por qué? Entonces muchísimo menos saben todo esto otro, qué militancia y qué país previo había. Y creo que, a esta altura, es de eso de lo que hay que hablar.
—Me detengo en esto porque es tremendo, hoy en las escuelas se estudia el Terrorismo de Estado, en algunas escuelas más progresistas será de una manera y en las menos progresistas será de otra, pero se estudia el Terrorismo de Estado, y aún así vos sostenés que hay nuevas generaciones que no tienen idea de lo que pasó.
—A ver, yo no soy docente no sé qué es lo que se estudia, no estoy generalizando, pero muchas veces yo me encuentro con gente, con pibes o pibas sorprendidas, sorprendidos. Es cierto que hay muchos que tienen muchísima conciencia, pero la dimensión del horror y las razones del horror merecen que el relato esté un poco más ampliado y más claro, porque si no hay cierto sector de la sociedad que puede decir que no, se iba a decir seguramente que no a un nuevo golpe de Estado, a la tortura. A eso claramente dice que no, pero todavía no se linkea ese horror con la razón del horror. Y todavía no dice que no a muchas otras cosas, a la deuda externa, y a otras cosas que tienen que ver con eso. Es la misma cosa para mí, no puedo separarlos. Me parece que es importante y la docencia, es fundamental en todas las escuelas. De hecho, también, paralelamente, como en algunas escuelas se habla de Terrorismo de Estado, en otras escuelas se está empezando a reivindicar el genocidio de manera alarmante y lo sabemos. Entonces la batalla por el sentido, por el relato, me parece que sigue siendo urgente.
—Bueno, no olvidar que vamos a tener una diputada abiertamente negacionista como Victoria Villarruel.
—¿Y qué hacemos con esto? Porque también son debates que hacia adentro de nuestro universo discursivo progresista nos tenemos que dar. ¿Cuál es el límite para tolerar a los intolerantes? Cuál es el límite para permitirle algún tipo de expresiones que claramente rayan con apología del delito o como lo quieras llamar, concretamente el negacionismo. Es la instalación. Hay un avance bastante activo por parte de estos sectores de la violencia simbólica, y de ahí a la violencia real, lamentablemente y ojalá Dios quiera que no, pero hay un paso. La única manera de frenar eso es con verdad histórica. Además de otras cosas, de ponerse a pensar en algún momento si hay que penalizar el negacionismo, qué es lo que hacemos con esto, ¿o vamos a seguir que sigan tirando bolsas de basura en la Plaza de Mayo con los nombres de personas?, más apología del delito que eso… No lo digo desde lo jurídico. En todo caso, desde lo simbólico, más alusivo no puede ser, y sin embargo sigue sucediendo y lo seguimos tolerando.
—¿Tenés una postura sobre una ley antinegacionismo?
—Sí, sí, yo estoy de acuerdo con que tiene que haberla, pero definitivamente, no tengo ninguna duda. Y hubo sociedades como Alemania y otras que lo penalizaron y me parece bien. Absolutamente bien. Me parece fundamental que haya un registro y un control de la violencia simbólica. Porque yo insisto, la violencia simbólica es la antesala a otras violencias. Alemania lo supo bien. El huevo de la serpiente anida hasta que rompe el cascarón. Con esto no quiero ser catastrófica con lo que pienso, pero bueno, yo todo el tiempo estoy alerta. No vivo paranoica, pero me parece que es importante estar alertas.
—Nosotros y nosotras siempre decimos aquí que nuestra participación televisando juicios, que todos los juicios son valiosos, que todos los juicios son importantes, que no hacemos distinciones, pero que hay algunos que tienen más peso simbólico que otros por volumen, por cantidad de casos o por cantidad de imputados. Es en ese sentido, en ese y sólo en ese sentido, el juicio más importante para vos?
—En lo personal sí, pero además, yo insisto en esto de que la responsabilidad del exterminio y del diseño lo tuvo el Ejército Dentro de ese universo, Campo de Mayo tiene una centralidad brutal, una centralidad que nunca se le dio, porque lamentablemente se juzgaron recortes de las causas de Campo de Mayo, a punto tal de que la sociedad termina asociando la causa del Negrito (Floreal) Avellaneda, la causa de los ceramistas. Entonces se pierde el sentido del exterminio. Yo empecé diciendo que Campo de Mayo era un infierno a cielo abierto. Fue el campo de exterminio más grande de la Argentina. Sin lugar a dudas, un campo de exterminio que no está investigado, que no está señalizado, que está desaparecido, que está literalmente desaparecido. Encima ahora está bandalizado. Porque recientemente en la señalización que había con el cartel del Negrito Avellaneda… bueno, está bandalizado. Y la verdad que Campo de Mayo es un campo de exterminio desaparecido, a diferencia de lo que sucedió con otros, con ESMA. Me parece que es muy importante que por lo menos en este juicio, que procesalmente hay catorce requerimientos, pero por lo menos se da cuenta en una sola causa, en un contenido voluminoso, de la desaparición de 350 personas, que obviamente fue muchísimo más. Pero sí, es fundamental esta causa, con muy pocos imputados, 22 imputados nada más. En una audiencia, Raquel Robles hizo mención a la infraestructura voluminosa que había en los institutos militares. El Ejército usó todo su aparato y seguimos juzgando poquitos. Pero me parece que esta causa es central en ese sentido y ojalá reaccione de otros modos de investigación, sobre todo en esta jurisdicción que es muy morosa, la jueza de instrucción no avanza con las investigaciones.
—Y Campo de Mayo, además, todavía en manos del ejército…
—Sí, totalmente. O sea, recién ahora se está investigando la pista de Campo Mayo, o sea no está investigado literalmente, no está investigado, no está señalizado como Centro Clandestino, está desaparecido Campo de Mayo como centro clandestino.
—Además tiene en su seno una cárcel que es estrictamente para imputados por delitos de lesa humanidad. Uno puede ver eso como una suerte de reconfiguración del lugar, o lo puede ver también como una cárcel VIP, porque se sienten tan en casa que…
—Sí, eso simbólicamente es escabroso.
—¿Pudiste ir vos? ¿Fuiste alguna vez a esa cárcel? Porque estábamos viendo un informe del Misterio Público Fiscal de hace algunos años en el que dicen que es irregular. Ángeles Ramos lo que dice allí es que vio privilegios, por lo menos en ese momento.
—Yo no fui. Pero si sé eso y no tengo dudas de eso. La privación de la libertad es una de las dimensiones más espantosas que se puede asumir como castigo, eso está claro. Y por otro lado también digo que yo quiero que las personas que están presas estén bien, que estén cómodas, limpias, que coman.
—Sí, si llamamos cárcel VIP a lo que debieran ser todas las cárceles, ¿no?
—Sí, esa diferencia es notoria, como es notorio el registro en el caso de las prisiones domiciliarias. Por ejemplo, las mujeres embarazadas o con pibes están presas, y estas personas, que objetivamente cometieron delitos de lesa humanidad porque están condenados ya por eso, se mantienen en sus casas. Sí, claro que hay una diferencia llamativa. Encima que esa cárcel esté en Campo de Mayo es, insisto, simbólicamente muy perverso.
—Sobre el tema de las escuelas y el del alegato que venimos escuchando, que si bien va a quedar completo para ver en nuestro canal de La Retaguardia, ¿existen posibilidades de que esas cosas se publiquen de alguna manera o tener un acceso en la web?
—Sí, cuando fue el alegato de Contraofensiva me habían pedido publicarlo. Por supuesto yo estoy de acuerdo con publicarlo. No sé si hay cosas que tengo que editar porque por ahí lo importante es que llegue, no la parte jurídica, más rígida, porque francamente es muy gomosa, los números de causa, las fojas. Habría que editarlo. A mí me parece que es fundamental, me parece que es muy importante que sea público y que se pueda acceder, porque además en estos alegatos se habla de la historia. Más allá de que sea yo la que lo haya hecho o quien sea, hablar que los dueños de ASTARSA, era el grupo Braun Menéndez y es importante saberlo, ¿no? Como eso, un montón de otras cosas igual, y sobre todo de la reconstrucción de la militancia. Así que bueno, yo encantada de la vida que se pueda editar y que alguien lo publique y que se reparta en los colegios, no sé.
—En el chat del Canal de YouTube de La Retaguardia quedan todas las semanas mensajes de cariño y admiración. Tendrías que verlos.
—Lo voy a hacer porque, te soy sincera, yo quedo acá alegando sola en el living de mi casa. Quedo devastada y no sé cuál es el sentido… y la verdad, de saber que mi alegato tiene ese lugar, más allá de los halagos que me hacen poner colorada, saber que lo que hago tiene sentido, es el abrazo que necesito en este momento, quedó demolida. Así que bueno, voy a hacer el ejercicio de leer los mensajes.