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Masacre de Wilde -día 5- “Sea lo que sea, mi hermano no se merecía algo así”

Por LR oficial en Derechos Humanos, Masacre de Wilde

Patricia Bielsa, hermana de una de las víctimas de la Masacre de Wilde, recordó que vio “hecho un colador” al Peugeot 505 en el que iba Héctor Enrique Bielsa, cuando el auto fue baleado por 11 policías de la Brigada de Investigaciones de Lanús. Dijo desconocer si su familiar era o no “informante de la policía”, pero insistió en que “no merecía algo así” porque los policías “salieron a matar al que tenía culpa o no”. 

Por Colectivo de Medios Populares* 
Redacción: Carlos Rodríguez (La Retaguardia)
Foto: Eva Soares (FM Riachuelo)

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Patricia Bielsa declaró de manera virtual en la quinta jornada del juicio oral. También lo hizo personalmente el policía Hernán Marcelo Trama, quien el 10 de enero de 1994 cumplía tareas administrativas en la Brigada de Lanús. Admitió que tuvo que declarar ante la jueza Silvia González, a cargo de la primera etapa de la instrucción, porque hubo “una inconsistencia” en la información escrita en el libro de guardia. El problema tuvo que ver con los datos que se asentaron sobre las armas que ese día se retiraron de urgencia para el procedimiento, que en el fuero interno fue calificado como “un enfrentamiento”. 

También declararon vecinos de la localidad de Wilde que vivían cerca del lugar donde se produjo la balacera. Los testigos coincidieron en que fue un suceso que jamás podrán olvidar. “No vi lo que ocurría, pero escuché los tiros como si fueran cohetes”, dijo Mario, quien en esos días cumplía los 18 años. Los primeros comentarios que escuchó hablaban de un supuesto “enfrentamiento”. 

Por su parte, Eliana señaló que “era chica y vivía con mi mamá; cuando me quise asomar por la ventana para ver lo que estaba pasando, mi mamá me tiró al piso para protegerme”. Recordó que cuando acabaron los disparos, se asomó y pudo ver “un auto que estaba todo agujereado”. Agregó que luego supo por las noticias que “hubo una persecución policial y que las personas (baleadas) no eran delincuentes”. Comentó ante los jueces que lo ocurrido “me conmocionó porque no entendía lo que había pasado”. Roberto, otro vecino, dijo que estaba en un taller de chapa y pintura cuando escuchó “el ruido de las ruedas de un auto”. Luego vio que “doblaban otros dos autos y empezaron los disparos”. Ante una pregunta, respondió: “No escuché sirenas, pero tengo patente el chirrido de las ruedas”. 

La hermana de Bielsa

“¿Qué es lo que sé sobre la muerte de mi hermano? Lo que sabemos todos, que lo siguieron y que lo emboscaron”, dijo la hermana de una de las víctimas. Opinó que hubo “mucho ensañamiento y él no se merecía eso”. Agregó que “si lo hubieran encontrado haciendo algo es otro tema, pero lo mataron por matar”. Se refirió de esa manera a las versiones que indican que su hermano tenía antecedentes penales y que era informante de la policía. Confirmó que su hermano era amigo del comisario Alberto Molina y dijo que cree que “Héctor era padrino de la hija” del policía. El comentario sorprendió porque Molina, al declarar en el juicio, nunca confirmó ese dato. Por el contrario, de manera forzada admitió que él podría ser “padrino de una hija de Bielsa, pero como soy padrino de tantos, no lo recuerdo”. Molina aseguró que Bielsa “no era un buchón” de la policía y que sólo “había salido de testigo en algunos procedimientos”. 

Patricia Bielsa dijo que nunca supo que su hermano tuviera armas e insistió, respecto del operativo policial en Wilde, que “lo que hicieron (los policías) fue un crimen”. 

El último testigo de la jornada fue el policía Hernán Marcelo Trama, quien cumplía tareas administrativas en la Brigada de Lanús el día de los hechos. Confirmó que ese 10 de enero de 1994 fue un día de mucha agitación “a partir de que se empezaron a escuchar voces que daban cuenta de un enfrentamiento”. Trama relató que ante la emergencia se puso “a disposición” y se dirigió hacia la localidad de Wilde. “Fuimos con el subcomisario Ibarra y el cabo primero Díaz”, pero aclaró que se ocuparon de la detención de tres personas que estaban en un Dodge 1500 similar al que ocupaban Edgardo Cicutín, asesinado, y Claudio Díaz, el único sobreviviente. Aseguró que su función fue “custodiar” a las tres personas detenidas. “Al otro día tomé conocimiento de que habían quedado detenidos camaradas de destino: (César) Córdoba, (segundo jefe de la Brigada), (Roberto) Mantel, (Eduardo) Gómez, (Marcelo) Valenga, (Julio) Gatto, (Pablo) Dudek, y Marcos Rodríguez”. En su declaración, citó solo los apellidos de sus compañeros de la Brigada y mencionó el nombre completo de Rodríguez, aunque aseguró que a él no lo conocía. Ante una consulta de la Fiscalía, el testigo dijo que, por esa razón, no estaba en condiciones de confirmar si el cabo Rodríguez estuvo detenido en la Brigada. Lo único que dijo es que se enteró de que Rodríguez “no se había ajustado nunca a derecho”. Usó ese tecnicismo jurídico para decir que sabía que estuvo prófugo. 

Al declarar en la cuarta sesión del juicio, Rodríguez aseguró que nunca estuvo detenido en la Brigada y que se fue a vivir a Córdoba, donde lo detuvieron 20 años después, porque lo habían amenazado en forma telefónica con matar a su familia. Días después de la masacre, Trama tuvo que prestar declaración ante la jueza Silvia González, para aclarar “la inconsistencia” de la que habló respecto de las constancias que se dejaron en el libro de guardia sobre las armas que se llevaron ese día. Fueron entregadas a dos grupos de policías, ante la emergencia del supuesto “enfrentamiento”. Lo que se investiga es si hubo una maniobra destinada a entorpecer la identificación de quienes fueron los que se llevaron cada una de las armas que se entregaron para enfrentar a supuestos delincuentes que no eran tales. 

La audiencia se reanudará el lunes, a las 10, con la asistencia de los últimos cuatro testigos, para luego dar lugar a los alegatos de la fiscalía, los querellantes y los defensores, en ese orden. 

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