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Llega el veredicto en el juicio por la Comisaría de la Bonaerense en Ramos Mejía

Escrito por el diciembre 4, 2022


El juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos en la Comisaría de Ramos Mejía recorre los últimos metros. Llega el turno de las últimas palabras de los imputados y el veredicto del TOCF N°1 de CABA. Será mañana lunes, desde las 10:30, transmitido por La Retaguardia. Será presencial y virtual. Repasamos el testimonio del sobreviviente Héctor Ratto y las falacias de las defensas en los alegatos. 

Redacción: Paulo Giacobbe
Entrevista: Fernando Tebele
Edición: Pedro Ramírez Otero

Carlos Meira, abogado defensor de Francisco Rodolfo Novotny, decidió comenzar su alegato explicando “cómo operaban las Fuerzas Armadas en la lucha contra la subversión”, especialmente el Ejército Argentino. Así es que, para Meira, había dos tipos de operativos: “Por derecha” y “por izquierda”.  En los primeros, parece ser, actuaban con uniforme reglamentario, con vehículos claramente identificados, “efectuando controles de ruta, control de población, impidiendo la libre circulación de elementos terroristas”. Para Meira esos operativos eran legales, a diferencia de los otros operativos. “Por otra parte se actuó de una manera velada, subterránea”, de civil y con vehículos no identificables.  

Meira sabe de qué habla, al menos en lo referente a la “lucha contra la subversión”. El  duodécimo juicio por crímenes de lesa humanidad de la provincia de Córdoba lo tuvo como imputado junto a otros 17 exmilitares y policías. El juicio había comenzado en septiembre de 2020 y finalizó en febrero con ocho perpetuas, otras penas y dos absoluciones. En este último reducido  grupo estaba Meira, quien había optado por el legítimo derecho a la autorepresentación. Así fue que apenas le rozaron los crímenes de lesa humanidad cometidos en el Centro Clandestino de Detención Tortura y Exterminio (CCDTyE) La Perla, de Córdoba. Tampoco es la primera vez que Carlos Meira defiende a excompañeros de armas. Mar del Plata, Bahía Blanca, Neuquén y la Ciudad de Buenos Aires son apenas algunos de los Tribunales que conocieron su despliegue táctico. Jurídicamente hablando, por supuesto.        

La formación

Meira, en su lenguaje castrense, aseguró que Rodolfo Novotny, “por su formación humana y profesional”, no hubiese cumplido una orden ilegal. Sostuvo que la Comisaría de Ramos Mejía “no fue un centro clandestino de detención y tortura” porque “no era un lugar secreto, ya que funcionaba como una entidad policial y había detenidos comunes en calabozos contiguos”. Sobradas son las pruebas que demuestran lo contrario, porque una cosa no quita la otra, y no se trata de una particularidad de esa dependencia. Siguiendo esa línea de razonamiento, Meira dijo que “no hubo torturas físicas en forma sistemática a excepción de la escasa comida, que los declarantes aducen”. Alcira Camusso, quien fue secuestrada estando embarazada, declaró en el juicio “haber llorado de hambre” en la Comisaría de Ramos

En su delgado pendular entre lo legal y lo ilegal, el abogado destacó que “a las supuestas víctimas” no se les prohibió la palabra y que “no estuvieron vendados en forma permanente en algunos casos y coincidente con la llegada al ‘Lugar de Reunión de Detenidos’”.  Meira denominó a la Comisaría de Ramos Mejía como los represores nombraban a los centros clandestinos de detención tortura y exterminio: ‘Lugar de Reunión de Detenidos’. Ese eufemismo fue utilizado en los casi 800 CCDTyE que funcionaron en el país, montados en lugares tan dispares como buques, escuelas, casas, fábricas, hospitales y una larga lista que incluye comisarías. 

Pero el pilar de su alegato fue dedicarse a atacar a dos sobrevivientes y querellantes en la causa de la comisaría de Ramos Mejía: Alcira Camusso y Héctor Ratto, con mayor saña hacia este último.

Ratto también sabe de qué habla cuando se trata de la última dictadura cívico militar. Fue trabajador de Mercedes Benz y, por su militancia sindical, secuestrado dentro de la fábrica. Desde el Juicio a las Juntas en 1985 viene denunciando las complicidades civiles de la dictadura genocida, en este caso empresarial. Fue torturado en Campo de Mayo y en la Comisaría de Ramos Mejía, dos lugares de Reunión de Detenidos, dirán algunos. En Ramos Mejía pudo recibir la visita de su esposa, María Inés Silva. Es por esa visita que Meira dice que no era un CCDTyE y que en la comisaría no había secuestrados. 

Ratto explicó lo obvio: “Estaba secuestrado, porque hasta el momento que logré comunicarme con mi señora a través de un montón de gestiones, yo estaba ahí sin ningún tipo de contacto.  Estaba en una comisaría donde entraba y salía gente pero estaba secuestrado porque nadie conocía mi paradero, no tenía acceso a ningún abogado, salvo del cuartel de Ciudadela y los de la comisaría nadie sabía que yo estaba ahí”. Hasta la llegada de María, el único contacto que tuvo en Ramos fue la presencia de militares que lo interrogaban.   

María Inés Silva también declaró en este juicio. “Era imposible saber dónde estaba”, dijo en relación al paradero de su esposo. En la búsqueda desde Ciudadela hasta Palermo, pasó por la Comisaría de Ramos Mejía. Le dijeron que no sabían nada pero que “donde estaba, estaba bien”. Entonces supuso que estaba ahí. Teniendo que alimentar a dos hijos, necesitaba cobrar el salario de su esposo. Volvió a Ciudadela y les llevó un cheque de su esposo para que les firme y poder cobrar. Fue devuelto con una firma rara, temblorosa. Así supo que lo habían torturado, pero estaba vivo. La confirmación del paradero de su esposo la había tenido una noche, cuando una pareja se acercó hasta su casa y le avisó. Era una persona que había estado en la comisaría, pero no le quiso dar más datos. Otro día recibió una carta de manos de una chica. Finalmente, gracias a la gestión de un cura, pudo ver a su esposo. “El primer día que lo vi lo habían afeitado, ropa limpia. Cada vez que iba era el mismo sistema, tenía que llamar por teléfono”, contó durante su testimonio. A los 15 días autorizaban la visita, siempre con dos militares presentes. María Inés llevaba a alguno de sus hijos “para que los viera crecer”.  

Tasselkraut

Héctor Ratto fue secuestrado en el predio de la empresa Mercedes Benz, de la que era empleado. En la oficina del gerente Juan Ronaldo Tasselkraut, lo escuchó cuando aportaba a los integrantes de las fuerzas represivas la dirección de Diego Núñez, otro trabajador. “Le pasaron por teléfono la dirección de Diego Núñez y él le dio el teléfono a uno de los policías. Había dos en la oficina y mientras anotaba le iba repitiendo”, dijo Ratto. Núñez fue secuestrado “esa misma noche y está desaparecido”.  

“Es toda una protección que hay sobre las empresas”, razonó Ratto en relación a la impunidad que conserva el gerente de Mercedes Benz, pese a ser denunciado desde 1985. “Me imagino que si lo condenan a él salta a la vista que no fue una decisión propia sino una política de la empresa la de secuestrar al personal que más le molestaba y hacerlo desaparecer”, planteó en charla con La Retaguardia. 

Fotografías

“Uno sabe que los abogados defensores se dedican a destruir los testimonios de la víctima, con todos estos años medio que estoy acostumbrado”, dijo Ratto en diálogo con La Retaguardia, aunque reconoció que “no es nada agradable”. 

Una de las quejas del abogado defensor Meira estuvo relacionada al modo en que Ratto identificó a su pupilo, Francisco Rodolfo Novotny. Fue en una rueda de reconocimiento fotográfica durante la Instrucción y pidió su anulación. El abogado querellante Pablo Llonto replicó: “Fue un planteo que fue rechazado en Instrucción”.  Pero además recordó que el legajo de Novotny lo ubica participando operativamente en Campana desde el 24 de marzo de 1976. Se suman cursos de inteligencia que “indican autoría y responsabilidad”. A eso se le suma el reconocimiento fotográfico, que por el tiempo transcurrido no se puede realizar en rueda de personas y se efectúa con álbum de fotos y un procedimiento especial. “Se hizo porque se trataba de un hecho muy antiguo, cambian los rostros, la fisonomía de los autores. Está bien hecho como reconocimiento fotográfico. Hay una cuestión lógica que está contemplada en el código, existencia de fotografía, paso de muchísimos años y cambio de fisonomía. Está bien hecho el procedimiento”, explicó el abogado.  Por eso dijo que la defensa cuestiona el “mérito de la prueba, no está objetando la validez, porque la prueba en instrucción es el testimonio que incluye el reconocimiento, es decir, hay una técnica en la instrucción que consiste en hacer preguntas y en esas preguntas incluir el reconocimiento fotográfico”.  Se hacen las preguntas y se exhiben las fotografías. “¿Esa técnica es nula? No”, concluyó Llonto.      

Últimas palabras

Los imputados de este juicio son tres exoficiales del ejército. Al mencionado Novotny lo acompañan Rodolfo Enrique Godoy y Roberto Obdulio Godoy (reconocido por Alcira Camusso como uno de sus torturadores durante el juicio). Las penas que pidió la fiscalía van desde los 20 años a prisión perpetua. 

Rodolfo Godoy habló más de media hora. Lo primero que dijo fue que no se trataba de crímenes de lesa humanidad. Consideró que esa calificación era un “desvío de los principios básicos del derecho”.  Lo segundo que dijo, por las dudas, fue que no se demostró su “real y efectiva participación de todos los delitos”. Lo tercero fue que no tenía conocimiento de lo sucedido. 
Habló de aventuras revanchistas y de un suceso denominado “guerra revolucionaria, conflictivo, violento, sangriento, nefasto capítulo de nuestra reciente historia”.  Entonces, después de pasar por la teoría de los dos demonios donde las víctimas son victimarias, se fue a la Segunda Guerra Mundial y a la Guerra Fría. En ese análisis dijo que hay conflictos desde la época de Adán y Eva… Hồ Chí Minh y Fidel Castro también fueron nombrados. No hubo mención alguna a la manzana.
En su visión sesgada de la historia pidió recurrir a los diarios de la época, quizás sin saber que existen fallos judiciales exigiendo a esos mismos diarios rectificar algunas de las noticias publicadas por tratarse de ataques psicológicos contra la población con el objetivo de normalizar la ilegalidad del accionar genocida Ejército Argentino. “Estábamos en guerra. Los procedimientos de detención debieron ajustarse al contenido de los reglamentos. Había toda una estructura orgánica y de fondo para proceder en tal sentido”, justificó de repente Godoy.  En virtud de ahorrar disgustos a los y las lectoras evitaremos continuar con las consideraciones del imputado sobre el Código Penal y, fundamentalmente, sobre las responsabilidades.    

Los Godoy hicieron uso de sus últimas palabras el 28 de noviembre, el turno de Novotny será horas antes del veredicto, el 5 de diciembre.

Cuando Héctor Ratto recuperó la libertad tuvo que presentar la renuncia a la empresa Mercedes Benz. Se lo había explicado muy claramente “el teniente primero Fernández”, tal como relató el trabajador: “Me dijo que, en la fábrica, en ese momento, había algún problema entre personal y la empresa, y si yo volvía y seguían los problemas iba a volver a desaparecer y no iba a aparecer más”.   

Rodolfo Enrique Godoy tuvo palabras de apoyo para los otros dos acusados en este juicio: “Manifiesto firmemente no tener conocimiento (de) que ninguno de ellos haya ejecutado o intervenido por propia iniciativa”. Halagó sus virtudes morales y de hombría de bien. Ambos eran sus subordinados, en ese entonces “el Mayor Godoy y el Teniente Primero Novotny”. 

Será por esa cuestión de la cadena de mandos, que perdura en el tiempo como también perdura el pacto de silencio, que a su turno de hablar, Roberto Obdulio Godoy coincidió con el otro Godoy: “No tengo nada más que agregar que lo expresado por el Coronel Rodolfo Godoy”. Además se lamentó de que la violencia fuera un elemento nefasto para la solución de los problemas.   

 El juicio tendrá su desenlace el 5 de diciembre a las 10.30 de la mañana, y se puede seguir por el canal de Youtube de La Retaguardia. El tribunal integrado por el juez Ricardo Basílico y las juezas Gabriela López Iñiguez y Adriana Palliotti, dará lectura a la resolución desde las 13.


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