“El periodista y el agente secreto trabajan con la misma materia: la información”
Por LR oficial en CABA, Policías a juicio
Lo dijo el exfiscal Jorge Alvarez Berlanda, quien representa a Américo Balbuena, infiltrado en la agencia de noticias Rodolfo Walsh, y a otro de los imputados, el comisario Alejando Sánchez. Alvarez Berlanda sostuvo que el falso reportero “trabajaba con su ética periodística en un lado, y con su ética policial en otro, y los caminos no se cruzaban».
Redacción: Carlos Rodríguez
Edición: Pedro Ramírez Otero
Foto de portada: Bernardino Ávila
Es absurdo decir, y mucho más pensar seriamente, que es lo mismo ser periodista en una agencia que expresaba a los sectores populares —reprimidos a diario por la policía—, y al mismo tiempo ser miembro de esa fuerza de seguridad.
Alvarez Berlanda remató sus afirmaciones con otra frase para la antología del ridículo: «El periodista y el agente secreto trabajan con la misma materia prima, la información». Cómo comparar la labor de los verdaderos periodistas de la Walsh que rescataban y reivindicaban las luchas de las organizaciones populares, con la labor secreta e ilegal de un espía que reunía información con vistas a futuras persecuciones y represiones de esos mismos sectores.
Los largos alegatos de los defensores provocaron la postergación, hasta el viernes, del veredicto del juez Daniel Rafecas. Pasado mañana se reanudará la audiencia a las 14.30. En primer lugar se escucharán las réplicas de la querella y la Fiscalía a lo expuesto por los defensores, luego los imputados podrán decir sus últimas palabras y se conocería el veredicto, si es que la sesión no se prolonga demasiado, como ocurrió el martes. Los fundamentos de la sentencia serán dados a conocer el martes de la semana próxima.
En su alegato, el defensor Alvarez Berlanda sostuvo que el espía “no tenía una dedicación exclusiva” a la agencia Walsh, como surge de los dichos de más de diez testigos que señalaron en forma coincidente que Balbuena era “el primero en llegar y el último en irse” de las coberturas de los actos. “El transitaba todos los carriles al mismo tiempo”, recalcó el defensor, como si su representado fuera una especie de superhéroe incansable.
Los defensores, en su alegato final, insinuaron en forma coincidente que el propósito central de la querella es “atacar a la institución policial” porque según ellos en el proceso “no se ha logrado probar ningún delito”.
Esos fueron los ejes centrales de los argumentos expuestos para rebatir la acusación que pesa sobre Balbuena, Sánchez y el comisario Adolfo Ustares, acusados de “abuso de poder e incumplimiento de los deberes de funcionario público”.
Balbuena estuvo infiltrado en la agencia Walsh desde 2002 hasta el 2013, enviado allí por sus sucesivos jefes, imputados como él por violación a las normas establecidas por la Ley de Inteligencia. La causa fue iniciada hace una década por la diputada nacional del Frente de Izquierda Myriam Bregman, junto con los abogados querellantes Matías Aufieri, Liliana Mazea y Carlos Platkowski, del Centro de Profesionales por los Derechos Humanos (Ceprodh).
Como si lo hecho por Balbuena hubiera sido un simple trabajo periodístico y no una infiltración de un agente de la División Análisis de Seguridad de la Federal, el exfiscal Alvarez Berlanda dijo en forma enfática que “la información no es mala palabra, todos sacamos información”.
El defensor insistió, una vez más, en que Balbuena cumplía “tareas administrativas” y que no era una figura principal dentro del esquema del grupo de inteligencia.
Alvarez Berlanda aseguró que Balbuena llegó a la Jefatura de Sección en la División Análisis por una cuestión de escalafón y no porque haya tenido un mérito especial por su trabajo de espía en la Walsh.
Alvarez Berlanda volvió a repetir lo escuchado decenas de veces en la audiencia: “No tenía personal a cargo, ni caja chica, ni móvil, ni oficina”. Quiso dar la imagen de un cero a la izquierda que, sin embargo, podía estar todo el día en la calle, costearse viajes para “cubrir eventos” y hasta aportar dinero para el funcionamiento de la agencia Walsh.
En el juicio, el comisario Sánchez llegó a decir que Balbuena tenía “pocas luces”, pero en su legajo personal tenía las más altas calificaciones por sus “coberturas” secretas como espía de la Federal.
Sin mayores variantes a lo ya dicho por el propio Balbuena, el defensor repitió que para el imputado “el periodismo era una vocación” y que lo suyo en la Walsh era una especie de “pasantía no remunerada” con vistas a ir armándose “un currículum” para el futuro, cuando se jubilara como policía.
El defensor manifestó algo muy difícil de corroborar en los hechos: “La buena fe de Balbuena, su inocencia” y hasta “la lealtad que tenía con el grupo (policial) y con la agencia”.
Alvarez Berlanda aseguró que el comisario Sánchez, su otro defendido, nunca recibió información de Balbuena sobre la tarea de inteligencia que hizo en la agencia Walsh. Sin embargo, nadie pudo explicar porque fueron “borrados” una gran cantidad de archivos que había en la computadora y en los dispositivos electrónicos que Balbuena tenía en su domicilio. La borratina había ocurrido unos días antes, justo en el momento en que la exministra de Seguridad Nilda Garré había pasado a disponibilidad a Balbuena y a Sánchez. La medida dio lugar al demorado avance de la causa, hace una década.
El exfiscal devenido defensor habló durante más de tres horas. Luego fue el turno de Hernán Carluccio, defensor de Adolfo Ustares. Su primera frase fue: “El periodista y el agente secreto trabajan con la misma materia, la información”. No agregó ninguna otra idea relevante a lo ya dicho por el primer defensor. La estrategia de la defensa trata de sustentarse en que “no fueron encontradas” las órdenes secretas que llevaron a Balbuena a la agencia Walsh, aunque sus acciones durante diez años parecen no necesitar de ser certificadas por un papel que casi nunca se encuentra cuando se trata de los servicios de inteligencia.