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La Retaguardia

“Hoy invoqué a José María y Cori porque ellos conocen la verdad”

Por LR oficial en Apropiación Victoria Donda, Derechos Humanos

Esta mañana declaró Graciela de la Villa, esposa de Adolfo Donda Tigel. Siguiendo la línea de la defensa y con un claro mensaje victimizador, mantuvo su postura de que Adolfo es inocente en el juicio donde se investiga su participación en la apropiación de su sobrina Victoria Donda Pérez. Señaló que solo se enteraron de su existencia cuando se hizo pública la restitución de la identidad, lo que resulta llamativo, porque Abuelas de Plaza de Mayo denunciaba desde hacía años su nacimiento como uno de los casos de búsqueda.

Redacción: Fernando Tebele/Camila Cataneo
Edición: Pedro Ramírez Otero
Foto: Captura de la transmisión de La Retaguardia

Con un claro mensaje victimizador, la esposa de Adolfo Donda Tigel pasó por el juicio en el que se investiga la participación del exmarino en la apropiación de su sobrina Victoria Donda Pérez, quien recuperó su identidad en 2004. Graciela de la Villa se sentó ante el TOF N° 6, presidido por el juez Ricardo Basílico, quien le advirtió que por el artículo 242 del Código Procesal Penal, no podía declarar contra su esposo. Este artículo es cuestionado por los hijos e hijas de genocidas, que incluso han elaborado un proyecto de ley para modificarlo, porque les impide declarar contra sus padres.

Lo cierto es que de la Villa no demostró intenciones de declarar contra su esposo. Fue evidente todo lo contrario. Al comienzo de su relato, hizo referencia a la “buena relación” que tenía Adolfo con su hermano. Contó aquella noche que detuvieron a José María y lo fueron a buscar a una comisaría. “Ese día hablé mucho con Cori para que le hablara a José María para que “no se metiera en todas esas cosas”, pero yo no sabía que los dos estaban comprometidos”, dijo.

“José María me pedía a mí que Adolfo dejará la Marina y Adolfo le pidió a sus padres que lo saquen del país para que no le pasara nada”, aseguró Graciela, y manifestó: “Hoy invoqué a José María y a Cori porque ellos conocen la verdad”.

La esposa de Donda Tigel buscó equiparar sus padecimientos con los de las verdaderas víctimas del último genocidio. “Perder un hijo debe ser terrible y después tuvo la persecución de Adolfo”, dijo en referencia a su suegra, la madre de José María Laureano Donda, el papá de Victoria, quien permanece desaparecido; y de Adolfo, preso por crímenes de lesa humanidad. No pareció muy afortunada la frase: no lo perdió en un accidente, lo secuestraron y desaparecieron. Su suegra murió sin saber qué hicieron con el cuerpo de su hijo.

“Para nosotros no fue fácil, yo sigo teniendo miedo”, dijo en otro pasaje de su testimonio. Cuando el defensor Guillermo Jesús Fanego le preguntó si tenía miedo actualmente y a qué temía, respondió “a los escraches”. Adolfo Donda es de los presos más antiguos de la instancia de juicios por los crímenes de lesa humanidad ocurridos en el país durante el último genocidio, por lo que parece improbable la realización de un escrache, herramienta que los hijos e hijas han utilizado en situaciones de impunidad para señalarle al vecindario que estaba conviviendo con un genocida. La esposa de Donda también dijo que tenía miedo porque, en los años noventa, Abuelas de Plaza de Mayo pensó que uno de los hijos del matrimonio podría ser apropiado y denunció el hecho ante la Justicia. Es que, como admitió la testigo, su parto fue asistido por el médico naval José Luis Magnacco, quien también asistía el parto de las mujeres secuestradas en la ESMA. Tuvo fortuna el matrimonio Donda, porque en esa ocasión Magnacco no les robó el bebé. Pero ese rastro hizo dudar a Abuelas. Finalmente se comprobó que el joven no era apropiado. Las dudas también tuvieron que ver con que Donda y de la Villa criaron a la hermana mayor de Victoria Donda, Daniela, quien también dará testimonio en el juicio.

El nacimiento de uno de los hijos del matrimonio Donda/de la Villa será relevante en las instancias de alegatos de este juicio. La mujer contó hoy que en junio de 1977 viajó a la Ciudad de Buenos Aires para parir con la asistencia de Magnacco. En ese momento, su esposo estaba destinado en la base de Puerto Belgrano y permanecieron en la ciudad “por unas semanas”. Esa imprecisión de cuántas semanas no resulta menor, si se tiene en cuenta que varias sobrevivientes refirieron en sus testimonios que Hilda Cori Pérez recibió la visita de su cuñado antes de parir. El nacimiento se presume para finales de julio y comienzos de agosto. La defensa de Donda Pérez ha sido siempre que él no estaba en Buenos Aires al momento del paso de Cori por la ESMA para parir clandestinamente a Victoria.

¿Cuándo se enteró Donda Tigel de la existencia de su sobrina Victoria?

El abogado defensor le consultó a Graciela de la Villa cuando se enteró de la existencia de Victoria y respondió: “Fue en el 2005. Fue un shock. Nunca nos informaron de nada, nos enteramos por la televisión”. Y comentó: “Una vez la vi a Victoria en el programa de (Mariano) Grondona y tenía los mismos gestos que Cori. Conocer su identidad de grande debe ser tremendo”. A su vez, manifestó que “a Adolfo es la causa que más le duele”, haciendo referencia a este juicio y también aseguró que “siempre quiso hablar con Victoria”. En su declaración testimonial, Victoria le habló directamente a su tío para decirle que no le creía que no supiera de ella tratándose de un jefe de Inteligencia de la Marina.

“Nunca fui típica mujer de marino”, respondió de la Villa cuando le preguntaron por los trajes que utilizan en diferentes etapas del año. Al principio se hizo la desentendida pero luego informó que en verano se utilizaba el traje blanco y en invierno el azul. Este dato es relevante ya que diferentes personas que estuvieron en cautiverio en la ESMA vieron a Adolfo Donda Tigel con un traje blanco.

Antes del comienzo de la audiencia, el fiscal general Pablo Parenti planteó la necesidad de relevar a de la Villa de la obligación de decir verdad. Consideraban que corría peligro de autoinculparse de un delito. El tribunal rechazó el pedido luego de escuchar a las partes, y declaró bajo juramento decir verdad. Queda en los jueces y juezas resolver si efectivamente lo hizo.