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Juicio Balbuena: “Lo que se está juzgando es una práctica permanente del Estado”

Escrito por el marzo 17, 2023



En las primeras dos audiencias declararon María del Carmen Verdú, de la CORREPI; Oscar Castelnovo, quien integraba la Agencia Walsh, Carlos “Sueco” Lordkipanidse; Christian Castillo, del PTS; entre otros y otras integrantes de organizaciones espiadas por Américo Balbuena . También brindó testimonio Marcelo Saín, extitular de la Policía de Seguridad Aeroportuaria. Las palabras de la abogada querellante Myriam Bregman en la apertura del juicio.

Redacción: Carlos Rodríguez
Edición: Pedro Ramírez Otero


Oscar Castelnovo, quien era parte de la Agencia Walsh, señaló el tema central del juicio que se está realizando contra Américo “El Pelado” Balbuena, agente de inteligencia de la Policía Federal. Balbuena se infiltró en la Walsh durante más de una década y reunió información sobre movimientos sociales, políticos y de Derechos Humanos. La diputada nacional por el Frente de Izquierda Myriam Bregman, una de las promotoras del juicio contra Balbuena y contra dos de sus jefes, recalcó en la apertura del juicio, que la causa “demuestra que los gobiernos pasan y los grupos de inteligencia quedan”. En el mismo sentido, precisó que a esos grupos “todos los rechazan cuando son oposición y los usan cuando son gobierno”.

En el juicio, el extitular de la Policía de Seguridad Aeronáutica, Marcelo Saín, dijo que el cuerpo que integraba Balbuena fue creado, por decreto, por dictaduras militares en los años 1950 y 1960 “para infiltrarse en organizaciones políticas”.

Hoy se realiza la tercera audiencia del juicio en el que están acusados Balbuena y dos de sus jefes, Alejandro Sánchez y Alfonso Ustares. Los tres pertenecen a la División Análisis de Seguridad Interior de la Policía Federal.

El pomposo nombre esconde la existencia de un Cuerpo de Informaciones cuyos agentes secretos son conocidos como “Los Plumas”, en la jerga de los servicios de inteligencia.

En la audiencia de hoy se escuchará a los últimos testigos y la semana próxima las partes expondrán sus alegatos. El único imputado que prestó declaración indagatoria fue Alejandro Sánchez, quien podría ampliar su exposición. También se habla de la posibilidad de que declare Balbuena, quien estuvo infiltrado en la agencia Rodolfo Walsh, un medio de comunicación popular, entre los años 2002 y 2013.
Para hacerlo, aprovechó la relación que tenía —desde la infancia— con Rodolfo Grinberg, uno de los fundadores de la agencia.

Balbuena y sus dos jefes están acusados por infracción a la Ley de Inteligencia y por incumplimiento de los deberes de funcionario público. La investigación fue iniciada hace una década por la diputada Myriam Bregman y los abogados Matías Aufieri y Liliana Mazea, del Centro de Profesionales por los Derechos Humanos (CeProDH), con el acompañamiento de las organizaciones que integran el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia. El proceso está a cargo del juez federal Daniel Rafecas.

En la segunda audiencia declararon ocho testigos ofrecidos por la parte querellante, quienes explicaron la forma en que el infiltrado obtenía información.

La abogada María del Carmen Verdú, de la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (CORREPI), explicó que Balbuena tenía especial interés en los casos de gatillo fácil o torturas seguidas de muerte cuyos acusados eran integrantes de la Policía Federal.

“El énfasis de Balbuena siempre estaba puesto en esas causas” en las que los abogados de Correpi eran los querellantes. Por esa razón, el infiltrado estuvo presente en todas las audiencias del juicio por el asesinato de Mariano Ferreyra, y en la causa por Cromañón, en la que había policías federales involucrados.

Después de 2013, cuando se supo quién era Balbuena, la testigo se dio cuenta de las razones por las cuales Balbuena “hacía infinidad de preguntas” sobre la organización interna de Correpi y en especial sobre normas de seguridad”.

También preguntaba sobre la táctica que iban a seguir en los juicios contra los uniformados. “Por la información que obtuvo en nuestro caso, los datos valían oro para la Federal”, dijo.

Luego declaró Carlos “Sueco” Lordkipanidse, exdetenido desaparecido, integrante del Encuentro Militante Cachito Fukman. Dijo que cuando se supo la condición de espía de Balbuena, causó conmoción. Esto fue porque la agencia Walsh “era afín, de extrema confianza para nuestra organización, porque siempre se ocupó de las denuncias por derechos humanos, conflictos fabriles o estudiantiles que el Encuentro acompañaba”.

Ellos ya habían detectado con anterioridad a otro espía infiltrado, Alberto Amarilla, del Batallón 601de Inteligencia del Ejército. “Como exdetenido en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), sabemos el daño profundo que generan estas actividades: 30 mil desaparecidos”, resaltó.

Christian Castillo, dirigente del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS) en el Frente de Izquierda, sostuvo que en Balbuena “lo peculiar era una presencia mayor a la de cualquier movilero”. También “llamaba la atención porque estaba todo el tiempo (en las marchas) y porque preguntaba más de lo que tenía que ver con la actividad concreta”.

Luego fue el turno de Claudio Dellecarbonara, trabajador del subte y miembro del secretariado de la Asociación Gremial de Trabajadores del Subte y Premetro (AGTSyP). Habló acerca de la tarea minuciosa de Balbuena sobre la organización de los trabajadores del sector desde 2004. “Cuando yo era delegado de la Línea B, venía muy temprano, era el primero en llegar y el último en irse”, dijo acerca de los días en que había alguna protesta gremial. “Comía y se quedaba con nosotros como si fuera un trabajador más”, agregó. En coincidencia con los otros testigos, dijo que muchas de las preguntas del espía “no tenían que ver con el conflicto, sino con la pertenencia de cada delegado a corrientes políticas, cuestiones de organización o cómo estaba compuesta la familia de cada trabajador. Recordó que en las notas “no mencionaba muchas de las preguntas que nos hacía”.

Oscar Castelnovo, uno de los referentes de la Agencia Walsh, dijo que Balbuena “grababa horas y horas a los entrevistados, pero después no se publicaba todo en la agencia”. Explicó que la Walsh tenía una forma de hacer periodismo que establecía “una relación de afecto con el entrevistado y de eso se aprovechó Balbuena”.

En diálogo con La Retaguardia, después de su declaración, Castelnovo recordó algunos entredichos que tuvo con Balbuena. “Una vez fue porque en la agenda hizo un anuncio de una misa de FAMUS (Familiares y Amigos de Muertos por la Subversión), un engendro del Terrorismo de Estado”, dijo.

“Fue algo totalmente descolocado, porque éramos una agencia apartidaria pero de izquierda, yo pregunté en una reunión ‘¡¿quien carajo publicó esto?!”, recordó. Balbuena le contestó que “estábamos en democracia”.

En otra oportunidad, Castelnovo tuvo una discusión con otro compañero de la agencia, por la posición que este tenía en favor del gobierno de Irán. “Yo estaba en contra por la persecución a la mujer que hay en ese país y se sabía que la discusión iba a ser fuerte, pero sin violencia”, contó. Lo curioso fue que ese día, al llegar a la redacción “Balbuena me palpó de armas”, un gesto propio de la policía que hizo enojar a Castelnovo.

Los testimonios posteriores de Vilma Ripoll, del Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST), y Juan Carlos Giordano, de Izquierda Socialista, coincidieron en señalar que Balbuena solía ganarse la confianza de los entrevistados. Ripoll dijo que “hacía de periodista, pero se hacía amigo de todos”. A veces, hasta le ofrecía pasar a buscarla en su casa y cuando había represión “él se quedaba, mientras que otros periodistas se iban”.

Giordano dijo que Balbuena tenía “asistencia perfecta, no recuerdo que haya faltado a ninguna marcha”.

Marcelo Saín


También prestó declaración, citado por la querella, Marcelo Saín, extitular de la Policía de Seguridad Aeroportuaria y exministro de Seguridad de Santa Fe. Las preguntas estuvieron relacionadas con sus conocimientos sobre la existencia del grupo “Los Plumas”. El testigo recordó que en 2009 recibió un sobre anónimo con dos decretos de la dictadura donde consta un sistema de inteligencia secreto.
En ese sentido, consideró que “es lamentable que este grupo siga funcionando dentro de la Policía Federal”. Precisó que las normas que regulan su funcionamiento siguen vigentes “desde las décadas de 1950 y 1960”. Las normas fueron impuestas mediante decretos establecidos por gobierno militares. Saín explicó que esos decretos expresan que el ejercicio del espionaje apunta a infiltrar agentes secretos en organismos políticos. “Esa persona en la Agencia Walsh estaba implantada, estaba para hacer inteligencia. Este cuerpo sigue teniendo la facultad de infiltración”, afirmó Saín.

Dentro del régimen disciplinario establecido por esos decretos, la falta más gravosa es la infidelidad, y la segunda es revelar la existencia del cuerpo. Saín subrayó que la misión que tiene el cuerpo es “clara y taxativa: la obtención y producción de información, la contrainteligencia y la inteligencia”.

Detalló que “el decreto 9021/63 dice que el ejercicio del espionaje es para infiltrar gente en organismos políticos”. Como cierre dijo que “este cuerpo no está creado para ser policía auxiliar de la Justicia, era para infiltrar, no para ayudar a la Justicia”.

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