2257 femicidios desde el primer Ni Una Menos
Por LR oficial en Femicidios, Feminismo, Género y Diversidad, Mujeres, Ni Una Menos
El Observatorio Ahora Que Sí Nos Ven elaboró un registro nacional de femicidios junto al medio de comunicación Feminacida. El 3 de junio fue un nuevo Ni Una Menos y, desde 2015, hay un femicidio cada 31 horas. Victoria Eger, integrante de Feminacida pasó por el programa radial Estás Muteadx y detalló algunos datos del registro. Compartimos un fotoinforme del Ni Una Menos.
Entrevista: Pedro Ramírez Otero/Julián Bouvier
Redacción: Julián Bouvier
Edición: Pedro Ramírez Otero
Fotos: Bárbara Barros/La Retaguardia
Desde el primer Ni una Menos, en 2015, diferentes organizaciones feministas comenzaron a exigir un registro de cuántas mujeres habían sido asesinadas en manos de varones por violencia machista, porque hasta ese momento no había un relevamiento. “Era una deuda que el Estado tenía con nosotras. Así y todo, al día de hoy, quienes se encargan de ese relevamiento y de ese monitoreo, son organizaciones de la sociedad civil, que lo hacen a través de la publicación de las noticias de femicidios en los medios de comunicación. Obviamente, lo hacemos con colaboradoras a lo largo y ancho del país, que a través de diferentes mecanismos relevan todos los medios de comunicación zonales, locales, provinciales, nacionales y lo vuelcan a un registro que después nos permite realizar este tipo de informes. No nos sorprende que, una vez más, sea la sociedad civil la que se tiene que encargar de estas demandas. Sí existe un registro de la Corte de Justicia. Ninguno le gana al otro, estaría bueno que podamos compararlo, porque el registro que hace Ahora Que Sí Nos Ven, por ejemplo, se basa en casos que salen en medios de comunicación y el que hace la Corte tiene que ver con procesos judiciales. Y muchas veces las cifras no coinciden”, contó Victoria Eger, integrante de Feminacida. El medio feminista realizó un registro nacional de femicidios junto con el Observatorio Ahora Que Sí Nos Ven, que toma datos desde 2015 hasta 2023.
El rol de los medios de comunicación
Eger planteó que, en 2015, el Ni una menos fue un hito que permitió que la agenda de los feminismos irrumpa en las agendas mediáticas. “Obviamente que falta un montón, pero antes no se hablaba de la misma manera. Si bien tenemos una postura crítica en cuanto a cómo son las coberturas que hacen los medios tradicionales de comunicación sobre el tema, también podemos reconocer que antes del 2015 esto no sucedía. Incluso, eran casos que terminaban en la sección de policiales, vinculados a ‘crímenes pasionales’, y demás”, dijo. A su vez, la periodista reconoció “una especie de naturalización” o normalización de esas violencias: “Porque ahora para que un femicidio sea noticia, no alcanza por sí solo. Tiene que tener un agravante mayor. Es decir, si están involucrados hijos, hijas e hijes en ese femicidio. O cuando el agresor se suicida, que da más morbosidad todavía. O cuando están involucrados otros integrantes de la familia. Entonces ahí lo comunican, porque parece que no es noticiable simplemente con que sea un femicidio, sino que hay que agregarle algo más”, explicó.
“A la hora de hacer ciertas recomendaciones para no caer en las revictimizaciones, hay estudios mediáticos que dan cuenta que, en una cobertura televisiva, por ejemplo, donde es noticia un femicidio y el tema lo toma el programa de la mañana, después el del mediodía, el de la tarde y el de la noche, y estamos todo el día hablando del arma, o de la manera en que esa mujer fue asesinada. La circulación de esas noticias durante tanto tiempo da ideas a los agresores, alienta a las prácticas. Entonces tenemos que cuidarnos incluso nosotres, que damos las informaciones desde una perspectiva respetuosa, y teniendo en cuenta la protección de esa víctima, qué información damos y en qué momento”, dijo la integrante de Feminacida.
La periodista reflexionó acerca de las herramientas que existen para abordar estos hechos desde las diferentes instituciones estatales y también no estatales: “No sé si faltan leyes. Estamos fallando a la hora de llevarlas adelante. Hay muchas falencias. Muchas compañeras dicen ‘llamo a la línea 144, pero no me resuelve como quisiera’. En toda esa cadena de asistencia que tiene el Estado a la hora de implementar esa política pública es donde estamos fallando. Tenemos buenas leyes, pero falta energía en ver dónde están las fallas. Porque desde los diferentes sectores lo podemos advertir: desde el derecho, desde el periodismo, desde el trabajo social, desde el poder judicial. El Estado debería tomar cartas en el asunto para que los números bajen, porque nos demuestran todo lo contrario. Tenemos un ministerio que es nuestro (el de Mujeres, Géneros y Diversidad), que lo luchamos, lo conseguimos, lo militamos y es una herramienta que no podemos descuidar, sobre todo en estos tiempos de amenaza de sectores antiderechos y fascistas, que hablan de eliminarlo. Hay que defenderlo, pero también hay que luchar para que podamos incidir. Tenemos una Ley de Educación Sexual Integral, donde uno de los ejes de esa ley es el abordaje de las violencias”.
Los datos del informe
Desde 2015 a 2023 hay un femicidio cada 31 horas, según el relevamiento de Feminacida y el Observatorio Ahora Que Sí Nos Ven. En total fueron 2.257 las mujeres asesinadas. Además, el 64% de los femicidios se produce en la casa de las víctimas. “Este dato viene a romper con la idea de que el femicida es un loco suelto que me agarra en un callejón sin salida, como lo vemos en las películas. Son personas con las que convivimos, pueden estar al interior de nuestras casas, de nuestros trabajos, en los espacios de socialización. Es algo tan íntimo, tan personal, que es lógico que suceda al interior de las casas, porque es algo que avergüenza hacer para afuera. Cuántas veces hemos dicho ‘ah, no tenía cara de ser tan malo’, lo mismo cuando pasa un abuso sexual en la infancia. Por eso, desde las prácticas responsables sobre cómo comunicar hechos de violencia, insistimos en que no son monstruos, en que no están locos, ni están enfermos. No tienen algo patologizante que los distingue del común de vecinos y vecinas, sino que están entre nosotros y nosotras”.