De la victoria cultural a Victoria Villarruel

El cambio de discurso de los sectores progenocidas como construcción paciente. De Cecilia Pando a Victoria Villarruel con parada obligada en Ceferino Reato. El fallo de Servini sobre el atentado en Coordinación Federal. Los desafíos de los sectores populares ante la avanzada. Redacción: Fernando TebeleIlustración: Chechu Rodríguez / La RetaguardiaEdición: Valentina Maccarone / Pedro Ramírez Otero Una sensación oscura nos ronda y cuesta asumirla del todo. Con sorpresa e incertidumbre asistimos al empoderamiento de las hordas fascistas promilicos, como nunca antes había sucedido en 40 años. Si bien algunos y algunas habíamos percibido que esta distopía podría resultar posible, una mayoría abrumadora negaba que pudiéramos estar ante un peligro serio: que ya pasó otras veces, que Patti, que Bussi, que Gómez Centurion, que Biondini, que son modas y duran poco. Nadie imaginó el alcance que podrían tener. Milei encarna otra cosa. Es lo inverosímil hecho realidad. La Argentina convertida en un sketch de Diego Capusotto en la piel de  Micky Vainilla.  Lo cierto es que Javier Milei está. Y no está solo. Tiene detrás la reivindicación más cruda del último genocidio. Si los discursos prodictadura fueron inescuchables desde los 80 en adelante fue, sobre todo, porque nunca se habían democratizado. Sostenían los mismos improperios, eran brutalidad enajenada. Desde los discursos casi graciosos por lo grotescos de FAMUS (Familiares de Muertos por la Subversión) en los 80; pasando por Cecilia Pando, de la Asociación de Familiares y Amigos de los Presos Políticos de la Argentina, por 2005; hasta Karina Mujica con Memoria Completa más cerca. Con voceros así, quienes sostenemos que en el país ocurrió un genocidio, podíamos mantener la calma y hasta relajarnos. Enfrentando la situación con cierta tranquilidad por tener de nuestro lado la lucha amorosa de Madres y Abuelas, y la sensatez y la persistencia con la que quienes sobrevivieron construyeron vida y memoria desde el dolor. Pero algo nuevo comenzó a gestarse durante el kirchnerismo, como respuesta al proceso de Memoria, Verdad y Justicia, fundamentalmente para intentar revertir con algún tipo de seriedad la derrota cultural que sufrieron las fuerzas genocidas ante las populares. A pesar de haber regado la tierra con nuestra sangre, la construcción cultural siempre estuvo del lado de los derrotados/as. Sin embargo, este proceso cultural de Memoria Verdad y Justicia, que en el movimiento de derechos humanos creímos definitivo cuando volteamos el 2×1 ―algo así como “con este tema no se meten más, porque les salió el tiro por la culata”―, tiene ahora preocupantes posibilidades de ser revertido. No hablamos ya de la cuestión judicial, sino de la cultural. ¿Qué pasó? Fundamentalmente, que aprendieron de sus errores. Los sectores más reaccionarios tomaron nota de que sus ideas, con aquellos discursos, eran inescuchables. Y comenzaron la tarea de reformularse.  San Ceferino, el santo de las fuentes genocidas Desde el periodismo, asomaron figuras como la de Ceferino Reato. Cuidadoso de no reivindicar la masacre, dedicó su tiempo a hablar de “la otra violencia”. No es que fuera nuevo el intento de levantar la Teoría de los dos demonios. En todo caso, la novedad era que no reivindicaba tan directamente el Terrorismo de Estado; más bien, dejaba sobrevolando una idea justificadora para que la terminara de completar quien leía sin demasiado contexto. Después de Operación Traviata (2008) y Operación Primicia (2010), que tomaba dos acciones de Montoneros, puede verse hoy en la publicación del libro Disposición Final (2012), tal vez, el comienzo de este revisionismo justificador del genocidio, pero que se cuida de no expresarlo tan brutalmente. Que un libro de diálogos entre el autor y el genocida Jorge Rafael Videla haya tenido el recorrido que tuvo, debió haber generado preocupaciones similares a las que observamos en estos días. Tuvo que haber sido un llamado de atención: hablar con Videla y no tratarlo como uno de los peores asesinos seriales de nuestra historia, es algo que no debió salirle gratis al autor. Lejos de pagar costos, se posicionó como un “escritor serio” tras esa trilogía. Así, los libros sobre aquella época ya no eran solo con diferentes miradas desde los sectores populares. La derecha brutal podía convertirse también en intelectual. Como el libro de Videla pegó, a tal punto que lo leímos hasta quienes detestamos al genocida, el siguiente paso fue publicar Masacre en el comedor: La bomba de Montoneros en la Policía Federal. El atentado más sangriento de los 70 (2022), un intento de tratado sobre la violencia política de aquellos años, tomando como ícono el atentado de Montoneros en el comedor de Coordinación de la Policía Federal. Y la primera parte de un plan bien elaborado para intentar castigar a quienes sobrevivieron al genocidio llevándolos a la Justicia como imputados. el siguiente paso fue publicar Masacre en el comedor: La bomba de Montoneros en la Policía Federal. El atentado más sangriento de los 70 (2022), un intento de tratado sobre la violencia política de aquellos años, tomando como ícono el atentado de Montoneros en el comedor de Coordinación de la Policía Federal. Y la primera parte de un plan bien elaborado para intentar castigar a quienes sobrevivieron al genocidio llevándolos a la Justicia como imputados. La mirada sobre las víctimas Después de la caída de Mujica en 2006, a quien le descubrieron una doble vida de prostituta inaceptable para la moral familiar de estos sectores, y con Pando fuera del juego público por poco mostrable, crearon el CELTyV, un Centro de Estudios Legales del Terrorismo y sus Víctimas. Ya era una apuesta full time a la nueva estrategia: repasar con qué herramientas habían perdido la batalla cultural y hacerlas propias. Pretendido espejo del CELS (Centro de Estudios Legales y Sociales), comenzaron a levantar la figura de “las otras víctimas”. Si un dinosaurio genera temor, una víctima merece siempre ser escuchada, al menos por las personas sensibles. Y eso sucedió. Detrás del decorado, se dejaban ver los mismos discursos de viejos vinagres de siempre: la búsqueda de impunidad, el intento por judicializar a quienes participaron en organizaciones guerrilleras; dar vuelta la taba, esperar el momento adecuado … Sigue leyendo De la victoria cultural a Victoria Villarruel