“Los niños son incitados a jugar por dinero a través de una de las cosas que más aman: el fútbol”
Por LR oficial en Educación Y Salud, Otras
Lo afirmó el psicoanalista César Hazaki en diálogo con La Retaguardia. La entrevista fue motivada por la preocupación que genera el crecimiento de las apuestas online a través de dispositivos móviles. Hazaki habló de cómo el capitalismo creó este nicho sin importar lo que suceda con la salud mental de las niñeces y adolescencias, de la responsabilidad del fútbol, los celulares y el dinero virtual y, especialmente, de la responsabilidad de las personas adultas.
Entrevista: Fernando Tebele / Pedro Ramirez Otero
Redacción: Eugenia Otero
Edición: Valentina Maccarone
Foto: Archivo La Retaguardia
Aula de una escuela secundaria, que podría ser cualquiera. Decenas de estudiantes parecen estar prestando atención a la explicación de su docente. De repente, un grito de alegría, el sobresalto de un adolescente que hasta ahí estaba “metido” en su celular. “Profe, perdón, ¡es que gané mil pesos!”
En La Retaguardia escuchamos hablar cada vez más de los casinos virtuales. Nos llegan preocupaciones de docentes, porque esta práctica de apuestas online empezó a irrumpir en las aulas y sin duda, en las subjetividades de las personas adolescentes. “Mis amigos juegan”, nos respondieron con naturalidad las y los jóvenes que consultamos. “Lo hacen cuando tienen plata en Mercado Pago”, nos confirman lo que sospechábamos y nombran una lista de aplicaciones y plataformas donde se puede “jugar”. Para charlar del tema, convocamos al psicoanalista César Hazaki, editor de la prestigiosa revista Topía. Una de las primeras cosas que nos aclaró es que “está mal puesta la palabra jugar, porque en realidad lo que hacés son apuestas. Jugar en todo caso tendríamos que reservarlo a aquellos juegos que tienen algo lúdico que permite ciertas elaboraciones. El juego por dinero alimenta la compulsión de que vos tenés que hacerte millonario o que el Dios de los dioses, el azar en este caso, te va a iluminar y vos vas a ganar dinero sin hacer otra cosa que apretar un botoncito”.
Hazaki no se interiorizó recién al tema. Escribió un artículo en su libro El cuerpo mediático hace años advirtiendo algo de esto. En la charla con La Retaguardia, describe cómo “la excitación a través de la pantalla y la incorporación en Argentina de los grandes capitales de los casinos virtuales hacen que algunos de los chicos que se encuentran hoy en un aula en vez de estar prestando atención o sin hacer otra cosa están urgidos de jugar por plata”. Allí, también historiza el modo en que las apuestas por dinero entraron violentamente en Argentina.
El fútbol
“Una oleada anterior fue el prode que se empezó a jugar cuando el fútbol y las apuestas se relacionaron”. Pone el acento en el fútbol, ya que “hoy en Argentina la selección tiene como sponsor principal un casino virtual, la camiseta de Boca también. Todos los programas de fútbol que vos ves por YouTube, partidarios, los que hacen los periodistas de Independiente o San Lorenzo inician su programa y te dicen suscribite al Canal y el casino te regala $800 o $1000 y vos podés empezar a jugar gratis, con la plata que te regala el castillo”. La filiación con el fútbol es, para el psicoanalista, el vehículo potente a través del cual entra la problemática a la subjetividad de las adolescencias: “Eso no existía antes. Una cosa que existió fue que cuando la cerveza entró como sponsor de fútbol en Argentina se multiplicó como consumo en las adolescencias”.
Su conclusión es muy clara: “Los niños que son incitados a jugar por dinero a través de una de las cosas que más los entusiasman y más aman: el fútbol”.
Los celulares y el dinero virtual
“Hay una relación de la promoción -por donde se hace- y una facilitación por esto que yo insisto que no es una herramienta, que el celular hoy es una parte de nuestro cuerpo. El dinero se ha transformado en virtual. No hay que tener billetes encima y esos dineros están en lo que yo denomino las prótesis de los cuerpos de las personas, que son ya no una herramienta, sino una parte del cuerpo, que son los celulares. ¿Cómo llega el casino virtual al adolescente o al niño? Primero llega abriendo nichos económicos para ganar dinero. Antes el juego en Argentina no estaba tan legalizado como está ahora. Y había que ir a lugares especiales para jugar. Ahora el casino está en tu cuerpo. Si el casino está en tu cuerpo vos tenés de cualquier manera la posibilidad de estar dentro del casino estando con tu celular”, explicó Hazaki.
El tiempo de los casinos virtuales
Una de las conclusiones a la que arribó el psicoanalista reflexionando sobre el tema es que “el casino tiene lo que no tenemos ninguno de nosotros. El casino tiene todo el tiempo del mundo”. En ese tiempo, los casinos han desarrollado estrategias para abrir nichos de personas a los cuales llegar para que jueguen. “Los casinos virtuales son una máquina devoradora de dinero que funciona las 24 horas del día durante todos los días del año. En un sentido, el tiempo es casi la eternidad para el casino. Dominan el tiempo. La excitación mayor de la ludopatía en este caso es que no hay límite. Yo puedo estar jugando ahora, dentro de 5 horas, no dormir y seguir jugando. Esto hace que los chicos, que tienen manejo del dinero virtual que pueden darle los padres, lo ponen en los celulares, específicamente en las agencias de juego. Así, se inicia un estado de sobreexcitación que es prácticamente la base de la ludopatía. Es un juego que no tiene límite: vos podés jugar todo el tiempo”, afirmó el profesional de la salud mental
El rol de las personas adultas
Durante la entrevista, señalamos con preocupación que se habla demasiado poco de esta problemática. Hazaki coincidió y sumó herramientas para continuar pensándolo: “Hay que tener una comprensión de qué es lo que está pasando con las redes, cómo cambió el mundo y cómo estos dispositivos nos han transformado en seres que somos una unión de personas y máquinas”. Un ingrediente importantísimo es el dinero virtual, que pone en manos de niñeces y adolescencias dinero sin mediación de las personas adultas, lo que contribuyó a la creación de este nicho de consumo. Antes un niño de 6-7 años, para hacer algo, tenía un intermediario que era el adulto. Ahora, ya no es así. No hay adulto que pueda controlar, todo el tiempo, un dinero que está en una máquina y no en una alcancía. Los que venimos de la cultura de la plata en la mano, la plata analógica y no el circuito virtual teníamos una relación con el billete. Siendo niño, el billete lo tenía otro, y ese otro te lo tenía que dar. Ahora no es así, los chicos manejan dinero y pagan a través del celular. Para estos monstruosos capitales de las apuestas es un nicho totalmente apetecible”.
El especialista también considera que cuando no hay personas adultas que puedan escuchar, estar atentas, “es muy fácil la tentación, la creencia de que vas a ganar siempre. Esa es la ilusión del casino, por eso te regalan plata, porque ellos no tienen corte. Tienen todo el tiempo. Y el chico se va acostumbrando, en su propia sobreexcitación, a que en cualquier momento del día o la noche puede jugar”.
Las consecuencias subjetivas
Luego de puntualizar cada uno de los elementos que intervienen en la problemática, nuestro entrevistado afirmó: “Esto construye, para el futuro, ludópatas o formas que conducen a la ludopatía, porque son formas compulsivas de jugar. No tienen límite. Lo que pasa con cualquier ludópata es que siempre cree que va a ganar. Y siempre pierde. Y siempre quiere una revancha. Aquel niño o adolescente que perdió cree que, si consigue unos pesitos más, va a ganar, pero vuelve a perder. Aquella vez que gana la va a recordar para siempre y se olvida de las veinte veces que se quedó sin dinero”.
Finalmente, Hazaki consideró, a modo de cierre: “Están dadas todas las condiciones, en este mundo sin adultos, para que los niños y los adolescentes empiecen un camino permanente de sobreexcitación y sigan como una compulsión el juego por dinero”. Frente a la problemática, la clave para transformar estas condiciones parece ser el rol de las personas adultas, de escucha y de cuidado. Y la tarea de recuperar, junto a niñeces y adolescencias, el tiempo para el verdadero juego.