Masacre en el Pabellón Séptimo, un juicio de lesa humanidad atípico
Por LaRetaguardia en Derechos Humanos, Justicia, Masacre en el Pabellón Séptimo
Este miércoles comienza el juicio que investiga los crímenes que se cometieron el 13 de marzo de 1978 cuando se realizó una gran matanza de presos comunes en el Penal de Villa Devoto. En aproximadamente dos horas, el Servicio Penitenciario asesinó a 65 personas y dejó centenares de personas heridas. Los presos murieron quemados, asfixiados, golpeados y baleados. La Retaguardia transmitirá el proceso completo.
Entrevista: Fernando Tebele / Pedro Ramirez Otero
Redacción: Camila Cataneo
Edición: Fernando Tebele
El 13 de marzo de 1978, los presos comunes del Pabellón Séptimo de la Cárcel Federal de Villa Devoto estaban viendo una película en un televisor. “Devoto” era en aquel momento la cárcel federal más grande del país y las condiciones en las que vivian los presos eran infrahumanas y había sobrepoblació. En ese pabellón estaban detenidas más de 160 personas. Entre ellos había jóvenes que fueron “levantados” en la calle porque tenían dos o tres porros, o ladrones de poca monta. También había tres presos a disposición del Poder Ejecutivo Nacional y uno de ellos, Luis María Canosa, era amigo del Indio Solari, quien lo menciona en Toxi Taxi, la popular canción de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota (Un sueño con Luis María, muerto cuando me decía: “Cada día veo menos, menos mal”). También escribió el tema “Pabellón séptimo (relato de Horacio)”, que fue lanzado en el álbum El tesoro de los inocentes (Bingo Fuel) de 2004.
En 2013 la abogada Claudia Cesaroni publicó un libro llamado “La Masacre en el Pabellón Séptimo”. Actualmente formará parte de la querella del juicio. En comunicación con La Retaguardia, comentó que “es la masacre carcelaria más grave de la República Argentina, también la más brutal de toda la dictadura en términos numéricos», y agregó que “actualmente se repiten estas condiciones en cualquier comisaría de la Ciudad de Buenos Aires y en muchas cárceles del país».
La Masacre en el Pabellón Séptimo
Esa noche un celador llamado Gregorio Bernardo Zerda ordenó apagar la televisión para pasar una lista de detenidos que tenían que ir a Tribunales. Jorge Omar Tolosa le respondió: «Dejanos, estamos viendo una película». Luego del intercambio, el celador se retiró.
A las pocas horas, el Servicio Penitenciario intentó secuestrar a Tolosa. Eran las 3 de la mañana y él se negó a salir del pabellón. A la mañana se realizó una brutal requisa y los compañeros de Tolosa intentaronn defenderlo. Como respuesta recibieron gases lacrimógenos, disparos con ametralladoras desde un lugar que es conocido como «pajarito», que estaba ubicado en el entrepiso del pabellón. Según Claudia Cesaroni, este hecho «superó la violencia habitual que recibían a diario». Allí comenzaron a correr las camas para ubicarlas en el medio del pabellón. Al finalizar la requisa, los presos quedaron encerrados. «Ningún penitenciario fue herido de gravedad, ni hubo toma de rehenes», aseguró Cesaroni. Entonces se desencadenó un incendio que nadie apagó. Entre las 65 víctimas, algunas murieron quemadas. «El Servicio Penitenciario no permitió que ingresara al Cuerpo de Bomberos», dijo Claudia, y aclaró que esta información aparece en un expediente original del Servicio. Con el tiempo, pudieron reconstruir los hechos a partir de los testimonios que dieron los sobrevivientes y de las presas políticas que estaban en otros pabellones, ya que Devoto era la cárcel en la que, por lo general, fueron reunidas las presas políticas mujeres.
Desde el 2013, Claudia Cesaroni, Denise Feldman y Natalia D Alessandro vienen sosteniendo la importancia de comprender cuál era el contexto histórico en el que se llevaron a cabo los hechos. «Logramos que se caracterizará como un delito de lesa humanidad”, dijo con orgullo, y remarcó que “el Servicio Penitenciario tenía una dependencia absoluta de las Fuerzas Armadas, era parte de la estructura represiva del Estado terrorista. No podían dejar pasar una pequeña indisciplina en un pabellón de presos comunes. Primero, porque podía ser difundida rápidamente en los otros pabellones de presos políticos; y, además, porque el Servicio Penitenciario no toleraba en ese contexto histórico ninguna pequeña indisciplina de un presunto líder de un pabellón».
Este hecho ocurrió un mes y medio antes de que comienzara el Mundial de Fútbol de 1978. Argentina estaba en la boca de todo el mundo. Periodistas de todo el mundo estaban instalados en el país para cubrir el evento deportivo. Según comentó Cesaroni, esa cárcel «era una especie de vidriera» y fue modificada para mostrar cierta «normalidad» en la “parte legal» de la represión. En aquel momento había una discusión entre las organizaciones revolucionarias y opositoras sobre si realizar un boicot o no, pero finalmente se resolvió hacer algunas acciones de denuncia.
Cuando sucedió la Masacre, «había más de mil compañeras presas políticas en el Penal. Los varones presos políticos habían sido distribuidos en otras cárceles federales. En Devoto estaban los presos comunes, algunos presos políticos que se los conocía como ‘Pen Económicos’, que estaban detenidos con alegadas causas de corrupción. Hay muchas situaciones que se repiten en el tiempo, como la persecución política revestida de causas de corrupción», manifestó Cesaroni linkeando con la actualidad
En esta causa había cuatro imputados pero finalmente tres llegarán al juicio. Claudia informó que falleció Carlos Sovalle, quien era el jefe de la requisa que ingresó al pabellón. En el banquillo estarán sentados Juan Carlos Ruiz, quien era el Director de la Unidad Penitenciaria; Horacio Martín Galíndez, jefe de Seguridad Interna, que hay testimonios que lo señalan disparando y es también quien ordena esa represión una vez que los presos ya estaban encerrados; y Gregorio Bernardo Zerda, celador de la División Seguridad Interna, con quién se origina todo el conflicto y está señalado por haberle disparado directamente a uno de los sobrevivientes.
«Además de la crueldad, la brutalidad, la bestialidad, la gratuidad, por fuera de esa represión, los detenidos estaban encerrados en el pabellón y no podían escapar, no tenían rehenes, no podían producir ningún daño a integrantes del Servicio Penitenciario. Siempre utilizan estos argumentos para justificar sus represiones», explicó Claudia.
Diferentes formas de narrar el horror
Mientras se realizaba la investigación judicial, en su libro, Cesaroni recuperó las voces de los sobrevivientes y pudo dar cuenta de cómo fue tratado el hecho en los medios tradicionales de la época como la Revista Gente, Siete Días, Crónica, La Nación, Clarín. “Está contado como un motín. Crónica tiene varias tapas y notas centrales con muchas fotos y de testimonios en los que se dice, por ejemplo, era un pabellón de drogadictos”, contó Claudia, haciendo referencia a que muchos de los presos de ese pabellón habían sido detenidos en razzias policiales.
Por otro lado, comentó que, “quienes estudiamos derecho, sobre todo los de mi edad, analizamos un fallo llamado Colavini, en el que la Corte resolvió el 28 de marzo de 1978, dos semanas después de la masacre, una pena de cuatro años a Ariel Colavini, una de las víctimas de la masacre. Ariel tenía tres porros cuando lo detuvieron en una plaza del Palomar”. La abogada remarcó que ese fue “un caso muy importante en la historia jurídica argentina, porque después se revierte con el fallo Bazterrica de la Corte de la Democracia, que plantea que la tenencia de estupefacientes para consumo personal no debe ser perseguida por el artículo 19 de la Constitución”.
Actualmente en el Teatro Carnero se está realizando una obra de teatro llamada “Nogoyá” que narra la historia de la Masacre y toma como fuente el libro que escribió Cesaroni.
Link de la transmisión:
Hechos que se repiten en el presente
Claudia resaltó que “en el caso de la masacre de Pabellón Séptimo, lo bestial que habrá sido la acción del Servicio Penitenciario que no se atrevieron a procesar penalmente a los sobrevivientes. En estos 40 años, muchas veces las víctimas de las requisas brutales terminan siendo procesadas por «Haber iniciado un motín».
El 13 de septiembre de este año hubo una brutal represión contra adolescentes de 18 años que están alojados en un Centro de Régimen Cerrado Manuel Belgrano ubicado en la Ciudad de Buenos Aires. “15 pibes rotos y ese hecho casi no tuvo trascendencia mediática”, informó Cesaroni y agregó: “Cuando vos escuchas los argumentos de las autoridades del Centro Cerrado Belgrano, son las mismas explicaciones del año 78: Toma de rehenes y que los pibes amenazaron a los guardias”. Frente a esta situación manifestó que “estamos en un momento histórico en el que tenemos con jerarquía constitucional un montón de tratados de derechos humanos, también hay organizaciones que tienen la función de prevenir y controlar la tortura. Sin embargo, siguen rompiendo pibes en un centro cerrado o en una comisaría. En general se siguen cubriendo como motines y trasladan la responsabilidad a las víctimas”.
Claudia contó que este caso “lo cerró el juez Jorge Valeria Aráoz, quien luego fue integrante de la Cámara Federal que condenó a las Juntas Militares, cuando dictó una resolución de dos carillas donde dice literalmente: “Tenemos la versión de los presos, tenemos la versión del Servicio Penitenciario. No podemos dilucidar dónde está la verdad”. Según Claudia, es “una especie de Teoría de Dos Demonios” y agregó que “si no hubieran sido presos comunes en una cárcel ‘legal’ no la hubiera aceptado esto o por ahí lo hubiera aceptado en ese momento histórico. Una vez recuperada la democracia, nadie hubiera aceptado que se dijera eso. Imagínate que hubiera pasado en un centro clandestino y se dijera: ‘Tenemos dos versiones, tenemos las versiones de los de los torturadores y tenemos la versión de los detenidos’.
Desde este miércoles se podrán seguir las audiencias del juicio a partir de las transmisiones que realiza La Retaguardia en sus canales de Youtube. “Les agradezco profundamente. Veo habitualmente los juicios para aprender y para compartir experiencias y pensaba: ¿cuándo llegará nuestro juicio? Me suma responsabilidad y lo agradezco un montón, porque yo espero que este juicio sirva no solo para traer algo de justicia y de reparación a las víctimas y a sus familias, sino para evitar, otros episodios como los que comentaba recién, no para que podamos discutir sobre las cosas que toleramos con las personas que están privadas de libertad”.