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En el Enredando las Mañanas del último jueves de marzo, tuvimos la segunda columna de Fabián Tomasi, víctima de los agrotóxicos y ejemplo de lucha. (Por RNMA)“La gente que sabe de estas cuestiones es mucha más que hace unos años, hay mucha más gente involucrada, y hoy no es una rareza hablar de Monsanto, del glifosato, o los transgénicos”, dijo Tomasi, aunque cuestionó que “´hay una resignación a que las cosas son así, a que si no ´¿de dónde va a venir el dinero que viene día a día?´, estoy hablando de la parte política, o una actitud de ´qué me importa, sigamos hasta que todo reviente´”.El hombre contó que suele preguntarse por los trabajadores que se desempeñan dentro de la industria agroalimentaria: “supe de casos de gente involucrada en el agro negocio cuyos hijos nacieron con malformaciones, y sin embargo no pararon, siguen haciendo la misma actividad, no intentan relacionarlo; un amigo me contaba que empezó a darse cuenta de lo grave que era cuando leyó una noticia que decía ´paro de choferes de micros de escuelas especiales´, se sorprendió porque no le parecía un número tan reducido de escuelas y choferes especiales podría haber, que eso fuese una noticia, pero cuando leyó mejor se dio cuenta de que había entre 200 y 300 choferes, entonces empezó a buscar cuántas escuelas especiales y chicos que asisten a ellas hay por localidad y se espantó”. Tomasi continúo su relato: “una de las cosas que lo espantó fue lo ´agrandadas´ que estaban las autoridades cada vez que se iba a inaugurar una escuela para chicos especiales, se sentían felices de esto, que no está mal, lástima que es como si fuese algo natural que es lo que intento decir, como si todo esto fuese natural, como si lo que sufrieran los chicos fuese la obra de dios, y ellos solo fueran los buenos ayudando a los niños” y remarcó “el caso de la zona de Rafaela, corazón sojero de Santa Fe, donde las autoridades a través de un artículo de un diario, casi celebraban la cantidad de escuelas especiales que habían inaugurado, es una locura”.Fabián Tomasi recordó al doctor Hugo Demaio y a Páramo como “figuras olvidadas, gente que no se dejó influenciar por el miedo, doctores e investigadores en medicina y fueron los primeros que pusieron la advertencia de todo lo que estaba causando el uso de estos químicos mortales a la cual nos están sometiendo”.Explicó: “yo cuando trabajaba me acuerdo que me reía cuando me enteraba de las acusaciones de los ´ambientalistas´, y todavía me pregunto que si yo no hubiese pasado por esto de intoxicarme y estar sufriendo todos mis dolores, ¿qué sería hoy yo?, no hubiese encontrado la raíz de esto, con tanta gente que me ayudó a entender cómo había sido vivir y morir ignorado, como un montón de personas”.“Entiendo que hay un tiempo para la ignorancia, y también hay un tiempo para el miedo, para preguntarse ¿de qué voy a vivir? o ¿qué me puede pasar  si hablo?”, reflexionó: “entiendo que hay miedo, pero eso no nos puede definir, entiendo todo, pero hay un límite, ¿cuántos muertos y daño piensan cargar sobre las espaldas antes de hablar?, les estoy hablando a las autoridades gubernamentales, las multinacionales que se dedican a esta actividad de la agricultura industrial, el mayor error cometido”. Y remarcó: “de lo único que yo me siento orgulloso, si puedo decirlo así, es de no haber dejado que el miedo me ganara; una vez que pude reflexionar y entender lo que había estado manejando con mis manos y mi cuerpo, ya no pude quedarme quieto; esto lo dije varias veces, muchos de los periodistas que han venido a verme durante estos años, parece que estaban más interesados en mi aspecto que en mí, todos me escuchaban hasta que me sacaba la remera y me mostraba, pero la verdad que no me importa, porque si eso ayuda bien viene la imagen”.“Lo que quería es que la gente entienda que nadie está libre de que esto le pase”, aseguró Tomasi, y remarcó que en su primera columna dijo “quédense quietitos que donde ustedes estén el veneno los va a alcanzar”, una frase dura que tuvo un largo recorrido comunicacional, tanto por el impacto, como por quien lo dijo.Pero cuando se habla de los agrotóxicos y de sus consecuencias en las personas, es inevitable que las historias sean tristes e impactantes: “Se me viene a la mente la foto de una criaturita acurrucada y marcada por todo su cuerpito, que un amigo le hizo para que esa foto se pueda tocar y percibir como tiene realmente la piel ese niño. ¿Qué otra cosa vale la pena hacer que esto? Bien o mal, pero lo hacemos. Me acuerdo de las escuelas especiales que llevan un nombre mentiroso, todos los chiquitos que entran con cáncer en el Garrahan y que lo primero que hizo este gobierno fue intentar bajarles el presupuesto, entre otras cosas, como bajar las retenciones a la minería y a la soja, pero más allá de todo esto hay que vivir, seguir viviendo y no sin haber hecho lo posible”, concluyó. DESCARGAR

 Compartimos la primera columna de Fabián Tomasi, víctima de los agrotóxicos, durante una emisión del Enredando Las Mañanas, el programa de la RNMA. En esta oportunidad, hablamos de la acumulación de estos venenos en el cuerpo de las personas más allá del lugar donde viven, y sobre la falta de control de estos por parte del Estado de estos tóxicos. (Por RNMA)La charla comenzó con una breve referencia a la coyuntura político-económica, con el levantamiento del llamado cepo al dólar y la consecuente devaluación: “es muy complicado para la gente común tratar de entender las variables económicas. Yo no quiero vivir en una economía con dólares, yo quiero vivir con la plata que el Estado provee, porque mientras dependamos de esa moneda vamos a tener que seguir hablando por mucho tiempo de esclavitud”, afirmó Fabián Tomasi al inicio de la charla con Enredando las mañanas.Luego retomamos la temática habitual: “lo primero que quería explicar un poco para la gente común que por ahí no está muy empapada en el tema de la utilización de los agroquímicos en nuestras producciones agrarias, que está afectando a muchas personas. Lo primero que la gente tiene que entender es que los químicos no son inocuos, estoy hablando de los biocidas, o sea de los que matan vidas, los que se usan en la industria, en el campo, están destinados a matar vidas; toda la naturaleza, incluidos nosotros, somos esas vidas, pero además los químicos agrícolas son xenobióticos, que significan que son ajenos a la vida, son productos químicos sintéticos (podemos decir que son producidos en laboratorios), y por lo tanto por más que intenten imitar la vida no forman parte de lo que nosotros somos como seres vivos, son cuerpos extraños y nuestro organismo por supuesto no los reconoce”, señaló Tomasi, quien agregó que hace poco leyó un informe que indicaba que muchas de las enfermedades autoinmunes que han aparecido en el último tiempo están relacionadas con la contaminación: “es tanta la cantidad de químicos que nos circula por la sangre que el organismo al no reconocer a esos extraños los ataca, o sea que el mismo organismo termina afectándose a sí mismo. Hay una campaña de la cual quizás muchos hemos oído hablar que hicieron en Mar del Plata con el nombre de Mala Sangre, que consistía en pedirles a personas conocidas que se hagan análisis de sangre para verificar si tenían químicos en sus cuerpos y por supuesto todos los analizados tenían químicos en sangre. Yo recuerdo que me impactó mucho ese informe, pero como seguramente el presupuesto no era mucho encontraron pocos químicos. Esa campaña es original de Europa y con más presupuesto encontraron que por cada voluntario había entre 60 y 70 químicos diferentes en sangre, yo creo que ninguno de nosotros debe tener menos que eso. Mar del Plata ha sido un muy buen lugar para realizar el estudio y sacar el tabú de que el veneno no llega a la ciudad. Vos quedate quietito donde estés que el veneno te va a llegar de una u otra manera, ya sea a través de los alimentos, el agua, aire, porque son sustancias destinadas para eso”.Tomasi manifestó, además, que las fumigaciones aéreas son las más visibles, pero que no representan el único peligro: “los silos, los transportes, los depósitos, todo el proceso es tóxico porque fue generado así y desparrama por todos lados, desde la fabricación hasta el embarque, hasta la comida que comemos, todo está intoxicado”.“Pensamos que los químicos que nos llueven vienen solos –continuó Tomasi su columna–, pero para empezar cada uno viene con lo que se llama coadyuvantes, es una sustancia que viene aparte del producto, de los biocidas, y otros que los traen incorporados; es una sustancia que ayuda a unir el agua con el veneno, y necesitan este enlace porque el mejor estado del agua es el líquido, el agua que se ocupa en las fumigaciones y los biocidas al tener tantos solventes su mejor estado es el gaseoso, el 80% de lo fumigado pasa a estado gaseoso; en muchos casos es mucho más tóxico que los mismos químicos, pero eso no es todo, en el tanque del avión donde nosotros trabajábamos se juntaba glifosato, más otros tóxicos, todas sustancias que tuvieron que ir agregándole ya que todo es vegetal, y estoy hablando solamente de lo vegetal, de los herbicidas, que se han hecho resistentes entonces tienen que juntar una cantidad de veneno para que las fumigaciones sean efectivas”.En este punto, Tomasi retomó las argumentaciones respecto a la supuesta inocuidad del glifosato: “cuando se aprobó el operativo vergonzoso de (Felipe) Solá de la soja transgénica, uno de los argumentos era que el glifosato era inocuo y venía a reemplazar a los viejos químicos, vaya paradoja esos viejos químicos que ahora se han vuelto a usar, qué locura. Inclusive diría yo que ha vuelto el que alguna vez se fue, porque creen que no se están usando y en realidad se siguen usando a través del contrabando de productos y cero control del Estado. Me contaba un amigo que en Santiago del Estero se está usando un químico, que es extremadamente tóxico, peligrosísimo, está prohibido en Argentina desde hace 30 años. Eso se consigue de contrabando y el mercado sigue utilizándolo, es como el endulsofán, que decía que lo prohibían en 2013 pero lo dejaban vender hasta el 2015 porque había mucho stock, o sea que los que morían del 2013 al 2015 por esos productos eran avalados por el gobierno. Cuando Bayer perdió la patente del endulsofán sacó un comunicado para que se deje de utilizar, para que otras compañías no lo usen, diciendo que todo lo que se había dicho de su producto era cierto, por eso entonces el SENASA lo prohibió, pero se sigue usando, nadie intenta poner esto bajo control; lo fabrican, envasan y venden, usan químicos, hay miles de variables de glifosato que entran al país, para seguir hablando de este producto, pero el más usado es el que viene de

El sábado 21 se realizó una nueva Marcha Mundial contra Monsanto. En Argentina tenemos un récord de uso de agrotóxicos, con unos 500 millones de litros anuales y se siguen agregando nuevos transgénicos a la mesa de los argentinos y argentinas. Este año, se sumó la variedad de trigo HB4, que utiliza el agrotóxico glufosinato de amonio, mucho más potente que el conocido ya glifosato. La empresa que lo impulsó es Bioceres, que fue repudiada en esta nueva marcha y se sumó a Monsanto-Bayer, Syngenta y el resto de las que envenenan nuestros suelos y cuerpos. En esta edición estuvo más presente que nunca la figura de Fabian Tomasi, el peón rural que se convirtió en un iconos de la lucha contra los agrotóxicos después de haberse envenenado manipulándolos en su trabajo. Tomasi murió después de un extenso sufrimiento que no le impidió colocarse en rol docente y luchador. Fotos: Natalia Bernades/La Retaguardia

El fotógrafo Pablo Piovano expondrá en Mar del Plata las imágenes que capturó durante varios años en Vaca Muerta, Neuquén. Será el 10 de diciembre en el Espacio de Memoria y Promoción de los Derechos Humanos “El Faro”, y también habrá una charla de la que participarán representantes de la Confederación Mapuche de Neuquén y del Observatorio Petrolero Sur. Piovano pasó por el programa radial La Retaguardia y profundizó acerca de la muestra “Fracking en Vaca Muerta”.  (Por La Retaguardia) 🎤 Entrevista: Pedro Ramírez Otero ✍️ Redacción: Julián Bouvier 💻 Edición: Pedro Ramírez Otero 📷 Fotos: Pablo Piovano Pablo Piovano, fotógrafo, recorrió por más de cuatro años el megaproyecto hidrocarburífero Vaca Muerta, en Neuquén, que abarca unos 30 mil kilómetros cuadrados. A partir de estas visitas, de hablar con la gente de la zona y con las comunidades mapuche que están en el territorio, Piovano hizo un registro fotográfico que expondrá en la muestra “Fracking en Vaca Muerta”. Tendrá lugar en el Espacio de Memoria y la Promoción de los Derechos Humanos “el Faro” de Mar del Plata, el viernes 10 de diciembre. “El trabajo tiene como eje ver cuál es el impacto de las grandes corporaciones en las comunidades. En este caso, sobre el fracking, donde nos encontramos en una situación muy alarmante en términos medioambientales. Una crisis enorme socioecológica, donde resulta urgente la necesidad de modificar los vínculos con la naturaleza. La explotación que se da en el fracking es drástica y afecta una cantidad enorme de kilómetros cuadrados. Una formación sedimentaria, en la meseta de Neuquén, donde ya existe un estrés hídrico, una profunda crisis sobre el agua. Y el daño se extiende, no sabemos hasta dónde. Pero sí sabemos que hay una gran cantidad de sismos en Sauzal Bonito, un pueblo donde viven 200 familias, pero donde ya se han perforado 80 pozos. Donde se han declarado 300 sismos en cinco años. La situación es realmente grave. Aunque se hable de una salvación económica, no puedo dejar de observar lo que está pasando dentro de las comunidades, y sobre todo lo que pasa con la tierra, con el agua. Cada vez que salgo a hacer un trabajo tengo la necesidad de escuchar las manifestaciones de estos seres sagrados, dadores de vida, que hay que cuidarlos y tener una relación verdadera. Recuperar la memoria de esa relación, simplemente para la continuidad de la vida”, comenzó a contar el fotógrafo. Además, remarcó la difícil situación laboral de quienes tienen que trabajar en estas explotaciones y los cambios que sufre el pueblo con el paso de los años. “Suele haber una exigencia laboral muy alta. A veces trabajan 14 días de corrido, muchas horas, y se producen a cada rato episodios de contaminación, incluso de muertes obreras. En un año se han registrado 8 muertes obreras. Y ni hablar de lo que significa instalar esto en un pueblo pequeño —Añelo, en el corazón de Vaca Muerta—, con una idiosincrasia muy distinta a la que se está gestando por la llegada de las grandes empresas. De repente se empiezan a construir cantidad de casas, empieza a recorrer una energía que no había. Se instala un casino, empieza la prostitución, se complejiza todo el sistema social. Pasó de haber 2.500 personas a 8 mil en muy pocos años. Por eso creo que es importante tomarse el trabajo de observar la implicancia de estos modelos desde diferentes puntos de vista. Yo estoy yendo ya hace tres o cuatro años, en el marco de un proyecto más amplio, pero siempre que llego a Añelo, a Vaca Muerta, es una sensación como de desolación. Se te seca la piel de manera directa, un poco por el clima, pero también por el daño que se le está haciendo al lugar. Imaginémonos que se fractura la tierra en una cantidad enorme de metros y se le extraen sus recursos de manera muy violenta. Se fractura con químicos. Se utiliza una cantidad enorme de agua, entre 70 y 90 millones de litros por pozo. Es complejo y muy dramático en términos ecológicos”, dijo. —En estos años que estuviste recorriendo Vaca Muerta, ¿con qué tipo de historias te encontraste? —Sobre todo he estado trabajando con el pueblo mapuche. Ahí en los alrededores hay cerca de 20 comunidades, donde se instalaron estas empresas. Para ellos es muy complicado porque van siendo desplazados. Se contamina el agua. Y están todo el tiempo en un proceso de negociación. Porque tampoco existe la fuerza para oponerse a semejante invasión. Creo que es una continuidad de la Campaña del Desierto, pero esta vez en términos ambientales, aunque siguen involucrados los pueblos originarios. No deja de ser un avasallamiento a su tierra, a su espacio, a sus vidas. Entonces están en constante tensión con el poder judicial, porque los echan. Hay juicios de usurpación, que algunos como el de Campo Maripe fueron ganados. Porque la comunidad, en el derecho común de los pueblos originarios, dos meses después del comienzo del juicio lograron revertir la situación de la que los acusaban. Pero esto demuestra el poder de operación judicial y política, otra vez sobre la debilidad de los pueblos. Yo vengo trabajando sobre el espacio de las comunidades. Es difícil entrar a las empresas. Alguna vez pude entrar, haciendo trabajos para Holanda. Entré a Shell y a YPF. Son paseos que te hacen como si fueras de jardín de infantes, donde te muestran muy poco de lo que sucede. Es muy escaso el registro que se puede hacer, y es casi imposible incluso hacer fotos desde la ruta. Cuando queremos levantar un dron, a los cinco minutos caen servicios de seguridad privados diciéndonos que no podemos documentar esos espacios. Que son públicos. Y con amenazas de que si no frenábamos nuestro trabajo nos iban a mandar a la comisaría. Tienen mucho poder. Entonces es muy difícil trabajar en la zona, porque las empresas se convierten en los gobernantes de ese territorio. Y constantemente están negociando y haciendo entrar a las comunidades en negociaciones también. La exposición “Fracking

La justicia de Gualeguaychú falló a favor de Estela Lemes, docente rural de Entre Ríos, en el reclamo por los efectos de la exposición a agrotóxicos. En diálogo con el programa radial Tengo una idea, Lemes explicó que a partir de esta decisión, la ART deberá indemnizarla y hacerse cargo de su tratamiento, estudios y prácticas de salud necesarias para atender aspectos de la enfermedad que padece, provocada por las fumigaciones. La docente recordó diferentes momentos y logros en estos años de lucha personal y colectiva contra las fumigaciones con agrotóxicos y remarcó la necesidad de continuar con estos reclamos. (Por La Retaguardia) 🎤 Entrevista: Graciela Carballo/Carlos Morchio/Nicolás Rosales ✍️ Redacción: Nicolás Rosales 💻 Edición: Pedro Ramírez Otero —La Retaguardia: ¿Cómo has recibido esta buena noticia? —Estela Lemes: Después de tantos años de espera, sabía que en algún momento iba a llegar, y cuando llegó me sorprendió. Todavía me dura la sorpresa. Sé que es algo no muy común y que va a sentar precedentes. Eso me mantiene a la expectativa a ver qué pasa.  —LR: ¿Qué otros detalles nos podés agregar del fallo? —EL: Ellos le indicaron a la ART que se tiene que hacer cargo de mi tratamiento, de estudios que yo necesite, de cualquier práctica y medicación que tenga que ver con mi enfermedad por estar expuesta a los agrotóxicos.  —LR: Para recordar, ¿cuál es tu enfermedad y cómo fue que la contrajiste? —EL: Yo tengo ya hace muchos años una enfermedad producida por exposición a los agrotóxicos, es una neuropatía aguda. Esta enfermedad le quita la tonicidad a los músculos, atrofiándolos de a poco. Se siente mucho dolor. Me ayudo con medicación, me afectó sobre todo en mi brazo derecho y en mi pierna del mismo lado. También, en algunos momentos tengo dificultad para respirar. Me agito mucho cuando hablo demasiado, cuando camino, y pierdo el equilibrio. El fallo, cabe aclarar, sale por un daño dermatológico, no reconocen la neuropatía. Sobre esto último es lo que tengo que seguir trabajando para que me permitan hacer unos análisis nuevos y que pueda hacer el tratamiento que realmente requiero. La única perito mujer, después de hacerme muchos estudios haciéndome ir cuatro o cinco veces a su consultorio, descubrió además que tengo un síndrome químico múltiple producto de haber estado expuesta a los agrotóxicos. Sobre esta nueva enfermedad tengo que ver ahora cómo tratarla.  —LR: Por otro lado, en 2019 se volvieron a modificar las distancias de fumigación en cercanías de las escuelas rurales, ¿cómo sigue eso hoy en día? —EL: Estamos pidiendo que se extienda la distancia mínimamente a lo que habíamos logrado antes, pero hay muchos intereses creados y es muy difícil que se revierta. De todas maneras, en este momento los diputados están con un proyecto de ley. Nosotros pedimos que se nos escuche, que se legisle y principalmente que tengan en cuenta las distancias. Pero mientras no le pregunten al pueblo o a quienes estamos luchando y que conocemos de lo que hablamos vamos a seguir igual. Estar detrás de un escritorio no es lo mismo que vivirlo día a día.  Lemes agregó que hasta que el fallo tuvo sentencia firme pasó días de muchos nervios. “Cuando estuve segura, ahí recién lo empecé a contar y mostrar mi alegría. Y contagiar a la demás gente de que hay que luchar. Porque si la Justicia al fin reconoce que los agrotóxicos enferman, nosotros seguimos en la lucha porque además matan”, dijo la docente. Por otro lado, también se refirió a la novedad del abandono gradual del uso del veneno clorpirifós, un insecticida creado por la empresa Dow, que se aplica en la mayoría de los cultivos de Argentina. Justamente, el que ella recibió en su cuerpo al ser fumigada. Existiría un plazo de un año para su retiro definitivo en el país.  —LR: ¿Qué fue lo primero que se pasó por la cabeza al recibir el fallo favorable? —EL: Pensé en mis hijos, quienes me han acompañado siempre. Lloré mucho, mi abogada también lloraba del otro lado del teléfono cuando me lo decía. Fue muy raro, en ese preciso momento estaba sola. Fueron muchos años de pasar cosas muy duras. De sentir al principio mucha soledad. Pensé en Fabián Tomasi, en Ana Zabaloy (docente que denunciaba fumigaciones en San Antonio de Areco y falleció de cáncer en 2019) y en tantos otros que no sé sus nombres pero que han pasado por lo mismo, y han dejado su vida por haber estado expuestos a los agrotóxicos y que no pueden ver esta victoria. Se las dedico a ellos.

El 9 de septiembre de 2016  Diego Ramallo, Richard Alcaraz y Diego Soraire murieron es sus puestos de trabajo. El desinterés por las medidas de higiene y seguridad, junto con la complicidad de las burocracias sindicales y la falta de regulación y control por parte del Estado, dieron como resultado esas muertes que suelen mostrarse como “accidentes de trabajo”. Con aquella fecha como puntapié inicial, familiares y compañeros de las víctimas se organizaron para denunciar esta problemática que se cobra la vida de un trabajador cada 20 horas. Formaron el espacio “Basta de Asesinatos Laborales”(BAL), que el viernes pasado presentó el Informe Anual sobre Asesinatos Laborales en Argentina. (Fotos y Textos de Agustina Salinas para La Retaguardia) El salón del primer piso de Ademys no alcanzó para contener a quienes asistieron a la presentación, por lo que varias personas escuchaban desde el patio compartiendo mates y alfajores. El equipo audiovisual Silbando Bembas dió inicio a la actividad con la proyección de un video sobre la masacre de la escuela 49 de Moreno, ocurrida en Agosto de este año, que dejó como saldo la muerte de Sandra y Rubén. Ese hecho dejó al descubierto las irregularidades y fallas en infraestructura que padecen los alumnos, docentes y auxiliares de Moreno. También disparó una oleada de denuncias acerca de las precarias condiciones en la que se desarrollan las clases en las escuelas del municipio, lo que dejó a los niños y niñas sin clases durante buena parte del año, sin que el propio municipio o la gobernación resolvieran el mientras tanto. Ariel Godoy, integrante del espacio e integrante del Sindicato del Neumático, indicó la importancia de esta herramienta, no sólo a modo de lucha sino como herramienta para la formación y organización de los y las trabajadoras. Es fruto de investigaciones junto a la Superintendencia de Riesgos de Trabajo (SRA), información recolectada a través del vinculo con trabajadores de diversos sectores y de notas periodísticas. Godoy indicó que el registro de la SRT no contempla los casos de muertes “In inteinere” (aquellas que ocurren en viaje hacia y desde el trabajo) ni los vinculados a enfermedades profesionales (EP), cuestiones que aumentarían exponencialmente las cifras. También comentó lo dificil que se torna poder tener una cifra que englobe al conjunto de los trabajadores, ya que los datos que manejan son sobre los trabajadores registrados; quienes no están registrados alcanzan al 30%, y no están incluidos en el informe por la imposibilidad de registro. Con esta salvedad, el informe arroja un total de 375 muertes en los lugares de trabajo entre octubre de 2017 y septiembre de 2018. Cifras que dan cuenta del riesgo que implica la desidia empresarial avalada, por acción y omisión, desde el Estado. El informe desglosa por rango etario, rama de actividad y forma de muerte. Transporte es el sector donde se produjeron más muertes en estos últimos 12 meses, un 20% del total. Denuncian que se debe al poco descanso de los choferes, la falta de personal y de  mantenimiento.   Los integrantes del espacio BAL, se encargaron de nombrar a los distintos trabajadores que murieron en sus puestos de trabajo.  De esta manera recordaron a Fabian Tomasi, quien falleció en agosto de este año luego de transformarse en un caso emblemático de la lucha contra los agrotoxicos; a Leonardo Mármol, de la Textil Fadeté, que decantó la organización de sus compañeros en el pedido de justicia; o Martín Pino, trabajador de seguridad de la empresa tercerizadora Murata, contratado por la línea Mitre. Recordar a los trabajadores identificándolos, refleja que el informe no es sólo una  estadística sino que es una herramienta de lucha para no olvidar a quiénes fueron asesinados por desinterés, recortes, precarización y/o burocracia dentro de sus lugares de trabajo. Intentan de esta manera recordar a cada laburante en la búsqueda de justicia y remarcan la importancia de destacar que son asesinatos, y no “accidentes laborales”, ya que en todos los casos se pudieron haber evitado si la patronal, el sindicato y el estado hubiesen dispuesto de regulaciones necesarias en los sectores de trabajo.  Nestor Marcolini, delegado de la Línea 60, recordó el caso de David Ramallo, que desencadenó un paro de 9 días, ya que la empresa demostró un completo desinterés y se desentendió de su responsabilidad en el asesinato de David. Los trabajadores llevaban un tiempo denunciando la negligencia patronal y la falta de control sobre la playa de estacionamieto de los colectivos. Marcolini aseguró que la empresa Monsa desoyó cada uno de sus reclamos y fue responsable de la muerte de David.  “Estar acompañada y organizada es muy importante para que nos escuchen y tengamos justicia”, dijo la mamá de David Ramallo entre lágrimas incontenibles. Eva Puente es fundadora del espacio y comentó entre anécdotas y recuerdos, que cuando comenzaron a organizarse “eramos tres personas y nos veíamos en una plaza.” destacando el crecimiento de la organización. Comentó el apoyo que recibió de parte de los compañeros de la Línea 60 y cómo ese acompañamiento fue fundamental para que el asesinato de David no quedara impune. Con voz nerviosa pudo contar que le cuesta mucho dormir, que todos los días recuerda a David y que la lucha es un gran sostén que lleva adelante por la memoria de su hijo. Sabe que sin el apoyo de los demás trabajadores “sería muy difícil seguir”. Eva cerró los ojos, levantó el puño y gritó “¡David Ramallo, presente!”. Así, le puso nombre propia a los centenares de trabajadores/as que son solo números para sus empleadores y, por lo tanto, suelen ser variable de ajuste. 

Adiós a Fabián Tomasi | Marcha contra el Gatillo Fácil | Isabel Huala, la madre de todos los males | 2 años sin Cachito Fukman | Medios vecinales: el registro no se toca | G20, el peor momento | Macrix | La Poderosa copó Brasil  Escriben: Alfredo Grande – Fernando Tebele – María Eugenia Otero – Nicolás Rosales –Ángel Fernández Schejtman – Julián Bouvier – Lorenzo Dibiase DESCARGAR

Se aprobó en Gualeguaychú una ordenanza que prohíbe el uso del Glifosato. Es para festejar, aunque ya se causó un grave daño. Sobre esto hablamos en el Enredando las Mañanas de este jueves con María Elena Marchiolli, integrante de la Asamblea Ciudadana Ambiental de esa localidad. (Por RNMA) Sobre el avance legislativo, la activista manifestó: “bienvenido todo lo que sea un control de semejantes contaminaciones, pero eso tiene un radio también”, y explicó que “el glifosato acá en la zona se usa para la soja sobre todo, pero se usa en toda la provincia donde se cultiva soja y el problema es que cuando llueve los campos desagotan en los arroyos y los arroyos al río y nosotros en Entre Ríos estamos rodeados de ríos y arroyos, somos una provincia que alimentamos a nuestras poblaciones de las aguas de los ríos, por eso el cáncer que se está viendo en esta provincia es terrible y sobre todo en niños muy pequeños y recién nacidos y eso creo que debería hacer un toque de atención a quienes quieren realmente controlar el tema, porque todo si no es un maquillaje, hacen una ordenanza pero que tiene un límite de zona, no es que abarca todo, y sobre todo después los controles, si la sociedad no está atenta a que realmente se están violando esas zonas, no hay quien controle nada, de hecho así estamos en toda la Argentina porque los controles fallan en todos los aspectos”.Marchiolli explicó que “la zona nuestra es una zona agraria y tiene un límite que el municipio no alcanza, una zona de restricción, lo otro ya pasa a ser provincial, de otras jurisdicciones, entonces te vas 50  kilómetros al norte o al oeste y siguen plantaciones de soja donde hay arroyos de los cuales todo el agua de lluvia que lava esos campos desagota sobre el río Gualeguaychú, el río Uruguay, etcétera”, y agregó que “las plantas industriales que hay en la zona agravan nuestro problema, aunque acá en Entre Ríos en la zona de Basabilbaso ya sentó jurisprudencia un juicio sobre la contaminación que produjo a una persona el glifosato (a Fabian Tomasi)”. Señaló que “acá con que prohíban las fumigaciones en avión no significa que las fumigaciones no se hagan, las fumigaciones se hacen terrestres y eso no quiere decir que no tenga un impacto ambiental también, pero bendito el yuyito que trae plata a la Argentina mientras nosotros estamos acá recibiendo todos estos problemas que producen cada vez más cáncer”.La integrante de la Asamblea Ciudadana contó que un informe del Hospital Garraham detalla que “el 70% de los niños que entran con cáncer son de Entre Ríos” y lo adjudicó a que “todas las ciudades, generalmente las que estamos sobre los ríos, el agua se provee de los ríos y eso no está bien purificado y no hay controles verdaderos, entonces una ordenanza no hace a la situación, es un maquillaje que quieren poner para dejar conforme que hay algo”.“Yo trabajaba en la Comision Ambiental del Río Uruguay, son los encargados de controlar la contaminación del río pero le avisan a Botnia el día que van a ir, ahora ENSE ya prácticamente está instalada”, contó. “Los movimientos de nuestra asamblea comenzaron cuando se hablaba de que se iba a instalar ENSE en Mbopicua, que estaba en marcha, eso se paró, era española, ahora se asoció con unos finlandeses e instalan otra pastera que en aquel momento logramos pararla”, explicó: “yo no creo en los análisis que se hacen en el agua ahí porque tengo información terrible y tengo fotos de que toda la borra que sale, que es lo más contaminante, la están enterrando ahí, tienen todo muy bien programado, la vegetación lo tapa, las piletas que se partieron en aquel momento siguen partidas, siguen contaminando, o sea, se va enterrando y no se ve pero se van contaminando las napas”.María Elena Marchiolli denunció también que “hay políticos en Gualeguaychú que estuvieron en la lucha, pero ahora se callan con respecto a la contaminación porque tiene un cargo político, ganan bien y los callan con dinero”. ESCUCHAR O DESCARGAR EL AUDIO

Lo aseguró Fabián Tomasi, víctima de agrotóxicos, en su columna del Enredando las Mañana. En esta oportunidad, hablamos sobre las causas de las inundaciones que afectan a todo el país, en especial la zona del litoral. (Por RNMA) “No quiero hablar de porcentajes de pérdidas, ni que la gente del campo ha causado estas precipitaciones con el tremendo desmonte que venimos sufriendo hace mucho tiempo, yo quisiera que todos vean a los que nada tiene que ver con el campo con el agua hasta las rodillas, criaturas que ni siquiera tienen posibilidad de tener un bote para aislarse, personas que no dejan sus casitas por el miedo a que les roben lo nada que tienen”, así inició Fabián Tomasi la columna que realiza de manera quincenal para Enredando las mañanas, el programa de la Red Nacional de Medios Alternativos.“Hay que destacar que el gran inconveniente que surgió con respecto al clima está directamente relacionado con la incapacidad de los suelos de absorber semejante cantidad de agua”, agregó e hizo referencia a las 85 mil hectáreas de montes nativos que fueron arrasadas en la zona de La Paz y el departamento Feliciano en el norte de Entre Ríos: “vaya casualidad que fueron los lugares donde más llovió”.“Se decía que labranza cero o la bendita siembra directa que fue creada por 1930 por el poderoso Estados Unidos era para no erosionar el suelo y que no pierda su capacidad –continuó–, pero cómo son las cosas que han logrado que ni siquiera el agua lo erosione. Escuchaba el otro día al intendente de la ciudad de Córdoba que decía que el pueblo se está hundiendo a causa de los canales clandestinos que el agro hace, y acá también vemos estos canales que hacen porque con la siembra directa el campo queda como una baldosa, es imposible que absorba tal cantidad de agua. Tenemos que tener en cuenta que el árbol tiene una función fundamental que es la regulación de las precipitaciones y el clima, tiene la capacidad de regular hasta las corrientes benditas que todos culpan como la corriente de El Niño o de La Niña”.En este sentido, Tomasi también aseguró que en estos temas existe un gran inconveniente político: “creo que el gobierno anterior instauró la ley de deforestación pero no había quién la controle, entonces llegamos a esta situación. He visto cosechadoras en una laguna en donde se asoma apenas la chaucha de la soja, casi toda brotada, y la cosechadora pasaba por ese mar. Si bien se ha perdido el 43% de todo el cultivo, no quiero alejarme de lo esencial, de aquellos que nada tenemos que ver con esta suerte de fiesta económica que el agro está haciendo para indicar que somos siempre los mismos los que pagamos, nosotros y los de más abajo, pero es automático el hecho de sufrir algún tipo de inconveniente y que la misma población se ponga a juntar alimentos no perecederos, que no digo que esté mal pero con los créditos blandos ¿no habrá alguna manera de financiar para que recuperen lo nada que tienen? He visto al costado de la ruta gente viviendo allí, totalmente idos, están en una situación como que ni siquiera buscan una solución porque creen que no se lo merecen, creo que estamos siendo demasiado buenos por el hecho de que no sabemos los derechos que nos asisten, y porque no haya quien los haga cumplir. Después viene el actual mandatario y sale a volar en helicóptero y si hay algo que marcar aquí es que por lo menos la antigua presidenta con sus trajes importados pero con botas de goma pisaba el lugar, estuvo por ejemplo en Tartagal después del alud. Un amigo me mandó una foto aérea de esa zona de Salta donde no se había respetado el borde del río Tartagal y una franja protectora de las barrancas del río, entonces al caer muchas precipitaciones y faltar el monte apareció este alud que tapó Tartagal, y creo, no quiero mentir, que todavía hay gente sufriendo las consecuencias de esa inundación que fue hace varios años”.En este punto, Tomasi se preguntó: “¿cómo recuperamos ahora la integridad física y mental de toda esta gente castigada? Y me sigo refiriendo a los afectados indirectamente involucrados por esta actividad casi destructiva; estamos en manos de gente que piensa en lo económico como premisa de vida y todo aquel que intente decir la verdad nos dejan a un lado. El otro día me llamaron de Radio Nacional Córdoba por si yo sabía de algún ingeniero agrónomo que pueda explicar esto de la conservación del suelo y medio como que no me gustó porque el ciudadano común en este sistema no tiene casi participación en las decisiones por el hecho de que no tiene el estudio que el sistema exige, entonces yo medio que me enojé porque hay que imaginarse que toda la tierra que viene de siembra directa es un colchón de pasto impenetrable, que hace correr el agua como cuando tiras un balde sobre las baldosas, y hace correr todo el veneno que estaba depositado ahí en el bendito rastrojo que ellos hacen con productos químicos”.Fabián Tomasi explicó que la siembra directa genera que la tierra no respire para que las malas hierbas surjan: “cómo será la fiebre de esta gente que ha declarado la acacia negra que es un árbol autóctono de toda esta zona como plaga para tener así la posibilidad de que el gobierno permita talarlo y seguir avanzando. Siendo sarcástico, no dudemos en que el año que viene tendremos lanchas con posibilidad de cosechar los cultivos o que de última harán camalotes transgénicos para seguir con el gran negocio de las comodities y mientras tanto nosotros, y en esto soy literal, seguimos sufriendo y en muchos casos muriendo, porque de eso tampoco se habla”.Tras agradecer el espacio que la Red Nacional de Medios Alternativo le brinda en su programa radial Enredando las mañanas, Tomasi cerró su tercera columna con una frase y una reflexión finales:

El testimonio de Fabian Tomasi, víctima de los agrotóxicos, es duro. El silencio se adueña del aire cuando termina de hablar despidiéndose con un abrazo “de los míos, sin brazos”. A la vez, se la rebusca como puede, con todas las limitaciones de su enfermedad, para denunciar, contar y enseñar. En el Enredando Las Mañanas de este jueves conversamos con él e inauguramos una columna que estará a su cargo. (Por RNMA) Ya la mayoría conoce a Fabián Tomasi. Lo que muestra y lo que dice es difícil de olvidar, por eso la importancia de empezar a escucharlo cada vez más seguido, como testimonio de una realidad actual, de la que las campañas políticas no están hablando, ni los medios hegemónicos, ni las publicidades de los productos que consumimos a diario.“Yo trabajaba en el campo como peón rural, en negro”, recuerda Tomasi. “Mi trabajo era cargar las aeronaves con los venenos tóxicos al avión sin ningún tipo de protección”. Asegura que lo que le pasó “puede ser tomado como que no tuve cuidado, pero estas sustancias te llegan aunque te cuides, porque están diseñadas para matar”.Fabián Tomasi empezó con problemas en sus manos y con su peso. Tras numerosas consultas médicas lo empezaron a tratar como si padeciera diabetes, hasta que por sus propias investigaciones decidió contarle a los médicos sobre su trabajo con agroquímicos: “se sorprendieron al darse cuenta de que eso me había dejado piel y huesos”.“Después de un largo andar por muchos centros médicos no lograron determinar cómo mejorar mi salud y recurrí a la terapia alternativa”, cuenta Fabián, que pese a las sugerencias sobre mentir ante la junta de Anses diciendo que tenía diabetes para que determinen su incapacidad se plantó y les dijo que lo que padecía era por culpa de los agroquímicos. Decirlo “despertó en la junta una mejor revisión y decían que lo que yo tenía era una polineuropatía tóxica, también denominada enfermedad del zapatero”. Tomasi explica: “todo aquel que esté en contacto con solventes, como el pegamento que se usa en los zapatos, pueden caer en este tipo de problemas y el sistema nervioso no se recupera”.“Estoy piel y hueso”, asegura y se puede comprobar en las fotos: “asisto a un tratamiento de terapia neural que consiste en la aplicación de procaína en todo el cuerpo. La medicina no supo qué hacer conmigo”.“Cada cuerpo es un universo”, detalla Fabián Tomasi, “lo que tienen estas sustancias es que provocan infinidad de problemas y el general de la medicina no sabe determinar qué es lo que nos afectó y qué tratamiento seguir; yo conozco  miles de casos, pero nadie quiere salir a la luz”.Tomasi es claro: “yo pongo de ejemplo mi vida; vivo encerrado, vivo solo y soy la paria para los gobiernos y para mi propio pueblo, que ve en esta actividad la salida y el éxito para los próximos días”. Asegura que votará en blanco porque “no voy a votar a nadie que me haya perjudicado o me vaya a perjudicar”.“Hacer periodismo es dar noticias que a la mayoría le molestan”, dice y cuestiona a los medios tradicionales: “lo demás es todo relaciones públicas y de las relaciones públicas estoy cansado”.El papá de Fabián falleció en 2007 mientras lo veía a él desmejorarse. “Él empezó a verme así y calló, por eso siempre digo que murió ahogado, porque no pudo decir todo lo que tenía para decir, y yo no quiero morir así”. Su hermano falleció hace un año, a los 54 años de edad: “su único problema físico era que no podía movilizarse por un accidente que tuvo a los 18 años, murió de celiaquía y cáncer en el hígado”, remarcó. “La celiaquía en adultos es a causa de un agente externo como los químicos que invaden la flora intestinal; él termina con un cáncer de hígado y fallece; él no fue a donde estaban los venenos, los venenos vinieron a mi casa sin pedir permiso”.“Así de simple y concisa es la historia de estas sustancias: se esparcen 300 millones de tóxicos al aire, ¿cómo pueden ser controladas por el hombre, aunque tengan títulos de ingenieros agrónomos? No existe manera de hacer las cosas bien, no hay forma de que esto trascienda en el tiempo sin seguir matando individuos”, concluye.Más de Fabián Tomasi en quince días. ESCUCHAR O DESCARGAR EL AUDIO