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Autor: Campo de mayo

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De cuatro testigos anunciados para esta audiencia nos quedamos sin nada. Después del cuarto intermedio de quince días, eran más de las 9.30 del lunes 1 de febrero de 2021 y la jornada no comenzaba. El abogado defensor Eduardo San Emeterio no podía conectarse y el Boletín Oficial traía una noticia que atravesaba el juicio. (Por La Retaguardia/El Diario del Juicio*)  ✍️ Redacción: Paulo Giacobbe 💻 Edición: Fernando Tebele 📷 Foto de portada: Eduardo Farah mientras se resuelve la incómoda situación generada por su idea de permanecer en el juicio a pesar de su reposición como integrante de la Cámara Federal porteña. (Captura de pantalla transmisión de La Retaguardia) Una vez resuelto el inconveniente técnico, el Presidente del Tribunal, Walter Venditti, anunció que tenían “previstos dos testimonios presenciales en el tribunal, pero la dinámica de la administración de la justicia nos lleva a que en el día de la fecha tenemos la certeza de que el Boletín Oficial ha publicado un decreto presidencial en relación a la nueva función del doctor Eduardo Farah, vocal del tribunal, en la Cámara Federal porteña”.   Venditti le pidió al secretario que leyera el decreto presidencial que había salido en el Boletín Oficial esa misma mañana. No quedaban dudas, el juez Eduardo Farah actual integrante del tribunal de los vuelos de la muerte, debía volver a la “Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal, Sala II”, como él mismo lo había solicitado. Parecía llegar a su fin ese culebrón judicial pero entonces ocurrió un giro en la trama: “En virtud del conocimiento que tome acerca de esta circunstancia que se concretó hoy y luego de haberlo pensado”, comenzó explicando Farah, “someto a consideración del tribunal mi voluntad de continuar integrando el tribunal hasta la finalización del juicio en esta causa, para lo cual pido al tribunal que considere la solicitud de autorización a la cámara  federal de casación penal para proceder de esa manera”, solicitó el juez, sorprendiendo a la sorprendida audiencia, solo faltaban los títulos anunciando el final del capítulo.  “Tengo en cuenta especialmente para esto que se trata de un juicio de lesa humanidad con las características y circunstancias que este proceso sabemos que tiene y el hecho que se han llevado a cabo 14 audiencias y restan otras tantas en realizarse”, y entendió que por tratarse de audiencias de los días lunes no interferían en la función de juez de la Cámara Federal.  Walter Venditti anunció que elevarían la consulta y dio paso a un cuarto intermedio hasta el lunes siguiente sin cumplir las declaraciones testimoniales previstas para el día de la fecha. El abogado Ciro Annicchiarico planteó algunas dudas: “El doctor Farah dejaría de tener esta competencia para pasar a tener otra, de continuar en este juicio, podría en primer lugar dar lugar a una cuestión de nulidad del proceso”, al tiempo que consideró una “sumatoria de labor para el doctor Farah”, que podía incidir “en la buena marcha del proceso y por último lugar este juicio tiene un cuarto juez designado”. El cuarto juez es Matías Mancini, que incluso asistió a la visita ocular en Campo de Mayo.  La doctora Verónica Bogliano de la Subsecretaría de Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires, se manifestó en los mismos términos que Annicchiarico, agregando que estos procesos de Memoria Verdad y Justicia llevan ya demasiado tiempo sin resolverse y pidió continuidad lo más pronto posible para llegar a una sentencia. Pablo Llonto, abogado querellante de las familias de las cuatro víctimas de este juicio, también adelantó su posición: “Como siempre hemos defendido que cada juez debe estar en el lugar que corresponde, que no creemos en esta existencia del doble juez, que va a estar en dos lugares. Que se dé cumplimiento a este decreto, fue lo que pidió el juez Farah por lo tanto debe volver a la Cámara Federal y el lugar de él debe ser ocupado por el cuarto juez”. La fiscalía,, en la voz de Marcelo García Berro siguió la misma línea que Annicchiarico. A todo esto, a Farah se le había caído la conectividad así que probablemente no escuchó las observaciones.    Al cierre de la transmisión, Diego Adur y Fernando Tebele entrevistaron a Pablo Llonto quien desarrolló su posición: “Está mal como trabajo. Los jueces trabajan de jueces, ese es su trabajo, por lo tanto que un juez quiera trabajar en dos lados nos parece mal porque significa que, o va a trabajar mal en la Cámara, o va a trabajar mal acá”, graficó. “No es una discusión que debería tomar demasiado tiempo. Es una cuestión tan sencilla si se las explicás a cualquier humano que transita por este mundo: un juez pidió volver, se terminó esta discusión en el Consejo de la Magistratura que llevó meses y meses, sale el decreto que dice vuelve y quedan sin efecto los decretos anteriores ¿Qué estamos discutiendo?”, se preguntó el abogado. “Ahora resulta que Farah hoy a la mañana aparece, desayunó y dijo: “yo me quedo”. Es de locos”,  calificó lo ocurrido Llonto.  “Si no hubiera cuarto juez la discusión sería distinta”, pero enseguida aclaró que esa situación no es esta: “Es el caso de un juez que tiene suplente, es el juez Mancini, por lo tanto si Farah pidió irse y el Consejo de la Magistratura dijo que sí, se tiene que ir, ya, hoy, en cinco minutos”, concluyó Llonto, resaltando que, justamente, el rol del cuarto juez es para casos como este.   *Este diario del juicio por los Vuelos de la Muerte de Campo de Mayo, es una herramienta de difusión llevada adelante por  La Retaguardia,  medio alternativo, comunitario y popular, junto a comunicadores/as independientes. Tiene la finalidad de difundir esta instancia de justicia que tanto ha costado conseguir. Agradecemos todo tipo de difusión y reenvío, de modo totalmente libre, citando la fuente. Seguinos diariamente en https://vueloscampodemayo.blogspot.com/

La audiencia se suspendió por la designación del juez Eduardo Farah como integrante de la Cámara, por lo que se debatió acerca de su continuidad o no en este juicio.

Con tres testimonios de diferente valor, los exconscriptos continuaron aportando, desde sus vivencias, piezas fundamentales que contribuyen a conocer la mecánica operativa de los Vuelos de la Muerte. En esta audiencia, Pedro Trejo contó cómo el imputado Malacalza le abrió la puerta del avión durante un vuelo. Osvaldo Orrego recordó además los maltratos a los que eran sometidos los colimbas. Arturo Degregorio habló de “cosas raras”. (Por La Retaguardia/El Diario del Juicio*)  ✍️ Redacción: Paulo Giacobbe 💻 Edición: Fernando Tebele 📷 Foto de portada: El testigo Pedro Trejo, un excolimba que estuvo en Campo de Mayo, aportó datos relevantes sobre los Vuelos de la Muerte o Vuelos Fantasma. (Captura de pantalla transmisión de La Retaguardia) La panza del avión Fiat G222 se alejaba de la pista de aterrizaje de Campo de Mayo piloteado por el Mayor Delsis Malacalza y un compinche asistente. Cuando la altura fue considerable, Malacalza abrió la rampa trasera. El único pasajero fuera de la cabina, el conscripto Pedro Trejo, sintió terror. Pensó que el aire lo chuparía y terminaría cayendo. Se agarraba de lo que podía. Entonces alcanzó a ver a Malacalza riendo. Para la suerte de Trejo no se trataba de un Vuelo Fantasma o de un Vuelo de la Muerte, era solo una típica broma castrense, de esas que templan el carácter.     Pedro Trejo prestó el Servicio Militar Obligatorio en el año 1977 hasta marzo o abril del año siguiente, según contó frente al Tribunal Oral Federal en lo Criminal N°2 de San Martín. “Fui destinado a Arsenales, donde están las camionetas, camiones, como mecánico, pero después faltó chofer y me llevaron como chofer. Y estuve como chofer todo el período de instrucción”, contó. Además realizó guardias en Campo de Mayo. De esa época, a Trejo, por lo menos dos cosas le llamaron la atención. Del vuelo con Malacalza: “La altura. Cómo se veían los autos, se veía todo chiquito, la ruta como si fuera camino de hormiga”. Lo otro fue en tierra, unos camiones que ingresaron al predio y llegaron hasta la pista: “unos camiones de la Federal, tipo 350, con cajas grandes, tipo los que llevan a los presos. Habían llegado dos, tipo a las cuatro o cinco de la tarde”. En la punta de la pista estaba el avión Fiat esperándolos, dijo el exconscripto. —Trejo, ¿sabe lo que llevan allá, en ese avión? —lo inquirió otro día un Cabo Primero.  Ante la negativa del conscripto, el Cabo Primero volvió a hablar: “Todos fiambres, muertos de la subversión”.  Si bien el testimonio de Trejo fue contundente y corto, no se podrá decir lo mismo del siguiente. El también exconscripto Osvaldo Oscar Orrego prolongará su testimonial cayendo en numerosas contradicciones con lo que había declarado ante el Juzgado de instrucción. Nada de lo dicho en esta oportunidad va a coincidir con aquella vez y llegará hasta el punto de tener que reconocer su firma en la declaración anterior.  —¿Escuchó alguna vez de algún comentario respecto de la existencia en el batallón de vuelos fantasmas? —preguntó el fiscal Marcelo García Berro. —No, eso no recuerdo —respondió Orrego.  —¿Escuchó alguna vez qué era lo que trasportaban estos aviones? Por comentarios. —No, nunca jamás. —No, nunca.—repitió García Berro la respuesta de Orrego y repreguntó— ¿Escuchó alguna vez que estos aviones trasportaran personas?  —No. —Bueno, Señor Presidente, la declaración que ha presentado el testigo es prácticamente en todo contradictoria. Habría que leerle todo lo que dijo para que aclare lo que tenga que aclarar. Es una contradicción en todo lo que ha declarado antes. “Nosotros la pasamos mal con esa gente” El bolillero que decidía por sorteo quienes harían la conscripción cada año y quienes “se salvaban” fue fatídico para Osvaldo Orrego y en 1977 tuvo que cumplir el Servicio Militar Obligatorio. “Nos presentamos como a las cinco de la tarde y nos quedamos hasta las nueve de la noche. Y de ahí (Capital) nos subieron al micro y nos llevaron, pero no sabíamos adónde íbamos”. El micro finalizó su recorrido en Campo de Mayo y Orrego quedó prestando funciones obligatorias en la Compañía de Servicios. “Yo estaba en el club de soldados, me acuerdo, yo hacía la comida. Vendían hamburguesas y toda esa clase de cosas, entonces teníamos un club de soldados, que venían ellos cuando le daban para que descansen. Venían a jugar. Teníamos pelotitas y todo esa clase de cosas y yo hacía las hamburguesas”.  Orrego también realizaba guardias y, pese a sus contradicciones y olvidos, va a dejar algunas cosas en claro. No vio nada, se corrían rumores varios y si antes dijo algo es porque es así, pero que ahora “no se recuerda”. Lo que expresó con mayor nitidez fue el maltrato cotidiano al que eran sometidos de manera natural, como parte del aprendizaje en defensa de la patria. “A nosotros nos maltrataban mal, no nos daban de comer, nos recagaban a trompadas. Nosotros la pasamos mal en el 77 con esa gente”.  En esa misma línea, el ex cocinero de hamburguesas del club de soldados, dijo que a ellos los guardaban: “Cuando venía gente o algo por el estilo a nosotros nos guardaban, éramos 300 soldados y ellos no dejaban salir a ninguno. Ellos no sé qué hacían afuera, nosotros no preguntábamos nada, teníamos mucho miedo, porque no se preguntaba, no podíamos hablar ni nada por el estilo. Eso nos prohibían, era muy jodido, pero no sabíamos nada”. No era la primera vez en la jornada que hablaba de cómo los encerraban. Apenas el Presidente del Tribunal le mencionó el nombre de los acusados y de las víctimas, se apresuró: “No recuerdo los nombres que usted me da y segundo, que jamás de los jamás, mejor dicho, siempre nos tenían guardados dentro de la Compañía de Servicios”.  Las precisiones que requiere un testimonio de esta naturaleza chocan de frente con diálogos como el siguiente:  —¿Recuerda qué aviones había en la pista? —preguntó el fiscal. —No, aviones no he visto. He visto helicópteros y Hércules. —¿Y el Hércules qué es? —El Hércules es

🪑Declaran👇 Los ex conscriptos Osvaldo Oscar Orrego, Pedro Jorge Trejo y Arturo Roberto Degregorio 📺 Canal de Youtube de La Retaguardia👇🏽 https://youtu.be/Crf28q35Vho 📺 Página web de La Retaguardia 👇🏽 https://bit.ly/2LHsYpK 📺 El Diario del Juicio👇🏽 https://bit.ly/3qaoirM ✅ Seguí los juicios por crímenes de lesa humanidad en La Retaguardia

      Juan José Magrino, Juan Alberto Mac Cormick y Marcos Zamudio, los tres ex colimbas que declararon en esta audiencia, aportaron valiosos datos para probar el mecanismo de asesinatos y desapariciones forzadas a través de los Vuelos de la muerte. Recordaron el hallazgo de objetos personales como zapatos o relojes, gritos, olores y comentarios. 📽️ Transmisión en vivo: Diego Adur/Fernando Tebele 🎧 Edición de audios: Paulo Giacobbe ✍️Textos: Agustina Sandoval Lerner/Valentina Maccarone/Noelia Laudisi De Sa 💻 Edición: Fernando Tebele   Testimonio de Juan Alberto Mac Cormick  1- Guardias y camiones 👇  DESCARGAR —Fiscal Gabriela Sosti: Las preguntas que le voy a hacer se centran, precisamente, en el tiempo que usted cumplió el servicio militar en Campo de Mayo. Para ubicarnos, le voy a pedir que nos diga cuál fue el período en el que hizo la conscripción y exactamente dónde y cuáles fueron sus funciones. A partir de ahí, yo voy a empezar a hacerle las preguntas.—Mac Cormikk: Yo ingresé el 28 de marzo del ’77 y salí en mayo del ’78. —GS: Bien. ¿Y a dónde fue asignado?—MC: ¿Cómo?—GS: Ah, no. Perdón. Le preguntaba, ¿a dónde fue asignado?—MC: Al Batallón de Aviación de Ejército 601, Campo de Mayo.—GS: ¿Y en qué compañía, recuerda?—MC: Compañía “Servicio”.—GS: Bien. ¿Y recuerda cuáles eran las funciones que tenía usted?—MC: Yo era talabartero, porque cada uno tenía un oficio y lo destinaban a donde lo necesitaban, ¿no?—GS: Bien. Y además de las tareas como talabartero, ¿cumplió alguna otra?— MC: Eh, no. Ninguna. De hacer guardia… Guardia y retén y imaginaria. Yo en todo el Batallón, en donde hubo guardia, estuve apostado, o sea puesto uno, puesto dos, puesto tres, puesto cuatro.—GS: Bien. ¿Hubo alguna oportunidad en los tiempos que usted hizo, las veces que hizo guardia, en que tuviera que pedir autorización para habilitar un ingreso?—MC: Eh, no. No, no. Yo prácticamente, se conocían todos porque no hicimos guardia apenas ingresamos a instruirnos. Después de instrucción, a los dos meses, empezamos a hacer guardia, tres meses. Entonces ya no, ya conocía todo el Batallón.—GS: ¿Recuerda haber hecho alguna guardia en el ingreso al aeródromo?—MC: Sí, muchas veces. Muchas veces, porque destinaban por ahí nos tocaba arriba, que era arriba del aeródromo y nos tocaba abajo.—GS: Bien. Me voy a centrar en ese puesto, entonces. ¿Quiénes ingresaban habitualmente al aeródromo?—MC: Bueno ahí, le explico, ingresaban todo… Ahí en ese momento estaba Videla de presidente, bueno él ingresaba por ese lado. Porque vivía ahí adentro de Campo de Mayo, que estaba autorizado a entrar y después entraban todos oficiales y suboficiales, o soldados, que yo conocía. Todos referentes al Batallón.—GS: ¿En alguna oportunidad tuvo que habilitarle el ingreso a camiones?—MC: Eh, sí. Sí, ya venía el Mayor o el Teniente Coronel y daba órdenes que abran la barrera y venían camiones. Venían camiones de carne… Camiones de carne. Venían cuatro o cinco y después venían tres, después venían dos hasta lo último que llevaban uno, y venían custodiados por un peugeot 504, de distintos colores, venía un camión; o sea, venían dos autos, un camión, dos autos, un camión, dos autos, un camión, dos autos. Cuando venían hasta cuatro o cinco camiones, yo no lo vi los cinco, pero vi cuatro camiones. Pero compañeros vieron cinco camiones que vinieron, de carne. Y nosotros no podíamos pararlo porque abríamos las barreras, porque teníamos orden de abrir las barreras, y entraban.—GS: Bien. Le voy a preguntar, precisamente, por esto. ¿En cuántas oportunidades, usted estaba haciendo guardia, que vio ingresar este tipo de camiones?—MC: Y como tres, cuatro veces ya.—GS: Bien. ¿Recuerda, aproximadamente, en qué horario hacía esta guardia?—MC: Era a la tarde, no sé el horario porque no tenía reloj, pero eran a partir de las cinco de la tarde, más o menos, seis, siete porque era en verano y oscurece tarde. Siempre a la tarde, o sea, en invierno y verano.—GS: Claro. Y usted, los ingresos a los que hace referencia, ¿eran en invierno o en verano? ¿Eran todos en verano?—MC: Eh, no. En parte, en invierno también. No estoy muy seguro si era invierno y verano pero en primavera porque los días, las tardes, se oscurecían más tarde.—GS: Mac Cormick, descríbame a los camiones, físicamente. ¿Qué color tenían, qué tamaño tenían?—MC: Ay, colores… Y los colores ya no me acuerdo, eran a veces color rojo, azules, todos Mercedes 1114, pero todos de carnicero; tenían caja térmica y distintos colores pero no me acuerdo exactamente los colores, yo vi azul, rojo, blanco, esos los que vi y el otro no me acuerdo. Pero, mayormente, los coches sí me acuerdo que eran de distintos colores, de todos colores.GS: ¿Algunos de los vehículos tenía alguna identificación? ¿O eran todos vehículos de civiles?—MC: Eh, no. Tenían creo que patente, yo no recuerdo eso. No miré, no presté atención a eso. Pero en ese momento bajaban gente que llevaba bombacha, borceguíes y chaqueta.—GS: Ajá. ¿De dónde bajaban esas personas?—MC: De los coches. Los camiones yo no lo vi, era un hombre que manejaba y no los vi yo, no los podía ver, porque venía a la distancia y yo tenía que abrir la barrera y que pasaban todos. Los camiones pasaban, los coches no.—GS: Perfecto.—MC: Y después bajaban todos, bajaban todos de azul con borceguíes, bombacha y chaqueta media azulada, una tipo celeste.—GS: ¿Puede identificar la fuerza a la que correspondía ese uniforme?—MC: Me parece que era de la policía, me parece. Porque la policía usaba, en un momento usó ese uniforme.—GS: Bien. 2- Turbinas👇  DESCARGAR —Fiscal Gabriela Sosti: Usted cuando ellos pasan por la barrera, ¿qué es lo que vio usted a partir de ahí, hacía dónde se dirigían?—Mac Cormick: Y doblaban a la izquierda porque a la derecha estaban los bomberos, como es todo campo, doblaban a la izquierda y ya se empezaba a hacer medio oscuro y ahí yo no sabía nada, el avión prendía las turbinas y no se escuchaba nada. Yo no me podía, yo estaba en un puesto que no lo podía ver cuando ingresaban

Los ex colimbas Gerardo Alberto Crifasi, Mario Omar Céspedes, José Luis Denis, aportaron, entre olvidos y contradicciones, algunas piezas más en el rompecabezas que sigue tomando forma: cómo era la operatoria de los Vuelos de la muerte.  📽️ Transmisión en vivo: Diego Adur/Fernando Tebele 🎧 Edición de audios: Paulo Giacobbe ✍️Textos: Paulo Giacobbe/Agustina Sandoval Lerner/Valentina Maccarone/Noelia Laudisi De Sa 💻 Edición: Fernando Tebele La audiencia comenzó con sorpresas: —¿Ignacio Beltrán está con alguno o alguna? —preguntó a la sala virtual el Presidente del Tribunal , Walter Venditti, mientras revisaba la lista de concurrentes y pensaba quien podía ser ese sujeto.  Luego de unos interminables segundos de silencio intervino Eduardo San Emeterio, uno de los abogados defensores de los imputados: “El doctor…  ehh… Ignacio, es un…  ahijado mío del Colegio Público de Abogados, le pediría que lo habilite y lo ponga en público porque está…  (inaudible) conmigo, una especie de alumno mío, es un ahijado, para la tesis —esa última palabra pudo haber sido otra—. Si el Presidente lo autoriza. En las pantallas partidas de la sala virtual las caras fueron trocando entre asombro, incredulidad, desinterés y cansancio. La respuesta de Walter Venditti fue inmediata:  —Aguárdeme un instante, Doctor, en principio no, primero vamos a lo primero. Si están todas las partes saludo a todos y a todas —y continuó con la presentación de rigor que corresponde a un juicio.  Pidió información al secretario sobre los concurrentes a la sala y los que esperaban ingresar sin autorización. Le informaron sobre la presencia de todas las partes, que Gerardo Crifasi, el primer testigo de la jornada, estaba esperando para ingresar y sobre la particularidad de Beltrán, suscitada al comienzo. Entonces, Venditti volvió a hablarle al defensor de los imputados:  —Doctor San Emeterio, ¿cómo es el tema? Nos puede decir, por favor. —Sí. Yo soy… estoy en el Colegio Público de Abogados de Capital Federal como padrino de abogados que se recibieron, nóveles abogados. Este colega, este abogado, está siguiéndome o está viendo, iniciando los juicios porque está interesado en practicar el derecho penal, por eso pedí que lo pusieran en el público, nada más.  —Bien, está bien. No sabía que era letrado —contestó Veditti, y aceptó la presencia del ahora Doctor Beltrán, siempre y cuando no hubiera oposición de las partes y con la imposición de que no interviniera en la audiencia, bajo ningún aspecto. También pidió que se presente por escrito el tomo y folio del ahijado de San Emeterio. —Desde ya le dije que no hablara, que no interviniera para nada.  —Lo tiene prohibido básicamente.  Cerrada esa cuestión inicial comenzó la audiencia. Pero sin el doctor Beltrán porque se había desconectado. El presidente del tribunal, en un suspiro, pidió olvidarse de Ignacio Beltrán.  Así fue que Gerardo Crifasi pudo comenzar su declaración en carácter de testigo, pues había cumplido el Servicio Militar Obligatorio “en el Batallón de Aviación del Ejército 601 de Campo de Mayo entre marzo del ’77 y mayo del ’78”, según dijo. Pero apenas unos minutos después de comenzado el interrogatorio, Venditti tuvo que interrumpirlo:  —Hay alguna cuestión que desconozco cuál, que tiene que ver con un tema de seguridad.  Pasaron entonces a cuarto intermedio, breve. A partir de ahí continuó, sin mayores sobresaltos aunque con algunas contradicciones, el testimonio de Crifasi. 1- La torre  DESCARGAR —Fiscal García Berro: En primer término quisiera que le indique al tribunal dónde y cuándo cumplió el Servicio Militar. —Crifasi: Fue en el Batallón de Aviación del Ejército 601 de Campo de Mayo, en marzo del ’77. Y fui dado de baja en mayo del ’78.  —GB: ¿Recuerda el lugar donde prestaba servicio en ese Batallón? —C: Sí, era la compañía de servicios en la sección apoyo de vuelo, y en la sección cumplía guardias periódicas en la torre de vuelo. —GB: ¿Nos puede indicar si cuando cumplía funciones de guardia en la torre de vuelo estaba permanentemente en el lugar? —C: Sí, era durante siete días que permanecía en ese lugar —GB: O sea ¿no se movía de lugar? ¿incluso dormía allí?  —C: Sí, dormíamos allí. Era la semana, o sea una guardia semanal. —GB: ¿Recuerda cuántas personas estaban asignadas a esta guardia en ese lugar? —C: Soldados de guardia éramos dos.  —GB: Me refiero a cuantas personas eran las que hacían guardia en ese lugar. —C: En simultáneo éramos dos. Entiendo que éramos ocho o diez, porque eran turnos que se llevaban de a dos personas durante una semana y así iban rotando. Según lo que recuerdo éramos cuatro grupos, quizás eran cinco, no recuerdo bien. Pero éramos de a dos soldados cuatro o cinco grupos —GB: ¿Recuerda a alguno de sus compañeros? —C: Nombres he perdido un montón. Pero Bravo, Castaño, Roldan…  —GB: ¿Ud. recuerda cómo era esa torre de vuelo?  —C: Sí, creo que tenía tres pisos, era una típica torre, pequeña, no era algo gigante. Una planta baja de sección, una escalera que conducía a un primer piso donde estábamos los soldados de guardia y que era donde estaba toda la aparatología electrónica: el tablero y un escritorio donde teníamos una radio de onda corta donde recibíamos los partes meteorológicos. Ahí pasábamos la guardia. Teníamos la posibilidad de ir a dormir a la noche a un cuartel cercano que no era el nuestro, pero preferíamos dormir ahí mismo, en el mismo lugar. Estábamos más cómodos, y estábamos bien solos.  —GB: ¿Cuál era el cuartel de guardia que estaba cercano que podían utilizar para dormir? —C: Eran los cuarteles entre los hangares de helicópteros y aviones. Al lado, no era algo distante, era caminar cien metros. Pero preferíamos dormir en la misma torre porque si nos daban esa opción bueno estábamos más cómodos, teníamos la comida ahí, teníamos baño, era un lugar agradable.  —GB:¿Quiénes eran, además de los soldados que estaban de guardia, las personas suboficiales u oficiales que se desempeñaban en ese lugar? —C: En la torre de vuelo, los soldados cumplimos una guardia semanal. Mientras los suboficiales, que eran los operadores de la torre de

El TOFC Nº2 de San Martín dispuso la medida cautelar con la intención de conservar las posibles pruebas que pudieran hallarse en los aviones Fiat G-222 y Twin Otter que se encuentran todavía en el Batallón de Aviación 601 del Ejército en Campo de Mayo, según se constató en la visita ocular del lunes. También ordenó demarcar una cabecera de la pista de aterrizaje en la que un testigo aseguró que levantaban ampollas de la droga que se usaba para adormecer a las víctimas de los vuelos. El EAAF peritará ese lugar.  (Por La Retaguardia/El Diario del Juicio*)  📷 Fotos: Gustavo Molfino/La Retaguardia 💻 Texto: Paulo Giacobbe ✍️ Edición: Fernando Tebele Los campos de concentración y exterminio de la dictadura militar cívico eclesiástica empresarial todavía son prueba del plan genocida a fines del 2020. Después de la última inspección ocular realizada en Campo de Mayo, en el marco del juicio a cargo del Tribunal Oral Federal Nº2 de San Martín, se constató que los aviones de los vuelos de la muerte estaban en el lugar de donde despegaron y aterrizaron. El Tribunal presidido por Walter Venditti, junto a Esteban Rodríguez Eggers, Eduardo Farah y Matías Mancini (como cuarto juez que se sumará cuando Farah vuelva a ser camarista), actuó a pedido del Fiscal General Marcelo García Berro y ordenó al “Sr. Jefe del Estado Mayor General del Ejército, General de Brigada Agustín Humberto Cejas, que adopte los recaudos necesarios para que no se modifique el estado actual ni la situación jurídica de los aviones: Twin Otter matrícula AE-106 y Fiat G-222 matrículas AE-260, AE261 y AE-262”. Al Ministerio de Defensa se le requirió “que obtenga del Ejército Argentino y remita al tribunal, en forma urgente” el historial de vuelo y mantenimiento.     La medida fue confirmada por la Dra. Mercedes Soiza Reilly, quien trabaja en el equipo de García Berro. Lo hizo durante su columna en el programa radial Oral y Público de La Retaguardia: “Se acaba de disponer una medida cautelar por parte del tribunal. Lo notificaron hoy y enviaron esa comunicación al Ministerio de Defensa”, anunció Soiza Reilly. La justicia había realizado una inspección ocular en 2012. El militar que había oficiado de guía hace 8 años ya había indicado “que los aviones iban a ser vendidos a Italia”, contó Soiza Reilly. La venta fue frenada aquella vez por una medida cautelar. Pero la noticia de que tres de los aviones Fiat G-222 permanecían en el lugar se tuvo el año pasado: “Lo que ocurrió el año pasado, fue que el EAAF se acercó al lugar y Maco Somigliana ve los tres aviones Fiat y los fotografían. Por eso el pedido que realizamos para que se inspeccionaran”, dijo Soiza Reilly. Otro integrante del EAAF, Marcelo Castillo, quien declaró en la audiencia anterior, fue el encargado de anunciarlo en el juicio. El fiscal García Berro pidió también que se secuestren “las planillas de vuelos. Ese es otro dato que no teníamos y que nos va a servir por las fechas para hacer un trabajo más exhaustivo como el que ya hicimos en ESMA”, agregó Soiza Reilly en referencia a su actuación como fiscal en ESMA III. De acuerdo a lo informado por el Coronel Bennardi durante la recorrida del lunes, el Twin Otter estuvo en funcionamiento desde 1976 a 1983. Los aviones estaban en el sector del aeródromo y la justicia pidió su preservación por tratarse “de prueba que podría estar vinculada directamente con la comisión de los delitos allí ventilados”.  A pedido del abogado querellante, Pablo Llonto, se realizará a cargo del Equipo Argentino de Antropología Forense “la excavación del triángulo de pasto que se forma en la intersección de la cabecera norte de la pista de despegue y aterrizaje con la de corretaje de aeródromo en la búsqueda de las ampollas que el testigo Escobar Fernández dijo haber observado en ese sector”. En el momento de los hechos, Escobar cumplía  el Servicio Militar Obligatorio en Campo de Mayo, era CoLimBa, y en ese sector vio montañitas de ampollas de Ketalar, una de las drogas que usaban para adormecer personas antes de trasladarlas en los vuelos de exterminio.  Durante la visita, el Coronel Bennardi le había comentado a los jueces que los aviones estaban por ser subastados. Esta decisión del tribunal deja sin efecto cualquier movimiento u operación con esos aviones, que esta vez, puede esperarse, serán peritados en búsqueda de pruebas. *Este diario del juicio por los Vuelos de la Muerte de Campo de Mayo, es una herramienta de difusión llevada adelante por  La Retaguardia,  medio alternativo, comunitario y popular, junto a comunicadores/as independientes. Tiene la finalidad de difundir esta instancia de justicia que tanto ha costado conseguir. Agradecemos todo tipo de difusión y reenvío, de modo totalmente libre, citando la fuente. Seguinos diariamente en https://vueloscampodemayo.blogspot.com/

Los Fiat G-222 y los Twin Otter que se utilizaron en los vuelos de la muerte desde Campo de Mayo todavía permanecen en el Batallón de Aviación 601 del Ejército. Nunca fueron preservados ni peritados por la justicia. En el marco de la visita ocular del juicio, La Retaguardia pudo verlos y registrarlos en fotos y videos. Además de los jueces y el resto de las partes, participó uno de los acusados de haber piloteado los aviones: Delsis Malacalza. También estuvieron presentes tres testigos: Raúl Escobar Fernández, un ex colimba que aportó su valioso testimonio; Marcelo Castillo, del EAAF; y Rodolfo Novillo, el hermano de Rosa Eugenia Novillo Corvalán, una de las cuatro víctimas por las que se realiza el juicio. Acompañó Mariana Maurer por el Ministerio de Defensa.  (Por La Retaguardia/El Diario del Juicio*)  📷 Fotos: Gustavo Molfino/La Retaguardia 📽️ Transmisión en vivo: Fernando Tebele/Diego Adur 💻 Textos: Fernando Tebele ✍️ Edición: Fernando Tebele/María Eugenia Otero ☝ El recorrido para llegar a los aviones Fíat G-222, que permanecen abandonados, sin custodia judicial que permita preservarlos como posibles elementos de prueba. Dialogamos con Rodolfo Novillo, hermano de una de las víctimas de los vuelos, Rosa Eugenia Novillo Corvalán. El fiscal Marcelo García Berro evaluó la visita al finalizar. ☝ Desde el interior del avión, una ventana circular remite necesariamente a las preguntas que las familias tienen sobre sus desaparecidos/as, ¿miraría por la ventana? ¿Estaría totalmente adormecido por el Ketalar? Preguntas crueles que permanecen sin respuestas. 📷 Gustavo Molfino/La Retaguardia☝ Los controles de la cabina del Fiat G-222 patente E-261, que fue utilizado según los registros en vuelos de la muerte. Permanece enterrado en un pastizal junto a otros dos aparatos del mismo modelo. “Este avión estuvo en Malvinas al comando de alguien que está aquí”, dijo el oficial Bennardi, a cargo de guiar a la comitiva. “¿Usted?”, le preguntó el presidente del tribunal, Walter Venditti. “No, el señor Malacalza”, respondió el militar, en referencia al imputado que estuvo presente durante la visita, pero que no estaba allí en ese momento. 📷 Gustavo Molfino/La Retaguardia ☝ Dentro de la nave el estado de abandono por el paso del tiempo es notable. El juez Venditti dialoga con Marcelo Castillo, el integrante del EAAF que también guió la visita y contó cómo fueron los trabajos realizados por el Equipo Argentino de Antropología Forense entre la zona de lo que fue el Centro Clandestino de Detención Tortura y Exterminio El Campito y el aeródromo del Batallón. 📷 Gustavo Molfino/La Retaguardia ☝ El abogado de las familias querellantes, Pablo Llonto, y la integrante del equipo de la fiscalía, Mercedes Soiza Reilly, intercambian impresiones en medio de la escena dantesca. Lo que ayer fue escenario del camino a la muerte, hoy es señal del abandono, que quizá no sea inocente si se analiza que la gigantesca guarnición de Campo de Mayo, una de las mayores sedes del genocidio en todo el país, permanece en manos de la fuerza que perpetró allí el Terrorismo de Estado. 📷 Gustavo Molfino/La Retaguardia ☝ “Este avión podía abrir sus puertas en vuelo y tenía capacidad para 36 paracaidistas”, explicó Bennardi ante la pregunta de las abogadas y abogados. Un largo silencio se sostuvo después.  Gustavo Molfino/La Retaguardia ☝ Una de las pistas del aeródromo.desde la que, coinciden varios de los ex conscriptos testigos que pasaron por el juicio, despegaban los “Vuelos fantasmas”, como solían decirles. La larga caminata por toda la pista se realizó mientras los jueces Venditti, Eduardo Farah y Matías Mancini (en realidad es cuarto juez en este proceso pero remplazó a Esteban Rodríguez Eggers) iban consultando al oficial Bennardi y al testigo Escobar Rodríguez. 📷 Gustavo Molfino/La Retaguardia ☝ El ex colimba Raúl Escobar Fernández (con las manos abiertas, en el centro), señala el lugar en el que asegura que él y sus compañeros levantaban grandes cantidades de ampollas de Ketalar, la droga que se utilizaba para adormecer a las personas secuestradas que luego serían arrojadas al río o al mar. 📷 Gustavo Molfino/La Retaguardia ☝ Con camisa Lila, el imputado Delsis Malacalza, quien está acusado de pilotear los vuelos de la muerte, en un cruce de miradas con la cámara fotográfica. Malacalza también le da nombre al expediente de este proceso judicial. 📷 Gustavo Molfino/La Retaguardia ☝ En una de las construcciones del aeródromo puede verse esta chapa conmemorativa del “Primer cruce del Atlántico por una aeronave G-222 del Ejército Argentino en 1977”. La aportó el Teniente Coronel Delsis Malacalza. La fecha prueba que los aviones ya estaban en el país.  📷 Gustavo Molfino/La Retaguardia ☝ En ese mismo lugar, una obra del artista Exequiel Martínez, quién parece haber conseguido inspiración en las aeronaves indefectiblemente ligadas a los crímenes del genocidio. 📷 Gustavo Molfino/La Retaguardia ☝ En uno de los hangares, el militar a cargo mostró un avión Twin Otter, de origen canadiense. “¿Se podían abrir las puertas en vuelo?”, le consultaron a Bennardi. “No, en esta aeronave no se abrían las puertas en vuelo”. Los abogados defensores se anotaban un punto: si no se abrían las puertas, no se arrojaban personas. Hasta que Soiza Reilly preguntó: “¿Y se podía volar sin puertas?”. “Ah, sí, podían sacarse las puertas antes de despegar y volar de esa manera”. La integrante del equipo de la fiscalía estuvo a cargo del Ministerio Público Fiscal cuando se juzgaron los Vuelos de la muerte en la ESMA. Su experiencia quedó en evidencia en ese instante. 📷 Gustavo Molfino/La Retaguardia ☝ Una de las torres de guardia desde la que varios testigos ex colimbas aseguran que veían la pista desde la que despegaban los vuelos. Los defensores sostienen que es imposible porque la pista queda detrás de la gran construcción blanca. Las partes acusadoras señalan que esas construcciones son posteriores a la fecha de los hechos que se juzgan en este juicio. 📷 Gustavo Molfino/La Retaguardia ☝ Además de Malacalza asistió a la visita ocular el hijo del imputado Luis del Valle Arce, de saco azul. Algunos pensaron que se trataba del imputado Eduardo Lance, lo que generó confusión: finalmente era el hijo de uno de

Declaró Marcelo Castillo, integrante del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAFF) 📽️ Transmisión en vivo: Diego Adur/Fernando Tebele 🎧 Edición de audios: Paulo Giacobbe 💻 Textos: Agustina Sandoval Lerner/Valentina Maccarone/Noelia Laudisi De Sa ✍️ Edición: Fernando Tebele 👉 Marcelo Castillo es parte del EAAF. No recuerda la cantidad de veces que fue a Campo de Mayo. Tampoco el número de reuniones que mantuvo con Juan Carlos Scarpati. Cacho, como le decían, fue un sobreviviente de Campo de Mayo, que logró fugarse de sus captores cinco meses después haber llegado casi moribundo después del secuestro. Castillo también valoró, emocionado, el aporte de Francisco Madariaga, quien como nieto apropiado por un militar, era llevado de niño a Campo de Mayo. Madariaga falleció hace pocos meses.  DESCARGAR —Fiscal García Berro: Para quienes ya hemos tenido, digamos, juicios relativos a la represión en Campo de Mayo, el apellido Scarpati desde luego sabemos perfectamente quien es, pero en definitiva quisiera que nos digas un poco quién era Scarpati porque por lo menos, por lo que yo entendí, vos tuviste contacto con él. —Marcelo Castillo: A fines de 2005 me llama la abuela Raquel Marizcurrena, de Abuelas de Plaza de Mayo, quería tener una reunión conmigo y otras personas de Abuelas. Ya en ese momento, 2005, se venía trabajando en algunos centros clandestinos, entonces me llama a esa reunión y estaba la tía abuela Alba Lanzillotto, que era secretaria en ese momento de Abuelas de Plaza de Mayo, estaba buscando el destino de su sobrino, que había testimonio del nacimiento en Campo de Mayo. Bueno, la abuela Raquel, que tiene a su hijo y nuera y desaparecida estando embarazada, y Abel Madariaga, que tiene a su compañera desaparecida y en ese momento estaba buscando a su hijo y que había testimonio, también, de nacimiento en Campo de Mayo y me piden si por favor, y si me interesaba y podía colaborar en la investigación sobre Campo de Mayo porque el testigo más importante que había aportado información a Abuelas estaba con una enfermedad terminal y quería quedar consolidado todo el trabajo. Bueno, ahí me ponen en contacto, justo también entré al Equipo de Antropología Forense en ese momento y me ponen en contacto con Scarpati. Scarpati es un personaje muy interesante para mí en lo humano y en el trabajo. Primero tuvimos una reunión de entrada en confianza y bueno, después que entramos en confianza los dos hicimos una serie de entrevistas trabajando sobre su testimonio que, para los que no lo conocen. Él ingresa herido, moribundo a Campo de Mayo, de nueve balazos, y él es curado por la que era la compañera de Abel Madariaga, Silvia Quintela, y Yoli, otra enfermera que eran de la organización Montoneros en zona norte, ambas están desaparecidas y él cuenta en el año ’79, en un testimonio en España después que logra fugarse de otro lugar de detención porque a él lo llevan a otro lugar y de ahí escapa. En España declara y aporta los primeros testimonios que conocemos, incluso el primer plano, ese que mostró.  partir de ahí con Scarpati, durante dos años, en un momento que él podía nos juntábamos a trabajar sobre el testimonio de él, ir precisando y bueno, como con tener algún momento, un mes antes de que él falleciera él estaba en el Hotel Castelar en un acto político de su organización, la 26 de Julio. Yo me entero, entonces me acerco a verlo y bueno, él estaba bastante mal ese día, le pido a otra persona si no había problema en acercarme y le muestro la foto del año ’74.  Él se pone muy contento y me dice, lo voy a decir como lo dijo él porque sería faltarle el respeto a su personalidad: “viste boludo, está todo lo que yo te dije. Qué bueno, ahora van a poder encontrar”. Al mes fallece y lamentablemente él no pudo ver las excavaciones que, gracias a su testimonio, que es el más acabado sobre El Campito, en su intento de fuga lo que hizo fue estar destabicado, como decía él, en el lugar, y reconstruir todas las instalaciones de El Campito y en base a eso, a su trabajo, pudimos llevar adelante después lo que fue la excavación. Y también tuve la posibilidad y aprovecho y lo digo ahora, de trabajar con Francisco (Madariaga, fallecido hace pocos meses). Francisco es el nieto… Me voy a emocionar un poco… Perdón. Francisco es uno de los nietos que buscaba Abuelas, el hijo de Abel. El testimonio del nacimiento de él lo teníamos por Scarpati. Francisco aparece en la búsqueda de Abuelas en febrero del 2010, falleció hace dos meses y de alguna manera este trabajo los encuentra digamos, porque yo con Francisco trabajé muchos años también su experiencia de niño en Campo de Mayo, porque el apropiador que lo crió bajo una identidad falsa y una historia falsa, lo llevaba a jugar a Campo de Mayo, entonces la mirada de él también me permitió entender y comprender otros usos y otras dimensiones espaciales, territoriales y de sentido. Campo de Mayo tiene la particularidad también, depende la época y los testimonios, de que hay olores, por los hornos. Eso en la zona es muy fuerte en algunos testimonios vinculados al penal. El ruido del tren, depende del viento, de las autopistas cercanas; es más fuerte el de la Ruta 8, depende también del viento. Y bueno, la dimensión de Francisco, de un niño jugando en ese lugar, también permitió entender otras dimensiones que a veces uno tiene en cuenta y que también vienen a completar y nos permite entender un poco esto.  —F: ¿Vos podes recordar cuánto tiempo estuvo Scarpati en el lugar? —C: No me acuerdo, justo ahora, la precisión pero estuvo varios meses. Tuvo un proceso de recuperación y después estuvo un tiempo, no me acuerdo ahora justo en este momento.  —F: Bien. —C: Está documentado igual.  —F: Sí, sí. Pero si estuvo varios meses. —C: Sí, estuvo mucho tiempo. Después lo llevan a marcar una casa