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El periodista Patricio Eleisegui, en su columna mensual en el programa A mí no me importa de Radio La Retaguardia, habló acerca de los proyectos de extracción de litio en Argentina, como una forma más del modelo extractivista. Además, contó algunas de las consecuencias ambientales que tienen este tipo de prácticas en nuestro país y evidenció las responsabilidades políticas que conlleva su aplicación. (Por La Retaguardia) 🎤 Entrevista: Pedro Ramírez Otero ✍️ Redacción: Julián Bouvier 💻 Edición: Diego Adur Los métodos de extracción de litio, llamado también “oro blanco”, que se utilizan en nuestro país son altamente nocivos y contaminantes para toda la región. El periodista especializado en medioambiente, Patricio Eleisegui manifestó que Bolivia, Argentina y Chile, reúnen hoy más del 70% de las reservas mundiales de este metal, que se utiliza básicamente para toda la tecnología que empleamos a diario: celulares, computadoras, tablets y demás. “Es importante remarcar, ante el discurso del ‘vos te quejas de eso, pero estás usando celular’, que alrededor del 20, 30% de litio que se extrae se utiliza para la electrónica hogareña. Todo lo demás, el 70, 80% va a parar a BMW, a Audi, a las grandes compañías automotrices que están generando el ‘auto verde’ para el primer mundo, a costa de destruir el tercer mundo, como pasa siempre. Es decir, estamos hablando de un problema muy grande porque esta es una industria que está depredando estos recursos, mucho más que en los casos de las tecnologías hogareñas”, explicó el autor de los libros Envenenados y AgroTóxico.  El periodista explicó cuáles son las dos variedades principales de extracción de litio: “Primero, está el litio de roca, que es más caro de extraer. En Argentina se encuentra en Córdoba. Y después, está el de salares, que para las mineras es más fácil y barato de extraer”, informó. “Argentina, Bolivia y Chile tienen mucho litio sobre todo en la zona de los salares de la Puna, y ahí es donde se está llevando a cabo este desastre, amparado en la lejanía de los territorios, con provincias permeables y cómplices de las acciones de estas empresas. Son territorios habitados por pueblos originarios, que como sabemos, nunca son respetados”, contextualizó.  Sobre la “sustentabilidad” del litio, Eleisegui aseguró que este concepto es uno de los más viciados de la última década: “Hoy decir que algo es sustentable está lejano a bajar el uso de los recursos, de no utilizarlos cuando no sean necesarios y reemplazarlos por otros menos dañinos. En el caso del litio, es el elegido por las empresas automotrices y por las grandes industrias de la tecnología como el reemplazo de los combustibles fósiles. Están viendo que la tendencia va para ese lado y obviamente no quieren perder el mercado. Entonces son los grandes consumidores de este litio, que se utiliza en gran medida de forma experimental”, aseguró. Y agregó: “Hay un científico del Conicet, Germán Lener, que viene investigando sobre este tema y explica cómo en Europa (donde trabajó) hacen pruebas mínimas de laboratorio con litio de Argentina, porque les es un producto barato, sin tener en cuenta del desastre que se genera al recurrir a ese material. Entonces promueven autos, que no sabemos si algún día llegarán a nuestro país, desde una promesa enarbolada por las gestiones de gobierno, lo cual lo hace más preocupante aún. Tenemos Ministerios que hablan de las bondades del litio, de la ley de electromovilidad para estimular vehículos basados en estas tecnologías. Y de fondo lo que tenemos es infinidad de proyectos que se están instalando en los salares, los que ya están funcionando, una técnica de extracción realmente muy violenta, depredatoria de estos espacios, y al mismo tiempo una salida de recursos sin valor agregado, ni mucho menos. Así que no tiene sustentabilidad económica, financiera, y mucho menos ambiental”, denunció. El periodista especializado en temáticas ambientales aseguró que el peor de todos los modelos de extracción de litio es el que se utiliza en Argentina. “Se bombea el líquido que está debajo de los salares, lo que se le llama ’salmuera’, que incluye litio entre otros minerales. Se coloca en piletas, se va secando hasta generar ese cristal final, que es justamente de litio”. Y expresó: “Si buscan ‘oro cobre’ en Google, se pueden ver en la página oficial del proyecto esas piletas de la Puna donde bombean la salmuera. Este proceso es fatal para toda la zona, para la biodiversidad y para las poblaciones, porque justamente están sacando toda el agua que hay en la región. Y el salar, me comentaba Ariel Slipak (Economista por la Universidad de Buenos Aires) tiene un proceso natural de llenado, que cuando se desocupa, recurre al agua cercana para ocupar ese espacio y volver a llenarse, consumiendo todo el acceso de agua de las comunidades. Entonces quizás estas mineras no están sacando el agua directamente de los pueblos, pero al vaciar el salar, liquida las poblaciones con sus floras y faunas”.  Patricio marcó la diferencia en la extracción de este metal con otros países de la zona: “En Bolivia, por ejemplo, se trabaja de otra manera. Existe cierta protección de los recursos. El mineral del litio está considerado un recurso estratégico, protegido por ley. Hay otras políticas vigentes en el país vecino. Y como acá no, estas empresas se están aprovechando”, razonó. Eleisegui explicó cómo se da el proceso de separación de minerales y cuáles son las consecuencias que puede generar en lo ambiental. “Para generar los cristales de litio, en la separación de minerales se utilizan muchos químicos, como en todos los procesos de minería a gran escala. Esto redunda en un lodo químico que ninguna empresa declara qué es lo que hace con él, asegura Slipak. Y los otros minerales que salen, como Potasio, Boro, no están declarados y no sabemos si quedan ahí como residuo, o si la empresa los está exportando de manera ilegal, como se ha comprobado en otras explotaciones”. Y expresó que “lo que se hace es bestial y en el propio canal de

Lo dijo Juan Pablo Della Villa, integrante de la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Tierra (UTT), en diálogo con el programa radial La Retaguardia. Della Villa habló sobre la inauguración de la Red de Almacenes Sanos en el AMBA, del trabajo que vienen haciendo durante la pandemia, demostrando que el modelo de agroecología es posible en Argentina. (Por La Retaguardia) 🎤 Entrevista: Fernando Tebele/Pedro Ramírez Otero ✍️ Redacción: Agustina Sandoval Lerner 💻 Edición: Fernando Tebele 📷 Fotos: Archivo Natalia Bernades/La Retaguardia —Lanzan desde la UTT una red de alimentos sanos en todo el AMBA, en la Provincia de Buenos Aires y en la Ciudad de Buenos Aires, también, ¿cómo es esta movida?  —Después de muchos años de organización, de lucha, y de proponer y demostrar que nuestro modelo es posible en Argentina, el viernes ocho de julio lanzamos la Red de Almacenes Soberanos que es como una especie de, bueno, valga la redundancia, red entre distintos actores, sean nodos, centros culturales o comerciantes, pequeños pibes, relacionados con el modelo de producción de alimentos que venimos llevando adelante y con más de 80 cooperativas en todo el país, que son las que van a abastecer estos espacios, así que es un paso más en términos de escala en poder seguir llevando más y más vecinos que puedan acceder a los alimentos y que también, esa compra atraccione y motorice todo lo que necesitamos para cambiar el modo de producción de alimentos y distribución. —Uno de los problemas durante muchos años que tenían los emprendimientos de alimentos saludables era la distribución.   —Sí. También está claro que hay un momento de época y ahora es cuando y, digo, hay cierto sector de la sociedad que entendió que el capitalismo no va más. Entonces hay mucha atracción también de las ciudades para que esto suceda y eso permite construir las herramientas necesarias, sea como sea, con mucho ahínco. Sí, la verdad es que, hace muchos años, con mucho laburo y con muchas dificultades, pareciera que hay un Estado y un sector concentrado de la economía empujando para el otro lado. Pero también está muy bueno, en estos momentos de crisis, porque la crisis permite el replanteo de modelo y hay mucha gente poniéndolo en práctica. Eso también, la posibilidad de poner en práctica la discusión y de motorizar, como con la inauguración del viernes en Banfield, va a haber productos de dieciséis provincias de la Argentina, con distintos actores: del trigo, de la leche, de la fruta, de la verdura, de la yerba. Es muy importante motorizar desde la producción de alimentos el desarrollo también y la creación de trabajo de muchas cooperativas y de miles de familias campesinas que todos los días necesitan recuperar un poco de la soberanía que generan incluso, ¿no? El capitalismo no va más —Cuando vos decís que se está poniendo en cuestión el capitalismo, ¿lo decís por las personas que producen o también por quienes se vuelcan a comprar alimentos saludables? —Hay un sistema que crece… Estamos en una lucha muy clara. Parecía que la pandemia permitía profundizar la discusión, después eso se fue apagando y tenemos un gobierno muy… Nosotros todavía no entendemos para dónde patea…, y es necesario construir herramientas concretas y esta es una de ellas y tiene que ver con que miles de productores y productoras van laburando y fortaleciéndose en este proceso de organización y de lograr capacidad y también miles de familias en las ciudades que buscan apoyar eso. —La UTT es un ejemplo muy claro de que pueden constantemente seguir haciendo crecer todos estos lugares de distribución, de comercialización. A la vez, están al frente del Mercado Central, con Nahuel Levaggi y siguen haciendo movidas para visibilizar y seguir alimentando al pueblo. Efectivamente hay pruebas de que la agroecología es un modelo posible, ¿no? —Sí. En Argentina el campo que produce los alimentos no es el que tiene representación ni en la mesa de enlace y hay un campo, éste campo, que produce alimentos todos los días; que son cooperativas yerbateras, lácteas, productores productoras de frutas y verduras, que usan la agroecología como herramienta de transformación del modelo y que también entendemos que es necesario construir la pata gremial y eso venimos haciendo hace muchos años y tiene que ver con poder desconcentrar un poco la producción y la distribución que es uno de los grandes desafíos en Argentina. Estamos atravesando una pandemia histórica, una crisis de salud y en el medio no podemos comprar un kilo de carne porque vale mil pesos. Entonces, necesitamos discutir el modelo y una de las herramientas es la agroecología, otra es el acceso a la tierra, otra es la democratización de los procesos productivos, la ampliación de la cadena de comercialización. Necesitamos diversas políticas públicas o programas que permitan, por un lado, hacer crecer la producción, que ese crecimiento sea planificado y democrático, poder ordenar las exportaciones. Estamos garantizando los alimentos para el mercado interno y necesitamos que esos alimentos sean sanos por una cuestión de salud, por el futuro del medio ambiente de nuestro país que está devastado… Bueno, estamos construyendo muchos ejes y lo del viernes es un paso más en la necesidad de construir todo esto y que hoy se ve reflejado también en producir alimentos desde las cooperativas, desde las pymes, desde los pequeños medianos productores que pueden comercializar en forma directa y eso genera un círculo virtuoso que constantemente nos viene empujando a que esto vaya creciendo y avanzando. —¿Han hecho una evaluación colectiva del paso actual de Nahuel Levaggi como presidente del Mercado Central? —Sí. Nahuel es compañero referente de la UTT, así que sí es la persona que labura en el Mercado Central, pero es nuestro compañero referente en la organización y en el mercado ha estado trabajando mucho, muy fuerte, hay repercusiones para un lado y para el otro. Se está tratando de modificar en términos de claridad, construir consenso y garantizar el abastecimiento de los alimentos para todo el AMBA fuertemente y

La histórica nutricionista, referencia de la lucha por la soberanía alimentaria, pasó por el programa radial Hasta que vuelvan los abrazos, de La Retaguardia y Radio Sur. Habló acerca del crecimiento de la agroecología como alternativa productiva frente al modelo de transgénicos y agrotóxicos y de la necesidad del acceso a la tierra para quienes producen alimentos. También planteó la importancia del derecho a la información “para conocer qué comemos”, en un país donde todavía no hay ley de rotulado frontal de ultraprocesados. Remarcó la urgencia de volver a la cocina y a los alimentos reales, y dejó una reflexión sobre los programas de cocina en la televisión. (Por La Retaguardia) 🎤 Entrevista: Fernando Tebele/Pedro Ramírez Otero ✍️ Redacción: Julián Bouvier 💻 Edición: Pedro Ramírez Otero 🖍️ Ilustración: Archivo Lorenzo Dibiase/La Retaguardia En un país que produce alimentos y tiene una buena parte de su población pasando hambre, el concepto de soberanía alimentaria, según la histórica nutricionista Miryam Kurganoff de Gorban, es “la capacidad de los pueblos de resolver la autosuficiencia alimentaria, de acuerdo a sus condiciones geográficas, económicas, sociales y culturales”. La coordinadora de la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria de la Universidad de Buenos Aires (CaLiSA) explicó que la disponibilidad de alimentos de cada una de las regiones determina también su propia cultura. “Pero este concepto está cada vez más universalizado en función de la importancia que tiene la alimentación. Cuando yo digo que la historia de la alimentación es la historia de la humanidad es porque  atraviesa todos los aspectos de nuestra vida. En los momentos gratos celebramos con comida y en los momentos más pesados también nos aferramos a ella. Es como que levantamos una coraza alrededor nuestro para que lo malo no nos afecte demasiado”, dijo. Gorban se refirió  a la situación de crecimiento del agronegocio en Argentina, en contraposición con la cantidad de información que ahora circula acerca de la agroecología y donde el concepto “Soberanía Alimentaria” es cada vez más conocido por la sociedad. “No solo en nuestro país, el mundo está atravesando una crisis económica y sanitaria que además afecta a los otros aspectos. Y esta crisis tiene un origen: el modelo productivo. En especial el de alimentos que se han convertido en una mercancía y no en un bien que la naturaleza ha puesto a nuestra disposición para crecer y desarrollarnos como seres humanos, omnívoros, además. Somos los únicos animales que producen y elaboran sus alimentos y, a su vez, somos quienes deformamos esa realidad y transformamos todo en un negocio, de especulación y de acumulación de riqueza de unos pocos, en contra de los muchos. Y generando esta desigualdad que hoy vemos. La crisis ha puesto sobre la mesa todo esto”, planteó la nutricionista. “Esto viene desde la colonización. (Cristóbal) Colón vino desde tan lejos, en búsqueda de alimentos. Marco Polo hizo lo mismo. Y si quedaron con la riqueza alimentaria que tiene América”, historizó.  “Desde hace 25 años, de la mano de la Vía Campesina, empezamos a recorrer el camino soberano y fuimos descubriendo que había otra forma de producir a la que hoy tenemos, que es causante de esta situación crítica. En el camino fuimos aprendiendo lo que es la agricultura familiar, quiénes son los productores de los alimentos, cómo lo hacen. Y así nos encontramos con la agroecología, que en realidad es lo que dio origen a la producción en el mundo entero, durante miles y miles de años. Contrario a lo que venimos viendo en las últimas décadas”, continuó la coordinadora de CaLiSA. Además, se refirió a las necesidades básicas de las personas:  “Estamos violando el derecho a la alimentación. La inflación hace que la parte más vulnerable de la sociedad no acceda a alimentos. No tener acceso a alimentos sanos es un problema grande de falta de derechos. Por otro lado, no sabemos lo que comemos, así que también violamos el derecho a la información. Y además, este modelo no tiene en cuenta que somos parte de la naturaleza y tenemos que cuidar el medioambiente. Hace un tiempo eramos ‘los raros’ los que hablábamos de ecología, unos locos que estaban divagando. Y hoy nos damos cuenta que todos los problemas que tenemos se relacionan con el daño a la naturaleza”, dijo.   La industria de los ultraprocesados y sus nutricionistas   La especialista habló acerca del rol de muchos y muchas nutricionistas que pasean por los medios de comunicación recomendando los productos que la industria provee, los ultraprocesados. “Cuando hablamos del modelo productivo también tenemos que hablar de la publicidad, de la propaganda. Tiene que haber un Estado fuerte regulando. Porque nosotros creemos que elegimos lo que está en la góndola y no nos damos cuenta que estamos condicionados por la publicidad, que nos indica qué comer. Sabemos que a la industria lo que le interesa es obtener mayores ganancias, no beneficios para la salud. Ellos piensan en el dinero, nosotros pensamos en la vida y la salud.  Esa es la confrontación que hoy tenemos”, denunció. También hizo hincapié en la relevancia de saber y conocer lo que comemos: “La industria ha logrado los cuasi-alimentos, estos ultraprocesados que pueden llegar a tener olor, sabor, color y forma de lo que dicen ser. Pueden tener olor, sabor, color y forma de frutilla, pero no es una frutilla. Para eso apelan a la industria química, a lo que se llama ‘disruptores endocrinos’, que alteran nuestro metabolismo y que hacen a nuestra problemática sanitaria”, explicó.   La nutricionista festejó la existencia de los movimientos ambientales y agroecológicos que cada día crecen más y toman visibilidad. “Estamos en camino a un cambio de conciencia. Y es fundamental para avanzar en el acceso a la tierra. Esto lo visibiliza cada día la UTT (Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Tierra), verdaderos productores de la tierra, con los verdurazos, los yerbazos. Quienes producen alimentos son ellos, no esos que se hacen llamar ‘los del campo’. Esos producen commodities para la exportación. Eso es negocio, otro tema. No son alimentos”, planteó.  “Hay más de

Carlos Briganti es el principal referente de los colectivos Reciclador Urbano y Acción Huerta Urbana, que funcionan en la Ciudad de Buenos Aires y en algunas zonas del resto del país. A través de la instalación de plantaciones en las veredas o en espacios verdes, buscan demostrar que hay otras formas de producir alimentos y que se puede utilizar el reciclaje para reducir el impacto ambiental. En diálogo con el programa radial A mí no me importa de La Retaguardia, Briganti contó cómo surgieron los colectivos y habló de la importancia de concientizar acerca de las problemáticas medioambientales. (Por La Retaguardia)   🎤 Entrevista: Pedro Ramírez Otero/Julián Bouvier/Pedro Tato ✍️ Redacción: Pedro Ramírez Otero 💻 Edición: Diego Adur 📷 Foto de portada: El Reciclador Urbano Con su mate y termo listos, Carlos Briganti se conecta al Zoom desde la terraza de su PH en Chacarita. Pero no es cualquier terraza. Hace más de 10 años que ese lugar se convirtió en un enorme espacio de producción de alimentos libres de agrotóxicos y una apuesta a la soberanía alimentaria a través de la agroecología. Aunque casi es mediodía, el verde que lo rodea lo protege del sol pleno que hace arder a la Ciudad de Buenos Aires y, por las dudas, también tiene calzado su sombrero de paja. Briganti casi no hará pausas más que para tomar algún mate o indicar cómo enterrar algún plantín a las voluntarias que están trabajando junto a él al momento de la entrevista.  —La Retaguardia: ¿Quién es el Reciclador Urbano?  —Carlos Briganti: Reciclador Urbano es una persona que ha nacido en el campo, en una quinta. Yendo a la escuela ya tenía mi primera huerta. Después, en la década del ‘70, me dediqué en una hectárea y cuarto  a producir verduras y a venderlas en la feria. Tenía una granja con animales. Después hice un impasse y me dediqué a la docencia en plomería. Como digo siempre, la tierra debajo de las uñas nunca se va, siempre relacionado con las plantas. Allá por el 2010 empieza a poblarse la terraza, este espacio que estaba improductivo, de verdes que es lo que yo sabía hacer. Y después se fue transformando en lo que es hoy: un bosque, una selva productiva de alimentos. Flores, polinizadores, frutas, de todo un poco.  —LR: ¿Cómo surgieron los colectivos Reciclador y Acción Huerta Urbana?  —CB: Con el tiempo la gente empezó a visitar, a ver, y a tomar clases. Después se fueron quedando. Y ahí surgió el colectivo de todos los voluntarios viejos. Esto ya estaba abierto a la comunidad, pero empezamos a salir del gueto. Con frutas en la Ciudad, plantando en los espacios verdes, poniendo composteras en las veredas de los barrios. Antes de la pandemia (de Covid-19) empezamos a poner huertas con cubiertas —neumáticos— en las veredas, y hoy tenemos 25 proyectos dentro de CABA. La gente encontró un espacio y entendió que el cambio pasa por la alimentación. Lo que siempre digo: uno se levanta con hambre y se acuesta con hambre. La transformación de lo urbano empieza visibilizando la problemática que tenemos de los pasivos ambientales. Y fue así que se construyó esta huerta (en su terraza): cubiertas de autos, tachos juntados de la calle, todo basureado. Y se transformó en un lindo emprendimiento. Muy grande.  —LR: ¿Cómo se involucran los vecinos, vecinas e integrantes del colectivo?  —CB: Cada uno participa de esta actividad libremente. Sólo junta buena energía: la gente viene cuando tiene ganas de participar. Es un colectivo transformador, activista. Un colectivo que cambia las cosas. Vamos para adelante y hacemos partícipe a todo aquel que quiera huertear, no importa de dónde venga. Lo único que exigimos es empatía. Mientras no ofendas a ninguna persona, acá está abierto para toda la comunidad.  ¿Una huertita no cambia al mundo? El objetivo de los colectivos Reciclador y Acción Huerta Urbana es, además de poblar de plantaciones todos los lugares posibles, concientizar acerca del daño ambiental que generamos como sociedad y hablar sobre modelos de producción que crecen cada año con apoyo del Estado, como la megaminería y la agroindustria. Briganti explicó que la huerta es una excusa para llegar al vecino o vecina común: “Nosotros amigablemente hacemos una huerta, el primer espacio. Y después hablamos de megaminería, de reforma agraria, de tierras fiscales, terrenos improductivos, de los dueños de las semillas, los oligopolios, las formas de producir. Mirá todo lo que hace una huertita”, explicó. Además, recordó una frase que le dijeron una vez: “Pero es una huertita, eso no cambia al mundo”, e inmediatamente respondió con énfasis, como si se lo estuvieran diciendo otra vez: “Lo cambia todo. Porque en una huertita enseñás qué impacto tiene la megaminería, qué es la agroecología, la soberanía alimentaria. Mirá todo lo que se dispara. Nosotros sabemos entrarle a la gente porque somos la gente”, argumentó.  Cebando el último mate que tomará antes de volver a llenarse las manos de tierra, el Reciclador Urbano cerró con una invitación a participar: “Estamos en crecimiento, pero no lo podemos hacer solos: tiene que ser colectivo. Y ese crecimiento colectivo va a empujar a esta exigencia y demanda de espacios productivos”.

La educación ambiental, integral y transversal es ley en todo el territorio argentino desde la madrugada del viernes 14 de mayo, luego de una extensa sesión en el Senado, en la que se aprobó por unanimidad. “Esto es una luz”, dijo Jackeline Ermini, activista socioambiental de Jóvenes por el Clima en Rosario, Santa Fe. En diálogo con el programa radial A mí no me importa, la joven describió lo que significa esta ley en medio de un contexto donde los problemas medioambientales se potencian cada día. (Por La Retaguardia) 🎤 Entrevista: Pedro Ramírez Otero/Julián Bouvier ✍️ Redacción: Catalina Goldszmidt 💻 Edición: Pedro Ramírez Otero 📷 Foto de portada: Archivo Virginia Chaile/La Retaguardia El Proyecto de Ley de Educación Ambiental se aprobó por unanimidad en el Senado, luego de que había logrado la media sanción en marzo en la Cámara de Diputados/as con 215 votos afirmativos, siete votos negativos y 18 abstenciones. “Es una ley de presupuestos mínimos, con lo cual se prevé que la educación ambiental sea obligatoria en todas las jurisdicciones y niveles educativos del país, adaptando el contenido para cada nivel y haciendo hincapié en las problemáticas y realidades de cada territorio en el que se la implementa”, explicó Jackeline Ermini, integrante de Jóvenes por el Clima de Rosario, Santa Fe. Y es que detrás de cada plan de estudios, contó la activista, estará el COFEMA (Consejo Federal de Medio Ambiente) y un consejo consultivo, conformado por pueblos originarios, guardaparques, representantes de organizaciones estudiantiles y socioambientales, y hasta personas de cada región, con el objetivo de aportar información pertinente y hacer un seguimiento de los contenidos que se dan.  Si bien es un logro la aprobación de esta ley, lo que queda por delante es un camino de lucha para exigir que se implemente de forma correspondiente en todos los colegios del país. La activista la comparó  con la Ley de Educación Sexual Integral, que es similar en el modo de aplicación pero no se cumple como debería. “Nuestro mayor miedo es que pase lo mismo que con la ESI, que no se termine implementando, o que se implemente según la voluntad de cada institución y de la forma que quieran”, dijo Ermini. Y mencionó lo que sucede en algunos colegios religiosos del país, donde la ESI es aplicada según creencias o doctrinas de la institución, y planteó que esto es algo que podría repetirse con la Ley de Educación Ambiental, ya que “toca los intereses de un montón de sectores”.  Fue gracias al apoyo de una sociedad cada vez más despierta y a las campañas de organizaciones socioambientales como Jóvenes por el Clima y EcoHouse que esta ley se pudo impulsar. Pero el camino está lleno de barreras que aún quedan derribar, ya que la megaminería y el agronegocio siguen creciendo en todo el país. Una de las problemáticas urgente es la de los humedales que volvieron a arder en la zona de Santa Fe, mientras la Ley de Humedales sigue cajoneada. Ermini se refirió a las campañas que están haciendo desde Jóvenes por el Clima  para que otras leyes que son de importancia para el medioambiente, puedan, efectivamente, salir. “Nosotros venimos impulsando una agenda legislativa, para tratar de sancionar diferentes leyes… En este momento una de las principales leyes y campañas que estamos llevando adelante, que nos parece como una de las más importantes, es la Ley de Humedales”, contó. Este proyecto, que fue presentado el año pasado en Diputados/as pero que hoy en día está “cajoneado”, tiene por objetivo establecer presupuestos mínimos para la conservación, uso racional y sostenible de los humedales en todo el territorio nacional, con el fin de asegurar la integridad de estos espacios que son fundamentales para el ecosistema. “Hoy Rosario está de vuelta inundada de humo”, comenzó a decir la activista sobre su lugar de residencia, desde donde puede ver el humo que llega a la ciudad mientras se sigue postergando la ley. Pero la lucha sigue: “La Ley de Humedales es una ley por la que vamos a seguir trabajando hasta lograrla”, cerró.

La justicia de Gualeguaychú falló a favor de Estela Lemes, docente rural de Entre Ríos, en el reclamo por los efectos de la exposición a agrotóxicos. En diálogo con el programa radial Tengo una idea, Lemes explicó que a partir de esta decisión, la ART deberá indemnizarla y hacerse cargo de su tratamiento, estudios y prácticas de salud necesarias para atender aspectos de la enfermedad que padece, provocada por las fumigaciones. La docente recordó diferentes momentos y logros en estos años de lucha personal y colectiva contra las fumigaciones con agrotóxicos y remarcó la necesidad de continuar con estos reclamos. (Por La Retaguardia) 🎤 Entrevista: Graciela Carballo/Carlos Morchio/Nicolás Rosales ✍️ Redacción: Nicolás Rosales 💻 Edición: Pedro Ramírez Otero —La Retaguardia: ¿Cómo has recibido esta buena noticia? —Estela Lemes: Después de tantos años de espera, sabía que en algún momento iba a llegar, y cuando llegó me sorprendió. Todavía me dura la sorpresa. Sé que es algo no muy común y que va a sentar precedentes. Eso me mantiene a la expectativa a ver qué pasa.  —LR: ¿Qué otros detalles nos podés agregar del fallo? —EL: Ellos le indicaron a la ART que se tiene que hacer cargo de mi tratamiento, de estudios que yo necesite, de cualquier práctica y medicación que tenga que ver con mi enfermedad por estar expuesta a los agrotóxicos.  —LR: Para recordar, ¿cuál es tu enfermedad y cómo fue que la contrajiste? —EL: Yo tengo ya hace muchos años una enfermedad producida por exposición a los agrotóxicos, es una neuropatía aguda. Esta enfermedad le quita la tonicidad a los músculos, atrofiándolos de a poco. Se siente mucho dolor. Me ayudo con medicación, me afectó sobre todo en mi brazo derecho y en mi pierna del mismo lado. También, en algunos momentos tengo dificultad para respirar. Me agito mucho cuando hablo demasiado, cuando camino, y pierdo el equilibrio. El fallo, cabe aclarar, sale por un daño dermatológico, no reconocen la neuropatía. Sobre esto último es lo que tengo que seguir trabajando para que me permitan hacer unos análisis nuevos y que pueda hacer el tratamiento que realmente requiero. La única perito mujer, después de hacerme muchos estudios haciéndome ir cuatro o cinco veces a su consultorio, descubrió además que tengo un síndrome químico múltiple producto de haber estado expuesta a los agrotóxicos. Sobre esta nueva enfermedad tengo que ver ahora cómo tratarla.  —LR: Por otro lado, en 2019 se volvieron a modificar las distancias de fumigación en cercanías de las escuelas rurales, ¿cómo sigue eso hoy en día? —EL: Estamos pidiendo que se extienda la distancia mínimamente a lo que habíamos logrado antes, pero hay muchos intereses creados y es muy difícil que se revierta. De todas maneras, en este momento los diputados están con un proyecto de ley. Nosotros pedimos que se nos escuche, que se legisle y principalmente que tengan en cuenta las distancias. Pero mientras no le pregunten al pueblo o a quienes estamos luchando y que conocemos de lo que hablamos vamos a seguir igual. Estar detrás de un escritorio no es lo mismo que vivirlo día a día.  Lemes agregó que hasta que el fallo tuvo sentencia firme pasó días de muchos nervios. “Cuando estuve segura, ahí recién lo empecé a contar y mostrar mi alegría. Y contagiar a la demás gente de que hay que luchar. Porque si la Justicia al fin reconoce que los agrotóxicos enferman, nosotros seguimos en la lucha porque además matan”, dijo la docente. Por otro lado, también se refirió a la novedad del abandono gradual del uso del veneno clorpirifós, un insecticida creado por la empresa Dow, que se aplica en la mayoría de los cultivos de Argentina. Justamente, el que ella recibió en su cuerpo al ser fumigada. Existiría un plazo de un año para su retiro definitivo en el país.  —LR: ¿Qué fue lo primero que se pasó por la cabeza al recibir el fallo favorable? —EL: Pensé en mis hijos, quienes me han acompañado siempre. Lloré mucho, mi abogada también lloraba del otro lado del teléfono cuando me lo decía. Fue muy raro, en ese preciso momento estaba sola. Fueron muchos años de pasar cosas muy duras. De sentir al principio mucha soledad. Pensé en Fabián Tomasi, en Ana Zabaloy (docente que denunciaba fumigaciones en San Antonio de Areco y falleció de cáncer en 2019) y en tantos otros que no sé sus nombres pero que han pasado por lo mismo, y han dejado su vida por haber estado expuestos a los agrotóxicos y que no pueden ver esta victoria. Se las dedico a ellos.

Lo dijo Facundo Viola, quien sufrió un nuevo amedrentamiento que se suma a los ataques que recibe sistemáticamente el grupo de Vecinos Organizados contra las Fumigaciones en Arroyo Leyes, Santa Fe. En esta ocasión, entraron a la casa de Viola y le robaron su computadora, herramienta fundamental para denunciar las fumigaciones que se realizan en el territorio. El periodista fue entrevistado por el programa Tengo Una Idea de Radio La Retaguardia y contó lo sucedido. (Por La Retaguardia) 🎤 Entrevista: Graciela Carballo/Nicolás Rosales ✍️ Redacción: Diego Adur 💻 Edición: Pedro Ramírez Otero Las fumigaciones en la provincia de Santa Fe traen diversas consecuencias a los y las habitantes del lugar, a los animales y al medioambiente en general, contaminan el agua y propagan enfermedades. Las denuncias para acabar con el uso de agrotóxicos se vienen realizando hace años y desde distintos sectores de la sociedad. Uno de ellos es el grupo de Vecinos Organizados contra las Fumigaciones que se formó en Arroyo Leyes, localidad cercana a la capital provincial de Santa Fe. El periodista Facundo Viola contó a La Retaguardia las consecuencias que sufren, hace años, al querer visibilizar estas temáticas y pelear por un territorio sin agrotóxicos: “Para el interior de los pueblos fumigados es muy importante visibilizar la situación que nos toca pasar, que es de mucha violencia, hostigamiento permanente, difamación y ataques de todo tipo. No sólo me sucede a mí, sino que le ha sucedido a varios compañeros en distintos puntos de la provincia de Santa Fe. Por quinta vez ingresaron a mi domicilio, rompieron los vidrios de entrada de la casa y me robaron la computadora. Es muy llamativo porque sobre la mesa había dinero y unas cámaras fotográficas que valen diez veces más que la computadora que se llevaron. No es la primera vez que nos dejan este mensaje mafioso donde se llevan nuestras herramientas de comunicación y trabajo, y dejan dinero a la vista dejando en claro que no son ladrones comunes sino un intento de amedrentamiento de ir sobre la información que nosotros manejamos. Cuando llegué a mi casa encontré el portón roto, la puerta de entrada rota y solo faltaba la computadora. No habían tocado nada, sólo revolvieron algunos papeles. Un trabajo limpio y profesional, como me habían dicho off the record algunos fiscales”, relató. El hurto de la computadora, el elemento que el periodista utiliza para llevar adelante sus protestas contra el uso desmedido de agrotóxicos en la región, es un claro mensaje contra la organización que está llevando adelante con otros vecinos y vecinas. Las denuncias judiciales por estos hechos delictivos se acumulan en cajones sin revisar, mientras que algunos de los logros de Viola y compañía para frenar las fumigaciones se ven eclipsados por la desidia del Estado y del Gobierno provincial: “La policía hasta el momento no me informó quién es el fiscal que está a cargo de esta denuncia. Desde 2016 hicimos diversas denuncias por amenazas de muerte, intentaron golpearnos, nos persiguieron en moto. Algunas veces nos avisaron que no iban a investigar. Es una situación muy difícil que genera muchos riesgos para nuestra integridad física y muchos trastornos emocionales en los vecinos. Es un mensaje para que la gente no se involucre en esto. Tenemos en claro que lo que intentan es seguir fumigando la localidad. Nosotros venimos batallando para detener las fumigaciones en distintos lugares que son sumamente críticos, zonas céntricas de escuelas. Esas fumigaciones se han detenido, pero todavía quedan varios campos fumigados en la zona. Fuimos logrando ciertas reglamentaciones y ordenanzas locales. Una de ellas definía que a fin de enero ya no se iba a poder fumigar en toda la zona que se determinó como eje urbano. Nos confirmaron que van a prorrogar la entrada en vigencia de esa ordenanza y van a seguir fumigando dentro de la zona urbana para producir frutillas con alta demanda de agroquímicos y hasta 40 productos diferentes”, lamentó Viola. Lo que el grupo ambientalista está denunciando son las consecuencias que genera la contaminación que producen en alimentos y derivados el uso excesivo de agrotóxicos y las fumigaciones en la provincia: “El Senasa (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria) informó que esos productos llegan a la mesa del consumidor. Vemos las consecuencias. La Universidad Nacional del Litoral determinó a nuestro pueblo con alto índice de discapacidad por encima del promedio, patologías poco frecuentes en niños, agua contaminada. Fuimos viendo como nuestros vecinos se murieron muy jóvenes de leucemia y cáncer. Cada vez que fumigan aparecen pájaros muertos y los animales domésticos se enferman. Es la situación que venimos denunciando hace seis años a la fecha. Pretenden vetar esta información, silenciarnos y amedrentarnos. Es por eso que han atacado nuevamente nuestro domicilio. Es una situación muy difícil de sobrellevar. Estamos entre los territorios más contaminados por glifosato del mundo. Al año, se usan 600 millones de kilolitros de agrotóxicos, algo así como 15 kilos de agrotóxicos por persona si tomamos un promedio de los 40 millones de habitantes que tenemos en el país. Eso se intensifica si se toman los datos de las provincias que están siendo más fumigadas. Las consecuencias en la salud son tremendas”, aseguró. El problema, como bien señala Viola, es cuando estos actos mafiosos que pretenden adoctrinar a las personas para que abandonen su militancia ambientalista vienen del propio Estado y son los funcionarios del Gobierno quienes “encargan” esos trabajos delictivos: “El lobby del poder sojero en la agroindustria es muy grande. Hemos creado una red de solidaridad entre vecinos afectados por las fumigaciones. Nos acompañamos al momento de denunciar. Estamos recibiendo una presión muy grande. Son los mismos funcionarios, muchas veces, los que alientan este tipo de difamaciones, de escraches y hostigamientos sobre los vecinos que están involucrados en esta causa. Es una situación muy difícil la que se está viviendo. A los vecinos que son víctimas de las fumigaciones y que intentan salir a reclamar por esta situación se los criminaliza, se los judicializa y se le hacen acusaciones de todo tipo intentando

“Una laguna negra”, dirigida por Maricarmen Sordo y con guión e investigación del periodista Patricio Eleisegui, registra el desastre ambiental que producen en México las granjas porcícolas que se pretende instalar en Argentina. En diálogo con el programa A mí no me importa, Eleisegui habló del proceso de investigación que realizaron y detalló los riesgos que genera este modelo. Entre la contaminación del ambiente y la mala alimentación. (Por La Retaguardia) 🎤 Entrevista: Pedro Ramírez Otero/Julián Bouvier ✍️ Redacción: Pedro Ramírez Otero/Agustina Sandoval Lerner 💻 Edición: Fernando Tebele Desde mediados de 2020 se conoció un acuerdo entre Argentina y China para producir cerdos en nuestro país. Rápidamente llegó el repudio por parte de organizaciones, especialistas y también por una amplia parte de la sociedad, porque el modelo que se quiere instalar genera altos riesgos en el medioambiente. Por la presión que se ejerció, el acuerdo se pospuso. Mientras tanto, los sectores que buscan que se firme y comience la producción de cerdos, siguen insistiendo: el representante especial para la Promoción del Comercio y de las Inversiones, Sabino Vaca Narvaja, aseguró que el acuerdo propone “instalar Granjas Inteligentes en nuestro país, que son granjas seguras, sostenibles y sustentables, y no la instalación de megagranjas”. Basta con buscar ejemplos de lo que sucede en otros países que adoptaron este modelo de producción para refutarlo.    Patricio Eleisegui, autor de libros como Agrotóxico y Envenenados, viajó a México en octubre para comenzar con la investigación y filmación en la zona de Yucatán, donde están instaladas las factorías de chanchos similares a las que se establecerían en Argentina. “El modelo mexicano es uno de los que en su momento enarboló por parte de las asociaciones de producción de carne porcina en la Argentina como el ejemplo a seguir, como el modelo exitoso de comprobado efecto positivo desde la ecología, de no afectar el medioambiente. Todos aspectos que la cadena estuvo resaltando en los últimos meses como para darle cierto aval social al acuerdo con China”, comenzó a explicar el periodista.  —La Retaguardia  En Argentina se armó una fuerte oposición a este acuerdo con China,  ¿allá hubo alguna resistencia? ¿Sabes cómo se instalaron las factorías? —Patricio Eleisegui: Sí, es muy especial realmente por la idiosincrasia también y las situaciones que se dan acá en el mismo territorio. Las zonas afectadas por las granjas en México ahora están en el área de Yucatán, que es donde todavía están muy consolidadas las poblaciones y las comunidades mayas. Este pueblo todavía tiene alrededor de un millón de habitantes, son muchos, y todas las poblaciones de Yucatán, fuera de las ciudades grandes como Mérida, son poblaciones mayas. Ellos son quizá los que más están encarnando la resistencia porque son afectados directos también. Lo que ocurre en México es muy parecido a lo que ocurre en América Latina, donde el hombre blanco urbano suele no acompañar en gran medida los reclamos de las comunidades indígenas. Entonces, hasta tanto no exista una afectación directa en la ciudad, que es lo que estamos tratando de mostrar porque esa carne también se come acá en Mérida, lo ven como algo lejano. Y al mismo tiempo, México enfrenta tantas complicaciones en temas de seguridad; en temas ambientales por la contaminación del agua, por la entrada del maíz transgénico, el uso de agrotóxicos. Ahora están discutiendo la posibilidad de activar el fracking. Hay realmente un descalabro tan grande y estas empresas se manejan con tanta impunidad a partir de la caja económica, que han logrado hasta ahora mantener muy separadas las luchas. Digamos que no ves un movimiento nacional. Esta situación de lo que vive el territorio en Yucatán, en Argentina sería un escándalo porque imagínense que estamos hablando de más de 250 granjas que están instaladas en 43 reservas naturales y están usufructuando el agua subterránea. Acá no hay ríos. Esto es lo particular, no existe otra fuente de agua que no sea los cenotes que son subterráneos, que están interconectados, y ellos están extrayendo esa agua y la están devolviendo totalmente contaminada por el volumen de animales que tienen concentrados en las granjas, y porque hacen un vertido de todos los residuos directamente en la selva.  —LR: Se habla mucho del desastre que generaría este modelo en nuestro país. En México debés haber visto estos riesgos en el territorio, ¿no? —PE: Nosotros estamos haciendo un trabajo en Kinchil, que es donde está una de las sedes de la mayor porcícola mexicana exportadora que se llama Kekén. Para que se den una idea, el dueño de esta factoría es es un tipo que se sienta en la misma mesa que Carlos Slim, el megamultimillonario que maneja Telmex y Claro hasta en Argentina, y es uno de los siete tipos más ricos del mundo. En esa mesa chiquita acá en México se sienta el dueño de estas granjas y una de las bases está instalada en Kinchil en donde tienen más de 5 mil cerdas mamás, el volumen es bestial realmente. Imagínense que cada cerda da alrededor de 20 lechones por año, así que el volumen de animales que se está generando es una locura, es una auténtica fábrica de lechones. Y la realidad es que la empresa se instaló hace 12 años con todas las promesas que nosotros conocemos hoy en Argentina, que se están impulsando con China:  que iba a generar trabajo, de que el impacto ambiental es mínimo, de que el tratamiento que se le da a los animales es bastante bueno. Todos estos aspectos fueron los mismos. Que usaban tecnología para reciclar los residuos y con eso generaban su propia energía. La realidad es que cuando uno va y visita la comunidad se encuentra con que es una absoluta mentira, y entrevistando a extrabajadores uno entiende que el régimen es una explotación cercana a la esclavitud. Estas granjas requieren agua, sobre todo agua. En el proyecto argentino se habla de un millón y medio de litros por día que van a demandar estas granjas. Acá la instalación que se produjo hace 12 años de

La periodista, autora de los libros Malcomidos y Mala Leche, se refirió a la ley de rotulados de advertencia que se está discutiendo en comisiones en la Cámara de Diputados. En su paso por el programa Hasta que vuelvan los abrazos, Barruti explicó la importancia de este proyecto y la fuerte presión que está haciendo la industria para que se modifiquen algunos aspectos. Por su parte, Andrea Graciano, la presidenta de la Federación Argentina de Graduados en Nutrición (Fagran), dialogó en el programa A mí no me importa. Allí aportó su visión acerca de esta propuesta indispensable para que los consumidores y consumidoras puedan decidir, con información clara, cómo alimentarse. (Por La Retaguardia) 🎤 Entrevista: Pedro Ramírez Otero/Julián Bouvier ✍️ Redacción: Pedro Ramírez Otero 💻 Edición: Fernando Tebele El proyecto de ley de rotulados frontales que implementaría sellos negros de advertencia cuando un producto procesado sea alto en azúcares, grasas, sodio o calorías, obtuvo hace algunas semanas media sanción en el Senado con 64 votos a favor y sólo 3 en contra. Cuando llegó a Diputados/as, Sergio Massa —el presidente de la Cámara— decidió girarlo a seis comisiones para debatirlo. Esta determinación fue, según la lectura de muchas personas que apoyan este proyecto, para dilatar su aprobación. Al poco tiempo, por la presión ejercida, la discusión se derivó a tres comisiones.    Soledad Barruti, la periodista que derribó una y otra vez los mitos de la agroindustria y de los y las nutricionistas que acompañan este modelo de alimentos a base de ultraprocesados, manifestó su postura acerca de los etiquetados: “Es muy importante el proyecto, está muy bien armado y es muy necesario. Tenemos que empezar a discutir qué comemos, qué compramos, y meternos a conocer esa información que hoy en día está absolutamente relegada, oculta”. Explicó también que, de aprobarse los rotulados, implicaría que si un producto tiene al menos un sello de advertencia, no puede ser distribuido o comercializado en las escuelas. “Proteger a las infancias de esta avanzada de la industria en entornos escolares, en publicidades que están pensadas sólo para ellos, y que a través de esta ley estarían prohibidas. Es un paquete de medidas que como está muy bien pensada y muy bien fundamentada tiene muchísima oposición y muchísimo lobby en contra”, dijo.    El poder de lobby del modelo agroindustrial   La industria sigue buscando imponerse para modificar la ley, que está basada en el modelo de perfil de nutrientes de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), que establece una clasificación de alimentos y bebidas procesados y ultraprocesados con niveles excesivos de nutrientes críticos como azúcares, sal, grasas totales, grasas saturadas y grasas trans. Bajo esos parámetros, la mayoría de los productos que las principales marcas ofrecen tendrían sellos negros y esto no fue bien recibido por las empresas, que buscan modificar este aspecto del proyecto, entre otros que también les incomodan. Barruti detalló la situación de fuerte presión una vez que el proyecto pasó de recinto: “En Diputados entró a un círculo de lobby y de demoras, promovidas primero por Sergio Massa, que se reunió con azucareros y les prometió trabajar para ellos y para que la industria azucarera prospere en el mundo. Y luego, obviamente, por las interferencias que se sostienen también por las sociedades de nutrición. La Sociedad Argentina de Nutrición, a través de su presidenta Mónica Katz, ya se manifestó en contra de esta ley hace  tiempo y ahora se suma como un actor fuerte Sergio Britos, que es otro nutricionista afín a las marcas, que trabaja frecuentemente para ellas y que viene a contarnos que él tiene la idea de un rotulado mejor a pesar de que este rotulado cuenta con el apoyo de Unicef, de la Sociedad Argentina de Pediatría, de la Organización Panamericana de la Salud. O sea que hay evidencia de sobra para decir que realmente necesitamos esta ley, pero sin embargo aparecen todos estos profesionales de la salud con muchas comillas, muy afines a las marcas que la boicotean”.   Poder elegir lo que comemos   “El etiquetado que hoy tenemos en Argentina no cumple con su principal función, porque la razón de ser de un etiquetado debería ser informar y que la gente pueda tener en cuenta esa información y, particularmente, la información nutricional para tomar decisiones de compra”, remarcó Andrea Graciano, la presidenta de la Federación Argentina de Graduados en Nutrición (Fagran) e integrante de la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria de la UBA (CaLiSA). Graciano señaló que esa información debe estar en el frente de los envases, de manera clara, simple, y que la gente pueda tenerla en cuenta cuando elige sus productos a la hora de comprar. “Lo que sabemos es que en Argentina solamente un tercio de la población lee la información de las etiquetas y solamente la mitad, el 13%, comprende la información nutricional. Por eso es tan necesaria esta ley”, aseveró, y planteó que el tema es de suma urgencia. “Lo que venimos viendo en nuestro país es que la malnutrición por exceso es una consecuencia de cómo se vienen transformando nuestros patrones alimentarios: vienen perdiendo lugar en nuestras mesas los alimentos naturales y mínimamente procesados, las preparaciones caseras hechas en el hogar, y lo que viene ganando presencia son estos productos industrializados con el contenido excesivo de nutrientes críticos y por eso es tan necesario tener en cuenta que la transformación de los sistemas alimentarios tiene un impacto en nuestros hábitos alimentarios y también en la nutrición y en la salud”, especificó. Un problema de salud pública Aunque no en todos los casos el exceso de peso es por mala alimentación o un riesgo para la salud, la nutricionista expresó que las consecuencias de los cambios en nuestros patrones alimentarios, basados en una dieta de productos ultraprocesados, generan en Argentina un incremento en la obesidad. “La Encuesta Nacional de Factores de Riesgo mostró que entre el 2005 y el 2013, la obesidad aumentó un 42%. Pero entre 2005 y 2018, que fue la cuarta Encuesta Nacional

María Florencia Juárez, integrante de la asociación Vecinxs Amigxs de Luyaba Ecológica pasó por el programa radial Hasta que vuelvan los abrazos. Allí habló acerca de los incendios que llegaron hasta el centro de este pueblo del Valle de Traslasierra y casi destruye todo. Los vecinos y vecinas se organizaron para detener la propagación de las llamas y están alertas porque el peligro de los incendios forestales sigue siendo extremo en todo el país. (Por La Retaguardia) 🎤 Entrevista: Fernando Tebele/Rodrigo Ferreiro ✍️ Redacción: Gabriela Suárez López 💻 Edición: Pedro Ramírez Otero 📷 Foto: En el fondo, una casa que vecinas y vecinos salvaron solidariamente del fuego. La capacidad de organización y las urgencias en la provincia de Córdoba quedaron evidenciadas en repetidas ocasiones cuando los vecinos y vecinas se juntaron para detener los focos de incendios forestales. María Florencia Juárez, integrante de Vecinxs Amigxs de Luyaba Ecológica, de este pueblo que pertenece al departamento de San Javier, se refirió puntualmente a la situación que vivieron a mediados del pasado octubre, cuando el fuego se extendió hasta alcanzar las casas de la gente: “Necesitamos equipamiento, necesitamos educación sobre todo. Ahora con toda esta experiencia espantosa nos vamos dando cuenta de que hay mucha gente que quizá quiere ayudar y no sabe cómo. Hablando sobre todo de los vecinos. Cada uno puede poner su granito de arena, acercando una botella de agua fresca a los voluntarios, una fruta, acercarse a cortar frutas para hacer una ensalada, no tenés que ir al fuego”.  La comunidad resiste el fuego En Luyaba todo el pueblo sabe que la única forma de controlar las llamas es la organización de los vecinos y vecinas, el codo a codo que une saberes y fuerzas para apagar el fuego. Al respecto, Juárez enfatizó: “Estos son incendios forestales, no son incendios comunes como uno puede ver en las ciudades por ejemplo cuando se prendió una casa o un edificio y se va, se rodea y se apaga. Acá pasan los bomberos, pasa el avión, y quedan los árboles encendidos, las raíces encendidas, quedan brasas que pueden durar semanas con las altas temperaturas, el cambio de clima, la sequía. Y también tiene que ver con el cambio climático y con intereses que son de público conocimiento”. Del estado de situación al Estado en situación En referencia a la intervención y colaboración por parte del Estado, Juárez declaró que les llegó la noticia de un recorte para la lucha del fuego en el presupuesto 2021: “Eso nos están ofreciendo. Yo igual hablo personalmente, creo que también hablo en nombre de un grupo de vecinos. Hay un montón de gente movilizándose con la legalidad de todos los reclamos, de toda la presión y la presencia en la cuestión de la coordinadora de bosque nativo, hay un montón de movidas acá. Sin embargo, hay algo que es muy urgente y es poder equiparnos. Hago mucho hincapié en eso porque, por ejemplo, cuando fue el incendio en el casco, hubo un momento en que los bomberos no tenían combustible. No hay presupuesto, no hay ayuda, no alcanza”, manifestó. Juárez sabe que para alcanzar la solución necesitan la ayuda del Estado pero que también cada habitante de la zona puede acercarse a sumar su aporte y generar una red colectiva de contención: “No me quiero centrar en todo lo negativo y todo lo malo. Me quiero centrar en lo que sí podemos hacer. Podemos acompañar, organizarnos, equiparnos, capacitarnos. Las dimensiones de los incendios en lugares como éste son de tres mil hectáreas. No es que algo se prendió fuego en una manzana, esto es muy grande y realmente estamos tratando de trabajar en la concientización del vecino, de que el vecino se acerque a colaborar. Han venido igual de toda Traslasierra a ayudar, acá hay una red hermosa de contención y confianza. Vinieron vecinos desde Los Hornillos, desde Villa Las Rosas, desde Los Pozos, desde Cruz de Caña, desde Las Chacras. Todo un equipo hermoso de travesía que está siempre al pie del cañón para ayudar y colaborar. Los incendios en la sierra históricamente se apagan entre vecinos bajo supervisión de los bomberos porque no hay caminos, no entran los autobombas. Mucho, mucho cuerpo”, detalló. Los tiempos del fuego Para la activista el cuidado del bosque nativo en Luyaba es una asignación que está, no tanto como debería, pero está: “Yo siento que los fuegos no van a parar, los fuegos intencionales no van a parar. Y entonces donde tenemos que educar más es en la gente grande esto de la colaboración. Yo siento a veces que hay una actitud de que el fuego está lejos. ‘está allá por San Isidro, está allá por La Chacras, está lejos’. Porque es en el campo, porque es en la sierra, porque está lejos de las casas. Y esta vez creo que aprendimos la lección de que nunca está lejos: el fuego avanzó un kilómetro y medio en tres minutos. Y eso lo vi yo estando parada al lado del camión de bomberos. Entre que pidieron ayuda porque un foco se descontrolaba,  el foco había avanzado hacia la plaza, la escuela y la biblioteca en pocos minutos. Hay mucha seca, hay mucho material combustible, el cambio climático aumentó un grado el planeta, se nota. Y los fuegos no son los de antes, y el viento es otro. Desde que se prendieron las quemas que se hacían tradicionalmente en el campo en lugares como estos, en mayo, junio, con la tierra fría se va acumulando material combustible que hoy a 38, 39, 40 grados con un foquito se descontrola completamente”, explicó. Cuando el foco parece apagarse, la guerra contra el fuego continúa. La integrante de Vecinxs Amigxs de Luyaba Ecológica señaló que para realizar el trabajo los vecinos y vecinas necesitaron todo tipo de donaciones: “Una vez que se apagó el gran incendio forestal, quedan muchos focos y queda muy caliente el terreno. Entonces todo el trabajo consiste en que ese calor, esas brasas y esas chispas no se unan a lo