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Pablo Lachener, reconocido abogado de derechos humanos y dirigente del Club Atlanta, ubicado en el barrio porteño de Villa Crespo, dialogó con el programa radial La Retaguardia. Allí brindó algunos detalles sobre la novedosa cláusula de “integridad” que se incorpora a los contratos de futbolistas y que entró en vigencia este año. Se trata de una medida que significa un paso más en la lucha contra la violencia de género, articulada con otras acciones como la creación de una Comisión y Protocolo específico para la intervención sobre múltiples formas de violencias. Además, destacó la posibilidad de ampliar y fortalecer la inclusión de las mujeres en el ámbito del fútbol en el club. (Por La Retaguardia) 🎤 Entrevista: Fernando Tebele/Pedro Ramírez Otero ✍️ Redacción: Nicolás Rosales 💻 Edición: Diego Adur 🖍️ Ilustración: Archivo Lorenzo Dibiase/La Retaguardia   La cláusula de “integridad” funciona como una herramienta para saber cómo actuar ante una situación o denuncia de violencia de género y se incluye dentro de los contratos de los futbolistas profesionales del fútbol argentino. Está siendo aplicada por el club Vélez Sarsfield, del barrio porteño de Liniers, y ahora por Atlanta, de Villa Crespo. Una cláusula con perspectiva de género El abogado y dirigente de fútbol Pablo Lachener hizo referencia de manera detallada a cómo se fue dando el escenario para establecer esta cláusula, “Es un motivo de orgullo que empecemos a instrumentar institucionalmente algunas barreras frente a la realidad de la violencia de género que lamentablemente se multiplica día a día y que la vemos constantemente en el ámbito del fútbol, en particular. Desde el club Atlanta, y desde hace unos años, vamos identificando a partir del empuje de muchas socias que los clubes de fútbol no son muy receptivos a la participación de la mujer. entonces, esos canales hay que ir creándolos, y en ese marco se creó la subcomisión de género, diversidad e inclusión. Además se sancionó mediante asamblea un protocolo específico de actuación del club para casos tanto de violencia de género y discriminación como para casos de violencia entre niños, niñas y adolescentes, esto último en un nuevo marco legal de la normativa para las infancias. En ese marco, una de la patas que nos quedaba un poco renga era saber qué hacíamos con la cuestión del fútbol sobre todo a partir de casos muy resonantes en determinados clubes, sobre todo de primera división, que impactaron mucho sobre la población. Observamos también que hay una tendencia internacional de agregar en los contratos de futbolistas profesionales una cláusula específica que hace referencia iluminando y alertando al jugador de fútbol: tiene que saber que mientras dure la relación contractual tiene que tener una conducta íntegra, por eso la llamamos cláusula de integridad. Colora un poco la conducta que tiene que tener el jugador adentro y afuera de la cancha y, en particular, le hacemos conocer la existencia del protocolo de género que tiene el club. En consecuencia, están avisados que en cuanto haya cualquier información de un caso dentro de la violencia de género y discriminación, va actuar el equipo de profesionales que se encarga de llevar adelante este protocolo y asesorar a la comisión directiva para que tome medidas”, explicó el dirigente y detalló en qué podrían consistir: “Las medidas no pueden ser penales, porque eso es un poder exclusivo, un monopolio del Estado, pero por otro lado hay cuestiones patrimoniales y que tienen que ver con la posibilidad de apartar al jugador del plantel profesional, un montón de medidas que uno puede tomar en el medio en función de la gravedad de la situación, o tal vez hacer una mediación por algún problema específico”, agregó. Acciones concretas Lachener contó que la llamada cláusula de integridad ya está vigente a partir de este año y especificó una de las medidas tomadas por el club contra sus futbolistas: “Esto es un tema que a los dirigentes los pone contra la espada y la pared. Nosotros tuvimos casos con dos jugadores profesionales y tomamos la decisión de apartarlos del plantel. Fuimos firmes en eso, aun sabiendo que iba a tener un impacto en un partido que se venía que era por el ascenso a primera división. La cláusula ya está vigente en los contratos que firmamos en este año y lo hicimos público en el marco del 8 de marzo. El club entiende que la violencia no es solamente física, muchas veces es simbólica y tiene que ver con casos de discriminación, o baja de las tribunas y a veces es muy difícil trabajar sobre eso”, opinó. Por último, el abogado puso dos ejemplos donde el club Atlanta activó el protocolo. Uno de ellos fue en un chat público de un canal de deportes de televisión, donde la gente se insulta, y el otro caso fue por violencia de género:“ Fue cuando el tribunal de disciplina de la AFA (Asociación del Fútbol Argentino) manifestó que perdían vigencia las sanciones hacia los jugadores durante el 2019 y el 2020. En el caso del ‘Pitu’ González, un jugador del Club Chicago, de Mataderos, que salió haciendo gestos antisemitas en un partido contra Atlanta. Ahí también el protocolo actuó y se comunicó con las autoridades de la AFA, y exigió que en el caso de él la sanción se cumpliera”, concluyó.

“Vamos los pibes” es una orquesta infantil que funciona en el Club Atlanta, ubicado en el barrio porteño de Villa Crespo. El proyecto surgió a partir de la recuperación del club por parte de vecinos y vecinas, luego de la quiebra en los años 90. Gastón Gelblung, psicólogo y cofundador del proyecto, dialogó con el programa radial La Retaguardia. Allí contó la historia de la orquesta y se refirió al documental de Liv Zaretzky “Pibas del Viento”, que retrata el proceso y el día a día de tres de sus integrantes. (Por La Retaguardia) 🎤 Entrevista: Fernando Tebele/Pedro Ramírez Otero ✍️ Redacción: Pedro Tato 💻 Edición: Pedro Ramírez Otero 📷 Foto de portada: Orquesta Vamos Los Pibes “La orquesta nace hace siete años en el centro cultural de un club que está renaciendo de las cenizas porque en los ’90 quebró y hubo que vender la sede. En la década siguiente con marchas y juntadas de firmas, los socios recuperan la sede y vuelven a darle vida. El barrio vuelve a habitar el club:. aparecen muchas actividades y gente que empezó a colaborar, a militar y a participar”, comenzó Gastón Gelblung, socio de Atlanta, sostén principal del medio Sentimiento Bohemio y uno de los fundadores de “Vamos los Pibes”. En ese contexto de recuperación del club barrial, a Gastón y a otros socios les surgió la idea de crear una orquesta infantil. Gelblung destaca el rol de un socio que estuvo a cargo del Centro Cultural Los Bohemios: “De la cabeza de Julio Winnicki, que era un compañero muy importante que ya no está más, se suma el músico Hugo Lobo, trompetista de Dancing Mood y Mimi Maura, y aparezco también yo. Un día en una mesa dijimos ‘hagamos una orquesta’. Cada uno más o menos tenía alguna idea, yo traía la experiencia de un trabajo parecido en Bariloche y un día soñando dijimos: ‘que la meta sea que los chicos toquen la marcha del club en la cancha’, y eso lo hicimos a los tres años y fuimos por más”, recordó. Ir por más no tenía que ver con aspirar a un teatro más grande, sino a ocupar un lugar en la vida de quienes pasan por la orquesta. Se transformó en un proyecto colectivo, apropiado por voluntarios, voluntarias, docentes y familias, pero sobre todo por la juventud. “Fueron llegando, no son todos del club, no son todos de Atlanta, hay gente que viene de González Catán, de San Miguel. Que terminan haciéndose de Atlanta, yendo a la cancha, pero que además terminan haciendo deporte y a medida que van creciendo y avanzando en la orquesta terminan ellos dando clases”, explicó Gelblung. En el documental “Pibas del viento”, de Liv Zaretzky, se destaca la importancia que tiene la voz de las pibas, quienes participan y toman decisiones acerca de qué y cómo tocar. El psicólogo planteó que una de las cosas que son transversales en el proyecto es la participación protagónica: “Los chicos son tan protagonistas como los adultos. Porque el proyecto es compartido y ellos además de ser protagonistas tienen los mismos derechos que cualquiera a opinar qué se hace y qué no se hace. Entonces, así como el repertorio musical lo votamos entre todos y se decide que se toca y que no, otras situaciones que surgían se resolvían siempre de una manera horizontal. Muchas cosas en referencia a la peli fueron así también, más allá que había un guión”. En el documental se muestra principalmente la historia de Guada, Maite y Sofi, tres chicas que transitan la preadolescencia en medio de la crisis social y encuentran en la orquesta un lugar propio, para ser y constituir su identidad. Gastón . trabajó en El Alto en Bariloche, donde se ubican los barrios populares y el rol social en la comunidad era fundamental. Trazando un paralelo entre ambos lugares, remarcó el valor que tienen estos proyectos para los pibes y las pibas. “Alojar en términos subjetivos es fundamental, porque si no hay otro que te resignifica estas al horno. Si uno no puede generar algo más y que sea propio, en términos subjetivos, saber lo que quiero y lo que no quiero se hace difícil”, expresó. La realización del documental significó abrir las puertas a la intimidad del grupo.  Pero el resultado es contundente, decanta la importancia social que tienen los clubes barriales, que parecen ir a contracorriente de la dinámica de la Ciudad. “Todo este proceso es la importancia de estos proyectos, de los clubes sociales, de evitar que sean sociedades anónimas y el rol fundamental de estas instancias en clubes de barrios, en instituciones sociales y comunitarias. Por supuesto nunca saldrán en la tapa de ningún lado porque no vende, pero le cambian la vida a muchas personas. Hay gente que estaba en el margen de todo, y que encontró un lugar ahí, y no un lugar para comer en términos asistencialistas, sino para ser. Para sentirse orgullosos, crear, dar todo lo que pueden dar, para que los viejos los miren con orgullo cuando toca en vivo, para hacer cosas que no pudieron hacer en el colegio o en otros ámbitos de la vida. Salir de la calle o de situaciones de vulnerabilidad total y saber que ahí hay un grupo de personas que lo aloja”, manifestó. Al cierre de la entrevista sonó  la orquesta, con una presencia fundamental de las trompetas y trombones. Al escucharlas, Gastón enfatizó: “Para mí es magia. Porque esos vientos, ese sonido empieza siendo un ruido, y uno va los primeros días, las primeras semanas a la clase y se vuelve con dolor de cabeza porque es una cosa que no se puede creer, porque es ruido. Pero termina confluyendo en una canción,  hay una conexión que va más allá de las notas, entonces esos vientos salen del alma: es magia”. El documental “Pibas del viento” que captura la experiencia de la orquesta suspendió su estreno en el BAFICI por la pandemia de Covid-19. La directora Liv Zaretzky y Florencia Franco, productora del film, decidieron

La construcción de un estadio cubierto en los terrenos de la sede del Club Atlanta, en Villa Crespo, preocupa a un grupo de vecinos y vecinas que piensan que el barrio no está preparado para ese tipo de emprendimiento y temen por las consecuencias que pudiera traer aparejadas. Desde el club aseguran que el “miniestadio” cumple con todas las normas legales e impactos ambientales, además de traer beneficios para Atlanta y para el barrio. En Radio La Retaguardia decidimos escuchar a una de las vecinas, Leila, en el programa Otras Voces Otras Propuestas; y también al actual vicepresidente de Atlanta, Alejandro Korz, en el programa La Retaguardia. (Por La Retaguardia)Fotos: la obra avanza a toda velocidad (Fotos de Luis Angió) Las noticias acerca de la construcción de un estadio cubierto en terrenos en desuso de la vieja sede social del Club Atlanta, dan cuenta de que esta historia comenzó en 2014. En realidad, conviene irse a los ’90.El 25 de septiembre de 1991 es una fecha que nadie que quiera a ese club olvidará jamás. Ese día, la justicia declaró la quiebra. La sede fue inmediatamente clausurada. Un club social que en los ’80 debatía acerca de si estaba bien que en ese lugar hubiera canchas de tenis en lugar de canchas de fútbol, ya no tenía debate posible. Fue la muerte. Con el correr del tiempo, y gracias a una Comisión de Apoyo que se conformó para intentar salvar al club, pudieron reabrir el Estadio de la calle Humboldt. En las sombras, había una figura tan oscura que costó bastante tiempo divisar: Miguel Ángel Broda, operador financiero encumbrado; la persona a la que Carlos Menem iría a buscar poco tiempo después para remplazar a Domingo Cavallo. Broda, con especial apego por construir poder desde el perfil bajo, diría que no. Volvamos a Atlanta. A cambio de seguir funcionando, Atlanta entregó su sede a una empresa llamada Consucont, perteneciente mayoritariamente a la familia Peirano, por entonces dueña de Su Supermercados, que luego se convertiría en la cadena Disco. La empresa se encargó de negociar con los deudores el pago de las deudas. Durante años la vieja sede permaneció cerrada, a la espera de que pudiera cambiarse el código urbanístico que impedía allí levantar un complejo de torres de departamentos.Con el nuevo siglo ya instalado, un grupo de socios organizados, y también los directivos a cargo, consiguieron reabrir la sede. No fue tan fácil. Debieron movilizarse varias veces a la legislatura porteña, hasta que consiguieron que el Gobierno de la Ciudad expropiara los terrenos y se los entregara al club en comodato. La misma gente que lloraba en 1991 sobre la calle Humboldt, desconsolada por el diágnostico de agonía para el club, volvió a llorar, pero esta vez de alegría, el 27 de mayo de 2007. Entre los escombros, el efímero jefe de gobierno porteño Jorge Telerman, dio un discurso de reapertura del lugar. Había también una nueva generación que no vivió la quiebra y que se esperanzaba con la nueva vieja sede. Allí también estaba, como presidente, Alejandro Korz, un joven trabajador bancario, alto y flaco, con mucha capacidad discursiva y evidentemente hábil para la política.¿Qué tiene que ver todo esto con el estadio cubierto que hoy enfrenta al club con un grupo de vecinos y vecinas? Todo. Porque hace 30 años, esas puertas parecían cerradas para siempre. Hoy, la discusión pasa por si es poco o mucho lo que la empresa pagará, y si el barrio está dispuesto a cambiar su fisonomía y seguramente alguna costumbre. Es una discusión que merece ser dada, pero al menos hay sobre qué discutir futuro.La obra de construcción de un estadio cubierto en parte de los terrenos de la sede del Club Atlanta comenzó en el año 2014 y avanzó hasta su detención en 2015 debido a falta de financiamiento de la empresa constructora y un accidente en la obra. Se vino abajo una parte de lo que intentaba ser un techo, por suerte sin consecuencias para las personas que estaban allí, más allá del enorme susto. Originalmente, el proyecto hablaba de un microestadio para eventos deportivos y artísticos con capacidad para 10 mil personas. Cuando se retomó el proyecto en 2017, se incrementó la capacidad a 11.500 sentadas y un total de 16 mil ocupando el campo. También se aumentó el tamaño de 17 mil metros cuadrados a 28 mil. Tras una votación en la Legislatura porteña, el terreno fue cedido al Club Altanta en comodato, y este decidió rentarlo a un concesionario para la construcción del Estado, con capacidad mayor a la del Luna Park. El financiamiento está a cargo de capitales norteamericanos -la empresa AEG Worldwide- y el diario La Nación, que firmaron con el club un contrato por 40 años. Ya están pagando un canon mensual de 30 mil dólares mensuales al club, que se incrementarían a 50 mil cuando comience la explotación. Algunos vecinos y vecinas de Villa Crespo temen que la construcción de esta obra pueda impactar ambientalmente en el barrio, trayendo problemas como falta de luz, ruidos molestos, un mayor caudal de tránsito y la contaminación que deviene de tener más autos circulando por las calles. También presienten que podría ser el inicio de una oleada de negocios gastronómicos que lleguen a asentarse en la zona y otros negocios inmobiliarios que traerían mayores complicaciones al barrio, que ya no está tan tranquilo como antes.Lo cierto es que la obra está en marcha –supuestamente se terminaría en abril de este año- y para el Club Atlanta es la solución económica a los problemas financieros que tiene, pero también la oportunidad de generar más y nuevos espacios para que vecinos y vecinas del barrio puedan disfrutar. Los miedos del vecindario Leila es una vecina del barrio. Está preocupada y comenzó a juntarse con más gente. Arrancó relatando la historia de esta obra que para ella traerá muchos problemas al barrio: “Había un esqueleto de ese estadio que hizo la empresa Lugones Center SA, pero se frenó la construcción