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Un equipo de La Retaguardia visitó el Ex Centro Clandestino El Atlético, que funcionó a pasos de la Casa Rosada durante el genocidio. Allí se realiza una megaobra de arqueología y conservación. Se quitó un montículo de tierra que sostenía la autopista y a la vez sepultaba casi por completo lo que fue el centro de torturas y exterminio. La búsqueda de huellas de las cerca de 1.500 personas que pasaron por allí, de las que apenas fueron identificadas unas 300. El aporte de quienes sobrevivieron para que quienes trabajan en la obra sepan qué buscar.  Entrevistas Fotos y Videos: Bárbara Barros/La RetaguardiaTexto: Paulo GiacobbeTextuales: María Eugenia OteroEdición: Fernando Tebele/Pedro Ramírez Otero Pocas cuadras de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires son las que posee el antiguo barrio de San Telmo. Ligado a la fundación de la ciudad, forma parte del casco histórico y es un polo turístico. Escenario de grandes luchas, como la Revolución de las escobas o el Argentinazo de 2001, este barrio porteño ha ido mutando su fisonomía. Por la densidad poblacional concentrada en las grandes urbes, la especulación inmobiliaria lo fue convirtiendo en un collage de estilos arquitectónicos, donde conviven ladrillos de tres siglos diferentes. La ciudad construida sobre la ciudad. Cada tanto, en alguna demolición o excavación arqueológica en alguna vivienda, se encuentran túneles inexplorados u objetos de la sociedad pasada. Una de las modificaciones edilicias más dramáticas que sufrió San Telmo, como la soportaron otros barrios, fue la construcción de la Autopista 25 de Mayo a manos del intendente de facto, el Brigadier General Osvaldo Andrés Cacciatore, en 1978. Significó el desarraigo de vecinos y vecinas cuyas casas fueron expropiadas. Se desconoce el patrimonio histórico perdido. San Telmo quedaría, para siempre, partido en dos por esa mole de cemento.  En su límite al este, sobre la Avenida Paseo Colón, entre la Avenida San Juan y Cochabamba, estaba emplazado un edificio de tres plantas del Servicio de Aprovisionamiento y Talleres de la División Administrativa de la Policía Federal, que ocupaba toda la manzana. Desde mediados de 1976 hasta diciembre de 1977, en el sótano y parte de la planta baja, funcionó el Centro Clandestino de Detención Tortura y Exterminio Club Atlético. Con la construcción de la autopista quedó bajo su traza y corrió la misma suerte que cualquier otro edificio: fue demolido.  Según el “Cuaderno de la Memoria 4. Patrimonio”, del Instituto Espacio para la Memoria, el inmueble fue construido en 1903 como establecimiento de los talleres heliográficos de “Ortega y Radaelli”. Fue ocupado por la Compañía General de Fósforos y en 1932 se convirtió en sede del Servicio de Aprovisionamiento y Talleres de la División Administrativa de la Policía Federal. Entre 1932 y 1978 funcionaron “talleres gráficos, sastrería, suministros en general, rezagos, abastecimientos, racionamiento, taller mecánico, talleres de mantenimiento, carpintería y electricidad”.  También “actividades administrativas referentes a la entrega de uniformes, calzados y correajes para el personal policial”. Lo legal y lo ilegal convivían a pocas cuadras de Plaza de Mayo.  ¡Excavación Ya!  Producto de la lucha de organismos de derechos humanos y sobrevivientes, comenzaron las obras de excavación en donde había estado el Centro Clandestino de Detención Tortura y Exterminio Club Atlético, que había quedado bajo un montículo de tierra que sostenía la autopista. “Cuando el edificio se vacía y se demuele no es con intención de ocultarlo, sino justamente porque a pesar de que estaba en funcionamiento el centro clandestino y se invirtió un montón de plata para usarlo, se iba a tener que tirar abajo por la autopista. Eso, que era ésto, se empieza a demoler en el año 78 y queda completamente bajo tierra hasta el año 2002 que se hace la primera excavación”, explicó a La Retaguardia, al comienzo del recorrido, Ángeles Aguilar, parte del equipo interdisciplinario de la Dirección Nacional de Sitios y Espacios de Memoria que depende de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación. Aguilar resaltó la tarea de denuncia llevada adelante por sobrevivientes que lograron señalizarlo: “Cuando lo ubican y se cruzan también con militantes del barrio, de organismos de derechos humanos, barriales o políticos, se hacen varias jornadas en este lugar denunciando que había funcionado como centro clandestino. Durante la década de los 90, ahí se hacen intervenciones artísticas, como es esa intervención en la columna de la autopista. La silueta, que acá quedó como el negativo. Hoy está la nueva silueta. Aprovechando la pendiente de tierra, esto era un bajo autopista como los antiguos, ahora hay varias construcciones en los bajo autopista, pero era tierra que llegaba hasta la vereda, sin ningún tipo de reja ni de protección. Y esas primeras marcas lo que hacían era denunciar lo que había funcionado en este predio en la década del 70. Y en el 2002 se hacen las primeras excavaciones, después se hicieron en 2004 y 2009. Parte de que no se pudo continuar excavando tiene que ver con que no era solamente venir y sacar tierra, sino que no en un momento también se supo que parte de la autopista apoyaba sobre esta tierra. Entonces era una cuestión de ingeniería mucho mayor”.  Encontrar evidencias El arqueólogo Leonardo Mucciolo, cuyo rol específico es el seguimiento de esta obra, se refirió a las expectativas que tienen sobre posibles hallazgos: “Sabemos que a partir de lo que se puede encontrar podemos suponer que el resto del sitio está bastante o gran parte en pie por abajo de la autopista. Y es una oportunidad única, porque sería un sitio que al dejar de funcionar no tuvo un ocultamiento deliberado y específico más allá de lo que se hizo por la autopista, con lo cual podríamos encontrar evidencia que es muy difícil encontrar en otros lugares”. Mucciolo marcó esa diferencia con otros centros clandestinos que se desmantelaron y sus instalaciones pasaron a tener otro uso o cambiaron sus estructuras. “Entonces la expectativa es que esté en mucho mejores condiciones originales que los otros centros clandestinos”.  Aguilar coincidió: “Eso también se fundamenta por las excavaciones que ya se hicieron al