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La estadística aportada por la Dra. Carina Balasini, integrante de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI), aparece como una nueva prueba de la efectividad de la vacunación, ya que el porcentaje de personas no vacunadas a nivel nacional es bajo, pero aun así ese porcentaje comprende el 52% de las internaciones graves. Balasini participó del programa radial Oíd Mortales. (Por La Retaguardia) 🎤 Entrevista: Cristina Varela/Luis Angió     ✍️ Redacción: Julián Bouvier 💻 Edición: Pedro Ramírez Otero 🖍️ Ilustración: SportelliA La pandemia del coronavirus ha puesto sobre la mesa la situación de las terapias intensivas y también las condiciones en las que trabajan los y las profesionales de la salud. La doctora Carina Balasini, integrante de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI), habló del rol de esta área: “La terapia intensiva se dio a conocer hace dos años. Creo que hasta ese momento gran parte de la sociedad no sabía lo que era. Y no sabía que existían profesionales de la terapia intensiva. Hasta que apareció la pandemia y parece que ahí empezamos a ser relevantes. En 2009, cuando hubo otra pandemia (la de la gripe A H1N1), tuvimos un papel muy importante, porque también hubo pacientes gravísimos, que sus vidas fueron salvadas en la terapia intensiva”. Además, contó cuál es la situación actual de las terapias intensivas: “Ahora estamos cursando la tercera ola del Covid-19 y lo que vemos es menor cantidad de pacientes que durante la primera y segunda ola. Lo que pasa es que de a poco van entrando más pacientes y tienen una larga permanencia. Están en terapia intensiva 20 días, un mes, incluso hay pacientes que estuvieron cuatro meses internados. El tema es que se empiezan a ocupar las camas al aumentar los casos, pero no se desocupan rápidamente. Los pacientes van a seguir internados y las camas van a estar ocupadas. Ahora, nosotros hacemos una encuesta nacional, que se hace una vez por semana desde la SATI, y este relevamiento nos muestra que tenemos en este momento una ocupación de camas de terapia intensiva del 85% totales (es decir, no solo pacientes Covid). Y en las terapias intensivas pediátricas es del 64% totales. La ocupación de camas por covid es del 34% y en las pediátricas un 12%. Esta cifra se va elevando exponencialmente, porque en diciembre había muy pocos pacientes internados por Covid y con la variante Ómicron desde enero subió mucho. Entonces se reorganizaron los hospitales. Se redujeron aquellos pacientes que pueden esperar, para darle lugar a estos pacientes que estaban cada vez más complicados. Se pospusieron las cirugías programadas, no de todos los pacientes, pero sí de los no oncológicos, porque en esos casos el cáncer no espera. Entonces ellos no pueden retrasar esa cirugía. Y las cirugías de emergencia también se hacen. Pero las cirugías programadas, por ejemplo las de pacientes con operación de vesícula que quizá pueden esperar un mes o dos, eso se retrasa y entonces esas camas van a ser ocupadas para que aquellos pacientes Covid tengan el lugar y puedan ser atendidos. Todo esto hasta que volvamos a bajar la cantidad de pacientes Covid y volvamos a tener más pacientes no Covid”. —¿Cuál es el número de personas vacunadas y no vacunadas en terapia intensiva?  —En el relevamiento de la semana pasada había un 52% no vacunados, o con vacunación incompleta, y un 48% con vacunación completa. Llamamos vacunación completa, por la definición del Ministerio de Salud, a pacientes con tres dosis, o con dos dosis que hayan sido aplicadas, al menos, en menos de cinco meses. Lo que pasa es que hay muchísimos pacientes con vacunación completa. Entonces, la mitad van a ocupar las camas de terapia intensiva. Pero en el país son una minoría las personas con vacunación incompleta, y la mitad están ocupando las camas de terapia intensiva. Entonces, lo bueno sería que se vacunen para ocupar la menor cantidad de camas y que los pacientes más vulnerables puedan tener camas. ¿Es lo mismo estar vacunado o no? No, no es lo mismo. Los pacientes vacunados cursan una internación de menor gravedad, asintomáticas, o con síntomas leves. Lo que juega un papel fundamental son las características del paciente, las comorbilidades. Los pacientes añosos, diabéticos, oncológicos,  cuando están en terapia intensiva si no están vacunados obviamente les va peor. Y si están vacunados, también son pacientes graves y que hay que cuidar. Pero esa es a la primera población a la que apunta la campaña de vacunación. —Hablamos de camas de terapia intensiva, ¿de hospitales públicos o también del sector privado? —Es una mezcla. Del último registro de terapias intensivas, 55 eran privadas y 45 públicas. La Sociedad manda un link y las unidades que pueden contestar, contestan. Siempre son arriba de 100, y nuestros datos son muy importantes. Porque hablamos de cosas que no suele hablar la gente. Por ejemplo, esta semana preguntamos el estado de vacunación y de mortalidad. Preguntamos cuántos pacientes habían fallecido en los últimos 15 días. Y habían fallecido 327 pacientes. Nosotros analizamos esos números, porque a veces escuchas un número y no sabes qué contiene. Ese número pensamos que podían ser pacientes grandes. Y no, la media de pacientes fallecidos nos dio 54 años. O sea que son pacientes jóvenes, de mediana edad. El 60% masculinos, el 91% tenía comorbilidades. O sea, enfermedades previas, que eso es lo que decimos que pesa. Y aún cuando están vacunados, tener los antecedentes de cáncer o de inmunodepresión, ara la gente que no tiene buenas defensas, eso influye de sobremanera para el diagnóstico. Teníamos un 63% que tenía vacunación incompleta o nula, y el 85% presentaba distrés respiratorio, que es un compromiso pulmonar muy importante que hace que oxigene poco la sangre.

Pamela Andrade, vecina de la Villa 31 e integrante de La Poderosa se refirió a la situación en las villas porteñas con respecto a la ola de calor en medio del cemento de las urbanizaciones no finalizadas. También habló de la falta de luz, agua, y el aumento de casos de Covid-19. (Por La Retaguardia) 🎤 Entrevista: Pedro Ramírez Otero/Julián Bouvier ✍️ Redacción: Nicolás Rosales 💻 Edición: Pedro Ramírez Otero 📷 Foto de portada: La Garganta Poderosa —¿Cómo se vive la ola de calor teniendo en cuenta el cemento de la urbanización  en las villas?  —Acá en los barrios populares la pasamos mucho peor ya que no está completa la urbanización. Es horrible tener que cocinar tantas horas en los comedores, pero tenemos que hacerlo porque somos los únicos que le podemos dar algo de comer a los vecinos del barrio que de verdad lo necesitan. Todo esto es peor cuando no tenemos luz, agua. Los cortes que hubo en la villa 31, como en otras villas de capital, no afectaron un montón. No pudimos cocinarles a los más de 400 vecinos, tuvimos que repartirles la comida cruda para que se la puedan cocinar. A veces estas personas están en situación de calle y no tienen como cocinar.  —¿Se acercaron desde la empresa proveedora de luz? —Todavía no hubo respuesta de ningún tipo. En algunos lugares estamos sin luz y en el único lugar que había un generador es el Ministerio de Educación. Los pocos sectores donde hay luz, no tienen agua.   —¿Qué diálogo existe con el Gobierno de la Ciudad para estos casos? —No tuvimos diálogo, acá nos organizamos entre todos los vecinos tratando de mandarnos mensajes, nos ayudamos. Si yo tengo una botella, le doy a mi vecina, quienes tuvieron o tienen luz ayudan a los que no tienen con cables. —¿Cómo está la situación con el aumento de casos de Covid-19? —La situación es crítica. Para hacerse un hisopado hay gente que hace filas interminables desde las tres de la mañana. Actualmente dan 180 cupos en la UFU (Unidad Febril de Urgencia) para hisopar. Y a veces menos. A las nueve ya no hay más cupos. Y si no te hisopás acá en el barrio no te ayudan con bolsones de mercadería para pasar el aislamiento. Con respecto a la vacunación y debido a los rebrotes que hubo tuvieron que cerrar los centros de vacunación en el barrio. Por otro lado, en el barrio Rodrigo Bueno no hay ningún lugar donde te puedas testear o vacunar. No podemos seguir así. 

El médico infectólogo Ricardo Teijerio respondió las dudas acerca de cómo transitar de la mejor manera la tercera ola de Covid-19 en Argentina. En diálogo con el programa radial Oíd Mortales, repasó las diferencias entre la portación del virus y la enfermedad, y destacó la importancia de la vacuna que ha aminorado la cantidad de personas fallecidas. “Tenemos un montón de positivos, pero no tenemos enfermos”, planteó. (Por La Retaguardia) 🎤 Entrevista: Cristina Varela/Luis Angió ✍️ Redacción: Nicolás Rosales 💻 Edición: Pedro Ramírez Otero/Agustina Sandoval Lerner 🖍️ Ilustración: Antonella Sportelli —¿Qué hacemos si estuvimos con alguien que dio positivo? —Es muy común en estos momentos ese tipo de consulta sobre contactos estrechos. Debemos tener claro que el contacto estrecho es el que estuvo con alguien que después resulta ser positivo y uno estuvo 48, 72 horas antes, sin distancia debida,  a menos de dos metros sin barbijo y más de 15 minutos. Ese tipo de contactos son muy frecuentes, sobre todo cuando uno va a eventos, a reuniones o bailes. Si aparece una persona positiva, todos aquellos que estuvieron en contacto se tienen que aislar. Si no tienen síntomas por cinco días. Luego debe permanecer cinco días más sin aislamiento estricto, pero sin ir a eventos y usando barbijo cuando sale a la calle. Esos son los cuidados actuales. Y una de las consultas más frecuentes en este momento es qué pasa si me toca el momento de vacunarme y estuve con un contacto estrecho. Lo que decimos es que no pasa nada, se deben vacunar igual, no deben esperar ni el aislamiento ni tener síntomas, porque no hay ningún tipo de riesgo. La vacuna no va a alterar ningún tipo de evolución.  —¿El barbijo y la vacuna son los elementos que nos salvan cuando somos contacto estrecho? —Sí, seguro. Como mecanismo de barrera es lo mejor. Si estoy al aire libre puedo estar sin barbijo. Y lo otro que tenemos que interpretar en este momento es que nosotros estamos viendo muchísimos positivos, pero por presencia de virus. No estamos viendo enfermos, no estamos viendo enfermedad, solo estamos viendo pacientes con presencia de virus, que es importante. Igual, aunque no tenemos un consumo de camas alto, tenemos un promedio de 20 y un poco más de muertos por día. Tenemos que protegerlos a ellos, por eso las medidas de prevención no hay que abandonarlas. La realidad es que estamos viviendo otro episodio de esta pandemia, donde antes cuando teníamos esta cantidad de contagiados teníamos dos hospitales completos, en cambio en este momento no está pasando lo mismo. Porque tenemos un nivel de protección en nuestra sociedad bastante alto por aquellos que tuvieron contacto con el virus y porque fueron vacunados.  —Las personas que han fallecido en estos días, ¿ya venían con antecedentes de otras enfermedades y se les complicó con el Covid-19? ¿Son personas mayores o es gente joven también? —Hay de todo, pero en general son personas que vienen con otras enfermedades y se positivizan con Covid, pero no mueren por enfermedades respiratorias. Mueren por la enfermedad de base. Como un paciente oncológico que está en tratamiento  profundo. Puede tener Covid pero no muere por Covid, sino por su enfermedad oncológica de base. Lo mismo un cardiológico. No estamos teniendo pacientes de terapia intensiva por Covid y eso es muy importante. Y los que hemos tenido estaban con vacunación incompleta.  —Esto último no se aclara debidamente en los medios. Dicen “se murieron tantas personas por Covid”. —No mueren por Covid, mueren con Covid. Creo que hay una alarma, y se está siguiendo muy de cerca a la cantidad de positivos. La vacuna ha demostrado lo que está pasando ahora, que tenemos muchos positivos pero no tenemos enfermos. Eso es pura y exclusivamente por la vacuna, por el nivel de protección que tenemos, no hay duda. En países como Alemania, Rumania, Austria, que no tienen una buena cobertura de vacunación, tienen una internación muy alta y mucha más mortalidad. En cambio, Israel, que también tiene brotes importantes, no tiene  muertos porque está bien vacunado. —¿Los síntomas son  los mismos o se modificaron con las variantes?   —Las variantes que prevalecen son la Delta y la Ómicron. No estamos viendo los mismos síntomas de antes. Pero también esto está muy modificado por la vacunación, entonces casi no tiene síntomas la gente. Está evolucionando en forma muy leve, pero no estamos viendo ya pérdida de olfato, gusto, trastorno respiratorio, no estamos viendo neumonía. La verdad es esa, vemos quizás un paciente con un poco de malestar, dolor de cabeza, inclusive con diarrea, sobre todo en los chicos,  dolor de garganta. No pasa más de eso.  —No está autorizada la vacuna para menores de tres años, ¿qué pasa con eso?  —Tenemos que tener claro que pueden ser transmisores, pero no estamos viviendo realmente riesgos de salud de esos chicos, sobre todo con esta variante (por la Ómicron). Creo que la gente está confundiendo la enfermedad con la portación. Hay chicos que se hacen el hisopado porque son contactos estrechos y tienen presencia de virus, pero no es que estén enfermos con Covid.  —¿Qué diferencias existen entre los tipos de tests? —Más que nada hay diferentes tipos para no juntar a la gente en las UFU (Unidades Febriles de Urgencia) que tienen síntomas y pueden estar contagiando, con gente que es contacto estrecho. Uno puede hacer un antígeno rápido o PCR. En todos lados se están haciendo los dos. De todas maneras, yo creo que la gente tiene que interpretar que aquel que es contacto estrecho debe respetar los días para hacerse el estudio. Porque hay mucha gente que está viniendo a los hospitales a hacerse un estudio, tanto un antígeno o un PCR a los dos días de haber tenido contacto. ¿Y por qué lo hace? Porque al otro día tiene una reunión y quiere ir tranquilo, pero no sirve eso. Realmente, si se tiene que hacer un estudio por contacto estrecho, tiene que dejar pasar como mínimo cinco o siete días.  —Puede darle negativo teniendo

Mientras el jefe de Gabinete, Juan Manzur, y la ministra de Salud, Carla Vizzotti, anunciaban las medidas de flexibilización de los protocolos contra la pandemia ante la baja en los contagios, trabajadoras y trabajadores de la salud se movilizaron por el centro porteño. Desde el obelisco hasta Plaza de Mayo, hicieron notar sus reclamos: apertura de paritarias, contra la precarización y el pluriempleo. La FeSProSa (Federación Sindical de Profesionales de la Salud de la República Argentina) convocó a la jornada con delegaciones de varias provincias. Compartimos un fotoinforme. (Por La Retaguardia) 📷 Fotoinforme:Virginia Chaile/La Retaguardia

Este dato se desprende de un informe elaborado desde Observatorio por el Derecho a la Ciudad. En diálogo con el programa radial Sueños Posibles, María Eva Koutsovitis, arquitecta e integrante del Observatorio brindó más detalles e hizo un repaso por problemas estructurales que van en aumento como el hambre, la indigencia, el desempleo, la brecha digital, entre otros. Todo esto se da en el distrito más rico del mundo, y al mismo tiempo uno de los más desiguales, la Ciudad de Buenos Aires.  (Por La Retaguardia) 🎤 Entrevista: Irene Antinori/Alfredo Grande ✍️ Redacción: Nicolás Rosales 💻 Edición: Pedro Ramírez Otero 📷 Foto de portada: Archivo Natalia Bernades/La Retaguardia La arquitecta e integrante del Observatorio por el Derecho a la Ciudad, Eva Koutsovitis, comenzó describiendo una serie de estadísticas que ayudan a entender mejor un listado de problemas estructurales que van en aumento en la Ciudad de Buenos Aires: “El último informe que elaboró el Instituto de Políticas Públicas a partir de información oficial de la Dirección General de Estadísticas y Censos de la Ciudad de Buenos Aires correspondiente al último trimestre del 2020, evidenció datos sumamente preocupantes. En el distrito más rico del país, 312 mil personas pasan hambre, es decir que tenemos más de un 10% de indigencia. Por otro lado, 455 mil si bien superan la línea de indigencia son pobres. Por lo tanto, entre la indigencia y la pobreza uno de cada cuatro porteños y porteñas se encuentran alcanzados. También a tener en cuenta es que más de 630 mil personas superan el valor de la canasta básica total que define el umbral de pobreza, pero lo hacen con muy poco margen y entran en lo que se denomina el sector frágil. En definitiva, uno de cada dos habitantes se encuentran en situación de pobreza, indigencia o fragilidad”, explicó.  Desempleo en aumento “Estamos también ante un escenario crítico en relación a los datos de desempleo. La tasa de desocupación en la Ciudad se ubica en el 10,1% (unas 90 mil personas). En realidad está enmascarando que muchos y muchas que perdieron su empleo durante la pandemia no han vuelto a demandarlo. Si esto no hubiese sucedido, la tasa hoy alcanzaría un 15%. Otro dato es que ha habido un aumento de la tasa de subocupación en más de un 4%. Este modelo urbano propuesto da cuenta que prioriza el hambre y la precariedad”, continuó Koutsovitis. Inquilinización y agua para pocos “De la década del 90 a la fecha, se ha aumentado en un 4% el porcentaje de inquilinos. Por encima del 40% de la población hoy es inquilina. Esto también se traslada en la desigualdad de acceso al agua potable, uno de cada siete porteños y porteñas no acceden, significa un 15%. En el 2001 solo era el 4%. Lo que pasó es que hoy Buenos Aires es de las ciudades en el mundo que más retrocedió en materia de acceso al agua potable”, aclaró.  La integrante del Observatorio por el Derecho a la Ciudad hizo referencia también a lo que se conoce como brecha digital: “A todo esto se le suma la brecha cada vez más marcada en relación a la conectividad, el 40% de los y las estudiantes no tiene una acceso a una computadora en el hogar”.  Por último, Koutsovitis denunció: “Este escenario de precariedad en aumento tiene una contracara, que es intermediar con empresas las políticas públicas que generan por otro lado un enorme sobrecosto al Estado. En esta línea se puede trasladar un ejemplo con camiones transportan agua, pero no se hacen las obras de infraestructura necesarias en las villas y barrios populares. Otro caso clave es lo que pasa con la prestación privada alimentaria en las escuelas públicas, el negocio de las viandas destinado a alumnos y alumnas. Las cooperadoras han denunciado la poca calidad nutritiva, y el Gobierno de la Ciudad impunemente ha hecho negocios con 19 empresas, garantizándoles la permanencia en cada renovación de la concesión. Ahora, en contexto de pandemia, el Gobierno reparte las denominadas canastas alimentarias nutritivas con sobreprecios”.

Lo dijo Rocío Rodríguez, kinesióloga residente del hospital Ferrer. En diálogo con el programa radial La Retaguardia, contó cómo es la situación actual de los y las residentes y concurrentes de la Ciudad Autónoma de Buenos aires. Habló acerca de los reclamos históricos que vienen llevando a cabo como profesionales de la salud, de la precarización laboral en contexto de pandemia por Covid-19, y también se refirió a la distribución de las vacunas para los trabajadores y trabajadoras. (Por La Retaguardia) 🎤 Entrevista: Fernando Tebele/Pedro Ramírez Otero ✍️ Redacción: Agustina Sandoval Lerner 💻 Edición: Pedro Ramírez Otero 📷 Foto de portada: Asamblea de Residentes y Concurrentes (CABA) —La Retaguardia: ¿Cómo van llevando esta instancia de la pandemia? Porque ya van varias veces que decimos: “Estamos en el momento más duro”. —Rocío Rodríguez: La verdad que parece que estamos como siempre en el mismo lugar, pero no, siempre se puede estar un poquito más agotados, más al límite y acá tratando de sobrellevarla de la mejor manera. El problema que tenemos ahora es que ya tenemos un año y pico de pandemia encima. Entonces el agotamiento se siente, sumado a la cantidad de trabajo, a la situación que vivimos todos como población de numerosos contagios y demás. Entonces, esto es ya como un factor de gravedad si se quiere.  —LR: En cuanto a lo sindical, venían de conflicto en conflicto incluso antes de la pandemia, ¿cómo están? —RR: Nosotros habíamos desarrollado un conflicto muy importante con la Asamblea (de Trabajadorxs Residentes y Concurrentes) que tenía que ver con una ley que venía, de alguna manera, a formalizar nuestra situación de trabajo, de precarización laboral. Después de toda la lucha que dimos vino la pandemia y quedó nuestro diálogo con el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires para poder entablar una ley que realmente empadre nuestros derechos, la cual hoy en día no existe. Nosotros nos regimos a través de una normativa del año 85 y eso sigue en stand by. Si bien sabemos que la Legislatura porteña no es que está cerrada y cancelada, pero bueno, sí se han puesto en un impasse estas condiciones y nosotros hemos tenido algunas reuniones con el Gobierno, que tenían que ver con la preparación de la situación de la pandemia a principios del 2020, pero todo eso quedó también en otro lugar. Para nosotros siguen vigentes más que nunca nuestros reclamos. Y en todo ese contexto, el año pasado hemos puesto sobre la mesa la situación laboral en la cual nos encontrábamos. La pandemia vino a exacerbar una situación de precarización laboral que sufrimos los trabajadores de la salud y, en particular, los residentes y concurrentes.  —LR: Empeoró todo. —RR: Sí, de alguna manera en nombre de la pandemia se ha forzado a situaciones de pluriempleos, a situaciones de mayor sobrecarga laboral. Y en ese contexto, con la situación salarial, nosotros hemos tenido una fuerte lucha a fines del año pasado por la situación de salario que vivimos y como siempre, también los residentes viviendo esta cuestión de la sobrecarga laboral, de las guardias no remuneradas. Ahora estamos con toda una situación de exigencia por parte de las autoridades de los hospitales de que los residentes y concurrentes tapemos baches de la falta de personal que se exacerba por la pandemia y en todo este contexto para nosotros es importantísimo mantenernos en asambleas y organizándonos.  —LR: Hablábamos puntualmente de estas situaciones que suceden con la pandemia y ahora se suma el conflicto del acceso a las vacunas contra la Covid-19 para todo el personal de salud, ¿cómo está esa situación para concurrentes y residentes? —RR: Esa situación fue muy dispar, yo podría usar la palabra desprolija, a nivel hospitalario. Algunos estamos vacunados desde el primer momento, en diciembre cuando empezaron a llevar las vacunas y el personal de salud fue la prioridad. Pero después hubo ciertas situaciones que tienen que ver con esto también, con la precarización que se vive. Sobre todo los sectores de la salud mental, esos hospitales que el Gobierno entiende que están alejados de áreas Covid y esto es un arma de doble filo. Porque yo, por ejemplo, me dedico a la terapia intensiva y tengo un conocimiento de la patología que tiene el paciente que voy a atender y cuento con todos los elementos de protección personal para atenderlo, pero muchas veces pasa que en un consultorio externo el paciente viene con determinadas características, y uno desconoce si es asintomático o está cursando una enfermedad y todavía no la manifestó. Entonces, en ese contexto, cuidar a todo el personal de salud no fue una tarea homogénea. Hubo sectores, como los de salud mental u hospitales que tuvieron que salir a pedir que los vacunen. Y ni hablar de los concurrentes, que muchos compañeros que al no tener ART (Aseguradoras de Riesgos del Trabajo) no pudieron reincorporarse a las tareas presenciales, pero así y todo se les negó su derecho a la vacunación y muchos fueron vacunados por fuera de los hospitales a los cuales pertenecían. Esa es una situación que agrava a los concurrentes.  —LR: Quieren cerrar los cupos de concurrencia para el ingreso del 2021 que es en los próximos meses, ¿cómo es ese conflicto?  —RR: Todos los años tenemos un ingreso y egreso anual de residencias y concurrencias. Para el que no sabe, somos todos egresados, ya recibidos, que entramos en una formación de posgrado que desarrollamos un trabajo asistencial y aparte nos formamos. Todos los años se abren alrededor de 1.200 cargos de residentes, que son cargos de habilitación exclusiva con un salario, y cargos de concurrentes que son en aquellos lugares donde no se cuenta con una remuneración, que la carga horaria debería ser menor aunque a veces no lo es, y se desarrolla también la misma formación de posgrado pero sin recibir remuneración. Ese es un reclamo histórico que tenemos los residentes y concurrentes en el cual esto es una irregularidad. Lo que el Gobierno está haciendo es desarrollar una tarea de asistencia a través de mano

El sociólogo Daniel Feierstein publicó recientemente el libro “Pandemia, un balance social y político de la crisis del Covid-19”. Allí hace un balance del proceso que comenzó hace ya más de un año. En su paso por el programa radial La Retaguardia, reflexionó acerca de la coyuntura actual, los posibles escenarios en el horizonte local y cómo se configura el mapa político y social de cara a lo que sigue de la pandemia en un año electoral. (Por La Retaguardia) 🎤 Entrevista: Fernando Tebele ✍️ Redacción: Pedro Tato 💻 Edición: Fernando Tebele —La Retaguardia: Escribir sobre la pandemia en tiempo real es una apuesta y más en formato libro. ¿Hay una necesidad urgente de reflexionar sobre la pandemia? —Daniel Feierstein: Sí, es un ejercicio complejo pero la idea era esa. No hacer futurología, cosa que sería medio inútil en este contexto, sino parar la pelota y tratar de pensar. Proponernos un balance de lo que pasó es una herramienta fundamental para poder abordar lo que viene. El eje del libro es un poco ese: por un lado una pandemia, que es un fenómeno evidentemente social y depende de los comportamientos. A su vez los comportamientos se basan en lo que podríamos llamar una disputa por las representaciones, cómo nos contamos lo que está pasando. Entonces el objetivo del libro no es solo entender sino incidir en esa disputa, para entender cómo nos estamos contando lo que está pasando y qué influencias tienen esas representaciones en lo que somos o no somos capaces de hacer. —LR: El contexto es complejo no solo desde lo sanitario sino también desde lo económico. En las barriadas populares la están pasando muy mal y el Estado está prácticamente ausente ¿Cómo se resuelve esta crisis desde lo político? —DF: A ver, el problema de fondo es no haber entendido el nivel de catástrofe con el que confrontamos y, entonces, no tomar medidas suficientes ni a nivel sanitario, ni a nivel político, ni económico. A mí me sorprende realmente el nivel de responsabilidad y de solidaridad de los sectores populares, que pese a estar pasándola muy mal, no estamos teniendo ni grandes explosiones, ni saqueos, ni respuestas de ese tipo. Con lo que está mostrando paradójicamente un enorme nivel de responsabilidad, que está en contradicción con la irresponsabilidad que muestran los sectores que más tienen, que incluso han buscado en algunos casos judicializar la mínima contribución extraordinaria que se propuso el año pasado y que es totalmente insuficiente en relación a la situación que requiere pensar seriamente una redistribución del ingreso, que es la única manera de poder afrontar esta situación en un sentido socio-político y con alguna chance de ir superándola. Después tenemos toda la parte más técnica, si querés, de las distintas respuestas sanitarias. Pero, la complejidad sociopolítica y económica te complejiza esa respuesta, porque de pronto algunas de las más costosas, como una cuarentena muy firme y prolongada por seis o siete semanas, que es lo que realmente en algunos lugares ha logrado una reversión muy significativa de la curva de contagios, requiere un nivel de inversión económica que es imposible sin plantear formas de redistribución del ingreso. Son totalmente posibles en la sociedad argentina, porque tenemos sectores que se están enriqueciendo como nunca, ni que hablar el precio de los commodities o las empresas de comunicaciones, pero requiere poner esas cuestiones sobre la mesa. —LR: Vos decías recién que el gobierno no asume la catástrofe en la que estamos. Ahora, justamente quienes están en el Gobierno nacional son los no negadores de la pandemia, todo el tiempo están diciendo que esto es grave y que tenemos que cuidarnos. Es raro porque se entendería lo que vos decís si estuviera el macrismo en el poder… —DF: Es muy bueno lo que decís, y yo en el libro planteo que esto genera en la sociedad argentina una de las situaciones más difíciles. Igual yo no me refería solo al gobierno, sino a la enorme mayoría de la estructura política, que incluye al gobierno y a la oposición de manera distinta. Porque tal como decís, tenés sectores de la oposición cada vez más importantes que están en una actitud de negacionismo absoluto y no fue así al comienzo de la pandemia. Entonces, pareciera que si analizas lo discursivo, los sectores del gobierno son los que le dan algún lugar a la comunicación de la gravedad de la situación como al intento de tomar algunas medidas. Pero, si sacas eso de la discusión de la grieta y de la discusión con los negacionistas, te das cuenta que en el tipo, en el modo, en el estilo y en la inversión de las medidas adoptadas, hay también un nivel muy grande de negación en el sentido de realmente no poder observar la gravedad de la situación y lo que ello requiere. Por supuesto todo es relativo en ese sentido, si lo comparás con una persona que te están diciendo que esto es una gripecita, que no existe o que podemos seguir haciendo todas las cosas como si no pasara nada y que total no va a pasar nada, podríamos decir que no es negador tratar de implementar algunas restricciones. Pero, el problema es este, incluso comparando con respuestas de Estados más negacionistas, como los casos de Estados Unidos o Brasil, vos tenías gobiernos que optaron hacer como que la situación no existía, pero entonces también tenías una enorme reacción social que se enfrentaba a esto buscando mostrar y denunciar la gravedad de la situación. En una situación como la actual, donde a un gobierno que no reconoce la gravedad en sus acciones que lo corren desde el negacionismo, casi que no te deja espacio para aquellas fuerzas que podrían plantear poner sobre la mesa la gravedad de la situación. Quizás ese lugar lo tendrían que ocupar las organizaciones sociales o las fuerzas de izquierda. No se ve una gran reacción que le esté exigiendo al gobierno otro tipo de medidas, tanto desde lo sanitario como desde lo económico. —LR: Año electoral,

Trabajadores de la empresa EMA Servicios, tercerizados de Edesur, fueron despedidos en plena pandemia y sin respetarse el DNU presidencial que lo prohíbe. Reclaman ser reincorporados a sus puestos de trabajo y que se los encuadre dentro del convenio de Luz y Fuerza. El 14 de mayo se manifestaron en una de las sedes de Edesur y en las puertas del sindicato al que piden ser incorporados. El Ministerio de Trabajo los citó a una reunión con Edesur para la próxima semana para intentar resolver el conflicto. La Retaguardia entrevistó a Silvio, uno de las personas despedidas, para más detalles del caso.  (Por La Retaguardia) 🎤 Entrevista: Julián Bouvier / Pedro Tato ✍️ Redacción: Julián Bouvier 💻 Edición: Diego Adur Silvio, trabajador despedido de EMA S.A., empresa tercerizada de Edesur relató: “Nosotros venimos trabajando hace más de dos años prestando servicios a Edesur. Somos tercerizados por la empresa contratista EMA. Hace tres meses y medio empezamos una lucha sindical reclamando un cambio de convenio que nos corresponde ya que la empresa (EMA) y Edesur, nos tenían encuadrados en el convenio UOCRA, como empleados de la construcción. Hoy un empleado de Edesur cuenta con el convenio del sindicato Luz y Fuerza y —realizando las mismas tareas, trabajando menos horas  y cumpliendo menos tareas— gana el triple que nosotros”. El mayor sueldo que Silvio llegó a cobrar fue de entre 40 y 49 mil pesos en dos quincenas (trabajó horas extras de producción para llegar a esos números). Ese salario está muy por debajo de la canasta básica: “Cuando comenzamos esta lucha sindical hace 3 meses y medio la empresa empezó a hacer una persecución laboral. Empezaron a hacer despidos sin causas. Primero a 6 personas. Después nos suspendieron a todos. Tuvimos que ir a hacer quilombo a la empresa para que nos reincorporen de la suspensión porque era sin goce de sueldo. Hace dos semanas tomaron la decisión de echarnos a todos. Nos echaron. Así, de la nada, de un día para otro. EMA, en conjunto con Edesur, decidieron informar que se terminó el contrato que EMA tenía con Edesur”, denunció.  En plena crisis sanitaria y rompiendo con el Decreto de Necesidad y Urgencia presidencial que prohíbe los despidos en este contexto, los trabajadores perdieron su única fuente de ingresos: “Entonces acá estamos, peleándola, para que nos reincorporen de vuelta, porque dejaron a 60 personas en la calle, sin trabajo, en plena pandemia, siendo que no se puede despedir. Además nosotros somos trabajadores esenciales, prestando nuestro esfuerzo para mejorar el servicio de la gente”, afirmó Silvio.  La mañana del viernes se manifestaron en las puertas del sindicato de Luz y Fuerza para elevar un petitorio exigiendo la reincorporación: “Nosotros hace tres meses venimos pidiéndole al sindicato y ellos hacen la vista gorda. Para nosotros es responsable  de que nos terminen echando, porque nunca nos dieron bola. Hace 3 meses y medio empezamos a juntarnos, hicimos asambleas, elegimos representantes, votamos delegados y lo notificamos por telegrama, con los nombres de los compañeros elegidos, certificado por escribano público. También nos respondieron con la negativa, no lo reconocieron. Dadas todas estas medidas que decidimos hacer, los echaron a todos. Ni uno quedó”, sentenció Silvio.

Juliana es trabajadora del Centro vehicular de testeo de Covid-19 de Costa Salguero. En entrevista con el programa radial La Retaguardia, contó cómo son las condiciones de trabajo y detalló la falta de cuidados, de medidas de prevención y de elementos de protección personal para quienes desempeñan allí sus tareas. Además se refirió a las condiciones de precariedad laboral en los contratos por parte del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires tanto para quienes realizan tareas administrativas como para el personal de enfermería. (Por La Retaguardia) 🎤 Entrevista: Fernando Tebele/Pedro Ramírez Otero ✍️ Redacción: Nicolás Rosales 💻 Edición: Diego Adur/Daniela Cormick 📷 Foto de portada: GCBA Los centros de testeos de Covid-19 funcionan en varios puntos de la Ciudad de Buenos Aires. A simple vista parecen estar bien organizados y arrojando buenos resultados para quienes los utilizan. Sin embargo, los riesgos y las malas condiciones laborales que viven a diario los y las trabajadoras permanecen ocultos para el común denominador de la gente. Juliana es trabajadora administrativa en uno de los centros de testeo de Costa Salguero. No quiso dar su apellido por una cuestión de seguridad, para poder preservar su puesto de trabajo:“Mi función en el Centro vehicular de testeo de Covid de Costa Salguero es administrativa. El Gobierno de la Ciudad le paga, pese a que está concesionada, a Costa Salguero tres o cuatro pabellones para hacer los testeos. Los autos ingresan, autos muy caros de gente que se fue a Brasil, sin ninguna necesidad y trayendo cepas de otros lados, y estacionan al lado de mi puesto”, contó. Sin distancia ni elementos de trabajo seguros “La distancia no se respeta, porque el vehículo estaciona a unos 60 centímetros de mi computadora. Tomo sus datos y los empadrono. La mayoría tiene obra social. Todo parece como una escenografía para el votante de Larreta. Una a veces se cansa de escuchar: ¡qué bien organizado! No es así, porque de organizado no tiene nada. Me ha pasado que nos hayan dicho que no era necesario que usáramos guantes, y hay poco alcohol diluido con agua. Estamos usando los nuestros, porque la gente no lleva lapicera y tiene que firmar una serie de papeles que les alcanzamos. No solo esto, sino que lo más peligroso son los  aerosoles que despide la respiración, porque obviamente la gente no usa un barbijo N-95 que me va a proteger a mí, y yo no uso tampoco. Por otro lado, en los grandes pabellones hace calor al final del día, lo que significa que no hay una buena ventilación y esto es peligroso tanto para la persona que se va a hisopar y para mí”, describió Juliana algunas de las complicaciones en su trabajo. Polifuncionales La trabajadora del centro de testeo continuó denunciando la falta de materiales con los que cuentan en el Centro y la variedad de tareas que deben desarrollar: “Al principio solo se hacían hisopados para gente que había viajado. Ahora es para cualquiera que caiga, con síntomas o sin síntomas, y se hacen PCR también, depende de la disponibilidad que haya. En el lugar, no hay enfermeros pediátricos y quienes atienden a los niños y niñas lo hacen con mucho amor. El pabellón de enfermería está pegado al de administración, los vehículos hacen todo el recorrido siendo guiados por unos especie de ‘trapitos’, nosotros le decimos así a ese puesto, pero en realidad vamos rotando así que somos polifuncionales. En hacer de todo, lo peligroso es cuando nos toca estar asistiendo en el pabellón de enfermería al lado del enfermero o enfermera. Manipulamos muestras, no tenemos barbijo N-95, y como administrativa no tenés derecho a más de un camisolín. También, para hacer un hisopado los guantes quirúrgicos deberían tirarse todos los días. Esto no sucede. Por cada hisopado debería descartarse, porque si hisopan a una persona que tiene Covid, la persona que viene atrás se  puede contagiar. La cantidad de guantes usados está controlada, los enfermeros hacen lo que pueden, cada 10 personas que atienden van desechando guantes y cambiándose. Estamos muy expuestos. Lo terrible es que después de testear, las muestras se manipulan en el mismo pabellón solo dividido por una valla”, expresó. Contratos temporarios  Los pocos cuidados y materiales con los que cuentan los y las trabajadoras de los Centros no es la única dificultad que enfrentan. Juliana contó que no tienen un lugar seguro para poder almorzar y, además, los contratos laborales por un período de 3 meses generan una inmensa inestabilidad para quienes trabajan en estos lugares: “Las mismas viandas que dan en los colegios las comemos nosotros, y almorzamos en el mismo pabellón, el comedor no está separado. Cuando nos sacamos el barbijo para comer, sabemos del peligro que el aire continúe circulando en el mismo pabellón. “De lunes a viernes los turnos suelen ser de 6 horas. Los fines de semana y feriados son 12 horas de trabajo seguidas. Algo más que quiero mencionar más allá de los peligros que corremos y al que somos expuestos a diario, es el riesgo laboral, la inestabilidad. Son contratos de trabajo por 3 meses. Muchos chicos y chicas que vienen a trabajar son de Provincia (Conurbano bonaerense) y se trasladan mucho para venir a trabajar con el peligro que esto conlleva”, concluyó.