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“En los barrios y pueblos necesitamos que vengan a limpiar como hacen en las zonas céntricas, pero acá no se arriman”, denuncia Deolinda Carrizo, referenta del MOCASE (Movimiento Campesino de Santiago del Estero), respondiendo a un interrogante que incomoda: ¿Cómo es la cuarentena fuera de los límites de la clase media urbana? Fue en diálogo con Fernando Tebele y Giselle Ribaloff el programa Hasta que vuelvan los abrazos, que durará toda la cuarentena. (Por La Retaguardia)🎤 Entrevista: Giselle Ribaloff y Fernando Tebele ✏ Redacción: Andrés Masotto 💻 Edición: Rosaura Barletta 📷 Foto: latinta.com.ar Deolinda vive en Quimilí, a 210 kilómetros de Santiago capital, 80 kilómetros del límite con Chaco y casi 1000 kilómetros de Capital Federal. Cuenta que el aislamiento es difícil pero, de todas formas, en la provincia ya venían afectados por el dengue: “Acá además de la cuarentena por el coronavirus se suman varios casos de dengue, ya van 7 confirmados. Y después muchos más en la zona de La Banda y Santiago capital. Y está, sobre todo para los barrios y el pueblo, complicado. Nosotros durante la crisis del gobierno anterior tuvimos que abrir algunos comedores y esta última semana esos comedores volvieron a tener demanda. Había un número casi fijo de personas que venían a buscar el almuerzo y la merienda y ahora se han sumado más. Y muchos quienes conocen el movimiento, que son personas que hacen changas, saben que por ahí es uno de los lugares de referencia donde se les podría dar una mano, no solamente con los problemas de tierra. Entonces se han acercado esta semana”.Hay un tema que preocupa, sobre todo en barriadas y localidades del interior, donde las cámaras muchas veces no llegan, y es el accionar de las fuerzas de seguridad, elegidas por el gobierno para garantizar el cumplimiento del DNU 297/2020. En los últimos días circularon videos en los que se ve desde abuso de autoridad hasta torturas. Deolinda no hace referencia a violencia policial, pero sí desliza cierta intención: “Los primeros días ha habido algunas demoras y detenciones. Andan patrullando a ver si encuentran alguno”.A las 14, cuenta la referenta del MOCASE, el pueblo se tiene que guardar. La sirena de los bomberos es el indicador para que se bajen las persianas y todos entren a sus casas. “A las dos, como mucho, tiene que estar todo cerrado. Y se complica cuando tenés que ir al matadero municipal y así: tenés que ir con tiempo. Y en la guardia municipal no están atendiendo a menos que sea urgente. Los médicos van a tu casa con turno. A la salida y entrada del pueblo tenés que ir con un permiso para demostrar que sos de acá”, describe.Si bien Deolinda no mencionó casos similares a los que vimos todos en los videos que circularon, los compañeros y compañeras del MOCASE hace muchos años sufren la represión de la policía y de empresarios que pretenden arrebatarles sus tierras. Es el caso de Cariló Olaiz, que fue detenido el 18 de marzo sin la orden correspondiente, denunciado por empleados de Orlando Canido, dueño de Manaos: “Él ya tenía amenazas de matones de Canido, que lo iban a matar. Canido se quiere apoderar de tierras donde viven muchas familias. Aquí ha venido con grupos armados a tirotear a las familias y quemarle los ranchos. Nosotros decimos que ese empresario busca lugares que lindan con otras provincias porque ahí no hay radares que puedan detectar la bajada o subida de avionetas. Él está vinculado con gente de esta categoría, con narcotraficantes. Cariló está libre. El expediente no tenía ninguna prueba para meterlo preso. La denuncia es de parte de un cuidador de Canido y los testigos son otros empleados de Canido, y supuestamente había robado una garrafa y cinco camas, y había roto una casilla. Un mamarracho. Y la justicia de Santiago del Estero sigue siendo eso” apunta, determinante, la referente.Gracias a la solidaridad de muchos, Cariló consiguió ser liberado. Pero hace 26 días que Eduardo Castellano, otro militante del Movimiento, está detenido, aún cuando hace 10 días la jueza ordenó su liberación.

Mientras que desde los medios tradicionales de comunicación, la clase media y alta sostiene la consiga de quedarnos en nuestras casas y respetar el aislamiento social, preventivo y obligatorio, en La Retaguardia nos preguntamos qué sucede en los barrios populares y en las villas a la hora de asimilar la cuarentena. En la primera emisión de Hasta que vuelvan los abrazos el programa de La Retaguardia durante la cuarentena, habló sobre este tema una de las referentes de La Poderosa, María Claudia Albornoz: “La expectativa de vida en los barrios pobres es muy corta. O te mata el narcotráfico o te mata el gatillo fácil o te mata alguna enfermedad”. (Por La Retaguardia)🎤 Entrevista 👉 Fernando Tebele/María Eugenia Otero/Giselle Ribaloff✍ Redacción 👉 Diego Adur💻 Edición 👉 Pedro Ramírez Otero Si bien las medidas tomadas por el gobierno nacional para contener la propagación del virus Covid-19 son necesarias, existen sectores sociales que sufren esta cuarentena mucho más que otros. En los barrios populares y en las villas las familias viven hacinadas en casas muy pequeñas en las que deben convivir muchas personas. Por otra parte, la obligatoriedad de quedarse en sus casas les impide a muchos y a muchas de ellas salir a ganarse el dinero necesario para darles de comer a sus familias ya que en estos sectores la subsistencia es día a día. María Claudia Albornoz es una de las referentes de La Poderosa, vive en el Barrio Chalet, en Santa Fe y es trabajadora de la salud. Pertenece a un movimiento social que funciona en comedores populares y a partir de la propagación de la pandemia también están produciendo barbijos para proteger la salud de todas las personas que los necesiten. La Negra Albornoz contó acerca de esta situación a la que están expuestos en su barrio que es ignorada completamente por los medios tradicionales de comunicación:“Es bastante complicado aislarse en medio de mucha gente viviendo en pocos metros cuadrados. Entendemos que es muy necesario. Yo te estoy hablando desde la ciudad de Santa Fe. Nosotras tenemos acá una asamblea de La Poderosa, en el Barrio Chalet. También soy trabajadora de la salud. Vivo en este barrio hace casi 55 años. Sabemos de emergencias por acá. Es complejo cuando escuchamos la consigna de ‘quedate en casa’. Entendemos que es lo que dijo el presidente. Es un decreto constitucional y es obligatorio, pero las realidades son muy distintas. Lo primero que tenemos que pensar cuando decimos ‘quedate en casa’ es cuántos metros cuadrados tiene la casa, cuánta gente vive en esa casa. Eso nos complejiza porque necesitamos asistencia para esas familias que viven en muy pocos metros cuadrados con mucha gente. Muchas veces esas casas son usadas como dormitorios más que como para vivirlas. Por lo general, en los barrios populares o en las villas hay mucho hacinamiento. Se pone muy pero muy complejo. Lo que en realidad se habita en las villas es el barrio: la canchita, los pasillos y lugares afuera de la casa. En realidad, adentro solo se va dormir. A veces, a comer”, señaló Albornoz.El aislamiento para estas familias se hace verdaderamente complejo sino imposible. Los parámetros a la hora de juzgar o sancionar si determinadas personas no cumplen estrictamente con la cuarentena deberían amoldarse también a esta realidad. La intención de la referente de La Poderosa es aislarse y cumplir con los pedidos del gobierno, pero para ello exige ayuda al Estado: “Necesitamos que se empiecen a tomar medidas que podamos cumplir con este decreto presidencial, que podamos cumplir con algo tan fundamental como aislarnos para que este virus no se propague. Pero necesitamos asistencia. Sino es muy difícil cumplir este tipo de medidas que son necesarias. Deben adaptarlas a los territorios e ir acompañadas de la mano del Estado. Necesitamos que el Estado y los gobiernos vuelvan a los territorios a acompañar esta situación de hacinamiento. Si no se hace muy complejo”, pidió.La realidad que se vive en las villas y en los barrios populares es muy distinta a la que se muestra en la televisión y en las redes sociales. También es diferente la posibilidad de quedarse encerrado sin ir a trabajar para un asalariado, un trabajador en relación de dependencia, un empresario, un patrón, que la de una persona que vive al día y sin ahorros: “Nosotros vemos en las redes sociales como la gente comparte que ve películas, comparte que lee libros, que pueden salir al balcón o tienen un pedacito de patio. Esto en los barrios populares no ocurre. Son pasillitos pequeños, casitas pequeñas con mínimos metros cuadrados en donde tiene que vivir una familia que son 9, 10 u 11 personas. Además, ¿cómo hacen para quedarse en casa el padre, la madre o quién tiene que conseguir el alimento a la familia, que si no sale a laburar no come? Desde hace mucho tiempo que en los barrios tenemos economía de subsistencia. Estos sectores empobrecidos son los que salimos a buscarnos la changa, la moneda, en función de llevar algo de comida a la casa. Las organizaciones y los movimientos sociales somos los que nos encargamos, por ejemplo, de que los comedores sigan funcionando y que la gente tenga un plato de comida. Hoy se hace cada vez más difícil. Esas listas de espera que ya teníamos hoy se han incrementado enormemente. No hay recursos alimentarios para seguir alimentando más gente. Pedimos que se organice esa cantidad de alimentos que necesitamos repartir, que necesitamos cocinar”, expresó.Hoy son esas organizaciones sociales las que sostienen el funcionamiento de los comedores populares. Necesitan la ayuda y el abastecimiento del Estado para poder continuar: “Tenemos una gran responsabilidad en lo que es el manejo de la seguridad alimentaria. Estamos trabajando con barbijos. Hay que lavarse las manos permanentemente. Alcohol en gel no hay. Limpiamos las superficies constantemente con agua y lavandina. No nos queremos enfermar ni queremos enfermar a nadie más. Necesitamos los alimentos para cocinar. Sabemos que la emergencia se está reorganizando, pero el primer sector que hay que organizar rápidamente

No es la primera peste ni será la última, por eso esta cuarentena nos encuentra con buena cantidad de insumos, ficciones e historias. Atrincherado en su casa, Paulo Giacobbe ofrece algunos buenos recuerdos de ciencia ficción que podrían hacernos sentir en casa. (Por La Retaguardia)✍ Texto 👉 Paulo Giacobbe 💻 Edición 👉 Rosaura Barletta 📷 Foto 👉 Natalia Bernades Octubre 2008. Calor. En una pieza sin posibilidades de apaciguarlo, Fernando Bonsembiante daba la primer charla de la FliA, Feria del Libro Independiente y A, en la Fábrica de Globos La Nueva Esperanza: La mitología moderna: principio y fin del mundo en la Ciencia Ficción. Bonsembiante explicaba que para la ciencia ficción siempre sobrevive alguien al fin del mundo, más que nada pada poder contarlo, para tener una historia. Aunque todos mueran, siempre alguien queda, al principio puede estar solo, pero después descubre que no, que hay más sobrevivientes. En un televisor de esos cuadrados, Fernando pasaba a Kubrick, Viaje a las estrellas y los Simpson (el capítulo de la bomba de neutrones que cae en Springfield), para fundamentar sus dichos. Fernando Bonsembiante, Ubik, moriría un par de años después. La ciencia ficción, de la que es parte, lo sobrevivió. Se perdió el Coronavirus. La película 12 Monos comienza contando que un tipo en un loquero asegura que 5 mil millones de personas morirán a causa de un virus letal en 1997. En realidad, la humanidad sobrevive y se va a vivir bajo tierra, como Los Mastunas. Entre los sobrevivientes existen algunos con más poder que otros, porque hay gente presa que es obligada a viajar en el tiempo hacia el pasado para saber que onda con el virus ese. Ciertos privilegios se mantienen tanto arriba como debajo de la superficie. Recomendarla es poco. Ciencia ficción, virus letal, viajes en el tiempo, apocalipsis y Bruce Willis niño.Un Bruce adulto, con curitas en toda su cara ruda pelada, atado a una cama, tiene un disparate de diálogo. Se cree loco. Quiere curarse. Se ríe, Bruce, como si fuera loco. Sabemos que es un actor, pero se ríe como se supone se ríe un loco, como si fuera loco. Y entonces dice: “Ustedes no existen. No son reales. Nadie puede viajar en el tiempo”.En una escena posterior, un Bruce inyectado, atado a la misma camilla que antes, escucha una voz. Queda claro que Bruce no sabe lo que quiere pero lo quiere ya. Bruce pelado, sedado, nos recuerda a Prodan. No lo puede pensar nadie eso, pero esta en nuestro inconsciente. Bruce Willis en 12 monos es Luca Prodan.La escena que sigue es increíble. Ciencia ficción pura.Del final de la película no se puede decir mucho. La gente que no la vio se puede poner mal, no quiere saber el final, aunque sea una peli que tiene 25 años y no esté en sus planes verla. Es entendible. No se sabe cuándo la podés ver de casualidad, en un largo viaje en micro con varias horas de incomodidad en un asiento. Varios días. Aunque es improbable, pues no pasan estas pelis en los micros. La opción más baja es Youtube, pero está en latino. Recomendarla es poco.Estuvo casi todo el día lloviendo, pero con algo de calor. Cuando llovía fuerte, el agua de las calles crecía. Bajaba rápido, probablemente a causa del mismo calor agobiante. Los mosquitos parecían atacar de manera organizada. Además, estaban inflados como ninja con músculos. El repelente, lejos de ser efectivo, parecía atraerlos.Por las calles, cuando bajaba el agua, caminaban más personas. Pero en verdad nunca dejaban de pasar del todo. Nadie se tocaba. Usaban barbijos en un número menor que la semana pasada, o eso parecía desde la ventana de mi casa.Es impensado que nadie camine sin uno de los tubos verdes con el dibujito del pino. Los fumigados verdes. La gran mayoría están yendo a trabajar, la minoría vuelve. Aunque no hay forma de saber eso, cuántos van y cuántos vuelven. Es por el tiempo que llevo acá dentro que ando pensando así. Buenos Aires, 14-3-2022