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Daniel Cabezas


En la tercera audiencia del Juicio Contraofensiva III declaró Daniel Cabezas, quien dio testimonio respecto a su experiencia como sobreviviente. En el juicio donde se juzga la participación del excomisario Roberto Álvarez en la represión a la acción de Montoneros, Cabezas habló acerca de su detención y relató lo que pudo reconstruir de las caídas de sus compañeros y compañeras. Este miércoles desde las 9 serán los alegatos de las partes acusadoras. Redacción: Mónica MexicanoEdición: Pedro Ramírez Otero/Fernando TebeleFoto de portada: Transmisión de La Retaguardia Daniel Cabezas se acomoda en su silla, ajusta el micrófono para que se escuche con claridad lo que tiene para decir. Comienza su testimonio y habla del momento en el que en 1978, junto otros exiliados en México, conformaron un grupo de prensa para imprimir la revista Evita Montonera. En esa imprenta trabajaba con Aixa Bona, su compañero Gervasio Guadix y otras personas  más.  En 1979 ante el llamado de la organización para el retorno a la Argentina en el contexto de la Contraofensiva, vuelven al país junto con sus familias, se instalan en Buenos Aires en diferentes casas, y continúan con la tarea de imprimir, encuadernar y distribuir el libro “Montoneros, el Camino de la Liberación”. Daniel y Nora Hilb, su compañera, buscan trabajo, transitan la clandestinidad, esperando tener noticias de la organización. Comienzan a notar  seguimientos, hasta que un día, al volver a su casa, son detenidos. Los llevan a la Comisaría 44 y luego a Campo de Mayo. En la Comisaría es entregada la hija de Daniel a su suegro.  No es la primera vez que Daniel declara, lo hizo en el Juicio Contraofensiva I, donde pudo contar la reconstrucción que pudo hacer muchos años después de su liberación, hablando con los demás sobrevivientes, de la caída de sus compañeros y compañeras. Luego de su secuestro, Daniel estuvo en la cárcel 4 años, en Rawson y Caseros, ya como preso político de la dictadura.  La declaración en el juicio Cabezas contó lo que pensó cuando Aixa Bona narró el hecho de su traslado, que había realizado el imputado Roberto Álvarez. Era llamativo que luego de tantos malos tratos sufridos en Campo de Mayo el oficial quisiera conversar con ella, motivo suficiente para que el personaje fuera claramente recordado.  Para el momento de las detenciones eran conscientes de la gravedad de la situación represiva, tenían conocimiento de las torturas en los campos de detención, tortura y exterminio. Sabían que estas personas, patotas, policías y militares, eran parte del Plan de Reorganización Nacional, que buscaba destruir a la militancia, afectar a la sociedad para imponer un plan económico. Álvarez era también parte de ese plan.  Daniel dijo que gracias a la transmisión de las audiencias por parte de La Retaguardia, Aixa pudo reconocer al imputado sin duda alguna. Él se encontraba en la sala virtual cuando Álvarez dio testimonio en el juicio anterior.. “Álvarez armó un cuentito para deslindar responsabilidades. (…) Recuerdo que Álvarez contó que iba con un coche que no era operativo por una ruta y vio a una mujer que estaba como perdida, que la levantó y la llevó a la comisaría, que él la trataba muy bien (…) no solo como persona, sino como policía”, había declarado Bona. “Me quedó este cuento de buena persona, algo que han hecho la mayoría de los militares que testimoniaron. No se acuerdan de nada. A mí me llama la atención cómo no ganó Montoneros, porque ninguno nos combatía, ninguno estaba persiguiéndonos, entonces siempre digo, tendríamos que haber ganado, según ellos”, agregó con ironía Cabezas.  Durante su declaración, Daniel leyó un documento de Inteligencia del Ejército que fue parte de las pruebas presentadas durante el juicio anterior, donde se refiere el supuesto suicidio de Guadix (esposo de Bona) y la posterior detención del grupo al que pertenecían Cabezas y Bona. En el documento hay testimonios de Colores (Juan Antonio del Cerro), un militar a cargo de la acción represiva, “donde queda claro cómo estaban organizados y quienes intervinieron”.  Respecto a cuál fue el destino de los miembros de su grupo, Daniel refirió que de quien menos se sabe es de Alfredo Lires y Graciela Álvarez, de quienes suponen que para finales de 1980 aún se encontraban vivos en Campo de mayo. Ambos permanecen desaparecidos. Daniel y su compañera Nora salieron de la cárcel el 4 de mayo de 1984, tras la intervención de la diplomacia de Alemania. Aixa Bona, recuperó su libertad a fines del 83. Acerca de Guadix, dijo: “Supimos en 1980 que armaron el operativo para hacer pasar su asesinato por un suicidio. De los tres fue el único cuerpo que se encontró”.  Posteriormente, Alejandro Elorz, el abogado defensor del imputado le preguntó a Cabezas qué era Montoneros. Después de un cruce entre las partes acerca de si la pregunta era pertinente, respondió: “Era una organización político militar que se formó con distintas organizaciones y movimientos en la dictadura anterior y tenían como objetivos luchar de distintas maneras, de todas las maneras, para que se termine la dictadura y para construir una sociedad justa”. Más adelante agregó que Montoneros “era una organización emblemática y por eso tuvo relación con tantas organizaciones de liberación en el mundo”.  El defensor nuevamente le preguntó los motivos por los cuales Montoneros pasó a la clandestinidad. Cabezas dijo: “Habría que preguntarle a la conducción cuándo toma esa decisión”. A partir del inicio de la dictadura, de las prácticas genocidas, “la clandestinidad fue una manera de resistir, porque sobrevivir era resistir”. Agregó además que Montoneros siempre comunicó a la sociedad lo que hacía, ya sea mediante comunicados o conferencias de prensa, daba cuenta de la diversidad de sus acciones. “Hay muchísima información sobre sus políticas y por qué en cada momento decidió distintas líneas, incluida la lucha armada, un tema que en esta sociedad todavía falta discutir”, agregó el sobreviviente. Daniel relató su participación en la conferencia de prensa en México donde filmó a “Tucho” Valenzuela, militante montonero, a quien llevaron “para que marque a la Conducción. Y él, en connivencia con

Testimonios de Daniel Cabezas y Claudia Bellingeri.

Después de seis intensas jornadas, finalizó el alegato de la querella mayoritaria representada por Pablo Llonto. El abogado y periodista tomó los últimos 4 casos de los 36 que representó en este juicio. Comenzó con Daniel Cabezas. Continuó con Luis Fleitas y Hugo Vocouber, integrantes de las Ligas Agrarias. y finalizó con Alcira Machi. La segunda mitad fue para identificar las tareas y roles de cada imputado. En el cierre, apelando a toda su emotividad para llegar a los jueces y la jueza, pidió condenas a prisión perpetua para los 6 imputados, de cumplimiento efectivo en cárcel común. La semana próxima será el turno de las querellas de las Secretarías de Derechos Humanos de la Nación y la Provincia de Buenos Aires. (Por El Diario del Juicio*) 📷 Fotos: Natalia Bernades ✍️ Textos 👉 Fernando Tebele 💻 Edición: Martina Noailles ☝ Foto de Portada: Un gesto muy característico de Pablo Llonto durante estas seis jornadas: con su dedo señala la pantalla en la que se ven imágenes que acompañan a sus palabras.  👆 👆 El caso de Daniel Cabezas dio lugar, en el comienzo de la última jornada de alegatos de las querellas particulares, al relato de las caídas en secuencia de las tres parejas que tenían, entre otras, la tarea de impresión de un libro de Montoneros que, no casualmente, el imputado Apa mostró durante su indagatoria, sin poder explicar cómo lo había conseguido. Cabezas y su compañera Nora Hilb sobrevivieron, al igual que Aixa Bona. En tanto, el compañero de Bona, Gervasio Guadix, y la pareja conformada por Graciela Álvarez y Alfredo Lires, fueron víctima fatales de la dictadura genocida.📷 Natalia Bernades/El Diario del Juicio 👆El índice de Llonto señala en la pantalla mientras se ve una foto de integrantes de las Ligas Agrarias, entre quienes estaban Luis Fleitas y Hugo Vocouber. El juicio fue revelador en torno de esa organización, no sólo de la represión que los alcanzó, sino también de la tarea que llevaron adelante en el Noreste y el Litoral, junto al campesinado explotado.📷 Natalia Bernades/El Diario del Juicio 👆 Entre las fotos de las personas desaparecidas en las sillas, ícono visual de las audiencias durante la pandemia, se puede ver a Alcira Enriqueta Machi, quien pasó por Campo de Mayo y fue llevada a la ESMA. Allí pudo dialogar con Víctor Basterra, quien falleció hace unos meses pero alcanzó a dar el que fue su último testimonio en un juicio por crímenes de lesa humanidad. Llonto se detuvo especialmente en el aporte de Basterra a la memoria colectiva vinculada al genocidio, que también marcó a fuego este juicio, no solamente por aquel diálogo con Machi, también por el aporte documental que el sobreviviente consiguió rescatar de la ESMA.📷 Natalia Bernades/El Diario del Juicio 👆 Margarita Vich tiene en sus brazos a María José Luján Mazuchelli, en una de las tantas fotografía de época en la que las y los militantes sostienen a hijas e hijos de sus compañeras y compañeros como si fueran propios.📷 Natalia Bernades/El Diario del Juicio 👆 El foco puesto en Sol Benítez, la hija de Ángel Servando Benítez. Más cerca está Joaquín Frías, el hijo de Federico Frías. En el fondo Martín Mendizábal, hijo de Horacio Mendizábal y Susana Solimano.📷 Natalia Bernades/El Diario del Juicio 👆 En el cierre de la jornada se escucharon los primeros aplausos desde que las audiencias del juicio se reanudaron de manera virtual. El cierre emocionante de Pablo Llonto, con la frase que titula este informe, conmovió a las personas presentes, y también a quienes siguieron la transmisión a través del canal de YouTube de La Retaguardia.📷 Natalia Bernades/El Diario del Juicio 👆 El video muestra la mirada intimidante del imputado Eduardo Eleuterio Ascheri. Sus ojos no se posan en la cámara que lo registra, sino en los ojos de quien lo está filmando.  Natalia Bernades/El Diario del Juicio *Este diario del juicio por la represión a quienes participaron de la Contraofensiva de Montoneros, es una herramienta de difusión llevada adelante por integrantes de La Retaguardia, medio alternativo, comunitario y popular, junto a comunicadores independientes. Tiene la finalidad de difundir esta instancia de justicia que tanto ha costado conseguir. Agradecemos todo tipo de difusión y reenvío, de modo totalmente libre, citando la fuente. Seguinos diariamente en https://juiciocontraofensiva.blogspot.com

Con la presencia en la sala de uno de los imputados, Eduardo Eleuterio Ascheri, se realizó la cuarta jornada del alegato del Ministerio Público Fiscal a cargo de Gabriela Sosti. En más de cuatro horas, repasó entre otros casos, los secuestros del grupo de prensa, tres parejas de militantes que tenían que editar libros y fueron secuestradas; solo sobrevivieron Daniel Cabezas, Nora Hilb y Aixa Bona. Fueron asesinadas las otras tres: Alfredo Lires, Gervasio Guadix y Graciela Álvarez. Sosti también repasó el calvario de Silvia Tolchinsky, el secuestro del cura Jorge Adur y Lorenzo Viñas, entre otros. Ascheri derramó una lágrima cuando escuchó una de las historias. (Por El Diario del Juicio*)  ☝ Foto de Portada   Mientras Sosti desarrolla la historia de Selva Varela Istueta, una lágrima recorre la mejilla de Ascheri. Quienes asistieron a la audiencia y detectaron la situación, coincidieron en señalar que es extraño que alguien que en su ampliación indagatoria no se lamentó por lo que les ocurrió a las víctimas, se sensibilice con la historia de una de ellas. Y dijeron casi a coro: “si le genera alguna sensibilidad, que diga lo que sabe”. Ascheri fue sorprendido durante el juicio, en dos ocasiones, violando la prisión domiciliaria. 📷 Fotos 👉 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio📷 Selección de fotos 👉 Martina Noailles/Fernando Tebele ✍️ Textos 👉 Fernando Tebele/Martina Noailles ☝ En la previa de la audiencia, Daniel Cabezas, sobreviviente del genocidio, coloca las pancartas con las fotos de quienes fueron desaparecidas/os en cada silla. Salvo en una, la que sorprendentemente ocupó Eduardo Ascheri, uno de los imputados. Ascheri quedó rodeado de las fotos interpeladoras. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ☝ Ascheri quedó rodeado de rostros. Sus ausencias dicen más que cualquier palabra. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ☝ Selva Varela Istueta tenía apenas un año cuando en 1977 secuestraron y desaparecieron a su padre Mario Aníbal Bardi y a su mamá Claudia Istueta, médicos, militantes montoneros de zona sur. Su madre había pedido que, si algo les pasaba, Selva fuera criada por compañeros, no por la familia. Esos compañeros fueron Carlos Karis y Nora Larrubia. El 13 de septiembre de 1980 dormían la siesta cuando entró la patota. Selva tenía 3 años y su hermanito Juan Carlos (hijo de Karis y Larrubia) era bebé. Se llevaron a Carlos y a Nora. A los chicos los dejaron con unos vecinos. Terminaron adoptados por aquella tía que Claudia Istueta había querido evitar. Selva, o Pajarito como la llamaban en la guardería de Cuba, es una de las tantas víctimas de la última dictadura que asesinó a sus madres y a sus padres, a los biológicos y a los del corazón. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ☝ Desde la pantalla, el “Negro” Juan Carlos Silva parece clavar su mirada en Eduardo Eleuterio Ascheri, quien fuera jefe de la División Planes del Departamento de Inteligencia del Comando de Instituto Militares y ahora espera sentencia en este juicio. De barbijo negro y prisión domiciliaria, Ascheri asistió a la última audiencia y escuchó en vivo el alegato de la fiscal Sosti. Tiene 86 años. Silva tenía 30 cuando lo secuestraron el 26 de junio de 1980, el mismo día que al padre Adur y a Viñas en Paso de los Libres. Por el caso de Silva, entre otros, se escucharon los testimonios de su compañera, Ana Testa y la hija de ambos, Paula Silva Testa. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ☝ Francisco Goya fue secuestrado y desaparecido. Uno de sus hijos, Carlos Goya Martínez Aranda fue apropiado. Recuperó su identidad por el incansable trabajo de Abuelas de Plaza de Mayo. También declararon Emilio y Juan Manuel, otros de sus hijos, quién relató la cercanía de su padre a las Ligas Agrarias y la relación que lo unía a Quique Lovey, principal referente de esa organización campesina. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ☝ La revista Para Ti tituló “Habla la madre de un subversivo muerto”. Era en realidad una entrevista fraguada que le forzaron hacer a Thelma Jara de Cabezas mientras la tenían cautiva bajo tormentos desde abril de 1979 en la ESMA. Daniel Cabezas, integrante del grupo Prensa de la Contraofensiva, supo así que su madre estaba viva. “Esta es una muestra más de la ‘acción psicológica’ de la dictadura tendiente a construir conceptualmente y adjetivar a ese enemigo a destruir. La función de ese discurso estigmatizante, embustero y artero era paralizar, domesticar a la sociedad, pretendiendo convencerla de la necesidad de ese exterminio. Y de paso instalar el escenario del más ominoso terror”, sostuvo Sosti en su alegato. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ☝ “Lo más determinante es la constancia del interrogatorio bajo tormentos que le hicieron los especialistas de inteligencia que se desplazaron para secuestrarlo”, dijo Sosti cuando tomó el caso de Antonio Tovo, quién tuvo a su cargo la articulación sindical entre Rosario y otros cordones industriales. “El interrogatorio inmediato fue en Rosario. No hace falta aclarar que no había ninguna autoridad judicial ni prevención alguna para evitar las torturas”. Grafica de ese modo, por un lado la tortura como metodología para conseguir información aplicada en todos los casos, sin excepción; por otra parte, la fiscal, al abordar la cuestión de la información obtenida bajo tortura de personas que luego serían desaparecidas, desmitifica en torno de la entrega o no de datos era una de las cuestiones que definía la vida y la muerte de las personas durante el genocidio. La perversión genocida no funcionaba de ese modo.  📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ☝ Desde la foto, Gervasio Martín Guadix, parte del grupo de prensa, junto a Verónica Cabilla, la joven secuestrada al reingresar al país. Sosti repasó las declaraciones de los gendarmes y médicos que participaron del informe oficial que avaló el supuesto suicidio de Guadix en la frontera, sobre todo el de quien lo llevó adelante, Juan Carlos Olari, de quien dijo que esperaba que pronto estuviera imputado por lo que, como se ha visto durante el juicio, fue un secuestro y asesinato.  📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ☝ Aixa Bona era una de las seis personas que

En la primera jornada del alegato del Ministerio Público Fiscal, Gabriela Sosti sentó las bases de su elaborado trabajo. Definió a lo sucedido en la dictadura como genocidio. Defendió el derecho a la resistencia de los pueblos y comenzó a repasar la represión a la Contraofensiva caso por caso, historia tras historia. (Por El Diario del Juicio*)  📷 Fotos 👉 Gustavo Molfino📷 Selección de fotos 👉 Martina Noailles/Fernando Tebele ✍️ Textos 👉 Fernando Tebele/Martina Noailles👆 Foto de portada  👉 La fiscal Gabriela Sosti lee su alegato. Su rostro se refleja en la computadora en la que esperan su turno las filminas que la ayudarán a reconstruir la historia que este juicio contribuyó a develar. 📷 Foto 👉 Gustavo Molfino ☝ Con un puñado de personas acompañando durante la jornada, antes de la audiencia, así se ve la sala. Aunque las sillas están vacías de público, el modo pandemia no impide que este juicio tenga su impronta cargada de recuerdos y símbolos. De las fotografías a las rosas rojas. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del juicio ☝ A las 9:45, Sosti comienza leer su alegato. Los primeros minutos son conceptuales, un marco para lo que vendrá luego. Allí cita a Simón Bolívar: “’Cuando la tiranía se hace ley, la rebelión es un derecho’”. No es frecuente que se mencione esto en los juicios pero el derecho a la resistencia de manera explicita o implícita sobrevoló muchos testimonios. Y se impone reflexionar sobre las razones por las cuales cientos de mujeres y hombres a sabiendas de los extremos riesgos que corrían sus vidas,  eligieron enfrentarlos”, señala.  📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ☝ La fiscal utilizará durante las jornadas que dure su alegato cerca de ochocientas filminas. La primera es una proclama de Montoneros, con un pliego de consignas que iban desde la “destitución del ministro Martínez de Hoz” hasta “Eliminación inmediata de los procedimientos represivos, que implican la sistemática violación de los derechos humanos, como así también el procesamiento de los inculpados de tortura, secuestros, asesinatos y pillaje”. Después de leerla completa, Sosti asevera: “No venían a tomar el poder por las armas”. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ☝ El presidente del tribunal, Esteban Rodríguez Eggers fue el único integrante en la sala de audiencias. La jueza Morgese Martín y el juez Mancini utilizaron la plataforma virtual, como el resto de las partes.  📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ☝ El primer tramo del alegato es para la persecución contra las y los militantes de las Ligas Agrarias, que ocuparon un buen tramo en el inicio de este juicio: “Conocimos sobre la situación de explotación de esa zona tan rica y productiva, y cómo esos pueblos de pequeños campesinos se fueron organizando para resistir y evitar la expoliación. Esa lucha fue persistente y firme, tanto como la claridad y consistencia de los reclamos y los derechos a defender. Ese (y no otro) fue el motivo que los marcó como un ‘enemigo para quitar del medio’”, indica, mientras se veía una foto de Luis Píccoli, uno de sus dirigentes asesinados. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ☝ Lucía es familiar de Horacio García Pérez. Es una de las seis personas que habilitó el tribunal a estar en la sala para preservar la distancia. García Pérez fue secuestrado en marzo de 1980. Lucía acompañó casi todas las audiencias presenciales del juicio. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ☝ En otro segmento, Sosti señala: “Una de las muchas virtudes de este juicio y su singular impronta es que estamos juzgando a funcionarios de la estructura que diseñó, planificó, instrumentó, analizó,  documentó, llevo adelante, es decir hizo posible el mayor de los genocidios que padeció nuestro país.  El Ejercito fue el responsable primario, el que lideró el embate, y la Inteligencia del Ejército fue su nervio y cerebro”. Desde sus casas, Apa, Ascheri, Firpo, Dambrosi, Cinto Coutaux y Bano, escuchan con diferentes grados de atención. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ☝ Se proyecta en la pantalla una foto colectiva de parte de las Ligas Agrarias, y la fiscal resalta: “Ligas Agrarias tuvo alrededor de 2000 personas detenidas. Alrededor de 200, fueron torturadas con piñas, patadas, la picana eléctrica, el submarino. Muchos de ellos están desaparecidos”. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ☝ Mientras repasa la serie de caídas, se ven en la pantalla fotos de los y las militantes. En este caso, Daniel Crosta: “Era amigo de Regino González y su compañero de militancia. Profundamente peronista, tenía 19 años y fue secuestrado por su militancia, permaneció cautivo bajo tormentos en Campo de Mayo, al igual que sus compañeros, Norma Valentinuzzi, Regino González y su mujer María Consuelo Castaño Blanco, y todos los demás. En el informe que la Jefatura II de Inteligencia elaboró con los datos enviados desde Campo de Mayo, está mencionado como Daniel y su fecha de secuestro 14 de septiembre de 1979”. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ☝ Sosti define el juicio como tardío y exiguo en cuanto a cantidad de imputados: “En este juicio se nos interpuso la impunidad biológica. Carpani Costa, Pianta, Muñoz, Casuccio, Sotomayor fallecieron sin condena, y los militares que juzgamos no reflejan ni mínimamente, la extraordinaria cantidad de recursos con que operó la Inteligencia. Como referencia, el Batallón 601 contó con aproximadamente unos 4000 agentes entre civiles y militares y hoy apenas tenemos sentados a dos”, indica. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ☝ En la pantalla se ve una foto de María José Luján pequeña. La fiscal repasa lo que sufrió aquella niña tras el secuestro de su padre, Jesús María Luján, el Gallego Willy: “María José jugaba en una placita del barrio con otra nena. De pronto llegó la patota en dos o tres Falcon verdes. Estuvo cautiva en un lugar que no puede determinar. Es el recuerdo más oscuro y doloroso de su vida; de lo que le hicieron los responsables de esta masacre cuando tenía apenas 4 años. María José lo resumió diciendo que en su vida los septiembres no son de primavera”, reconstruye Sosti. “Su memoria aterrada solo reservó el recuerdo de dormir sola en

A casi tres meses de la suspensión por la pandemia, se reanudó el debate oral con el testimonio extenso y contundente de Stella Segado, quien aportó una explicación de cómo funcionaban y se organizaban los servicios de inteligencia. Lo hizo tras haber estudiado durante años documentos secretos hallados y desclasificados. Como novedad, aportó un telegrama de Guillermo Patricio Kelly a Héctor Villalón, conocido personaje de aquellos años. Le agradece la información recibida sobre Mendizábal, Tolchinsky, Pereyra Rossi y Croatto, militantes de Montoneros. El Diario del Juicio y La Retaguardia televisaron la audiencia y lo volverán a hacer el próximo jueves, turno para que declare la antropóloga Verónica Almada, quien también trabajó sobre los archivos del Ejército Argentino. (Por El Diario del Juicio*)  ✍️ Texto 👉 Martina Noailles/Fernando Tebele 💻 Colaboración  👉 Diana Zermoglio📷 Fotos 👉  Gustavo Molfino/Daniel Cabezas📷 Foto de Portada 👉 Ante la sala vacía, se colocaron en los asientos las fotos de las personas desaparecidas durante la Contraofensiva. Las observa el abogado defensor del genocida Norberto Apa, el Dr. Hernán Corigliano. 📷 Daniel Cabezas Stella Segado lista para comenzar con su testimonio.📷 Gustavo Molfino Las secretarias del tribunal corren con desesperación. Está a punto de reanudarse el juicio. Arrastran una de las pantallas desde el costado de la sala en el que está ubicada habitualmente para que el público pueda ver mejor lo que ocurre. Esta vez, la cercanía televisiva la necesitarán los jueces para poder observar los documentos y croquis que aportará la testigo, por lo que la ubican de frente a Esteban Rodríguez Eggers y Matías Mancini, los dos que están presentes en la sala. La tercera integrante del tribunal, María Claudia Morguese Martín, es una más entre los recuadros de la sala virtual. Stella Segado, la única testigo de esta audiencia, hace rato que está sentada en su lugar, y repasa algunos apuntes en su computadora. Parece tranquila. Daniel Cabezas, su compañero y sobreviviente de la Contraofensiva, será el encargado de registrar fotográficamente. Lo rodea un público muy especial en esta ocasión. Con la costumbre de la sala repleta, cuesta ver esta imagen, que aun así, como casi todo en este juicio histórico, tiene un fuerte poder simbólico. La sala está vacía, podría decirse con la misma cantidad de certeza y frialdad; pero en realidad está repleta de gente. Y las ausencias evidentes, se hacen presentes. Nadie tendrá que levantar sus fotos esta vez, porque están ubicadas con prolijidad, cada una en su silla. No habrá cansancio en sus rostros seis horas después, cuando Segado todavía responda preguntas, porque están congelados en su tiempo. No por elección, está claro. Aun así, desde las imágenes, todavía destilan algo del poder que les queda. *** Hay huellas que son imposibles de destruir. Son rastros que, a pesar del ensañamiento por borrarlos, la máquina burocrática del sistema va dejando en el camino. El Terrorismo de Estado en Argentina desapareció personas y, en busca de la impunidad de aquellos crímenes, también desapareció registros, fichas, datos. Pero dejó vestigios. De la punta de ese ovillo enredado tira desde hace casi dos décadas la especialista en Archivos y Derechos Humanos, Miriam Stella Maris Segado, la primera testigo en declarar en la reanudación del juicio oral por la represión a la Contraofensiva Montonera, que retomó este jueves tras la pausa obligada por la pandemia. Su testimonio, que duró casi 6 horas y se transmitió en vivo a través de El Diario del Juicio, fue un relato pormenorizado acerca de cómo funcionaban las estructuras de inteligencia militar durante la última dictadura. Especialmente, puso bajo su lupa a los Batallones 201 y 601 con base en Campo de Mayo, durante el período 1979/1980, lo que permite poner en contexto las violaciones a los derechos humanos que se investigan en este juicio.  Segado es especialista en archivos de la represión y, gracias a una lectura minuciosa y obsesiva por seguir buscando donde parece que ya no hay nada, logró reconstruir lo que ella llama el “ciclo de inteligencia” establecido durante la dictadura. El rompecabezas se armó con la doctrina y la reglamentación de las Fuerzas Armadas entre 1976 y 1983. Su testimonio en este juicio tiene mucha relevancia, porque en realidad los archivos y documentos de inteligencia son la base probatoria. Sin esos archivos, hubiera sido mucho más complicado (aún) arribar a esta instancia. El rol de Segado sería el de ordenarlos con su testimonial, aportando algo desde su recorrido personal. “En 2003 comienzo a investigar Campo de Mayo. En ese momento Campo de Mayo era un circuito que no se había investigado, del que había aproximadamente 10 sobrevivientes conocidos y no había certezas de cuántas personas habían pasado por allí. A lo largo de los años los 10 se transformaron en 100; y las víctimas, en más de 3000 personas”, explica, mientras recorre sus pasos por los archivos de la CONADEP (Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas), y sus trabajos en la Subsecretaría de Derechos Humanos (que luego se transformaría en Secretaría), más tarde en el área de archivos del Ministerio de Defensa y también en la UFI-AMIA. Documento secreto en el que se observa el ordenamiento y el modo de acción de la Inteligencia Nacional. La que más pregunta es la fiscal Gabriela Sosti. Está ubicada en una fila de tres asientos correlativos. Detrás suyo están los abogados defensores Lisandro Sevillano y Hernán Corigliano. Dan la imagen de estar en un ómnibus; los defensores a veces parecen querer bajarse. Sosti consulta y no dejará de hacerlo. Se nota que parte de este material formará parte de su alegato que, ya se anticipa, durará varios días. “Antes de comenzar -se mete en tema Segado- quisiera explicar algunas cuestiones: he trabajado en tratar de hacer una síntesis de este proceso que lleva más de 17 años de trabajo con archivos y la reconstrucción histórica de un período, en especial en Campo de Mayo. Lo que presentaré aquí irá de lo general a lo particular”, aclara, después de prometer decir la verdad. A través de una pantalla, los

Dolores Guadix, Aixa Bona y el ex gendarme Oscar Alberto Olari se refirieron, durante esta jornada 26 del juicio, al secuestro y desaparición de Gervasio Martín Guadix, que la dictadura publicitó como un suicidio en la frontera de Paso de los Libres, Corrientes. La hija y la esposa de Guadix recuperaron su historia. El ex gendarme Olari, quien firmó el sumario del supuesto suicidio, se metió en un lío con su concierto de “no recuerdo”. (Por El Diario del Juicio*)  📝 Texto 👉 Fernando Tebele📷 Fotos  👉 Gustavo Molfino/Julieta Colomer💻 Colaboración especial  👉 Valentina Maccarone💻 Edición 👉 Martina Noailles👆 Foto de Portada: Dolores Guadix en plena declaración  📷 👉 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio El ex gendarme Oscar Alberto Olari está transpirando. No se le ven las gotas, es cierto, pero está sudando. Su nerviosismo llega a tal punto que, aun cuando le anuncian que su testimonio terminó, se queda sentado en la silla. “Mire que puede retirarse, eh”, tiene que insistirle el presidente del tribunal, Esteban Rodríguez Eggers. Olari se pone de pie. Con su mano grandota le cuesta abrir la puerta baja de madera que lo lleva al pasillo hacia la salida. Pasa entre la poca gente que queda a esa altura de la larga audiencia. Mira al piso, siempre. Desde la primera fila, sale disparada Dolores Guadix, la hija de Gervasio Martín Guadix. Él no la ve, pero ella corre detrás. Lo alcanza justo antes de que salga de la sala. Con la puerta entreabierta, Olari se enfrenta con la foto de Guadix: “Te acordás de él, ¿no?”. Le pone el rostro de su padre delante de sus ojos. No lo toca. Olari se pone más nervioso aún, pero se controla. Le empuja la imagen para quitársela de encima y sale. Llega hasta la puerta del tribunal y, apenas pisa la primera baldosa de la calle, se va corriendo sin que nadie lo persiga; tal vez sus propios fantasmas corrieran detrás. Si la justicia funciona, debería volver pronto. Dolores queda shockeada. Aguantó lo que pudo. Soportó 40 años de dolor. Con todo el aprendizaje de la lucha de los organismos de derechos humanos encima, con un gesto y unas pocas palabras, descargó algo de su enojo contenido. *** Rafael Flores, además de abogado querellantes sólo por el caso Guadix/Bona, es parte de la familia, porque está casado conuna de las hermanas de Aixa Bona, sobreviviente de la Contraofensiva, que declaró después de su hija.📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio “Esta es tu oportunidad para contarle al tribunal las circunstancias que para tu vida sucedieron a partir del secuestro y del asesinato de tu padre. La palabra es tuya”. El que da el pie esta vez es Rafael Flores, abogado querellante sólo por este caso. No es cualquier caso para él. Está casado con una tía de Dolores Guadix, que es quien está ahora sentada y a punto de hablar de sus padres. “Soy la hija de Gervasio Martín Guadix y Aixa Bona. Lo que voy a contar no es que lo recuerde, pero es lo que pude reconstruir en estos años por los relatos, por cosas que me fui enterando e investigando”. Le llaman Luli a Dolores, que se expresa sin apuro y cuida cada palabra. “Yo esperé 40 años, ahora espérenme a mí que voy a relatar a mi ritmo”, parece decir, pero no dice. Repasa la historia de sus abuelos y no tarda en posarse en la figura de su padre. “Tenía mucho sentido del humor, todos lo que lo recuerdan siempre rescatan el sentido del humor que le ponía a la situación. A él lo crió la empleada doméstica que era sordomuda, le decíamos La muda. Se adoraban al punto que la eligió como mi madrina. Ella sí era muy peronista”, contrapone con el antiperonismo de sus abuelos.Luli le dedica un tiempo importante de su testimonio a la sensibilidad y los saberes de su padre; se codeaba con el arte de todas las maneras que pudiera. “Le gustaba la literatura, el arte, dibujaba y pintaba muy bien. Tenía mucha iniciativa. Traje algunos dibujos de él para que vean que no miento en cuanto a su capacidad analitica, la habilidad tecnica, la complejidad de los espacios que construye. Viendo sus dibujos te das cuenta de la inteligencia que tenía. Recuerdo mucho un dibujo que tenía cuando era chica, un dibujo de una rata disfrazada de rata. Se permite una suerte de ironía. Era muy hábil para transmitir sin palabras lo que quería decir. Tenía mucha sensibilidad social, por eso estudió arquitectura, como para unir sus pasiones. También hizo una película que yo no pude ver pero conocí a los actores y actrices que trabajaron. Hacía afiches con serigrafía”, resalta. Uno de los dibujos de Guadix que su hija Dolores presentó al tribunal de San Martín Cuenta que “empezó a militar en la Juventud Peronista en la facultad de arquitectura. “Ahí conoció a mi mamá y empezaron una relación. Después se unieron a Montoneros. En un momento dibujó una historieta sobre el 17 de octubre que se repartió y gustó mucho”. Dice que a raíz de eso lo convocaron para sumarse al grupo de prensa que se había instalado en México, en el año 1978. Allí “conoce a varios de los compañeros que están incluidos en esta causa. Algunos ya declararon como Ana María Ávalos, Daniel Cabezas, Nora Hilb”. También nombra a “Alfredo Lires, Graciela Álvarez, que están desaparecidos”. Dolores se desliza por el relato como navegando sobre un mar calmo, pero ya llegaría el momento de la tormenta. Reconstruye instancias del comienzo de la Contraofensiva. “Sé que ahí se hizo una reunión donde se evaluó el tema. Para esa época ya se sabía de las aspiraciones que tenía Massera porque de la ESMA liberaba compañeros que mandaba al exterior y ellos contaban. Se desestimó la posibilidad de negociar. Había intentos por parte de Massera para eso”, expresa en torno del proyecto político no exento de perversidad del entonces hombre fuerte de la Armada Argentina. “Se evaluó el desgaste de la dictadura en términos políticos. Se decidió volver para

Ana María Ávalos sufrió el secuestro y desaparición de su hija de 16 años, Verónica Cabilla. Su búsqueda implacable, generó una investigación que no sólo aportó a su propia reconstrucción histórica, sino que fue fundamental para que muchas otras familias tuvieran a disposición más datos sobre sus desaparecidos/as. Antes y después de su comparecencia ante el tribunal, otros testigos la nombraron repitiendo una frase no menor: “esto lo sé por Ana María Ávalos”. Su testimonio duró más de dos horas y media. Y no estuvo exento de la angustia y el dolor de una madre en una búsqueda eterna. (Por El Diario del Juicio*) 👆  Foto de portada: La carta que Verónica Cabilla escribió sobre el contorno del pie de su hermanito Mariano. El dibujo lo hizo la última vez que se vieron. Luego escribió la carta, poco antes de su secuestro y desaparición. (Gentileza de Ana María Ávalos para El Diario del Juicio)📝 Texto: Fabiana Montenegro📷 Fotos: Gustavo Molfino💻 Edición: Martina Noailles/Fernando Tebele El 29 de octubre, Verónica Cabilla cumpliría 56 años. Qué hubiese sido de esa jovencita de largos cabellos lacios y ojos vivaces y sonrisa luminosa que hoy nos interpela desde una fotografía.  Qué hubiera sido de esa jovencita que aprendió a hacer volantes antes que a escribir composiciones en el colegio y que, siendo una adolescente, tomó la decisión de participar de la Contraofensiva montonera, poniéndole el cuerpo a los ideales de toda una generación. Qué hubiese sido si la dictadura no hubiera truncado su vida cuando tenía apenas 16 años.Nunca sabremos qué hubiera sido si hubiera podido ser. Lo que sí sabemos, a través del extenso testimonio de su madre, Ana María Ávalos, es que “la vida de Verónica trascendió y hoy pertenece a la historia argentina. Hoy camina no sólo al lado de su familia sino al lado de muchos compañeros que han levantado su nombre como bandera”.“Su vida –resume su madre, condensa, como si pudiera, con una palabra o un gesto- fue un testimonio gigante de coraje, generosidad y entrega. Un símbolo de inmensa humanidad y, por sobre todas las cosas, de profunda libertad. Esto es, sin lugar a dudas, lo más importante que puedo decir de mi hija: que fue inmensamente libre”. Ávalos en pleno testimonio aportando todos los datos que fue recopilando.Gustavo Molfino/El Diario del Juicio *** Verónica Cabilla creció rodeada de “compañeros inolvidables y con larga trayectoria de militancia revolucionaria, como Domingo Maggio, Sordo de Gregorio, Adriana Lesgart, la gorda Amalia de La Plata, Pablo Cristiano, el Monra, Alejandro de finanzas y muchos otros”, enumera su madre. Era heredera de una generación de lucha. Su padre, Francisco Cabilla, y Ana María comenzaron su militancia en el Movimiento Nacional Peronista, formaron parte de Los Heraldos en la Facultad de Arquitectura y se unieron a Montoneros en 1973.Con doce años, Verónica se opuso a abandonar su hogar cuando Lino Roqué, integrante de la Conducción Nacional, planteó la necesidad de sacar a los chicos de la casa frente al riesgo que significaba la militancia en esos tiempos. “Nosotros lo aceptamos -dice Ana María con la misma convicción clara y contundente de su hija- ya que siempre en nuestra construcción teníamos claro que lo que estábamos haciendo era para dejarles a nuestros hijos un mejor país”.Para el año del golpe, vivían en Lanús Oeste en la calle Santiago del Estero al 3400, junto con José Slavin (Clemente). El 10 de septiembre de 1977, una patota del Ejército lo secuestró en la calle y lo llevó a la casa de Santiago del Estero. Pero, según explica Ana María, hacía 10 días que se habían mudado a Villa Tessei y gracias a la advertencia de los vecinos, lograron salvarse. “Alcanzamos a recoger efectos personales y salir. Los chicos fueron a casa de sus abuelos. Así comienza la persecución de la familia”, relata.Los militares se apropiaron de ambas casas, “la de Lanús estaba a nombre de mi padre. Luego lo obligan a firmar la venta y en ella vivió durante unos diez años una familia de militares. Cuando la dejaron, ya en democracia, se llevaron puertas, ventanas, pisos. Después de un tiempo, los antiguos propietarios la volvieron a vender. La de Villa Tessei también pasó a manos de estos corruptos, acostumbrados a todo tipo de saqueos. No solamente mataron compañeros, se quedaron con nuestros hijos y también con nuestras casas. Junto con la casa se robaron fotos, juguetes de nuestros hijos, libros, herramientas y muebles hechos por Francisco, recuerdos… Sentimos que nos habían dejado sin pasado. En ese momento, ignoraba que era solo el comienzo de tantas pérdidas”. La angustia de sentir que era una despedida La situación en el país se ponía cada vez más difícil y también en el entorno familiar, como explica Ana María: “Los represores presionaron a nuestros padres para que nos entregaran. La casa de mis suegros fue varias veces allanada por militares armados. La primera vez se quedaron un par de días. Interrogaban a Mariano, de 4 años, con armas, preguntándole si eran las mismas que sus padres usaban. Estas presiones y el terror que estos militares ejercían sobre él y sus abuelos, le dejaron profundas secuelas psicológicas. Verónica se quedó los primeros días en casa de unos amigos, tenía 13 años, los abuelos prefirieron mantenerla lejos, temían que fuera interrogada y detenida. Luego, mi suegra consiguió el traslado de Vero a un colegio de Don Torcuato donde ellos vivían, estaba en 7º grado. Eso le permitió terminar la primaria”.Hacia mediados de octubre de 1977, Francisco y Ana María lograron salir, vía Brasil, hacia México. En abril de 1978, su padre sacó a los chicos hasta Perú, pero debido a su nacionalidad chilena y a las situaciones diplomáticas entre esos países, no pudo continuar. Gervasio Guadix y Aixa Bonna siguieron con ellos hasta que se reencontraron. Ávalos deja al tribunal una copia de la carta que ilusta esta notaGustavo Molfino/El Diario del Juicio “Si bien México nos permitió el reencuentro familiar –recuerda Ana María- y vivir en buenas condiciones de seguridad, deseábamos volver a la

Otra intensa y larga jornada se dio este martes. Asistimos al testimonio de Nora Hilb, secuestrada y salvada por la diplomacia alemana; Lía Martínez y Solana Guangiroli, madre y hermana de Mariana Guangiroli, desaparecida en la represión a la Contraofensiva; y el de Ana María Ávalos, militante y además mamá de Verónica Cabilla, otra de las mujeres desaparecidas. Las cuatro mujeres entregaron diferente información que agrega pruebas a la responsabilidad de los integrantes del Batallón de Inteligencia 601. Desde un mensaje de Whatsapp en el teléfono de Hilb, hasta una docena de papeles recopilados por Ávalos, se agregaron a la causa en este día que repasamos en imágenes. (Por Gustavo Molfino para El Diario del Juicio*) Foto de Portada: Nora Hilb compartió un mensaje de Whatsapp que le envió un amigo suyo al que no vio nunca. La voz de Adalberto Herrera, que estuvo en Campo de Mayo y vio allí a Hilb, aportó otra prueba de los vuelos de la muerte desde Campo de Mayo. “A mí me dijeron: estos dos van al río (por Hilb y su pareja por entonces: Daniel Cabezas)  y uno sabe que cuando decían eso… por eso me volvió el alma al cuerpo cuando me dijeron que te comunicaste”. Hilb sostenía el teléfono con una mano, mientras se secaba las lágrimas con la otra. (Gustavo Molfino/DDJ) Ya una costumbre. Los imputados se van con la mirada al piso, sin poder ver las fotos de sus víctimas.(Gustavo Molfino/DDJ) Volvió el Dr. Hernán Silva, defensor oficial de 6 de los imputados. Su rol en el juicio es mucho más activo que el de sucompañero Lisandro Sevillano. Silva recibió el casi infaltable reto de Esteban Rodríguez Eggers, el presidente del tribunal,que lo frena cada vez que intenta incomodar a quienes dan testimonio con preguntas en general poco relevantes.(Gustavo Molfino/DDJ) Hilb estuvo secuestrada en Campo de Mayo junto a su pareja por entonces, Daniel Cabezas, que declaró en las primeras  jornadas del juicio. Eran parte de un grupo de prensa. Encuadernaban y distribuían clandestinamente libros. A Hilb la blanquearon por demanda diplomática de Alemania, ya que ella es ciudadana de ese país, y fue presa legal durante 4 años. Al finalizar su testimonio, estalló en un llanto incontenible y sonoro, que sonó a explosión de alivio. (Gustavo Molfino/DDJ) Solana María Lía Guangiroli declaró por su hermana mayor Lía Mariana. El cartel que pide silencio, se condice con la historia de esta familia. Solana contó cómo aprendieron a negar a la mayor de 7 hermanas/os. Finalmente, fueron recuperando la historia. Solana leyó cartas de su hermana, muy conmovida. (Gustavo Molfino/DDJ) Guangiroli relató también la historia de Víctoria, su sobrina, que quedó en la Guardería de La Habana. Fue entregada por Montoneros a su abuelo, Hugo Guangiroli, un psicólogo que vive en Brasil. Victoria se crió en ese país, regresó luego a Argentina. Entre otras ciudades vivió en Andalgalá, donde luchó contra la megaminería. Hoy reside otra vez en Brasil.(Gustavo Molfino/DDJ) Guangirlo también recibió consultas de los abogados defensores. (Gustavo Molfino/DDJ) Luego de Solana, ingresó su mamá, Lía Emma Martínez. La mujer contó cómo la pequeña Victoria tuvo que crecer con documentos falsos, aunque conociendo su identidad, porque en Argentina a ella le decían que tenía que ir o su papá o su mamá, ambos estaban muertos por la acción represiva. (Gustavo Molfino/DDJ) Muy emocionadas, ambas se abrazaron al terminar la declaración. A la izquierda se acerca Ana Montoto Raverta. También las acompaña, con una carpeta en la mano, una de las psicólogas del centro de asistencia Fernando Ulloa, que depende de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación. (Gustavo Molfino/DDJ) Ingresa a la sala Ana María Ávalos. Sus papeles en la mano dan cuenta de una declaración con documentos, cartas y fotos para mostrar. La acompaña una de las secretarias del juzgado, mientras dos abogados defensores se acomodan para continuar. (Gustavo Molfino/DDJ) Ávalos declaró como militante, pero además por su hija Verónica Cabilla, que está desaparecida. En primera fila estaba su hijo Horacio. Aquí vemos al joven emocionado al mismo tiempo que su madre, mientras relataba cómo se enteró del secuestro de Verónica y sus compañeros y compañeras, a los que conocía por su propia militancia. (Gustavo Molfino/DDJ) Ávalos aportó documentación y fotos. Contó cómo fue accediendo a esos papeles. En su condición de militante de Montoneros, dio una visión particular de la desaparición de su hija que la que dan otras mamás que no eran parte de la militancia. Por supuesto todas las madres dan cuenta del tremendo dolor que les significó el secuestro y desaparición de hijos o hijas y sus consecuencias. (Gustavo Molfino/DDJ) Entre las copias que aportó, hay una carta que Verónica Cabilla escribió para su hermanito Mariano (que no estaba en la sala). Antes de irse, Verónica le propuso dibujar el contorno de su piecito, y le dijo que allí le escribiría una carta, cosa que finalmente hizo. “La despedida fue muy triste”, aseguró su madre. Aquí la observa el abogado defensor Silva.(Gustavo Molfino/DDJ) Aquí el momento en el que Verónica Cabilla toma el contorno del pie de su hermanito.(Gentileza de Ana María Ávalos) También mostró un ejemplar del libro Montoneros, el camino de la Liberación, que se encuadernó y distribuyó desde la casa de Villa Luro (en la calle Virgilio) en la que fueron secuestrados Hilb y Cabezas. “El libro se lo quiero regalar a Luli (Dolores Guadix), que es la hija de Paco (Gervasio Guadix) y Aixa Bona”. En la casa que ellos habitaban se editó el libro.(Gustavo Molfino/DDJ) Al finalizar su testimonio, Ana María se abrazó con el nieto recuperado Guillermo Amarilla Molfino. Ávalos había relatado que fue la primera persona que recibió de la sobreviviente Silvia Tolchinski la noticia de su posible nacimiento en Campo de Mayo. (Gustavo Molfino/DDJ) Ávalos recibió el abrazo apretado de Daniel Cabezas, que escuchó toda la jornada desde la última fila, como su ex compañera relataba sus caídas, y también toda la secuencia de caídas del grupo del que eran parte. (Gustavo Molfino/DDJ) *Este diario del juicio

Se realizó la tercera jornada del debate oral por la represión a la Contraofensiva de Montoneros. Dieron su testimonio Víctor Hugo Díaz (Beto) y Gustavo Molfino. Los dos fueron contundentes aunque distintos. Díaz contó su fuga del Regimiento de La Tablada en 1977 y cómo fueron las interferencias de TV que realizó cuando participó de la Contraofensiva. Molfino dio un testimonio más largo y emotivo (3 horas), en el que contó los detalles del asesinato de su madre y las desapariciones de su hermana y su cuñado. Compartimos aquí un fotoinforme de la jornada. (Por Luis Angió y Fabiana Montenegro para El Diario del Juicio*) Fotos de Luis Angió ↓ Fotos: Fabiana Montenegro ↓ *Este diario del juicio por la represión a quienes participaron de la Contraofensiva de Montoneros, es una herramienta de difusión llevada adelante por integrantes de La Retaguardia, medio alternativo, comunitario y popular, junto a comunicadores independientes. Tiene la finalidad de difundir esta instancia de justicia que tanto ha costado conseguir. Agradecemos todo tipo de difusión y reenvío, de modo totalmente libre, citando la fuente. Seguimos diariamente en https://juiciocontraofensiva.blogspot.com