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Daniel Díaz Padilla


Lo dijo Matías Mancini, el presidente del TOFC 4, que lo condenó a perpetua por el asesinato de José Díaz, uno de los cuatro desaparecidos en La Tablada en 1989. Mancini y Esteban Rodríguez Eggers recibieron a El Diario del Juicio para analizar la sentencia. Se refirieron a la reparación simbólica al hijo de Díaz y al control total de la situación por parte de Alfredo Arrillaga. Explicaron por qué le dieron prisión domiciliaria y no consideraron el hecho como crimen de Estado. Foto: el presidente del Tribunal, Matías Mancini, en pleno juicio. (Foto: El Diario del Juicio)El 15 de mayo se conocieron los fundamentos del fallo que condenó a Alfredo Arrillaga a la pena de prisión perpetua por considerarlo co-autor del homicidio agravado por alevosía de José Maradona Díaz, uno de los cuatro integrantes del Movimiento Todos por La Patria (MTP), que hasta el día de hoy permanece desaparecido. Pocos días después de conocida la sentencia, entrevistamos al presidente del tribunal, Matías Mancini, y al vocal Esteban Rodríguez Eggers. Ambos son, además, docentes de la carrera de derecho.  La charla con quienes escribieron las 189 páginas de fundamentos que responden a las preguntas de quién, cómo, dónde y cuándo asesinaron y desaparecieron a José Díaz, tiene un sentido para el Diario del Juicio: intentar que las sentencias (y los juicios todos) se conviertan en hechos pedagógicos y comunicacionales. Los jueces del tribunal aceptaron la entrevista con tanta amabilidad como precaución. “Hay algunas cosas que uno podría decir de las bambalinas de la causa -comenzó Rodríguez Eggers- Por ejemplo a nosotros nos llamó la atención que en algún lugar haya parecido tan novedoso el tema del tratamiento a la víctima. Por el caso especial de este chico Díaz”, dijo con referencia a Daniel, el hijo de José, que viajó desde Nicaragua y presenció todo el juicio del que fue querellante. “Durante muchos años, yo lo estafaba a él con plata tuya y el derecho penal se preguntaba ¿quién es la víctima? ¿él que lo engañé, o vos que la guita que era tuya? A partir del 2000 hay toda una mirada en el mundo diferente del tema de la víctima y el testigo, mucho más en Naciones Unidas a partir de tipos que resultaban víctimas de los conflictos armados en un montón de lugares: Ruanda, Yugoslavia: ¿alcanza con que al tipo lo indemnicen y le den 25.000 dólares? No. Todo esto empezó con la trata de personas, con la trata de migrantes. Fíjense que con el tema migratorio, si yo era un migrante, la sanción era para mí, que fue como se trató en Europa siempre con los tipos que cruzaban o no el Mediterráneo: se los sancionaba. A partir de la trata de migrantes se considera el porqué hace eso el migrante. ¿Por qué hace esto? Porque hay una situación en África, las guerras, los problemas de hambruna, un montón de variables que a este tipo lo llevan ser una víctima porque hay grupos que lucran con eso. El tipo vende lo poco que tiene y lo infiltran en una sociedad para ser explotado. A partir del Tratado de Palermo, se considera una víctima al tipo que es tratado, al migrante. Es decir, hay otra mirada. La cuestión de la ayuda humanitaria tiene que ver con esto, con los desplazamientos, y mucho más con las cuestiones estatales. De pronto es el Estado escuchando a la víctima de un delito cometido por el Estado. El abordaje es diferente a partir de ahí. Es un poco la cura ‘Ah mirá… nosotros hicimos esto en otro momento’”, comenzó explicando Rodrìguez Eggers, traje impecable y mucho más descontracturado que su colega. “Él es más teórico” agregó, señalando a Mancini, que apenas tiene 35 años y presidió el tribunal en este juicio. Rodríguez Egger y uno de sus gestos característicos de atención durante las audiencias. (Foto: El Diario del Juicio) —DDJ: ¿Para ustedes fue natural que la sentencia implicara una reparación simbólica? —Matías Mancini: Nos sorprendió el pedido de la querella porque es original. No sucede que hayan pedidos de partes donde se requiera que se deje expresa mención a una cuestión así. Como uno puede interpretar la función de la pena, cada vez va tomando más fuerza la idea de la sanción como reparación a la víctima. Está bastante discutido para qué sirve la pena: históricamente se habló de una prevención general: “tengamos a la gente amenazada con que si hace las cosas mal o contrarias a la ley va a ser penada”, es una manera de prevenir el delito. Después aparecieron otras ideas como resocializar, o retribuir mal por mal y cada vez más empezó a aparecer la idea autónoma de reparar a la víctima y esto no es algo que nos sorprendiera teóricamente pero si nos sorprendió porque no hay pedidos concretos en general en causas donde se solicite que esto quede expresamente. Ante un pedido expreso y fundado nos pusimos en la situación de “bueno, aprovechemos, reflexionemos y demos respuesta”. Y para dar respuesta acudimos a una sentencia de la CIDH, donde dice justamente la idea de reparar a la víctima. Nos apoyamos también en la ley de la víctima y la sanción penal como uno de los modos para reparar. Esto viene enganchado en toda una corriente teórica que no pusimos porque sino ya sería una obra de doctrina, pero es la idea de empezar a ver el derecho penal no tanto para imponer un orden sino para resolver conflictos que se resuelven de muchas maneras, se resuelven a veces con conciliaciones, con  suspensiones a prueba, se resuelven a veces con sanciones. Eso es bastante complejo porque es un ida y vuelta entre víctima y victimario y también está el Estado involucrado. Entonces no es tan lineal el asunto, en la sentencia no hicimos una obra de doctrina pero fue un buen momento para decir algo que nosotros consideramos pertinente que es que esta sanción esperemos le sirva de reparación a Daniel Díaz Padilla. —Esteban Rodríguez Eggers: La

Este miércoles 6 de marzo, en la 14ª audiencia del primer juicio por los desaparecidos de La Tablada, será el momento de escuchar al único imputado: el general Alfredo Arrillaga. Ya condenado a cadena perpetua en causas de lesa humanidad, gozando de prisión domiciliaria, el exgeneral solicitó ampliar su declaración indagatoria en la causa que investiga el asesinato y desaparición de José Maradona Díaz. La frase del título es de Daniel Díaz, el hijo nicaragùense de uno de los cuatro desaparecidos. La dijo durante una entrevista junto a Irene Provenzano, hija de Pancho, otro de los desaparecidos.Mañana sigue el juicio por los desaparecidos de La Tablada. Dice Pilar Calveiro en su libro Poder y Desaparición, hablando de los juicios a los genocidas de la última dictadura que “los militares transitaron por la negación de los hechos, luego el desconocimiento y, por último, la obediencia a órdenes”. Arrillaga parece estar transitando el último estadío de la defensa militar y, fiel a la actitud general corporativa, no da indicios de romper el pacto de silencio. A pesar de eso, Daniel Díaz, querellante del juicio, hijo de José Maradona Díaz, no pierde las esperanzas de que hable: “yo deseo que él abra su conciencia, su mente, que se recuerde dónde jodido mandó los restos de mi papá. Dónde mandaron a los compañeros también. Eso sería lo grandioso de este testimonio que podría pasar. Puede que no, puede que sí. Como son ellos, difícilmente. Lo que yo espero es que él diga dónde están los restos de mi viejo y de los cuatro compañeros. Solo él lo debe saber. Tengo muchos deseos y expectativas positivas que yo le doy al testimonio de él. Que él diga dónde están los restos”. No es esperable que esto suceda, sobre todo observando a Arrillaga durante el debate oral y público. Pero también es cierto que este juicio ya arrojó inesperadas declaraciones. El proceso judicial que se está desarrollando desde el año pasado no deja dudas sobre la actuación de Arrillaga al mando del operativo militar que comandó la “recuperación” del cuartel el 23 de Enero de 1989. Daniel lo reafirma “en manos de él estaba este escenario de los cuatro desaparecidos, él sabe muy bien que paso con ellos, y debe saber dónde están”.Encontrarse con, aunque sea, los restos de su padre, es algo a lo que no renuncia. De hecho, en estos días, durante su extendida estadía en Argentina, dejó muestras de su sangre al Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) con la esperanza de que puedan ser utilizadas cuando, por fin, se encuentren los restos de su papá. El último 23 de Enero, al cumplirse 30 años de La Tablada, Irene Provenzano y Daniel Díaz, participaron de un programa especial en La Retaguardia. El Diario del Juicio reproduce hoy esa larga charla. A José Díaz le decían Maradona porque jugaba bien a la pelota. En Nicaragua, donde estuvo exiliado antes de regresar a Argentina para sumarse al Movimiento Todos por la Patria (MTP), todavía lo recuerdan por eso y así se lo contaron a Daniel. “En Nicaragua en ese entonces no se jugaba mucho. Se juega más al baseball. Ahora sí está entrando mucho el fútbol, pero en ese entonces los argentinos eran los que estaban más familiarizados con el tema del fútbol. Y ellos, organizados ahí en Nicaragua, armaban sus grupos y siempre salían a jugar en algún campo, en la UNI, que había un campo de fútbol y también en cierto momento me di a la tarea de conocer a Pablo Monsanto, guatemalteco, que también estuvo en Nicaragua y me aseguró que jugó con mi padre y que jugaba muy bien”.También hablaron del significado de encontrarse con los cuerpos o lo que quede de ellos. —Diario del Juicio: En algún momento dijiste algo así como que tu pretensión para este juicio era saber no solo qué había pasado con tu padre, sino también saber dónde está su cuerpo y de alguna manera reencontrarte con sus restos. Aquí tenemos tan naturalizada la desaparición forzada de personas que no esperamos eso de los juicios de lesa humanidad. Lo que esperamos es justicia, pero no esperamos que nos digan dónde están, porque nunca dicen nada ¿Por qué le das tanta importancia a eso en particular?  —Daniel Díaz Padilla: Del momento que estoy acá en Argentina estoy conociendo sobre el panorama de cómo se ha venido tornando la justicia. Me entero de que el General Arrillaga ha sido condenado y todavía goza de una libertad condicional (está con prisión domiciliaria). Se ve en perfectas condiciones. Puede que lo condenen y va a gozar siempre de lo mismo. Entonces siempre estoy pensando y compartiendo con los compañeros, en buscar una manera donde se haga un impulso para que dentro de la misma corte se haga presión para que él diga dónde pueda estar. Y si se puede hacer una reforma ante todo esto, porque si vemos bien la historia siempre ha pasado lo mismo: todos los militares que han sido condenados de lesa están gozando de una libertad condicional, ¿no? (la mayoría de ellos, más del 60%). De eso yo me vine a dar cuenta acá. Yo siempre he tenido el deseo de darle cristiana sepultura a mi padre. Igual lo comparto con mi familia y siempre lo dije, cuando estaba en el proceso inicial que fue bastante fuerte porque yo no tenía una identidad para poder representar a mi padre aquí en Argentina: nadie sabía de mí, sabían los compañeros, pero jurídicamente estaba en cero, porque tenía una identidad clandestina que fue la que me apuntó mi padre en Nicaragua. —DDJ: Él cuando se fue a vivir a Nicaragua lo hizo clandestino y por eso entró con otro apellido, y cuando vos naciste te anotó con esa identidad ¿Así fue?  —DDP: Claro, él sale de Argentina en la clandestinidad y sale con el nombre de Daniel Alejandro González. Estuvo en varios países de América Latina, tratando de llegar a Nicaragua y también llegó a Guatemala. Siempre

En el juicio por el asesinato y desaparición de José Díaz durante la represión militar en el cuartel de La Tablada comparecieron ayer 3 testigos. El aporte mayor vino quizá del menos esperado: Walter Gualberto Cruz, un enfermero general que hace 3 años se retiró del Ejército. Declaró por primera vez ante la justicia y aportó datos esenciales sobre la caída del sargento Esquivel, a quien la teoría oficial daba muerto por Ruiz y Díaz antes de la supuesta fuga. Como ya está más que claro, ambos fueron desaparecidos por las fuerzas que comandaba el General Arrillaga. Cruz describió ayer cómo Esquivel murió a su lado por fuego cruzado. También fueron testigos un militar que armó un informe que ratifica la versión de Cruz y que el ejército se negó a publicar; y otro que intentó eludir sus propias responsabilidades con un mensaje de paz y unidad que sonó poco convincente. Foto: Arrillaga cada vez más preocupado (El Diario del Juicio)—¿El Capitán Cabrera es un personaje? —preguntó el abogado querellante Ernesto Coco Lombardi al militar retirado Julio Ruarte.—Sí, Cabrera es un personaje.—Esquivel murió en esa circunstancia? —intentó precisar el juez Rodríguez Eggers.—Para mí sí. Esquivel murió como está ahí —dijo Ruarte señalando su libro.—¿Y cómo construyó el relato de Cabrera? —preguntó Lombardi.—Con varios testimonios. Uno de un tal Galeano,  Galesi, no recuerdo bien, y seguramente le pregunté al Sargento Cruz. Ese intercambio, que podría interpretarse incluso como un intercambio literario, fue central en la jornada de ayer. Julio Ruarte, es un militar retirado, autor del libro La Tablada: Un ataque para recordar.Su testimonio había sido solicitado porque en su informe, más tarde publicado como libro, se describe la muerte del sargento Ricardo Esquivel. Su motivación, según expresó varias veces, fue saber qué pasó con Ricardo Rolón, uno de los militares caídos durante el combate y “rendirle un homenaje a mi amigo y camarada”. El informe Ruarte fue escrito entre 1990/1991, y en 2003 el autor ya contaba con una edición para publicar. Sin embargo, en ese entonces, el ejército rechazó su publicación: “Me mandaron una nota que no era conveniente para la imagen de la fuerza, que podía traer problemas al autor” declaró. La querella solicitó que el testigo aporte esa respuesta oficial de la Secretaría General del Ejército, una prueba más del encubrimiento, que además suena amenazante: “la voy a buscar. Tuve varias mudanzas en el medio”, dijo Ruarte, que publicó el informe finalmente en 2016 luego de retirarse un año antes.Develar los minutos finales del sargento Esquivel es una de las claves de este juicio. Casi sin saberlo, el militar, en su búsqueda personal por saber qué pasó con su amigo Rolón, aportó un dato revelador: cómo fue la muerte de Esquivel. Al ubicar en el lugar a Walter Gualberto Cruz, permitió que se escuchara su relato, por primera vez, luego de 30 años. Otro testimonio que fulminó la versión oficial. La palabra de Cruz Walter Gualberto Cruz tiene todo el aspecto de un laburante común y corriente. Sin embargo, fue militar hasta hace casi 3 años. Morocho y petiso, tiene la palabra simple y segura a mano. Es la primera vez que declarara en la justicia por los hechos de La Tablada. Su aporte es esencial; seguramente por eso, justicia encubridora mediante, nunca estuvo ante un tribunal hasta ayer. Así relató la muerte de Esquivel. “En un momento quedé sólo en medio de una balacera importante, y me di cuenta de que estaba Esquivel cerca, fue entonces que le dije me cubriera mientras avanzaba hacia el Casino de Oficiales”, indicó. “En un momento cruzo para agarrar mi botiquín para seguir avanzando, y sentí un quejido que vino desde atrás. Entonces me di cuenta de que no me estaba cubriendo y me replegué adonde estaba él. Lo vi a Esquivel tirado en el piso, lo ausculté, busqué una herida superficial y no tenía, le giré la cabeza y ahí tenía la entrada de un proyectil 7,62 mm., calibre del FAL, sin orificio de salida”.En el relato oficial de los hechos, las huellas de Ruiz y Díaz llegaban hasta el oficial Esquivel, quien fue señalado como la última persona que vio con vida a los militantes del MTP, apenas antes de su propia muerte. Esquivel obviamente nunca estuvo para dar su versión. De alguna manera era el testigo perfecto para la versión militar/judicial; no había chance de contradicción alguna. Pero la cadena de mentiras se rompió en la 3ª audiencia, cuando el exmilitar César Ariel Quiroga, ambulanciero en La Tablada, que supuestamente les había entregado a Ruiz y Díaz al sargento Esquivel, no solo negó haberlo hecho, sino que aseguró no haber conocido a Esquivel ni haber tenido contacto con guerrilleros del MTP.  En aquella misma jornada ya histórica de diciembre pasado, otro exmilitar, José Almada, se ubicó como testigo ocular de la caída de Esquivel.“Estuve en las inmediaciones de la Compañía B cuando explota parte del primer piso, por lo que tuve que asistir a varios soldados”, relató Cruz. “Luego apareció Esquivel, que bajó de un vehículo en el cual estábamos haciendo las evacuaciones de los heridos”. En su detallado testimonio, Cruz indicó que “a viva voz pedí un vehículo para movilizarlo, como tardaba me puse a arrastrarlo, era un hombre fortachón, me costó mucho y a duras penas pude subirlo al blindado. Esa fue la última vez que lo vi, pero ya sabía que era inevitable su deceso, estaba agonizando”, agregó. Además, sumó un nuevo dato que muestra la complicidad del Ejército para ocultar la verdad y construir un relato que sirviera de coartada. Consultado por la querella sobre si alguna vez había tenido que contar en alguna instancia lo que estaba relatando, luego 30 años, en la sala del TOFC 4, dijo: “Unos meses después me llamaron del Estado Mayor para explicar la muerte de Esquivel. En la parte de legales del Edificio Libertador en Azopardo 250. Les dije que fui el único testigo de la muerte de Esquivel, porque nadie sabía en qué circunstancias había muerto.

El lunes de la semana pasada, por iniciativa del Tribunal Nº4 de San Martín, se realizó una visita ocular al lugar de los hechos, que hoy es mitad supermercado, mitad abandono. Durante la inspección judicial, de la que solo participaron las partes, el General Alfredo Arrillaga les habló a los gendarmes que estaban en el lugar como el abuelito que cuenta sus mejores anécdotas. La arenga fue interrumpida por el presidente del Tribunal, Matías Mancini, y registrada por el querellante Daniel Díaz, el hijo de José Maradona Díaz. El Diario del Juicio accedió al video, de alto contenido de impunidad genocida. (Por El Diario del Juicio*) Foto: InfobaeVideos: El Diario del Juicio El escenario donde se sucedían los relatos aún no había sido visitado. Se escuchaban reiteradas referencias a lugares ocupados, bombardeados, incendiados. De habitaciones de aquel cuartel donde, en plena democracia, se instauró de facto la metodología  de la violación a los derechos humanos. Había un mapa de La Tablada en la sala del TOCF4 de San Martín donde los testigos referenciaban sus relatos. Y al cabo del tiempo, terminamos todos y todas con una idea del lugar, y de cómo y dónde se dieron los sucesos.Pero aún el tribunal no había visitado el cuartel, y creyó sanamente oportuno realizarlo ahora, en medio del juicio que investiga el asesinato y desaparición de José Díaz, uno de los 4 militantes del MTP que aún permanecen desaparecidos. La defensa, querella y la fiscalía pudieron entonces recorrer el predio, que con el paso del tiempo se ha modificado profundamente. Hoy pertenece a la Constructora San José;  hay en un gran sector un supermercado, pero algunos de los lugares donde se sucedieron los hechos reflejan las huellas de su pasado.Como querellante, Daniel Díaz pudo ser parte del grupo que visitó La Tablada. Este joven nacido en Nicaragua pudo recorrer por primera vez aquel lugar casi mítico donde se vio por última vez con vida a su padre. Esas filmaciones que en el tribunal lo mostraron rendido ante militares, fueron las imágenes que aparecieron en su mente durante el recorrido. En diálogo posterior con El Diario del Juicio, Díaz contó que sintió: “Fue algo muy fuerte, se visitó la Compañía A, la B, el comedor. El casino de suboficiales todavía está en pie. Y en el lugar del que salió mi padre cuando estaba en llamas, que está filmado, ahora hay un supermercado Easy, y tengo entendido que son ahora los dueños del predio. En la compañía A encontré huellas de tiros, vidrios destruidos, impactos de cañonazos”, indicó Daniel, relatando tanto las huellas de la represión como las suyas.Pero el dolor no fue sólo por lo pasado allí, sino por lo que sucedió en este 2019: en medio del recorrido, cuando se encontraban en lo que en 1989 era la planta alta de la Mayoría, desde donde el entonces Mayor Fernández Cutiellos, máxima autoridad militar en el cuartel, hirió a la mayoría de los integrantes del MTP destinados a la Guardia de Prevención, Arrillaga comenzó a relatar su versión de los hechos a un grupo de gendarmes que, con visible atención, recibieron de primera mano su apología del Terrorismo de Estado: “Atacan la compañía comando y los rechazan. Había un oficial y dos suboficiales y logran armar un grupo de 15. Ahí los rechazan a los terroristas”. Tan aberrante fue su accionar que el juez Matías Mancini, que preside el tribunal, debió llamarle la atención y le puso freno a su desbocada perorata, mientra le explicaba que tiene el derecho a declarar en cualquier momento del juicio, pero que eso no era una declaración. Quizás parte de sus dichos puedan escucharse en el tribunal cuando declare el próximo 6 de marzo, según anunció su defensor, lo que sería poco habitual, ya que en los juicios por crímenes de lesa humanidad, los jefes suelen hacer uso del derecho a las últimas palabras, pero no declaran en el juicio, cosa que sí haría Arrillaga. Ya han pasado por el juicio otros reivindicadores de las violaciones a los derechos humanos perpetradas en La Tablada, y que no son muy diferentes que los relatos que pudieron leerse en los medios tradicionales de comunicación con motivo de los 30; reivindicaciones que hasta pudieron verse en la participación de funcionarios públicos en los “homenajes” militares realizados tanto en Pigûe como en La Tablada.“Arrillaga realizó instrucciones a la gente de Gendarmería, le prestaron una silla para que diera su discurso, habló de los compañeros del MTP diciéndoles terroristas”, contó Daniel a El Diario del Juicio. “Me llamó la atención cómo es escuchado todavía y cómo goza de impunidad, cómo es visto por la gente que lo rodea todavía con el esplendor de general. Me sentía impotente de no poder gritar, son cosas que tenemos que soportar y también que contar, para que se sepa cómo sigue funcionando el sistema”.Arrillaga ya está condenado a prisión perpetua por crímenes ocurridos en Mar del Plata durante el genocidio. Sin embargo, cumple la pena en su casa. Según el último informe de la Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad del Ministerio Público Fiscal, de los 862 genocidas condenados, 641 están en sus casas con prisión domiciliaria. Arrillaga es uno de ellos. Llega todos los días especialmente para el juicio, y cuando la audiencia se acerca al final, saca su teléfono celular y avisa: “estamos terminando”, como quién hace referencia a una reunión de trabajo.Se acerca el fin del juicio, donde los alegatos de las partes retomarán muchos de los giros inesperados que se han dado en este juicio, donde la mentira de la versión oficial de los hechos ha quedado al desnudo. Pero también reaparecerán las viejas acusaciones, la tergiversación de lo que pasó y la apología del accionar criminal de los militares. Parte de lo fundamental de estos meses en el TOCF4 de San Martín ha sido justamente esta oportunidad de volver a discutir una historia que muchos querían olvidar. Gracias al valiente testimonio de los militantes del MTP que sobrevivieron, hoy la sociedad

El lunes de la semana pasada, por iniciativa del Tribunal Nº4 de San Martín, se realizó una visita ocular al lugar de los hechos, que hoy es mitad supermercado, mitad abandono. Durante la inspección judicial, de la que solo participaron las partes, el General Alfredo Arrillaga les habló a los gendarmes que estaban en el lugar como el abuelito que cuenta sus mejores anécdotas. La arenga fue interrumpida por el presidente del Tribunal, Matías Mancini, y registrada por el querellante Daniel Díaz, el hijo de José Maradona Díaz. El Diario del Juicio accedió al video, de alto contenido de impunidad genocida. Foto: InfobaeVideos: El Diario del Juicio El escenario donde se sucedían los relatos aún no había sido visitado. Se escuchaban reiteradas referencias a lugares ocupados, bombardeados, incendiados. De habitaciones de aquel cuartel donde, en plena democracia, se instauró de facto la metodología  de la violación a los derechos humanos. Había un mapa de La Tablada en la sala del TOCF4 de San Martín donde los testigos referenciaban sus relatos. Y al cabo del tiempo, terminamos todos y todas con una idea del lugar, y de cómo y dónde se dieron los sucesos.Pero aún el tribunal no había visitado el cuartel, y creyó sanamente oportuno realizarlo ahora, en medio del juicio que investiga el asesinato y desaparición de José Díaz, uno de los 4 militantes del MTP que aún permanecen desaparecidos. La defensa, querella y la fiscalía pudieron entonces recorrer el predio, que con el paso del tiempo se ha modificado profundamente. Hoy pertenece a la Constructora San José;  hay en un gran sector un supermercado, pero algunos de los lugares donde se sucedieron los hechos reflejan las huellas de su pasado.Como querellante, Daniel Díaz pudo ser parte del grupo que visitó La Tablada. Este joven nacido en Nicaragua pudo recorrer por primera vez aquel lugar casi mítico donde se vio por última vez con vida a su padre. Esas filmaciones que en el tribunal lo mostraron rendido ante militares, fueron las imágenes que aparecieron en su mente durante el recorrido. En diálogo posterior con El Diario del Juicio, Díaz contó que sintió: “Fue algo muy fuerte, se visitó la Compañía A, la B, el comedor. El casino de suboficiales todavía está en pie. Y en el lugar del que salió mi padre cuando estaba en llamas, que está filmado, ahora hay un supermercado Easy, y tengo entendido que son ahora los dueños del predio. En la compañía A encontré huellas de tiros, vidrios destruidos, impactos de cañonazos”, indicó Daniel, relatando tanto las huellas de la represión como las suyas.Pero el dolor no fue sólo por lo pasado allí, sino por lo que sucedió en este 2019: en medio del recorrido, cuando se encontraban en lo que en 1989 era la planta alta de la Mayoría, desde donde el entonces Mayor Fernández Cutiellos, máxima autoridad militar en el cuartel, hirió a la mayoría de los integrantes del MTP destinados a la Guardia de Prevención, Arrillaga comenzó a relatar su versión de los hechos a un grupo de gendarmes que, con visible atención, recibieron de primera mano su apología del Terrorismo de Estado: “Atacan la compañía comando y los rechazan. Había un oficial y dos suboficiales y logran armar un grupo de 15. Ahí los rechazan a los terroristas”. Tan aberrante fue su accionar que el juez Matías Mancini, que preside el tribunal, debió llamarle la atención y le puso freno a su desbocada perorata, mientra le explicaba que tiene el derecho a declarar en cualquier momento del juicio, pero que eso no era una declaración. Quizás parte de sus dichos puedan escucharse en el tribunal cuando declare el próximo 6 de marzo, según anunció su defensor, lo que sería poco habitual, ya que en los juicios por crímenes de lesa humanidad, los jefes suelen hacer uso del derecho a las últimas palabras, pero no declaran en el juicio, cosa que sí haría Arrillaga. Ya han pasado por el juicio otros reivindicadores de las violaciones a los derechos humanos perpetradas en La Tablada, y que no son muy diferentes que los relatos que pudieron leerse en los medios tradicionales de comunicación con motivo de los 30; reivindicaciones que hasta pudieron verse en la participación de funcionarios públicos en los “homenajes” militares realizados tanto en Pigûe como en La Tablada.“Arrillaga realizó instrucciones a la gente de Gendarmería, le prestaron una silla para que diera su discurso, habló de los compañeros del MTP diciéndoles terroristas”, contó Daniel a El Diario del Juicio. “Me llamó la atención cómo es escuchado todavía y cómo goza de impunidad, cómo es visto por la gente que lo rodea todavía con el esplendor de general. Me sentía impotente de no poder gritar, son cosas que tenemos que soportar y también que contar, para que se sepa cómo sigue funcionando el sistema”.Arrillaga ya está condenado a prisión perpetua por crímenes ocurridos en Mar del Plata durante el genocidio. Sin embargo, cumple la pena en su casa. Según el último informe de la Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad del Ministerio Público Fiscal, de los 862 genocidas condenados, 641 están en sus casas con prisión domiciliaria. Arrillaga es uno de ellos. Llega todos los días especialmente para el juicio, y cuando la audiencia se acerca al final, saca su teléfono celular y avisa: “estamos terminando”, como quién hace referencia a una reunión de trabajo.Se acerca el fin del juicio, donde los alegatos de las partes retomarán muchos de los giros inesperados que se han dado en este juicio, donde la mentira de la versión oficial de los hechos ha quedado al desnudo. Pero también reaparecerán las viejas acusaciones, la tergiversación de lo que pasó y la apología del accionar criminal de los militares. Parte de lo fundamental de estos meses en el TOCF4 de San Martín ha sido justamente esta oportunidad de volver a discutir una historia que muchos querían olvidar. Gracias al valiente testimonio de los militantes del MTP que sobrevivieron, hoy la sociedad sabe mucho más de