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Effy Beth


La exposición está organizada por Dori Faigenbaum, mamá de Effy, la fotógrafa Ximena Martínez, y la curadora María Julia Prut. Se podrá visitar desde el 27 de marzo hasta el 25 de abril en el Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas (CeDInCi). En diálogo con La Retaguardia, Faigenbaum habló del arte de su hija y de cuán presente está su obra en la actualidad y reflexionó acerca de su situación personal en estos 10 años sin Effy. La inauguración de la muestra será transmitida a través del canal de YouTube de La Retaguardia. Entrevista: Fernando Tebele / Pedro Ramírez OteroRedacción: Agustina Sandoval LernerEdición: Valentina Maccarone A 10 años del fallecimiento de la artista y performer trans Effy Beth, su madre, Dori Faigenbaum, contó cómo se siente respecto del paso del tiempo en relación con la partida de su hija: “Es una instancia totalmente diferente. A esta altura del partido me parece que uno va revisando desde qué lugares se conecta con esa persona que uno ama, que salió de sus entrañas, y no está. Pero me parece que he transformado el dolor y el sufrimiento en amor. Yo no siento que sufro, no siento que me duele. Sí la extraño, por supuesto”.  Acerca de la elaboración de la muestra artística como algo propio, dijo: “Hasta el momento, a todas las muestras que se han hecho, he ido como invitada, como la mamá de Effy. Esta es la primera vez que la muestra, la idea, la dirección, la hago junto con la curadora y una de las fotógrafas. Pero voy yo. Saco de casa la obra para mostrarla de otra manera”.  “Algo habré hecho” ―¿Con qué nos vamos a encontrar en esta muestra?    ―Effy era un artista conceptual, feminista, queer, performer. Lo que tenía es que era muy ordenada y tenía en su computadora y en su vida todo muy organizado, por lo cual también está siendo muy fácil de guionar esta muestra. En uno de los primeros libros que salió de la Universidad de La Plata ella dijo “algo habré hecho”. Ese “algo habré hecho” es un recuento de su recorrido artístico y de su transición de género, cómo ella le dio legitimidad y visibilidad a su identidad de género. Con esto se van a encontrar en la muestra. Tomamos nosotras ese “algo habré hecho”, que ha hecho mucho en los cortos 25 años que ha vivido, y en esos siete años que ha transicionado y se ha convertido en esta artista conceptual. Lo que nosotras queremos mostrar ahí es cómo a partir de su obra fue despejando todos los prejuicios que atañen a una sociedad que está tan signada por los mandatos patriarcales y con todo lo que se corre de lo que es la heteronorma. Esto es lo que van a ver en esta muestra, una obra ordenada, organizada, donde ella quiso mostrar desde qué lugar ella fue mujer, desde sus menstruaciones como mujer, a partir de cada acto performático que ella fue haciendo.   ―Cuando decís “nosotras” te referís a María Julia Prut y a Ximena Martínez.   ―Sí. María Julia Brut es la curadora de la obra de Effy, una artista audiovisual y activista feminista y por los derechos LGTBIQ+. Ximena Martínez es integrante del grupo de fotógrafes que Effy convocó en su momento para hacer su segundo libro, “a. C. d. C”, que es antes y después de la cirugía.  En la muestra, también va a haber un panel con gente que va a hablar de ella. Estará Matías Máximo, el periodista que prologó todos sus libros, entre otros. Va a hablar Pablo Farneda, filósofo que hace arte y escribe. Va a estar toda la gente que quiere mucho a Effy y que van a poder dar cuenta de su obra.  Effy: entre el arte espejo y la provocación   ―¿Qué pensás que significa en este contexto la obra de Effy? En esta coyuntura particular de persecución, de decir que está prohibido utilizar el lenguaje inclusivo, de intentar negar todo lo que tenga que ver con las diversidades.    ―Para mí lo que significa es la posibilidad de seguir pensando en estos temas tan duros. Para que no nos duerman, para que no nos hagan a un lado, para que se pueda seguir trabajando para erradicar la violencia de género. Seguiría siendo arte espejo, mostrando todo aquello que la gente no tiene que dejar de ver, no tiene que mirar para el costado. A ella no le gustaba la “bajada” con algunas cuestiones ideológicas, pero sí hacía todas sus perfo para que el otro se quede pensando si está bien que, pasando las cosas que están pasando, uno haga de cuenta que no pasa nada. Doy fe de esto porque me lo enseñó como hija, ya no hablo de la artista conceptual y performer, hablo de la chiquita que me tocó tener 25 años de mi vida, y que de alguna manera me obligó a mirarla, siempre con amorosidad. Siempre decía: “Mamá si hay algo que no te gusta o no te cabe, no me respires en la nuca, simplemente decímelo y charlemos sobre el tema”. Y bueno, en ese sentido, yo estoy formada por ella. Me abrió los ojos y, por eso, para mí la ESI (Educación Sexual Integral) tiene que seguir existiendo. Me fue metiendo en un activismo que no es el suyo, porque hasta ese momento lo único en lo que activaba yo era por los derechos humanos, yendo a las marchas cada 24 de marzo. Ella me guió y me mostró otro camino que casi no sabía que existía. En estos momentos ella sería ella, que decía: “Cuando vayas a la marcha no me busques ni en el PRO ni en La Cámpora. Buscame con la bandera de la humanidad”. Yo creo que estaría así, yendo con sus banderas y sus pancartas y viendo como se le suma gente, porque lo que dice es directo, concreto y sin vueltas.     ―Actualmente están resurgiendo  discursos contra la

Lo dijo Dori Faigenbaum, psicóloga social, educadora y mamá de Effy Beth, artista conceptual y performer trans, quien se suicidó a los 25 años, en 2014. En su paso por Estás muteadx, habló de su hija y de su obra. A casi 10 años de su partida, trabaja con familias que atraviesan procesos de transición de sus hijos o hijas, brindándoles contención y apoyo emocional para superar las dificultades de las representaciones sociales y patriarcales. Entrevista: Pedro Ramírez Otero / Julián BouvierRedacción: Agustina Sandoval LernerEdición: Valentina Maccarone / María Eugenia OteroIlustraciones: Effy Beth Dori Faigenbaum presentó a Effy Beth, como tantas otras veces en estos diez años de una ausencia muy presente: “Effy nació varón y a sus 18 años decide hacer su proceso de transformación a mujer. Como estuvo siempre inclinada a todo lo que tiene que ver con el arte, trabajó y se formó como artista conceptual. Por eso, si uno entra a YouTube o la googlea ‘Effy Beth’, puede ver la obra frondosa que ha dejado antes de partir”.  En relación a la obra de Effy, se han publicado tres libros a partir de materiales que dejó, algunos casi preparados para ver la luz, y otros que Dori cuidadosamente recuperó de su computadora, ilustraciones y borradores. Que el mundo tiemble, a. C. d. C y 9 cuentos sobre mujeres imaginarias y 36 escritos antes de decir adiós,  recopilan historias vinculadas a su proceso de transición y obras que denuncian los mandatos y las relaciones de poder en un mundo binario y patriarcal.  Faigenbaum contó cuáles fueron las principales temáticas de lucha y militancia de su hija: “Fue ícono de la Ley de Identidad de Género. También trabajó a favor del aborto libre, gratuito y todas estas consignas que hoy en día están muy a la orden del día, pero que ella ya en el 2011, con 19 años, venía luchando y activando”.  Dori quiso contar, además, cómo fue acompañar a su hija, de qué formas tuvo que adaptarse y cómo fue el proceso de aprendizaje junto a Effy. La artista que creaba sin descanso, también era la hija que desafiaba y cuestionaba todo lugar común y la persona con mirada crítica y filosa que la interpelaba cotidianamente: . “Esto que sucede con Effy es lo que a mi me llevó a formarme más en temas de género. Trabajé en el Postítulo de Educación Sexual Integral del Joaquín V. González como profesora y, así, pude empezar a hacer una introspección en relación con qué tipo de mujer soy yo, qué implica un proceso de transformación”, explicó la psicologa social.  —¿Cómo es el trabajo de acompañamiento que estás haciendo? —Lo que vengo haciendo, ahora de manera más formal, es acompañar a familias y entornos de chicos, chiques, chicas, con cierto proceso de transformación en cuanto a su sexualidad. No solamente pasa por lo trans, sino que puede ser también por decisiones diversas, no esperables para el entorno en el cual nacieron, crecieron y vivieron sus primeros años de vida. Siempre hay que trabajar con las familias, porque a mí me tocó, y me tocó bastante en soledad, el momento que tuve que acompañar a mi hija en su proceso de transición. Ese es el espacio que ofrezco, un espacio de pensamiento, de encuentro en el cual se pueden poner en palabras, en voz alta, aquellas cuestiones que nos inquietan frente a estas situaciones que suceden y por ahí no las esperábamos.  —¿Cuáles son las dificultades a la hora de acompañar o afrontar un cambio alrededor de la diversidad sexual de un familiar?  —Aunque en esta época, por suerte, ya hay muchos padres y madres que sí acompañan, de todos modos, sigue apareciendo el “hubiese preferido que no sea gay o que no sea trans”. O sea, estas cuestiones que son típicas del patriarcado, es lo que tiene que ver con nuestras representaciones sociales, con cómo nos han educado para vivir en sociedad. Esto hace que, aunque te creas muy abierto, aunque te creas muy progre, aparece enseguida lo que no tenemos tan resuelto. Y lo sé también porque aunque yo propongo y propicio un espacio para familias, también me contactan muches chiques trans. A pesar de que les digo que mi propuesta es para el entorno, de todos modos quieren continuar viniendo y aprovechando este espacio. Me traen las dificultades con las que se encuentran cuando  una mamá o un papá se niegan a que se hormonice, o se enojan y le tratan con el género opuesto. Siempre aparece el tema de lo difícil que es transitar ese proceso desde el entorno.  —Para familias o personas que están afrontando una transformación o algún tipo de cambio, ¿qué podrías recomendarles como primeros pasos?  —Como primer paso, preguntarle a la persona que está transitando la transformación, desde dónde la piensa. Se le puede explicar, se le puede ayudar a entender qué es lo que está pasando, a definir qué necesita, qué necesita de su familia o  entorno. A las familias les recomiendo sincerarse y decir qué es lo que pueden de manera inmediata, qué es lo que no pueden, qué es lo que les hace ruido y qué es lo que prefieren: trabajar en forma conjunta o con una profesional, o desde distintas conversaciones entre elles. Poner en palabras siempre alivia y eso como primer paso es fundamental. Hablar con personas que hayan pasado por el mismo proceso. Hablar con familias que también estén en diferentes momentos de esos procesos de sus hijes. Y después acercarse a profesionales que, en mi caso, también tengo la experiencia de haberlo vivido. Eso a veces enseña un poquito más que ciertos títulos que son otorgados. Buscar ayuda, siempre. —Sabemos que hay mucho más acceso a la información hoy, pero por supuesto hay realidades muy diferentes en todo el país y en todo el mundo..  —Está el miedo, el miedo a que su hije la pase mal, sufra. Y el miedo a no poder ayudar. Entonces, aparecen reacciones que son exactamente opuestas a lo

Eso dice Dori Faigenbaum, mamá de Effy Beth, la artista trans que murió en 2014.  Esta luchadora por su identidad y sus derechos, contra la discriminación, los mandatos y las violencias de género tuvo muchos nombres: primero tuvo uno de varón, pero eligió cambiárselo por Elizabeth Mía Chorubczyck. Su producción como artista fue tan rica que quienes la conocemos la nombramos simplemente Effy. La charla con su mamá fue emotiva, reflexiva y profunda como es Dori. Sus opiniones no son siempre políticamente correctas y sus ideas a veces resultan incómodas, porque provocan y sacuden, tal como las de Effy. Por ejemplo, cuando rompe con el mito y la idealización de su hija. Dori no vino a La Retaguardia con las manos vacías, nos dejó unas fotos de Effy que ya cuelgan de la pared del Estudio Víctor Basterra. (Por La Retaguardia)Foto: Nora Lezcano Fernando Tebele: Si tuviéramos que contarle a alguien que no sabe quién es Effy, ¿qué le diríamos? Dori Faigenbaum: Primero que fue una persona muy luchadora, que fue una hija maravillosa, que se animó a mucho, hasta que se cansó y dejó solo su obra, que es una obra importante. Effy era una chica trans; cuando me encontraba con alguien le decía que yo tenía una hija que nació varón pero que por suerte pudo llevar adelante y vivir como ella quería vivir, siendo mujer, y que a partir de ser una artista conceptual pudo de alguna manera ir trabajando su identidad, ir aportando a la sociedad – supongo – una manera diferente de comprender qué es ser trans, para que la gente no se quede con esas versiones mediáticas que lo único que aportaban a las chicas trans o a los chicos trans era discriminarlos y pensar que eran un horror, un híbrido, algo que no entraba en ningún concepto, y que ella luchó desde las distintas expresiones artísticas y desde su voz, y desde poner su cuerpo en todo momento para esclarecer un poco el tema. Es una síntesis acotada porque Effy es mucho más que esto que estoy diciendo, también soy la mamá, acuérdense de eso, y encima una mamá judía que es mucho peor. Effy siempre me decía “gracias por nutrirme”, porque me encargaba mucho de que por lo menos coma, aunque era flaquísima y comía muy pocas cosas, porque era muy selectiva a la hora de comer, pero me encargaba de que haya mucho de lo poco que le gustaba, como por ejemplo los chocolates, que no podían faltar. Yo le decía que los chocolates le hacían mal pero que prefería que coma chocolate antes que no coma nada, porque hay que ser judío completo si uno lo es. Eugenia Otero: A partir de su muerte es como que se multiplicó la obra de Effy, ¿qué te pasa con esto y con que Effy aparezca en tantos lugares? ¿Qué sentís cuando la ves? D.F.: Me pasan muchas cosas, ver que está en tantos lugares y aparece de diferentes maneras es para mí como una manera de seguir viéndola viva, entonces es como que me aferro a cada aparición de ella, que es solo de esta manera. Yo ya sé que es solo de esta manera porque no va a aparecer de otra, cuando traigo estos cartelitos para que cuelguen en el estudio con sus fotos es porque trato de llevarla conmigo a todos lados, sé que es la única manera que tengo de llevarla adentro mío y afuera mostrando sus cosas, porque como siempre digo a mí me gustaría seguir estando con Effy, solo que no me gustaría estar a donde está ella, sino que me gustaría que ella esté donde estoy yo, sobre todo porque hubiese tenido todavía tanto para seguir haciendo y tanto para dar. ** Frases E.O.: Dori nos regaló un par de afiches preciosos porque Effy además de ser una artista grosísima era preciosa. Es para que la tengamos presente en La Retaguardia, aunque siempre lo está porque Effy desde su obra hacía una crítica muy profunda y muy filosa del género. D.F.: Sí, de todo. E.O.: ¿Querés contarnos sobre ese día en que decidió ir a la marcha con un cartel que decía…? D.F.: “No existen dos géneros, existe solo uno, el de cada cual”. Ella era también como muy precisa en cómo pensaba todo y me parece que el impacto de toda su obra es que ella no iba a convencer a nadie de nada, sino que iba a trabajar con la representación social de la gente que pasaba frente a su persona, esto quiere decir: “yo no te voy a convencer de que el SIDA es esto u otra cosa, el género es esto u otra cosa, sino que te voy a poner a vos en situación de que pienses y de que digas qué juzgas, qué prejuzgas, o qué opinas en relación a ciertos temas, y si vas a seguir pensando lo mismo después de decirlo en voz alta”. Creo que esto era lo que ella hacía, me acuerdo cuando Lucas Gutiérrez, que es un periodista de Página 12, la llamó en su momento para que lo ayudara a hacer una performance en relación al SIDA y ella le dijo “ya lo tengo, vamos todos a Plaza de Mayo, nos ponemos todos una remera que diga soy portador de SIDA y hacemos una mateada, el que agarra el mate y toma más o menos la tiene clara, el que no lo agarra se va pensando en por qué no agarró el mate, soy un hijo de puta, no, qué estoy pensando de esto, ¿tengo miedo de contagiarme?”. Le tira entonces el paquete a la persona, y esto es lo que ella solía hacer, jugar y coquetear con la representación social del otro para no tener que ser demagoga con ningún precepto, ni concepto. E.O.: Esto de la remera es algo repetido, ¿qué decían otras remeras? D.F.: “Soy judía, soy trans, soy bisexual, transexual, una verdadera amenaza a la humanidad”. En realidad ella trataba de hacerse