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El predio fue cedido al Club River Plate. Exigen que sea tratado como Sitio de Memoria, ya que según los testimonios el lugar fue utilizado para, mediante una combustión con neumáticos, incinerar y desaparecer los cuerpos de personas secuestradas y asesinadas. La nueva presentación de víctimas que no son querellantes. Una querella recurrirá a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Redacción: Paulo Giacobbe / Fernando TebeleEdición: Pedro Ramírez Otero Mientras caminaba hacia el juzgado, Mónica Dittmar, la esposa de Hernán Abriata, desaparecido en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) probablemente haya sentido, además de un frío insoportable, que llevaba en sus manos la última carta del mazo que podría evitar la entrega al Club River Plate del predio en el que se incineraban los cuerpos de personas asesinadas.  El Juzgado Criminal y Correccional Federal N°12 de la Ciudad de Buenos Aires, a cargo del juez Ariel Lijo, autorizó a la Agencia de Administración de Bienes del Estado (AABE) a otorgar al “Club Atlético River Asociación Civil” un permiso de “uso precario y gratuito” del Campo de Deportes de la ESMA para que modifique el terreno y construya una serie de instalaciones deportivas. El juez pidió la supervisión del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) y River está en condiciones de empezar las obras.  Pero un grupo de víctimas de la ESMA resiste el traspaso y el atropello al proceso de Memoria, Verdad y Justicia que todo el proyecto implica. Cerrada la chance de protestar para las querellas de la megacausa, asomó una nueva estrategia: ¿quién le pidió opinión a las víctimas que no son querellantes? Como la respuesta es nadie, una decena de ellas se presentaron esta mañana de la mano de Dittmar para pedir la nulidad de la resolución, que “se avance en las líneas de investigación y que se ordenen medidas”. También solicitaron que se convoque al genocida Adolfo Scilingo, quien dio información sobre la incineración de cuerpos en ese lugar: “Se agoten todas las líneas de investigación que restan realizar en relación a las pruebas existentes que sostienen la existencia de cremaciones de cuerpos de militantes políticos en el campo de deportes. En este sentido, solicitamos que se convoque/incorpore a declarar a Adolfo Francisco Scilingo (exmarino condenado en España, conforme las previsiones del instituto de jurisdicción universal y por ser responsable de los crímenes de lesa humanidad cometidos en la ESMA), conforme las previsiones del art. 249 CPPN o en su defecto que se remitan todas las declaraciones prestadas que den cuenta de la cremación de cuerpos en el campo de deportes”.  Sin embargo la presentación no fue fácil de realizar. Desde el juzgado atendieron a Dittmar pero se negaron a recibirle el escrito con las firmas. La insistencia de la esposa de Abriata, como tantas otras víctimas con un máster en paciencia con la Justicia, derivó en un camino intermedio: le aceptaron la nota, pero cada una de las víctimas firmantes deberá enviar un correo electrónico ratificando que son parte del requerimiento de volver atrás la entrega del predio.  El escrito presentado también pide que se notifique a cada una de las “víctimas de la ESMA que carecen de representación legal (que estimamos alrededor de 800), de lo que se pretende hacer en este expediente, teniendo en cuenta que el criterio restrictivo usado en este proceso no hace más que avasallar nuestros derechos, violar las normas legales en materia de protección y acceso de las víctimas a la información así como también vulnerar las obligaciones que el Estado Argentino ha asumido a nivel nacional e internacional”.  El recurso de las víctimas que no son querellantes, quitó valor a la opinión de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, porque no representa a las víctimas: “Tampoco puede ser alegada la intervención de la Secretaría de Derechos Humanos y referir que eso cubrió la notificación aludida a la totalidad de las víctimas y familiares afectados porque conforme la resolución emitida el 23 de mayo de 2023 queda en evidencia que la convocatoria a la Secretaría de Derechos Humanos fue exclusivamente para que se expidiera respecto la viabilidad del proyecto y no para conocer cuál era la postura de las víctimas al respecto. De hecho, nada se dijo en los escritos presentados por esa dependencia estatal”, argumentan. Pero la presentación de esta mañana no fue la única de las últimas semanas. Por un lado, la querella del grupo de abogados y abogadas KAOS, con Rodolfo Yanzón y Flavia Fernández Brozzi a las firmas, presentó un escrito ante el juez Lijo: “En dicho lugar fueron cremados los cuerpos de compañeros y compañeras que padecieron inhumano cautiverio” y le recuerdan “que en ese predio se habrían enterrado restos humanos”. Señalan que debe formar parte del Sitio de Memoria ESMA y que debe ser utilizado como elemento probatorio. “El hecho de haber autorizado el uso de ese campo mientras miles de familias esperan la identificación de los restos de sus seres queridos, no colabora con el proceso de Memoria, Verdad y Justicia. Como parte de la necesaria reparación a las víctimas, es obligación del Estado realizar todos los esfuerzos y acciones necesarias para hallar, identificar y restituir los restos de las personas desaparecidas”.  En el escrito explican el uso que tuvo el predio durante el genocidio. Algo que tanto el juez Lijo, como la Agencia de Administración de Bienes del Estado y el Club Atlético River Asociación Civil ya saben. La autorización “implica desconocer lisa y llanamente que ese terreno formó parte del sistema concentracionario que se instaló en nuestro país. Dicho de otro modo, no puede haber actividades recreativas en un lugar que fue utilizado y formó parte de un sistema con el que se llevaron a cabo los crímenes más atroces, porque en ese espacio ―que antes de ser parte de un campo de exterminio se utilizó para deportes― lo utilizaron quienes secuestraron, torturaron, custodiaron, decidieron el destino de las personas cautivas, mataron, abusaron, violaron y desaparecieron. Ese espacio fue necesario para el funcionamiento del mundo

La hija de Rodolfo Walsh y sobrevivientes, querellantes de la megacausa ESMA, solicitaron a la justicia que el lugar donde se incineraban cuerpos durante la última dictadura no sea cedido por el Estado al Club Atlético River Plate. Testimonios tanto de sobrevivientes como de genocidas corroboran el uso que le dio la Armada. En el pedido calificaron al predio como “un cementerio” en el que podrían estar los cuerpos de Rodolfo Walsh y Raimundo Villafor”, entre otros. Redacción: Paulo Giacobbe Edición: Fernando Tebele El pasado 23 de mayo el Juzgado Criminal y Correccional Federal N°12 de CABA, que instruye la Megacausa ESMA y está a cargo de Ariel Lijo, autorizó a la Agencia de Administración de Bienes del Estado (AABE) a otorgar al “Club Atlético River Asociación Civil” un permiso de “uso precario y gratuito” del Campo de Deportes de la ESMA, aproximadamente unos 73.362,35 metros cuadrados. Ese lugar cumplió un rol fundamental dentro del exterminio planificado del centro clandestino: era el lugar elegido por los represores para quemar los cuerpos de algunas personas secuestradas. Hoy a la mañana, la diputada Miriam Bregman y Matías Aufieri, ambos del Centro de Profesionales por los Derechos Humanos (CeProDH), representando a los querellantes de la causa ESMA, Patricia Walsh y Carlos Lordkipanidse, presentó un escrito solicitando al Juez Ariel Lijo que ordene la suspensión de la cesión y mantenga en el predio una medida cautelar de no innovar.  En el escrito presentado señalan que nunca fueron debidamente notificados de la cesión y que se enteraron por la prensa “lo cual resulta fundamento suficiente” para dar marcha atrás con la autorización del 23 de mayo.  Los cuerpos de Rodolfo Walsh, Raimundo Villaflor y Ariel Ferrari podrían haber sido incineradosen ese predio, entre otras víctimas; y son numerosos los testimonios existentes en la causa “acerca de enterramientos e incineraciones en el campo de deportes de ESMA en aquellos días no previstos para los llamados “traslados” consistentes en arrojar los cuerpos al mar desde aviones”. El Campo de deportes se trata de  “un verdadero cementerio de víctimas de la represión y torturas del grupo de tareas estatal que actuó en el marco de la ESMA”, le recuerdan al Juez en el escrito. “No puede perderse de vista que el predio en cuestión, constituye no sólo un sitio de memoria, sino de prueba”. “Vale agregar, que otro de los métodos de eliminación de personas secuestradas en la ESMA, como fueron los llamados “vuelos de la muerte”, se tuvieron por ciertos mediante el testimonio de testigos, ya sean de la propia Marina, como conscriptos, y sobrevivientes, más allá de contar o no con los cuerpos de las víctimas eliminadas de ese modo. Mismo temperamento debe primar en este caso, y ser conservado el predio para agotar todos los trabajos necesarios -si ello fuera posible- sin plazo temporal alguno, así como se ha procedido respecto del resto de las dependencias que formaron parte de la ESMA”. Además dicen no encontrar motivos válidos para la cesión gratuita “a una entidad que genera recursos e ingresos multimillonarios”, como lo es el Club Atlético River Plate.  En el campo de deportes, el Club millonario proyectó la construcción de seis canchas para la práctica de fútbol once, una cancha de agua de hockey, cuatro vestuarios para los equipos locales, visitantes y árbitros, un salón comedor, un salón de actividades múltiples para los encuentros de los distintos equipos; más la conservación y mejora de los espacios verdes y recreativos, la construcción de espacios de estacionamientos y la construcción de tribunas, tanto para las canchas de fútbol como las de hockey. En la primera etapa del proyecto las obras estarían supervisadas por el Equipo Argentino de Antropología Forense, que además aportó una propuesta de trabajo destinada a la realización de excavaciones arqueológicas sistemáticas y exhaustivas sobre el predio.  Una cesión de “uso a un privado que anuncia una construcción masiva y la transformación radical del predio”, calificaron desde la querella. “Es inverosímil, que  semejante plan de obras proyectado, fuera a suspenderse ante cualquier señal o resultado que siquiera sugiera la posibilidad de presencia de restos humanos en el predio”. Sobre las tareas encomendadas al EAAF dicen que “pueden y deben ser dispuestas sin una cesión de uso ya consumada en favor de un tercero”. Por último hacen mención a la ley nacional 26.691, que sobre la preservación de los sitios de memoria, ordena: “a fin de preservar como Sitios todos aquellos inmuebles en que se cometieron actos de tortura, exterminio, reducción a servidumbre, desaparición forzada de personas u otros vejámenes, la autoridad de aplicación deberá […] establecer canales apropiados de consulta permanente con organismos de derechos humanos y organizaciones de la sociedad civil en el diseño de las políticas públicas de memoria”. Señalando que cuando la Dirección Nacional de Asuntos Penales de la Procuración General de la CABA pidió realizar modificaciones en el campo de deportes se dio aviso a la Dirección Nacional de Sitios que objeto lo pedido por, justamente, incumplir con la ley nacional 26.691

El Estado se lo cederá a la institución deportiva de manera gratuita. A diferencia del predio donde funcionaron los centros clandestinos Puente 12 y el Banco, en los que Sergio Berni realiza constantes modificaciones a pesar de una medida judicial de no innovar, aquí el juez Ariel Lijo autorizó el traspaso, aunque pidió la supervisión del Equipo Argentino de Antropología Forense. Redacción: Paulo Giacobbe / Fernando TebeleEdición: Hinde González Martín Según denunció el Encuentro Memoria Verdad y Justicia, con fecha 23 de mayo de 2023, el Juzgado Criminal y Correccional Federal N°12 de CABA autorizó a la Agencia de Administración de Bienes del Estado (AABE) a otorgar al “Club Atlético River Asociación Civil” un permiso de “uso precario y gratuito” del inmueble “ubicado entre la Avenida Lugones, el Río de la Plata, el Arroyo Medrano y el nuevo Tiro Federal, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires”, propiedad del Estado Nacional y en jurisdicción del Ministerio de Defensa. Se trata del Campo de Deportes de la ESMA. “Una superficie total aproximada de 73.362,35 m2”. El campo de deportes cumplió un rol fundamental dentro del exterminio planificado de la ESMA. Era el lugar elegido por los represores para quemar los cuerpos de algunas personas secuestradas. El “Sueco” Carlos Lorkipanidse, sobreviviente de la ESMA e integrante del EMVyJ no oculta su indignación. “Lo primero me surge es el más profundo repudio a esta situación, que viene de arrastre en cuanto a una indefinición acerca de qué hacer o cómo accionar con respecto a este nefasto lugar que queda a orillas del Río de la Plata, cruzando la avenida Lugones del otro lado del la Escuela de Mecánica de la Armada. Y digo nefasto, porque era el lugar donde incineraban los cuerpos de nuestros compañeros, que llegaban a la escuela caídos en combate. O que fallecían en la ESMA producto de las torturas que les aplicaban, y que por no ser días próximos a los miércoles, que eran los días de traslado, procedían a incinerar los cuerpos en este campo de deportes, porque no iban a estar esperando hasta el miércoles de la semana que viene para arrojar los cuerpos al mar”, relató con total crudeza.]Como no era una acción improvisada, habían diseñado una gigantesca “parrilla” en el taller de herrería. “Hacer un asado”, decían los marinos cuando se referían a este método de eliminación del cuerpo de sus víctimas. La combustión podía llegar a durar hasta dos días. Tal como ocurrió en otros centros clandestinos, como Puente 12 o el Pozo de Arana. El Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) estuvo realizando trabajos en el campo de deportes sin poder hallar hasta la fecha restos óseos. Es inaudito que el campo de deportes no sea tratado como un Sitio de memoria, independientemente de los hallazgos o no por parte del EAAF. Si bien nos está dentro del megapredio de la ESMA, cuenta con un puente aéreo exclusivo que cruza la Av. Lugones, lo que la conecta directamente a su campo de deportes Por otra parte, las investigaciones siguen abiertas.El Sueco se pregunta si hay escasez de tierras para éste uso. “Digo yo, ¿no tiene otros lugares el Club Atlético River Plate donde ir a hacer sus prácticas deportivas? No tiene otros terrenos el gobierno de la ciudad o el gobierno nacional, los gobiernos provinciales, para cederle a los clubes de fútbol. ¿Tienen que ir a hacerlo en el lugar más horroroso que uno se pueda imaginar? Donde todavía se reserva el dolor de tantos familiares que todavía buscan los restos de sus detenidos-desaparecidos”. Según el escrito del juzgado a cargo de la Instrucción de la Megacausa ESMA, el proyecto de River Plate se vincula con la construcción “de un campo de deportes, para la realización de actividades recreativas y deportivas de interés general que incluye, seis canchas para la práctica de fútbol once, una cancha de agua de hockey, cuatro vestuarios para los equipos locales, visitantes y árbitros, un salón comedor, un salón de actividades múltiples para los encuentros de los distintos equipos; más la conservación y mejora de los espacios verdes y recreativos, la construcción de espacios de estacionamientos y la construcción de tribunas, tanto para las canchas de fútbol como las de hockey; todo ello a cargo del Club y a su exclusiva costa”. También según el oficio judicial, “el proyecto constará de cinco etapas bien definidas, que habrán de llevarse a cabo durante cinco años, computables a partir de que el Club deportivo se encuentre en condiciones de comenzar con las obras”. En las consideraciones para resolver la cuestión, el tribunal dice que el predio fue cautelado con una medida de no innovar, y su uso se encuentra cedido “al Estado Mayor General de la Armada, dependiente del Ministerio de Defensa de la Nación, y es utilizado como campo de deportes, conteniendo canchas de rugby, fútbol, pista de atletismo, básquet y circuitos de entrenamiento”. Que “se analizaron distintos pedidos de autorización para realizar obras en el predio de que se trata, las que fueron en su oportunidad autorizadas o no, según correspondiera”. Que en 2007 y 2008 se realizaron tareas en la búsqueda de restos humanos. Con el acompañamiento del EAAF en 2008 se realizó la excavación de un sector, pero no fue posible obtener ningún resultado de interés “por cuanto el lugar en que se estaba efectuando la búsqueda había sido rellenado y modificado por toneladas de material de desecho, además de las corrientes del río, lo cual tornaba altamente dificultoso, que en caso de que se hubieran producido inhumaciones en el área, algún resto aún quede reservado o sea hallado”. Se suspendieron así los trabajos. El 5 de agosto de 2014 se reanudaron las obras utilizando equipamientos de sondeo terrestre cedidos por el Ministerio de Seguridad. Se realizaron excavaciones que arrojaron resultados negativos.Que la Agencia de Administración de Bienes del Estado (AABE) “puso en conocimiento de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación y por su intermedio a la Dirección Nacional de Sitios y Espacios

Miriam Lewin, sobreviviente de ESMA, dio testimonio en el juicio donde se investiga la participación de Adolfo Donda Tigel en la apropiación de su sobrina Victoria Donda Pérez. Ubicó al exmarino “frecuentemente” en ese lugar, y aseguró que es difícil pensar que no supiera que allí estaba secuestrada su cuñada y que había dado a luz a una niña. Los cruces con el abogado defensor. Redacción: Camila CataneoEdición: Fernando TebeleFotos: Captura transmisión de La Retaguardia Miriam Lewin contó que a los pocos días de llegar secuestrada a la ESMA vio a Adolfo Donda Tigel en ese lugar. “Él era jefe del grupo de tareas. Se lo conocía como Palito o Gerónimo. Él transitaba por donde estábamos en cautiverio, por ejemplo el sótano, la Pecera, y el Dorado”. Todos esos lugares eran parte del Centro Clandestino de Detención Tortura y Exterminio por el que se calcula que pasaron 5000 personas. “Era una persona que tenía una actitud distante, en comparación con otros represores. El formaba parte del círculo que tenía más poder. Él organizaba los operativos de secuestro de la ESMA”, indicó la testiga.Lewin fue secuestrada el 17 de mayo de 1977 por un comando civil de la Fuerza Aérea. En ese entonces trabajaba en la zona de Lomas del Mirador como empleada en una fábrica de muebles. Tiempo antes de su secuestro, los grupos de tareas habían ido a buscarla a su casa, por eso decidió mudarse a un departamento muy pequeño que había alquilado en la localidad bonaerense de Villa Madero. Todos los días, cuando salía de trabajar, llamaba a su familia de un teléfono público que había en una estación de servicio sobre la Avenida Provincias Unidas. Pero ese día notó que alguien la estaba siguiendo. Era un muchacho joven con una campera de jean, de unos 24 años, que caminó detrás de ella y se subió al mismo colectivo. Al bajarse fue interceptada por un auto Falcón. En ese momento intentó tomar la pastilla de cianuro pero la ahorcaron para evitarlo. Estuvo diez meses y medio en cautiverio en una casa que pertenecía al servicio de inteligencia de aquella fuerza, que luego supo era el CCDTyE Virrey Cevallos. Luego fue trasladada, aproximadamente el 26 de marzo de 1978, a la ESMA. Al llegar al centro clandestino “me tuvieron en el sótano, alejada, con la luz apagada”, comentó la sobreviviente. Allí fue obligada a trabajar como mano de obra esclava para los represores hasta que logró exiliarse. Al comienzo de su estadía obligada en la ESMA estuvo en Capucha, en una colchoneta tirada en el piso, y contó que “a los pocos días me llevaron a charlar a la Pecera en horario donde ellos no estaban. Me entrevistó Pingüino, Raúl Scheller, me preguntó qué sabía hacer y me incorporé al grupo de trabajo esclavizado”. La Pecera era un espacio de ventanas vidriadas en el que realizaban tareas esclavas.Lewin resaltó que los marinos decían que había una campaña anti argentina desde el exterior y obligaban a un grupo de secuestrados que clasificaran información publicada en la época para desestimar las multiples denuncias por violación a los Derechos Humanos. Recordó que le tocó dar cuenta de las denuncias que desde el exilio realizaba Rodolfo Terragno que daban cuenta de que “tenían a alguien infiltrado”, por el nivel de información que allí se publicaba. “Había un archivo fotográfico, estaba a cargo de una persona que se llamaba Bartolomé”, agregó. “Donda era una presencia frecuente en la ESMA”, resaltó. “Me resulta difícil de creer que Donda no supiera donde estaba Victoria”, manifestó Miriam Lewin acerca de la responsabilidad del ex marino en la apropiación de su sobrina Victoria Donda Pérez. El tío y el apropiador Durante el juicio, Donda Tigel dijo que no tenía relación con Juan Antonio Azic, el prefecto que apropió a Victoria Donda y la inscribió como su hija. El imputado desvió la responsabilidad en el robo de la niña hacia Héctor Febres, otro integrante de la Prefectura Naval, a quien sobrevivientes señalan como “a cargo de las embarazadas”. Febres fue el único imputado en el primero juicio de la megacausa ESMA, y apareció envenenado en el buque de Prefectura en el que esperaba el veredicto que debía conocerse unos días después. Su muerte nunca fue aclarada. Lewin lo corrobora: “Febres se encargaba de controlar el estado de las embarazadas, les hacía escribir una carta a sus familiares”. “Donda y Azic estaban juntos en la ESMA”, aseguró Miriam cuando fue consultada por el abogado defensor acerca de la relación que tenían los dos represores. Si bien aclaró que nunca los vio juntos, no dudó en afirmar que estaban en los mismos lugares dentro del centro clandestino. “Azic era uno de los temibles torturadores de ESMA. A mí no me torturó, pero El Sueco declaró que fue torturado con corriente eléctrica por él con su bebé en el pecho y que lo había traído de las piernas”. El Sueco es Carlos Lordkipanidse, secuestrado junto a su esposa en aquel momento, Liliana Pellegrino, y junto a Rodolfo, el pequeño hijo de ambos. Embarazadas en la ESMA Miriam contó que cuando estaba en Capucha podía levantarse muy pocas veces la venda. Un día vio a una mujer con su hijo en brazos y le preguntó cómo lo iba a llamar y ella respondió: “Juan”. Ese bebé era Juan Cabandie, otro de los nietos recuperados por la incansable búsqueda de Abuelas de Plaza de Mayo. El joven recuperó su identidad en 2004 y actualmente es ministro de Medio Ambiente. También comentó que vio a una embarazada llamada Liliana Pereyra, a quien pudo reconocer por fotos años después de recuperar la libertad. “Hacia fines del 78, cae una persona que militaba conmigo, Patricia. Había sido secuestrada por Fuerza Aérea. Me dejaron tener acceso a ella. Estaba en una piecita muy pequeña, a mí me autorizaban tener conversaciones con ellas”. Se trataba de Patricia Roisinblit, la hija de Rosa, la histórica vicepresidenta de Abuelas. Rodolfo Pérez Roisinblit fue apropiado por Francisco Gómez y es

Miguel Ángel Lauletta declaró en la audiencia 14 del juicio donde se investiga la participación del exmarino Adolfo Donda Tigel en la apropiación de su sobrina Victoria Donda Pérez. Allí comentó que ya en democracia trabajó con el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) para construir la memoria colectiva. Redacción: Camila CataneoEdición: Pedro Ramírez OteroFoto de portada: Capturas de la transmisión en vivo de La Retaguardia Miguel Ángel Lauletta militaba en Montoneros y, al momento de su secuestro, estaba a cargo del Servicio de Documentación del área federal de la organización. Desde el 14 de octubre de 1976 hasta el 30 de abril de 1979 estuvo en cautiverio en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). Al comienzo de su testimonio contó que para salvar a su esposa y su hija de tres meses entregó una cita. De las cinco personas que secuestraron, cuatro continúan desaparecidas. “Es algo que todavía me avergüenza”, manifestó angustiado por no haber soportado la tortura. Lauletta comentó que fue obligado a trabajar para los represores de la ESMA, como era costumbre en ese Centro Clandestino de Detención Tortura y Exterminio. Allí tenía que falsificar documentos de para quienes integraban los grupos de tareas. Ese lugar es conocido por los sobrevivientes como la Pecera, “porque era todo vidriado” y podían verlos. “Quedaba en el sótano y yo dormía en Capucha”, dijo el sobreviviente. El sobreviviente fue obligado a ser testigo presencial del asesinato de Rodolfo Walsh, ocurrido en San Juan y Entre Ríos, pleno centro porteños, aunque no lo comentó ni le preguntaron por el tema, ya que no está vinculado con el juicio actual. Durante su testimonio, cuando el fiscal auxiliar Iván Polaco le preguntĺ si cuando estuvo en cautiverio escuchó hablar o vio a un hombre llamado “Jerónimo” o “Palito”, los apodos con los que se conocía a Donda Tigel, respondió: “Un día él entró al sótano vestido de azul oscuro. Al año siguiente era el jefe de operaciones del grupo de tareas y en 1978 supe que el apodo era ‘Palito’”. Además, comentó que las y los secuestrados de la Pecera decían que había “cantado” con el hermano y su cuñada. Casi al finalizar la audiencia, Miguel Ángel Lauletta contó que trabajó con el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) para lograr recuperar algunos datos de quienes estaban en cautiverio en la ESMA y aseguró que “podía unir el nombre de un desaparecido con una cara y una fecha”. Agregó que su tarea “sirvió para que yo pueda armar una lista con la persona que había visto y ayudar a otros compañeros que habían estado secuestrados conmigo en la ESMA. También aportar a sus memorias y que puedan hablar con familiares de compañeros desaparecidos que yo haya visto y poder darles esa última información de la vida de su familiar”. La próxima audiencia será el lunes 24 de abril de manera presencial como vienen desarrollándose desde el primer día. Podés seguir la transmisión en el canal de YouTube de La Retaguardia.

Así definió Lila Pastoriza, sobreviviente de ESMA, al mecanismo que realizaban allí con las mujeres que parieron en cautiverio y cuyos bebés eran robados. Esta declaración se dio en el marco de la audiencia 13 del juicio donde se investiga la participación del exmarino Adolfo Donda Tigel en la apropiación de su sobrina Victoria Donda Pérez. Redacción: Camila Cataneo/Fernando TebeleEdición: Pedro Ramírez OteroFotos: Capturas de la transmisión en vivo de La Retaguardia “Primero se llevaron a la hija y después la trasladaron a ella. Era la ruta de las embarazadas”. Así se refirió la periodista Lila Patoriza al destino que tuvieron Victoria Donda Pérez y su mamá, Hilda Cori Pérez. La sobreviviente aseguró lo que ya se sabe: esto sucedía cada vez que una mujer paría en la ESMA. Lila contó que antes de ser secuestrada conoció a Hilda de la militancia en la Juventud Peronista de Morón. Mientras estuvo secuestrada en la ESMA, Lila vió a Cori y lograron tener una breve charla. En ella, Hilda le comentó que a su esposo, José María Donda, lo habían capturado, y que era hermano de un marino que se encontraba trabajando ahí mismo como parte de la patota. Además, Lila recordó que Cori le contó que estaba embarazada y que ya se le notaba la panza. Victoria Analía Donda Pérez nació en la maternidad clandestina de la ESMA durante el cautiverio de su mamá, María Hilda Pérez de Donda, más conocida como “Cori”, quien continúa desaparecida. La beba fue apropiada por el prefecto Juan Antonio Azic, quien ya fuera condenado por el hecho en 2012, en el marco del juicio por el Plan sistemático de apropiación de niños y niñas durante la última dictadura cívico-militar-eclesiástica. En 2004 Victoria recuperó su identidad. Su encuentro con Donda Tigel En ese tiempo, Lila fue obligada a trabajar para los represores de la ESMA. Ese lugar es conocido por los sobrevivientes como la “Pecera” “porque era todo vidriado y podían vernos”. La sobreviviente recordó el día apareció Donda Tigel y les preguntó si sabían donde estaba su nieta. “A nosotros nos parecía un poco extraño, no creíamos que ignoraba lo que estaba pasando, era para confundir la situación. Imposible que no lo supiera”. Quienes estaban en cautiverio pensaron que había llevado a la nena con su familia. El defensor de Donda Tigel, Jesús Fanego, presionó con sus preguntas, pero el presidente del Tribunal, Ricardo Basílico, lo frenó y reordenó las preguntas. Cuando fue consultada por la jueza Gabriela López Iñiguez, Pastoriza ratificó que todas las personas secuestradas en la ESMA creían que era imposible que Donda Tigel no supiera qué había pasado con su cuñada y su sobrina. En esta jornada también se esperaba el testimonio del sobreviviente Carlos Sueco Lordkipanidse, pero fue programado para próximas audiencias. El tribunal aprovechó la audiencia para rechazar el pedido de la defensa que pretendía un careo entre la sobreviviente Ana María Martí y el imputado “porque la testigo estaría bajo juramento de decir verdad, y el imputado no”. La próxima audiencia será el lunes 17 de abril de manera presencial como vienen desarrollándose desde el primer día. Podés seguir la transmisión en el canal de YouTube de La Retaguardia.

Esas dos preguntas le realizó Victoria Donda Pérez a su tío Adolfo Donda Tigel, el genocida que está imputado por su participación en la apropiación de su sobrina. El testimonio de Victoria fue duro, conmovedor y de fuerte contenido político. Su relación con el apropiador Juan Azic, con su hermana de sangre y su hermana de crianza, también apropiada por el prefecto ya condenado por este caso. Las respuestas del acusado. Redacción: Camila Cataneo/Fernando TebeleEdición: Pedro Ramírez OteroFotos: Capturas de la transmisión en vivo de La Retaguardia Victoria Analía Donda Pérez nació en la maternidad clandestina de la ESMA durante el cautiverio de su mamá, María Hilda Pérez de Donda, quien continúa desaparecida. La beba fue apropiada por el prefecto Juan Antonio Azic, quien ya fuera condenado por el hecho en 2012, en el marco del juicio por el Plan sistemático de apropiación de niños y niñas durante la última dictadura cívico-militar-eclesiástica. En 2004 Victoria recuperó su identidad. El pasado lunes, Victoria declaró en el juicio donde se analiza la responsabilidad de Adolfo Donda Tigel, su tío, condenado por haber sido parte del grupo de tareas 3.3.2 de la ESMA. “Victoria Analia Donda Perez es el nombre que elegí tener después del 8 de octubre del 2004, cuando me dieron el resultado de ADN y me enteré que mi mamá estaba en la ESMA a punto de parir y ahí me puso Victoria. Analía es mi segundo nombre que me pusieron mis apropiadores”, explicó al comienzo de su testimonio. Mientras movía con sus manos un abanico cerrado, empezó a describir cómo eran sus padres. “Mi mamá se llamaba Hilda Pérez y tenía 23 años. Le decían Cori y era militante de la JP (Juventud Peronista) de la zona Oeste de la Provincia de Buenos Aires. Ingresó a la organización Montoneros y tenía otra hija, mi hermana Daniela. Era una joven solidaria”, expresó. Y continuó: “Mi padre se llama José María Donda, tenía 21 años, era alto y flaco, le decían Pato o Gabo (…) Él fumaba y le gustaba andar en bicicleta. Sabía escuchar, así lo recuerdan todos”. Tanto Hilda como José María fueron secuestrados. “Primero se llevaron a mi mamá en marzo de 1977 cuando estaba embarazada de mí de cinco meses. La subieron a una camioneta. Ella logró escapar, corrió por la calle y se le rompió un zapato, ahí la agarraron. El zapato quedó tirado en el piso”, dijo. En ese momento el papá de Victoria mantenía contacto con sus abuelas y buscaba a Hilda. Al desaparecer Jose María, Daniela quedó a cargo de su abuela materna, Leontina. Victoria contó que en una carta que su padre le escribió a Leontina, y que leería en el cierre de la testimonial, hablaba de su mamá y del embarazo, también pedía que las busquen y las críen juntas. Victoría mencionó una parte de la carta: “Vayan a buscar a Donda, su hermano, que creía que tenía la humanidad para buscarme”. Su relato continuó y se refirió a dónde pasó el cautiverio su mamá. “Se que la llevaron a la tercera de Castelar, ahí funciona una comisaría actualmente. Las políticas de memoria que se llevan a cabo desde el 2004 hicieron que ahora sea considerado un Sitio de la Memoria”, contó la actual funcionaria del Gobierno provincial. “Pude ir a las celdas donde estuvieron los desaparecidos”, recordó Victoria, y manifestó que pudo hablar con una importante cantidad de sobrevivientes que estuvieron con su madre. “Me contaron que mi mamá pedía una escoba para limpiar la celda (…) Mi mamá se la pasaba haciendo chistes, pero un día la llevaron arriba, a la sala de torturas. Todos creen que ahí vio a mi papá, y estuvo un día o dos días sin hablar. Luego se la llevan a ESMA”, dijo. Por otro lado, contó que un compañero de su papá vio a José María sentado en un banco de la plaza de Castelar. Estaba todo golpeado. Victoria cree que estaba ahí para que sus compañeros se acercaran y así los atrapaban. “Era una cacería”, agregó. El aporte de quienes sobrevivieron Luego comentó cómo fue la charla que tuvo con Lydia Vieyra, quien asistió el parto y ya dio testimonio en el juicio. “Cuando empezó con el trabajo de parto, pidió que una compañera la ayudara, la llevaron a la ‘salita de embarazadas’. Sé que fue por parto natural y que nací sobre una mesa de madera”, dijo. Victoria contó que a su madre le habían puesto suero. En el momento que nació, entró el médico militar que asistía los partos, José Luis Magnacco, y cuando se fue Hilda se sacó el suero y corrió a buscar a Victoria para abrazarla. También agregó que Sara Solarz de Osatinsky le contó que su mamá tenía un familiar que participaba en los grupos de tarea de la ESMA, por eso dejaban que camine por el pasillo con los grilletes y orinaba en un balde. También le daban dos mandarinas y una se la guardaba para dársela a una compañera que estaba muy golpeada. “Puedo hablar con casi todos los sobrevivientes que estuvieron con mi mamá. Gracias a ellos pude reconstruir el recuerdo de mi mamá que no pude conocer”, manifestó Donda. En otro pasaje de su conmovedor testimonio, dijo que su abuela paterna se encontró con el papá de Victoria: “Mi abuela iba adonde papá los citara, pero le decía que no le dijera a nadie, ni a Adolfo ni a nadie”. Su otra abuela, Leontina le contó que fue a ver a Adolfo Donda para decirle que la ayude a buscarlos para saber dónde estaban los padres de Victoria y él respondió que “ellos sabían lo que podía pasarles y que él quiso ayudarlos para que se vayan y que ellos decidieron quedarse sabiendo lo que les podía pasar”. El exilio de la abuela Leontina y la relación de Donda Tigel con Yabrán “Cuando se sancionan las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, ellas se van a vivir a Canadá porque

Una de las aeronaves que fue utilizada para arrojar personas vivas al mar en los Vuelos de la muerte de la ESMA estaba en actividad y realizaba prácticas de paracaidismo en Estados Unidos. El Gobierno nacional se propone traerla a Argentina, ya que fue una pieza clave del plan sistemático de exterminio. La palabra de la sobreviviente y periodista, Miriam Lewin, quien junto al fotógrafo Giancarlo Ceraudo halló el avión en 2010; y de la exfiscal en la Megacausa, Mercedes Soiza Reilly. Entrevistas: Fernando TebeleRedacción: Paulo GiacobbeEdición: Pedro Ramírez OteroFoto de portada: Skyvan PA-51, uno de los aviones fotografiados por Giancarlo Ceraudo en el libro “Destino Final”. Por “Decisión Administrativa 54/2023” del 25 de enero de 2023, se modificó el Presupuesto General de la Administración Nacional para el Ejercicio 2023 y la Decisión Administrativa N°4 del 9 de enero de 2023. Entre otros considerandos se destaca: “Que resulta necesario reforzar los créditos del MINISTERIO DE ECONOMÍA destinados a la adquisición de la aeronave Short Skyvan N80GB, para su incorporación al MUSEO DE SITIO ESMA – EX-CENTRO CLANDESTINO DE DETENCIÓN, TORTURA Y DESAPARICIÓN, organismo desconcentrado actuante en el ámbito de la SECRETARÍA DE DERECHOS HUMANOS del MINISTERIO DE JUSTICIA Y DERECHOS HUMANOS”. Ese avión fue parte de los Vuelos de la muerte de la ESMA. Todo indica que se utilizó para arrojar con vida a las Madres de Plaza de Mayo, Azucena Villaflor, Esther Ballestrino de Careaga y María Eugenia Ponce de Bianco, y a las monjas francesas Leonie Duquet y Alice Domon, entre otras víctimas. La escritora y sobreviviente del genocidio, Miriam Lewin, contó a La Retaguardia que la investigación comenzó en 2007 a raíz de una entrevista: “Me contacta un fotógrafo italiano a quien yo no conocía, Giancarlo Ceraudo, como sobreviviente de (los centros clandestinos de detención, tortura y exterminio) ESMA y Virrey Cevallos. El fotógrafo viene solo. El periodista viene unos días después, era una nota para la República de Milán. Y después de hacerme las fotos, medio desganado, me pregunta si alguna vez había pensado donde estaban los aviones de los vuelos de la muerte”. —Nunca pensé en eso —contestó Lewin, quien reconoce que se sintió interpelada. “Tal vez en Argentina teníamos tantas deudas en cuanto encontrar a las personas, y a los bebés robados, que nunca lo había pensado, ¿pero además para qué podía servir?”, le dijo Lewin. —Puede servir para llegar a identificar los pilotos de los Vuelos de la Muerte —contestó Giancarlo. En ese momento Miriam pensó que “era un delirio”, pero se asoció con el fotógrafo que venía masticando la idea desde hace varios años. “Me agarró con la guardia baja”, justificó la escritora. “Empezamos a buscar primero a los aviones, con los datos que aparecían en un libro de (Adolfo) Scilingo, que había publicado él, además del testimonio que le había dado a Horacio Verbitsky”, recordó. Scilingo fue la parte humana, necesaria, para la concreción de los Vuelos de la muerte. Las máquinas no se manejan solas. El represor fue capitán de corbeta y exjefe de automotores de la ESMA. En 1995 encaró a Horacio Verbitsky en el subte: “Yo estuve en la ESMA, quiero hablar con usted”, le dijo. Así contó el periodista ese primer encuentro en su libro “El vuelo”, y en ese momento pensó que se trataba de un sobreviviente. Así dicha la frase, era lógica la confusión. Fue cuestión de dos diálogos más para aclarar la cosa. Scilingo estaba del otro lado. El informe anual del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) de ese año dice: “Scilingo participa de los vuelos, al término de los cuales —dijo— los capellanes confortaban a los oficiales con citas de los Evangelios. No reivindica aquellos asesinatos, por los que se siente culpable: tampoco se considera arrepentido, sino alguien cuya perspectiva de los hechos cambió a raíz de la actitud vergonzante de sus superiores”. Scilingo, quien fue presentado como arrepentido en algunos canales de televisión pero no lo estaba, también dijo que entre “1.500 y 2000 mil detenidos fueron arrojados al Atlántico con vida, narcotizados y desnudos, desde aviones de la marina de guerra y de la prefectura naval, durante los años 1976 y 1977”. Ahí estuvo la aeronave Short Skyvan N80GB. El exjefe de automotores de la ESMA fue condenado en España por crímenes de lesa humanidad a una cantidad de años que supera el promedio de vida humana (más de mil) y en 2020 gozaba del beneficio de la libertad condicional. Aparentemente colabora en una parroquia. Miriam Lewin se refirió a la confesión de Scilingo a mediados de los 90: “Era la primera vez que quienes sobrevivimos a los campos de concentración, sobre todo a la ESMA, supimos que los Vuelos de la muerte habían tenido lugar, porque a nosotros nos decían ‘Los llevábamos a una prisión en el sur’, ‘Los llevamos a una estancia…’. A los prisioneros que estaban en Capucha les inyectaban una sustancia tranquilizante, después a un camión, después al área militar de aeroparque”. La investigación que realizaron Giancarlo Ceraudo y Lewin tomó forma en dos libros. “Destino Final”, el del fotógrafo; “Skyvan, aviones pilotos y archivos secretos”, el de la escritora. El trabajo le valió la condena a dos pilotos: Alejandro D´Agostino y Mario Arrú. Terminaba el tercer tramo del juicio ESMA y era el año 2017. Lewin contó que el piloto de aviones y excineasta, Enrique Piñeyro, “analizó documentación que nosotros encontramos en el seno de los Skyvan, de apariencia tenebrosa, que era utilizado por la marina, a pesar de que pertenecía a la prefectura. Analizando esa documentación y los vuelos sospechosos, se llegó a la conclusión de que uno de los vuelos era el que había llevado al grupo de la Santa Cruz”. El grupo de la Santa Cruz está compuesto por 12 personas que fueron secuestradas en diversos operativos entre el 8 y el 10 de diciembre de 1977. Eran familiares y militantes de Derechos Humanos que reclamaban por las y los desaparecidos. Fueron llevadas a la ESMA y desaparecidas. Tenían en

Lidia Vieyra declaró en el juicio que investiga la participación de Adolfo Donda Tigel en la apropiación de su sobrina de sangre Victoria Donda. También dio su testimonio la sobreviviente Norma Susana Burgos. Ambas contaron cómo fueron los días en que compartieron cautiverio con Cori Pérez, cómo fueron el parto y los días posteriores. Redacción: Camila Cataneo/Fernando TebeleEdición: Pedro Ramírez OteroFoto de portada: Captura Transmisión de La Retaguardia En la octava audiencia por el juicio que investiga la participación de Adolfo Donda Tigel en la apropiación de su sobrina, las sobrevivientes Norma Susana Burgos y Lidia Vieyra hablaron de cómo fueron los días que estuvieron en cautiverio con Cori —así la llamaban— y cómo fueron el parto y los días posteriores. Era esperado sobre todo el testimonio de Vieyra, porque fue la secuestrada obligada a asistir en el parto al médico Jorge Luis Magnacco, quien ya fue condenado por este caso en el juicio conocido como Plan Sistemático de robo de bebés. Victoria Donda Pérez nació en 1977. Aún se desconoce el día, que se presume entre finales de julio y comienzos de agosto. Siempre se supo que fue en la maternidad clandestina de la ESMA. Su madre, María Hilda Pérez de Donda, había sido llevada allí por el embarazo; su padre José María Laureano Donda no pasó por la ESMA, donde operaba su hermano,, Adolfo Donda Tigel, quien actualmente está condenado por haber sido parte del grupo de tareas 3.3.2 de la ESMA. La beba recién nacida fue apropiada por el prefecto Juan Antonio Azic. Décadas más tarde, en 2004, Victoria recuperó su identidad. Tanto Pérez como Donda permanecen desaparecidos. La historia de Victoria está marcada por un hilo azul. Al nacer, la madre y su compañera de cautiverio decidieron colocarle un hilito para que pueda ser más fácil identificarla. Lidia aseguró que no sabían cual iba a ser su destino ni el de la madre. En aquel momento suponían que a los bebés los llevaban a orfanatos. Luego Lidia contó que “había muchas embarazadas y esto recién comenzaba”, señaló en referencia a la dictadura cívico militar. Y continuó: “La sala de embarazadas recién se establecía porque antes parían en la enfermería o en otros lugares del sótano. (…) Lamentablemente después supimos que fue tan perverso el plan sistemático con estos niños. Que los hicieron sobrevivir para entregarlos a otras familias”. Por su parte, Norma Burgos contó que luego de que nacieran los bebés “le llevaban un ajuar de recién nacido”. El encargado de todo esto era “el prefecto Febres”, quien murió envenenado en circunstancias nunca esclarecidas mientras aguardaba la resolución de ESMA I, juicio en el que fue el único acusado, y que finalizó sin sentencia por su muerte en el buque de Prefectura en el que cumplía la prisión preventiva. “A las niñas y niños se los llevaban antes y las madres se quedaban un tiempito más, generalmente muy corto, y eran trasladadas”, informó Norma. “La busqué a Victoria porque era mi compromiso con Cori”, manifestó Lidia y comentó que, en esa búsqueda, “pude verla a Daniela cuando tenía 19 años”. El encuentro fue en un bar y allí le contó la historia de su mamá. Las dos tenían mucho miedo porque el represor Donda estaba en libertad, y le había quitado a la familia de Cori su tenencia. En todo ese tiempo intentaron contactarse con Victoria. “Un día me llamó una compañera y me dijo: ‘Creemos que es la hija de Cori’”. A primera vista la reconoció. Lidia aseguró que “tenía los mismos ojos que había visto cuando nació. Sus ojos eran negros”. Luego, la sobreviviente expresó: “No voy a soltarle nunca la mano. Siempre intentaré cuidarla, es un legado”.Su testimonio continuó con mucha crudeza pero su voz estaba firme. En medio del relato, aseguró que la ESMA fue un infierno y que los días eran interminables. “El lenguaje de la ESMA era particular”, indicó en referencia a cómo se comunicaban quienes estaban en cautiverio con sus captores. Allí no se podía hablar, mucho tiempo estaban encapuchados y la única forma que tenían para saber del otro era a partir de miradas, olores y otras formas que encontraban en el transcurso de los días. Sin embargo, muchas de las personas que sobrevivieron dan cuenta de haber mantenido diálogos con represores, que en varios juicios han servido como prueba. Traslado = Muerte Lidia Vieyra se refirió a los traslados. En ese entonces les hacían creer que los llevaban a “granjas de recuperación” del sur, pero Lidia recordó el día que llevaron a un compañero hasta el avión, dormido y desnudo , porque les faltaba un interrogatorio. “Entonces ahí supimos que si iban a una cárcel, la de al sur, no podían estar desnudos. Además, al día siguiente de los traslados, el pañol, que era una zona donde estaba la ropa, se llenaba de diferentes vestimentas. Entonces, bueno… pudimos empezar a pensar que los traslados eran la muerte”, dijo. Palito en la ESMA En sus relatos, las dos sobrevivientes se refirieron a la presencia del genocida Donda Tigel en la ESMA. Lidia contó que sabía de la existencia de Palito: “Después supimos, dentro del año 77 que Palito era Donda. También lo vi en enero del 78 en El Dorado. Donda era un jefe de operaciones no era un improvisado”, manifestó, y continuó: “Un jefe de operaciones es aquel que tiene un entrenamiento previo. Es aquel que de alguna manera ha dado muestras de confianza a sus superiores para ser jefe de operaciones (…) A la Armada no se la puede subestimar. Sería un grave error”. También contó que todos los oficiales de la Marina podían entrar a El Dorado a ver los datos de inteligencia. Lidia comentó que la obligaban a trabajar en la ESMA. Se encargaba de recibir los fax del Ejército con los datos que ellos ponían de las personas. “Y yo debía hacer una ficha de ese dato que mandaba el Ejército”, recordó. La sobreviviente dijo que “existía también una especie de trituradora,

La sobreviviente de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) dio testimonio en el juicio en el que se investiga la responsabilidad de Adolfo Donda Tigel en la apropiación de su sobrina de sangre, Victoria Donda, ocurrido en el cautiverio de su mamá, Hilda Pérez, en ese centro clandestino.