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Gustavo Molfino


El cruce de opiniones entre Alejandro Bercovich y Tomás Rebord reabrió el debate sobre la Contraofensiva de Montoneros. Aportamos aquí testimonios de sobrevivientes y familiares que durante el juicio contribuyeron a desmantelar la teoría de la complicidad de sus dirigentes con la represión genocida. Redacción: Fernando TebeleEdición: María Eugenia Otero / Pedro Ramírez OteroFoto: Gustavo Molfino/La Retaguardia Todo comenzó en “El Método Rebord”, una serie de charlas/entrevistas televisadas por YouTube. Tomás Rebord dialogó allí con Fernando Vaca Narvaja, uno de los pocos integrantes de la conducción de Montoneros que sobrevivieron a la dictadura. Vaca Narvaja calificó a la Contraofensiva como un éxito. Profundizó lo que pudo en un diálogo que iba por otro lado. La Contraofensiva fue un éxito (…) En la parte interna del país también porque había un proceso de ofensiva, no tanto armada, acordate que en el 78 empiezan las primeras huelgas. Acá hay dos libritos: el que dice que la dictadura cayó por Malvinas; y otros, nosotros, que estuvimos peleando, decimos que Malvinas fue un error de la dictadura militar, pero que se cae por un proceso de resistencia” Luego, el periodista Alejandro Bercovich, en medio de un editorial de su programa de radio “Pasaron Cosas”, reflexionando acerca de por qué el periodismo ha perdido credibilidad social, con la intención de criticar la tarea de Rebord, expresó: Hacía falta un periodista formado para escuchar esta respuesta y repreguntar. Para representar con el conocimiento que la crítica le otorga a alguien que se pone enfrente de un micrófono y que sabe que Vaca Narvaja mandó al muere a sus compañeros, muy probablemente en combinación con la dictadura militar que estaba lejos de terminarse en ese momento” La Retaguardia realizó una cobertura especial de los juicios por la represión a la operación político/militar lanzada por los montoneros en 1979 y 1980. Primero en formato de Diario de Juicio y luego con las transmisiones en vivo de las audiencias que llegaron con la pandemia. Allí hemos podido observar de primera mano cómo se fueron desmontando algunos de los mitos que acompañaron a la acción. La Contraofensiva permanecía hasta entonces bajo el cono del silencio, que solo se desvanecía cuando se alzaban voces para demonizarla, ya sea desde la derecha siempre entusiasmada con levantar la Teoría de los dos demonios, como por diversos sectores del campo popular que se sumaban a una crítica cerrada, muchas veces dejando de lado la represión, o directamente otorgándole a la conducción guerrillera responsabilidad en ella. En paralelo, el puñado de militantes que sobrevivieron y las familias de las numerosas víctimas de una represión bestial, se vieron, en general, en la obligación de callar para no ser sometidos/as al despellejamiento público. Ya bastante tenían con sus propios dolores y angustias. Pero algo cambió el 9 de abril de 2021 con el comienzo del juicio Contraofensiva I. Ya unos días antes, en una entrevista radial, el sobreviviente Daniel Cabezas nos había comentado la pretensión del grupo querellante de poner en debate el “derecho a la resistencia”. Durante el juicio desarrollado ante el TOF N°4 de San Martín se fue clarificando la historia y la mayor parte de aquellos estigmas fueron cayendo estruendosamente. Interferencias La operación de la Contraofensiva fue muy compleja. Uno de los mitos que perduran es que se trató solo de una operación militar. Sin embargo, tuvo varias patas más. Desarrollamos algunas. La primera es su componente comunicacional, realizado por las Tropas Especiales de Agitación (TEA). A través de interferencias a los canales de TV abierta, que se llevaron a cabo con equipos de fabricación casera que fueron ingresados de manera clandestina al país por militantes que regresaron desde el exterior, se divulgaron proclamas instando a la población a rebelarse contra la dictadura. También hubo militantes que estaban en el país que se sumaron a esta y otras tareas; es falso que todas las personas que participaron retornaron del exilio. La convicción Otra mentira convertida en verdad por repetición durante años es que ser parte de la Contraofensiva tuvo carácter de obligación. Hubo militantes que expusieron públicamente sus diferencias y se fueron, Juan Gelman y Rodolfo Galimberti, entre los más notorios; y quienes hicieron notar más íntimamente que no la veían. En el juicio declaró Pilar Calveiro, la politóloga que se atrevió a revisitar críticamente la militancia de los 70 en varios de sus trabajos con enorme lucidez. Calveiro relató en su testimonio que cuando su esposo Horacio Campiglia, alias Petrus, le comentó el plan, ella le expresó su opinión en contra. Calveiro, quien había sobrevivido a la ESMA, estaba en desacuerdo con la misión: “No veía demasiada posibilidad en este proyecto de Montoneros, y a mí me parecía que era importante esperar; o sea, esperar, salvar las vidas posibles, esperar y luego tomar otras decisiones. Podríamos decir, barajar y volver a tirar”. Campiglia era miembro de la Conducción Nacional, y militaba la idea de retornar al país para horadar la base de miedo y plata dulce en la que se sostenía la dictadura. En su declaración judicial desde México, Calveiro dejó en claro que nadie imponía la participación: Horacio no intentó forzar una decisión de mi parte, sino que respetó mi punto de vista, de la misma manera que yo respeté el suyo. Tampoco intenté convencerlo de lo contrario. Era un intercambio” Por si pudiera pensarse que el debate político se debiera en ese caso solo a que eran pareja, Calveiro se refirió a la voluntad de quienes no pensaron como ella: “Creo que es importante marcar que quienes retornaron en la Contraofensiva estaban convencidos de que tenían la posibilidad… Estaban convencidos de que, de esa manera, sostenían una lucha que, para ellos, era relevante, y lo hicieron de manera voluntaria”. Suena contundente en la voz de alguien que no se sumó. Campiglia intentó reingresar al país, pero las largas garras del Batallón de Inteligencia 601 lo secuestraron en Río de Janeiro junto a Mónica Pinus. La desaparición de Petrus es una de las pruebas de que no es verdad que la

Este mañana, los tres condenados a prisión perpetua en cárcel común en Contraofensiva I se presentaron a la cita en el Cuerpo Médico Forense. El fallo contempla que la pena se cumpla de modo efectivo si los genocidas se encuentran en condiciones de salud aceptables o con patologías que puedan ser atendidas en las cárceles del Servicio Penitenciario Federal. Sin embargo, Eduardo Ascheri, Jorge Bano y Roberto Dambrosi se presentaron con estudios médicos desactualizados, por lo que se les dieron nuevos turnos para estudios en esa misma dependencia de la Justicia. Mientras que Jorge Norberto Apa, quién logró a través de su abogado la suspensión de su fallo, será evaluado el jueves próximo, pero en ese caso será de manera virtual. De las pericias médicas de hoy participaron también peritas de parte. Compartimos las fotos de la llegada y la salida de los condenados. (Por El Diario del Juicio*)  📷 Fotos: Gustavo Molfino ✍️ Textos 👉 Fernando Tebele 💻 Edición: Martina Noailles ☝ Foto de Portada: El genocida Roberto Dambrosi caminó casi una cuadra desde el estacionamiento del auto en el que llegó hasta la sede del Cuerpo Médico Forense. 📷 Gustavo Molfino ☝ La llegada de Jorge Eligio Bano a Lavalle 1429 en pleno zona de los tribunales porteños. Con una gorra de cuerina cubriendo su calvicie y el barbijo obligatorio, Bano llegó y bajó directamente en la puerta de entrada al edificio.📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ☝ Al salir, ingresó directamente en el auto que lo aguardaba. A Bano se lo vio activo durante el juicio, que siguió desde la prisión domiciliaria en su casa, encendiendo un cigarrillo casi detrás del otro.📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ☝  Eduardo Eleuterio Ascheri también bajó y caminó apenas unos pasos hasta el ingreso. En su caso, las caminatas son habituales por prescripción médica. Durante el juicio vio acotadas sus salidas a vuelta a la manzana de su casa en Belgrano, porque violó dos veces el beneficio.📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ☝  A la salida se subió presuroso al vehículo en el que había llegado. Si los estudios no muestran problemas graves de salud, Ascheri deberá caminar dentro de las inmediaciones de la cárcel del SPF que designe el TOF N°4 que lo condenó. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ☝  El caso de Roberto Dambrosi es el de quien generaría más dudas en el tribunal acerca de si está o no en condiciones de cumplir la pena en cárcel común. Sin embargo, hoy llegó caminando, a paso lento, apoyándose en un bastón trípode, pero sin asistencia de quien lo acompañaba, como puede verse en la imagen. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ☝  Dambrosi fue sin dudas el más caminador de la mañana. Los tres genocidas condenados deberán volver a presentarse porque llevaron estudios clínicos desactualizados. Después de que se realicen los exámenes, el tribunal deberá decidir de acuerdo a lo que digan quienes hayan realizado el peritaje, si están en condiciones o no de cumplir la pena en una cárcel.  📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio *Este diario del juicio por la represión a quienes participaron de la Contraofensiva de Montoneros, es una herramienta de difusión llevada adelante por integrantes de La Retaguardia, medio alternativo, comunitario y popular, junto a comunicadores independientes. Tiene la finalidad de difundir esta instancia de justicia que tanto ha costado conseguir. Agradecemos todo tipo de difusión y reenvío, de modo totalmente libre, citando la fuente. Seguinos diariamente en https://juiciocontraofensiva.blogspot.com

La sobreviviente uruguaya relató en su declaración los delitos sexuales que fueron cotidianos en El Campito. Con crudeza, dolor y entereza, Fernández declaró desde Uruguay, país en el que nació y al que regresó después de Campo de Mayo pero aún bajo sometimiento. También reconoció al imputado Villanova después de ver una foto de Gustavo Molfino publicada por Página 12. (Por La Retaguardia) ✍️ Redacción: Diego Adur 💻 Edición: Fernando Tebele ✍️ Textuales: Mónica Mexicano / Noelía Laudisi de Sa / Agustina Sandoval Lerner 📺  Cobertura del juicio: Fernando Tebele / Diego Adur 📷 Foto de portada: Transmisión de La Retaguardia Griselda Fernández vive en Uruguay. Allí debió regresar después de haber estado detenida-desaparecida durante el Terrorismo de Estado en la Argentina. Tiene pelo corto, lleva gafas rojas y un abrigo de lana turquesa. Está tranquila y decidida. La experiencia de otras declaraciones anteriores —demasiadas, dirá después Griselda— ya la han preparado para lo que vendrá. Luego de los primeros formalismos y del juramento de decir verdad que le toma el presidente del Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº1 de San Martín, Daniel Omar Gutiérrez, es la representante del Ministerio Público Fiscal, Gabriela Sosti, quien inicia las consultas. De movida se nota que será una jornada dura. Le avisa a Griselda que no va a pedirle que vuelva a contar todos los detalles de su secuestro, sino que quiere centrarse específicamente en lo que fueron las agresiones sexuales que sufrió durante su cautiverio ilegal en El Campito, uno de los centros clandestinos de detención, tortura y exterminio más tenebrosos del país. Otro de los puntos que le importará a la fiscal Sosti es la participación de los gendarmes en esos delitos y la responsabilidad que tenían en la custodia de los y las prisioneras del centro clandestino.   Fernández fue secuestrada el 24 de noviembre de 1976 en la casa donde vivía con su esposo, su madre y sus hijos, en el partido bonaerense de Tres de Febrero. Después de sufrir un simulacro de fusilamiento en una zanja, la llevaron a Campo de Mayo: “En ese momento me llevan a El Campito y ahí primero estuve en una barraca más chica, que es donde estaban las carpitas, y luego paso a una de las barracas. Mientras tanto se da, obviamente, el tema de la tortura psicológica, la tortura física, el abuso sexual”, asevera. Durante su cautiverio, Griselda pudo identificar a varios de los represores que cumplían funciones en Campo de Mayo y por eso es tan importante su testimonio en este juicio. Uno de ellos, Néstor León López, alias “El Alemán”, la mantuvo en cautiverio, obligándola a sostener una relación bajo terror que se extendió hasta 1982, incluso en Uruguay… López era el “responsable” de las personas del PRT-ERP que estaban secuestradas en Campo de Mayo. Al poco tiempo de su secuestro, se produjo la primera situación de abuso sexual: “Una noche se mete alguien adentro de mi carpa con la intención de violarme. Entonces, se mete adentro de mi carpa, yo ahí reacciono y me empieza a manosear, pero mi reacción fue de rechazo y de grito. Yo en ese momento empecé a los gritos, a las patadas, a armar un ruido importante hasta que esa persona no puede consumar la violación y se va. Yo sé que muchas de las compañeras que pasaron por allí no tuvieron esa suerte. Tuve la posibilidad que de alguna manera el tipo, el violador, se asustó y se fue. Era una persona a la que yo no puedo identificar con nombre pero era una persona baja, tenía mi altura, flaco, morocho, pelo negro; y se fue. Obviamente que ahí hubo complicidad de la guardia porque nosotros siempre teníamos guardias de gendarmes”, relata. Este último dato es el que despierta el interés de las próximas preguntas de la fiscal, que intenta desentramar la participación y responsabilidad de algunos gendarmes en las torturas a las personas secuestradas. Griselda dice que “no era un gendarme de la guardia de la barraca donde yo estaba. Obviamente que los gendarmes eran los que mantenían la seguridad limítrofe, la guardia en ese sentido. Pero no era del lugar donde yo estaba, del galpón donde yo estaba”. Quienes sí custodiaban la barraca donde estaba Griselda, “le permitieron entrar, obviamente” y después de la huida del violador “nadie se acercó a preguntar nada y a decir absolutamente nada”.  “El momento ideal” Griselda cuenta que la ocasión elegida por los abusadores para cometer los delitos sexuales era cuando las prisioneras estaban recién llegadas al centro clandestino, y de noche: “Se decía que muchas veces las violaciones se realizaban cuando las mujeres recién llegaban a El Campito. Era el momento en el que, generalmente, había menos gente, porque llegaban de noche, y era donde se producían muchas veces las violaciones. No significa que no se produjeran durante el día y eso es lo que se decía. Hubo, en una oportunidad, un jefe de gendarmes que le decían ‘El Alpinista’. No sé con qué sentido, llamó una por una a las mujeres que estábamos ahí en la carpa, y no sé si llamó a las de las barracas, para preguntar si habían sido violadas porque estaban haciendo una investigación. Realmente me pareció absurdo por el hecho de que eso era como moneda corriente”, se lamenta. No se trataba solo de convivir con el terror a ser abusada, sino que esa situación era común a todas las mujeres cautivas en ese lugar: “Había un gendarme al que le decían ‘Napoleón’, que pude verlo porque pude levantarme la capucha. Él siempre venía. Una de las chicas, que no sé el nombre, estaba detenida por montonera. Cada vez que ella volvía decía que la tenían parada, la desnudaban y la violaban reiteradamente. Eso fue lo que yo vi, ahora, lo que se decía de él es que era una persona totalmente desagradable, obviamente no tenía moral. A ese hombre no le importaba ni guardar las apariencias”, escupe Griselda y demuestra el asco en el

En la primera jornada del alegato del Ministerio Público Fiscal, Gabriela Sosti sentó las bases de su elaborado trabajo. Definió a lo sucedido en la dictadura como genocidio. Defendió el derecho a la resistencia de los pueblos y comenzó a repasar la represión a la Contraofensiva caso por caso, historia tras historia. (Por El Diario del Juicio*)  📷 Fotos 👉 Gustavo Molfino📷 Selección de fotos 👉 Martina Noailles/Fernando Tebele ✍️ Textos 👉 Fernando Tebele/Martina Noailles👆 Foto de portada  👉 La fiscal Gabriela Sosti lee su alegato. Su rostro se refleja en la computadora en la que esperan su turno las filminas que la ayudarán a reconstruir la historia que este juicio contribuyó a develar. 📷 Foto 👉 Gustavo Molfino ☝ Con un puñado de personas acompañando durante la jornada, antes de la audiencia, así se ve la sala. Aunque las sillas están vacías de público, el modo pandemia no impide que este juicio tenga su impronta cargada de recuerdos y símbolos. De las fotografías a las rosas rojas. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del juicio ☝ A las 9:45, Sosti comienza leer su alegato. Los primeros minutos son conceptuales, un marco para lo que vendrá luego. Allí cita a Simón Bolívar: “’Cuando la tiranía se hace ley, la rebelión es un derecho’”. No es frecuente que se mencione esto en los juicios pero el derecho a la resistencia de manera explicita o implícita sobrevoló muchos testimonios. Y se impone reflexionar sobre las razones por las cuales cientos de mujeres y hombres a sabiendas de los extremos riesgos que corrían sus vidas,  eligieron enfrentarlos”, señala.  📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ☝ La fiscal utilizará durante las jornadas que dure su alegato cerca de ochocientas filminas. La primera es una proclama de Montoneros, con un pliego de consignas que iban desde la “destitución del ministro Martínez de Hoz” hasta “Eliminación inmediata de los procedimientos represivos, que implican la sistemática violación de los derechos humanos, como así también el procesamiento de los inculpados de tortura, secuestros, asesinatos y pillaje”. Después de leerla completa, Sosti asevera: “No venían a tomar el poder por las armas”. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ☝ El presidente del tribunal, Esteban Rodríguez Eggers fue el único integrante en la sala de audiencias. La jueza Morgese Martín y el juez Mancini utilizaron la plataforma virtual, como el resto de las partes.  📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ☝ El primer tramo del alegato es para la persecución contra las y los militantes de las Ligas Agrarias, que ocuparon un buen tramo en el inicio de este juicio: “Conocimos sobre la situación de explotación de esa zona tan rica y productiva, y cómo esos pueblos de pequeños campesinos se fueron organizando para resistir y evitar la expoliación. Esa lucha fue persistente y firme, tanto como la claridad y consistencia de los reclamos y los derechos a defender. Ese (y no otro) fue el motivo que los marcó como un ‘enemigo para quitar del medio’”, indica, mientras se veía una foto de Luis Píccoli, uno de sus dirigentes asesinados. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ☝ Lucía es familiar de Horacio García Pérez. Es una de las seis personas que habilitó el tribunal a estar en la sala para preservar la distancia. García Pérez fue secuestrado en marzo de 1980. Lucía acompañó casi todas las audiencias presenciales del juicio. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ☝ En otro segmento, Sosti señala: “Una de las muchas virtudes de este juicio y su singular impronta es que estamos juzgando a funcionarios de la estructura que diseñó, planificó, instrumentó, analizó,  documentó, llevo adelante, es decir hizo posible el mayor de los genocidios que padeció nuestro país.  El Ejercito fue el responsable primario, el que lideró el embate, y la Inteligencia del Ejército fue su nervio y cerebro”. Desde sus casas, Apa, Ascheri, Firpo, Dambrosi, Cinto Coutaux y Bano, escuchan con diferentes grados de atención. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ☝ Se proyecta en la pantalla una foto colectiva de parte de las Ligas Agrarias, y la fiscal resalta: “Ligas Agrarias tuvo alrededor de 2000 personas detenidas. Alrededor de 200, fueron torturadas con piñas, patadas, la picana eléctrica, el submarino. Muchos de ellos están desaparecidos”. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ☝ Mientras repasa la serie de caídas, se ven en la pantalla fotos de los y las militantes. En este caso, Daniel Crosta: “Era amigo de Regino González y su compañero de militancia. Profundamente peronista, tenía 19 años y fue secuestrado por su militancia, permaneció cautivo bajo tormentos en Campo de Mayo, al igual que sus compañeros, Norma Valentinuzzi, Regino González y su mujer María Consuelo Castaño Blanco, y todos los demás. En el informe que la Jefatura II de Inteligencia elaboró con los datos enviados desde Campo de Mayo, está mencionado como Daniel y su fecha de secuestro 14 de septiembre de 1979”. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ☝ Sosti define el juicio como tardío y exiguo en cuanto a cantidad de imputados: “En este juicio se nos interpuso la impunidad biológica. Carpani Costa, Pianta, Muñoz, Casuccio, Sotomayor fallecieron sin condena, y los militares que juzgamos no reflejan ni mínimamente, la extraordinaria cantidad de recursos con que operó la Inteligencia. Como referencia, el Batallón 601 contó con aproximadamente unos 4000 agentes entre civiles y militares y hoy apenas tenemos sentados a dos”, indica. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ☝ En la pantalla se ve una foto de María José Luján pequeña. La fiscal repasa lo que sufrió aquella niña tras el secuestro de su padre, Jesús María Luján, el Gallego Willy: “María José jugaba en una placita del barrio con otra nena. De pronto llegó la patota en dos o tres Falcon verdes. Estuvo cautiva en un lugar que no puede determinar. Es el recuerdo más oscuro y doloroso de su vida; de lo que le hicieron los responsables de esta masacre cuando tenía apenas 4 años. María José lo resumió diciendo que en su vida los septiembres no son de primavera”, reconstruye Sosti. “Su memoria aterrada solo reservó el recuerdo de dormir sola en

Los jueces del TOFC N°4 de San Martín, Esteban Rodríguez Eggers y Matías Mancini, realizaron este jueves una visita ocular al predio de Campo de Mayo al que fueron llevadas las víctimas de la represión a la Contraofensiva de Montoneros. A diferencia de las recorridas por ex Centros Clandestinos en otros juicios, que habitualmente son acompañadas por testigos y querellantes, la visita estuvo guiada por el Mayor del Ejército Nicolás Liguori, lo que le dio cierto aire de frialdad al trámite judicial. También se reconocieron dos casas aledañas señaladas en sus testimonios por Silvia Tolchinsky y Lidia Borda. También participaron la fiscal Gabriela Sosti; el abogado querellante, Pablo Llonto; los defensores, Lisandro Sevillano, Fernando Vázquez Pereda y Hernán Corigliano; peritos de Gendarmería; la abogada Mariana Maurer por el Ministerio de Defensa; y un equipo de El Diario del Juicio. Compartimos un informe fotográfico de nuestro compañero Gustavo Molfino. Su madre, su cuñado y su hermana desaparecidas, pasaron por Campo de Mayo. Su sobrino, nieto recuperado, fue apropiado en la maternidad. (Por El Diario del Juicio*)  📷 Fotos 👉 Gustavo Molfino📷 Selección de fotos 👉 Martina Noailles/Fernando Tebele ✍️ Textos 👉 Martina Noailles/Fernando Tebele👆 Foto de portada  👉 En ese predio funcionó el Batallón de Inteligencia 201 del Ejército. Hoy continúa cumpliendo tareas de inteligencia. A ese lugar no se pudo ingresar aunque algunos testimonios aseguran que allí funcionó un “Centro de reunión de detenidos”, como les decían a los centros clandestinos de detención, tortura y exterminio, al que se conocía como Las Casitas. 📷 Foto 👉 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 Pasadas las 10 y cuando el sol aún no obligaba a sacarse los abrigos, comenzó la recorrida. En el Laboratorio de Remonta y Veterinaria, el presidente del tribunal, Esteban Rodríguez Eggers, anunció cuál sería el camino. Fue señalando las paradas en un enorme mapa apoyado sobre el capot del auto de la secretaria Natalia Corso de Castro.📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 La primera parada fue en la Arboleda de los 5000. En su declaración del día 8 de este juicio, el ex Cabo Nélson González dijo que en ese sector existía un centro clandestino: “Siempre se supo que había personas detenidas que era en ‘La Escuelita’, que era de la Escuela de Comunicaciones, unos 500 metros para adentro, al lado de la arboleda de los 5000″. Hoy en el terreno sólo hay acacias repletas de filosas espinas.📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 Los jueces Matías Mancini, con camisa blanca arremangada, y Esteban Rodríguez Eggers, fueron guiados por el Mayor del Ejército Nicolás Liguori. La querella de Pablo Llonto había solicitado que las indicaciones pudieran ser realizadas por Stella Segado, testigo de este juicio, y Marcelo Castillo, quien coordinó el grupo del Equipo Argentino de Antropología Forense que trabajó en Campo de Mayo, pero los jueces denegaron el pedido, con el argumento de que deberían haber sido testimoniales en el marco de la visita, que técnicamente es una audiencia más dentro del juicio. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 Lo más cerca que se llegó del centro clandestino conocido como El Campito, ya demolido, fueron dos construcciones posteriores a la dictadura. En una de ellas, mientras los jueces revisan el mapa, se observa una de las pocas referencias en todo el predio a lo sucedido en Campo de Mayo. Es una foto de Floreal Avellaneda, El Negrito, un militante de la Federación Juvenil Comunista, secuestrado cuando tenía 16 años. Su cuerpo apareció en la costa ribereña uruguaya. Las pocas señalizaciones quizá tengan como explicación que el predio, de 8 mil hectáreas, continúa en manos de la misma fuerza que fue parte del genocidio, a diferencia de tantos otros ex centros de torturas y desapariciones que se convirtieron en sitios de memoria. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 Una de las flores del recuerdo para Avellaneda, a la vera de la construcción abandonada. En la zona posterior de ambos lugares, el EAAF realizó excavaciones en busca de restos humanos. Un colimba declaró en la megacausa Campo de Mayo que cuando levantó la tapa de un aljibe, ubicado cerca de un tanque de agua, vio restos óseos. El resultado de la intervención del EAAF fue negativo. A unos 1200 metros de allí, según la indicación del mayor que guió el recorrido, se ubica el aeródromo de donde -en palabras del cabo González-, partían vuelos que tiraban personas al mar: “En la compañía de aviación, ahí están todos los aviones, los famosos aviones Fiat, y los vuelos de la muerte salían de ahí, de Campo de Mayo”. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 La abogada Mariana Maurer participó por el Ministerio de Defensa. Aquí se la ve en una charla con Pablo Llonto, el abogado de la querella mayoritaria. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 Por caminos diferentes caminan la fiscal Gabriela Sosti, encargada de sostener la acusación por el Ministerio Público Fiscal, y Lisandro Sevillano, el defensor oficial de 5 de los 7 acusados. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆  Peritos de Gendarmería fueron convocados sobre todo para medir distancias que contribuyeran a verificar los testimonios. Se movilizaron en un camión y vistieron trajes blanco de protección de pies a cabeza. Además, registraron fílmicamente su trabajo.📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆  La jueza María Claudia Morgese Martín no participó de la visita pero en distintos momentos, los otros dos miembros del tribunal se comunicaron con ella por videollamada. Uno de ellos fue en la entrada del Polígono de Tiro, con el sonido de los disparos como telón de fondo. Dentro del predio donde se encuentra el polígono, otros disparos habrían fusilado hace 40 años, por lo menos, al Pato Zucker, a Federico Frías y a otras dos personas secuestradas, según señaló en su declaración el ex cabo Nélson González. El ex militar dijo ante los jueces que de la macabra ceremonia participaron algunos jefes del Ejército, entre los que estaba Cristino Nicolaides, y también “Sixto Ibáñez, el Mayor Surraco (de artillería, oficial de inteligencia) y el sargento primero Taborda”. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 El Mayor Liguori, siempre bien predispuesto, le señala un lugar en el mapa

En otra extensa jornada, más de siete horas esta vez, se escucharon dos testimonios. Desde Paraná, por videoconferencia, se escuchó un testimonio que podría ser gracioso si no fuera grave: el médico militar Gabriel Salvador Matharan dio un concierto de “No recuerdo” e, incluso, argumentó que su falta de memoria se debía al aislamiento derivado de la pandemia. El testimonio más extenso fue el de la antropóloga Verónica Almada, que complementó el que dio Stella Segado la semana pasada, y precisó en torno de la organización de la inteligencia del Ejército, ya que se especializó en el ordenamiento y la clasificación de los archivos de esta fuerza. (Por El Diario del Juicio*)  📷 Fotos 👉 Gustavo Molfino📷 Selección de fotos 👉 Martina Noailles ✍️ Textos 👉 Fernando Tebele/Martina Noailles👆 Foto de portada  👉 El presidente del tribunal, Esteban Rodríguez Eggers, se saluda con la fiscal Gabriela Sosti. Signos de la nueva etapa en medio de la pandemia. 📷 Foto 👉 Gustavo Molfino 👆 En un salón casi vacío, los rostros de las víctimas gritan presente. Así será en las próximas audiencias mientras la pandemia obligue a la virtualidad e impida que los familiares puedan abrazarse después de cada testimonio. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 “No recuerdo, señor”. Desde las oficinas del Tribunal Oral de Paraná y detrás de una máscara plástica de proteción ante el Covid-19, Gabriel Salvador Matharan, médico militar, dice no recordar absolutamente nada. Su edad y la pandemia, son las excusas. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 Además de no recordar, cuando una de las secretarias del tribunal, Sandra Iglesias, le exhibió su firma para ver si la reconocía a través de la cámara, Matharan dijo que no veia bien.📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 La firma era de un documento de la Gendarmería Nacional. Se trata de la supuesta autopsia de lo que, a esta altura puede asegurarse, fue el suicidio fraguado de Gervasio Martín Guadix. El hecho ocurrió en el puente fronterizo Uruguayana (Brasil) y Paso de los Libres (Argentina). Se publicó como el suicidio con la pastilla de cianuro de un “desaparecido que estaba en Europa”. En realidad Guadix estaba secuestrado y sería luego asesinado. Así de clara se veía la imagen que Matharan no pudo observar desde Paraná.📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 La jueza Morguese Martín, a la distancia, mostró su enojo con las (no) respuestas de Matharan. Sobre todo con aquellas que sonaron a “respuestas preventivas”, en las que respondía “No me acuerdo, señor… disculpe, señora”, a preguntas sobre su actualidad o la idoneidad que tenía para practirar una autopsia. Al final de la jornada, las querellas y la fiscalía pidieron que se analice si hubo falso testimonio por parte de Matharan. La querella de la familia de Gervasio Martín Guadix, a cargo de Rafael Flores, solicitó además que se libre orden de detención.📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 La segunda testigo fue la antropóloga Verónica Almada. En un extenso testimonio, que debió interrumpirse dos veces por problemas en el sistema virtual que la justicia le provee al TOFC Nº4 para realizar las audiencias, explicó entre otras cosas cómo se organizaba la inteligencia del Ejército Argentino.📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 Almada trabajó en el equipo que dirigió Stella Segado. Está embarazada de cuatro meses, por lo que varias botellas con agua se fueron vaciando durante su testimonio. En el reparto de tareas de estudio de los diferentes documentos desclasificados, le tocó analizar los del Ejército.📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 Entre el material hallado y desclasificado estaban los legajos de algunos de los imputados y el del militar Eduardo Francisco Stigliano, ya mencionado en otros testimonios. Stigliano pidió al Ejército una “reparación” por supuestas heridas en la “lucha contra la subversión”. A partir de ese pedido, en su argumentación, desnuda las metodologías operativas de la inteligencia del Ejército. Stigliano falleció, pero su legajo es una importante prueba en este juicio.📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 La voluminosa causa por la represión a la Contraofensiva sobre una de las mesas en la sala, por cualquier consulta que se quisiera realizar al expediente.📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 El defensor oficial, Lisandro Sevillano, a cargo de la defensa de los 6 imputados que no tienen condenas anteriores, fue y vino con el enchufe de su computadora hasta que pudo mostrar una placa que disparó una consulta a la testigo Almada.📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 Hernán Corigliano es el abogado defensor de Norberto Apa, condenado ya a prisión perpetua por el asesinato de Ana María Martínez, militante del PST (Partido Socialista de los Trabajadores). Entre los documentos desclasificados figura una felicitación que recibió el genocida por la tarea realizada.📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio *Este diario del juicio por la represión a quienes participaron de la Contraofensiva de Montoneros, es una herramienta de difusión llevada adelante por integrantes de La Retaguardia, medio alternativo, comunitario y popular, junto a comunicadores independientes. Tiene la finalidad de difundir esta instancia de justicia que tanto ha costado conseguir. Agradecemos todo tipo de difusión y reenvío, de modo totalmente libre, citando la fuente. Seguinos diariamente en https://juiciocontraofensiva.blogspot.com

A casi tres meses de la suspensión por la pandemia, se reanudó el debate oral con el testimonio extenso y contundente de Stella Segado, quien aportó una explicación de cómo funcionaban y se organizaban los servicios de inteligencia. Lo hizo tras haber estudiado durante años documentos secretos hallados y desclasificados. Como novedad, aportó un telegrama de Guillermo Patricio Kelly a Héctor Villalón, conocido personaje de aquellos años. Le agradece la información recibida sobre Mendizábal, Tolchinsky, Pereyra Rossi y Croatto, militantes de Montoneros. El Diario del Juicio y La Retaguardia televisaron la audiencia y lo volverán a hacer el próximo jueves, turno para que declare la antropóloga Verónica Almada, quien también trabajó sobre los archivos del Ejército Argentino. (Por El Diario del Juicio*)  ✍️ Texto 👉 Martina Noailles/Fernando Tebele 💻 Colaboración  👉 Diana Zermoglio📷 Fotos 👉  Gustavo Molfino/Daniel Cabezas📷 Foto de Portada 👉 Ante la sala vacía, se colocaron en los asientos las fotos de las personas desaparecidas durante la Contraofensiva. Las observa el abogado defensor del genocida Norberto Apa, el Dr. Hernán Corigliano. 📷 Daniel Cabezas Stella Segado lista para comenzar con su testimonio.📷 Gustavo Molfino Las secretarias del tribunal corren con desesperación. Está a punto de reanudarse el juicio. Arrastran una de las pantallas desde el costado de la sala en el que está ubicada habitualmente para que el público pueda ver mejor lo que ocurre. Esta vez, la cercanía televisiva la necesitarán los jueces para poder observar los documentos y croquis que aportará la testigo, por lo que la ubican de frente a Esteban Rodríguez Eggers y Matías Mancini, los dos que están presentes en la sala. La tercera integrante del tribunal, María Claudia Morguese Martín, es una más entre los recuadros de la sala virtual. Stella Segado, la única testigo de esta audiencia, hace rato que está sentada en su lugar, y repasa algunos apuntes en su computadora. Parece tranquila. Daniel Cabezas, su compañero y sobreviviente de la Contraofensiva, será el encargado de registrar fotográficamente. Lo rodea un público muy especial en esta ocasión. Con la costumbre de la sala repleta, cuesta ver esta imagen, que aun así, como casi todo en este juicio histórico, tiene un fuerte poder simbólico. La sala está vacía, podría decirse con la misma cantidad de certeza y frialdad; pero en realidad está repleta de gente. Y las ausencias evidentes, se hacen presentes. Nadie tendrá que levantar sus fotos esta vez, porque están ubicadas con prolijidad, cada una en su silla. No habrá cansancio en sus rostros seis horas después, cuando Segado todavía responda preguntas, porque están congelados en su tiempo. No por elección, está claro. Aun así, desde las imágenes, todavía destilan algo del poder que les queda. *** Hay huellas que son imposibles de destruir. Son rastros que, a pesar del ensañamiento por borrarlos, la máquina burocrática del sistema va dejando en el camino. El Terrorismo de Estado en Argentina desapareció personas y, en busca de la impunidad de aquellos crímenes, también desapareció registros, fichas, datos. Pero dejó vestigios. De la punta de ese ovillo enredado tira desde hace casi dos décadas la especialista en Archivos y Derechos Humanos, Miriam Stella Maris Segado, la primera testigo en declarar en la reanudación del juicio oral por la represión a la Contraofensiva Montonera, que retomó este jueves tras la pausa obligada por la pandemia. Su testimonio, que duró casi 6 horas y se transmitió en vivo a través de El Diario del Juicio, fue un relato pormenorizado acerca de cómo funcionaban las estructuras de inteligencia militar durante la última dictadura. Especialmente, puso bajo su lupa a los Batallones 201 y 601 con base en Campo de Mayo, durante el período 1979/1980, lo que permite poner en contexto las violaciones a los derechos humanos que se investigan en este juicio.  Segado es especialista en archivos de la represión y, gracias a una lectura minuciosa y obsesiva por seguir buscando donde parece que ya no hay nada, logró reconstruir lo que ella llama el “ciclo de inteligencia” establecido durante la dictadura. El rompecabezas se armó con la doctrina y la reglamentación de las Fuerzas Armadas entre 1976 y 1983. Su testimonio en este juicio tiene mucha relevancia, porque en realidad los archivos y documentos de inteligencia son la base probatoria. Sin esos archivos, hubiera sido mucho más complicado (aún) arribar a esta instancia. El rol de Segado sería el de ordenarlos con su testimonial, aportando algo desde su recorrido personal. “En 2003 comienzo a investigar Campo de Mayo. En ese momento Campo de Mayo era un circuito que no se había investigado, del que había aproximadamente 10 sobrevivientes conocidos y no había certezas de cuántas personas habían pasado por allí. A lo largo de los años los 10 se transformaron en 100; y las víctimas, en más de 3000 personas”, explica, mientras recorre sus pasos por los archivos de la CONADEP (Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas), y sus trabajos en la Subsecretaría de Derechos Humanos (que luego se transformaría en Secretaría), más tarde en el área de archivos del Ministerio de Defensa y también en la UFI-AMIA. Documento secreto en el que se observa el ordenamiento y el modo de acción de la Inteligencia Nacional. La que más pregunta es la fiscal Gabriela Sosti. Está ubicada en una fila de tres asientos correlativos. Detrás suyo están los abogados defensores Lisandro Sevillano y Hernán Corigliano. Dan la imagen de estar en un ómnibus; los defensores a veces parecen querer bajarse. Sosti consulta y no dejará de hacerlo. Se nota que parte de este material formará parte de su alegato que, ya se anticipa, durará varios días. “Antes de comenzar -se mete en tema Segado- quisiera explicar algunas cuestiones: he trabajado en tratar de hacer una síntesis de este proceso que lleva más de 17 años de trabajo con archivos y la reconstrucción histórica de un período, en especial en Campo de Mayo. Lo que presentaré aquí irá de lo general a lo particular”, aclara, después de prometer decir la verdad. A través de una pantalla, los

La Sala II de Casación Penal rechazó finalmente el pedido de la defensa de Marcelo Cinto Courtaux, el único de los imputados por la represión a la Contraofensiva de Montoneros que está en carcel común. Casi al mismo tiempo, el Tribunal Oral Federal Nº4 de San Martín, a cargo de Esteban Rodríguez Eggers, Matías Mancini y María Morguese Martín, le pidió a la jueza de instrucción de la megacausa Campo De Mayo, Alicia Vence, que detenga al gendarme Oscar Alberto Olari, de quien sospecha que participó en el crimen de Gervasio Martín Guadix. (Por El Diario del Juicio*) 📝 Texto 👉 Fernando Tebele/Martina Noailles📷 Fotos  👉 Gustavo Molfino/Fernando Tebele para El Diario del Juicio👆 Foto de Portada: Cinto Courtaux deberá permanecer en cárcel común El argumento de la pandemia de coronavirus no convenció a la Cámara Federal de Casación Penal: por mayoría, los jueces de la Sala II rechazaron el pedido de prisión domiciliaria de Marcelo Cinto Courtaux, el único imputado que está detenido en una cárcel común en el marco de la causa que investiga los delitos de lesa humanidad cometidos durante la represión a la Contraofensiva Montonera.El planteo de Leandro Sevillano, defensor público oficial de Cinto Courtaux, llegó a Casación luego de que el 1 de abril los jueces del Tribunal Oral Federal Criminal N°4 de San Martín rechazaran el pedido del beneficio. A pocos días de decretarse el aislamiento social y obligatorio, el jefe del Destacamento 201 de Inteligencia de Campo de Mayo había pedido irse a su casa ya que, según argumentó, se encontraba dentro del grupo de factor de riesgo “por ser un adulto mayor de 65 años de edad y ser hipertenso”.Sin embargo, los magistrados ponderaron que Courtaux está imputado de secuestrar, torturar y asesinar a casi un centenar de personas, y que permaneció prófugo de la justicia durante un lapso aproximado de tres años, desde su pedido de detención el 21 de abril de 2014 hasta su detención el 6 de mayo de 2017. Los jueces del Tribunal Oral también destacaron que a mediados del año pasado ya le habían denegado el beneficio de arresto domiciliaria en base a su edad (71) y su situación de salud, resolución que fue confirmada por Casación.Concretamente, en cuanto a la situación excepcional del Covid-19, el Tribunal Oral sostuvo que “por el momento no se han aportado al caso elementos de convicción que permitan deducir un riesgo inminente o grave para la salud del interno en cuestión, por fuera del que viene sufriendo el resto de la población, y que habilite ir en contra de la política general de Salud Pública, que consiste (…) en no moverse del lugar en que cada uno se encuentra”.En su resolución de hoy, Carlos Mahiques y Guillermo Yacobucci, dos de los tres jueces de la Sala II de Casación, consideraron suficientes y válidos los argumentos del Tribunal Oral al momento de rechazar el arresto domiciliario por lo que declararon inadmisible el recurso presentado por la defensa del imputado.Cinto Courtaux fue jefe del Destacamento 201 de Inteligencia dependiente del Comando de Instituto Militares de Campo de Mayo, y está acusado de participar de los secuestros, torturas, desapariciones y asesinatos de 88 militantes que participaron de la Contraofensiva de Montoneros en los años 1979 y 1980. Fue capturado en mayo de 2017 luego de haber burlado a la Justicia durante 37 meses. Cuando lo atraparon, le hallaron entre sus pertenencias recortes periodísticos con una reseña de la labor del abogado querellante en este juicio, Pablo Llonto. El gendarme Olari, al finalizar su declaración. De fondo, Esteban Rodríguez Eggers, el presidente del tribunal que ahora le pide a la jueza de instrucción que lo mande a detener. (Foto: Fernando Tebele/El Diario del Juicio) Pedido de detención Este mismo viernes y en una resolución sorpresiva, el Tribunal Oral Federal Nº4 de San Martín le pidió a la jueza de instrucción de la megacausa, Alicia Vence, titular del Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional Nº2 de la misma Localidad, que detenga a Oscar Alberto Olari, uno de los gendarmes que declaró como testigo en la causa por la represión a la Contraofensiva de Montoneros. Le pide que investigue su posible participación en el asesinato de Gervasio Martín Guadix. Olari fue el responsable de confeccionar un informe sobre lo que se presentó en la prensa nacional como el suicidio de Guadix, supuestamente ocurrido en el puente fronterizo entre Paso de los Libres (Argentina) y Uruguayana (Brasil). Pero en el juicio, no sólo a través de sus contradicciones sino por las declaraciones de casi una decena de testigos, quedó claro que Guadix no estaba allí, que todo fue fraguado para poder presentar la situación como un suicidio de un militante que ingresaba al país, cuando en realidad Guadix había sido secuestrado en otro lugar.El día de la declaración de Olari, cuando finalizó, el gendarme llegó a la puerta de la salida de la sala y detrás suyo salió corriendo Dolores Guadix, la hija de Gervasio Martín, quien fue reconstruyendo lo que sucedió realmente con su padre. La jornada es también recordada por ese episodio. En aquel informe de noviembre de 2019, publicábamos en este Diario del Juicio: Sin tocarlo, le puso la foto de su padre delante del rostro y le gritó: ‘te acordás de él, ¿no?’. Olari recorrió la salida hacia la calle a paso normal, pero apenas pisó la vereda, emprendió una carrera veloz intentando escapar del posible lío judicial en el que se metió con sus más dudas que certezas. Todo indica que el problema judicial de Olari tendrá nuevos capítulos.Tras el pedido del Tribunal Oral, es ahora la jueza de instrucción Alicia Vence la que debe resolver si lo detiene o no. Es de suponer que la situación se resuelva con celeridad, para evitar cualquier peligro de fuga. Las fotos que figuran en el expediente fraguado que lleva la firma del ahora sospechoso gendarme Olari. Allí el paso limítrofe en el puente que divide Argentina de Brasil, en Paso de los Libres, Corrientes. (Foto: Gustavo Molfino/El Diario del Juicio) *El diario del

En la segunda jornada del año, declararon cinco testigos. Por un lado estuvo Adela Segarra, militante de Montoneros y ex diputada nacional, que narró su historia militante antes del exilio, junto a quien fuera su pareja, Joaquín Areta, desaparecido en 1978. Los otros cuatro testigos estuvieron por videoconferencia desde Paso de los Libres y Dolores, todos por el mismo caso: el suicidio fraguado de Gervasio Martín Guadix, que en realidad fue secuestrado y desaparecido. La falsa muerte, actuada por un integrante de fuerzas de Inteligencia, luego fue utilizada como una fake news del genocidio, para dar cuenta de que, supuestamente, las personas desaparecidas estaban en realidad fuera del país. Entre olvidos y contradicciones, cada vez queda más expuesta la maniobra que contó con condimentos de manipulación, muerte y malas actuaciones.(Por El Diario del Juicio*) 📷 Fotos 👉 Gustavo Molfino📷 Selección de fotos 👉 Martina Noailles ✍️ Textos 👉 Fernando Tebele 👆 Foto de Portada   Dolores Guadix, la hija de Gervasio Martín Guadix, lee viejas declaraciones de los testigos buscando alguna contradicción entre ambos momentos. En realidad, hubo varias en los cuatro testimonios que tuvieron que ver con el caso de su padre. 📷 Gustavo Molfino 👆 El único de los imputados detenidos en cárcel común, Marcelo Cinto Courtaux, es conducido por personal del Servicio Penitenciario Federal. Ciinto presenció un par de audiencias completas a fines del año pasado, pero ahora prefiere regresar al Penal. “Entiendo que les dé bronca que tengan permiso para irse, pero no creo que haya otro tribunal que al menos los haga venir a dar el presente”, dijo un asistente primerizo de este proceso. “No podemos naturalizar estos privilegios, porque además no se van a la cárcel, se van a sus casas, y eso es lo que más molesta”, le respondió una integrante habitual del público.📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 De los cinco testimonios de la jornada, cuatro tuvieron que ver con el caso de Gervasio Martín Guadix, secuestrado y desaparecido, de quien se fraguó un supuesto suicidio en el cruce fronterizo de Paso de los Libres para realizar luego una campaña mediática en torno de la idea de que las personas desaparecidas estaban en realidad fuera del país intentado reingresar. El primer turno fue para Darío Genaro Goya, un empleado de la Aduana. En el sumario realizado en aquel momento por el gendarme Olari, que ya fue testigo en este juicio, Goya dijo que vio como “una persona se tomaba la garganta” y luego caía sin vida. Sin embargo, aquí dijo que vio la escena de lejos, cuando ya la persona estaba en el piso. En videoconferencia desde Corrientes, le mostraron un croquis que figura en el expediente, que indica con una cruz el lugar donde el -todo indica- falso Guadix cayó al piso.📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 En la espera por el comienzo, en la primera fila y a plena sonrisa. A la derecha María Fernanda Raverta, que es la hija de María Inés Raverta, una de las secuestradas y desaparecidas en Perú, actualmente Ministra de Desarrollo de la Comunidad en la Provincia de Buenos Aires. En el centro, Laura Segarra, hija de Adela y media hermana de Raverta. A la izquierda, Virginia Croatto, asistente habitual al juicio además de querellante y una de las primeras testigos. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 La segunda testigo y a la vez la más esperada de la jornada fue Adela Segarra. La ex diputada nacional recordó a Joaquín Areta, secuestrado y desaparecido en junio de 1978. Antes de salir del país rumbo a España, Segarra y Areta convivieron con Federico Frías. “Le decíamos El Dandy. Nuestra responsable era María Antonia Berger”, relató. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 Entre otras cosas de la época previa al exilio, Segarra recordó la militancia durante el mundial de fútbol, con la consigna Argentina campeón, Videla al paredón. Ya en España luego de pasar por Brasil y Francia, se instalaron en una casa de Torrelodones, a unos 30 kilómetros de Madrid. De esa casa recuerda especialmente Magdalena Gagey y sus niños Fernando y Diego, y a Mariana Toti Guangiroli, con su pequeña hija Victoria. Guangiroli fue desaparecida durante la Contraofensiva. Victoria contó en este juicio cómo Segarra la recibió como una hija propia en Mar del Plata, muchos años después. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 Al cierre de su testimonio, Adela se abraza con Raverta. Segarra tuvo una actitud muy maternal con varias de las hijas de sus compañeras desaparecidas. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 Segarra leyó sobre el cierre, a pedido del abogado Pablo Llonto, una carta que conservó, firmada por Fermin, en realidad Ángel Servando Benítez. “Sabemos que la victoria llegará, creo en ustedes y en mí”, les dice a sus compañeras y compañeros. Desde la primera fila, la hija de Fermín, María Sol Benítez, se seca las lágrimas. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 En esta jornada fue muy relevante el rol del abogado Rafael Flores, aquí realizando una pregunta. El de Guadix es el único caso con querella por fuera de la que representa Pablo Llonto. Flores es cuñado de Guadix. Su trabajo, junto al de la Fiscal Gabriela Sosti, fue indagar en las contradicciones permanentes de quienes participantes de aquel sumario de 1980 y que participaron de esta audiencia. Al lado de Flores, el abogado de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, Ciro Anicchiarico.📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 Luego de Segarra siguieron las videoconferencias. Daniel Esteban Riquelme intentó esquivar las preguntas apelando al tiempo transcurrido. Con titubeos y otras dificultades, el gendarme que trabajó 38 años en el puente recordó que había una ventana con los vidrios polarizados. “Algunas personas que bajaban de los micros entraban ahí con personal de inteligencia”, recordó.  “Tiene la gambeta intacta, Riquelme”, se escuchó por lo bajo en alguna de sus contradicciones. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 Las contradicciones de Riquelme resultaron tan evidentes, que el presidente del tribunal, Esteban Rodríguez Eggers, le recordó: “está declarando bajo juramento y la pena por el delito de falso testimonio es de 10 años”. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 A través de las cámaras, una de las secretarias del juzgado les hizo reconocer fotos, croquis y

Luego de ser filmado paseando por la avenida Cabildo el sábado a la noche, el Tribunal Oral de San Martín le ordenó a Eduardo Ascheri que se limite a caminar alrededor de la manzana donde cumple su detención con el beneficio de la domiciliaria. Además, la Justicia estableció que al imputado en la causa por la represión a la Contraofensiva de Montoneros se le coloque una pulsera electrónica. El 10 de septiembre de este año Ascheri ya había sido denunciado, tras ser fotografiado en un bar de las cercanías del Juzgado de San Martín donde se está llevando adelante el juicio. Ante la nueva situación, la fiscalía presentó ayer el video al tribunal, que hoy definió restringir las condiciones de su privilegio. (Por El Diario del Juicio*) 📝Texto 👇👉 Fernando Tebele 👉 Martina Noailles 👉 Foto: Ascheri, de campera verde, en una de las audiencias anteriores (Gustavo Molfino/El Diario del Juicio)📹Video 👉 Fede Sichel En el caso de Ascheri, después del pedido realizado ayer por la fiscal Gabriela Sosti, el tribunal resolvió hoy acotarle las salidas a la manzana de su domicilio y solicitar que se le coloque un dispositivo electrónico de control. En esta cuestión, la respuesta la tiene el Ministerio de Justicia, que suele argumentar que no tiene presupuesto para tal fin. El represor Eduardo Ascheri fue Jefe de la División Planes del Departamento de Inteligencia (G2) del Comando de Institutos Militares desde el 16 de octubre de 1978 hasta el 29 de noviembre de 1979. Es uno de los ocho imputados sometidos a juicio oral y público ante el Tribunal Oral Federal en lo Criminal Nº4 de San Martín, que preside Esteban Rodríguez Eggers. Ascheri fue sorprendido este sábado en las inmediaciones de la Av. Cabildo, caminando con total tranquilidad entre la gente. Quien lo vio es un asistente habitual del juicio del que Ascheri, a pesar de estar imputado, puede irse tras presentarse al comienzo de cada audiencia en el juzgado. Diego Guiñazú acompaña cada semana a adolescentes de escuelas secundarias que participan del Programa La escuela va a los juicios. Se indignó el sábado pasado cuando se cruzó por casualidad con Ascheri y lo filmó con su teléfono celular.El represor vivió una situación parecida hace dos meses, cuando el fotógrafo Gustavo Molfino, que además es sobreviviente y querellante en la causa de la Contraofensiva, lo vio ingresando a un bar de las inmediaciones del juzgado. En aquella ocasión, el abogado querellante Pablo Llonto mostró las fotos al tribunal y solicitó que se le revocara el beneficio, acompañado por todas las querellas y por la fiscal Sosti. Ante este pedido,su defensor oficial, Hernán Silva, argumentó: “Sería inhumano pensar que la persona no se pueda ir a tomar un café antes de venir a esta audiencia de debate. Tomar un café desde la delegación de la policía hasta acá no implica una violación de la domiciliaria. Estas fotografías nada acreditan de la violación de la domiciliaria. Por eso esta defensa rechaza el pedido de revocar la domiciliaria. Entiendo que esta situación se puede volver a dar, porque una persona se puede sentar a tomar a café con estos días de frío”. Ahora que pasó el invierno, parece que Ascheri necesita airearse para mitigar las primeras temperaturas elevadas de la temporada primavera/verano.El interrogante es si Ascheri, además de gozar del beneficio de la prisión domiciliaria, está autorizado por la justicia para salir a la calle. Según lo que pudo saber El Diario del Juicio, el tribunal que realizó la instrucción de la causa lo habilitó a caminar 20 cuadras por día, a raíz de una supuesta afección cardíaca. Gracias a esta decisión, cualquiera puede cruzarse con él, incluso sus propias víctimas o los familiares de ellas. La discusión más profunda es si un condenado o acusado por gravísimas violaciones a los derechos humanos, como Ascheri, debe gozar de esa lista de privilegios. Primero el de no estar en una cárcel común sino en su casa. Y luego, el de salir a la calle cuando quiera y como quiera. Mientras miles de presos comunes no acceden a tales beneficios, aún siendo mayores de 70 años y con afecciones de salud, los privilegios a los presos por delitos de lesa humanidad no deberían ser naturalizados.En el caso de Ascheri, después del pedido realizado ayer por la fiscal Gabriela Sosti, el tribunal resolvió hoy acotarle las salidas a la manzana de su domicilio y solicitar que se le coloque un dispositivo electrónico de control, lo que en realidad ya habia sido solicitado por el juzgado que realizó la instrucción. En esta cuestión, la respuesta la tiene el Ministerio de Justicia, que suele argumentar que no tiene presupuesto para tal fin. *Este diario del juicio por la represión a quienes participaron de la Contraofensiva de Montoneros, es una herramienta de difusión llevada adelante por integrantes de La Retaguardia, medio alternativo, comunitario y popular, junto a comunicadores independientes. Tiene la finalidad de difundir esta instancia de justicia que tanto ha costado conseguir. Agradecemos todo tipo de difusión y reenvío, de modo totalmente libre, citando la fuente. Seguinos diariamente en https://juiciocontraofensiva.blogspot.com