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Joaquín Frías


En la octava jornada del debate declaró el ex militar Nelson González, quien dio detalles sobre los vuelos de la muerte en Campo de Mayo y del fusilamiento de cuatro secuestrados, entre ellos Federico Frías Alverga. Su hijo, Joaquín Frías, presente en la audiencia, participó luego del programa Oral Y Público de Radio La Retaguardia donde contó sus sensaciones tras escuchar a González. (Por El Diario del Juicio*)Foto de portada: Joaquín Frías el día de su declaración en este juicio. (Julieta Colomer/DDJ) Joaquín Frías es un muchacho que mira todo desde arriba. No por soberbia sino por altura física. Muy lejos está de haber salido indemne de los padecimientos de las familias que sufrieron el genocidio en sus cuerpos. Si nada es gratis en la vida, mucho menos eso. Por fuera tiene una tranquilidad que a veces hasta sorprende. Como en este caso, que acaba de escuchar a un ex militar, Nélson González, dar cuenta del fusilamiento de su papá, Federico Frías, en el polígono de tiro de Campo de Mayo. Apenas unas horas después, participó del programa radial Oral Y Público, de Radio La Retaguardia. Allí explicó que, mientras González declaraba, “no estaba pensando mucho en el fusilamiento de mi padre sino en que se estuviera diciendo en el contexto de un juicio”. Frías conoce a González porque ni bien se enteró de que existía su testimonio, lo ubicó. “Otros pensamientos me pasaron hace diez años cuando hablé por primera vez con él en el café de una estación de ómnibus en Plottier -cerca de la ciudad de Neuquén-. Ahí me estalló la cabeza y no supe qué hacer y lo tuve que procesar durante un par de años hasta hacer algo con eso. El otro día estaba tranquilo porque hasta el momento en que empezó a declarar no sabíamos si iba a ir, qué iba a decir, si iba a ‘olvidar’ todo lo que había dicho antes”, contó. “De golpe, teníamos una persona que en líneas generales, sobre ese hecho puntual, dijo lo mismo y comentó un montón de cosas más sobre cómo el grupo de tareas de Campo de Mayo, en esos años finales de la dictadura, operaba nutriéndose de escuelas militares, de todo lo que es la infraestructura logística de Campo de Mayo que abarca desde un hospital, una pista de aterrizaje, aviones. Dio todos esos detalles y fue muy importante. Va a tener mucho peso como declaración de alguien que estuvo ahí y cuenta lo que vio y escuchó”, aseguró Frías.Recapitulando, Frías explicó: “En 1997 él (Nelson González) contó lo de los fusilamientos en Campo de Mayo en el programa de Mauro Viale. A ese programa iban Maradona, diferentes vedettes, en ese contexto apareció esta persona y contó que había sido testigo de fusilamientos. Eso tuvo muchísimo impacto y fue levantado por medios ‘serios’. Se consideraba que lo que estaba diciendo era o podía ser verdad. En ese primer programa mucho no lo dejan hablar. Lo interrumpen los panelistas, lo descalifican”. Sin embargo, parece que González tuvo otra oportunidad, sobre todo porque podía dar cuenta del fusilamiento del hijo del reconocido comediante Marcos Zucker. “Después, hubo una segunda entrevista en otro programa y entró en contacto con familiares de Marcos Zucker . Puntualmente con la hermana de ‘Marquitos’. En ese segundo programa le preguntaron a González si sabía de otra persona que hubieran fusilado y él mencionó a un tal Frías. En ese momento yo no estaba viendo el programa”, recordó. “Alguien me avisó. Nunca encontré el video y quedó ahí la cosa. Unos años después apareció un libro de Cristina Zucker, El Tren de la Victoria. Lo conseguí y lo leí. En una parte cuenta una charla que tuvo con González que volvió a relatarle el fusilamiento de su hermano junto a otras tres personas y le volvió a decir que una de las cuatro personas era un tal Frías. Ahí se repitió lo que decía unos años antes e intenté, por todos los medios, ubicarlo. Se me hizo muy difícil”.Allí Joaquín hizo un punto y volvió a resumir la historia de su papá.”El de mi papá es un caso que por ahí se conoció porque lo llevaron secuestrado a Lima, Perú, intentó escapar dando una fecha falsa de una cita que tenía. No lo consiguió, al otro día era la cita real. A partir de ahí sucedieron otros secuestros en Lima y el caso tomó estado público y se hizo conocido pero de mi papá no se sabía nada”, señaló Frías. Durante su declaración había sido más puntilloso, por supuesto. “Yo creo que elabora una estrategia de supervivencia -sugirió ante los jueces-. No sé si fue torturado o no, tampoco me interesa o no; si lo pienso dos veces creo que sí. Está claro que despliega esa estrategia que muchos secuestrados hacían en la medida de los posible. Lo concreto es que tenía la cita cerrada pactada meses antes en Perú con la base de Montoneros que estaba armándose en ese lugar.  Perdía mencionó que ‘seguramente le encontraron los papelitos’, dando a entender que no dio la información bajo tortura sino que le encontraron la info del papelito con la cita. No estoy muy contento con eso. Mi padre a esa altura era un militante veterano y no creo que hubiera sido tan descuidado de tener anotado el papel de la cita aunque sea en clave”, remarca. Frías Alverga dio los datos de la cita pautada, pero la adelantó un día. Joaquín supone que la Inteligencia corroboró que la cita existía: “no creo que hubieran ido a Perú solo por un dato entregado por un secuestrado”. Allí menciona el libro de Ricardo Uceda, Muerte en el Pentagonito, que era el edificio de la inteligencia peruana. En el libro aparece el testimonio de uno de los altos oficiales peruanos de inteligencia que fueron parte de la patota: un tal Arnaldo Alvarado, El Negro, un grandote de metro ochenta. Por esa razón contiene tanto detalle informativo. Frías Alverga llega a la cita (como ya

Un ex cabo primero contó cómo funcionaba el mecanismo de secuestros, torturas y desapariciones de Campo de Mayo. Se trata de Nelson Ramón González, quien declaró por videoconferencia desde Neuquén. Dio detalles de cómo fueron fusiladas 4 personas, entre ellas Pato Zucker, el hijo del actor Marcos Zucker, y Federico Frías. También aportó datos acerca de los vuelos de la muerte. (Por Fernando Tebele y Martina Noailles para El Diario del Juicio*)Foto de tapa: Joaquín Frías, de buzo rayado observa uno de los monitores. González contó cómo fusilaron al papá de Joaquín en Campo de Mayo. (Gustavo Molfino/DDJ)Un ex cabo primero que se incorporó al Ejército en 1975 como voluntario, declaró hoy en la octava audiencia de la causa por la represión a la Contraofensiva de Montoneros. Nelson Ramón González dio detalles de lo que vio y escuchó cuando estuvo destinado en la Escuela de Caballería de Campo de Mayo, a los 23 años. Su testimonio, si bien esperado, sorprendió por los datos que incorporó a esta causa, mucho más allá de lo que había declarado en instrucción ante el juez Ariel Lijo y en sus apariciones públicas.Se esperaba esta fecha porque Joaquín Frías, el hijo de Federico Frías, había contado en su testimonio de la cuarta jornada que, después de haber conocido parte del relato de González –quien contó haber visto el fusilamiento de su padre durante un talk show conducido por Mauro Viale en los ‘90- lo buscó y lo entrevistó en Neuquén.Desde el juzgado de esa provincia, sentado ante un escritorio y con la cámara tomándolo de perfil, González recibió, después de su juramento, la advertencia de que si alguna respuesta podría autoincriminarlo, tenía el derecho a negarse a responder.González confirmó que tuvo como destino Campo de Mayo para el momento de la Contraofensiva, en los años 1979 y 1980.En su relato, dio cuenta de que una mañana el Capitán Gervoni le ordenó dirigirse con un caballo hacia la zona del polígono de tiro del predio, y que en el puesto de control lo detuvo el Cabo García, impidiéndole el paso porque “los jefes habían llamado a los segundos jefes y les hicieron apuntar y matar para estar tan sucios como ellos en esta guerra sucia. Ese fue el comentario general”.Según su testimonio, de los fusilamientos participaron algunos jefes del Ejército, entre los que estaba Cristino Nicolaides, quien luego sería parte de la última junta militar antes de la restauración democrática.  El testigo también nombró como participantes de la macabra ceremonia a “Sixto Ibáñez. Al Mayor Surraco (de artillería, oficial de inteligencia). Al sargento primero Taborda, lo había conocido en el Hospital Militar y luego lo volví a ver en Campo de Mayo. Lo vi entrar”.Cuando le consultaron acerca de qué habían hecho después de los fusilamientos, González dijo: “Con todo respeto por los familiares. Los quemaron ahí con cubiertas. Lo reconoció Taborda, que era el encargado de sección”. En la sala, lo escuchaba Joaquín, el hijo de Federico Frías, una de las 4 personas fusiladas en aquel hecho según relató González.“Estoy más tranquilo –dijo Joaquín al finalizar la audiencia-, porque para un familiar es muy impresionante que alguien que estuvo adentro cuente todo lo que pasaba, lo que nosotros imaginamos o fuimos reconstruyendo. Fue un testimonio muy contundente. Estoy contento de que se haya podido hacer en el contexto adecuado como es un tribunal oral y con la esperanza de que ayude a que se haga justicia”.Durante su relato ante los jueces, González también apuntó que el 95% de los militares que pasaron por Campo de Mayo, lo hicieron también por los centros clandestinos que funcionaron allí, conocidos como La Escuelita y Los Tordos. Precisó que funcionaban “con comisiones rotativas de dos meses, bajo el comando de la patota y de los grupos de inteligencia. Sobre todo del 601”.El presidente del tribunal, quien condujo la primera parte de las preguntas, lo interrogó acerca de si él pertenecía a la patota. Su respuesta fue que no; sin embargo, algunas fuentes consultadas por El Diario del Juicio aseguran que no sería posible que tuviera tanta información de no haber sido parte de la patota.Además de dar testimonio durante un programa televisivo de Mauro Viale, para esa misma época González fue entrevistado por Cristina Zucker, hija del recordado actor cómico. Su hermano, Ricardo Marcos Pato Zucker, participó de la Contraofensiva. Cristina reconstruyó parte de la Contraofensiva y en particular de la militancia de Pato en su libro El tren de la victoria.“Su testimonio es de los más importantes, es la voz de los que estuvieron en el lugar de los hechos. En este caso, de un suboficial que ha dado testimonio tanto periodística como judicial sobre lo que vio, lo que escuchó. El valor que tiene es trascendente. Él se ubica en un lugar no activo en la represión.  En su caso no aparece nombrado por ningún sobreviviente ni en ninguna documentación, por lo tanto para nosotros se asimila mucho al testimonio de un conscripto”, opinó el abogado querellante Pablo Llonto al terminar la jornada, en diálogo con El Diario del Juicio. González a través de videoconferencia desde Neuquén. (Foto: Gustavo Molfino/DDJ) Los vuelos En otro pasaje de su testimonio, ante preguntas de la fiscal Gabriela Sosti, González detalló que por ese Centro Clandestino de Detención Tortura y Exterminio pasaron “4000 personas y los tiraban al mar. Eran comentarios que se hacían. Dónde paraban, de dónde sacaban los vehículos. Se sabía constantemente en cualquier lugar de Campo de Mayo. Cuando el abogado querellante Pablo Llonto le pidió mayores precisiones acerca de los Vuelos de la muerte, respondió que “había un lugar para esa operación, que era la Compañía de aviación. Era sabido en todo Campo de Mayo. Ahí estaban todos los aviones Fiat y los vuelos de la muerte salían de ahí. En todos lados se comentaba”.En otro pasaje de su testimonio de más de dos horas, González mencionó la impunidad con la que actuaban los militares. La atribuyó a que “esta gente se creía que iban a

“Yo no conocí a mi papá —dice Joaquín Frías, recién sentado ante el tribunal—. No tengo ningún recuerdo de él, ninguna imagen, ni el sonido de su voz, nada. Nací en junio del ’76 y vivimos juntos hasta junio del ’77. Después se separaron y no nos vimos nunca más”. Apenas está comenzando su testimonio, que va a durar más de dos horas y media. Es la historia de un hijo en la búsqueda permanente de su padre. (Por Fernando Tebele y Fabiana Montenegro para El Diario del Juicio*) Foto: El cumple de un año de Joaquín Frías. La última vez que vio a su padre. Frías declarando el martes pasado. (Foto: Julieta Colomer/DDJ) Al darle la bienvenida, el presidente del tribunal, Esteban Rodríguez Eggers, le había explicado que es “una víctima de segundo grado”. Si bien se entendió qué quiso decir, técnicamente, que no fue secuestrado ni torturado, sonó extraño. Todo lo que está por contar Joaquín lo muestra como una víctima del genocidio, que a todos y todas nos ha afectado de alguna manera. Y definitivamente ha marcado algunas vidas más que otras, con una cicatriz tan identificable y personal, tal vez como un tatuaje, pero mucho más metida en la piel que la tinta superficial.Joaquín logró construir un vínculo inicial con Federico Frías Alverga, su papá, a través de las cartas que él le enviaba, escritas a veces detrás de una foto. Como una postal, viajaban hasta México desde donde una amiga, que conocía las direcciones de ambas puntas, oficiaba de enlace y las reenviaba; así llegaban a las manos pequeñas de Joaquín, que aún no sabía leer, tendría unos 3 años. “Me las leía mi mamá como si fueran un libro de cuentos”. Tenían dibujos para captar la atención de un niño, efecto evidentemente conseguido porque Joaquín tiene presentes todavía esas imágenes. “De esa manera, yo sabía que tenía un papá que no estaba, no entendía bien por qué, pero estaba presente. Yo quisiera leer para que tengan una idea del tono de la voz. A veces las escribía detrás de una foto, con letra apretada. Como esta —levanta y muestra una foto escrita por detrás—. Como una postal… me decía cosas como estas: Qué puedo hacer para que entiendas por qué no estoy ahora con vos llevarte a la calesita, montarte a caballito o remontar un barrilete juntos.Quisiera que fueses grande por un ratito para poder explicártelo, y que después vuelvas a ser chiquito.Se que brotaría de tus labios una sonrisa compinche y que me harías con tus deditos la “ve” de la victoria.Pero el tiempo pasa lentamente, más cuando queremos apurarlo y los chicos crecen de a poquito.Mientras, como tantos otros, sigo escribiendo un libro, que es para vos y miles de pibes más.Libro que cuando vos sepas leer las palabras de la vida vas a encontrar con muchos capítulos escritos.Sé que en ese momento vas a entender lo de la calesita, el caballito y el barrilete y tantas cosas más.Va a brotar de tus labios esa misma sonrisa dulce que ahora imagino y vas a dibujar con tus dedos bien alto la “ve” de la victoria.Papá — Junio 1978 El dorso de una foto de su padre. Como una postal, carta de papá. (Foto: El Diario del Juicio) Joaco, como le llaman sus afectos, es altísimo y flaco. Mide 1.90 mts. Tiene todo el aspecto del tipo buenazo, quizás excesivamente tímido, que cuando se abre lo hace sin condiciones.“La relación epistolar ni siquiera era ida y vuelta porque yo no sabía escribir, podría dibujar. Le mandaba dibujos. Algunos le llegaron”, cuenta. Las cartas las recibieron en el ‘78/’79, pero en algún momento de esos años se interrumpen. Las leían en una casa de Neuquén, donde vivía con sus abuelos; también recibió algunas cuando ya estaban en un exilio vecinal en Montevideo. “No puedo decir que la pasaba mal, pero si registraba esta ausencia sobre todo cuando en el jardín de infantes el regalo del día del padre se lo daba mi abuelo materno. Era algo raro porque yo sabía que era mi abuelo; nunca me confundí, ni me confundieron”, explica con toda su tranquilidad. Ahora el que parece estar contándonos un cuento es él. Así como su papá les daba un formato que un niño estuviera más cerca de comprender en alguna dimensión, Joaco no quiere perderse en el relato, para que los jueces y quienes estamos allí, comprendamos su historia. Es el primer “hijo de la Contraofensiva” en declarar que no pasó por la guardería de La Habana, esencialmente porque su madre no participó. “Años después, 5 o 6, mi mamá me da las cartas, 10. Yo ya sé leer… estoy en una casa nueva en Neuquén también. Mi madre formó pareja con otra persona y tengo hermanos y hermanas. Yo ya sabía que era hijo de desaparecidos. No sé cómo hicieron para explicármelo porque me di cuenta solo. No era un tema que se hablase permanentemente. Había mucho miedo. Era una democracia tutelar, hacía poco que se habían ido los militares. Ni siquiera me lo tenían que decir, yo sabía que era un tema que no se lo podía contar a los vecinos”, asegura en referencia a 1984.Frías tiene un cuaderno manuscrito de principio a fin al que recurre cada tanto con un vistazo. El espiral tal vez tenga tantas vueltas como su vida. Las diagonales familiaresJoaquín da cuenta de que las dos familias, los Frías y los Ogando (la parte materna), eran de La Plata. A partir de la caída de los compañeros/as de la cercanía militante, se empiezan a mudar. Federico Frías militó en la JUP (Juventud Universitaria Peronista) en la Universidad de Ciencias Económicas de La Plata, de la que llegó a ser responsable. Trabajaba en Vialidad provincial. En el ‘75 se casó con Claudia Ogando. Era la época de la Triple A y la represión paraestatal. La madre militaba de una manera periférica, sin asumir el compromiso político del padre, y esto se iba a transformar en una diferencia

La quinta jornada del juicio por la represión a la Contraofensiva de Montoneros contó con los testimonios de Joaquín Frías, el hijo de Federico Frías, uno de los desaparecidos de esta causa. Luego fue el turno de Ana Testa, sobreviviente de la ESMA, querellante por la desaparición de su compañero JuanCarlos Silva. El cierre fue con Claudia Bellingeri, integrante de la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), que se refirió a los archivos desclasificados de la Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires (DIPPBA). Te invitamos a repasar la jornada en imágenes a partir de nuestra cobertura colectiva. (Por Gustavo Molfino/Fabiana Montenegro/Julieta Colomer/Luis Angió/Hernán Cardinale para El Diario del Juicio*) Foto de tapa: Joaquín después de dar testimonio, con una foto de su papá Federico Frías (Julieta Colomer/El Diario del Juicio) El frente de los Tribunales de San Martín amaneció con los rostros de los y las desaparecidas (Foto: Fabiana Montenegro/DDJ) Los imputados se retiran antes de que comiencen los testimonios, con permiso del tribunal, como cada jornada. Aquí se van Raúl Guillermo Pascual Muñoz y detrás aparece Jorge Eligio Bano. (Foto: Fabiana Montenegro/DDJ) Roberto Dambrosi y Bano se retiran. No pueden dejar de ver los rostros en las paredes (Foto: Hernán Cardinale/DDJ) Roberto Dambrosi y Bano se retiran. No pueden dejar de ver los rostros en las paredes (Foto: Hernán Cardinale/DDJ) Joaquín Frías ingresa para dar su testimonio (Foto: Gustavo Molfino/DDJ) Frías leyó publicaciones de diarios peruanos que relataron los 4 crímenes. Su padre figura en esa lista por error,ya que fue llevado desde Buenos Aires, lo regresaron secuestrado y lo fusilaron en Campo de Mayo.(Foto:Julieta Colomer/DDJ) El periódico peruano que habla de secuestros el 17/06/80. (Foto: Luis Angió/DDJ) En la primera fila de público, la familia de Frías colocó una foto de Federico, que quedó pegada a la espalda de su hijo.(Foto: Luis Angió/DDJ) El abogado Hernán Corigliano, defensor de Jorge Norberto Apa, observa el pasaporte falso con el que Frías ingreso para laContraofensiva. (Foto: Luis Angió/DDJ) A la izquierda la familia de Frías. A la derecha los abogados de las querellas. (Foto: Gustavo Molfino/DDJ) Adriana Taboada, de la Comisión por la Memoria de Zona Norte, observa el testimonio con el pañuelo de las Madrescomo estandarte. (Foto: Julieta Colomer/DDJ) Los defensores oficiales Lisandro Sevillano (izq.) y Hernán Silva a cargo de asistir a la mayoría de los imputados. Aquípreguntándole a Frías. Para Pablo Llonto, abogado querellante, hubo hostigamiento al testigo.(Foto: Gustavo Molfino/DDJ) Tras más de dos horas y media de testimonio, Joaquín Frías toma sus documentos para retirars. (Foto: Julieta Colomer/DDJ) Frías tras el final. (Foto: Julieta Colomer(DDJ) En segundo turno ingresa Ana Testa. (Foto: Gustavo Molfino/DDJ) Testa escucha las preguntas de la fiscal Gabriela Sosti. (Foto: Gustavo Molfino/DDJ) La fiscal Sosti escucha con atención el testimonio de Testa. (Foto: Gustavo Molfino/DDJ) Testa colocó sobre la mesa un portarretrato con la foto de Juan Carlos Silva, su compañero, secuestrado en un micro cuandointentaba salir del país vía Paso de los Libres. (Foto: Fabiana Montenegro/DDJ) Los defensores privados Corigliano y Botindari (atrás), realizaron preguntas a Testa. (Foto: Julieta Colomer/DDJ) El presidente del tribunal, Esteban Rodríguez Eggers, frena una pregunta del defensor. A su lado Alejandro de Korvez.(Foto: Fabiana Montenegro/DDJ) Al finalizar su testimonio Testa era esperada por saludos y abrazos. Aquí con Florencia Tajes Albani, una de las familiares que empuja la causa. (Foto: Fabiana Montenegro/DDJ) Ana Testa sonríe y muestra la foto de Juan. (Foto: Gustavo Molfino/DDJ) *Este diario del juicio por la represión a quienes participaron de la Contraofensiva de Montoneros, es una herramienta de difusión llevada adelante por integrantes de La Retaguardia, medio alternativo, comunitario y popular, junto a comunicadores independientes. Tiene la finalidad de difundir esta instancia de justicia que tanto ha costado conseguir. Agradecemos todo tipo de difusión y reenvío, de modo totalmente libre, citando la fuente. Seguimos diariamente en https://juiciocontraofensiva.blogspot.com