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Tras la frenética exposición mediática sobre la niña en situación de calle que estuvo desaparecida y fue hallada con vida, las personas que no tienen otro lugar para vivir volvieron a desaparecer de los medios tradicionales. Fabio Manuppella, integrante del colectivo Proyecto 7, quien estuvo viviendo en la calle más de una década, dialogó con el programa radial Hora Libre. Allí contó la realidad de los y las ciudadanas que viven en esa situación. También se refirió a las responsabilidades estatales y gubernamentales e hizo mención a un proyecto de ley nacional que la organización presentó en el Congreso Nacional y ya se está tratando en la cámara de Diputados. (Por La Retaguardia) 🎤 Entrevista: Rodrigo Ferreiro/Matías Bregante/Natalia Bianchi  ✍️ Redacción: Nicolás Rosales  💻 Edición: Diego Adur  📷 Fotos: Natalia Bernades    Hace cuatro años un conjunto de organizaciones sociales se juntaron y llevaron adelante el primer censo popular de manera paralela al censo que realiza el Gobierno porteño. El objetivo fue contabilizar y poner en evidencia cuántas personas viven en situación de calle en la Ciudad de Buenos Aires. En el 2019, el último relevamiento de este tipo arrojó la cifra de más de 7000 personas que padecen esta dramática situación. Una población que creció alrededor de un 16%. “Proyecto 7 es una organización manejada por gente en situación de calle, que vivimos en la calle, que buscamos avanzar para reinsertarnos en la sociedad”, recordó Fabio Manuppella, integrante de este colectivo.  Familias en situación de calle  “En el 2021, y con la pandemia, no es que creció la gente individualmente en situación de calle, directamente crecieron las familias en esta situación: Que no pueden pagar el alquiler, se quedan sin trabajo, familias de hoteles, de departamentos, de clase media. Y con la finalización del decreto (el que prohibía los desalojos durante la cuarentena) y que vence el 31/03, creemos que se van a producir unos 200 desalojos. Creemos que la población en esta situación crecerá un 30%. Esto es preocupante, porque nadie mira, nadie observa. Es algo que no viene desde ahora, viene desde hace 12 años”, describió. “Los paradores y hogares son un desastre”  Al referirse a las condiciones de los paradores que provee el Gobierno de la Ciudad, Manuppella expresó: “Según la ley 3706 el gobierno no puede decir paradores, debe decir Centros de Integración. Los paradores y los hogares de la Ciudad son un desastre en todos los sentidos. Después de la tormenta que pasó en estos días, unos compañeros fueron a un parador, hicieron la cola, y a las 7 de la mañana tuvieron que salir por la misma tormenta porque el lugar se inundó. Así que esto no es un resguardo, o centros de integración, si no que es un lugar donde dormís un par de horas y nada más. Esta no es la solución de la problemática”, aseguró.  “No solo son el Gobierno de la Ciudad o el Gobierno nacional de estos últimos años los que no se hacen cargo, si no que hace más de cuatro décadas que estamos pasando por esto. No hay interés por una política social por parte de ningún gobierno. Del ‘83 en adelante que se vienen sucediendo el fracaso de las políticas”, denunció.  Por último, pidió mayor visibilización y que no se lleven adelante más desalojos a las familias que no tienen un lugar donde vivir: “Desde Proyecto 7 hay conversaciones y discusiones con el Gobierno de la Ciudad. El problema que yo veo es que no quieren poner la plata. Algo que yo sostengo es que la indigencia es el negocio del Estado. Todos hablan de la vacuna, pero de la gente que duerme en la calle nadie se acuerda. Queremos que el Gobierno de la Ciudad se preocupe de la ley 3706 para que no haya niños en la calle, y ya basta de desalojos, los que se vienen en Abril. Calculo que habrá 200 y si lo multiplicamos por 4, cuántas personas van a quedar en la calle. Presentamos un proyecto de ley que contemple nuestros derechos, entre ellos viviendas sociales. Muchas familias sufren. La calle no es un lugar para vivir, y mucho menos para morir”, culminó. El proyecto de ley está en pleno tratamiento en comisiones del Congreso.   DESCARGAR

Las compañeras que formamos parte de La Retaguardia nos propusimos abordar el 8M hablando de nosotras. Escribir una nota colectiva para contar las desigualdades y las violencias, pero no las de las otras, como siempre lo hacemos, sino las propias. Compartimos esta serie de relatos, sin releerlos demasiado, sin maquillaje. Son algunas cosas que nos pasaron, pero que le podrían haber sucedido a cualquier otra. (Por La Retaguardia) ✍️ Redacción: Agustina Sandoval Lerner/Natalia Bernades/Cristina Varela/Graciela Carballo/Irene Antinori/Daniela Cormick/Valentina Maccarone/Eugenia Otero/Bárbara Barros. 📷 Foto de portada: Archivo Natalia Bernades/La Retaguardia Queríamos que todas nuestras voces estuvieran presentes. El ejercicio abrió puertas y reflexiones: “¡Qué mal que todas tengamos esos relatos grabados en los cuerpos!”.  Tantas vivencias transformadas en mandatos, que portamos en silencio. En nuestros intercambios lo descubríamos: varias situaciones narradas jamás habían sido dichas.  “Y todas tenemos más cosas que contar”. Muchas más. El patriarcado nos dejó sobradas muestras de su crueldad escritas en la piel, para perpetuar su dominio. Pero creemos que pensar, sentir y hacer juntas rompe el hechizo y suelta ataduras. Ahora estamos juntas. No nos callamos más. ….. Tenía 12 o 13 años. Viajaba en colectivo una tarde, no muy tarde porque todavía era de día. Tan intacto en mi memoria, que recuerdo por qué avenida circulábamos, y qué esquina habíamos cruzado. Yo ya había tocado el timbre y estaba preparada para bajarme junto a la puerta del fondo, del bondi casi vacío. Un tipo grande, de traje, de unos ¿treinta y pico?, me metió la mano entre las piernas, muy adentro, con firmeza y sin ningún apuro. Todo eso, mirándome a los ojos seguramente con la certeza de que yo no iba a animarme a gritar. Me bajé corriendo. Llegué a casa con mucha vergüenza, pensé que había sido mi culpa. Nunca lo conté. ….. Fui a una consulta médica por un control de rutina. El médico, varón, joven, con quien no me había atendido previamente siguió los pasos habituales de una consulta. En un momento, me pidió que me siente en la camilla para tomar la presión y que me saque la remera para auscultarme. Lo hice, como siempre, desde mi lugar de obediencia y confianza con les profesionales de la salud en su rol. Luego me pidió que me acueste para revisarme, pasando sus manos de una manera suave, que no parecía el modo de otras revisiones, ni entendía qué sentido tenía. Me preguntó si tenía lunares en las piernas y me propuso sacarme el pantalón para revisarlos. Le dije que hacía mi control con dermatología anualmente y que no era necesario. Me levanté y me vestí mientras él me hacía algunas órdenes de laboratorio o indicaciones a las que ya no presté atención. Salí de ahí sintiéndome incómoda, culposa, angustiada y sin saber identificar el porqué. Tardé en caer, en darme cuenta, y me enojé conmigo por mi silencio, mi aceptación sumisa de la situación, mi incapacidad de frenarlo, de quejarme al salir o denunciar. Le conté tiempo después, con mucha vergüenza, a una amiga. Me entendió, me contuvo y trató de calmar mi sensación de bronca e impotencia. Tenía alrededor de 30 años: profesional, trabajadora de salud, conocedora de las lógicas de poder de la biomedicina, ninguna niña indefensa. Pero, en palabras de mi amiga: “A todas nos pasó”. ….. Un día siendo muy pequeña acompañé a mi mamá a la peluquería. Ella quería ayudar a una mujer muy joven que había tenido un bebé y el marido los abandonó (al menos esa era la versión en el barrio) para poder seguir adelante esta chica puso una peluquería en la casa, quedaba a la vuelta de la mía. Fuimos y mientras que a mi mamá le cortaban el pelo, aparece un señor que me dice que vaya a conocer a su nieto que está durmiendo en la otra habitación. Mi mamá asiente que vaya. Cuando llego a la habitación contigua, este señor muy mayor, abuelo, me abraza fuertemente y me besa en la boca, puedo sentir su gusto a café en la mía. Mientras me forzaba me preguntaba si mi papá no me besaba así. Trato de apartarme y, cuando lo logro, corro adonde se encontraba mi mamá. Sorprendida porque el señor me llamaba desde la otra habitación y yo me negaba a ir.  Termina su trabajo la peluquera y cuando salimos me pregunta qué pasó. Le cuento y me pide que le prometa que no se lo iba a contar a mi papá. ….. Tenía quince años cuando salí con mi hermana a bailar y a encontrarme con un chico en el mismo lugar. Un chico mayor de edad. En el lugar, me separé de mi hermana y me ofrecían muchas cosas para tomar, todas diferentes. Recuerdo aceptar sólo algunas y hasta con cautela. Pero bueno, a esa edad no entendía mucho de la vida.  Me encontré con el pibe, pero casi no podía mantenerme en pie. Me sentía mal, cansada y no veía bien, todo por el nivel de alcohol en sangre. Me dijo: “Salgamos un rato así tomás aire”. Le dije que sí, porque realmente pensaba que me iba a descomponer. Una vez que salimos y me repuse un poco, el patovica no quería dejarme entrar: “¿No ves el estado en el que estás? Yo así no te puedo hacer pasar de nuevo”. Me puse muy nerviosa y tenía mucho miedo porque mi hermana estaba adentro.  El pibe me dice: “Vamos al auto de mi amigo que está acá a la vuelta y nos quedamos ahí”. Al día de hoy, sigo sintiéndome culpable por decirle que sí, por confiar en él. Me llevó, casi a rastras porque no podía caminar. Me metió en la parte de atrás del auto y empezó a manosearme y besarme. Yo no quería, se lo dije, pero no tenía fuerzas ni para resistirme. Estuvo así un rato. Recuerdo que mi hermana me llama al celular. Siempre le voy a agradecer eso. Me pregunta dónde estoy, con quién, super angustiada y nerviosa. El pibe escuchó los

En plena pandemia, sin agua ni salud garantizada en las villas, la Legislatura porteña pretendía, a instancias del oficialismo, reunirse para tratar la rezonificación (para poder luego vender) varios terrenos cedidos por Nación durante el gobierno de Macri. La idea final es  la construcción de torres en los predios aledaños al viaducto de la Estación Villa Crespo del ex FFCC San Martín. La venta supondría el desalojo de una radio comunitaria. Las voces de Mini Pérez, integrante de Radio Asamblea  y del diputado por el Frente de Todos, Juan Manuel Valdes, ayudan a comprender la maniobra legislativa en plena pandemia.  Jonatan Baldiviezo, del Observatorio del Derecho a la Ciudad, celebró que la justicia frenara al gobierno local. (Por La Retaguardia)🎤 Entrevistas: Nicolás Rosales/Luis Angió✏ Redacción: Nicolás Rosales/Fernando Tebele💻 Edición: Fernando Tebele📷 Fotos: Luis Angió En los terrenos del ferrocarril, que ahora transita por elevación, funcionan la Asamblea de Juan B Justo y Corrientes y la radio comunitaria FM 94.1, que cumple un importante rol social para el barrio y sus alrededores.  Hace meses que vienen esperando el momento de máxima tensión, que finalmente llegó hace algunas semanas, cuando se conoconió la noticia que la legilsatura porteña trataría en segunda lectura el proyecto que autorizaría la venta de terrenos, entre ellos aquel que contiene la Radio Asamblea Aún no llegan a distenderse totalmente, aunque la justicia haya frenado a la legislatura, que por ahora no podrá tratar el proyecto.Desde la Asamblea se resisten a la venta junto a un grupo de vecinos y vecinas que yse se oponen al Megaestadioque ae construyó en los terrenos que pertenecían históricamente alClub Atlanta. Mini Perez, integrante de la radio, todavía muestra su enojo. “Estamos sorprendidos e indignados. Porque todos sabemos la cantidad de problemas que hay en esta Ciudad de Buenos Aires: los contagios se siguen multiplicando, tenemos una cantidad de casos de dengue increíbles, no alcanzan las viandas escolares, no hay todavía solución al problema del agua en los asentamientos populares. Y con todo esto… qué se reúna la Comisión de Planeamiento y Presupuesto, que sean convocados los legisladores  a discutir la rezonificación para construir unas torres que no son ninguna necesidad para el barrio, que son solamente para que algunos sigan ganando más plata… Esta discusión se terminó el pasado viernes 5 de mayo, cuando se votó este proyecto. Por otro lado, el viaducto del ferrocarril, que se inauguró el 9 de Julio del año pasado con bombos y platillos, que es una obra importante, tuvo algunos inconvenientes. Esa obra se paró, porque se debían cantidades industriales de plata a los contratistas, pero bueno… la Ciudad de Buenos Aires no se hace cargo. Entonces la Estación Villa Crespo, o la Estación Paternal, que antes teníamos los vecinos para ir a tomar el trenhacia Retiro, ya no la tenemos más, y nadie se hace cargo de que quedaron sin hacer las estaciones, por darte un ejemplo de cómo se llevó adelante esta obra, entre tantas otras”, comentó Mini Pérez, integrante de la Asamblea y de la radio que allí funciona, en diálogo con Tengo Una Idea, por Radio La Retaguadia.“Que la legislatura se convoque para tratar este proyecto es un contrasentido”Así comenzó su participación en el programa Otras Voces, Otras propuestas de Radio La Retaguadia, el legislador del Frente de Todos Juan Manuel Valdés, quien también denunció el proyecto de ley para vender dos terrenos linderos al viaducto de la Estación Villa Crespo. Valdés rechazó “que la legislatura se proponga sesionar sólo cuando esto beneficia una agenda tan mezquina como es la venta de tierra para un sector económico que tendrá más suerte de encontrar precios más bajos en este momento, porque además no estamos hablando de un momento en el que el mercado inmobiliario va a pagar una gran suma  de dinero por estar tierras, más bien un momento de depresión de todos los precios”. “El Gobierno de la ciudad ha ido avanzando en toda la zona, porque no sólo es la Asamblea y la radio, hay muchos vecinos y vecinas que se oponen a esto, porque es cambiarnos la vida. Se hizo este Megaestadio, luego ya se han cedido terrenos, legalmente no hay cómo, a la empresa, para que por ejemplo desde la calle Corrientes se pueda circular hacia el estadio”, agregó. El megaestadio no estuvo exento de polémicas desde el inicio del proyecto, cuando la empresa y directivos del Club Atlanta, dueño histórico de esas tierras, hablaban de miniestadio. El club del barrio perdió esos terrenos en 1991 cuando quebró. Los recuperó parcialmente gracias a la expropiación del Estado comenzado el nuevo siglo. Las tierras donde funciona ahora el Megaestadio quedaron abandonadas, expropiadas por el Gobierno de la Ciudad, cedidas a Atlanta, pero sin uso. El Gobierno de la Ciudad propició entonces que le fuera cedido a la empresa (el Grupo La Nación, más ASM Global), con algunos beneficios y exenciones de impuestos inexplicables e innecesarios. A la vez, le reconoce a Atlanta la propiedad del lugar, garantizándole un alquiler mensual. Un grupo de vecinos y vecinas se oponen a su funcionamiento.Al momento de alzar las voces para oponerse a este nuevo proyecto inmobiliario sobre los terrenos que pertenecían al ferrocarril, el legislador Valdés planteó, “Nuestros métodos habituales de hacernos escuchar que tienen que ver con hacer radios abiertas, asambleas, festivales, son un poco complejos en este momento.  Ustedes nos están dando una mano y tantos otros medios por suerte, de los que no son hegemónicos y no responden a este poder tan concentrado. Porque lo primero es que las y los vecinos se enteren de lo que están pasando. Porque nadie sabe, nadie no dijo nada todavía”, dijo antes de que saliera el amparo que detuvo la sesión de la legislatura..Pérez, destacó la importancia de la radio y sobre las actividades que continúan,  “sigue saliendo con las restricciones lógicas del momento, pero nosotros estamos trasmitiendo todo el día, tenemos 50 programas aproximadamente, la mayoría de producción propia porque son colectivos,  vecinos y vecinas que hacemos distintos programas. La