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Ligas Agrarias


En la primera jornada del alegato del Ministerio Público Fiscal, Gabriela Sosti sentó las bases de su elaborado trabajo. Definió a lo sucedido en la dictadura como genocidio. Defendió el derecho a la resistencia de los pueblos y comenzó a repasar la represión a la Contraofensiva caso por caso, historia tras historia. (Por El Diario del Juicio*)  📷 Fotos 👉 Gustavo Molfino📷 Selección de fotos 👉 Martina Noailles/Fernando Tebele ✍️ Textos 👉 Fernando Tebele/Martina Noailles👆 Foto de portada  👉 La fiscal Gabriela Sosti lee su alegato. Su rostro se refleja en la computadora en la que esperan su turno las filminas que la ayudarán a reconstruir la historia que este juicio contribuyó a develar. 📷 Foto 👉 Gustavo Molfino ☝ Con un puñado de personas acompañando durante la jornada, antes de la audiencia, así se ve la sala. Aunque las sillas están vacías de público, el modo pandemia no impide que este juicio tenga su impronta cargada de recuerdos y símbolos. De las fotografías a las rosas rojas. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del juicio ☝ A las 9:45, Sosti comienza leer su alegato. Los primeros minutos son conceptuales, un marco para lo que vendrá luego. Allí cita a Simón Bolívar: “’Cuando la tiranía se hace ley, la rebelión es un derecho’”. No es frecuente que se mencione esto en los juicios pero el derecho a la resistencia de manera explicita o implícita sobrevoló muchos testimonios. Y se impone reflexionar sobre las razones por las cuales cientos de mujeres y hombres a sabiendas de los extremos riesgos que corrían sus vidas,  eligieron enfrentarlos”, señala.  📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ☝ La fiscal utilizará durante las jornadas que dure su alegato cerca de ochocientas filminas. La primera es una proclama de Montoneros, con un pliego de consignas que iban desde la “destitución del ministro Martínez de Hoz” hasta “Eliminación inmediata de los procedimientos represivos, que implican la sistemática violación de los derechos humanos, como así también el procesamiento de los inculpados de tortura, secuestros, asesinatos y pillaje”. Después de leerla completa, Sosti asevera: “No venían a tomar el poder por las armas”. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ☝ El presidente del tribunal, Esteban Rodríguez Eggers fue el único integrante en la sala de audiencias. La jueza Morgese Martín y el juez Mancini utilizaron la plataforma virtual, como el resto de las partes.  📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ☝ El primer tramo del alegato es para la persecución contra las y los militantes de las Ligas Agrarias, que ocuparon un buen tramo en el inicio de este juicio: “Conocimos sobre la situación de explotación de esa zona tan rica y productiva, y cómo esos pueblos de pequeños campesinos se fueron organizando para resistir y evitar la expoliación. Esa lucha fue persistente y firme, tanto como la claridad y consistencia de los reclamos y los derechos a defender. Ese (y no otro) fue el motivo que los marcó como un ‘enemigo para quitar del medio’”, indica, mientras se veía una foto de Luis Píccoli, uno de sus dirigentes asesinados. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ☝ Lucía es familiar de Horacio García Pérez. Es una de las seis personas que habilitó el tribunal a estar en la sala para preservar la distancia. García Pérez fue secuestrado en marzo de 1980. Lucía acompañó casi todas las audiencias presenciales del juicio. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ☝ En otro segmento, Sosti señala: “Una de las muchas virtudes de este juicio y su singular impronta es que estamos juzgando a funcionarios de la estructura que diseñó, planificó, instrumentó, analizó,  documentó, llevo adelante, es decir hizo posible el mayor de los genocidios que padeció nuestro país.  El Ejercito fue el responsable primario, el que lideró el embate, y la Inteligencia del Ejército fue su nervio y cerebro”. Desde sus casas, Apa, Ascheri, Firpo, Dambrosi, Cinto Coutaux y Bano, escuchan con diferentes grados de atención. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ☝ Se proyecta en la pantalla una foto colectiva de parte de las Ligas Agrarias, y la fiscal resalta: “Ligas Agrarias tuvo alrededor de 2000 personas detenidas. Alrededor de 200, fueron torturadas con piñas, patadas, la picana eléctrica, el submarino. Muchos de ellos están desaparecidos”. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ☝ Mientras repasa la serie de caídas, se ven en la pantalla fotos de los y las militantes. En este caso, Daniel Crosta: “Era amigo de Regino González y su compañero de militancia. Profundamente peronista, tenía 19 años y fue secuestrado por su militancia, permaneció cautivo bajo tormentos en Campo de Mayo, al igual que sus compañeros, Norma Valentinuzzi, Regino González y su mujer María Consuelo Castaño Blanco, y todos los demás. En el informe que la Jefatura II de Inteligencia elaboró con los datos enviados desde Campo de Mayo, está mencionado como Daniel y su fecha de secuestro 14 de septiembre de 1979”. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ☝ Sosti define el juicio como tardío y exiguo en cuanto a cantidad de imputados: “En este juicio se nos interpuso la impunidad biológica. Carpani Costa, Pianta, Muñoz, Casuccio, Sotomayor fallecieron sin condena, y los militares que juzgamos no reflejan ni mínimamente, la extraordinaria cantidad de recursos con que operó la Inteligencia. Como referencia, el Batallón 601 contó con aproximadamente unos 4000 agentes entre civiles y militares y hoy apenas tenemos sentados a dos”, indica. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ☝ En la pantalla se ve una foto de María José Luján pequeña. La fiscal repasa lo que sufrió aquella niña tras el secuestro de su padre, Jesús María Luján, el Gallego Willy: “María José jugaba en una placita del barrio con otra nena. De pronto llegó la patota en dos o tres Falcon verdes. Estuvo cautiva en un lugar que no puede determinar. Es el recuerdo más oscuro y doloroso de su vida; de lo que le hicieron los responsables de esta masacre cuando tenía apenas 4 años. María José lo resumió diciendo que en su vida los septiembres no son de primavera”, reconstruye Sosti. “Su memoria aterrada solo reservó el recuerdo de dormir sola en

Silvia Canal dio testimonio acerca de Carlos Marcón, un militante de las Ligas Agrarias de quien fue pareja durante el exilio. Marcón desapareció al regresar al país para salvar a dos militantes. Susana Machi y Nora Patrich trajeron a la sala la historia de Alcira Machi, hermana de Susana y cuñada de Nora. Desde sus sensibilidades de mujeres, consiguieron que una jornada corta tuviera alta calidad emocional. (Por  Fernando Tebele para El Diario del Juicio*)  Colaboración especial: Valentina MaccaroneEdición: Martina NoaillesFoto de portada: Susana Machi y Nora Patrich al final de una jornada en la que Alcira Machi estuvo presente. (Julieta Colomer/DDJ)“Quiero que se haga justicia por los compañeros muertos o desaparecidos”, dice Silvia Alicia Guadalupe Canal apenas después de prometer decir la verdad. De su cuello se sostiene una foto que cae y se amarra fuerte en su piel. Es el rostro de Carlos Marcón, uno de los militantes que fueron víctimas de la represión a la Contraofensiva.“Yo a Carlos lo conocí a principios del año `80 en España donde circunstancialmente había viajado dos meses antes con mi papá. Yo vivía en México y estaba exiliada desde el año `76. Había estado presa y fui opcionada a México”. Canal cuenta que luego se quedó sola en Madrid y allí conoció a un grupo de compañeros/as, entre ellos algunos que formaban parte de las Ligas Agrarias. “A principio del ‘80, en un partido de fútbol, una mateada, conozco a muchos compañeros que eran de las Ligas Agrarias. Yo militaba en la JUP de Ciencias Económicas de Santa Fe. Lo conocí a Carlos y a dos compañeros más que estaban siempre con él, con los sobrenombres de Pato y Ernesto. Después de muchos años, por otra causa, me enteré porque me hicieron reconocer sus rostros, de que eran Hugo Vocouber y Luis Fleitas. Carlos no tenía pareja en ese momento, Pato y Ernesto sí tenían, pero en ese momento no estaban en España con ellos. Entonces hicimos un grupo donde salíamos siempre juntos. Ellos venían al departamento donde yo vivía”.Marcón es uno de los integrantes de las Ligas que pudieron salir del país luego de estar ocultos por años en el monte. Canal y Marcón se engancharon. “Al poco tiempo yo inicio una relación de pareja con Carlos y él se viene a vivir al departamento donde yo vivía, que estaba cerca de la Puerta del Sol. Estuvimos unos meses viviendo ahí y alrededor del mes de abril él me comenta que tiene que viajar a la Argentina para tratar de darles dinero y documentos a dos compañeras que estaban en una situación muy vulnerable de seguridad, para que pudieran salir del país. Nunca le pregunté quiénes eran”, relata. Silvia tiene el pelo blanco prolijamente recortado. Algunos mechones negros resisten todavía. Un tapado rojo y larguísimo invade sus piernas. Desde atrás, se adivina un cuello de polera negro. No tarda demasiado en ir al punto dramático, el del regreso al país de Carlos, el de su secuestro y desaparición. “Tenía que venir a traer eso sólo, era una cuestión puntual, no iba a tardar más de un mes, un mes y medio. De hecho yo lo ayudé a esconder en una agenda de cuero unos documentos y plata que él traía. Con eso vino para estas dos mujeres que tenían que salir”. Cuenta que Marcón pasó por San Pablo. Puede precisar las fechas. Las cartas, otra vez las cartas como testimonio certero e inalterable. “El 1 de mayo (estaba en San Pablo), porque tengo acá algo que les quiero mostrar, él me manda un telegrama. Él me iba a avisar qué día iba a entrar al país. Ese mismo día mandó una carta aparte de esto, diciendo que mandaba un telegrama. Me la mandó a mí. Entonces yo sabía que el 4 de mayo, este telegrama yo se los había mostrado a Pato y Ernesto, y era como que las noticias que yo tenía de él se las contaba. Luego él me escribió dos cartas más. Una fue el día 12 de mayo. Me contaba cómo había sido el ingreso al país, pero no me decía por dónde había entrado, yo nunca supe. Me contó que en la frontera no le habían revisado ningún bolso, había pasado tranquilo y que había tomado un micro. Y que todo el viaje se había desarrollado normalmente hasta que llegó a la altura de Campana, como a las 6 am decía, y que había un operativo policial con gente de civil, tres Falcon que estaban deteniendo a los micros que vienen del exterior. Hacían bajar a los de entre 15 y 40 años, los hacían formar en fila, y con las luces de los autos los alumbraban y les revisaban los documentos hoja por hoja. Dijo que se habían presentado como si fueran de migraciones. Gente de civil y policías. No sé si dije que decía que había una fila como con cinco micros”, revisa Canal, con miedo de olvidarse de algo, con la responsabilidad que siente cada testigo de no olvidar ningún dato, mucho menos algún nombre. Silvia Canal frente al tribunal (Foto: Luz Deñisoff/DDJ) La caída Silvia advierte que Carlos siempre trató de darle tranquilidad, pero un día llegó la noticia posible, la más temida. “Él siempre me tranquilizó diciéndome que no iba a pasar nada porque iba a poder volver. El 3 de junio mandó la última carta. Esta carta yo la recibí después de enterarme que a él lo habían detenido y que estaba desaparecido porque él mandó esa carta que también decía Argentina el 3 de junio”. Antes de recibir la carta, Canal supo de su secuestro a través de Vocouber y Fleitas. “Pato y Ernesto me vinieron a decir que él había hecho una cita en Río de Janeiro con las dos compañeras que venía a buscar y que las compañeras estaban a salvo en Río, que habían ido a la cita dos días seguidos (no sé qué días eran) y que Carlos no se había presentado y temían lo

Todavía dura el temblor ocasionado por la declaración del ex militar Nélson González, que desde Neuquén, a través de una videoconferencia, relató cómo fueron fusiladas 4 personas, entre ellas Marcos Patito Zucker y Federico Frías. También reveló cómo era el mecanismo de los vuelos de la muerte desde Campo de Mayo, y cuantificó en 4000 las personas que pasaron por allí, de la que apenas se pueden contar sobrevivientes. Compartimos una crónica fotográfica de la jornada. (Por Gustavo Molfino y Fabiana Montenegro para El Diario del Juicio) Foto de portada: González, desde Neuquén. Lejos y con un testimonio muy fuerte (Gustavo Molfino) Eulogio Sellares arrancó con las testimoniales. Llegó desdeSanta Fé. Fue parte de las Ligas Agrarias.(Gustavo Molfino/DDJ) Sellares responde mientras la fiscal Gabriela Sosti toma notas. (Gustavo Molfino/DDJ) Con buzo a rayas, Joaquín Frías, el hijo de Federico Frías, observa como el ex militar González relata el fusilamiento desu padre en el polígono de tiro de CAmpo de Mayo. (Gustavo Molfino/DDJ) Sosti le pregunta a González, de fondo en el monitor desde Neuquén.(Gustavo Molfino/DDJ) Marcos, el hijo de Luis Alberto Fleitas, militante de la JP que estuvo escondido en el monte jnnto a integrantes de las Ligas Agrarias. Luego participó de la Contraofensiva y permanece desaparecido.(Fabiana Montenegro/DDJ) Los abrazos apenas terminadas las testimoniales aprietan años, carino, compromiso y resistencia. En primer plano queda lafoto de Luis Alberto Fleitas. (Fabiana Montenegro/DDJ) Marta Bertolino de Dávila dio el cuarto testimonio de una jornada extensa. Es la prima de Raquel Cattáneo. El hijo de Raquel, Martín Molina, fue dejado por la patota en la puerta del edificio de Marta. (Fabiana Montenegro/DDJ) Sosti escucha con atención a César Dávila, el marido de Marta, fue el último testigo de una jornada que quedará en la historia. Lo observan también los integrantes del tribunal: de izq. a der., De Korvez, Rodríguez Eggers y Mancini. (Fabiana Montenegro/DDJ) Ningún lugar queda vacío durante las audiencias. Hay 30 mil gritos que se hacen espacio como pueden.(Fabiana Montenegro/DDJ) *Este diario del juicio por la represión a quienes participaron de la Contraofensiva de Montoneros, es una herramienta de difusión llevada adelante por integrantes de La Retaguardia, medio alternativo, comunitario y popular, junto a comunicadores independientes. Tiene la finalidad de difundir esta instancia de justicia que tanto ha costado conseguir. Agradecemos todo tipo de difusión y reenvío, de modo totalmente libre, citando la fuente. Seguimos diariamente en https://juiciocontraofensiva.blogspot.com

El segundo testimonio de la jornada fue el de El Quique Osvaldo Lovey. Repasó los 5 años de existencia de las Ligas Agrarias. Sus conquistas y también la persecución posterior. Lovey fue secretario general en aquellos años y en el exilio se integró a Montoneros. Formó parte del grupo que sobrevivió escondido 3 años en el monte. Luego habló Luis Piccoli, primo de Carlos Picolli, uno de los asesinados de la Ligas. (Por Fernando Tebele para El Diario del Juicio*) Colaboración: Valentina Maccarone)Foto de tapa: Lovey escuchando preguntas (Gustavo Molfino)“Este es el Tribunal Oral número 4 de San Martín. Lo convocamos en carácter de testigo en la causa 3622-3623. El carácter de testigo le impone de declarar bajo juramento o bajo de promesa de decir verdad según sus creencias religiosas. Es decir que si no cumple con la verdad incurre un delito de falso testimonio que es afirmar, negar o callar la verdad en todo o en parte ¿Jura o promete decir la verdad?”. El juez Esteban Rodríguez Eggers cumple rigurosa pero amablemente con el protocolo. Quien recibe la información promete decir la verdad y da su nombre completo: Osvaldo Raúl Lovey. Para el mundo de la militancia es El Quique. La presentación casi que la hace la fiscal Gabriela Sosti, que tiene un rol central en las preguntas a quienes dieron testimonio hasta aquí, en su totalidad testigos de las querellas y la fiscalía. —Buenos días señor Lovey. Yo tengo presente que usted fue uno de los principales referentes de las Ligas Agrarias y en ese sentido le voy a pedir si nos puede dar un relato, si nos puede contar qué fueron las Ligas Agrarias, qué desarrollo tuvieron, cuál fue el contexto político en el que surgieron, cuál fue la militancia y si en ese recorrido puede ir mencionando qué compañeros la integraron, cómo fue la persecución sufrida. A medida que usted va contando, le voy haciendo preguntas. —completa la representante del Ministerio Público Fiscal. Pelo corto. Generalmente con lentes. Delgada y retacona. El Quique Lovey se inclina hacia el micrófono y arranca.—Yo fui secretario general de las Ligas Agrarias de la provincia de Chaco. Donde surgieron por primera vez las Ligas Agrarias, un movimiento rural que se expandió en los años siguientes a otras provincias de la región y del país, abarcando toda la región noreste, la provincia de Santiago del Estero, Buenos Aires y Córdoba. Esto fue en 1970. El 14 de noviembre, en el primer cabildo abierto agrario chaqueño se toma la decisión de armar las Ligas Agrarias, con el objeto de formar un agrupamiento gremial que represente a los agricultores familiares de la provincia de Chaco, que en ese momento estaban sufriendo la caída de los precios de sus producciones, la falta de crédito y en muchos casos también sufrían embargos de maquinarias o de sus predios rurales por imposibilidad de pago. Fue un movimiento de masas. Se caracterizó, en los casi 5 años de existencia, por una gran capacidad de movilización y por haber representado los intereses gremiales de los productores. Articulamos con las cooperativas agrarias que en ese momento, durante el período del gobierno de Onganía se le habían quitado los créditos del Banco Nacional con lo cual se reducía su actividad a menos del 20% de la producción por falta de apoyo crediticio. Esto implicaba que el sistema de mercado estaba manejado por empresas monopólicas que fijaban los precios. Nombra entre ellas a Bunge y Born o Alpargatas. “Eran las que tenían desmontadoras de algodón y acopiaban la producción”. Con detalles precisos, Lovey habla del crecimiento: “A partir de la irrupción de las ligas en 1970, en la presidencia de Levingston, que tuvo una presidencia corta para dar lugar a la asunción de Alejandro Lanusse que, dicho sea de paso, concurre en el Chaco a una invitación de las Ligas Agrarias en donde se reunieron casi 5.000 agricultores para plantearle los problemas que teníamos en el campo. Fue un debate mano a mano, tuvo una repercusión muy importante en ese momento y nos permitió a nosotros recuperar la cartera crediticia para la cooperativa y, de esa manera, defender el precio de la producción de los productores familiares”. Las publicaciones en las que se los mostraba como los peores delincuentes (Imagen: El Diario del Juicio) Quedarse en el campo Con un relato ordenado, Lovey va contando cómo esos 5 años de las Ligas contribuyeron a fortalecer el esquema cooperativo que ya existía. Pero además, va a uno de los nudos centrales de la distribución demográfica del país, con millones de personas arrumbadas alrededor de las grandes ciudades. “A partir de ahí comienza un proceso de reivindicaciones y de recuperación de esa actividad económica y la gente comenzaba a quedarse en el campo en los primeros ‘70 frenando el proceso migratorio de finales de los ‘60, consecuencia de la crisis económica. Fue un proceso muy fuerte de la provincia hacia Buenos Aires, eran pequeños productores que trabajaban en las chacras algodoneras en el Chaco. Pero la gente comenzó a incrementar su producción”.  Todavía le dura el orgullo por lo que implicó el crecimiento acelerado de los pequeños productores agrupados. Esa también sería, luego, la razón de la persecución. “En un año, de 1970 al ‘71, duplicamos la cantidad de socios en las cooperativas y empezamos un proceso de industrialización en el seno de las cooperativas agrarias. Instalamos fábricas de aceite, molino harinero para moler el trigo y hacer harina, hilandería y tejeduría para hacer algodón, una super usina desmontadora. En Santiago del Estero se instaló una fábrica de prendas de vestir para fabricar ropa de trabajo, destinada precisamente al mercado cooperativo”, enumera. Pero es no es todo. Casi sin respiro, continúa con el balance y explica cómo consiguieron dar vuelta la situación a la que estaban sometidos por las empresas monopólicas. “Llegamos a acopiar en el ’76, en el seno de las cooperativas, el 80% de fibras de algodón del país, mientras que antes era el 20%. Lo que nos permitió mejorar el precio