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Luciano Arruga

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Luego de que se confirmara que las muertes de Camila López (13), Danilo Sansone (13), Carlos Aníbal Suárez (22) y Gonzalo Domínguez (14) no fueron un accidente sino consecuencia de la persecución a los tiros por parte de la Policía Bonaerense, familiares de la Marcha Nacional contra el Gatillo Fácil convocaron a una movilización desde Congreso a Plaza de Mayo. Repudiaron las muertes de los pibes y la represión aplicada desde las distintas fuerzas represivas con el aval explícito de la Ministra de Seguridad Patricia Bullrich. Aquí un fotoinforme de la jornada. (Por Agustina Salinas y Natalia Bernades para La Retaguardia)

El 31 de enero se cumplió un nuevo aniversario de la desaparición de Luciano Arruga. En esta nota, repasamos solo algunos de los hechos más significativos en la lucha por verdad y justicia impulsada por sus familiares y amigos. Un caso emblemático que ayudó a visibilizar una problemática, aunque (todavía) sin resolución judicial. (Por Rosaura Barletta para La Retaguardia*) *Esta nota fue publicada en la edición de enero 2019 de La Retaguardia Papel. Ante las declaraciones de Patricia Bullrich, que consideró el caso de Luciano una construcción de organismos de derechos humanos, publicamos esta nota que es apenas un mínimo repaso por la causa. Fotos: Agustina Salinas y Natalia Bernades Podríamos decir que la historia de la desaparición de Luciano Arruga comenzó hace diez años, y eso tendría sentido. También podríamos decir que comenzó hace doce, cuando el ex intendente de La Matanza fundó el destacamento policial que luego sería su peor pesadilla. Lo cierto es que hay cinco años y ocho meses que deberían -y pudieron- haberse evitado. Es el período en el que el paradero del joven de 16 años fue una incógnita sin sentido. Ni muerto ni vivo, estuvo, al menos para la justicia, que definió su búsqueda hasta el 2013 como averiguación de paradero. En ese año, la Justicia Federal tomó el expediente y cambió la carátula: ahora se habla de una desaparición forzada de persona. Y aunque el delito es de lesa humanidad y la letra es clara -sólo puede ser cometido por el Estado-, en todo este tiempo no declaró ningún efectivo policial, y sí lo hicieron reiteradamente los amigos de Luciano. Amigos que, además de ser señalados implícitamente como quienes deberían (y no pueden) aportar información relevante, son blanco de hostigamientos y persecución hasta el día de hoy.Ahora podemos ir a los hechos. Luciano Arruga tenía 16 años cuando, el 31 de enero de 2009, fue secuestrado, torturado y desaparecido. Con el hallazgo de su cuerpo, se comprobó que los límites de la tortura exceden ampliamente a los de nuestra imaginación; o peor: la tortura no tiene límites. Sus segundos finales constituyen una escabrosa historia irreproducible en la dimensión que realmente reviste. Corrió por la vía rápida de la General Paz y fue atropellado por un auto. Un accidente. Listo. Fin. NN. Así se expresó, al menos con el cuerpo la versión oficial. Enterrado como NN en el cementerio de la Chacarita, con una autopsia inconducente -e incorrecta- se descompuso al mismo ritmo en que era instalado el tema en la agenda pública: hay un desaparecido por la Policía en democracia. El debate sobre la mesa fue aún más profundo que eso. El fulgor de las expresiones contra la inseguridad devenidas en fascismo en el caso del barrio de Lomas del Mirador, con una organización encabezada por el “vecino” Gabriel Lombardo, hacían varias veces más dificultosa la campaña por la aparición con vida de Luciano, que desde el 31 de enero faltaba de su casa. También ponía obstáculos la fiscal Roxana Castelli, que puso la investigación en manos de la propia Policía denunciada y se negó a recibir a la familia de Luciano durante los 45 días en los que tuvo la causa a su cargo, días en los que se perdieron pruebas fundamentales. 2009 fue un calvario. Las primeras pericias Tuvieron que pasar tres meses sin noticias de Luciano para que se realizara el primer peritaje en el entonces destacamento de Lomas del Mirador, el que su familia señalaba con convicción y conocimiento de causa. Lo ordenó la nueva fiscal, Celia Cejas, luego de que Roxana Castelli fuera removida. Los perros reaccionaron de forma positiva en la dependencia policial, reconociendo rastros de Luciano, y también lo hicieron en el Monte Dorrego, un descampado de la zona. También, observando el recorrido del GPS de los patrulleros, se supo que uno estuvo parado en el predio peritado durante dos horas en aquella madrugada. La medida trascendente, sin embargo, llegó dos años después: el peritaje con luminol. Se trata de un líquido que permite detectar ADN y otros elementos pero, dos años después, ningún material genético coincidía con el de Luciano, que pudo haberse deteriorado o “limpiado”.Hasta mediados de 2012 y con interrupciones reiteradas de la fiscalía y el juzgado, el Grupo Antropológico Arqueológico Memoria e Identidad (GAMI) trabajó en el Monte Dorrego y se utilizó un aparato llamado georadar, que identifica remociones en la tierra. Efectivamente había habido movimientos en la tierra del descampado y del entonces destacamento. Estas medidas de prueba no significan nada en sí mismas, tampoco aisladas, sino como parte de una investigación que se desarrolla con celeridad, en la que una medida conduce a la otra. Pero para llegar a la siguiente, que fue el cambio de carátula de la causa y su traspaso al fuero federal, hubo que esperar hasta 2013. El tiempo relatado transcurre con rapidez, casi a toda velocidad en estas líneas, es que es una enumeración de acciones tan pequeñas -y mayoritariamente inconducentes- que son difíciles de ubicar con el grado de lentitud con que sucedieron.Primero, como resultado de la reunión que la familia de Luciano había tenido con el entonces gobernador Daniel Scioli en agosto de 2012, y de forma tardía, el ejecutivo de la Provincia tomó la decisión de desplazar a los ocho efectivos sospechados por la desaparición de Luciano. Néstor Díaz, que se desempeñaba como subcomisario en la seccional 1 de Esteban Echeverría; el subcomisario Ariel Herrera, que prestaba servicios en la 4 de Morón; el subteniente Oscar Fecter, de la 1 de Lomas de Zamora; el subteniente Daniel Alberto Vázquez, de la 2 de Lomas de Zamora; el oficial Martín Monte, de un destacamento de Pompeya y Damián Sotelo, José Márquez y Hernán Zeliz, de las comisarías 1, 2 y 3 de Morón. El poder judicial, quedó demostrado, tiene una lógica conductista: se impulsa con estímulos. El estallido mediático del pase a disponibilidad de los policías desembocó en el cambio de carátula de la causa: con ocho sospechados fuera de la fuerza,

Ana Fraile, co-directora de ¿Quién mató a mi hermano?, la película sobre la desaparición seguida de muerte de Luciano Arruga, recibió la mención especial en la competencia Derechos Humanos del BAFICI.  En charla con Fernando Tebele y Pedro Ramírez Otero en el programa radial La Retaguardia, Fraile compartió lo que significó el estreno del documental en el marco del festival y los objetivos que alcanzó la película. (Por La Retaguardia) Foto: Ana Fraile habla ante la atenta mirada de Vanesa Orieta la noche del estreno en el BAFICI. (Captura de video)Es de madrugada en Nûremberg, Alemania. Son casi las dos de la mañana. Ana Fraile está del otro lado del teléfono y del mundo. Su segunda película, ¿Quién mató a mi hermano?, esta vez en codirección junto a Lucas Scavino, ha pasado por el BAFICI haciendo bastante ruido. Se llevó la Mención Especial del jurado en la sección de Derechos Humanos del festival. Una suerte de segundo premio entre las diez competidoras. Tres funciones a sala llena y mucha curiosidad por ver cómo habían conseguido contar una historia tan dramática como la de Luciano Arruga, un joven desparecido a manos de la policía, con cuidado y parados en un lugar claro: al lado de la familia. Con tono bajo para no despertar a sus hijos/as, Fraile se conecta con la charla y con la obra que tantos años de realización le llevó. —La Retaguardia: ¿Qué sensaciones te dejó el estreno de la película? —Ana Fraile: A la mañana del domingo hubo una proyección de prensa. Uno de los periodistas se acercó muy interesado. Los chicos que estaban organizando las proyecciones del BAFICI se metieron a ver la película. Era la primera vez que con Lucas (Scavino) la veíamos en una pantalla grande. Fue bastante movilizante. —LR: La conmoción que generó la película se sintió también en las dos funciones posteriores. —AF: También hubo como una suerte de satisfacción. Con Eugenia (Otero) y con vos (Fernando Tebele) trabajamos juntos en la película. Verla proyectada e ir recolectando los momentos que pasaron fue muy importante. Era como poder cerrar una parte de todo el ciclo que tiene una película. Hacer una película cuesta un montón. Sobre este tema fue bastante costoso también desde lo emocional. Tenerla terminada ahí me parecía algo emotivo. Viajé ese día solo para estar ahí. Al otro día me volví (a Nûremberg, Alemania, donde vive temporariamente). No quería perderme esa sensación de satisfacción por algo logrado.—LR: ¿Qué tanta carga llevaban ustedes antes del estreno de la película? —AF: Es un proceso. No sé si es ese día o el último, cuando ya sabemos que la vamos a terminar. Es como una sensación de vértigo. Yo trabajé mucho el tema de los subtítulos. Cada vez que la vi me emocioné, pero no sabía si mi emoción era porque era yo o porque la película funcionaba como estructura. Es un tema muy complicado de tratar. Lo que elegimos contar también era muy difícil: salirse un poco de ciertos formatos y ciertas formas de mostrar la vulnerabilidad o la pobreza y al mismo tiempo ponerse en un lugar donde se podía mostrar la lucha de Familiares y Amigos de Luciano Arruga durante un montón de años. Todo sin perder de vista que estaba Luciano, había un caso de desaparición forzada que también teníamos que contar. Fue un desafío, pero fue un proceso bastante colectivo. Todo el proceso de pensar la estructura fue un ida y vuelta muy dialéctico con ustedes (en la investigación periodística), entre Lucas y yo, y también escuchando mucho al grupo de Familiares y Amigos cada vez que interactuábamos. Eso nos fue ayudando a buscarle la vuelta a cómo contarlo” —LR: ¿Cómo manejaron el tema de mostrar sin dar golpes bajos en la película? —AF: Lo hablamos un montón de veces. A mí me atormentaba el tema de la no revictimización ytener mucho cuidado en proteger todo lo que sea Luciano y también el grupo de Familiares y Amigos. Es un golpe bajo en el sentido que es una cachetada a la historia. Ese es el golpe que uno tiene que recibir. Cada vez que íbamos aprendiendo más cosas sobre el caso, eran cada vez peores. Cualquier cosa que uno dijera no era suficiente. A mí los golpes bajos no me gustan. Me parece que no es la manera de tratar a las personas que están mirando la película. Sí buscar la manera para que después de mirar la película sintieran algún tipo de conmoción. En un momento lo que queríamos hacer es que se prendiera la luz a la mitad de la película, que es cuando aparece la cara de Luciano. Después todo se pone blanco. Fue la forma que encontramos de hacer eso. Queríamos que todos se vieran la cara y se cortara un poco eso de la negrura del cine para verse y ver al que está al lado. Nos parecía importante que el cine estuviera iluminado en ese momento para que uno se pueda reconocer. Nos pasaba más por ahí, no tanto por el golpe bajo o por contar alguna atrocidad. Las atrocidades que se pueden contar son tan atroces que no tiene sentido contarlas de esa manera para movilizar al otro. La idea con la película era poder contar una historia para contagiar todo eso que tiene Familiares y Amigos y poder trasladarlo a tu propia vida. —LR: ¿Tenés esperanzas de que la película pueda mover un poco la causa de Luciano? —AF: Las causas, el juez o el sistema judicial pueden llegar a recibir cierta presión por lo que sucede en los medios de comunicación. Pero no lo sé, estoy muy descreída de todo eso. Lo que sí puede llegar a recibir un empuje es al trabajo que se puede hacer con todos los familiares de desaparecidos en democracia y familiares de asesinados. Me parece que es una herramienta para cambiar y ayudar en todo el trabajo que se pueda hacer con jóvenes y con familiares. A nivel de la causa no sé.

Este domingo se vio por primera vez en cines ¿Quién mató a mi hermano?, la película de Ana Fraile y Lucas Scavino que recorre la trágica historia de Luciano Arruga y, en paralelo, la construcción colectiva de Familiares y Amigos. Una de las integrantes de La Retaguardia asistió a la función de prensa y comparte en estas líneas algunas de sus sensaciones más descarnadas. (Por Agustina Salinas para La Retaguardia) Vanesa Orieta cuenta que su angustia aumenta a medida que se acerca a la General Paz. Ahí es donde Luciano corrió escapando, con miedo, de no sabemos cuántas vejaciones, torturas y humillacione por parte de la policía aquel 31 de enero de 2009. Desde ese día, Luciano se sumó a la lista de desaparecidos en democracia. La perversión de poder hacer y deshacer impunemente se estaba desbarantando porque Luciano dijo NO. Y al decir “no robo para la policía” se le responde con torturas. En el recorrido de la película, Vanesa recuerda la impunidad en el caso de la desaparición, tortura y muerte de su hermano Luciano, y reconoce que tiene furia. Lo que desea es que “el caso de Luciano visibilice la problemática de represión y violación de derechos que sufren los pibes y las pibas pobres”. Esto y muchísimo más, dice Vanesa en el documental ¿Quién mató a mi hermano?, de Ana Fraile y Lucas Scavino, que se estrenó ayer en el BAFICI. No sabría qué agregar a esos relatos del documental. Familiares y Amigues lo dijeron todo. Se lo dijeron en la cara al torturador de Luciano, el oficial de la policía Diego Torales. Se lo dijeron en la cara al abogado Juan Grimberg, defensor del torturador: “Mi hijo era cartonero porque decidió no robar para la policía”, dijo Moni, su mamá, en ese juicio. Se lo dijeron al cordón de policías: “¡Ustedes son una manga de lacras! Mi nieto no quiso robar para ustedes, por eso lo masacraron”, gritó Marta, la abuela de Luciano. Lo dijeron todo, señalaron a toda la cadena de responsabilidades en la desaparición de Luciano: a los policías, al juez, a la fiscal, al intendente, al gobernador. Nunca se callaron ni se cansaron de preguntar: ¿Dónde está Luciano? Armaron afiches, stencils, remeras. Montaron una radio para desbaratar el relato hegemónico y para seguir preguntando: ¿dónde está Luciano? Se bancaron lo peor de la miseria estatal: el poder institucional para armar un plan de impunidad y persecución. Porque la desaparición de Luciano continuó con un hostigamiento constante a todxs lxs familiares y amigxs. Sin embargo, el abrazo colectivo y la organización entre ellos y ellas fue determinante para desentrañar qué pasó con Luciano. ¿Dónde está mi hermano? fue el primer título del documental, que se ve tachado intencionalmente en el afiche… En el transcurso del registro audiovisual, encontraron el cuerpo de Luciano. Luego de 5 años y 8 meses de atropellos -por usar una definición o sinónimo absurdo de todo lo injusto- lo cambiaron por “¿Quién mató a mi hermano‘”. La lucha de familiares y amigxs tuvo ese desenlace pero no un final. Encontrarlo fue el resultado de un camino que no se terminó, se replicó en muchas más denuncias a la represión estatal. Si hay algo que es constante en el documental son las emociones: llantos, tristezas, furia. En las secuencias silenciosas de la película, que muestran el barrio 12 de octubre con fondos de luz azul policial, dentro de la sala de cine se escuchan los llantos. Incluso varixs trabajadorxs del festival se sumaron a mirar. No emocionarse con esa sucesión de relatos descriptos es muy dificil. Si nos duele mirarlos, sentirlos en el cuerpo es inexplicable. Y bien lo dice Pablo Bregante después de tocar unos acordes: “me pasa algo raro, no sé por qué”. Debe ser esa molestia llamada injusticia. O “justicia de mierda”, como gritó Vanesa.

‘¿Quién mató a mi hermano?’, de Ana Fraile y Lucas Scavino, cuenta la historia de Luciano Arruga, su desaparición, la búsqueda incansable de los Familiares y Amigos, y el reclamo de verdad y justicia por Luciano. Se estrenará el domingo 7 de abril en el marco del BAFICI, integrando la competencia de derechos humanos. La Retaguardia, que realizó la investigación periodística para la película, entrevistó a Lucas Scavino, codirector del documental. (Por La Retaguardia)Foto: Fernando Tebele Lucas Scavino contó a La Retaguardia sus sensaciones a días del estreno de la película en Buenos Aires: “Estoy ansioso y con muchas ganas de ver la película en un cine, el lugar más apropiado para ver la historia que venimos haciendo con el grupo de Familiares y Amigos, con la historia de Vanesa (Orieta) y de Luciano. Se aproxima la fecha. El domingo 7 de abril es la primera función”, avisó uno de los directores.El documental narra la noche en que desapareció Luciano y comenzó a realizarse durante la búsqueda de los familiares y amigos. Cuando apareció el cuerpo de Arruga, la película que iba a llamarse ‘¿Dónde está mi hermano?’ pasó a ser ‘¿Quién mató a mi hermano? Scavino relató el acercamiento que tuvieron al grupo de Familiares y Amigos de Luciano Arruga y contó qué se ocupó de narrar el documental: “Nuestra aproximación al grupo de personas que estaban en la búsqueda de Luciano y su reclamo de aparición con vida implicaba ir conociendo a cada uno de ellos, a Vanesa particularmente. A la hora de ir entendiendo, nos fuimos dando cuenta de las particularidades, no solo de la desaparición, sino de la búsqueda de Luciano y lo que posteriormente fue la aparición de su cuerpo. Se nos empezaron a plantear varias hipótesis de relatos que terminaron por parecernos muy poderosas a la hora de intentar transmitir esta experiencia. La película transita todos esos años de búsqueda y reclamo de justicia. En concreto, empezamos haciendo una película sobre la búsqueda de una persona y en el medio, cuando estábamos por presentar el guión a la preclasificación al Instituto de Cine, ese mismo día apareció el cuerpo de Luciano. Hubo que reestructurar todo el guión. La gran ventaja del tiempo es que asienta, te permite madurar las ideas y profundizarlas. La película termina siendo la historia de una noche, la noche de la desaparición de Luciano. Termina siendo la historia de 5 años y 8 meses, que fue la búsqueda de Luciano. Y termina siendo también la historia de 10 años, el reclamo de conocer la verdad y que exista justicia. Hay varios niveles que se fueron entrecruzando y se fueron convirtiendo en línea de relato dentro de la película”, expresó.El codirector respondió si este documental sobre Luciano podía ser considerado como una película militante: “Sí, si consideramos cierta forma de contar y de narrar hechos. Es nuestra propia formación audiovisual la que nos lleva a acercarnos, y mucho, a cada uno de los personajes, pero manteniendo también cierta distancia para no perder objetividad. Nosotros no somos parte del grupo de Familiares y Amigos. Nunca fue nuestra intención serlo. Estaba claro que nuestro aporte iba a ser lo más riguroso, objetivo y cercano posible a la historia como manera de sensibilizarnos. Esa es la única forma de poder sensibilizar a alguien, sentirlo a la hora de narrar y contar”, manifestó Scavino, que trabajo esta película junto a Ana Fraile.El director de ‘¿Quién mató a mi hermano?’ tiene expectativas de que la película repercuta en el público, espera que sea muy vista y desea que pueda movilizar una causa que se encuentra paralizada judicialmente: “Como realizadores nos interesa y mucho que a la película la vea la mayor cantidad de gente posible, que se sensibilice con el tema, que se aproximen al tema mediante nuestra forma de mirar. Más que expectativa, es ir a ver qué reacciones produce. Es la primera vez que se va a ver en Buenos Aires. Estuvo proyectándose en un festival en Alemania (de derechos humanos en Nüremberg). En el marco del festival, es una muy grata sorpresa que esté en la competencia de Derechos Humanos. Es una linda oportunidad”, aseguró.En relación a cómo puede llegar a incidir en la causa Scavino expresó: “ojalá que pueda llegar a mover la causa. La causa está totalmente estancada. Cuando empezamos a hacer la película con Ana (Fraile), pensábamos en que ojalá esto tuviera impacto no solo a nivel nacional. Siempre intentamos proyectar esto fuera del ámbito local. Encontramos muchos casos en distintos lugares del mundo. Haciendo la película, por ejemplo, en noviembre de 2016, nos enteramos con que un estudiante italiano de la Universidad de Cambridge estuvo una semana desaparecido en Egipto, fue torturado y asesinado. Todo eso con unas similitudes muy próximas al caso de Luciano. Se trata del italiano Giulio Regeni.Si lográbamos hacer una película que tuviera repercusión iba a tener la posibilidad de ampliar y hacer resonar el caso en distintos lugares del mundo”, dijo Scavino, recuperando las primeras ideas alrededor de la película.Después del BAFICI, los directores planean continuar circulando el documental por festivales y luego sí impulsarla en el cine comercial para finalmente ofrecerla por internet: “Estamos dialogando con algunos distribuidores para poder definir con quién y en qué momento se verá en cines comerciales. Todavía queremos darle un poco de tiempo en el circuito festivales. Luego del estreno comercial, empezaremos a diseñar toda una estrategia a nivel internet o streaming. Tenemos muchas ideas y estamos barajando muchas posibilidades: llevarla a organizaciones de derechos humanos, acercarla a los chicos en las escuelas, entre otras. Esperamos que pueda tener una repercusión diferente y logre no solo concientizar a la gente sobre la temática, sino también que pueda llegar a movilizar la causa. Sería un gran aporte”, se esperanzó Scavino.‘¿Quién mató a mi hermano?’ podrá verse en el cine Multiplex de Belgrano el domingo 7 de abril, a las 17:25 horas, el miércoles 10 de abril, a las 16:55 horas, y el domingo 14 de abril, a las 15:10

La disputa es por las calles que van desde Defensa al 1000 hasta el 700. Los propietarios de negocios de antigüedades pretenden que los y la feriantes se vayan. La cooperativa El Adoquín (CTEP) firmó un acuerdo para regularizar a un grupo de feriantes, pero los propios miembros de la cooperativa se opusieron ya que de esa manera les sacarían el puesto de trabajo a otros feriantes que no forman parte de El Adoquín. Entre las personas afectadas está Mónica Alegre, la mamá de Luciano Arruga, que contó acerca del conflicto a Fernando Tebele y Pedro Ramírez Otero, en Radio La Retaguardia. Cuando decir NO a las injusticias se hereda de hijo a madre. (Por La Retaguardia)Foto: la feria de San Telmo recibe multitudes los domingos (Diaría El Día) “Hace tres semanas, ya casi va a ser un mes, que no trabajo. Somos 70 feriantes que prácticamente quedamos en la calle por un acuerdo que hizo la cooperativa El Adoquín, que en su momento nos asoció diciendo que dentro de la cooperativa podíamos pelear la legalidad de las calles donde trabajábamos”, comenzó Mónica Alegre explicando el inicio del conflicto. “Hace un mes se llamó a una reunión y se nos dijo que se había legalizado la feria. Fue una alegría muy grande. Se nos legalizaba en la calle Defensa al 700. A esa altura, hay una parte de la feria que está legalizada, se ven los tolditos de la Ciudad de Buenos Aires. Hay otra parte que tiene puestos, pero no están legalizados. Son feriantes, artesanos, que hace 15 0 20 años que están y que la vienen peleando como nosotras para tener la legalización”, contó Mónica y luego detalló: “La legalización que se nos daba era en Defensa al 700. Íbamos a tener un puesto legal, pero a esos feriantes se los iba a sacar de ahí. Hubo un enfrentamiento entre artesanos. Tuvimos que salir y dar la cara para decir que parte de El Adoquín no estamos de acuerdo. Queremos la legalización, no queremos trabajar por izquierda. Somos trabajadores y nos ganamos el mango honestamente. Somos 70 compañeros que quedamos sin cuadra y sin puesto. Estamos haciendo acampes todos los domingos, haciendo el aguante pacífico. Tenemos a la policía que nos amenaza con reprimirnos si tiramos paño”, expresó, intentanto resumir una posición ética y solidaria clara. Quieren ser legales, pero no a costa de que otras personas, que llevan en algunos casos mucho más tiempo que algunas de ellas en el lugar, se queden como ilegales en un escenario público de legalización.Durante el programa radial La Retaguardia, también participó Ana, otra feriante que está en la misma situación. “El conflicto está sucediendo. Domingo a domingo nosotros estamos defendiendo nuestro espacio de trabajo, que venimos ocupando hace más de 10, 15 o 20 años según la antigüedad de cada artista, artesano o manualista que haya llegado a la calle Defensa. La feria empezó a crecer desde la Plaza Dorrego hacia la zona de Plaza de Mayo. Las cuadras que están en conflicto en este momento son las calles más antiguas, el 1000, 900, 800 y 700”, señaló Ana y destacó que la imposibilidad de armar la feria también afecta a los negocios cercanos del barrio, como restaurantes, heladerías y otros: “Históricamente, el conflicto siempre fue con los anticuarios y no con los negocios para turistas porque ellos abren sus comercios en base a que los turistas vienen a la feria artesanal. En estos tres o cuatro domingos que venimos en conflicto y no podemos armar la feria, los locales tienen un 60% de baja del consumo ese día. A ellos también los afecta porque la feria atrae mucho turismo”, expresó.El verdadero motivo del conflicto es que los dueños de los negocios de antigüedades pretenden mantener la calle Defensa libre de feriantes para obtener más ventas, incluso a costa de la pérdida del puesto de trabajo de esas otras personas: “El conflicto siempre fue con los anticuarios, gente muy poderosa que por cuestiones más de clase necesitan la calle Defensa ‘limpia’ para hacer sus propios negocios. Son gente que tiene inversiones y su lucro en eso. Hace muchos años que lo sufrimos y lo enfrenamos. Todos esos años se mantuvo la feria mostrando su cultura, su arte, sus artesanías, productos que todas las semanas los artistas y artesanos hacemos con nuestras manos y con mucho amor para poder ofrecer en la feria los domingos. Los anticuarios son revendedores de objetos ya manufacturados”, apuntó Ana. Patear El adoquín En el polémico acuerdo firmado por Gabriela Olguín, presidenta de la Cooperativa El Adoquín, al que muchos miembros como Mónica y Ana se opusieron, se convino trasladar a los y las trabajadoras de la cooperativa hacia Defensa al 700, sacando de allí a los feriantes que históricamente ocupan esos lugares de trabajo. Además, se arregló desocupar la calle Defensa al 1000 para el beneficio de los comerciantes de antigüedades: “Este conflicto con los anticuarios lo termina zanjando este acuerdo nefasto que acepta El Adoquín. La solución para resolverle el conflicto a esta gente adinerada es enfrentarnos a los artesanos y trabajadores unos contra otros, aceptando ocupar el lugar de gente que no estaba dentro de la cooperativa. Quieren ocupar ese espacio que por derecho le corresponde a un artesano que está hace 10 años”, se solidarizó Ana, aun pudiendo tener un puesto de trabajo asegurado.Olguín firmó el acuerdo para garantizar la legalidad de la feria, pero artistas y artesanas/os se opusieron rotundamente porque no quisieron “ser legales” sacándole el puesto de trabajo a sus compañeros y compañeras. Según destacó Ana, no hubo una asamblea previa a la firma del acuerdo y se decidió sin consultarles. Ana expresó que seguirán resistiendo en el lugar, defendiendo sus puestos de trabajo: “Estamos luchando en el lugar. No nos vamos a ir. Creemos que es un derecho. No se le puede adjudicar un delito a la venta de arte y artesanías. Esa feria dio inicio a la feria que ocupa ahora el gobierno de la Ciudad del

Luciano Arruga nos pasa por el alma. No hay un día en nuestra vida como colectivo en el que no veamos su cara en el estudio de la radio. Su nombre se nombra en cada jornada de trabajo por alguna razón. Ninguna de las personas que componemos La Retaguardia lo conoció. Sin embargo, Luciano es esencial en la vida de casi todas, individual y colectivamente. No nos hace falta un aniversario para recordarlo, pero a la vez, cómo no recordarlo en un aniversario. Compartimos aquí el informe fotográfico de Agustina Salinas y Natalia Bernades, el audio del programa especial del viernes pasado con Vanesa Orieta, la transmisión especial que los medios comunitarios hicimos de la marcha y algunos videos de ese caminar juntos/as que fue gigante. En nuestra radio, desde las 11 hasta las 21, estará sonando 10 Años en 10 Horas, con material de archivo de todos estos años de impunidad, lucha, tristezas y alegrías. (Por La Retaguardia) DESCARGARPrograma Especial con Vanesa Orieta y Mónica Alegre DESCARGAR Transmisión de la marcha realizada por medios comunitarios, alternativos y  populares

La actividad de todos los eneros en La Matanza es particular. Hay muchas características que sólo se repiten en esa convocatoria y que la convirtieron en una referencia en varios sentidos. Es el evento militante no oficial más destacado del distrito, además de tener, en sus picos altos, un nivel de masividad inusitado. Es, además, un hito en la lucha contra el gatillo fácil y la represión estatal descargada sobre los sectores más empobrecidos. Decenas de familiares de víctimas encontraron allí el impulso para desarrollar actividades similares con el anclaje territorial que la caracteriza. (Por Medios Comuintarios, Alternativos y Populares*) El desafío de alcanzar la masividad y la atención mediática en una marcha que bien podría convocarse a Plaza de Mayo, pero sostiene la raigambre barrial que garantiza que no sólo se grita una denuncia política para el afuera, sino que se sacude la estantería en el propio foco de la peor violencia que Luciano Arruga sufrió antes de ser asesinado. Hay algo de toda esa decisión identitaria que remueve, sobre todo, a familiares de víctimas de la represión. Hay algo que los impulsa. Hay necesidad de estar ahí, y también de multiplicar.Algo de todo eso es lo que Vanesa Orieta, la hermana de Luciano, intentó poner en palabras en una de sus intervenciones: “Nos encontramos hoy acá en General Paz y Mosconi. En este lugar estamos concentrando para marchar hacia la plaza de 12 de Octubre, plaza y barrio donde Luciano pasaba gran parte de su tiempo. Estamos recordando el caso de Luciano como un ejemplo de una problemática que es la represión estatal y que se lleva  la vida de cientos de miles de pibes y pibas de los barrios. Intentamos a través de estas actividades generar una concientización, empezar a poder relacionar la problemática represiva con la problemática de inseguridad y que se empiece a entender que la inseguridad es y fue aprovechada por los diferentes gobiernos constitucionales para generar el miedo social, para instalar la figura de un otro peligroso que puede ser un trabajador que exige por su fuente de trabajo, su salario, el pibe de los Barrios, el referente de un pueblo originario y bueno, una vez puesta la mirada en esa figura peligrosa se avanza con medidas represivas que son las que venimos notando: los pedidos de bajar la edad de imputabilidad de los menores, el encierro de nuestros pibes y nuestras pibas cada vez más jóvenes, las torturas dentro del encierro o fuera en el barrio, dentro de la patrulla, las desapariciones forzadas… bueno, todas estas herramientas a pesar de que supuestamente vivimos una era democrática. Es un momento para sin duda ver que está muy mal la niñez y la adolescencia, que se está avanzando fuertemente con medidas represivas, pero sin perder la memoria y ser muy duros en nuestra mirada con relación al rol que tuvieron los diferentes gobiernos constitucionales que han logrado que se naturalice la muerte de nuestros pibes y nuestras pibas de los barrios.”La lista ya supera los cinco mil nombres. Es un fuerte anhelo que ese número de familias sea el que un día se encuentre reunido. Mientras tanto, la actividad de enero en La Matanza es un semillero de organización para las historias que hoy salen a la calle. Diego Ávalos La marcha recorrió poco más de veinte cuadras para llegar a la plaza Luciano Arruga. Durante esa etapa de la convocatoria, en la que las columnas e independientes ocupaban una fila de gente de siete cuadras atravesando Lomas del Mirador de punta a punta, el micrófono del camión de sonido estuvo abierto para familiares de víctimas. Desde ahí, desde la cabecera de la movilización, de cara a las primeras banderas, las más improvisadas, con letras imperfectas, las que nombran a pibes adolescentes, habló el papá de Diego Ávalos: “Mi hijo fue fusilado por José Pérez Buscarolo de Hurlingham, subcomisario de la Policía Federal. En mayo, del 2 al 8, serían los días del juicio. Espero que nos acompañen y muchas gracias a todos”. A veces alcanza con esbozar las respuestas de las famosas 5W, (qué, cuándo, dónde, cómo y por qué) aunque el porqué puede no ser más que un signo de pregunta. A veces se necesita más tiempo, más llanto, más aliento. Julián Antillanca Ayelén, la hermana, contó: “A mi hermano lo mataron el 5 de septiembre de 2010 cuatro policías a la salida de un boliche. Intentaron desaparecer el cuerpo. Lo tiraron frente a la casa de unos pibes que tenían antecedentes para desviar la investigación y en 2015 se condenaron a cadena perpetua a Solís y Abraham, dos de los cuatro que lo mataron. La cabo Soledad Córdoba quedó absuelta y el comisario también. Fue en Trelew, Chubut. Es importante estar acá, visibilizar y acompañar a la familia y amigos de Luciano, por el contexto que estamos viviendo, cada vez peor, con relación a los pibes de los barrios y el ajuste brutal que está llevando el gobierno neoliberal. Después del asesinato de mi hermano hubieron muchísimas denuncias. Mataron a Castaño, a un testigo de una golpiza, de una violación, a Almonacid lo violaron en la comisaría 2da. El asesinato de mi hermano fue un homicidio de clase: era negro, pobre, mapuche, y creían que nadie iba a ser nada por él. Lo que quisieron hacer para entorpecer tenía que ver con eso: quién iba a reclamar a este negrito”. Santiago Maldonado Verónica Heredia, abogada de Sergio y Andrea (hermano y cuñada de Santiago), se refirió a la dimensión de la problemática: “La máquina de hacer desaparecer comienza con la fuerza de seguridad, con la policía, un gendarme  prefecto, pero solamente se puede obtener una desaparición forzada, una tortura, si hay un poder judicial que avala esos hechos. Por un lado la fuerza de seguridad que es el brazo armado, y luego el poder judicial que garantiza la impunidad”. Marcos Acuña Inés, su mamá: “A mi hijo lo mató el prefecto Juan José Silva de un tiro en la espalda

Como cada año, cuando llega la fecha para marchar por Luciano, medios comunitarios, alternativos y populares, confluimos para realizar una cobertura conjunta. Aquí la crónica de la marcha, con testimonios recogidos durante la transmisión radial. (Por Medios Comunitarios, Alternativos y Populares*) Entre todas las angustias con las que cargan los Familiares y Amigos de Luciano Arruga, durante la semana una les significó un peso que podríamos considerar casi banal: “¿Qué hacemos si llueve el sábado?”, se preguntaron casi a coro. Algo estaba claro y era que la lluvia no los iba a parar. No los frenó el poder del Estado desaparecedor en todas sus formas, mirá si una tormenta podría hacerles caer al piso. Para variar, el pronóstico del tiempo falló. Pero no fue el único intento de anticipo que evidenció errores de cálculos. “Es enero”. “Hace mucho calor”. “Es lejos, lo tendrían que hacer en la Plaza de Mayo o en el Congreso”. Estas y otras frases que anunciaban una marcha floja, parecieron haber sido forjados, de tan errados, en el Servicio Meteorológico. La Matanza, y en particular Lomas del Mirador, tembló el sábado durante toda la tarde, en una marcha que se mostró por avenidas visibles en el comienzo para luego meterse en la 12 de Octubre, el barrio donde vivió Luciano Arruga y en el que aún permanece parte de su familia.La cita fue en Av. Gral. Paz y Mosconi. Un puente separa allí algo más que dos distritos. Del otro lado de la circunvalación que divide Buenos Aires Provincia de Buenos Aires Ciudad (expresado de una manera muy PRO), Mosconi se convierte en Emilio Castro. Las cervecerías de moda y los restoranes chetos cambian la fisonomía por completo. Pero estamos del otro lado. En todo sentido. Y ese otro lado no es cualquier lugar. Vanesa Orieta, la hermana de Luciano, lo contó mejor que nadie en el comienzo de la transmisión radial conjunta de los medios comunitarios: “Nos encontramos hoy acá en General Paz y Mosconi. Para nosotros es un lugar que nos recuerda el 17 de octubre del año 2014, que es el momento en el que logramos encontrar los restos de Luciano”. No sorprende encontrarse allí con Pablo Pimentel, referente de la APDH de La Matanza, el primer organismo de derechos humanos que le abrió la puerta a Vanesa. Pimentel remarca lo que es evidente: hay un antes y un después del día que Luciano dejó de ser un NN enterrado en el cementerio de Chacarita. “Ahí empieza una nueva etapa, lo que es el 17 de octubre de 2014, y a partir de ahí la realidad es que si no habla la gente que vive sobre esta colectora y denuncia y cuenta lo que pasó esa madrugada cuando a Luciano lo obligan a bajar de un patrullero y lo obligan, como a Ezequiel Demonty, no a cruzar el Riachuelo sino a cruzar una autopista… es lo que todavía está impune, es lo que todavía hay que investigar y debe ser juzgado”. La marcha arranca cuando el camión, que oficiará también de escenario, dobla desde la colectora hacia Mosconi. “Bienvenidos al Partido de La Matanza”, dice un cartel que quedará más tarde en clara minoría entre los pasacalles y los carteles que rápidas brigadas irán colgando en los postes, subidos unos/as a los hombros de otros o a una escalera, lo mismo da. Carteles con las caras de Rafael Nahuel, Santiago Maldonado, Daniel Solano, y tantas otras víctimas de la represión estatal.Pimentel hace balance: “10 años que han sido de una búsqueda y lucha intensa de parte primero de los familiares, de los amigos, y de los organismos que a primera hora nos vinieron a ver y nos pusimos a disposición. Mucha indiferencia de parte de la justicia, una cantidad de hechos que han subestimado a la familia, como las escuchas telefónicas; cuando la causa se federaliza toma otro tono y pudimos demostrar que cuando el Estado se hace presente con todo sus actores, utilizando la figura del habeas corpus dio resultado. Ojalá que quienes tienen que ahora hacer justicia reúnan todos los elementos que necesitan y los responsables de lo que sucedió, empezando por los responsables políticos, que se lo dijimos en ese momento cuando nos reunimos con el gobernador. Desde Daniel Scioli para abajo tendrán que hacerse cargo de la policía que formaron, la que no cuidaron, y la que reclutó a jóvenes (entre ellos a Luciano). La negativa de un joven a robar para la Policía es la condena de muerte o que lo empapelen y vaya a una cárcel. La reflexión es que ahora tiene que haber una verdadera justicia, que los responsables materiales e intelectuales vayan presos”. Entre las banderas de las organizaciones sociales y políticas hay una que sobresale. No por tamaño ni por colores, sino porque tiene la cara de Luciano como emblema. Es la columna de La Poderosa. Nacho Levy explica que no están ahí por la muerte de Luciano, sino, más que nada, por su vida: “La vida de Luciano Arruga, que a nosotros nos acompaña en cada uno de nuestros barrios, en cada una de nuestras asambleas, todos los días del año desde antes de que nos conociéramos, cuando Luciano estaba vivo resistiendo contra lo mismo, contra lo que resisten nuestras ranchadas: negándose a robar para la policía e intentando dar cuenta de cómo funciona la inseguridad auspiciada por las fuerzas de seguridad dentro de nuestros barrios. Hasta el día de hoy que Luciano está en el pecho de todos nosotros en esta marcha y en todas las marchas. Porque con Rodolfo Walsh y Juana Azurduy forman el logo de La Poderosa y no por casualidad, no porque sea un símbolo, no porque sea un homenaje, sino porque es la verdad. Nosotros somos una organización que surgió de las barriadas y de los conocimientos que los movimientos populares forjaron en su resistencia. No salimos de una universidad y aprendimos a jugar al fútbol hombres y mujeres con los parámetros que había escrito Paulo Freire

Ese día de 2014, los Familiares y Amigos de Luciano Arruga se enteraron de que el joven estaba enterrado como N.N. en el Cementerio de Chacarita. Mónica Alegre, la mamá de Luciano, asegura que le resulta muy difícil poner en palabras lo que sintió ese día: “Para mí fue un triste despertar, es perder las esperanzas porque hasta ese momento yo tenía esperanzas. Cuando a mí me vinieron a buscar me fui a preparar y pregunté cómo está mi hijo, y fui a arreglarme porque quería que me vea bien. Es darse cuenta, porque a veces las madres no entramos en razón, y no nos queremos dar cuenta de la realidad. Creo que lo mismo le pasó a la mamá de Santiago, ella tuvo esperanzas hasta que bueno, el 17 de octubre le pusieron el cuerpo de su hijo ahí, como a mí me lo pusieron en la General Paz. Con Luciano tuvieron más tiempo, 5 años y 8 meses, para borrar rastros porque no se pudo ver nada, porque no se encontró nada, yo encontré solamente restos óseos. Con Santiago no tuvieron tanto tiempo porque fue un caso más visible, la misma gente los estaba apurando, tenían que hacer las cosas muy rápido. También creyeron que lo hicieron bien. Todos sabemos que a Santiago lo mató Gendarmería y pusieron el cuerpo ahí. Que haya gente que sea estúpida y no quiera ver la realidad, por conveniencia, por cobardía, por lo que quieras, pero la gente que estamos en esto y sabemos lo que le pasó a Santiago lo vamos a decir, se nos va a ir la vida diciendo que a Santiago Maldonado y a Luciano Arruga los mató a policía y los desaparició el Estado. Y vamos a decir que todos los gobiernos matan y el Estado es responsable”. Como cada sábado después de aquel 17 de octubre de 2014, en la Plaza del barrio o en el Espacio para la memoria, el nombre de Luciano dispara actividades y pensamientos. Ayer no fue la excepción. (Por La Retaguardia)