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Luciano Arruga

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A 1 año de la aparición del cuerpo de Santiago Maldonado en el Río Chubut, su hermano Sergio conversó con Fernando Tebele y Víctor Basterra en el programa Oral y Público de Radio La Retaguardia. Otro 17 de octubre, pero del 2014, también se supo que el cuerpo de Luciano Arruga estaba enterrado en el cementerio de Chacarita como NN. ¿Casualidad del calendario o mensaje mafioso? (Por La Retaguardia)Foto: Sergio Maldonado el primer 24 de marzo sin Santiago (Archivo: Natalia Bernades/La Retaguardia)El hermano de Santiago Maldonado ya no tiene la alta exposición a la que estaba obligado el año pasado en la disputa de sentido contra el gobierno, que contaba con la compañía inestimable de varios de los medios de comunicación más masivos. Aquel hombre triste por la desaparición forzada de su hermano, pero además enojado por el trato que en general le daban esos medios a la noticia, esta vez habla casi sin necesidad de preguntas. “Perdón, estoy haciendo catarsis”, dirá en algún momento de su participación en Oral Y Público, por Radio La Retaguardia.-Fernando Tebele: La misma fecha para la aparición del cuerpo de Santiago y la identificación de los restos de Luciano Arruga. Tendemos a pensar que no fue casualidad… -Sergio Maldonado:  Cuando apareció el cuerpo lo primero que le dije a Vanesa (Orieta, la hermana de Luciano Arruga) es que las fechas iban a ser muy pesadas, emparentadas en el mismo dolor. Parece un mensaje mafioso. Justo el día de la lealtad peronista, pareciera que dicen ‘el desaparecido acá lo tenés, te lo entregamos’, como si se tratara de desapariciones que fueran por políticas partidarias. Cambian los gobiernos y es la misma historieta. En el caso de Santiago, fue el mismo día. Nosotros sabíamos 4 días antes que se iba a hacer ese rastrillaje. Teníamos que guardar el silencio para que no fuera mediático. No sabíamos que nos iban a estar esperando de la manera tan evidente como en la que apareció el cuerpo. No apareció el día anterior, ni el 18. Justo ese mismo día, a las 14:30, cuando yo ya me estaba yendo, enfrente de todos. En el caso de Luciano –la más autorizada para hablar del caso es la familia-, si vos sabés que lo estuvieron buscando 5 años y 8 meses y apareció enterrado en una tumba como NN, la verdad que es sospechoso. El único que tiene la facultad para lograr eso es el Estado. No lo puede hacer un particular. Es el Estado amparado con todos esos fascistas que funcionan en distintos lugares para poder hacer lo que alguien de arriba les va diciendo que hay que hacer. Policía, Gendarmería, Prefectura, todos dependen del mismo Ministerio y eso también en complicidad con la justicia y el sector político que lo respalda. Yo no creo en eso de que no saben nada. Tienen todo. Hay muchas cosas que dan bronca por cómo se repiten.-Fernando Tebele: ¿Cómo vivieron como familia este 17? -SM: Fue un día para rememorar todo eso. Mucha tristeza y reflexión. Fue como teletransportarnos. Nos quedamos con Andrea (Antico, su compañera) solos en casa. Hay sentimientos que son inevitables de transitar en ese día. Tratamos de resolver situaciones y preguntarnos cosas acerca de ese día; por qué el perro buscador de cadáveres no ladró, por qué tanta ansiedad en querer sacarlo de ahí (al cuerpo, una vez hallado). Muchas cosas, que si yo volviera el tiempo atrás las tendría en cuenta. Con el diario del lunes es más fácil. En ese momento, con las defensas bajas y la tristeza, encima sin saber si era Santiago o no era Santiago, es muy abrumador. Nosotros no pusimos un médico perito de parte en la autopsia. Quedamos tan golpeados que nos agarró desprevenidos. “55 peritos dijeron que murió ahogado”, decían, pero nosotros no tuvimos un médico de parte en la autopsia. Tuvimos un antropólogo. Quedamos tan shockeados y descolocados que nos pasó por arriba la situación. Tampoco fueron 55 los peritos. Si yo recapitulo y empiezo a ver… ¿cómo no sospechamos?, ¿cómo no asocié la fecha? Muchas cosas nos pasaron por arriba sin darnos cuenta. Tal vez podríamos haber actuado distinto. Una vez que pasa es fácil analizarlo. El tema es estar ahí y resolverlo en el momento. El que tiene toda la facultad para actuar de esa manera y sabe dónde entrarte es el Estado, ¿fueron a buscar un cuerpo y no tenían una red para sacarlo? Por otro lado, tengo conocimiento de que el médico estaba buscando una bolsa mortuoria a las 9 de la mañana. Ese mismo médico que vino y se hizo el amigo, es el que le sacó una foto en la morgue, la filtró y la difundió. Hoy sigue siendo médico en el hospital de Esquel. Hay un montón de cosas así que son sospechosas. Yo no creo en nadie. -FT: Vos repasás la secuencia y reafirmás que el cuerpo no estaba ahí. -SM: Yo no digo que lo plantaron porque no tengo las pruebas. Simplemente digo que el cuerpo no estaba ahí. 3 días antes había ido Verónica (Heredia), nuestra abogada, y el cuerpo ahí no estaba. Los rastrillajes los hizo el propio Estado en el mismo lugar y el cuerpo no estaba ¿Por qué no fuimos directamente a ese lugar a buscarlo? Nos hicieron ir 11 cuadras para arriba. Hay algo simple. El cuerpo tiene signos de crioconservación, dice la autopsia. Crioconservar un cuerpo se logra a 80° bajo cero. Por otro lado, me dicen que la temperatura del Río Chubut es entre 3° y 6°. No hay mucho para ir analizando sabiendo que la única forma de crioconservarlo es artificialmente. No hay un río que tenga esa temperatura. Así como esa, hay varias para analizar en la autopsia. Cuando nosotros presentamos el pedido de la ampliación fueron rechazados ¿Por qué me dijeron que tenía polen? Si pasó tantos días en el agua el polen no lo tenía pegado en la ropa. Hay muchas cosas que no concuerdan. Estamos con una fiscal (Silvina Ávila)

María Viera, mamá de Fabián Gorosito, ofreció una conferencia de prensa para denunciar más amenazas y ataques que sufrieron testigos del juicio por la muerte de su hijo a manos de 11 efectivos de la Policía Bonaerense, en 2010, en Mariano Acosta (Merlo). Esta vez el hecho más grave fue la golpiza y el intento de secuestro de Daniel Mancini, que ya aportó su declaración en la causa. (Por Colectivo de Medios Populares*) Foto: María Viera, con el brazo en el pecho, junto a otras mamás que la acompañaron. (Juan Cicale) María Viera está lista para una nueva jornada del segundo juicio por el crimen de su hijo. Pero esta mañana convocó a los medios de comunicación para volver a contar una serie de amenazas contra testigos y familiares de Fabián Gorosito, que fue asesinado el 15 de agosto de 2010 tras una feroz golpiza en la comisaría de Mariano Acosta. “Estamos acá en una nueva audiencia del juicio y también para denunciar las amenazas que vengo sufriendo. Es impresionante cómo liberan la zona. Con tanta impunidad. Es increíble. Es muy grave, podría haber tenido un muerto y nadie hace nada. La madrugada del viernes para el sábado, una camioneta me chocó la reja de mi casa a las tres de la mañana. Pasaron diez minutos y se fue. Nosotros vivimos con Mancini a cuatro cuadras de diferencias. A las tres y media me llama y me avisan que había parado una camioneta. Bajaron dos personas, le pegaron culetazos a Mancini y tiraron tiros al aire. Se metieron a dentro de la casa y tirotearon adentro. Se subieron a la camioneta y se fueron. Mancini tuvo que ser internado en el hospital por la gravedad de los golpes. Él no puede tener golpes en la cabeza porque tuvo un accidente grave y tiene placas metálicas dentro. Todo el mundo lo sabía”, relató Viera. Daniel Mancini es una de las personas que dio testimonio acerca de las torturas que él mismo sufrió de parte del mismo grupo de policías, apenas unos días antes del crimen de Gorosito: “El testificó que tres días antes del asesinato de Fabián, los acusados les hace un allanamiento ilegal, los torturan, los encierran y llevan en la Comisaría 1ª de Merlo. Lo hicieron porque querían saber qué era lo que hacía Fabián. Ellos están vivos porque estaban juntos”.Viera muestra preocupación: “Es increíble cómo los efectivos policiales, compañeros de los acusados, liberan la zona. Están dispuestos a todo. Necesitamos denunciar porque esta situación no da para más. Necesitamos que nos escuchen. Tranquilamente podría haber habido un muerto. El jefe de la custodia se nos reía. Y decía que estaba en mi casa y no era así”.La acompañaron varias mamás que perdieron a sus hijos por el accionar de las fuerzas de seguridad del Estado, que se vienen organizando alrededor de la Marcha Nacional contra el Gatillo Fácil. Una de las referencias de ese espacio es Emilia Vasallo, la madre de Pablo “Paly” Alcorta. “En el juicio se vienen viviendo cosas bastante parecidas a esto, el amedrentamiento de la misma policía, en los pasillos, en los baños. Porque cuando salimos de las audiencias, o cuando se hace un cuarto intermedio, compartimos los baños con la policía que está siendo juzgada, con sus familias, donde amenazan a María. María comentaba que el otro día entró al baño y le dijeron ‘ahora vamos a ver qué pasa’, la insultan, todo puertas para adentro del baño, cosa que no haya ningún testigo. Está bastante jodido, y después lo sucedido. Sabemos que hay impunidad. Estos hechos no son los primeros, pero son de extrema gravedad”. Vasallo contó que hubo disparos y que quisieron llevarse a Mancini: “Lo golpearon y dispararon, llevándose las vainas servidas. Anteriormente quisieron entrar en la casa de María con la misma camioneta con la que después lo quisieron secuestrar,  porque lo quisieron subir arriba de la camioneta. Lo quisieron secuestrar y llevárselo. Diez minutos antes estuvieron en la casa de María chocándole el portón y acelerando, como diciéndole ‘acá estamos, si queremos entramos y te matamos’. Después esa camioneta se vio en la comisaría de Mariano Acosta en la 6ª, donde fueron torturados esos mismos pibes en agosto de 2010. La custodia policial que tendría que tener todos es la misma policía de ahí. Hoy no sé qué pasará cuando el tribunal se entere de esto, y yo le decía a María lo que te conviene hacer es pedirle al juez la palabra y decirle todas las cosas que están pasando, a viva voz tuya, defenderte vos, decir vos lo que está pasando”, recomendó Vasallo.La mamá de Paly Alcorta destacó la fuerza que les da caminar juntas: “Desde el espacio de la organización de la marcha venimos acompañando a María desde siempre y a todos los familiares. María es una persona que en su primer juicio estuvo muy sola y hoy por hoy se ve rodeada de todos los compañeros, de todos los militantes, de todas las organizaciones, y la verdad que más allá del miedo que tiene, porque le otro día me decía ‘Emi, tengo miedo, tengo mucho miedo, sé que están todos pero sigo teniendo miedo, tengo miedo por mi vida, por la de mi hijo. Por mi vida no me importa pero mi hijo, mi hija, mis nietos’. Apenas nos enteramos de lo que pasó corrimos todos para la casa de María, no solamente los familiares sino que varias organización también. Es lo único que nos queda; si no nos organizamos nosotros, si no nos cuidamos y salimos a pelearla nosotros, en un sistema injusto, qué justicia o qué defensa podemos tener”.También acompañó a Viera Mónica Alegre, la mamá de Luciano Arruga, secuestrado y desaparecido por la bonaerense el 31 de enero de 2009. “Acá, bancando a María, tratando de darle fuerza en esta difícil situación que le está tocando vivir.”, comenzó Alegre. “No es nada nuevo lo que está pasando, lo que quieren es haciendo esto que las familiares retrocedan, den un paso atrás,

Ayer se realizó la 4° Marcha Nacional contra el gatillo fácil. Compartimos una crónica de la más numerosa, que caminó desde Congreso hasta la Plaza de Mayo. La convocatoria también se extendió a Bariloche, Córdoba, Chubut, Mar del  Plata, Mendoza, Misiones, Rosario, San Juan, Santiago del Estero, Tucumán y General Roca. (Por Colectivo de Medios Populares*) El sol entibia este invierno atroz. Son las 16 y el Congreso es testigo de una nueva marcha que nacerá hacia la Plaza de Mayo. Pero no será una marcha más. Ver la cabecera ya denota varias particularidades, difíciles de ver en otras situaciones similares. La primera línea es bien ancha. Va de vereda a vereda. Es horizontal. Nadie se aprieta contra la otra para que no la dejen atrás. Todo lo contrario; hay alguien, siempre, que abraza a la de al lado y la coloca a la par. Eso hace Roxana Cainzos, la mamá de Nehuen Rodríguez, con Ivonne, la madre de Juan Pablo Kukoc, el joven al que mató el nuevo héroe de la mano dura: el policía Luis Oscar Chocobar, que volvió a sus funciones la semana pasada. Ivonne apenas habla. Está viviendo su primera vez con otras mamás desesperadas, tristes y alegres a la vez. Son todas mujeres, apenas interrumpidas por algún papá. No es que no haya padres en la marcha, solo que están en otro lugar. La primera línea es de ellas, porque son las que nos trajeron hasta acá.  Las que alzaron sus voces. Van a encender sus gargantas. Van a reventar el cuello a grito puro. Llorarán y sonreirán al mismo tiempo, formando en sus rostros un arcoíris donde convivan los colores más grises y los más esperanzadores.Vienen trabajando para que esta marcha sea posible desde hace mucho. Varios meses les llevó poder organizar a pulmón todos los imponderables que hay que pensar antes de lanzarse a la calle. Saben que es un lugar de encuentro, donde tantas otras madres y familiares podrán contar por primera vez su caso. Esa fuerza de la unidad las moviliza para semana tras semana juntarse, armar una rifa, contactar a medios, a organizaciones, a quienes puedan darles una mano. Saben que lo principal es que son ellas las que van a bancar la parada, las que irán al frente sin que nadie pueda arrogarse un lugar de privilegio en esta lucha. No lo hacen movidas por el ego o el reconocimiento, sino por un sentimiento más profundo y duradero, que las arrasó desde el día en que supieron del asesinato de sus hijas y sus hijos: el dolor. Ese llanto compartido, que las hermana, tanto en las casas como en las marchas, como en este escenario instalado frente a una Casa Rosada enrejada y lejana. “Yo pensé que era la única que sufría esto, y hoy me enteré de tantas que pasan por lo mismo”, dirá una madre abatida, pero fortalecida al mismo tiempo por estas hermanas de lucha que le han nacido. “No sabía que eran tantos, voy a luchar por mi hermano y por todos” se escuchará de la boca de un hermano que recién llega a este camino y que ya se siente parte de una perdida que se vuelve colectiva. “Siento el dolor, como el del parto con que lo traje al mundo” dirá otra madre ya moldeada por la lucha, que será sostén en el escenario para otras que por primera vez han venido. Esos cuerpos se mezclan, abrazan, besan, palmean, gestos de un amor fraterno que invade esta marcha, tan distinta a todas las que hayamos transitado. Aquí no hay jetones ni discursos moldeados, ni separación partidaria ni gritos que tapen voces. Esta cofradía se ha unido en la búsqueda de justicia, intentando que no haya ni un pibe ni una piba menos a manos de las fuerzas represivas. Sí hay algunas que se han puesto la movida a los hombros; y otras, como Mónica Alegre, la mamá de Luciano Arrruga, que ocupan un lugar de cierta antigüedad en la referencia que no les impide agradecer a quienes cumplieron el rol de organizarse y luchar para que otras madres no pasen por este infierno que el Estado les ha impuesto. Igual que aquellas otras Madres que durante la última dictadura cívico-militar-eclesiástica salieron a la Plaza a denunciar el genocidio. Nora Cortiñas se hará presente y unirá en un solo grito a las/os 30000 con las/os más de 5000 que han muerto merced al “gatillo fácil” desde la recuperación de una democracia que no deja de ser cruel e insuficiente. Junto al grito final tres veces repetido de “¡Venceremos!”, que no hace más que rejuvenecer a la mujer de pañuelo blanco que viene en silla de ruedas directo del Hospital Posadas, donde fue a atenderse pero a la vez a solidarizarse con los/las trabajadoras, a seguir luchando. Su ejemplo se engrandece tanto, como para llenar de fuego el alma de estas madres y familiares que hoy piden por las víctimas de este genocidio silencioso y extraoficial. Por eso Emilia Vasallo no duda en bajarse del escenario para alcanzarle el micrófono, para abrazarla, quizá para preguntarle cómo se hace para ser como ella, y a la vez sobrevivir a la ausencia de un hijo. Siempre arranca sonrisas Norita. Siempre. De Isabel, la madre de los Jones Huala, a Alberto, el padre de Darío Santillán, de la madre de Sebastián Bordón, al hermano del “Bocha” Rego, las historias se entrecruzan en este escenario popular, logrado a pulmón, sostenido por la militancia, con plena y orgullosa autogestión, como bien aclaró alguna madre a su turno. No queda familiar sin pasar, sin hacer escuchar su voz, sin compartir su historia. Van a hablar todas las que se animen. Y alguna que no, pero que será animada oportunamente. Será quizás la primera o la vigésima vez que nombre a quien las fuerzas represivas han asesinado. Sabe que esta vez es diferente, que este espacio lo han conquistado ellas y ellos, que nadie les regaló nada y que deben estar más

El dolor nunca pasa, qué duda cabe. Pero el tiempo, que no cura ninguna herida, hace algunas cosas buenas. A veces, unas pocas, y no por sí mismo sino por la lucha, trae justicia. El paso del tiempo también, más tarde o más temprano, nos hace conocer a las madres. 10 meses pasaron y Estela, la mamá de Santiago, que ya había participado de marchas, esta vez sumó además su voz leyendo una poesía, acompañada en el escenario solo por familiares de desaparecidos: su hijo Sergio; Nora Cortiñas y Taty Almeyda (Madres de Plaza de Mayo LF), Rubén, el hijo de Jorge Julio López y Mónica Alegre, la mamá de Luciano Arruga.Radio Zona Libre (la radio de Familiares y Amigos de Luciano Arruga, que bien conocen estos procesos) y La Retaguardia, viajaron a 25 de Mayo para realizar una transmisión y cobertura especial de la marcha. Aquí compartimos un fotoinforme, video y el audio del programa especial realizado por Natacha Bianchi desde 25 de Mayo, y Matías Bregante, Rodrigo Ferreiro y Fernando Tebele desde la CABA. (Fotoinfotme de Agustina Salinas para La Retaguardia)   DESCARGAR

Detrás de cada abrazo hay una historia. Aquí reflejamos el momento del abrazo entre la mamá de Luciano Arruga y el hermano de Santiago Maldonado, a través de dos fotos y unas pocas palabras. (Texto de Fernando Tebele y fotos de Agustina Salinas y Natalia Bernardes para La Retaguardia) Son muchos los momentos o las imágenes con las que se podría contar lo que sucedió el sábado 27, en el corazón de la 12, el barrio en el que vivía Luciano Arruga y donde todavía vive parte de su familia. Voces, abrazos, gritos, testimonios. Es difícil seleccionar. El momento elegido es solo uno de tantos. No pretendemos que aparezca como el más importante, pero tiene su historia. Hace algunos meses, acompañamos a Mónica Alegre, la mamá de Luciano, a la Ronda de las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora. Habíamos pautado unos días antes un encuentro con Nora Cortiñas, la Madre de todos y todas, luego de la Ronda de cada jueves. El objetivo era que quedara reflejado en la película sobre Luciano que está filmando Ana Fraile, ese encuentro de dos Madres desconsoladas y luchadoras por igual. Ese mismo día se supo que se sumaba a la Ronda Sergio Maldonado, el hermano de Santiago. Mónica no lo conocía, pero quería conocerlo. Llegamos un poco tarde, porque ella tenía un turno en el Hospital de José León Suárez para obtener unos anteojos bonitos a un precio que pudiera pagar. Fue a las 6 de la mañana y recién se liberó a las 15, pero esa es otra historia. Arrancamos para la Plaza de Mayo. Cuando llegamos, ya todo era un desborde. Medios tradicionales abalanzados sobre Sergio y Norita; algunos alternativos también, por cierto. Mónica, indignada, se mantuvo al margen. Pasó esa jornada sin que se acercara a Sergio. “Cuando yo le dé un abrazo, no va a ser para la foto, será entre nosotros”. Pero volvamos al sábado. Se cumplen 9 años sin Luciano y Sergio apareció en la Plaza de la 12 para ser parte de la jornada. Con timidez, dijo, cuando le pidieron que hablara, que solo vino a saludar a la familia. Lo dijo en el marco de una Asamblea de Familiares de víctimas de la represión del Estado que, en acuerdo con la familia de Luciano, no registramos. Fue bien diferente lo que sucedió luego, en comparación con aquella jornada relatada. Sergio, otra vez, no pasó un segundo solo, pero esta vez quienes se acercaron fueron en general familiares de otras causas que lo querían conocer. Había comunicadores, pero no acoso. Nosotros estábamos en plena transmisión de medios comunitarios, alternativos y populares. Nosotros fuimos, esta vez, Radio Zona Libre, La Retaguardia, Radio Presente, Radio Sur, Espantarrejas (de FM Riachuelo), La Colectiva, Dtl!, La Tribu, FM en tránsito, Antena Negra. Sergio y Mónica se cruzaron ahí. Una mesa llena de computadoras, consolas y micrófonos nos separaron de la escena; solo eso. Pasó ahí, como podría haber sido en cualquier otro lugar de la Plaza. Pero sucedió a cinco pasitos, a un simple susurro de distancia. Se abrazaron. Se hablaron en los oídos. Lloraron. Se sonrojaron. Hubo caricias de madre. “Identifico mucho el proceso de Mónica con el de mi mamá. Mi vieja está ahí, pero todavía no puede hablar. Lo mismo le pasó a Mónica”, nos dijo hace unos días Sergio. Será por eso que él respondió a las caricias de madre con amor de hijo. No sabemos qué se dijeron. Fue un momento tan intenso como íntimo. Nadie ni nada los interrumpe. Habrán sido 5 minutos. No pudimos sacar los ojos de la escena, pero nadie se interpuso. Fue un momento irrepetible. Pudieron tenerlo, como Mónica quería. Y si bien hubo fotógrafos/as que clickearon justo, el encuentro no fue para la foto, fue solo para ella y él. Bien distintas una escena y la otra. Diferentes lógicas entre el periodismo para la picadora de carne y la comunicación popular.

Es imposible contar aquí todo lo que escuchamos y vimos. Es imposible. Fueron incontables los testimonios en la jornada a 9 años de la desaparición de Luciano Arruga. Cada nuevo evento trae consigo a nuevas familias de nuevos lugares del país, por eso es que el clima se debate entre historias desgarradoras, de dolor y bronca, y lugares de encuentro con una valía inconmensurable. Sergio Maldonado y Mónica Alegre, pero también las madres de víctimas de gatillo fácil haciendo trencito al ritmo de las Kumbia Queers y los niños y niñas prestándose a los juegos de Anda Calabaza. Por eso es una cobertura difícil que llevamos adelante Radio Zona Libre, Radio Presente, Radio Sur, Espantarrejas (FM Riachuelo), La Colectiva, Dtl!, La Tribu, Antena Negra, FM En Tránsito y La Retaguardia. Acá compartimos sólo una mínima parte de los testimonios que se oyeron a lo largo del día, tanto en la transmisión radial de la actividad como en el escenario y las distintas asambleas, y el registro fotográfico de Laki Pérez, y Agustina Salinas y Natalia Bernardes de La Retaguardia. (Por *Medios comunitarios, alternativos y populares) Sergio, hermano de Santiago Maldonado La presencia del hermano de Santiago generó que muchos familiares quisieran conocerlo, sacarse una foto con él y con Andrea Antico, su compañera. Que quisieran contarle el caso de su familiar, o simplemente darle un abrazo. En su intervención durante la Asamblea de familiares, Sergio aclaró que venía a acompañar y que no había preparado qué decir. Sin embargo dijo mucho en pocas palabras: “A todos nos une por ahí el mismo sufrimiento, y es algo que el que lo puede entender es al que le pasó. No por lo que te dicen, o por lo que se puede imaginar, o sea todo el proceso va por dentro. Yo, personalmente, estuve 5 meses muy arriba y no tuve tiempo de asimilarlo. En este último mes, como que me cae la realidad. Me la paso llorando, siento mucha tristeza.  Y su vez siento que a veces nos tocan cosas y no las podemos evitar. Hoy venía en el avión y venía pensando en Luciano, que tendría por ahí 25 años. Con tan solo 16 años plantarse en una situación, y decir no va más, y ponerle el cuerpo. Yo me ponía en el lugar de Vanesa y debe ser…, o sea no debe ser, es doloroso. Pero también uno siente un orgullo de ese hermano, cuantos Lucianos por ahí él salvó; sí que lo vemos desde ese punto de vista. Puso el cuerpo para algo, para una causa, él dijo basta. Por ahí es difícil que a una madre, me pasa con mi vieja, no lo entiende y no le importa el haber dicho que no. Pero es una persona que pone el cuerpo para que otros no pasen por lo mismo, y tenemos que aprender de todo eso. Y parece que fuera el último, y después viene otro. Y ahora lo último que es Rafa (por Rafael Nahuel). Simplemente hay que acompañar, y estar juntos. Los políticos van y vienen, los gobiernos cambian. Y al que le reclamamos hoy, y el que nos apoya hoy, seguramente va estar dentro de un par de años. Y dentro de un par de años le golpearemos la puerta y seguiremos reclamando. Y a veces la justicia es así como lo que me tatué acá (y muestra un tatuaje en su brazo izquierdo, en el mismo brazo que se tatuó la cara de Santiago, que dice “Los dinosaurios van a desaparecer”) que está toda rota, quebrada, no se entiende. Y bueno, es lo que nos toca vivir, no tenemos escapatoria. Así que, simplemente agradecer por dejarme participar en este espacio y poder escucharlos a todos, a cada uno y a las familias. Muchas gracias, y gracias a Vanesa que la quiero mucho. Y por el apoyo grande que me dio, y me va acompañando. Y a veces no le entendía las cosas que me decía, y ahora, con el paso del tiempo, lo voy comprendiendo. Muchas gracias, ¡y Luciano presente!”.  Nora Cortiñas, Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora Como cada jornada en la que se reclama justicia, Norita Cortiñas estuvo presente en el escenario y pidió recordar con alegría a los pibes y pibas que ya no están: “Es una jornada muy triste, pero hay que recordarlo a Luciano con una sonrisa. Y así tienen que ser los recuerdos. Para recordar lo mejor y todo lo bueno que ellos tenían. Querían que todo el mundo fuera feliz, que viviéramos en un mundo donde nadie pasara penas ni necesidades”, expresó la titular de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora que no se olvidó de los trabajadores del Estado despedidos en estos últimos días: “Hoy se dijeron y explicaron situaciones que estamos viviendo. Entre todos y todas tenemos que luchar para salir de esta situación. Hoy, a otra empresa más del Estado le llegó el ajuste. Es una lista de más de 250 trabajadores. Es un dolor continuo. Hoy están ahí, en el INTI, un espacio del Estado donde son necesarios todos los trabajadores, como es el Posadas, como es el Ministerio de Defensa y como todos los ingenios. Cada trabajador es imprescindible. Están haciendo un vaciamiento de voluntades de toda la vida. Gracias a ellos fuimos saliendo, caminando, de lo que fue el terrorismo de Estado elaborando un Estado constitucional día por día. Todos los trabajadores de todos los espacios son imprescindibles. No va a hacer falta suplantarlos. Nosotros vamos a tener que ser los forjadores de un camino en el que de a poquito volvamos a renacer como un país con justicia social, con toda la justicia, donde no haya represión y no haya persecución a todos los luchadores que quieren un país para todos y todas. Está en nuestras manos. Está en nuestra voluntad”, manifestó. Norita también habló de la necesidad de unirse para enfrentar a un enemigo común y tratar de apaciguar algunas diferencias para forjar ese camino hacia un

Luciano Nahuel Arruga tenía 16 años. Desapareció en 2009. Casi 6 años después su familia lo halló enterrado en Chacarita. No hay ningún imputado en la causa, aunque hay 8 policías señalados como sospechosos. Murió la misma noche de su desaparición escapando de algo o de alguien, atropellado por un vehículo sobre la Av. Gral. Paz. La Retaguardia charló con su hermana y su mamá, que se convirtieron en dos referentes de lucha. Esta entrevista se encuentra completa en La Retaguardia Papel de enero, nuestra revista de distribución gratuita. (Por La Retaguardia)Foto: Agustina Salinas Mónica Alegre y Vanesa Orieta son hoy, seguramente, mucho más fuertes que aquel 31 de enero de 2009, cuando recorrían desesperadas los hospitales intentando encontrar a Luciano. Es probable que sean incluso mejores personas, más solidarias que antes, más lúcidas. La desaparición de Luciano, podríamos pensar, las hizo crecer como mujeres, pero ambas son muy claras: preferirían ser las de antes si pudieran volver a tener a Luciano. No es responsabilidad de ellas cambiar esa parte de sus vidas. Es de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, que lo hostigaba desde que el pibe de 16 años había respondido NO a la propuesta de que robara para ellos. Es culpa del Estado, que lo mantuvo desaparecido durante 5 años y 8 meses, enterrado como N.N. en el cementerio de Chacarita.Moni y Vane nos reciben juntas. Están a full preparando la Jornada cultural por los derechos humanos, a 9 años de su desaparición, en la Plaza de la 12 de Octubre, que hoy se llama Luciano Arruga. Llega otra vez la fecha, y algo de lo que se mueve todos los días con la ausencia atroz se pone más denso: “Cada fecha que recuerda algún hecho particular de la causa de nuestros familiares es una revolución. Pasan un montón de cosas, anímicamente hablando. Cuando uno labura organizadamente y en conjunto con otros, ese estar en movimiento y activos hace que el dolor se suavice un poco. También hay algo que tiene que ver con el paso del tiempo. Con el correr de los años, la bronca aparece cada vez que nos damos cuenta de que ha pasado un año más y no hemos podido avanzar en algo fundamental que es el proceso de verdad y de justicia. Ahí, tanto mi vieja, yo y toda la familia, tenemos una gran frustración. Es un eje fundamental de la historia de Luciano poder saber qué pasó esa madrugada del 31 de enero y poder condenar a quienes nosotros consideramos los responsables materiales, políticos e intelectuales de la desaparición de Lu.”, dice Vanesa Orieta en el arranque. Luciano como emblema de una problemática Algunas cosas no se eligen, pero se construyen. Si Luciano Arruga es hoy un nombre que se repite en los barrios pobres de cualquier ciudad del país, es porque lo que él vivió en la etapa previa a su asesinato, lo viven muchos otros pibes. Moni sabe que su hijo es importante para mucha gente, aunque la carga a veces encorve la espalda: “ Yo me doy cuenta de lo que es Luciano para muchas familias. Si esa familia pudo, ¿por qué nosotros no? A veces, ser la mamá de Vanesa y de Luciano es una mochila pesada. Muchas veces es un orgullo. Soy consciente de lo mucho que Familiares y Amigos hizo. Aprendí mucho de eso. Luciano a mí me enseñó muchísimas cosas. Lamentablemente, tomé conciencia de eso después de que él ya no estaba. Valorar la vida, compartir y ver a mi prójimo. Estoy consciente y orgullosa de ser ‘la mamá de’”. Orgullo y carga a la vez. Vane asiente y agrega la frase del título: “Es saludable pensar que mi vieja no trajo al mundo a Luciano para que sea una bandera y un ejemplo de una problemática”.Simplemente Lu Vanesa se nos adelanta. Sabe que queremos hablar de ellas, pero también de su hermano. Se lo comentamos antes de comenzar a charlar. Luego, cuando la pregunta se haga concreta, no podrá, pero ahora, sin pregunta,  se lanza hacia el dolor de pensar lo que no puede ser: “Si me preguntaran qué extraño de Luciano, seguramente lo que no me voy a cansar de repetir es que lo que extraño de mi hermano es lo que me robaron de mi hermano. Es todo lo que él me decía que iba a hacer en un futuro conmigo, con los hijos que tuviera, con sus hermanos. Esas cosas que yo no pude ver hacer a mi hermano son las cosas por las que siento dolor que no sucedan y que extraño. Cuando uno piensa en eso, aparece esa emoción tan genuina que tiene que ver con la bronca y el odio a aquellos que han decidido que hay vidas humanas que no merecen más que la muerte, la tortura y la desaparición. A nosotras nos han robado años junto a Luciano y eso es imperdonable. Es la pata que más nos cuesta poder transmitir. Fuera de lo que se hizo y lo que hemos logrado, Luciano no está. Si pudiésemos elegir y volver mucho tiempo atrás de que suceda lo que sucedió con Luciano, elegiríamos que no sea bandera de ninguna problemática, que no sea el ejemplo. Elegiríamos que Luciano estuviera acá, disfrutando de la vida junto con nosotros, y no extrañar aquello que no se pudo dar porque la Policía y el Estado en su conjunto decidieron que mi hermano era un pibe potencialmente peligroso y digno de ser disciplinado por las fuerzas de inseguridad de nuestro país”.La jornada de cada enero Ambas tienen ganas de hablar de la jornada que se estará realizando el día que está edición de La Retaguardia Papel vea la luz: “No vamos a recordar solamente a Luciano sino a todos los pibes. Una vez Vanesa me dijo, y es muy doloroso para una madre, ‘Mamá, quizás nunca tengamos justicia’. Eso duele muchísimo. Acompañar a otras madres y sacando aliento para abrazarlas y darles fuerza que vos no tenés; después,

El 17 de octubre se cumplieron tres años de la aparición del cuerpo de Luciano Arruga enterrado en un cementerio como NN. Ese mismo día, ahora sabemos, el cuerpo de Santiago Maldonado apareció en el Río Chubut. Trágicas coincidencias que podrían ser casuales, o no. Cuando la familia de Santiago todavía no lo había reconocido, en el programa Otras Voces Otras Propuestas, conducido por Luis Angió y Rosaura Barletta, estuvo invitada Vanesa Orieta, hermana de Luciano. Su rol en la lucha por la verdad en el caso de su hermano fue inagotable y un ejemplo para las familias que aún hoy buscan a sus desaparecidos, o buscan verdad y justicia, como sucede ahora con la familia de Santiago. Orieta continúa reclamando justicia y castigo a los responsables por el asesinato de Luciano. (Por La Retaguardia) Para comenzar, Vanesa expresó sus sentimientos a poco de haberse cumplido 3 años de la aparición de los restos de Luciano Arruga, el mismo día en que se encontró un cuerpo en el Río Chubut, que en ese momento no estaba confirmado que perteneciera a Santiago. En ese contexto, pidió respeto para la familia, a quien consideró la única voz autorizada para proclamarse al respecto: “Es un día más en el que se vuelve a recordar un nuevo aniversario, esta vez de lo que fue la aparición de Luciano. Seguramente van cambiando las formas en las que una va transitando el dolor. Hoy tengo dolor. Fue un día de guardarse un poco y pensar, en un contexto en el que también tenemos que acompañar a una familia que vuelve a pedir la aparición de una persona, Santiago Maldonado. En el medio de esta noticia del hallazgo del cuerpo que podría ser el de Santiago, hay que esperar a la familia. Lo mismo decíamos nosotros cuando nos enteramos que había aparecido Luciano. La única voz autorizada para informar sobre el caso iba a ser la familia. En este caso pasa igual, a los únicos que vamos a escuchar son a los familiares de Santiago Maldonado. Es difícil describir qué se siente”, relató la hermana de Luciano, que puso en palabras ese sufrimiento: “El daño está hecho. Por más que uno se muestre firme, fuerte y contundente en las palabras, hay un dolor y un daño que es irreparable. Hay cosas que solo sabrán los más cercanos, esos males con los que nos han dejado y debemos lidiar en el día a día”, afirmó. Medios y Justicia, pareja infernal Como está pasando también en el caso de Maldonado, además del dolor propio de la desaparición y asesinato de su ser querido, la familia debió soportar la crueldad mediática y el encubrimiento por parte de la Justicia y el Estado: “Los tiempos de los medios, y en conjunto con la perversidad de los actores políticos y judiciales, hacen que la familia no pueda tener una reacción a tiempo para contestarles a estos sujetos entendiendo la magnitud de la perversidad y el sadismo. De este lado, nunca se puede imaginar hasta qué punto pueden llegar, pero pueden llegar al punto de digitar cuándo puede aparecer ese cuerpo que se está buscando. A nosotros nos ha llevado 6 años en poder encontrar a Luciano. Existe una causa con una carátula de desaparición forzada en la que hay muchas dudas respecto a la investigación. Esas dudas tienen que ver con la impunidad que ha creado la misma Justicia, el Estado en su conjunto. Ese daño hace que las familias no podamos entender las lógicas que operan, pero existe una lógica. A esta altura los familiares somos capaces de pensar hasta lo que cualquier ser humano que no ha transitado por esto no podría pensar. No tengan dudas. Son capaces de esto que estamos viendo por televisión, de plantar una teoría de que Luciano fue muerto por un simple accidente de tránsito y de mucho más” dijo haciendo referencia a las operaciones de algunos medios de comunicación y funcionarios políticos que se empeñan en desviar las responsabilidades.Precisamente, las familias conocen sobre quiénes recaen esas responsabilidades y al mismo tiempo entienden el poder que hay en juego, que les otorga casi absoluta impunidad: “Los familiares nos sentimos con total autoridad de decir que sabemos claramente quienes son los responsables de cada una de las desapariciones forzadas. Viendo y discutiendo con muchos familiares acerca de cuáles son las lógicas que operan, empezamos a entenderlas. Por eso, también nos arriesgamos a compararlas con las lógicas propias de lo que fue el genocidio. Los responsables tienen nombre y apellido, pero también tienen poder para poder ocultar cada una de las responsabilidades que les cabe. Con toda su furia y su poder pueden arremeter en contra de cada uno de nosotras, utilizando la información de nuestras vidas como ellos quieran para poder deslegitimar nuestras luchas y nuestras voces. Sabemos claramente de lo que son capaces. Son capaces de lo peor que uno pueda imaginarse. Lo que vemos en las series de televisión y en las películas de ciencia ficción, es la realidad misma. Estos tipos se mueven con ese poder, con total impunidad”, denunció Orieta.Una sociedad apática, que no se sensibiliza con las luchas de estos familiares desesperados, juega un rol fundamental para lograr que puedan desviarse e ignorarse de una manera macabra los pedidos de aparición con vida y castigo a los culpables de cometer estos crímenes de lesa humanidad: “Mientras, por supuesto, hay un gran número de seres humanos parte de esta sociedad que no está comprendiendo el gran problema que tenemos dentro. Uno se desespera porque todos empecemos a mirar de la misma forma esa verdad. No tenemos que obligar, tiene que nacer genuinamente el mirar con ojos críticos esta realidad que nos está superando y desbordando a todos. Yo creo que a todos nos interesa lo mismo, defender la democracia. Que tu sobrino y mi hijo puedan vivir en una sociedad donde estas cosas no sucedan más; donde no tengamos miedo de que si van a una marcha los detengan y los torturen

Con la desaparición forzada de Santiago Maldonado se despertaron muchas discusiones que nuestra militancia tiene, y que solemos mantener en suspenso ¿Por qué? Porque gobierna Macri. Los organismos y organizaciones independientes y los organismos y organizaciones kirchneristas tratamos, a los cachetazos, de encontrar pisos de acuerdo que no obturen los reclamos comunes. Pisos siempre tamizados por una rivalidad política -no le temo a la palabra rivalidad y mucho menos si es política- que es insoslayable. (Por Rosaura Barletta para La Retaguardia) A esa rivalidad política se suman otros elementos, que surgen de la historia de un país: como movimientos políticos en exigencia de juicio y castigo al tiempo que paulatinamente pudieron recomponerse lentamente los tejidos sociales diezmados por el genocidio, el clamor por la verdad y la justicia tuvo una introducción violenta -tampoco le temo a la violencia-, disruptiva en la agenda de los gobiernos constitucionales. Así, con la mejor experiencia política que dio nuestro país en sus años de historia, la de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, se abrió paso uno de los lemas más contundentes: No olvidamos, no perdonamos y no nos reconciliamos. El lema que enarboló con énfasis Nora Cortiñas en la Plaza de Mayo que clamaba por Santiago Maldonado.En ese contexto, los organismos de derechos humanos, con fuertes fricciones -varios integrantes de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos aseguran que los consideraban un “organismo de segunda”, por ejemplo-, dieron la pelea por los juicios a los genocidas, no sin antes pelear contra los indultos, por el reconocimiento del genocidio y de los sobrevivientes, por la recuperación de los nietos y un sinfín de consignas ligadas a la reparación y la justicia.Todo eso aglutinó el nacimiento del Encuentro Memoria, Verdad y Justicia, la coordinación de organismos y organizaciones que se atrevió, en 1996, a marchar el 24 de marzo con todos esos reclamos. El surgimiento de HIJOS también tuvo un impacto político inusitado, por ser hermanos de los bebés apropiados, y por su impronta como reivindicadores de la lucha de una generación que aún se recomponía.Más allá de todo lo que implicó para el movimiento de derechos humanos la llegada del kirchnerismo, no pueden soslayarse (ni olvidarse) diferencias previas que se pueden constatar con cualquier militante del palo entrado en años. La ruptura del EMVyJ fue entonces, el acarreo de diferencias y el baldazo de agua fría que nadie podría discutir: un sector de los organismos decidió resignar su independencia en pos de un gobierno en el que creían, sobre todo a partir de la posibilidad de juzgar a los genocidas. Hubo un punto de inflexión nada agradable que dio curso a esa ruptura: 2007, el primer año en que hubo dos marchas, fue el primer 24 de marzo sin Jorge Julio López.En paralelo, los movimientos de familiares contra el gatillo fácil o, para ser más amplios, la represión democrática, ni cerca estaban de identificarse con la lucha de las víctimas de la dictadura, pero algo allí se empezó a mover. La problemática social del asesinato de jóvenes pobres por parte de las Fuerzas de Seguridad crecía y crecía, hasta que se hizo innegable desde todo punto de vista la característica sistemática de los crímenes. En el auge de la denuncia, fue nula la cabida que tuvo en la militancia y la agenda oficialista.Cuando Luciano Arruga desapareció, no fue fácil hermanar su historia con los organismos que integran el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia, pero algunos factores perforaron ese techo. Seguramente, y es un tema a debatir, uno de esos factores fueron los recursos intelectuales de que dispone su hermana Vanesa Orieta. Seguramente; otro factor fueron las características de la desaparición y todas las violaciones a los derechos humanos que allí convivían: represión, persecución, hostigamiento, abuso de poder, pobreza, falta de educación, investigación viciada, etc. Por supuesto que fue un factor que, a pesar de reticencias de ambos lados, abrió el juego a un debate que introdujo una nueva agenda en el movimiento por los derechos humanos. De la misma forma, estimo, aunque sin conocimiento de causa, se habrán introducido las luchas por los pueblos originarios, los derechos de las mujeres, lesbianas, gays, bisexuales y trans, y otras reivindicaciones que tomaron relevancia en la militancia política en general.Si tengo que arriesgar una hipótesis, seguro que una de las fricciones centrales con que se encontró este debate y que no está superada del todo, tiene que ver con la procedencia de las víctimas. Pobres, no organizados, no levantados en una marcha, con una conciencia de clase precaria, de la que se adquiere a los tumbos, sin academia, sin compañeros. Es real que no pueden ignorarse las diferencias entre Maldonado, López y Arruga. Son tres casos radicalmente distintos y particulares, son tres casos a analizar con absoluto criterio y comprensión. Son tres casos. Pero la desaparición forzada no por nada es un crimen cometido por el Estado. El direccionamiento político puede desmenuzarse en los tres casos, y en todos los demás.No puede ni debe relativizarse la responsabilidad del Estado en cada uno de ellos. No puede tampoco hacerse un podio de responsabilidades. El objetivo puede variar pero, ¿alguien podría arriesgar a conciencia y sin malicia que Julio López no fue desaparecido por el Estado? ¿O acaso no basta con la responsabilidad del segundo de la Policía Bonaerense en los peores años de nuestra historia? ¿Alguien podría decir que Etchecolatz no dispone del Estado para perpetrar una desaparición? ¿Alguien podría sostener que ese expediente que investiga su desaparición no es parte de su desaparición? ¿O que, como el Estado que lo desapareció también condenó a su desaparecedor, eso lo hace menos Estado? Nadie podría negar, sobre todo, que la desaparición de López es un categórico mensaje al resto de los testigos en juicios de lesa humanidad. Esa es la intencionalidad política del crimen.¿Alguien podría esbozar que los asesinos de Luciano Arruga, formados en democracia, actuaron al margen del Estado? ¿O que no forma parte del delito de desaparición forzada la acción del Estado en la confección de una autopsia

Se realizó en varias provincias la 3ª Marcha Nacional contra el Gatillo Fácil. En Buenos Aires, miles de personas llegaron a la Plaza de Mayo desde la Plaza de los dos Congresos. Aquí compartimos una crónica de Fernando Tebele y un fotoinforme de Agustina Salinas. (Por La Retaguardia) Empecemos por el final. El acto se hace interminable y es obvio que así sea; quienes rondamos a las familias que podemos, conocemos la necesidad de decir al menos el nombre de quién no está. Son muchos, nos resultan inabarcables todos los casos; no hay manera de dar cobertura a todos, son demasiados. ¿Cómo hacer para que hablen solo dos o tres en la Plaza de Mayo? Imposible. Llegaron hasta allí, no sin esfuerzo y con un empuje claro y visible de Emilia Vasallo, la mamá de Pablo Paly Alcorta, asesinado en 2013 tras meses de agonía. ¿Cómo no darles voz a todas? Imposible. O, en todo caso, difícil de llevar adelante cuando están en plena coordinación, en el inicio latente de algo que no sabemos aún qué forma tendrá. Hablan todas. Mayoría de madres angustiadas. Algunos papás que alzan su voz. Otra vez las madres. Son varias las personas que en el uso del micrófono marcan dos referencias además de la de Vasallo. Una, la primera, la inevitable, la de Nora Cortiñas, que por supuesto está allí. No puedo dejar de preguntarme qué pensarán al verla, ¿verán su futuro? ¿será que cuándo sean grandes quieren ser sabias como ella? En esas miradas húmedas de todo el día que se vuelven sonrisas cuando la miran a ella, además de admiración, se ve, también, la búsqueda de la respuesta más difícil, la que no se puede responder: ¿Cómo se hace para sobrevivir al asesinato de un hijo? ¿Cómo Norita?, decinos, parecen decirle. La otra referencia que aparece es la de Mónica Alegre, la mamá de Luciano Arruga. Es arriesgado plantearlo, quizá hasta una torpeza, pero me resulta difícil pensar en esta coordinación naciente si no hubiese existido la historia de Luciano. Sin dudas su familia abrió un camino. Mientras Mónica no pudo, apareció Vanesa, su hermana; pero, sobre todo, apareció el grupo de Familiares y Amigos de Luciano Arruga.  Ese es el camino que hoy probablemente muchas otras familias vean. Quizá, -sigue la teoría incomprobable- haya quedado registrada en esta historia la necesidad de agrandar la familia, de conformarse como grupo, con todas las dificultades que ese camino implica, pero con el respaldo necesario de otros corazones. Ahora que Mónica puede, su voz se vuelve grito y muestra el camino: “a estas madres, les digo: ¡no derramen ni una lágrima! Si los tienen que llorar a sus hijos llórenlos todos los días de su vida, pero a solas. Acá tienen que estar de frente, con la mirada altiva, que no las vean llorar ni bajar los brazos. Luchen, porque esta es la única manera de buscar justicia. No esperen la justicia del hombre, porque a veces no la tenemos. Nosotras hacemos justicia pero no con balas; eso es lo que ellos quieren. Acá estamos haciendo justicia y eso, a los de arriba, les duele, les lastima”. Y siguió, musicalizada por aplausos, reconociendo también la tarea de abogados y abogadas militantes como Eduardo Soares y Gabriela Conder. La entrada a la Plaza de Mayo Las Madres se enfervorizan como la hinchada que está a punto de salir a la tribuna. Es probable que no sea la mejor metáfora, pero es la que me apareció en ese momento. Dos o tres arengan. Otras se abrazan porque no lo pueden creer: está dicho, no fue fácil llegar hasta ahí. Todas lloran, casi sin excepción. Pero hay en esos rostros también algo de lugar para cierta alegría. Parece como si esta marcha, y el hecho de ser muchas más que en las dos anteriores, las revitalizara. Esperan antes de subir el cordón para entrar a la Plaza. Gritan. Saltan. Todo entre lágrimas y euforia. Y emprenden el camino hacia la pirámide de Mayo que rondan las Madres cada jueves. Sobre la reja que impide acercarse a la Casa de Gobierno, otra voz se levanta. Abelardo Martín, trovador popular, canta y les da la bienvenida para que comience el acto. El locutor oficial, que intercala la lista de adhesiones con las voces de las madres, grita demasiado. Duele en los oídos. Nadie se anima a decirle que bajen el volumen, que nos está dejando sordos. Todos queremos escucharlas, pero nos duele escucharlas. Quizá por eso dejemos que nuestros oídos estallen. Antes que Mónica hablan las mamás de Tomás Vallejos, Omar Cigarán y Ezequiel Palacios; el padre de la China Cuellar; las madres de Hugo Arce y amiga de Carlos Vázquez (“tengo a toda la familia muerta por Adrián Bobadilla”); la mamá de Nicolás Bustamante; las madres de los 7 muertos en la comisaría de Pergamino; el papá de Matías Casas; la madre de Nahuel Hormaechea; la hermana de Lucas Carrasco; la madre de Walter Mauro Miguel Rodríguez; también pasan por el micrófono las tías de Nicolás Romero y Víctor Damian Ávila; la hermana de Pichón Escobar; la madre de Diego Chávez (preso por una causa armada); la mamá de Alejandro Vargas y la hermana de Carlos Painevil, entre otras personas que contaron brevemente sus historias. Familiares que llegaron desde Misiones, Tucumán, Santiago del Estero, Mendoza o el conurbano. También participa Paolo Menghini, padre de Lucas Menghini Rey, muerto en la Masacre de Once. La tarde en el CongresoEl comienzo de la jornada fue en la Plaza de los dos Congresos, al lado de la carpa de los y las trabajadoras de Pepsico (¿te acordás?). Las columnas de las organizaciones sociales y políticas se acomodaron detrás de las familias que se abrazaron a una bandera con la consigna: Marcha Nacional contra el gatillo fácil – Ni un pibe Ni una piba menos – Ni una bala más – El Estado es responsable. La gente suelta que llegaba a participar lo hacía a las apuradas. Incluso vimos pibas que se