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Masacre de Pergamino


El jueves 2 de septiembre, cuatro mujeres detenidas en la Brigada Femenina de Concepción, Tucumán, murieron carbonizadas luego de iniciarse un incendio dentro de la celda. El hecho remite ineludiblemente a la Masacre de Pergamino, en la que 7 jóvenes murieron en las mismas circunstancias y por la que fueron condenados 6 policías. Ariel Salinas, hermano de Macarena, una de las víctimas de este nuevo crimen de Estado intramuros, pasó por el programa Otras Voces Otras Propuestas. (Por La Retaguardia) 🎤 Entrevista: Luis Angió ✍️ Redacción: Rodrigo Ferreiro 💻 Edición: Fernando Tebele 📷 Foto de portada: De izquierda a derecha Micaela Rocío Mendoza, Macarena Maylen Salinas y Yanet Yaqueline Santillán, tres de las jóvenes que murieron calcinadas, compartiendo cerveza en la comisaría.  “A mi hermana se la tenían jurada desde el 20 de julio por una foto”. La frase, contundente y coloquial, surge de la voz firme de Ariel. Su hermana es Macarena, de 22 años. Quienes la tenían entre ceja y ceja eran las policías que debían cuidarla. La fotografía, donde se la ve sonriente junto a dos compañeras de celda tomando cerveza, es evidencia de la arbitrariedad con la que las fuerzas de seguridad administran las cárceles y comisarías: lo que sucede allí, pasa porque ellos y ellas lo deciden. Desde la entrada de alcohol hasta morir calcinada. El relato de Salinas se acomoda a esta realidad: “Las guardias, muchas veces, rompían las cosas que les llevábamos a Macarena. O ni siquiera se las daban”.   Macarena Maylen Salinas, Yanet Yaqueline Santillán, Micaela Rocío Mendoza y María José Saravia murieron quemadas y juntas en una celda de Concepción, Tucumán. Ariel Salinas cuenta que su hermana, Macarena, ya tenía sentencia firme por el robo agravado que la había llevado a la cárcel. “Mi hermana ya tenía orden de traslado firmada por la jueza desde hacía una semana. No sé por qué no la llevaron al penal”. Lo mismo sucedía con el resto de sus compañeras. Esa demora, sumada a la crisis habitacional de las cárceles, las condiciones inhumanas en las que viven y la represión policial a la orden del día, dio como resultado la muerte de 4 pibas, todas menores de 30 años.  Cuando se produjo la Masacre de Pergamino el 2 de marzo de 2017, cuando 7 presos murieron calcinados en una comisaría local, los gritos desgarradores no llamaron la atención del personal policial presente en el lugar. Las similitudes con lo sucedido el pasado jueves son sorprendentes, según cuenta Ariel. “Los vecinos salieron a la calle por los gritos de las chicas. Llamaron a los bomberos. ¿Y la policía que hizo? Nada”. Por otro lado, y en ambas situaciones de represión estatal separadas tan solo por poco más de cuatro años, los familiares de las víctimas tuvieron que enterarse de lo sucedido por medios propios, ya que la policía les ocultaba la información. “Nosotros nos enteramos por las redes sociales”, afirma Ariel. Y completa: “Nunca vino nadie de la Policía a avisarnos lo que estaba pasando”. Una diferencia importante es, sin embargo, la actuación de los bomberos. Si en Pergamino trataron de salvar a los 7 pibes pese a la desidia policial, en Concepción formaron parte del abandono, pese a estar a dos cuadras de la comisaría.  Los familiares aún no tienen los datos de la autopsia realizada por el personal forense. Mientras tanto, las 4 policías responsables por la muerte de las chicas fueron pasadas a disponibilidad, pero no están detenidas. Para Ariel y el resto de las familias de las 4 pibas asesinadas por el Estado, comienza un recorrido complejo. Salinas, pese al dolor, tiene claro por dónde comenzar: “Las dejaron morir carbonizadas mientras gritaban pidiendo auxilio y nadie las ayudó. Quiero que se haga justicia. Que paguen los culpables”. 

En el marco del cuarto aniversario de la Masacre de Pergamino, Andrea Filiberto, hermana de Sergio, uno de los jóvenes asesinados en la Comisaría Primera de aquella ciudad bonaerense, hizo públicas unas palabras donde reflexionó acerca de la importancia de prevenir los consumos problemáticos, eje común entre los 7 pibes, y un enclave en las situaciones de encierro. En diálogo con el programa radial La Retaguardia, Filiberto profundizó sobre la cuestión de las adicciones, la estigmatización y la ausencia del Estado para acompañar en estos casos a las y los pibes y a las familias. (Por La Retaguardia) 🎤 Entrevista: Fernando Tebele/Pedro Ramírez Otero ✍️ Redacción: Julián Bouvier 💻 Edición: Diego Adur/Pedro Ramírez Otero 📷 Foto de portada: Diario del Juicio El 2 de marzo es una fecha que quedó marcada a fuego en Pergamino, y no solo para las familias que tuvieron que salir a la calle a emprender una lucha para intentar torcer el destino de impunidad que muchas veces tienen las causas como esta. Se recuerda a 7 pibes: Federico Perrota, Franco Pizarro, Jhon Claros, Alan Córdoba, Juan José Cabrera, Fernando Latorre y Sergio Filiberto, que en marzo de 2017 estaban privados de su libertad en la Comisaría 1ª de Pergamino, Provincia de Buenos Aires, cuando por el hacer y por el no hacer de los policías que luego llegaron a juicio y que estaban en la comisaría en ese momento -y algunos otros que por ahora consiguieron eludir la acción de la justicia-, fueron asesinados.  En redes sociales, Andrea Filiberto, la hermana de Sergio Filiberto, publicó una suerte de carta pública en la que además de expresar el dolor, aborda cuestiones sobre las que hay mucha estigmatización  que las familias deben soportar, además de cargar con la ausencia de la persona que el Estado les arrebató. Uno de los temas que trata su texto tiene que ver con las adicciones que muchos de los pibes de los barrios suelen tener antes de caer presos: “Me pareció necesario hablar de este tema porque justamente es lo que lo llevó a estar ahí. Es lo que nosotros creemos y sabemos. Mi hermano era la primera vez que estaba detenido en una comisaría. Estuvo 28 días y no pudo salir. Al estar en la comisaría, él mismo se dio cuenta de que había tocado fondo. Desde ahí las cartas que escribió, que nos dejó, donde nos decía que quería salir del problema de las adicciones. Lo intentamos durante muchos años, porque él murió en la Masacre de la Comisaría con 27 años, pero desde su adolescencia tuvo un consumo problemático. En la familia lo hemos abordado. Somos una familia de trabajadores, dos hermanos mayores. Yo le llevo 10 años y mi hermano varón, 12. Así que tenía de donde agarrarse. Así y todo, es muy difícil salir y el Estado pocas herramientas te da”, comenzó a contar Andrea.  —La Retaguardia: En esa lucha previa que vos contas, ¿golpearon puertas o desconocían las herramientas? —Andrea Filiberto: Uno sale a golpear puertas igual, que no las van a abrir, que están cerradas y que son muy pocas. Acá en la ciudad de Pergamino no hay mucho. Está el CPA (Centro de Prevención de Adicciones) que es el primer lugar al que fuimos cuando él era adolescente. Íbamos a las reuniones familiares. La familia entera con la psicóloga, pero son todos tratamientos ambulatorios y  tienen un horario de 8 a 14. Los problemas se solucionan en ese horario. Si hay alguna otra situación después de esa hora, no hay nada. No hay un centro de día o una comunidad, que sea acorde a la problemática.  Después también está algo que es mitad municipal, mitad provincial, un centro de adicciones que se llama Padre Galli, con la misma problemática: horarios acotados y algunos talleres que tratan de abordar el tema, pero siempre apelando a la voluntad de la persona enferma. Justamente, cuando está enferma, esa voluntad no la tienen, por más que la familia lo intente. El consumo va avanzando y cada día es más problemático, porque ya no podés sostener a lo mejor un trabajo, o estás al borde de un accidente. Mi hermano manejaba moto. Nosotros siempre teníamos ese miedo. Y así vas sorteando, y te vas metiendo cada vez más en el ambiente. O como se dice, en las “juntas”. Es un viaje de ida que si no tenés cómo frenarlo, no podés apelar a la voluntad. Después hemos ido a la parte judicial, ya pidiendo una internación. Que ahora viéndolo a distancia y sabiendo que no hay lugares acordes a eso y sabiendo que los meten en cualquier lado, tampoco era la solución. Así y todo, no nos daban respuesta. Porque tenés que pasar por entrevistas de psicólogas y psiquiatras, y la psiquiatra tiene que determinar si él es peligroso para sí y para terceros. Para que una psiquiatra diga eso, es dificilísimo, casi imposible. Mi hermano era buenazo, super amiguero, trabajaba y todo. La psiquiatra cuando lo veía, no lo veía peligroso. Pero el momento en el que está bajo los efectos de alguna sustancia, no sabes cómo puede estar. Se puede hacer daño así mismo, como con la moto. Él no se ponía agresivo, pero nosotros temíamos que iba por mal camino y queríamos frenar eso. Pero sin la aprobación de la psiquiatra era imposible, por el tema de la ley de salud mental. Ellos como que se oponen a las internaciones.  —LR: Y cuando el Estado apareció, lo metió preso. —AF: Lo metieron preso y no hubo ni siquiera una historia clínica que lo ayudara a salir de ese lugar y que cumpliera su condena, su pena. No tuvo ni derecho a un juicio. Estuvo 28 días y terminó ahí. Viendo el horror donde estaba, que era espantoso, como todo lugar de encierro, no era un lugar acorde. Y más que él tenía muchas enfermedades de base, que el mismo consumo aceleraba. Problemas de riñones, por ejemplo. Entonces, aunque sea, salir y hacer un tratamiento ambulatorio, con arresto domiciliario. Pedíamos,

La abogada y diputada porteña por el Frente de Izquierda de los Trabajadores (FIT), Myriam Bregman, habló acerca de la Reforma Judicial en el programa Hasta que vuelvan los abrazos. Además, la integrante del Centro de Profesionales por los Derechos Humanos (CEPRODH), analizó el caso de Facundo Astudillo Castro en relación con este proyecto que, según Bregman, es de “reorganización del poder judicial y no un proyecto revolucionario”. (Por La Retaguardia) 🎤 Entrevista: Fernando Tebele/Rodrigo Ferreiro ✍️ Redacción: Gabriela Suárez López 💻 Edición: Pedro Ramírez Otero 📷 Foto de portada: Archivo Natalia Bernades La Retaguardia La integrante del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), Myriam Bregman, se refirió al debate que se está dando en torno a la reforma judicial: “Yo te puedo dar mi opinión personal que también representa la de Nicolás del Caño, que estará dando esa pelea cuando llegue a la Cámara de Diputados. Creo que el circo que montó la oposición de derecha apunta a entender qué quieren con esta férrea campaña que han largado contra la reforma o la llamada reforma judicial. La derecha  ha hecho de eso una bandera muy ruidosa, que los grandes medios de comunicación se encargan de amplificar sobradamente. Creo que han encontrado una manera de aglutinar a su propia base a partir de combatir la reforma judicial, y eso lo están usando a fondo. Tiene parte de especulación política, pero me parece que también la oposición de derecha ve una manera de no perder muchos de los privilegios que esta casta, y que por ende ellos mismos, los sectores de poder de Argentina, consiguieron durante los cuatro años de gobierno de (Mauricio) Macri. Creo que ahí están defendiendo fuertemente algunas de las cosas que consiguieron y que yo no me canso de señalar”, comenzó.   Acerca de los puntos que el proyecto omite, remarcó que siguen en pie la ley del arrepentido, la que permite agentes encubiertos y la antiterrorista. Además, señaló: “Todo el andamiaje que han conseguido durante el gobierno de Mauricio Macri, que ha sido lo que ha permitido hacer estas cosas, sigue en pie. Y creo que estos sectores tienen mucho que defender en esto, tienen mucho que defender de esta casta con la cual tienen intereses comunes, van a los mismos clubes, comparten los mismos gustos. Y esto no lo digo como una caracterización general. El otro día contaba en un reportaje cuando empezamos a caminar los pasillos de tribunales allá a mediados de los años 2000, cuando se anularon las leyes de Obediencia Debida y Punto final y volvimos a poder enjuiciar a los genocidas. Una de las cosas que más me asombraba, tal vez yo era un poco joven, eran esas charlas de la mesa de entrada de Comodoro Py, donde los que estaban de un lado y del otro del mostrador, de un lado los funcionarios judiciales y del otro los que venían en defensa de los genocidas, decían ‘Nos vemos el domingo en el club’, o ‘Che, cómo estuvo el partido de rugby’. Es decir, cuando uno habla de casta judicial, habla verdaderamente de una casta familiar donde las excepciones confirman la regla. Y una casta que tiene muchos privilegios, un modo de vida muy acomodado, y todo esto no son casualidades.” El origen del sistema judicial como acuerdo político Sobre el inicio del funcionamiento de esta estructura judicial y los beneficios para una parte de la sociedad, Bregman explicó: “Se armó un poder judicial contramayoritario, así se lo pensó desde los orígenes de la constitución. Contramayoritario quiere decir que es un poder al cual no debe llegar la mirada popular, no debe llegar el interés popular y ellos deben resolver desde sus cuartos lujosos y sus vidas acomodadas. Entonces, es profundo lo que estamos discutiendo en la Argentina”. Al respecto de la discusión siempre vigente acerca de la independencia de los poderes judicial y ejecutivo y la superposición que se encuentra implícita en el seno de esta relación, la diputada porteña  aclaró: “La dependencia es del propio sistema capitalista, el cual está destinado a proteger, a reproducir y a cuidar los intereses de los grandes propietarios. Creo que ese es el origen y la función que tienen. Por eso esto de contramayoritario, incluso tiene que ver con que a los otros dos poderes como los votan, quienes pensaron el sistema constitucional no solo aquí, también en Estados Unidos del cual tiene origen, decían ‘Bueno, se puede colar algún interés popular a través del legislativo, a través del ejecutivo porque son elegidos por el voto popular. Tenemos que crear un poder que no se deje tocar por nada que huela a pueblo, por nada que huela a trabajadores’. Después más coyunturalmente creo que es buena la definición que hace el fiscal Federico Delgado en el libro que escribió con Catalina de Elía donde dicen que los jueces investigan siempre al gobierno que se fue y nunca al actual. Siempre encuentran la corrupción, encuentran todos los problemas cuando un gobierno se va. Es más, cuando ves que un gobierno está acabado políticamente la primera señal es que empiezan a tener sentencias en contra. Entonces está ese y el otro elemento que es la Corte Suprema donde cuatro, cinco personas que nadie eligió, que nadie votó, que llegan ahí por componendas del poder en el Senado y, sin que nadie los elija, deciden por la vida de millones. En uno de los fallos que siempre pongo como ejemplo de la Corte durante el macrismo, que legalizó que un trabajador, un médico neurocirujano del hospital alemán que había estado años facturándole al hospital, le hace un juicio para que le reconozcan la relación laboral y lo pierde porque la Corte Suprema le da la razón al hospital diciendo que era una prestación de servicios. Es decir, la base de la precarización laboral en la Argentina. Eso lo deciden cuatro o cinco tipos encerrados, desde su country: se juntan, se toman un whisky y dicen ‘No, vamos a cagar a todos los trabajadores de este país’”.  La Justicia en

El 2 de septiembre se cumplieron tres años y seis meses de la Masacre de Pergamino y un año del inicio del juicio que condenó a seis policías a las penas de entre 8 y 15 años de prisión por el delito de “abandono de persona seguido de muerte” de siete jóvenes. Familias de las víctimas, organizaciones y abogados/as querellantes se reunieron virtualmente para no dejar de ejercitar la memoria y seguir exigiendo justicia.  (Por El Diario del Juicio*)  El 2 de septiembre se cumplió un año del comienzo del juicio por la Masacre de Pergamino, donde siete chicos fueron asesinados por la desidia, inoperancia e impunidad de seis policías bonaerenses y la complicidad de todas las instituciones políticas. El juicio fue histórico para una ciudad conservadora, con prepotencia de olvido. Una ciudad que se topó con siete familias que construyeron un muro de memoria para que nunca se olvide a los siete pibes jóvenes y humildes que la policía dejó morir. Los escucharon, escucharon el grito de auxilio aturdidor. Pero los dejaron morir. Y así los mataron y le mataron el alma a sus familias y amigos que, con lo que les quedó, se organizaron y libraron la batalla con inmensa dignidad. La lucha unió a esas familias con el colectivo JusticiaXlos7, que también se organizó a partir del dolor y la rabia, para que nadie se olvide de las caras de los seis policías. Así fue que un grupo de periodistas, comunicadores populares de distintos medios alternativos nos dimos la tarea de cubrir ese juicio, para romper con la lógica de los grandes medios hegemónicos que informan lo que sus dueños e intereses políticos les imponen. Allí estuvimos ese 2 de septiembre de 2019, un día de lluvia como este 2 de septiembre de 2020, cuando nos volvimos a encontrar con las madres, familiares y amigas y amigos de los siete pibes, pero esta vez de manera virtual por la pandemia que no nos deja abrazarnos como lo hacíamos cada semana que nos encontrábamos para exigir justicia. Este 2 de Septiembre recordamos ese sabor agridulce que dejó la sentencia, porque si bien fueron condenados los seis policías imputados, cuatro de ellos siguen cumpliendo su condena en sus casas con arresto domiciliario. También las madres y familiares y amigas y amigos destacaron otro triunfo después de tres años de lucha solitaria: lograron que una parte importante de la sociedad pergaminense entendiera y aceptara que habían sido siete muertes injustas -si es que existe una muerte justa- y que lo que reclamaban las familias era solo justicia.  JUSTICIA POR JHON CLAROS, FERNANDO LATORRE, ALAN CÓRDOBA, NONI CABRERA, SERGIO FILIBERTO, FRANCO PIZARRO, FEDERICO PERROTA. ¡DEJAR MORIR TAMBIÉN ES MATAR! CÁRCEL COMÚN Y EFECTIVA PARA ALBERTO SEBASTIÁN DONZA, CÉSAR BRIAN CARRIZO, MATÍAS EXEQUIEL GIULIETTI, CAROLINA DENISE GUEVARA, SERGIO RAMÓN RODAS Y ALEXIS MIGUEL EVA.  Los seis policías en el juicio oral    *Este diario del juicio a los policías responsables de la Masacre de Pergamino, es una herramienta de difusión llevada adelante por integrantes de La Retaguardia, FM La Caterva, Radio Presente y Cítrica. Tiene la finalidad de difundir esta instancia de justicia que tanto ha costado conseguir. Agradecemos todo tipo de difusión y reenvío, de modo totalmente libre, citando la fuente. Seguimos diariamente en https://juicio7pergamino.blogspot.com 

Luego de más de dos meses de proceso judicial y una larga espera se conoció la sentencia en el juicio por la Masacre de Pergamino. El tribunal presidido por el juez Guillermo Burrone condenó a la totalidad de los imputados, aunque con penas diferenciadas y otorgándoles el beneficio, a cuatro de ellos, de la prisión domiciliaria. (Por El Diario del Juicio*) Llueve a baldazos en Pergamino. Es una jornada gris, que comienza bien temprano, cuando a las nueve de la mañana las familias de los siete pibes asesinados por el Estado brindan una breve conferencia de prensa en el interior del Poder Judicial sobre la calle Pinto. Están junto a Nora Cortiñas, madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora y “la madre de todos nosotros”, como dijo Cristina Gramajo, la madre de Sergio Filiberto. Cuarenta minutos después el tribunal conformado por Guillermo Burrone, Miguel Gáspari y Danilo Cuestas ingresa a la sala, dispuesto a comunicar el veredicto (las penas) y la sentencia (los fundamentos) y finalizar, de este modo, con una incertidumbre que parece eterna. Segundos antes del ingreso de los jueces, los imputados, menos Sebastián Alberto Donza y Alexis Eva, se sientan del lado derecho de la sala. Burrone habla más de una hora y media casi sin interrupciones, salvo breves sorbos que da a un vaso que contiene, a simple vista, agua mineral. Lee el voto del juez Gáspari. Al final de cada tramo dirá que los otros dos lo respaldan. La argumentación es ordenada y contundente, y abre planteando que “se van a escuchar cosas que van a molestar”, en señal de advertencia. En primer lugar, realiza un recorrido a modo introductorio recordando los pedidos de la querella y la defensa. Luego, y con una metodología muy pragmática, anticipa los diferentes ejes que compondrán su discurso argumentativo: los hechos y las responsabilidades, lo atroz de la muerte de los pibes y las consecuencias sobre los sobrevivientes y las víctimas. Hechos claros El juez principal realiza un recorrido metódico y detallista sobre lo ocurrido el 2 de marzo de 2017 en la Comisaría Primera. Dice que queda probado que ninguno de los policías que se encontraban en la dependencia hizo absolutamente nada para salvar a las víctimas. Donza, Eva, Giulietti, Carrizo, Rodas y Guevara no sólo no colaboraron sino que obstruyeron a aquellos que sí intentaron sofocar el incendio e ingresar a la celda 1 para sacar a los pibes. Burrone menciona en muchas oportunidades que el fuego comenzó poco antes de las 18:16 y que hubo tres momentos. El declarado, es decir cuando se llega a un punto en donde no se puede apagar salvo con agua a mucha presión, se da alrededor de las 18:40; es decir, los policías tuvieron más de media hora para accionar, pero no hicieron nada. El tribunal da por veraz las declaraciones de los bomberos voluntarios, que narraron que no sólo nadie ayudó sino que cuando pidieron las llaves para entrar a la celda se tardaron quince minutos vitales hasta que aparecieron. Y sepulta a Guevara, que mintió cuando dijo que llamó a los bomberos voluntarios, cosa que nunca pasó. También son falsos los testimonios de Eva y Giulietti, que plantean que ayudan a los bomberos, y las declaraciones de la policía motorizada.  El fallo insiste con algo trascendente: los policías priorizaron la seguridad por sobre la vida humana y estaban al cuidado de todos los presos. Por otro lado, no se usaron los dos matafuegos que estaban en la dependencia, uno en la oficina de guardia y otro en la del comisario, que hubiesen sido claves para sofocar el fuego en su primera etapa. No es un dato menor. Los policías llegaron a decir que no había matafuegos. Las declaraciones de los sobrevivientes y de Virginia Creimer, perito criminalística, son importantes no sólo para reconstruir lo sucedido sino fundamentalmente para reflejar el dolor sufrido por las víctimas y la atroz forma de muerte. Sin embargo, el tribunal no utiliza solamente estos testimonios, sino los mensajes de texto enviados por los pibes al momento de la Masacre, que reflejan también los minutos transcurridos entre el primer foco ígneo, el fuego ya declarado y la muerte. La sentencia cierra con las secuelas en los sobrevivientes y las familias, comprobadas por testigos de la Comisión Provincial por la Memoria, Psicólogos, Trabajadores Sociales y Profesionales de la Salud que plantean, con evidencia científica, los daños y el estrés post-traumático existente en algunos casos. El veredictoAl escuchar a Burrone, nadie en la sala duda sobre el fallo condenatorio que espera a los policías. Ni las familias de las víctimas ni los amigos de les ex policías, que son cuidados por un cordón policial de escudos que divide el salón en dos. Los argumentos son contundentes: los cinco varones policías y la mujer policía no hicieron nada, no entregaron la llave, no ayudaron a los bomberos, mintieron para salvarse e intentaron señalar por ineficaces a quienes sí intentaron colaborar. Pero, pasadas las once de la mañana, las nubes que abandonan el cielo pergaminense se trasladan hacia la sala, justo cuando comienza la lectura del veredicto. El tribunal decide, en primera instancia, desestimar el pedido de parte de la querella que pedía condenas por homicidio. Los policías serán condenados, entonces, por abandono de persona seguido de muerte, tal como pide la fiscalía, tal como llegaron a juicio. Luego, dan lugar a la solicitud de algunos agravantes, pero no al que plantea que son funcionarios públicos. Y, finalmente, lee:“Donza, 15 añosEva, 14 añosCarrizo, 11 añosGiulietti, 11 añosRodas, 8 añosGuevara, 6 años” Y, poco después, el definitivo revés: sólo Donza y Eva seguirán en prisión efectiva, mientras que los otros cuatro continuarán teniendo el beneficio de la prisión domiciliaria hasta que el fallo quede firme.Si las escasas condenas a Carrizo, Giulietti, Rodas y Guevara suenan a poco (tres y dos años por debajo de lo solicitado por la fiscalía en algunos casos), la domiciliaria, esperable pero intolerable, despierta los primeros murmullos dentro y fuera de la sala. Una de las

Mauricio Macri, Maria Eugenia Vidal, Elisa Carrió y el intendente de la ciudad, Javier Martínez, encabezaron el acto de campaña en la localidad bonaerense. Dos mensajes se colaron entre las banderas celestes y blancas: Paren de Fumigar y Justicia por los 7. Les siguieron los pasos por la Plaza Merced. Las asediaron para que se marcharan. El diálogo entre Cristian Ritondo y Cristina Gramajo, una de las madres de los 7 de Pergamino. (Por La Retaguardia) 📷 Fotos: Andrés Muglia 📝 Texto: Fernando Tebele Ellos, los reyes de la democracia y el republicanismo, sonreían felices en pleno corazón de la patria sojera. En el escenario, Mauricio Macri, María Eugenia Vidal, Elisa Carrió y el intendente  local, Javier Martínez, estaban exultantes, jugando de local, al grito de ¡Sí, se puede!, Entre banderas celestes y blancas. Pero algo rompió el colorido. Un cartel amarillo (sí, amarillo), rompió la fiesta. Se alzó bien alto Paren de Fumigar. Tan simple como incómodo. Les surgió la estirpe democrática. La seguridad de Vidal, que miraba de reojo sin dejar nunca de sonreír, les impidió acercarse más. Sabrina Ortiz, fundadora de Madres de Barrios Fumigados de Pergamino fue agredida. Fueron insultadas y forzadas a retirarse. También estaban por allí algunas de las madres pidiendo justicia por los 7 de Pergamino, ya cerca del cierre del juicio que seguramente condenará a los policías culpables de la Masacre. Cristina Gramajo, la madre de Sergio Filiberto, uno de los pibes masacrados en la Comisaría 1ª de la ciudad, consiguió plantarse con su pañuelo negro delante del Ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, Cristian Ritondo. No le dijo nada, sólo levantó su pañuelo.  “Ya están presos”, le reconoció Ritondo, como si fuera una derrota. “¿Qué más querés?”, pareció decirle aunque calló a tiempo. Pero Cristina sí le respondió: “Quiero que vayan a una cárcel común”. Ni más ni menos. El ministro siguió su camino, mientras los custodios se preocupaban por Gramajo, como si levantar un pañuelo y pedir cárcel común fuera demasiado. Voces disonantes, en el pequeño mundo del sisepuedismo. Justicia por los 7 de Pergamino. Paren de Fumigar. Dos mensajes simples e incómodos. Justicia por los 7. Paren de Fumigar. Gane quien gane.

Declararon seis personas encargadas de realizar peritajes sobre los cuerpos de las víctimas, sus familiares y los sobrevivientes. Dieron cuenta, por un lado, de cómo murieron los 7 pibes. Por otro, se refirieron al trauma y la culpa que opera en familiares y sobrevivientes y que -señalaron de manera unánime- sólo puede ser reparado por el propio Estado que violó sus derechos humanos. También declaró un policía motorizado que se retiró de la comisaría cuando los sucesos comenzaron a desencadenarse. El juicio seguirá el próximo lunes con las últimas testimoniales. (Por El Diario del Juicio*)  El afuera de esta audiencia fue especial por tratarse del segundo día del mes. Son las 7:30 de la mañana, y el sol no alcanza siquiera a entibiar la fría mañana de Pergamino. Los tribunales de la ciudad están ubicados frente a una plaza. En una de sus veredas, hay una parada de colectivos que llama la atención por su extenso techo. En otra de las aceras, la que mira al edificio de Tribunales que ocupa toda la manzana, hay un grupito de gente que busca todas las maneras posibles de evitar el frío intenso.Es 2 de octubre. Y en Pergamino, desde marzo de 2017, los segundos días de cada mes tienen una marca dolorosamente sellada a fuego. Las familias llegaron temprano para colocar un gazebo casi tan grande como el techo de la parada de bondis. Un parlante montado sobre un carrito con dos ruedas sirve para pasar algo de música. Las banderas trepan de árbol en árbol. “Justicia x los 7”, dice la más grande, pero también hay otras con los rostros y los nombres de los pibes que ya no están.Es probable que haya sido casualidad, pero exactamente a 31 meses de la Masacre de Pergamino, cuando entremos a la sala, escucharemos hablar de los pibes, de sus familias y de los sobrevivientes. El duelo y el traumaLa audiencia de cierre de la cuarta semana del juicio por la Masacre de Pergamino incluye testigos que se sientan en grupo frente al tribunal. Las psicólogas Paula Ruíz y María Cristina Vidal; y la Trabajadora Social y directora del Programa de Salud Mental de la Comisión Provincial por la Memoria Natalia Rosetti, peritos de parte de la querella, son las primeras en ingresar.Las tres licenciadas plantean, tomando como marco legal la Ley Nacional de Salud Mental, la necesidad de un testimonio en conjunto que refleje el trabajo transdisciplinario que realizaron con las familias de los 7 de Pergamino. Comienzan explicando al tribunal la metodología de trabajo, fundamentalmente entrevistas individuales. El objetivo fue, entre otros, observar de qué modo impactó la Masacre en la vida de las familias.La querella pregunta a qué se refieren con el concepto de “impacto”. Desde el equipo responden que, si bien las consecuencias son subjetivas y sintomáticas, se trata de un análisis integral del sujeto, evaluando “impactos” en lo psicológico, económico y laboral. La exposición continúa adentrándose en dos nociones: duelo y trauma.Las profesionales hablan sobre cómo opera el duelo:  “El afecto depositado en esa persona, debe sacarse poco a poco del otro para poder depositarlo en otras personas, en otros procesos de la vida”, explican. Según las licenciadas, “todos los familiares estaban con duelo suspendido, con la implicancia que eso tiene en la vida de una persona: una detención de sus proyectos y sus actividades cotidianas, de continuar viviendo”.Sobre el trauma dicen que “implica un quiebre en la vida de una persona”. Es una bisagra. A partir de eso, el sujeto no vuelve a ser el mismo, y eso se manifiesta de diferentes maneras: físicamente, con enfermedades  y trastornos de todo tipo (cáncer, alopecia, trastornos digestivos, pérdidas significativas de peso”); socialmente, con dificultades para relacionarse y trastornos psíquicos (abulia, depresión, desgano, desinterés, tristeza y angustia continua, dificultades para dormir”); y económicamente, con problemas para desempeñarse laboralmente“imposibilidad de trabajar o de generar dinero”. El juez Burrone consulta a las peritos que presentaron sus informes luego de entrevistas con las familias y los sobrevivientes. La culpaLas tres profesionales se van pasando el micrófono inalámbrico. Entre el público, mientras se nombran sus síntomas, las mujeres -madres y hermanas fundamentalmente- lloran. Están hablando de ellas como víctimas. Están escuchando de boca de las licenciadas, ni más ni menos que un diagnóstico profesional con palabras técnicas de lo que sienten cada día en el cuerpo y el corazón: -Tienen reminiscencias de los hechos, sobre todo del acontecimiento alrededor de la muerte. Todo lo que se desarrolla en la comisaría en el momento en el que ellos llegan, o en los momentos previos en los que muchos son avisados por las víctimas de que están en situación de peligro. Estos mensajes y llamadas vuelven a la cabeza de ellos como recuerdos y como una sensación de desesperación por no poder hacer nada ante el peligro de sus hijos- afirma Vidal. -¿Esto último que estás comentando genera culpa en los familiares? -consulta Margarita Jarque, abogada de la CPM. -La culpa es otro indicador muy importante que encontramos presente. Una culpa sostenida y muy fuerte. La culpa es angustiante para el sujeto. Es aplastante, el sujeto no puede hacer nada con eso. La culpa surge de la desesperación de no haber llegado a tiempo o no haber podido hacer nada para evitar eso. Eso los dejó perplejos y en estado de dolor, lo que se transformó en culpa, que es un problema en la vida de las personas. Es necesario que eso se alivie. Entendemos que de alguna manera, poder fijar la responsabilidad en quienes son responsables produciría un alivio subjetivo que permitiría que el reproche no venga ya contra sí mismos, sino que sea dirigido contra quienes tiene que serlo. -¿Y esos síntomas son actuales? -puntualiza Jarque. -Evaluamos hace un mes -responde Vidal. -Muchos familiares se enteraron por los medios. También fue traumática la agonía que padecieron sus familiares -completa Rosetti- La manera en la que fue la muerte agrega sufrimiento. La muerte abrupta, violenta y en manos de quienes debieron garantizar el cuidado. Por otro

El Diario del Juicio partició esta mañana de la inspección ocular a la Comisaría 1ª de Pergamino, donde el 2 de marzo del 2017 murieron Sergio Filiberto, Federico Perrotta, Franco Pizarro, John Claros, Alan Córdoba, Fernando Latorre y Juan José Cabrera. Estuvieron presentes sus familiares y amigos, también las abogadas y abogados de ambas partes y los jueces Guillermo Burrone, Miguel Gaspari y Danilo Cuestas. Los seis ex policías responsables de la Masacre, se negaron a entrar. Compartimos un registro fotográfico con imágenes duras y conmovedoras. (Por El Diario del Juicio*)  ☝ Antes de la inspección, Jorgelina, mamá de Federico Perrota, sostiene firme la foto de su hijo. Es el recuerdo que le queda de él. También lo mantiene vivo con un tatuaje en uno de sus brazos, que muestra la hora exacta en la que Fede murió asfixiado y calcinado en la celda 1.  ☝ A dos años y medio de la Masacre, así luce la Comisaría 1º de Pergamino. Clausurada tras el incendio, hoy funciona como estacionamiento de autos y motos. En planta baja se tomaban las denuncias, hacían las requisas y Alberto Donza tenía su despacho. En la planta alta funcionaba la Departamental, a cargo de Rubén Rojo. ☝ Frente a la fuerte presencia policial, el abrazo se hace eterno. Las familias se contienen y lloran desconsoladas a medida que entran y salen de la Comisaría 1º. “Queremos ver si hay alguna pertenencia de los chicos, es una necesidad que tenemos de caer en la realidad, de cerrar esta historia”, nos dice Silvia Rosito. ☝ Diego Filiberto tiene la mirada pegada al piso. Le tiemblan las piernas y siente escalofríos: cada sábado, en este preciso lugar, le traía comida a su hermano Sergio. Recuerda como si hubiese sido ayer la última vez que lo vio con vida. Hoy, lleva puesta una remera negra que dice “Fili presente”, en letras blancas. Más tarde se animará a entrar y revivirá el horror. ☝ La cámara dispara y con su flash nos permite ver entre las penumbras de la Comisaría 1ª. En el pasillo que da a imaginaria y los calabozos, todavía parece oler a hollín; hay botellas, ojotas y un pedazo de colchón. Así quedó después de la Masacre. ☝ Con su linterna, la abogada Carla Ocampo Pilla ilumina la oficina de imaginaria. Desde allí, la policía les suministraba agua a los internos. O dejaba de hacerlo, como aquel 2 de marzo, cuando Brian Carrizo decidió que a los pibes se los devore el fuego. ☝ En la celda 1, escena del crimen, Cristina Gramajo se mantiene de pie. De pronto parece que le vuelve el alma al cuerpo: entre los restos, encuentra la bolsa con la cual solía traerle comida a su hijo. En este calabozo depositaron a los siete. Acá los sentenciaron a muerte. ☝ Víctor Pizarro no encuentra explicaciones de cómo pudieron dejarlos morir. Entre los restos, los familiares usan sus celulares para tratar de ver en medio de tanta oscuridad. Buscan pertenencias de sus hijos, algo que los ayude a aliviar tanto dolor.    ☝ En nuestro país, así duermen y viven las personas privadas de libertad por causas menores. Hacinados, olvidados y estigmatizados por un Estado ausente. “¿Cómo pudieron encerrarlos a todos juntos en la misma celda?”, todavía se pregunta Flavia, mamá de Alan Córdoba. ☝ Aunque no luzca como tal, esta es la canilla que usaban los internos de la celda 1 para proveerse de agua. ¿Cuánto calor será necesaria para derretir una canilla? Según los registros de los peritos, los colchones prendidos fuego alcanzaron 80 grados de temperatura.  ☝ En la celda 1, el fuego devoró todo. Sobre uno de los catres está la zapatilla que una madre sabía que le faltaba a su hijo; el hijo que le falta a su madre. ☝ Alicia González, mamá de Franco Pizarro, tiene la mirada perdida y la mente en cero. Más que nunca extraña a su hijo Franco. “Lo que hicieron me rompió el alma”, suelta con el pañuelo de Justicia por los siete en el cuello. También se alcanza a ver a Daniel y Lorena, papá de Alán y hermana de John Claros. A ellos también la Policía les quitó a sus seres queridos. ☝ Al finalizar la inspección ocular, los jueces Guillermo Burrone y Danilo Cuestas intercambian pareceres. Mañana ambos darán inicio a la octava audiencia del juicio, en la que se espera que declaren cinco testigos: entre ellos, varios peritos forenses, un policía y un oficial del GAD.  Fotos: Natalia Bernades (La Retaguardia) Textos: Lautaro Romero (Cítrica) Edición: Martín Parolari (Radio Presente) y Fernando Tebele (La Retaguardia) *Este diario del juicio a los policías responsables de la Masacre de Pergamino, es una herramienta de difusión llevada adelante por integrantes de La Retaguardia, FM La Caterva, Radio Presente, Cítrica y Agencia Paco Urondo. Tiene la finalidad de difundir esta instancia de justicia que tanto ha costado conseguir. Agradecemos todo tipo de difusión y reenvío, de modo totalmente libre, citando la fuente. Seguimos diariamente en https://juicio7pergamino.blogspot.com 

Como podía presumirse, varios de los sobrevivientes de la Masacre de Pergamino que aún continúan presos manifestaron temor a declarar y denunciaron amenazas. Tres se negaron a testimoniar en esta audiencia, aunque algunos de ellos volverán a ser convocados. Otros tres sí lo hicieron y respaldaron la versión que se viene imponiendo desde la primera audiencia: después del inicio del fuego, los policías que estaban de servicio aquel 2 de marzo, no hicieron nada para evitar la masacre. (Por El Diario del Juicio*)  Sigue nublado en Pergamino. En las inmediaciones del Tribunal, poco a poco, comienzan a llegar los familiares de los 7 pibes junto a compañeros del colectivo Justicia X los 7. Aunque no debería suceder, familiares de los seis ex policías imputados también ingresan por la puerta principal.Apenas pasadas las diez de la mañana inicia la quinta jornada del juicio oral y público, en la que siguen declarando quienes pudieron escapar del fuego. “Podría haber sido yo” Ingresa el primer testigo de la mañana, esposado, con la mirada baja, pegada al suelo. Los acusados lo siguen con sus ojos. “No recuerdo qué pasó ese día. No tengo mucho que decir. Vengo teniendo mucho sufrimiento y quise dejarlo de lado. Sólo puedo decirles que estuve una hora pateando y gritando y nadie se acercó… podría haber sido yo. Salí de ahí vomitando todo negro”, dice con temor. Su voz es apenas audible. “En el momento del hecho el humo venía del pasillo. Nosotros tirábamos vasos de agua para apagar el fuego. Yo estaba debajo de la cama, salía, pegaba dos o tres patadas a las rejas y volvía a tirarme debajo de la cama. Fue terrible, nos conocíamos todos ahí. Tomábamos mates, comíamos galletitas juntos”. Está nervioso y contesta que no recuerda muchas cosas; entre ellas, la declaración luego del incidente. El presidente del Tribunal, Guillermo Burrone, algo irritado, intercambia palabras con el testigo. “Ese día estaba mareado, no recuerdo haber declarado”. Ante la consulta de la doctora Margarita Jarque, del equipo de litigio estratégico de la Comisión Provincial por la Memoria (CPM) sobre las secuelas después del incendio, el testigo –que está detenido en la Unidad 3 de San Nicolás- aclara “no tuve acercamiento psicológico, nadie se acercó a mí. Me afectó mucho porque eran pibes que conocía mucho. Conocía a Federico Perrotta y a Sergio Filiberto, del barrio”. Por último, y ante la reiteración del testigo de que su memoria por momentos es confusa, finaliza afirmando que en las celdas había encendedores porque muchos fumaban. Rodrigo Díaz, asistente del abogado Gonzalo Alba, le acerca un cigarrillo mientras el testigo se retira, aceptando el regalo, sin mirarlo. “Yo no sé si soy víctima, pero tuvimos suerte” El siguiente testigo ingresa pocos minutos después. Se sienta frente al tribunal, custodiado por un oficial de la Policía bonaerense. Viste campera clara y pantalones oscuros. Enumera que ingresó a la Comisaría 1 de Pergamino por robo agravado, tres meses antes del incendio, y que la versión que él escuchó respecto al comienzo de todo fue por una pelea que no vio: “Yo estaba parando en el pasillo porque el día anterior había tenido una pelea con un interno de mi misma celda, la celda 3. Ahí, en el pasillo, yo veía todo, tenía visión de toda la comisaría”. Acerca de lo que vio, el testigo especifica: “Cuando se originó, el fuego era mínimo. Yo podía ver que estaban todos los oficiales, que se asomaban, pero no entraban. Los imaginarias, que ese día eran dos, cuando nos engomaron, estaban presentes. Cuando comienza el fuego también, porque uno les dice a los de la celda 1 que se podía prender fuego la cortina; pero al rato desaparecieron. Uno era Matías –Exequiel Giuletti-, el otro era al que le dicen ‘Rojitas’ porque es de Rojas”. La defensa comienza a intercambiar susurros y lecturas del cuaderno que circula entre los imputados mientras sigue el relato del joven: “En un momento de mucho humo, me sacaron del pasillo y ya no se veía nada. Me llevó una oficial mujer por el pasillo de contraventores a la celda 6, donde había dos chicos más. Fue Guevara, si mal no recuerdo. Tenía rulitos. Cuando me mueven, veo a los bomberos afuera. No habían entrado”. Acerca de si reconoció a quienes los encerraron previo al incendio, el sobreviviente expresa que “el oficial Eva nos encerró a todos y fue quien cerró los calabozos”. El tribunal mira y escucha; la defensa susurra; un agente del Servicio Penitenciario Bonaerense ríe; la querella indaga: -¿Conocías al comisario Donza? -quiere saber Margarita Jarque. -Sí. -¿Recordás ese día haberlo visto, fundamentalmente durante el momento del incendio? -Sí, lo vi después del incendio, cuando yo estaba en el pasillo. Los vi a todos juntos hablando con los jefes, con jerarquía y le decían lo que él tenía que decir de lo sucedido en la comisaría y nosotros con los otros chicos empezamos a los gritos diciendo que no era así. -¿En qué lugar sucedió eso? -consulta la abogada de la querella. -Eso ocurrió en el pasillo, cuando nos juntaron a todos después de estar en el patio. Ya era de noche. Nos juntan a todos en el pasillo de contraventores y ahí lo veo a Donza con varios jefes que le decían lo que había sucedido, lo que tenía que haber dicho. Eran varios jefes, se ve por la vestimenta. -¿Recordás qué le decía que dijera? -No, no recuerdo. Pero nosotros le gritábamos que no era así. La defensa solicita que el testigo quede a disposición del tribunal y el sobreviviente insiste, nervioso, con que no recuerda la versión de lo sucedido expresada a Donza. “Después del hecho, estuvimos en la comisaría con los cuerpos durante dos horas. No sabíamos quiénes eran los pibes muertos: mirábamos las zapatillas para distinguirlos. El fuego era mínimo, se podría haber evitado. Yo no sé si soy víctima, pero tuvimos suerte”, finaliza. Cuarto intermedio. “Sueño con los gritos de los pibes, son imágenes que no se me van a

Será el próximo lunes 2 de septiembre. Después de un poco más de dos años, el poder judicial de esta localidad del interior de la provincia de Buenos Aires juzgará a integrantes de la Policía bonaerense por las muertes de 7 jóvenes alojados en la entonces Comisaría 1ª. El programa Tengo una Idea que conducen Graciela Carballo, Carlos Morchio y Nicolás Rosales entrevistó a la abogada Margarita Jarque,  integrante del cuerpo de abogados de la Comisión Provincial por la Memoria (CPM). La Retaguardia participará de El Diario del Juicio, junto a FM La Caterva, Radio Presente y Cítrica. (Por La Retaguardia) 6 ex policías  están imputados por la Masacre de Pergamino, ocurrida en marzo del 2017.  Aquel día,  7 jóvenes alojados en la Comisaría 1ª murieron asfixiados en medio de un incendio. Los uniformados no hicieron nada para rescatarlos.El caso se transformó en uno de los más terribles hechos ocurridos en una comisaría del país. Las muertes de Sergio Filiberto, Alan Córdoba, Jhon Claro, Fernando Latorre, Federico Perrota, Juan “Noni” Cabrera y Franco “Paco” Pizarro, se transformaron en una bandera de lucha y exigencia de justicia por parte de sus familiares.En relación al proceso del juicio, Margarita Jarque, una de las abogadas de la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), detalló: “En principio el juicio tendrá una duración de un mes y medio aproximadamente. Se  va a desarrollar en los Tribunales de Pergamino. En una sala de capacidad mediana. Es la sala de la cámara de apelación de la localidad, y el tribunal que entiende es el número 1, el único que hay. El fiscal de la causa es el Doctor Nelson Omar Mastorchio, el mismo que llevó adelante la instrucción penal preparatoria; es decir, toda la etapa de investigación y el pedido de elevación a juicio. Las familias están representadas por quienes somos particulares damnificados abogados de ellos, en nuestro caso la Comisión Provincial por la Memoria y tres abogados particulares que están representando a otro grupo de familia”.Los ex policías Sergio Rodas, Alexis Eva, Matías Giulietti, Brian Carrizo y Carolina Guevara, junto al ex comisario Alberto Donza (que estuvo prófugo más de un año), serán juzgados por el delito de abandono de persona seguido de muerte. Podrán recibir condenas de entre 5 y 15 años de cárcel. En la actualidad, de los seis ex policías imputados, cuatro se encuentran con prisión domiciliaria. Donza y Eva están recluidos en el penal de la ciudad de Campana. Las pruebas “La carátula está basada en pruebas que entendemos claramente contrastables, como son los mensajes que las propias víctimas mandaban a sus familias que decían, “nos van a matar”, “vení pronto”, “nos están matando” en referencia a lo que después se supo que había sucedido allí. Por supuesto están las autopsias, las declaraciones de los sobrevivientes que se encontraban compartiendo en otros calabozos cercanos en la misma comisaría, familiares que se acercaron al lugar, otro personal policial, vecinos. Todo esto constituye la prueba que como sabemos en el debate tiene que validarse a través de las declaraciones de todas estas personas. Probablemente, alguna reconstrucción del hecho por lo menos vista de la comisaría. Vamos a trabajar con una maqueta que pedimos como particulares damnificados que se realiza para tener claridad de los testigos en sus declaraciones. También participarán peritos de parte, como la doctora (Virginia) Creimer y otros peritos que han tenido la causa, fundamentalmente de la Policía Federal, que realizó la pericia denominada de “bomberos”, es un poco también una suerte de reconstrucción del hecho. Eso es muy importante a los efectos de cotejar los tiempos que se han tenido por acreditados por la instrucción penal preparatoria: las condiciones de la comisaría, de comunicación del lugar donde sucedió el hecho. Los gritos de auxilio de sobrevivientes y víctimas eran suficientes para haber generado un auxilio pronto, rápido y haber evitado esas muertes. En eso, se constituye la figura del psicopenal, se constituye el abandono de persona sin perjuicio de lo que arroje el debate”, agregó la abogada.Jarque opinó sobre la violación de derechos humanos de detenidos en penales, cárceles o comisarías de la Provincia de Buenos Aires. “Hay una regresividad en todo lo que sucede en materia de encierro. Estamos en un récord histórico en este momento con 4300 detenidos en comisarías. Y eso no es el único dato a tener en cuenta; además en muchas de esas comisarías, como el caso de Esteban Echeverría por ejemplo, que sucedió a posteriori de Pergamino, son comisarías que se encuentran clausuradas, en muchos casos por el propio ministerio. El caso de Echeverría con cinco clausuras judiciales, además de seguir deteniéndose personas aún estando bajo estado de clausura, en estado de superpoblación. Llegó a haber 40 detenidos en una comisaría que tiene como cupo 10. En Pergamino también había superpoblación, en ese momento más leve. Revisamos los registros, y en el período de un mes hacia atrás había habido el doble de población respecto del cupo que tiene la comisaría. Realmente es muy preocupante toda la política penitenciaria en general. En la provincia hay un registro histórico de 50.000 detenidos. Creemos que esto, como lo demuestra la realidad lamentablemente cobrándose vidas en lugares de encierro, es una suerte de olla a presión. Porque no sabemos cuándo puede volver a suceder un hecho de estas características. También creemos que hay que mirar, en todos estos casos, las responsabilidades que son funcionales y políticas de quienes toman las decisiones. De quienes definen en una resolución que debe haber colchones ignífugos, pero luego no los compran y suceden este tipo de cuestiones.Por último, tras consultarle que expectativas tenía alrededor el juicio dijo: “fundamentalmente espero justicia y que podamos visibilizar con exactitud lo que sucedió en esa comisaría, pero que, insisto, siguió sucediendo. Y si esto no se acompaña de un cambio drástico de políticas penitenciarias, no tendremos nada para celebrar. Muchas veces las familias en este proceso de duelo dicen: “bueno, a nuestros hijos ya no los vamos a tener pero queremos justicia por ellos y para