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Mónica Alegre


En un nuevo aniversario de la desaparición seguida de muerte del joven de 16 años de Lomas del Mirador, se realizaron este fin de semana varias actividades para recordarlo, denunciar la impunidad y exigir verdad y justicia. El sábado por la noche La Colectiva Radio proyecto la película “¿Quién mató a mi hermano?” en una plaza. Este domingo, se llevó adelante la habitual marcha en el barrio de La Matanza donde todavía vive parte de la familia de Luciano. Las voces de Vanesa Orieta, su hermana, y Mónica Alegre, su mamá, protagonizaron la intensa jornada transmitida en vivo por medios populares. (Por La Retaguardia) ✍️ Redacción: Fernando Tebele 💻 Edición: Pedro Ramírez Otero/Agustina Sandoval Lerner 📷 Foto de portada: Bárbara Barros/La Retaguardia 📺 Cobertura en la marcha: María Eugenia Otero/Fernando Tebele (La Retaguardia junto a Radio Zona Libre/Antena Negra TV/FM La Tribu/Posdata/Radio Sur) La luz todavía cae desde el cielo. La Plazoleta Raymundo Gleyzer del barrio de la Paternal se ha convertido en un pequeño cine. Una pantalla cuadrada irradia su propia luz. Son las primeras imágenes de ¿Quién mató a mi hermano?, la película con la que Ana Fraile y Lucas Scavino dieron cuenta de la vida y muerte de Luciano Arruga, historia tan tenebrosa como real, tan amarga y triste como la penosa costumbre social que tenemos que asumir socialmente de una buena vez: cada tanto, en el país del genocidio reciente, de la dictadura desaparecedora, las fuerzas de seguridad continúan utilizando esa metodología para desaparecer personas. Es el mismo país. Aunque sea en escala menor a la de aquellos años, la desaparición forzada sigue ahí, no se va. Una vecina camina en rol paseando al perro. Se sorprende por lo que ve: gente parada formando un semicírculo. Personas sentadas en el banco de la plaza que mejor se ubica ante la pantalla. Otras en las sillas apilables dispuestas para la ocasión. Mientras su mascota juguetea con otro animal, la señora mira. Difícil saber qué piensa. Amaga irse. Vuelve. Finalmente se va. Después de los 89 minutos de cine, las compañeras y compañeros de La Colectiva, que organizaron la jornada, mezclan alguna lágrima por lo que acaban de ver, con sonrisas satisfechas por la actividad. La radio comunitaria, que sale al aire desde un local a la calle en San Martín y Donato Álvarez, apenas a una cuadra de allí, es una de las que ha acompañado sostenidamente a la familia de Luciano. Faltan apenas horas para la marcha del domingo. Son 13 años sin Luciano Arruga. Se puede esperar una noche más por la verdad, que tampoco llegará mañana, pero nos quedará más cerca de tanto grito. *** Los bombos golpean recuperando en muchos oídos un sonido que había permanecido durante la pandemia encerrado entre los recuerdos. Estamos en la esquina de General Paz y Mosconi, en Lomas del Mirador. “La Matanza Avanza”, dice un cartel por allí. Atrapa la cana, podría ser una buena respuesta tan cacofónica como real. Esa esquina se transforma, por unos instantes, en un gran encuentro de personas perdidas. Abrazos cuidados, duraderos, con barbijos en general, reflejan la necesidad de verse en algunos casos después de casi dos años. El calor agobiante de otros eneros se tornó piadoso esta vez. Minutos después de las 18 estamos arrancando. Se sabe que es el comienzo porque Vanesa Orieta, la hermana de Luciano, toma el micrófono para anunciarlo. Puede suponerse que solo hará ese anuncio, pero no. Comenzamos a caminar por Mosconi hacia la Villa 12 de octubre, donde creció Luciano hasta cuando lo dejaron; todavía vive allí parte de su familia. Detrás, cada vez más lejos, va quedando el otro lado de la General Paz. Es Mataderos, pero una zona tan cheta que ya merece ser llamada Mataderos Hollywood. Se aleja en la medida que se acerca el barrio popular.  Vanesa tiene una remera de Tehuel de la Torre, el joven trans de San Vicente desaparecido desde el año pasado en Alejandro Korn, todo en la Provincia de Buenos Aires. Le ha impactado mucho a Vane la desaparición de Tehuel. Como la de Facundo Astudillo Castro. Como cada una. Aunque las ocurridas en la Provincia le pegan peor, porque tienen el mismo sello que la de Luciano. ¡Hola maldita Bonaerense! Pide por Tehuel, grita. Pedirá, gritará varias veces más. “Lo queremos con vida”, dirá en el cierre desde el escenario. Vanesa va caminando a la par del camión/escenario. A veces mira hacia la manifestación que la sigue, de más de seis cuadras. También mira para el barrio, camina para adelante y para atrás. Cada tanto mira a vecinos y vecinas que se asoman en sus balcones o ventanas. Siempre le habla al vecindario. Interpela a ese barrio que dio pie a que se abriera el destacamento policial desde el que hostigaron hasta el final a Luciano. Lo pusieron en funcionamiento después de dos asesinatos semifaranduleros: el florista de Susana Giménez y el entrenador de Guillermo Cóppola fueron asesinados en intentos de robos. El destacamento de la calle Indart 106 se constituyó en un delineador de límites para los pibes de las villas de la zona. Sobre todo de la 12 de Octubre y la Santos Vega. Ya sabemos cómo terminó, aunque no sepamos aún exactamente cómo. Pero el 31 de enero de 2009 Luciano desapareció. De eso no hay dudas. Y tuvieron que pasar 5 años y 8 meses para que su familia lo hallara enterrado como NN en el Cementerio municipal porteño en Chacarita, después de haber pasado por el Hospital Santojanni —tras haber sido atropellado involuntariamente por un automovilista en la Gral Paz— y por la morgue judicial. Todo como NN, en una maniobra de ocultamiento que extiende las responsabilidades ya no solo a La Bonaerense, sino también a la Policía Federal y a una gruesa trama administrativa de la Ciudad de Buenos Aires.  Todo eso vuelve a contar Vanesa a cada paso. Hasta que se acerca su mamá, Mónica Alegre. La abraza. Caminan juntas. Es probablemente la imagen de la jornada. Ambas entrando al

El pasado domingo se cumplió un nuevo aniversario de la desaparición forzada y asesinato de Luciano Arruga en manos de la policía y otros actores del Estado, el 31 de enero de 2009. Su cuerpo apareció cinco años después enterrado como NN en el cementerio de Chacarita. Compartimos la crónica de una jornada sin marcha, pero con muchos abrazos a través de la transmisión de radio y tv que realizaron Familiares y Amigos de Luciano Arruga desde el exdestacamento de Lomas del Mirador donde el joven fue torturado, ahora convertido en espacio de memoria y acción. (Por La Retaguardia) ✍️ Crónica: Rodrigo Ferreiro 💻 Edición: Pedro Ramírez Otero 📷 Fotos: Daniel Calabrese Por primera vez en mucho tiempo, el 31 de enero llueve. El cielo está gris, plomizo, hace frío. Un peque corre por el pasto, desafiando a la garúa que comienza a caer. Tiene una remera blanca, mangas cortas, y una sonrisa de oreja a oreja. Va y viene por el jardín plagado de paltas, bananas y árboles. Un adulto lo mira a los ojos, se lleva el dedo índice de la mano izquierda a sus labios y pide silencio, en el cuarto donde finaliza la huerta hay radio. El pibe lo mira, cambia el rumbo pero no la canción que entona, a viva voz: “Nunca seré policía, de provincia y de capitaaaal”.  Luciano Arruga desapareció hace 12 años, pero en ese gesto irreverente del niño vuelve, se hace carne, es eterno en el Espacio recuperado del oeste que lleva su nombre. Es presente. Es futuro, también, por prepotencia y provocación.  La radio comienza puntual como cita inglesa. A las 15, la voz de Rosaura Barletta comanda la actividad principal de un domingo extraño, donde sobran barbijos y falta pavimento. El Espacio Luciano Arruga, exdestacamento de Lomas del Mirador donde Luciano Arruga fue torturado en 2008, acoge la primera entrevista de la tarde, a Martina Noailles y Antonella Álvarez, periodistas de los medios alternativos Sur Capitalino y Revoluciones.Net. Ambas resaltan la importancia de los medios no tradicionales en la cobertura de casos de represión estatal. Tienen experiencia reciente: Martina en el caso Chocobar y Antonella en la Masacre de Pergamino. Minutos más tarde, y luego de escuchar la voz grabada de Cristina Castro y Leandro Aparicio sobre la desaparición y el asesinato a manos de la Policía bonaerense de Facundo Astudillo Castro; Fermín Martínez y Nadia París copan la escena para contar lo que sucede en el sur del país, en el juicio Escuelita 2, sobre Centros Clandestinos en la última dictadura. La dureza del tema se endulza al final, arrancando las primeras carcajadas de la jornada: se cuela Lifko, el hijo de Nadia y Fermín, y el meet que conecta Buenos Aires con Neuquén se convierte en un analgésico para lo que resta de la transmisión.  Mientras afuera del improvisado estudio radial se cuelgan banderas que recuerdan momentos pasados y banners rememorando diferentes casos de represión estatal, los audios sobre Santiago Almirón, víctima de una causa armada por la policía, y la China Cuellar, mujer asesinada en prisión y recordada por su padre, Alberto, Oscar Castelnovo, Adolfo Pérez Esquivel y compañeras del penal, ocupan la escena. Finalizado este difícil momento, Matías Bregante, uno de los integrantes de Familiares y Amigos de Luciano Arruga y co conductor de la radio, prepara la técnica para que Flavia Piraino dedique una adaptación del tango Naranjo en Flor a Luciano. Flavia protagoniza uno de los momentos más emotivos de la jornada, provocando lágrimas en los ojos y el abrazo profundo y sentido de Vanesa, la hermana de Luciano. Todo queda registrado en la transmisión audiovisual, supervisada hasta el mínimo detalle por Camilo Romano, otro integrante del colectivo.  Llegando a las cuatro de la tarde, y con una hora de transmisión encima, la pieza radial preparada para recordar el caso de la desaparición de Johana Ramallo se hace presente en el éter, en la voz de su mamá, Marta. Es el preludio para una de las entrevistas más extensas de la transmisión: al abogado del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), Tomás Griffa. Vanesa y Mónica, hermana y madre de Luciano, participan de una entrevista que, pese a contar con algunos inconvenientes técnicos surfeados impecablemente por Natacha Bianchi, la operadora radial y también integrante de Familiares y Amigos de Luciano Arruga, deja en claro el proceso de Jury de Enjuiciamiento hacia el juez Gustavo Banco y las fiscales Roxana Castelli y Celia Cejas Martín.  Afuera, el sol se asoma, para luego dar paso a la lluvia. Así, una y otra vez. Hay empanadas y tortas para hacerle frente a un estómago que poco a poco comienza a pasar factura del tiempo transcurrido. No hay muchas personas en el Espacio, lo que da cuenta de que el mensaje de cuidado de la familia, replicado en redes sociales, surtió efecto. Los vasos de vidrio tallados preparados especialmente por Celeste, otra integrante del colectivo, se van llenando de agua, y la transmisión prosigue. Llega el momento para Karina Olivares, maestra y secretaria de Derechos Humanos del gremio Ademys. Karina habla acerca de la importancia de tratar el tema de represión estatal en las escuelas, las resistencias que aparecen y el trabajo que tienen los sindicatos para preparar material. Promedian las siete de la tarde. El tiempo se ajusta, y solo restan dos temas antes del cierre: Pandemia en los barrios, un completo informe preparado por Nazareno Roviello, periodista del portal Posdata; y la entrevista con las fotoperiodistas Lidia Barán, de Ancap y La obrera, y Agustina Salinas, de Cítrica, acerca de la cobertura en la represión en Guernica. Alrededor de las siete y media todo está preparado para el bloque final: Vanesa, Mónica y Pablo Pimentel, de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de La Matanza (APDH).  Pablo Pimentel fue el primer referente de derechos humanos en hacerle un lugar al reclamo de la familia de Luciano. Y comienza con ese dato, el recuerdo de la llegada de Vanesa a la APDH La Matanza, poco más de

Este domingo 31 de enero se cumplen 12 años de la desaparición forzada seguida de muerte de Luciano Arruga, cuyo cuerpo fue encontrado 5 años y 8 meses después en el cementerio de la Chacarita, enterrado como NN. Como dice su mamá, Mónica Alegre, Luciano fue un negrito villero que se negó a robar para la policía. Tenía 16 años cuando lo desaparecieron. Meses antes, había sido torturado en el destacamento de Lomas del Mirador —hoy el Espacio Luciano Arruga—, hecho por el que el policía Diego Torales, es el único condenado. Los policías que estaban el día de su desaparición ni siquiera están procesados. Tampoco parece haber responsables políticos. En el programa radial La Retaguardia, Mónica Alegre contó cómo espera este nuevo aniversario, con jornada virtual y transmisión de Radio Zona Libre a las 15 desde el Espacio, y compartió algunas de las anécdotas con su hijo. (Por La Retaguardia) 🎤 Entrevista: Pedro Ramírez Otero/Agustina Sandoval Lerner ✍️ Redacción: Diego Adur 💻 Edición: Fernando Tebele 📷 Foto de portada: Archivo Natalia Bernades/La Retaguardia —Si un día yo no estoy, te pido por favor que me cuides a mi hermana. Prometeme que lo vas a hacer y que nunca la vas a dejar sola —le dijo Luciano Arruga a su madre. —Dejá de hablar, ¿a dónde te vas a ir? —No sé, mamá. Un día me voy a otro país, no puedo venir más y no la voy a poder cuidar. Te pido que la cuides. Cuidame a mi hermana, por favor. Entonces yo me voy a poder ir tranquilo. Mónica recreó así cómo fue la última conversación que tuvo con su hijo. Su voz es inconfundible. Casi que no haría falta presentación. Mónica Alegre habla de su hijo, Luciano Arruga, e inmediatamente se la nota llena de orgullo, de fuerza. Esa fortaleza que, admite, no siempre tuvo, pero que transmite cada vez que presta su voz para hablar de Luciano y de los pibes y las pibas asesinadas por la policía. Porque estas Madres que se unen en el dolor, en la pérdida, pero también en la lucha constante y en el grito incansable de justicia, no lo hacen solo por sus historias. Lo hacen por todos los pibes y las pibas víctimas del gatillo fácil, asesinadas en comisarías o desaparecidas por el Estado. Mónica es un claro ejemplo de esa solidaridad contagiosa que tienen estas madres compañeras. Por eso, dice que este 31 de enero, en medio de la pandemia, quien quiera recordar a Luciano lo haga de la manera que pueda y reivindicando a cada uno y cada una de esos jóvenes: “Este año es atípico por el contexto de pandemia. Se decidió no hacer marcha ni festival para cuidar y preservar la vida de los que vienen de tan lejos, de todas las provincias. Tampoco vamos a arriesgarlos a que se lleven una enfermedad de acá. Se va a recordar a Luciano con una radio abierta, se harán pintadas. No estamos convocando a la gente, pero sí yo les invito que el que quiera recordar a Luciano, cada uno desde su lugar, haga una actividad con sus precauciones, recordando a sus pibes porque lamentablemente en todas las provincias y en todos los lugares hay un pibe desaparecido, un pibe víctima de gatillo fácil, una piba desaparecida. El mejor homenaje que se le puede hacer a Luciano el 31 es recordar a sus pibes: recordar a Santiago (Maldonado), recordar a Facundo (Rivera Alegre), a Rafita (Nahuel), a Daniel Solano, recordar a todos y todas”, pidió.   Un pibe soñador y fánatico de River Es inevitable que el corazón de Moni no se estruje un poco cuando habla de su hijo. Sin embargo, comparte esas sensaciones con una calidez entrañable: “Yo lo recuerdo como era: un pibe de barrio, común. Un pibe que tenía sueños, tenía ilusiones. No le gustaba el estudio. Él simplemente quería terminar el secundario y regalarle el título a su hermana. Le gustaba tener amigos, jugar al fútbol en la plaza, descalzo, por el pancho y la coca. Soñaba con conocer lugares. Decía que me iba a llevar a muchos lados. Soñaba con conocer el mar. Decía que cuando sea grande iba a trabajar piola y me iba a hacer la casa linda, que no me iba a faltar nada. Era muy compañero conmigo. Soñaba con tener hijos y un sobrino. Amaba tener un sobrino. Se enojaba con su hermana, le decía ‘todos mis amigos tienen sobrinos y yo soy el único que no tengo, no sé qué estás esperando’. Vanesa se reía. Soñaba con ese sobrino que ahora está. Él decía que iba a tener hijos. Su primer hijo iba a ser varón y se iba a llamar Enzo Ramón. Soñaba con conocer la cancha y a sus idolos, Enzo Francescoli y Ramón Díaz. Soñaba con estar en esa tribuna”, ilustró Móni los deseos de un pibe de 16 años. “Blanco fácil” Como a muchos pibes y pibas del barrio, a Luciano lo fue a buscar la policía para que robara para ellos, en el intento por aprovechar su vulnerabilidad social. Él se negó, lo compartió con su familia y desde ese momento fue perseguido, hostigado y amedrentado por quienes después terminaron por desaparecerlo: “En ese momento nuestra situación no era la mejor. Yo recién venía al barrio. No tenía trabajo y no estábamos bien. Luciano era un blanco fácil. Era el momento del auge de la policía regenteando a los pibes. La mayoría de los pibes trabajaban para la policía. Tenía 16 años, era inimputable. Le ofrecieron el trabajo, pero gracias a que Luciano siempre tuvo la palabra sensata de su hermana, dijo que no. Siempre demostró otras cosas por qué luchar. Él dijo que no y eso fue marcar su sentencia de muerte. Poco tiempo después lo llevaron detenido, lo amenazaron, lo hostigaron. Lo golpearon y lastimaron física y psicológicamente. Cuando yo lo saqué a Luciano ya no fue el mismo. Sabía que tenía los días contados y yo no me di cuenta. Esto fue

En el aire de Radio La Retaguardia se produjo este viernes un encuentro lleno de amor y de fuerza: cuatro madres que comparten el dolor por la desaparición de sus hijos a manos de fuerzas del Estado y que reconvierten esa fuerza para seguir luchando por la verdad y la justicia. Nora Cortiñas, Mónica Alegre y Viviana Alegre se juntaron para bancar a Cristina Castro en este momento de definiciones sobre el caso de Facundo Astudillo Castro. Las cuatro Madres intercambiaron sus sensaciones y experiencias propias, todas con su coraje y fortaleza características. Además de exigir verdad y justicia por Facundo, pidieron por todos los casos de pibes y pibas asesinadas por el Estado a lo largo de los distintos gobiernos constitucionales. (Por La Retaguardia) 🎤 Entrevista: Giselle Ribaloff/Fernando Tebele ✏ Redacción: Diego Adur/Pedro Tato 💻 Edición: Fernando Tebele 📷 Foto de portada: Captura de pantalla Facundo Astudillo Castro (desparecido en 2020), Gustavo Cortiñas (1977), Luciano Arruga (2009) y Facundo Rivera Alegre (2012), estuvieron presentes a través de sus madres luchadoras.  Aquellas primeras madres que, como Nora Cortiñas, le exigían al gobierno genocida la aparición de sus hijos e hijas desaparecidas, fueron las referentes de las siguientes Madres que, como Mónica Alegre —mamá de Luciano Arruga— y Viviana Alegre —que busca a Facundo Rivera Alegre—, siguen reclamando saber qué les pasó a sus hijos, desaparecidos a manos de fuerzas de seguridad del Estado. Ellas, entre tantas otras, son quienes han marcado el camino para que más nuevas Madres, como Cristina Castro, puedan enfrentar a quienes puedan ser responsables y participen del encubrimiento de una nueva desaparición forzada en democracia. Están atravesadas por el dolor que significa la desaparición de un hijo. Comparten la angustia que representa no saber, mezclada con la esperanza incansable de encontrarlos, si no pueden vivos, al menos recuperar sus restos… Viven abrumadas por la desesperación de la búsqueda interminable de verdad y justicia, que a la vez las carga de energía rebelde y contagiosa. A ese sufrimiento sólo lo supera la fuerza que ellas han tenido y siguen sosteniendo para no claudicar en su lucha. Nora, Mónica, Viviana y Cristina, se encontraron en el programa Hasta que vuelvan los abrazos de Radio La Retaguardia. Nora Cortiñas, la madre de todas las Madres (como la calificó Mónica Alegre: “déjenme ser cholula y saludarla”, pidió sonriente), fue quien tomó la posta y puso en palabras los sentimientos que todas querían compartir con Cristina Castro: “No queremos que Cristina siga en la agonía de esta espera. Queremos que pronto tenga alguna respuesta. Quisiéramos que aparezca con vida, como le habían prometido. Estamos esperando la gran noticia. Ya nos vamos a abrazar en la Plaza de Mayo y en todas las plazas donde nos encontremos. La pandemia vino a cortarnos la posibilidad de estar en la calle para  seguir reclamando la aparición con vida de Facundo y estar juntas en un solo grito. Entre todas nos damos la fuerza para seguir la lucha. Decimos no más desaparición forzada de persona, no más persecución a los jóvenes, no más asesinatos, fusilamientos, y torturas de pibes, como los que hubo últimamente en distintos lugares de la República Argentina. Tenemos que terminar con estas persecuciones y estos crímenes terribles”, dijo de entrada Nora Morales de Cortiñas, la mamá de Gustavo Cortiñas, desaparecido el 15 de abril de 1977, a los 24 años de edad, por la dictadura cívico-militar-eclesiástica. La integrante de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora resaltó la fortaleza de Cristina Castro: “Tiene la decisión de buscar a su hijo. Cada momento del día, las 24 horas, está atenta. Yo la abrazo muy fuerte a Cristina y deseo que pronto termine esta angustia, esta agonía del ocultamiento de la verdad. Deseo que sigan adelante con fuerza por la memoria, por la verdad y por la justicia. Los responsables que paguen con la cárcel”, exigió. Mónica Raquel Alegre es la mamá de Luciano Arruga, desaparecido por la policía el 31 de enero de 2009, en Lomas del Mirador, a los 16 años. Moni destacó el legado de las Madres de Plaza de Mayo y ofreció el sostén a otras madres que pasaron, como ella, por la perversa experiencia de la desaparición forzada de un hijo. Se generó entre ellas este diálogo: —Mónica Alegre: Hemos tenido mucha referencia, como Norita, Elia (Espen) y todas esas madres inmensas que nos han enseñado cómo se lucha. Es muy importante estar unidas en este momento y darle fuerza a Cristina. Va a llegar un momento en que va a poner los pies sobre la tierra. Hoy está como con una coraza, fortalecida. Eso es lo que todos admiramos. Todos la vemos con ese temple y firmeza. Vamos a estar pendientes de ella. Cuando ella quiebre nosotras vamos a estar ahí. Yo sé que va a pasar porque todas lo hemos pasado —marcó la mamá de Luciano. —Nora Cortiñas: No, ella no se va a caer. Ella va a estar con esta fortaleza. El amor de una madre da fuerza desde no sabemos dónde. No se claudica jamás. Esa búsqueda de la verdad y la justicia es permanente. Somos muchas y estamos dispuestas a que en este país no haya impunidad —remarcó Norita desde su experiencia. —MA: Yo no digo que claudique. Va a llegar un momento que va a flaquear. Ahí vamos a estar nosotras para sostenerla, para darle fuerza y para darle ánimo. Como lo estuvimos con Sergio. En la lucha no va a estar sola. Es un camino muy largo y muy difícil. A todos los familiares se nos han puesto piedras durísimas que tuvimos que pasar. Nos costó, pero seguimos el camino y seguimos la lucha. Lamentablemente, no es con los resultados que nosotros queremos. Este Estado te pone escollos en el camino —reforzó Mónica. —NC: Por eso hay que estar siempre fuerte, para separar esos escollos y buscar toda la justicia y toda la verdad. Estamos juntas. Este país vive en lucha permanente. Reivindicamos a nuestros hijos con la fuerza que ellos nos dejaron. Es una

Mónica Alegre, mamá de Luciano Arruga, visitó el estudio Víctor Basterra para compartir la última emisión en vivo del Enredando Las Mañanas en el piso de Radio La Retaguardia. En una entrevista que se extendió por poco más de una hora, habló de la Marcha Nacional Contra el Gatillo Fácil que se aproxima, y opinó -entre muchos temas- del rol de los medios tradicionales de comunicación, de las elecciones 2019, de Patricia Bullrich y del documental ¿Quién mató a mi hermano?, sobre su hijo Luciano. (Por RNMA)“Parece que está lejos pero no, es el 27 de agosto, y la fecha se viene encima y hay muchas cosas por preparar, por afinar. Lamentablemente hay nombres, fotos para sumar, y cada vez son más los pibes, las pibas. Ya no son solo pibes de 14 o 15 años, ahora la policía arremete su furia contra cualquier persona, padre de familia, madre. Ya no hay un estándar de edad. Arremete contra la sociedad más vulnerable que somos, como ellos dicen,  los marginados”. Así comenzó la charla Mónica Alegre, la mamá de Luciano Arruga, entre mates dulces (así los toma ella) en el estudio de La Retaguardia.Mónica también hizo referencia a las últimas reacciones espontáneas traducidas en movilizaciones por parte de quienes integran la organización de la Marcha contra el Gatillo Fácil: “Con lo de Monte (La masacre de San Miguel del Monte, provincia de Buenos Aires) se visibilizó demasiado rápido, los grandes medios lo han tomado porque era un tema amarillista. Mediante un documento que mandó un compañero, que pensé que con un documento en las redes iba a morir todo, yo dije como siempre boca suelta que teníamos que salir a la calle. Nos estaban metiendo el dedo y cada vez más hondo, y que esto se tenía que terminar. Teníamos que salir a repudiar. No teníamos que dejar pasar como dejamos pasar lo de Maldonado. Y tengo una leona al lado mío, que como siempre lo digo es mi par, mi compañera de lucha, Emilia Vasallo. Junto a ella movilizamos a una marcha en 30 horas, que gracias a tu ayuda también (en referencia al periodista Fernando Tebele) se llevó a cabo y fue multitudinaria. Lamentablemente, tengo que decirlo, la gente fue y activó porque era una marcha visible. No paso lo mismo con lo de Silvia Maldonado (una joven asesinada víctima del gatillo fácil en Santiago del Estero). Eso me dolió mucho, de mis mismas compañeras, no tuvimos la adhesión que teníamos que haber tenido, todos nuestros pibes merecen el respeto y el mismo apoyo”. Los medios y las fuerzasEn relación a las fuerzas de seguridad y el rol de los medios hegemónicos expresó: “Hoy le tenemos miedo a quienes deberían preservar nuestro bienestar, nuestra vida. Gendarmería, Prefectura, la Federal, la fuerzas de seguridad en sí. Están arremetiendo contra nosotros. Ahora se está instalando el gatillo fácil en los medios hegemónicos, les tiembla el labio cuando dicen: ‘otro caso de gatillo fácil’. Pero lo dicen, porque le está pasando no solo a la sociedad baja, a la media también”.“Los medios hegemónicos también son culpables”, en particular se refirió al espacio y tiempos televisivos que tuvo Patricia Bullrich al referirse al accionar de la policía en el caso de Monte y a otros casos como el caso de Santiago Maldonado.Mónica, un poco más suelta en sus opiniones respecto a la política dijo: “al lado de la lucha de Luciano no estuvo nadie. Hace muchos años que no voto porque no voy a ser cómplice de la destrucción de un país. No creo en nadie, creo en mí, en Emilia Vasallo, no creo en los políticos. Tengo miedo por el futuro de nuestros nietos, lo tenemos hipotecado, con una deuda de por vida. Lo que me pasó me abrió los ojos.  Hoy por hoy mi lucha es más amplia”. También destacó la importancia de la educación por los pibes y las pibas. Un viaje de aprendizajesMónica y Emilia compartieron un viaje hacia el norte del país para hablar con familiares víctimas de gatillo fácil en representación de la marcha que se aproxima. “Al principio me dio temor pero Emilia tiene una amplia experiencia. Fuimos a Jujuy, allá nos encontramos con Amalia Ortega, madre de Luz y Diego, víctimas de una causa armada”. Mencionó el trabajo que vienen haciendo algunas organizaciones sociales para contener a los y las jóvenes para que no estén en la calle o no caigan en las drogas. Remarcó la participación de la gente en las convocatorias  de las actividades que hicieron por esos lados. “La idea es concentrar en Buenos Aires y que las familias de las víctimas también concentren en sus provincias”.Puso en palabras las sensaciones que se viven con los diferentes casos a diferencia de cómo se relatan en los medios y de cómo es escucharlos cara a cara.  De la impunidad que se vive en el norte con la complicidad policial y el poder.  Y agregó: “Es triste ver como las ‘orgas’ políticas usan los casos, como se ponen las fotos (en carteles) y no acompañan a las familias. Estuvimos en Tucumán también, con la abuela del nene de 11 años, Facundo Ferreyra. Dolor tras dolor. Este año se suman tres provincias más.  Hay que visibilizar las problemáticas de cada provincia y que los que gobiernan se hacen cargo. Tenemos que ser muchísimos en la calles para decir ni un pibe menos ni una bala más”Hacia el cierre de la entrevista, Mónica también dejó su opinión acerca del documental ¿Quién mató a mi hermano?: “Felicito a Ana (Fraile) y Lucas (Scavino) han hecho un trabajo magnífico, han sabido respetar a la familia. Han sido cuidadosos en los detalles. Agradezco porque en la lucha del negro (Luciano) hay más de 2000 luchas, más de 2000 familias. En la lucha de Vane (Vanesa Orieta, hermana de Luciano) hay un montón de luchas, de hermanas. Se refleja el dolor de muchísimas madres. Es la película que refleja la problemática de más de 2000 pibes. No quiero hablar de mi hijo,

El 31 de enero se cumplió un nuevo aniversario de la desaparición de Luciano Arruga. En esta nota, repasamos solo algunos de los hechos más significativos en la lucha por verdad y justicia impulsada por sus familiares y amigos. Un caso emblemático que ayudó a visibilizar una problemática, aunque (todavía) sin resolución judicial. (Por Rosaura Barletta para La Retaguardia*) *Esta nota fue publicada en la edición de enero 2019 de La Retaguardia Papel. Ante las declaraciones de Patricia Bullrich, que consideró el caso de Luciano una construcción de organismos de derechos humanos, publicamos esta nota que es apenas un mínimo repaso por la causa. Fotos: Agustina Salinas y Natalia Bernades Podríamos decir que la historia de la desaparición de Luciano Arruga comenzó hace diez años, y eso tendría sentido. También podríamos decir que comenzó hace doce, cuando el ex intendente de La Matanza fundó el destacamento policial que luego sería su peor pesadilla. Lo cierto es que hay cinco años y ocho meses que deberían -y pudieron- haberse evitado. Es el período en el que el paradero del joven de 16 años fue una incógnita sin sentido. Ni muerto ni vivo, estuvo, al menos para la justicia, que definió su búsqueda hasta el 2013 como averiguación de paradero. En ese año, la Justicia Federal tomó el expediente y cambió la carátula: ahora se habla de una desaparición forzada de persona. Y aunque el delito es de lesa humanidad y la letra es clara -sólo puede ser cometido por el Estado-, en todo este tiempo no declaró ningún efectivo policial, y sí lo hicieron reiteradamente los amigos de Luciano. Amigos que, además de ser señalados implícitamente como quienes deberían (y no pueden) aportar información relevante, son blanco de hostigamientos y persecución hasta el día de hoy.Ahora podemos ir a los hechos. Luciano Arruga tenía 16 años cuando, el 31 de enero de 2009, fue secuestrado, torturado y desaparecido. Con el hallazgo de su cuerpo, se comprobó que los límites de la tortura exceden ampliamente a los de nuestra imaginación; o peor: la tortura no tiene límites. Sus segundos finales constituyen una escabrosa historia irreproducible en la dimensión que realmente reviste. Corrió por la vía rápida de la General Paz y fue atropellado por un auto. Un accidente. Listo. Fin. NN. Así se expresó, al menos con el cuerpo la versión oficial. Enterrado como NN en el cementerio de la Chacarita, con una autopsia inconducente -e incorrecta- se descompuso al mismo ritmo en que era instalado el tema en la agenda pública: hay un desaparecido por la Policía en democracia. El debate sobre la mesa fue aún más profundo que eso. El fulgor de las expresiones contra la inseguridad devenidas en fascismo en el caso del barrio de Lomas del Mirador, con una organización encabezada por el “vecino” Gabriel Lombardo, hacían varias veces más dificultosa la campaña por la aparición con vida de Luciano, que desde el 31 de enero faltaba de su casa. También ponía obstáculos la fiscal Roxana Castelli, que puso la investigación en manos de la propia Policía denunciada y se negó a recibir a la familia de Luciano durante los 45 días en los que tuvo la causa a su cargo, días en los que se perdieron pruebas fundamentales. 2009 fue un calvario. Las primeras pericias Tuvieron que pasar tres meses sin noticias de Luciano para que se realizara el primer peritaje en el entonces destacamento de Lomas del Mirador, el que su familia señalaba con convicción y conocimiento de causa. Lo ordenó la nueva fiscal, Celia Cejas, luego de que Roxana Castelli fuera removida. Los perros reaccionaron de forma positiva en la dependencia policial, reconociendo rastros de Luciano, y también lo hicieron en el Monte Dorrego, un descampado de la zona. También, observando el recorrido del GPS de los patrulleros, se supo que uno estuvo parado en el predio peritado durante dos horas en aquella madrugada. La medida trascendente, sin embargo, llegó dos años después: el peritaje con luminol. Se trata de un líquido que permite detectar ADN y otros elementos pero, dos años después, ningún material genético coincidía con el de Luciano, que pudo haberse deteriorado o “limpiado”.Hasta mediados de 2012 y con interrupciones reiteradas de la fiscalía y el juzgado, el Grupo Antropológico Arqueológico Memoria e Identidad (GAMI) trabajó en el Monte Dorrego y se utilizó un aparato llamado georadar, que identifica remociones en la tierra. Efectivamente había habido movimientos en la tierra del descampado y del entonces destacamento. Estas medidas de prueba no significan nada en sí mismas, tampoco aisladas, sino como parte de una investigación que se desarrolla con celeridad, en la que una medida conduce a la otra. Pero para llegar a la siguiente, que fue el cambio de carátula de la causa y su traspaso al fuero federal, hubo que esperar hasta 2013. El tiempo relatado transcurre con rapidez, casi a toda velocidad en estas líneas, es que es una enumeración de acciones tan pequeñas -y mayoritariamente inconducentes- que son difíciles de ubicar con el grado de lentitud con que sucedieron.Primero, como resultado de la reunión que la familia de Luciano había tenido con el entonces gobernador Daniel Scioli en agosto de 2012, y de forma tardía, el ejecutivo de la Provincia tomó la decisión de desplazar a los ocho efectivos sospechados por la desaparición de Luciano. Néstor Díaz, que se desempeñaba como subcomisario en la seccional 1 de Esteban Echeverría; el subcomisario Ariel Herrera, que prestaba servicios en la 4 de Morón; el subteniente Oscar Fecter, de la 1 de Lomas de Zamora; el subteniente Daniel Alberto Vázquez, de la 2 de Lomas de Zamora; el oficial Martín Monte, de un destacamento de Pompeya y Damián Sotelo, José Márquez y Hernán Zeliz, de las comisarías 1, 2 y 3 de Morón. El poder judicial, quedó demostrado, tiene una lógica conductista: se impulsa con estímulos. El estallido mediático del pase a disponibilidad de los policías desembocó en el cambio de carátula de la causa: con ocho sospechados fuera de la fuerza,

Cualquier represión nos genera indignación. También se juega por allí, siempre, algo de tristeza; pocas cosas impulsan más a sentir rabia que las fuerzas de seguridad desatadas de furia. Pero la represión de ayer a los artesanos y artesanas de San Telmo duele más, mucho más. Conviene repasar la historia del conflicto para entender por qué no fue simplemente otra represión. (Por Fernando Tebele para La Retaguardia) En la última semana de enero, recibimos a Mónica Alegre, la mamá de Luciano Arruga, para un programa especial de Radio La Retaguardia. Estaba triste. Hace 10 años que le secuestraron, asesinaron y desaparecieron a su hijo ¿Cómo iba a estar? Nos aclaró, en todo caso, que no estaba triste solo por eso. Hacía ya varias semanas que no podía trabajar en su puesto de la Feria de San Telmo, donde desde hace 7 años, cada domingo, abre su paño y vende unos muñecos hermosos, tejidos con la técnica amigurumi. Arreglamos para que a la semana siguiente nos visitara de nuevo, pero ya para contar el conflicto. Cuando hizo su relato de la situación, nos sorprendimos bastante. Lo más lógico era pensar que el enfrentamiento fuera con el Gobierno de la Ciudad, a cargo de Horacio Rodríguez Larreta; de hecho es lo que piensa mucha gente después de la represión de ayer. Por supuesto que él está del otro lado. Pero la sorpresa mayor fue cuando nos contó que detrás de un acuerdo que pudo haber culminado con la legalización de los puestos de la feria, se esconde en realidad una disputa sectorial que ensucia todo. Mónica se sumó a la Cooperativa El Adoquín (integrantes de la CTEP) hace 5 años, casi tantos como los que lleva en la Feria. Seguramente lo hizo pensando en que con otros y otras estaría más protegida; algo de eso aprendió a la fuerza. A la cooperativa también le venía bien su ingreso: la mamá de Luciano Arruga adentro de una coope del Movimiento Evita, mirá vos. En su relato desilusionado, Mónica explicó que cuando les contaron que se había conseguido un acuerdo entre el Gobierno de la Ciudad y El Adoquín, nadie dudó en alegrarse. Sin embargo, un domingo de enero en el que fueron a trabajar a su nueva ubicación, Defensa al 1000, se enteraron de que temprano, esa misma mañana, la Policía de la Ciudad había corrido a quienes históricamente ocuparon esa cuadra. En ese momento, a Mónica se le vino toda su historia personal a la cabeza. Le pasó cuadro por cuadro, como si fuera una película. Seguramente no linkeó en el momento una cosa con otra, pero dijo NO, igual que Luciano. Cuando comenzó a charlar con otras y otros, eran muchas personas las que sentían lo mismo: no podían ganar un derecho avanzando contra el de un par. Aparece como básico pensarlo de ese modo. Sin embargo, en esas situaciones límite, así como a casi un centenar de feriantes les salió poner la comunidad por encima de la individualidad, muchas otras personas dentro de El Adoquín decidieron seguir adelante. Desde hace 10 domingos, quienes permanecen en la cooperativa, con Gabriela Olguín como referente, se instalan en la calle Chile, dejando de lado la chance de ocupar el 700 de Defensa. “Como gesto para con los compañeros y compañeras, hasta que no se resuelva la situación, solo vamos a trabajar sobre Chile”, dicen desde el sector de Olguín. Dejan la resolución del conflicto en manos del gobierno porteño, que con naturalidad lo resuelve como ayer.Mientras tanto, el sector disidente se niega a abandonar el 800, 900 y el 1000 de Defensa, donde los empresarios de negocios de antigüedades no los quieren ni ver, aunque sea notoria la baja de público en esas cuadras desde que no está la feria en la calle. Los y las feriantes interpusieron un recurso de amparo que intenta dejar las cosas como estaban y obligar al Gobierno de la Ciudad a retroceder y sentarse a negociar con todos y todas.Los domingos anteriores fueron de tensión entre los dos sectores. Ocurrieron algunos hechos poco felices, pero que no pasaron a mayores. Ayer la tensión se desbordó. Y en ese contexto la policía y el gobierno CABA hicieron lo que les encanta hacer: avanzaron con las botas firmes, los machetes erguidos y el gas siempre a mano. En su paso no distinguieron entre feriantes o paseantes solidarios que se acercaron a ver qué sucedía e incluso les pegaron a turistas por sacar fotos. Detuvieron a 18 personas y las dividieron en tres alcaidías, para provocar desmovilización. Hoy, después del mediodía comenzaron a recuperar su libertad.En el Facebook de la CTEP Capital, pudo leerse anoche un breve posteo: “Libertad inmediata a lxs trabajadorxs detenidxs en San Telmo”. Frío. De compromiso. Poco solidario. La Confederación de Trabajadores de la Economía Popular consiguió en pocos años convertirse en una importante referencia de reagrupamiento de un sector que estaba ninguneado: el de las cooperativas y el de quienes trabajan en la economía popular. Hicieron un gran laburo. Este conflicto no está a esa altura. Mancha la construcción. Es imprescindible que busquen los caminos para borrar una palabra que está en el aire, y de la que no se vuelve: traición. Es claro que sus dirigentes están ocupados en jugar en las grandes ligas electorales. Seguramente estará bien que así sea; no lo tengo claro. De lo que no tengo dudas es de que cada vez se hace más tarde para resolver este conflicto. Dejarlo en manos de Rodríguez Larreta solo se puede entender de un modo: quieren que les saquen a sus excompas de encima. Queda para otro análisis entender cómo fue que el Estado ha conseguido que cada sector negocie la suya, sin el más mínimo interés por su propio sector en general. Uno puede esperar eso de los gordos de la CGT, y quizá ni de ellos, porque cuando un sindicato va a un acuerdo, lo hace para todos y todas, estén afiliados o no. El poder divide y reina. Todavía se

Continúa el conflicto con la feria de artesanos/as de San Telmo, que se profundizó cuando la Cooperativa El Adoquín firmó un acuerdo con el Gobierno de la Ciudad para legalizar 220 puestos en lugares que históricamente ocuparon otros/as, que quedarían reubicados sin su consentimiento. El domingo pasado la Policía de la Ciudad reprimió a un grupo de feriantes que se fueron de El Adoquín rechazando el acuerdo, entre quienes está Mónica Alegre, la mamá de Luciano Arruga. Ahora la cuestión está judicializada y es una incógnita saber qué ocurrirá el próximo domingo. En el programa radial La Retaguardia, Fernando Tebele y Pedro Ramírez Otero dialogaron con Gabriela Olguín, la presidenta de la Cooperativa El Adoquín (CTEP), muy cuestionada tras el acuerdo con el gobierno de Rodríguez Larreta. Olguín explicó la situación general y reconoció como poco feliz haber publicado un comunicado luego de la represión, sin mencionarla. (Por La Retaguardia) Gabriela Olguín, presidenta de la cooperativa El Adoquín habla con total seguridad. El momento es incómodo. Está respondiendo a duras críticas por el acuerdo que firmó la cooperativa con el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta, que regulariza la situación de 220 artesanos y artesanas. El problema es que cerca de 70 se negaron a ser parte del acuerdo cuando se enteraron de que las personas que venían trabajando en el 700 de la calle Defensa -una de las cuadras acordadas con el gobierno para mudar a los feriantes del 800 al 1000- habían sido desalojadas por la fuerza unas horas antes, el domingo 13 de enero, cuando comenzaba a regir el acuerdo. A partir de allí, quienes se reconocen como El Adoquín disidente, se presentaron ante el gobierno de la ciudad para desafectarse del acuerdo. En paralelo, un grupo de feriantes que históricamente trabajan en el 700 de Defensa, presentaron un amparo en la justicia porteña, que se está tramitando en el Juzgado en lo Contencioso Administrativo Nº1, a cargo de la jueza Romina Tesone, que pidió informes al gobierno y abrió el amparo para la participación de quienes se sientan damnificados.Olguín comienza la charla repasando la historia de la organización, aunque la pregunta no fuera para ese lado: “Llevamos muchos años de lucha y de organización. Empezamos siendo asambleas. Primero nos constituimos en grupo y después en cooperativa. En septiembre de 2011 decidimos sumarnos al a CTEP (Confederación de Trabajadores de la Economía Popular). Desde entonces, pasamos lo que pasan todos los trabajadores de la economía popular en el espacio público: operativos, decomisos, detenciones, causas y ser tratados como delincuentes. Siempre buscamos organizarnos a través de una fuerte identidad de clase como trabajadores”. —LR: ¿Cómo fue el acuerdo entre El Adoquín y el Gobierno de la Ciudad? —GO: Llegamos a construir canales de diálogo con el gobierno a través de muchas vías, como la Legislatura y Defensoría. Generalmente encontrábamos un punto muerto y se frustraba. De hecho, estuvimos muy cerca de obtener la legalización de las cuadras que nosotros llegamos a ocupar después de 10 años de organización, en el 800, 900 y 1000 de la calle Defensa, entre Av. Independencia y el pasaje Bethlem. Antes estábamos hasta San Juan, pero ahí perdimos una cuadra que fue muy difícil de conservar. El 21 de septiembre en el programa de Lanata hubo una crítica muy fuerte al gobierno en el acercamiento que podían tener en cualquier mesa de diálogo con nosotros y se nos cayó cualquier posibilidad de tener una feria en esas cuadras que estábamos buscando. Sabemos que hay un poder real, fáctico, con intereses económicos que incluso, a veces, tiene mayor peso que el propio Ejecutivo de la Ciudad. —LR: ¿Los anticuarios? —GO: Hay intereses inmobiliarios y de todo tipo. Si uno dice anticuario, mete en la bolsa al pequeño anticuario y la verdad es que no. El pequeño empresario y comerciante no es el culpable. Al contrario, son las víctimas de la misma crisis y el mismo proyecto de ciudad excluyente que sufrimos nosotros. Más que uno gremio son un grupo de poder real. —LR: Tras el acuerdo, hubo un conflicto con un grupo de feriantes que formaban parte de El Adoquín porque se negaron a ocupar el 700 de la calle Defensa, donde históricamente tenían sus puestos de trabajo aquellos otros y otras feriantes ¿Cómo fue ese proceso?—GO: Nosotros no esperábamos en ningún momento que lograr un convenio laboral surgido de una negociación colectiva de trabajo pasara por encima del laburo y de la presencia de otros compañeros, de otros trabajadores. Es cierto que íbamos por caminos diferentes -nosotros laburando como sindicato-. Siempre decimos que el camino a la revolución es ancho y largo y en esos caminos nos encontramos y nos volvemos a encontrar porque todos tenemos un objetivo de clase. Sobre todo en la cotidianeidad reivindicativa de que nuestros compañeros tengan laburo, vivan mejor y tengan más dignidad. No imaginábamos el escenario que se presentó después. Por eso, tratamos de tener gestos. El primer domingo (13/1) nos encontramos con la presencia policial y con compañeros que no estaban informados. No estaba garantizada la integridad física de los integrantes de El Adoquín ni la integridad física ni laboral de los trabajadores que se estaban oponiendo. El gobierno tiene proyectado legalizar toda la parte de ferias y predios feriales desde Av. Independencia hasta Plaza de Mayo. No quieren a ninguno trabajando en las cuadras anteriores. Es el Estado el que tiene la responsabilidad de cumplir con nosotros como trabajadores y también con los trabajadores que estaban en el 700. Nos hubiera gustado no llegar a esta situación. Estamos tratando de resolverla sin violencia y sin enfrentamiento. Por eso, ese primer domingo decidimos irnos a nuestra casa, como un gesto. El siguiente domingo también fue muy duro. Desde ese entonces, decidimos armar en la calle Chile, que fue la otra cuadra que nos fue adjudicada por convenio. No queremos ser justificación de represión ni tampoco justificación de desalojo y desocupación de otros trabajadores. A pesar de que se ha puesto un poco virulenta y bastante agresiva esta

La disputa es por las calles que van desde Defensa al 1000 hasta el 700. Los propietarios de negocios de antigüedades pretenden que los y la feriantes se vayan. La cooperativa El Adoquín (CTEP) firmó un acuerdo para regularizar a un grupo de feriantes, pero los propios miembros de la cooperativa se opusieron ya que de esa manera les sacarían el puesto de trabajo a otros feriantes que no forman parte de El Adoquín. Entre las personas afectadas está Mónica Alegre, la mamá de Luciano Arruga, que contó acerca del conflicto a Fernando Tebele y Pedro Ramírez Otero, en Radio La Retaguardia. Cuando decir NO a las injusticias se hereda de hijo a madre. (Por La Retaguardia)Foto: la feria de San Telmo recibe multitudes los domingos (Diaría El Día) “Hace tres semanas, ya casi va a ser un mes, que no trabajo. Somos 70 feriantes que prácticamente quedamos en la calle por un acuerdo que hizo la cooperativa El Adoquín, que en su momento nos asoció diciendo que dentro de la cooperativa podíamos pelear la legalidad de las calles donde trabajábamos”, comenzó Mónica Alegre explicando el inicio del conflicto. “Hace un mes se llamó a una reunión y se nos dijo que se había legalizado la feria. Fue una alegría muy grande. Se nos legalizaba en la calle Defensa al 700. A esa altura, hay una parte de la feria que está legalizada, se ven los tolditos de la Ciudad de Buenos Aires. Hay otra parte que tiene puestos, pero no están legalizados. Son feriantes, artesanos, que hace 15 0 20 años que están y que la vienen peleando como nosotras para tener la legalización”, contó Mónica y luego detalló: “La legalización que se nos daba era en Defensa al 700. Íbamos a tener un puesto legal, pero a esos feriantes se los iba a sacar de ahí. Hubo un enfrentamiento entre artesanos. Tuvimos que salir y dar la cara para decir que parte de El Adoquín no estamos de acuerdo. Queremos la legalización, no queremos trabajar por izquierda. Somos trabajadores y nos ganamos el mango honestamente. Somos 70 compañeros que quedamos sin cuadra y sin puesto. Estamos haciendo acampes todos los domingos, haciendo el aguante pacífico. Tenemos a la policía que nos amenaza con reprimirnos si tiramos paño”, expresó, intentanto resumir una posición ética y solidaria clara. Quieren ser legales, pero no a costa de que otras personas, que llevan en algunos casos mucho más tiempo que algunas de ellas en el lugar, se queden como ilegales en un escenario público de legalización.Durante el programa radial La Retaguardia, también participó Ana, otra feriante que está en la misma situación. “El conflicto está sucediendo. Domingo a domingo nosotros estamos defendiendo nuestro espacio de trabajo, que venimos ocupando hace más de 10, 15 o 20 años según la antigüedad de cada artista, artesano o manualista que haya llegado a la calle Defensa. La feria empezó a crecer desde la Plaza Dorrego hacia la zona de Plaza de Mayo. Las cuadras que están en conflicto en este momento son las calles más antiguas, el 1000, 900, 800 y 700”, señaló Ana y destacó que la imposibilidad de armar la feria también afecta a los negocios cercanos del barrio, como restaurantes, heladerías y otros: “Históricamente, el conflicto siempre fue con los anticuarios y no con los negocios para turistas porque ellos abren sus comercios en base a que los turistas vienen a la feria artesanal. En estos tres o cuatro domingos que venimos en conflicto y no podemos armar la feria, los locales tienen un 60% de baja del consumo ese día. A ellos también los afecta porque la feria atrae mucho turismo”, expresó.El verdadero motivo del conflicto es que los dueños de los negocios de antigüedades pretenden mantener la calle Defensa libre de feriantes para obtener más ventas, incluso a costa de la pérdida del puesto de trabajo de esas otras personas: “El conflicto siempre fue con los anticuarios, gente muy poderosa que por cuestiones más de clase necesitan la calle Defensa ‘limpia’ para hacer sus propios negocios. Son gente que tiene inversiones y su lucro en eso. Hace muchos años que lo sufrimos y lo enfrenamos. Todos esos años se mantuvo la feria mostrando su cultura, su arte, sus artesanías, productos que todas las semanas los artistas y artesanos hacemos con nuestras manos y con mucho amor para poder ofrecer en la feria los domingos. Los anticuarios son revendedores de objetos ya manufacturados”, apuntó Ana. Patear El adoquín En el polémico acuerdo firmado por Gabriela Olguín, presidenta de la Cooperativa El Adoquín, al que muchos miembros como Mónica y Ana se opusieron, se convino trasladar a los y las trabajadoras de la cooperativa hacia Defensa al 700, sacando de allí a los feriantes que históricamente ocupan esos lugares de trabajo. Además, se arregló desocupar la calle Defensa al 1000 para el beneficio de los comerciantes de antigüedades: “Este conflicto con los anticuarios lo termina zanjando este acuerdo nefasto que acepta El Adoquín. La solución para resolverle el conflicto a esta gente adinerada es enfrentarnos a los artesanos y trabajadores unos contra otros, aceptando ocupar el lugar de gente que no estaba dentro de la cooperativa. Quieren ocupar ese espacio que por derecho le corresponde a un artesano que está hace 10 años”, se solidarizó Ana, aun pudiendo tener un puesto de trabajo asegurado.Olguín firmó el acuerdo para garantizar la legalidad de la feria, pero artistas y artesanas/os se opusieron rotundamente porque no quisieron “ser legales” sacándole el puesto de trabajo a sus compañeros y compañeras. Según destacó Ana, no hubo una asamblea previa a la firma del acuerdo y se decidió sin consultarles. Ana expresó que seguirán resistiendo en el lugar, defendiendo sus puestos de trabajo: “Estamos luchando en el lugar. No nos vamos a ir. Creemos que es un derecho. No se le puede adjudicar un delito a la venta de arte y artesanías. Esa feria dio inicio a la feria que ocupa ahora el gobierno de la Ciudad del

Luciano Arruga nos pasa por el alma. No hay un día en nuestra vida como colectivo en el que no veamos su cara en el estudio de la radio. Su nombre se nombra en cada jornada de trabajo por alguna razón. Ninguna de las personas que componemos La Retaguardia lo conoció. Sin embargo, Luciano es esencial en la vida de casi todas, individual y colectivamente. No nos hace falta un aniversario para recordarlo, pero a la vez, cómo no recordarlo en un aniversario. Compartimos aquí el informe fotográfico de Agustina Salinas y Natalia Bernades, el audio del programa especial del viernes pasado con Vanesa Orieta, la transmisión especial que los medios comunitarios hicimos de la marcha y algunos videos de ese caminar juntos/as que fue gigante. En nuestra radio, desde las 11 hasta las 21, estará sonando 10 Años en 10 Horas, con material de archivo de todos estos años de impunidad, lucha, tristezas y alegrías. (Por La Retaguardia) DESCARGARPrograma Especial con Vanesa Orieta y Mónica Alegre DESCARGAR Transmisión de la marcha realizada por medios comunitarios, alternativos y  populares