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El 31 de diciembre cerrarán dos Consejerías en Salud Sexual y Salud Reproductiva que funcionaban en los barrios de Recoleta y Lugano, en la ciudad de Buenos Aires. Dependían de la Dirección de Políticas de Juventud del gobierno de la ciudad. el área era parte del programa Chau Tabú, pero evidentemente el chau consejerías aparece como el final de un camino de entorpecimiento constante de la labor de las personas que ahora quedarán sin empleo. (Por La Retaguardia) Mediante un comunicado, trabajadoras/es de las dos Consejerías anunciaron públicamente que “La Dirección de Políticas de Juventud del GCBA notificó que el 31 de diciembre de 2017 cierra las Consejerías de Salud Sexual y Reproductivas de su programa Chau Tabú. En las dos consejerías, una ubicada en Plaza Houssay (Recoleta) y la otra en la Villa 20 de Lugano, trabajan psicólogos/as y médicos/as que entregan métodos anticonceptivos (pastillas e inyectables anticonceptivos, test de embarazo, pastillas de emergencia y preservativos) y asesoran y brindan información en temas de violencia de género, aborto, diversidad sexual, placer, infecciones de transmisión sexual, VIH-Sida y demás temas relacionados a la salud integral de las usuarias/os”.Además pusieron en números su tarea. aseguran haber recibido solo en esos dos lugares, durante lo que va de 2017, 6034 consultas (más del 95% mujeres de 15 a 29 años ) “a las que se le han entregado 8714 insumos. De estas pacientes, 762 consultaron por primera vez este año. El resto son pacientes que se vienen atendiendo hace mas tiempo en estos servicios de salud. También se han derivado 691 pacientes a otros servicios de salud de mayor complejidad, como por ejemplo para interrupciones legales de embarazo, atención y control ginecológico, colocación de DIU e Implante, atención integral en casos de violencia, etc.”.En cuanto a cómo fue la comunicación y los motivos que les dieron tras el anuncio de los cierres, comentarón que “El motivo que dio Fabian Pereyra, Director de Políticas de Juventud, es falta de presupuesto y una distinta distribución de los ‘recursos’ para el próximo año. Algo incomprensible si se tiene en cuenta que las consejerías están abiertas 10 horas por día de lunes a viernes y son llevadas adelante con 7 profesionales en total. A los y las profesionales que trabajan en las consejerías se les ofreció postularse (sin garantía de ser contratados) para pasar a otra parte del programa, con el mismo sueldo, pero trabajando más horas, y desarrollando tareas que no son para las que se formaron, como por ejemplo dar talleres en escuelas”.También se refirieron a cómo están comunicando a las personas que asisten en esos lugares acerca del cierre: “Es una tarea que llevan adelante los mismos profesionales de los espacios, por un interés ético y profesional. Pero no se les están dando opciones claras de donde retirar la medicación a partir del mes próximo porque no se planearon las articulaciones y derivaciones correspondientes a un cierre de esta magnitud. Los servicios de ginecología de la mayoría de los Hospitales y CeSACs se encuentran colapsados. Las pacientes que actualmente recurren al programa Chau Tabú se van a quedar sin métodos anticonceptivos gratuitos en pocas semanas. Las verdaderas perjudicadas son las usuarias de estos espacios quienes pierden de forma arbitraria y sin un plan superador un lugar de referencia, control, asesoramiento, seguimiento y cuidado de su salud. Es necesario que la población tome cuenta de este avasallamiento de los derechos y exija que se mantengan abiertos estos servicios fundamentales para el cumplimiento de las leyes de Salud Sexual y procreación responsable, ley básica de salud y otras leyes que garantizan el acceso a dichos métodos anticonceptivo e información”, finalizaron.Si las consejerías se presentaron como parte del programa Chau Tabú, el modo en que el Estado parece querer hacerse cargo de la temática de la sexualidad, implica decir al menos Hola, tabú.

Florencia Guimaraes García es la trava que impulsó la primera Marcha del Orgullo LGTBIQ en La Matanza, el distrito más grande del Conurbano bonaerense. Es lúcida y cruda para comunicar la realidad de su comunidad: 35 años de expectativa de vida, muertes evitables, y el Estado como responsable o cómplice. Estas fueron algunas de sus definiciones en dialogó con Luis Angió y Rosaura Barletta en el programa Otras Voces, Otras Propuestas. (Por La Retaguardia)Foto: marcha.org.ar “La marcha en La Matanza salió espectacular, superó nuestras espectativas, por ser la primera en nuestro territorio concurrió muchísima gente. Han venido muchos compañeros, compañeras de Capital, de zona sur, de La Plata, tuvimos acompañamiento de personas de otros espacios además de los que conformamos la comisión organizadora. Veníamos muy ansiosas, embaladas, la organización fue una multisectoral de organizaciones, partidos políticos, personas independientes. Fue abierta a todos y todas aquellos que quisieran participar. Tuvimos desde el Partido Obrero, el Partido Comunista, la JP Descamisados y muchas organizaciones más”, enumeró Guimaraes. “Fue muy constructivo, los ejes salieron, más o menos todos teníamos las mismas posturas conociendo las realidades del territorio de La Matanza y lo que viene sucediendo específicamente con la comunidad travesti y trans en La Matanza. Teníamos una gran necesidad de hacer esta marcha, estuvimos más o menos dos meses reuniéndonos una vez por semana para ir crackeando todo lo que tiene que ver con lo organizativo, con la estructura de la marcha, con el documento, con el pintado de las banderas. Salió todo espectacular”, celebró la militante.En contraposición, Guimaraes marcó ciertas delimitaciones con la marcha que se realiza todos los años en la Ciudad de Buenos Aires: “Lleva muchísimos años, este fue el número 26. También hay una comisión organizadora donde hay, lógicamente, muchísimas más organizaciones, tiene que ver con la cantidad de años que lleva esta marcha. Hay varias voces y tenemos la particularidad de que este año en la comisión organizadora se introdujeron las personas de AMMAr (Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina) lo cual para nosotras es de gran preocupación. En una marcha que tiene que ver principalmente con las identidades disidentes una de las primeras proclamas es el trabajo sexual, es totalmente grave”, subrayó. “Acá, en La Matanza, de entrada se acordó y se expresó en el documento que esta comisión es totalmente abolicionista. En Capital hubo una gran ola de reglamentarismo, yo fui insultada porque andaba con un cartel que tenía una consigna contraria. No me interesa, porque le pongo el cuerpo a la situación. A nosotras nos preocupa muchísimo que una de las consignas principales sea referida al trabajo sexual, sobre todo sabiendo lo que pasa y atraviesa nuestra comunidad. El 80 % de nosotras, travestis y transexuales, estamos en situación de prostitución, tenemos como única subsistencia el sistema prostituyente obligatorio”, denunció Guimaraes. “Seguir reforzando y exigiéndole al Estado que nos condene a la eterna prostitución y con eso a una expectativa de vida de 35 años, hay que decirlo, y está totalmente asociada al sistema prostituyente. Nuestra primera causa de muerte, de nuestra comunidad, son las infecciones de transmisión sexual. Tiene que ver con que a los 11 o 13 años cuando manifestamos nuestra identidad de género y somos expulsadas, el trampolín es ir a parar a una esquina donde somos abusadas y manipuladas por los prostituyentes. Eso conlleva a que muchas terminemos con esta expectativa. La segunda causa son las malas aplicaciones de inyecciones de silicona, las cirugías ilegales, que tienen que ver con reacomodar nuestra corporalidad a lo que requiere el mercado prostituyente”, explicó y agregó: “Si se quiere con más cola es más cola, si se quiere con más tetas, más tetas, en las condiciones en que accedemos a eso que son de total marginalidad. La tercera causa son los travesticidios, la gran mayoría de nuestras compañeras son asesinadas en una ruta, por prostituyentes. Cuando hablamos de travesticidios no sólo nos referimos a los crímenes de odio sino a la responsabilidad del Estado en un genocidio travesti y trans”, consideró la referente. “Hablamos de un Estado cómplice de estas muertes que son evitables y que están todo el tiempo asociadas al sistema prostituyente. Este año nos encontramos con una marcha en Capital, muy vacía de contenido político, lo cual es grave. Donde todo era fiesta, color y fantasía, no había consignas de repudio a las acciones que este gobierno lleva adelante con toda la comunidad LGTBIQ pero sobre todo al sector más vulnerado que es la comunidad travesti y trans. Tendría que haber habido un gran repudio al protocolo que lanzó el macrismo hace un mes y pico, a la persecución sistemática hacia nuestras compañeras en situación de prostitución”, señaló sobre los pronunciamientos de la marcha. El abolicionismo: resistir al sistema prostituyente  “Me vinculé con el abolicionismo después de estar doce años en situación de prostitución y defender lo que yo creía. Comprendo muchísimo a mis compañeras, a mí me pasó escribiendo mi libro que me dí cuenta de que decía todo el tiempo ‘cuando yo trabajaba’. Claro, para mí era un trabajo porque era lo que me daba de comer y también estaba alienada en lo que el sistema me hizo creer: que eso era mi destino, mi trabajo. Me costó mucho poder dejar el sistema prostituyente y empezar a comprender que era víctima de un sistema que me oprimía y me ponía en ese lugar. No era lo que yo elegía ni lo que mis compañeras eligen”, aseguró Guimaraes. “No es que Lohana Berkins se nos murió con 56 años porque haya elegido estar parada en una esquina como estuvo, o Diana Sacayán. Es interminable la lista de las que hoy no están vivas con nosotras para seguir gritándolo. Tuve una amistad con Lohana desde que soy chica y ella me venía hablando de estas cuestiones que en mi cabeza no entendía. Me superaba la realidad, yo comprendo a mis compañeras, tenía que pararme sí o sí para comer, para subsistir”, explicó. Además, recordó cuando todavía no creía en la

El feminismo vuelve una y otra vez sobre sus pasos para revisar absolutamente todo. En medio de grandes debates, cada vez más acuerdos establecidos y prácticas tradicionales se ponen en cuestión. La forma en que actuamos, las raíces de los problemas, lo que se viene, para qué sirve lo que hacemos, qué efectos tuvo lo que hicimos. Un análisis para sumar a la construcción de lo que nos falta. (Por Rosaura Barletta para La Retaguardia) ¿Qué importancia tiene separar abuso de acoso, de violación, de manipulación, de maltrato, de misoginia y de discriminación? ¿Es distinta la respuesta a dar frente a cada tipo de agresión machista? ¿Para qué sirven los escraches? ¿En qué casos sirven? ¿De qué otras intervenciones deben estar acompañados para no ser estériles? ¿Qué se hace con los violentos? ¿Debemos las feministas ‘hacernos cargo’ de buscar esa salida? ¿Y los varones? ¿Qué construcción de sentido necesitamos? ¿Qué grado de pragmatismo amerita nuestro movimiento? ¿Cómo respondemos a todas estas preguntas?La decisión de mujeres, lesbianas, travestis y trans de levantar la voz parió un proceso que sigue en curso y que recién ahora está volviendo sobre sus propios pasos en pos de un análisis. Para comprender sus razones hay que poner los puntos sobre las íes: estamos actuando en defensa propia. La campaña por la libertad de Belén, la campaña por la libertad de Higui –con las lesbianas a la cabeza, que no es un dato menor– , las masivas convocatorias de Ni Una Menos, el paro nacional e internacional de mujeres, la pelea de Diana Sacayán y todo el colectivo de travestis y trans por el cupo laboral, las inéditas denuncias de abusos en el rock y la música en general –que desencadenaron como un dominó denuncias por abusos en los medios y hasta en los colegios secundarios, donde los jóvenes se organizaron para exigir protocolos de actuación y aplicación de la ley de educación sexual integral-, son algunas de las peleas que a diario da nuestro movimiento. Las denuncias se han volcado, incluso, al plano de las organizaciones sociales y políticas, entre ellas las nuestras, las de izquierda. En este punto hay que revisar una cantidad enorme de posiciones, porque las respuestas han sido deficientes y en muchos casos más que eso: han sido revictimizantes y represivas de las víctimas, y apañadoras y excesiva e irresponsablemente consideradas para los acusados.Para analizar al escrache como herramienta política hay que partir de analizar qué problemas lo suscitan. Incluso podemos retomar la esencia de otro tipo de escraches (salvando las distancias): los de H.I.J.O.S, escraches por excelencia. Son respuesta a la impunidad, al silencio, al encubrimiento. Son respuesta a la complicidad del Estado. Son respuesta a la invisibilización de los medios de comunicación hegemónicos. Son, incluso, en lo que derivan años y años de opresión, de condena y vergüenza. “Las pibas que violaste ya crecimos”, esgrimieron las denunciantes de Cristian Aldana, que guardaron durante 10 años su secreto a voces.El centro de la cuestión dice otras cosas que nos dejan a todos como el rey desnudo: ya sabíamos. El público de El Otro Yo sabía; el de Salta La Banca también; los y las cercanos a las organizaciones sociales o políticas denunciadas, sabíamos; lo sabían de Ari Paluch; lo sé de otros sobre los que no se habló en público aún; lo sabían de Cordera todos los del ambiente y hasta lo dijo Enrique Symns en El Señor de los Venenos hace unos cuantos años: “(…) Walter era un auténtico caballero con las damas, era elegante en su juego erótico y no se las trincaba bestialmente como el Pelado de la Bersuit Vergarabat y sus adláteres que en los camarines de la disco Cemento se han apoderado del culo de pendejas vírgenes como si fueran lechones que carneaban sin esfuerzo antes de salir a tocar”.¿Qué implica saber? ¿Qué debimos haber hecho? ¿Qué sabemos aún hoy? ¿Qué hacemos por las víctimas? Un buen piso de acuerdo debería ser, indudablemente, que las víctimas deben prestar consentimiento para que, lo que hoy puede ser un secreto a voces, ridiculizado, encubierto, silenciado, reprimido, mañana sea una proclama. El escrache como respuesta al traumático silencio es para muchas víctimas liberador, por eso también podemos acordar que, en el camino que fuera que ellas decidan, sin imponer soluciones ni pasar por encima de sus deseos, podemos estar ahí, como movimiento, para ayudarlas a salir a la superficie. Sin embargo, para comprender nuestras posiciones y dejar de señalarnos entre compañeros y compañeras, es necesario aclarar algo: ninguna de las premisas recién puntualizadas implica que, por saber, tenemos que hacer público. Sobre todo porque es sólo una decisión de la víctima. Pongámonos de acuerdo en que por saber tenemos que hacer algo, tenemos que estar, y comencemos por ahí. Pongámonos de acuerdo en que no podemos tomar decisiones por otras personas, por más beneficiosas que las creamos para ellas. Revisemos si lo hicimos, aún con buenas intenciones.¿Y con los violentos qué? No sabemos qué. Aún no sabemos siquiera si pueden salir de ahí. Pero pensemos algunas cosas que nosotras no somos. No somos ninguna clase de redentoras, tampoco somos lo contrario. No seguimos los pasos de ninguna Iglesia para perdonar o no, no somos juezas de ningún sistema imperante –sí, claro, recurrimos a él por nuestra seguridad y reparación, aunque fuera parcial-, no somos liberales ¿A qué viene esto? A la necesidad de puntualizar nuestros objetivos mediatos e inmediatos. Repararnos, alzar la voz, que nos escuchen, producir cambios profundos, hacer crecer a nuestro fenómeno de masas, terminar con el patriarcado y la opresión de las mujeres, lesbianas, travestis, trans y todas las identidades que nuestro movimiento contiene, liberarnos y, al menos una parte importante de nosotras, terminar con el capitalismo. No solamente creemos que nuestros compañeros varones merecen ser parte, sino que lo necesitamos. No voy a proponer en este punto qué hacer con los que nos violan, nos matan, nos abusan, nos pegan o nos destruyen mentalmente. Sería actuar con la irresponsabilidad de la que reniego. Tampoco voy

Dos integrantes de La Retaguardia fueron al Encuentro. Una de ellas asistió al taller de mujeres trabajadoras sexuales. Desde nuestra posición abolicionista, su idea fue escuchar argumentos de quienes creen que la prostitución debe ser reglamentada. También advirtió sobre algunas cuestiones logísticas que podrían ser constructivas hacia el próximo encuentro que se realizara en 2018 en Puerto Madryn, Chubut. (Texto de Rosaura Barletta y fotografías de Agustina Salinas para La Retaguardia) “¡Hijas de puta! ¡Si quieren aborto legal, cuidensé!”, nos gritó un pibe desde una moto mientras se desarrollaba un taller en la vereda. En Bariloche, recuerdo, nos escandalizamos con justa razón porque un ultracatólico le pegó una piña en la cara a una compañera durante la marcha. Hoy por la tarde, cuando todo había terminado y sólo quedaban unas cuantas haciendo tiempo para sus vueltas, un grupo de motos rodearon la plaza 25 de Mayo para tirarles piedrazos. “Yeguas”, nos dijo uno el domingo, también en moto, mientras cruzábamos la calle. Me hacen reír los insultos tan absurdos como yegua. Esos ataques tendrían otra identidad si la logística fuera diferente, pero son fugaces, rápidos, cobardes, y bajo ningún punto de vista son la expresión de un repudio generalizado de los habitantes de Resistencia. También eso es parte de lo que pasa en el Encuentro Nacional de Mujeres. Las y los chaqueños, como en su momento fueron las y los misioneros, transitaron este fin de semana con asombro y emoción. “¿Qué es el pañuelo verde? ¿Son de Moyano?”, preguntó un kioskero confundido. El Encuentro tiene la riqueza, y el privilegio, de ese contacto cuerpo a cuerpo con quienes sólo reciben nuestro mensaje distorsionado a través de los medios hegemónicos, y la valiosa posibilidad de explicar nuestras razones sin intermediarios. Desde el balcón, una señora levantaba el puño y aplaudía al ritmo de la marcha que la interpeló: “Mujer, escucha: ¡Únete a la lucha!”. La movilización llega después de dos días de discusiones acaloradas y emocionantes, es decir que para ese momento se concentra toda nuestra pasión. Por eso las postales del Encuentro no se borran más. Por más dificultades que haya que sortear –innumerable cantidad-, las primerizas no salen de su conmoción y son fácilmente reconocibles. Se les nota en las lágrimas o en el parpadeo compulsivo que las detiene. En esa expresión obnubilada, de niñas, que no puede dejar de absorber escenas, fotos, instantes. Por qué Resistencia es un sí Resistencia es una ciudad verde y hermosa. Las arboledas, para quienes pasamos horas y horas en plazas o veredas, son fundamentales. La plaza 25 de Mayo, además de muchos, tiene esos árboles entrados en años que, por el tamaño del tronco y la copa, dan sombra y también brisas de aire fresco. Nuestra suerte es indescriptible, porque durante el sábado y el domingo la temperatura no superó los 25º, mientras que el lunes rondó los 30º y, el martes, cuando ya se fue la enorme mayoría, la máxima fue de 36º. No hubiéramos podido, sin dudas, sostener el ritmo de nuestras actividades con un clima tan hostil. Resistencia es, también, una ciudad relativamente grande. Hay una enorme cantidad de colectivos que recorren el interior de la Capital y que tienen, aparentemente, buena frecuencia y accesibilidad. Se viaja con la SUBE, como en gran parte del país. Lo que falló Aún con todas las comodidades de que dispone, la gran cantidad de escuelas y sedes de la universidad, el verde y las plazas, Resistencia colapsó, al menos en unos cuantos aspectos. El primero y más frecuente tiene que ver con los baños, que no es menor, mucho menos si vas con niñas o niños que enfrentan varias urgencias a diario. La decena, o más, de baños químicos que estuvieron todo el fin de semana en la plaza 25 de Mayo, a las 24 horas del comienzo del Encuentro no sólo no podían usarse, sino que acercarse a unos cuantos metros era nauseabundo. Claro que el “no podían” era relativo si eran lo único que había. Lo mismo pasó en las escuelas en las que estuve. No es un problema menor. En otro sentido, la ciudad se vio desbordada en materia de alojamientos, y por eso una gran cantidad de mujeres paró en Corrientes, del otro lado del puente que separa las provincias, a unos 15 kilómetros de Resistencia. Recorrer ese tramo breve (no más de 30 minutos) y en buen estado fue caótico en exceso. Chaqueños y chaqueñas viajan a diario a Corrientes y viceversa, a ver parientes, trabajar, pasear, etcétera. Hay varias empresas de colectivos que hacen el recorrido Chaco-Corrientes pero, como hay un problema económico y de monopolios de transporte, para viajar en el Chaco-Corrientes –así se llama-, no se puede usar SUBE. Las empresas de tienen para sí una hora de cada día en la que el recorrido es suyo, y cada una tiene una tarjeta diferente. Fue difícil entender este sistema pero, cuando le encontramos el sentido, nos dimos cuenta de que no podíamos comprar una tarjeta por cada línea y tener cada una cargada con los cinco boletos que necesitábamos: sólo íbamos a hacer dos veces ese viaje y perderíamos el resto del dinero. El primer día, además, las calles cortadas desviaban el recorrido del colectivo sin criterio unificado y eso nos llevó a esperarlo, por indicación de agentes de tránsito que parecían estar seguros, dos horas en una esquina por la que nunca pasó. La opción B era tomar un cochecito, así se llama en Laferrere el remís con recorrido específico que lleva a varios pasajeros con una tarifa única por cada uno y más barata que la de un remís tradicional. Salía de Resistencia y cobraba a cada pasajero 35 pesos para cruzar el puente que iba hacia Corrientes. Este servicio tenía una demora de más de dos horas y ofrecía una trampa: a quienes estaban dispuestas a pagar 100 pesos cada una o un precio similar, se les daba cierta prioridad y no superaban la hora de espera. Nosotras, luego de hacer

Lo dijo Enrique Stola. El psiquiatra y psicólogo habló sobre el estrés postraumático que sufren las personas que viven en estado de prostitución y remarcó la importancia del movimiento de mujeres en la lucha contra el machismo. También se refirió al caso de Cristina Santillán, la mujer condenada por la muerte de su marido golpeador donde fue testigo y perito de la causa. El especialista en trauma por explotación sexual, participó de una de las emisiones del programa Ni Putas Ni Sumisas con Alika Kinan, María Eugenia Otero y Rosaura Barletta. (Por La Retaguardia) “Encontramos dos cuestiones en las mujeres que viven en situación de explotación sexual. Una que tiene que ver con algo estrictamente clínico como un estrés postraumático crónico y depresión. Eso genera un estado de malestar interno y subjetivo muy grande. Se mantiene hora tras hora, día tras día y mes tras mes. Muchas veces se ve camuflado con alguna droga, cocaína o lo que sea, que les hacen tomar obligatoriamente. Puede crear momentos de exaltación y euforia, pero luego viene la depresión. Las situaciones de violencia sexual y el hecho de estar sometidas a un régimen donde hay dominadores, inevitablemente produce esa depresión y estrés postraumático. Por otro lado, está la cuestión ideológica que genera una distorsión cognitiva. Es una forma de estar parada en el mundo, en donde la mujer se hace y se siente responsable de lo que está haciendo, como si eso hubiese sido una decisión de ella y no un problema social impuesto sobre su cuerpo. Esto de sentir que fue una responsabilidad de ella, produce muchísima culpa y vergüenza. Eso estimula, además, nuevas conductas de sometimiento al dominador. Cuando las mujeres pueden salir de esa situación, inevitablemente lleva un proceso de desaprender esa situación impuesta. A la vez hay que ir recuperándose del trastorno del estrés postraumático y de la depresión”, comenzó relatando Stola al respecto de los traumas que les provoca a las mujeres esa situación de dominación y explotación sexual.Para el psiquiatra, el empoderamiento de las mujeres como mecanismo de autoprotección no es más de lo que él llama una ficción. El patriarcado continúa reflejándose en la sociedad con el sometimiento de las mujeres a un mercado para los hombres: “A las mujeres que creen en eso, porque se establece un sistema de creencia alrededor de eso, las puedo ubicar y darle cierto estímulo en la ficción de una independencia, pero es una ficción. Estrictamente una ficción. Pensemos en los nenes y las nenas que van caminando por las calles y ven las pegatinas donde hay propagandas de ofrecimientos con fotografía de mujeres en situaciones terribles para ellas. El nenito y la nenita van aprendiendo que en el mundo de los adultos hay mujeres que están a disposición de los hombres. En el psiquismo de los nenes ya se está produciendo la idea de que ellos tienen un lugar de poder. En las nenas, algunas van a seguir un camino que está siendo marcado por colegios, ideologías o las cosas que ven por televisión y va a haber otras que van a ocupar ese lugar. Esta situación de mujeres sometidas a la prostitución, con todo un aparato machista que está sosteniendo eso, es una escuela social donde reafirmamos la existencia y la continuidad del patriarcado y la dominación masculina. Puedo entender perfectamente a las mujeres que pueden considerarse putas empoderadas, que disponen de su cuerpo y del sexo, como en cualquier trabajo, que uno pone el cuerpo. Estamos observando que ese tipo de práctica social no es una práctica ingenua. No tiende a empoderar a las mujeres sino que tiende a mantener un mercado de mujeres para los hombres. Ese es el objetivo de esa práctica social”, afirmó. ¿Cómo se significa ese cuerpo después de la explotación sexual? “Toda mujer que por un lado es ayudada a salir de esa situación y lo decide, tiene que iniciar un proceso de reparación sobre su propio cuerpo y sobre su psiquismo. Lo que pasa es que en nuestras sociedades patriarcales no hay una política que ayude a la reparación de los cuerpos de las mujeres ni de su psiquismo. Hace todo muchísimo más difícil. Esto lleva a que muchísimas puedan llegar a salir, pero luego son de vuelta atrapadas por la situación. Tenemos que cambiar muchísimas cosas. Siempre digo que hay una trampa patriarcal en cómo se están manejando los medios de comunicación respecto a la violencia de género. Los medios de comunicación se refieren solamente a la violencia de género extremo. Es como si dijeran, no las queremos golpeadas, no las queremos asesinadas, pero que sigan subordinadas. En la medida que se siga el discurso explícito o implícito en medios de comunicación y en las políticas que existan, se van a seguir generando las condiciones para que las mujeres sean sometidas a situaciones de prostitución, para que las mujeres sean golpeadas, violadas en su propia casa y asesinadas, si nosotros no tomamos la violencia de género como la violencia instrumental que necesita un sistema patriarcal”, respondió el psicólogo. ¿Cómo detener esa avanzada del sistema patriarcal? “Cada hombre, cada mujer y cada integrante del colectivo LGTBI tiene que reflexionar cotidianamente sobre cuáles son aquellas conductas conservadoras que llevan a sostener al patriarcado y llevan a darle oxígeno a la dominación masculina. Hay un montón de rituales que se sostienen socialmente y en dónde se recrea permanentemente esa dominación. Reflexionar acerca de las cosas que aceptamos o empezamos a poner límite es sumamente necesario para que nuestros cuerpos dejen de replicar esas costumbres machistas”, propuso.El proceso que inicia la posibilidad del rescate de esa persona explotada sexualmente puede comenzar con el cierre del prostíbulo, pero continúa durante un largo tiempo y requiere la cercanía de un Estado presente: “Hay algunas mujeres que sí pueden reconocerse como víctimas rápidamente. Hasta llegar al juicio y todo lo demás, yo he observado que viven un proceso de muchísimas horas y días en absoluta soledad. Hay mucho sufrimiento y no hay contención emocional, afectiva, económica ni

Lo planteó una de las denunciantes de Cristian Aldana, procesado por abuso sexual y corrupción de menores y actualmente con prisión preventiva. Luján recibió, luego de participar en el programa A Mí No Me Importa de Radio La Retaguardia, una carta documento de parte del actual presidente del Instituto Nacional de la Música, Diego Boris. La intimación buscaba obligar a la víctima a retractarse por haber relatado en aquella entrevista una escena donde Boris fue a llevársela de la casa a pedido de Aldana; la objeción de Boris es porque luego del relato Ariell dijo que era cómplice de Aldana. Para dar una respuesta pública ratificando sus dichos, Luján volvió a visitar La Retaguardia y aclaró punto por punto cada suceso. También la acompañó su abogada Nvard Nazaryán. (Por La Retaguardia) “Soy una de las diez denunciantes de Cristian Aldana, ex cantante de El Otro Yo, ex presidente de la Unión de Músicos Independientes (UMI). Esta carta documento me llegó a partir de que conté un hecho en el programa A Mí No Me Importa, al que vine con chicas y chicos de la toma del Yrurtia. Al final de la entrevista se dio el espacio como para contar las situaciones que yo había sufrido con la Unión de Músicos Independientes. Es un espacio que hasta hoy sigue vigente y está funcionando. A Cristian Aldana no lo echaron, solamente no lo votaron”, señaló Luján. “Ahora está preso con preventiva, todavía no hay una sentencia. En esa oportunidad acá conté una situación porque lo que estábamos hablando con Valentina era la violencia institucional y la violencia en las organizaciones referido al tema de Tenembaum en el Yrurtia. Eso me dio pie para contar la revictimización grande que recibimos de la Unión de Músicos Independientes. Denuncio a Cristian Aldana desde los 17 años en el ámbito privado, desde los 21 en el ámbito judicial, el año pasado hice mi cuarta denuncia. Recién ahora tiene consecuencias para él y para muchos otros gracias a que Mailén Frías, que denunció a Miguel del Pópolo, todavía libre, hizo un video que se viralizó”, destacó. Para Luján, “gracias a ese video, también se viralizaron la pancarta que yo había hecho en el sur y un blog que otra chica después de ver esa pancarta hizo. Está preso recién ahora por presión. El sistema judicial se dedica a revictimizar y hacer todo para que no denuncies. Entonces, obviamente, nos vemos obligadas a tomar otros resquicios de salidas como la visibilización, los debates, el mal llamado escrache”, aseguró.“Cuando supe lo del video de Mailén fui a hacer otra vez la denuncia sin saber que después habría otras. Lo hice pensando que ese era mi momento, que al fin se iba a saber, a tomar otra instancia. En aquel momento, una periodista de Télam, Alelí Acuña Barrenechea, llamó a la UMI para preguntar si sabían algo del tema. No sé quién le respondió, pero fue una de las secretarias, y le dijo que eran problemas de cama, que eran inventos de la ex de Cristian, o sea míos”, denunció Luján sobre la respuesta del Instituto. “Esa fue la contestación de la institución a una periodista que preguntó qué postura tenían al respecto. Yo había hablado en varias oportunidades sobre la situación de la UMI, pero nunca había relatado este hecho que me compete a mí con Diego Boris, actual presidente del Instituto Nacional de la Música”. El hecho en cuestión “Fue una situación en la cual Cristian me violó, me golpeó. Yo estaba muy mal. Por la desesperación me había querido tirar de un balcón, me agarró de los pelos. Una violencia muy extrema, porque yo era su esclava. Estoy denunciando a mi ex dueño. En ese momento, vi que llamó a alguien y le dijo ‘vení a hacerte cargo de la situación’. Cuando llegó ese alguien era Diego Boris. Entró al departamento, Cristian Aldana le dejó las llaves y le dijo ‘hacete cargo’ y se fue. Yo estaba colorada, con los pelos revueltos, me acaba de suceder una de las violencias más grandes que viví en mi vida. Así, en esa situación, empecé a decirle ‘Cristian me pega, Cristian me pega’ llorando. Él me dijo ‘bueno, tranquila, agarrá tus cositas’. Agarré dos o tres cosas y me empezó a decir ‘vamos a ir a la estación de Once’. Yo le respondía ‘me quiero quedar’. ‘Vamos a la estación de Once, tranquila, tranquila, tenés que ir a lo de tu mamá’. Estábamos en Mitre entre Uriburu y Pasteur. Son seis o siete cuadras hasta la estación de Once que hice llorando mientras él me decía todo lo bueno que hizo Cristian, todo lo que lo ayudó, lo que trabajaban, que estaba estresado. En la estación me compró un boleto, un agua, me miró a los ojos y me dijo ‘Cristian Aldana me ayudó mucho, me ayudó a encontrar el amor’. Me dio el agua, el boleto y me dejó así, en esa situación en la estación. En ese momento yo estaba tan en shock, tan mal, que no lo podía ni ver, ni vislumbrar. Pero cuando empecé a resignificar toda mi historia, empecé a ver a todas las personas que silenciaron, que no hicieron nada, que actuaron a su favor, para hacerle las cosas fácil a él conmigo y un montón de otras pibas”, detalló Luján. La intimación  El texto de la carta documento que Diego Boris le envió a Ariel Luján es el siguiente: “En virtud de las manifestaciones vertidas por usted en un programa radial de la emisora La Retaguardia, que fueron posteriormente transcriptas en la página web de Ya No Nos Callamos Más, sobre las diferentes comisiones que tuvo la UMI y el actual presidente del INAMU, Diego Boris, ‘quien además de silenciar fue y es cómplice de Aldana en su acción violenta coactuando con el victimario en varias oportunidades’, además del video que extracta el reportaje realizado por la radio aludido a usted que fuera oportunamente subido a la página Ya No Nos Callamos Más.

Los medios tradicionales de comunicación apenas la recuerdan. Su familia y la comunidad educativa, exigen justicia una vez más. Por eso, el lunes la movilización fue desde el ENSAM de Banfield hasta los Tribunales de Lomas de Zamora. Anahí estuvo desaparecida durante cinco días, hasta que su cuerpo apareció en un descampado de la zona. Allí también había otros cadáveres, pero tampoco la prensa se preguntó qué pasó con ellos, quiénes son, por qué. El discurso de sus compañeros es claro: ni perejiles, ni impunidad. Al tiempo que se desarrollaba la marcha, las dos fiscales de la causa pidieron el procesamiento y la prisión preventiva para los dos detenidos, Marcos Bazán y Marcelo Villalba. Es información elocuente para demostrar que no hay otro camino que la movilización popular para obtener justicia. La Retaguardia estuvo en la convocatoria. A continuación, el registro fotográfico de Agustina Salinas. (Por La Retaguardia)   

Hace 8 años que falta en la provincia de Santa Fe Natalia Acosta, quien tiempo antes de desaparecer era explotada sexualmente por su pareja. En el programa Ni Putas Ni Sumisas, Alika Kinan dialogó con su mamá María Cristina Balán Acosta que recorrió los pasos que dio la investigación y el estancamiento en la búsqueda de la joven. (Por La Retaguardia) “Mi hija se llama Natalia Liliana Soledad Acosta, hace 8 años que la estamos buscando, desde el 29 de mayo de 2009. La causa estuvo en el juzgado provincial de Santa Fe, después hicimos la denuncia en el juzgado federal. A los tres años, el expediente volvió a Provincia, que se lavó las manos, fue a la Corte Suprema y hasta ese momento se hizo poco y nada. En Federal se hizo bastante. En Provincia no se hizo absolutamente nada más que un par de allanamientos para los que nosotros les dimos los datos. De la Corte Suprema volvió al juzgado federal y desde entonces, la investigación está un poquito mejor. En la investigación se buscó el teléfono, se siguió la línea de que la había invitado a ejercer la prostitución en México. Yo entiendo poco y soy una señora mayor y no sé de esas cosas mucho, antes no se hablaba de eso. Ahora me tuve que poner a usar palabras de la noche a comparar cosas”, explicó María Cristina sobre los cambios que atravesó a lo largo de la búsqueda. “El papá, yo, los hermanos que siempre nos están acompañando”, enumeró.“Yo creo que es víctima de trata porque lamentablemente estaba juntada hacía dos o tres años y el conviviente la mandaba a trabajar. Nosotros nos enteramos cuando desapareció Natalia que ella trabajaba, que él la mandaba a trabajar. Aunque él haya dicho en la declaración que ella lo hacía porque quería para darnos una ayuda, no es así porque no nos mantenía.Quiero encontrarla, busco bajo tierra, por todos los medios. Yo tengo Facebook y me pongo en contacto con gente de afuera, les mando la foto, les digo que la compartan. El fiscal está muy interesado en la causa. Hoy justamente nos hicieron ADN. No es nada alentador porque la están buscando bajo tierra. Pero se movió en seis meses lo que no se movió Provincia en años”, lamentó.El manosea mediático “Susana Trimarco no me acompañó en ningún momento. Una vez fuimos a querer hablar con la presidenta y pensamos que de paso podíamos ir a la fundación Marita Verón en Buenos Aires. La presidenta no nos atendió y nos fuimos a la fundación. Pedimos hablar con Susana Trimarco, ella estaba en lugar y nos hizo atender con una abogada y una psicóloga. Nos dijeron que estaban a disposición de nosotros. Después, la misma abogada y la psicóloga nos preguntaron si no habíamos ido a los medios. No habíamos ido, más que a los medios locales y en las volanteadas de todos los 29 de mayo. Ahí nos ofrecieron ir al programa del Negro Oro. Fuimos una vez, nos pagaron los pasajes, las comodidades y la comida. En el programa no hubo lugar y lo postergaron una semana que volvimos a ir. La última vez que fuimos fue para la marcha de Ni Una Menos, el 3 de junio de 2015. Oro habló con una abogada de Santa Fe. Cuando estábamos en el programa, el Negro Oro dice ‘apareció una llamada diciendo que el marido la vendió a España’”, recordó. La mujer se refirió al curso de esa llamada en la investigación: “Supuestamente tenía una característica de Santa Fe. Salimos del programa. Nos habían pagado el pasaje, la comida. La estadía allá era por cuenta de nosotros. Nos daban la comida mientras esperábamos que nos reciba el Negro Oro. Fuimos a la marcha. Nos deslumbró. Cuando llegamos a Santa Fe, todos nos preguntaron si le habíamos pedido al programa el número de teléfono de ese que llamó. Entonces le hice una llamada de WhatsApp al productor y me dijo que esos registros se eliminan todos apenas termina el programa. Así quedó todo en la nada. Fueron de la PROTEX (Procuraduría de Trata y Explotación Sexual), yo lo volví a llamar y nunca más me contestó”, explicó.“Nunca sentí que podía estar cerca de encontrarla porque las pistas a la justicia se las dábamos nosotros. Que vayan a averiguar, a allanar. La gente nos daba información y nosotros se la pasábamos al juzgado. Su pareja fue a dar testimonio, a decir que ella trabajaba porque quería, para ayudarnos a nosotros, que no lo molesten porque iba a hacer una contradenuncia con su abogado. Ahora es pastor de una Iglesia evangélica, tiene una hija y una mujer y el pastor que lo llevó a ser líder es un interno de la cárcel de Las Flores que estuvo preso por una violación a su hija. Es todo turbio en Santa Fe”, aseguró.

El sábado pasado se realizó una marcha más que movilizó a decenas de miles de mujeres tristes e indignadas. Esta vez el eje fue el hallazgo del cuerpo de Anahí Benítez, pero podría ser el de cualquiera. Esa sensación que solo pueden entender las mujeres y que se generaliza: pensar que todas podemos ser la próxima. Compartimos un fotoinforme de Agustina Salinas. (Por La Retaguardia)   

Es la condición que asumen miles de mujeres cuando, con apoyo y acompañamiento de profesionales y especialistas, logran revertir años de sometimiento sistemático que las lleva a la culpabilización y revictimización. Esta es la historia de Ana en boca de la periodista María José Corvalán, de San Luis, en comunicación con Radio La Retaguardia. El relato de superviviencia y empoderamiento fue expuesto el martes en el programa Ni Putas Ni Sumisas, de Alika Kinan. Además de la transformación de Ana, luego de asumirse como víctima de trata, decidir denunciar y conseguir un trabajo, hay una extrema vulnerabilidad habitacional, educativa, estructural a la que ella y sus hijos son sometidos por un deliberado accionar del Estado que, habiendo sido golpeadas decenas de sus puertas, optó por abandonarla. Actualmente hay disponible un número de CBU para recibir donaciones para que Ana pueda refaccionar su casa, que se encuentra en condiciones de precariedad extremas: 0270101720017831640011. El número de cuenta es 00178364001101021. (Por La Retaguardia) “La conocí a Ana hace como dos años por una situación de vulnerabilidad. Ella fue a la radio donde yo trabajo, Radio del Plata, a ver si alguien podía ayudarla con materiales, con chapa, con nylon, porque se le había caído el techo. Entonces empezó esto de hacernos amigas y estrechar redes para salir a buscar ayuda al ministerio de Desarrollo Social, a la municipalidad, a las fundaciones, a los políticos, recorrer oficinas y golpear puertas. Mientras esperábamos, empezamos a hablar de otras cosas, por ejemplo”, expresó y a continuación recordó un diálogo:-Los chicos, ¿van al colegio a la mañana o a la tarde?-No van-¿Por qué no van?-Porque no tienen zapatillas-Bueno, les conseguimos-Igual no me los inscriben-¿Por qué?-Porque no tienen documento-¿Cómo que no tienen documento?-No, porque no tienen partida porque nacieron en unos hospitales de los que me sacaban y me volvían a una casa a trabajar.“Pasa mucho tiempo, pasan meses. En una situación cualquiera, recuerda algo que pasaba en esa casa, o que la golpeaban. Pero son momentos. Es un proceso muy fuerte hasta que ella puede empezar a contar lo que le había pasado. Ella estaba viviendo en un hogar donde era víctima de violencia y abuso sexual y tenía un padrastro abusador, una madre violenta. Ella huía a una placita. En esta placita hay una locomotora y los chicos se juntan a fumar y a pegar Poxi, está en la zona roja de la ciudad de San Luis. En ese lugar se presentaba siempre una mujer que le llevaba comida y de ahí la chuparon. Le ofrecieron un trabajo en Buenos Aires”, relató Corvalán. “Esta chica no iba a la escuela, pensaba que Buenos Aires era un barrio. En ese momento tenía 12 años. La llevaron en un auto medio destartalado por unas cuadras, la avenida de la zona roja desemboca en una ruta que va a Mendoza donde hay una estación de servicio y un parador que sigue estando. Todo esto está tal cual, cualquiera puede hacer el recorrido hoy. Ahí se bajaron del auto, vino un camión y la subieron ahí, donde había dos pibas más de la misma edad, entre doce y trece años. Partieron en un viaje que le costó diez años de su vida. Desde ese día, ella nunca más supo dónde estaba. Esto es tortuoso. Nunca más pudo saber dónde está. Si en el país, en Buenos Aires, afuera, si hay una ruta o una calle, una peatonal, nunca más lo supo. Siempre sintió que estaba en deuda, otra cosa que es de manual”, explicó sobre la metodología que implementan los tratantes. “Le hicieron de todo y tuvo que hacer de todo. Para qué entrar en detalles. Todo lo que se imaginen es poco. Lo tienen que multiplicar por tres mil. Sufrió de tal manera que no se acuerda. No se acuerda dónde dormía, cómo se llamaban las demás chicas, no se acuerda cuánto ni cómo. Cosas que obviamente ha bloqueado. Quedó embarazada, la llevaron a un hospital, parió, volvió con el niño a seguir siendo explotada y prostituida. Ella fue violada en su condición de prostitución hasta el día en que fue a parir. Cuando salió del hospital, pasó directamente a hacer pases. Lo que es terriblemente cruel. Ella cuenta que le dolía todo. Ana tiene cuatro hijos y los tres primeros nacieron en su condición de cautiverio”, relató sobre el horror.Según Corvalán, “cuando ella salió de este prostíbulo con sus niños en brazos sin un peso y sin ropa, lo primero que hizo fue ir a una comisaría y le dijeron ‘si volvés a aparecer por acá con ese verso de que querés denunciar, te sacamos a los niños y te hacemos recagar’. Entonces ella dijo que no iba a denunciar nunca más. Después, Alika la convenció de llamar al 145. Denunció, fue a declarar y entró al Plan de Inclusión Social en San Luis. Las beneficiarias pueden tener obra social para ellas mismas, no para sus hijos, y cobran 6200 pesos. Ana trabaja en un vivero. Desayuna a las 9 y media con sus compañeras, se siente útil, querida, está contenta. Tiene por qué levantarse todos los días. Antes estaba tirada. Su casa sigue siendo precaria y vulnerable, pero tiene a dónde ir y la plata que cobra es su plata, nadie se la dio. Está verdaderamente feliz. Fue a declarar y cuando lo contaba decía ‘yo no soy mala, soy víctima de trata de personas con fines de explotación sexual’”, reconoció Ana después de deconstruir su revictimización. ¿Cómo viven las sobrevivientes? Además del padecimiento de haber sido víctimas de trata y la violación de sus derechos humanos en circunstancias en que el Estado se configura como cómplice en su peor cara, las sobrevivientes de trata atraviesan el destrato y el abandono también luego de ser restacatadas o de salir del circuito de opresión por sus propios medios: “En su casita, las paredes están todas ahuecadas porque la lluvia le ha carcomido la unión de los block. Está toda filtrada. El techo de chapa que le colocó