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Psicología Social


Los sentimientos de malestar, bronca, frustración. El miedo. Los mecanismos psíquicos que aportan al crecimiento de las nuevas derechas. La disociación, la depositación masiva y la identificación con el agresor. La construcción de un enemigo para aliviar el conflicto. La psicóloga social Ana Quiroga, directora de la Primera Escuela Privada de Psicología Social fundada por Enrique Pichon-Rivière, estuvo el sábado 20 de abril en el Postítulo de ESI del Joaquín y compartió “Reflexiones urgentes desde la Psicología Social”. Algunas ideas para construir colectivamente salud mental y dar batalla contra el negacionismo, el pensamiento autoritario, la construcción del enemigo, el transformar la diferencia en un antagonismo radical. Por Ana Quiroga   Nos reúne aquí una tarea imprescindible, que está profunda o significativamente obstaculizada por la vertiginosidad de los hechos y los discursos, ese bombardeo permanente por el sucederse de contradicciones que en el mismo día nos perturban o, en forma más estable, tocando el eje mismo de nuestra vida subjetiva y social. Somos sacudidos e impactados por una multiplicidad de estímulos y por una intensidad de emociones. Todo eso obstaculiza el reflexionar. Este acontecer, que es objetivo, porque responde a un proceso social, a una forma concreta de nuestro proceso social hoy e implica muchas veces confusión, desconcierto y, a veces, una penosa vivencia de desamparo, de estar a merced de una cotidianidad que es muy difícil por momentos transitar y comprender.  Es difícil transitar y comprender esta cotidianidad, no solo por el ritmo acelerado en el que nos hemos ido configurando como personas… Cada vez más acelerados, cuanto más joven, más acelerado y más naturalizada esa aceleración. Los más viejos nos damos cuenta de que las cosas van demasiado rápido y de que no podemos siempre tomar el ritmo de lo que ocurre en esa vertiginosidad, ese impacto, ese “una cosa, otra, otra”. Alejandro Grimson ha escrito un artículo muy interesante donde recoge también aportes en este sentido. Para describir las características de este ritmo cotidiano habla de la sociedad estresada. Es decir que hay un permanente fluir de acontecimientos -eso es lo característico del estrés- que no podemos procesar lo suficiente, o a veces en absoluto. Pero sobre todo, no es por ese ritmo, por esa diversidad, por esas contradicciones, sino lo que muchas veces nos dificulta comprender y nos dificulta pensar es el dolor psíquico que nos causa este acontecer.  Las características de los hechos, el ritmo de los hechos y la pregunta a la que nos lleva casi día a día: ¿qué pasa?, ¿qué me pasa?, ¿qué nos pasa?, ¿qué va a pasar? Encontrarse, como estamos haciendo, para reflexionar -por eso estoy tan contenta de estar aquí con ustedes- es una forma de construir colectivamente salud mental. Si nosotros pensamos, creo que ustedes también, que la salud mental no es un fenómeno individual. Lo es, pero no solo. Yo, por eso, prefiero decir que es personal. La salud mental es un acontecer personal, social, que está permanentemente en obra en la vida social. Está en obra. La salud mental no es un fenómeno semejante, a pesar que el término salud los articula, como que te funcione bien el hígado o el sistema respiratorio, sino que la salud mental está permanentemente en obra, ya sea en crecimiento, fortalecimiento, como en destrucción y daño en la vida social. Está en crecimiento con los fenómenos de solidaridad, de sostén, etcétera y en daño con la fragmentación, la cancelación, el aislamiento, la incertidumbre de la que es difícil salir, la imposibilidad de elaborar proyectos, etcétera. Cuando se abren espacios para pensar colectivamente esto que nos preguntamos en el día a día ¿qué pasa?, ¿qué nos pasa? estamos en ese camino de construcción, de contención recíproca. Contención recíproca que tiene que ver con lo vincular, con lo afectivo, pero también con el poner inteligibilidad a lo que estamos viviendo. Creo que no podemos estar bien, no podemos ser personas felices -salvo que seamos tremendamente negadores- si no tenemos una lucidez sobre lo que nos ocurre, si no tenemos comprensión de lo que ocurre para bien o para mal. La salud mental está permanentemente en obra en la vida social. Está en crecimiento con los fenómenos de solidaridad, de sostén y en daño con la fragmentación, la cancelación, el aislamiento, la incertidumbre de la que es difícil salir, la imposibilidad de elaborar proyectos. Ana Quiroga Psicóloga Social Mi expectativa y creo que la de las personas que organizan este encuentro y espero que también la de ustedes, tienen a la salud mental como eje, con la intención de aportar aunque sea mínimamente a su desarrollo, su reparación y su defensa. Ustedes pueden decir “che, qué dramático, ¿por qué reparación y defensa?” Porque en las últimas décadas del siglo XX ya -o sea que hace tiempo- la Organización Mundial de la Salud (OMS) nos planteó que la globalización, el nuevo orden mundial, el neoliberalismo, el capitalismo salvaje que se estaban instalando en el mundo, constituían a nivel de la salud mental, una auténtica catástrofe epidemiológica. Esto que parecía un anuncio exagerado, se fue cumpliendo. ¿En qué sentido catástrofe epidemiológica? En términos de salud mental. Y ese daño se expresaba en la depresión, en trastornos de ansiedad, en las adicciones, es decir, en diversas patologías. Hoy día, si hemos ido siguiendo, como lo hemos hecho, el hilo de que lo que ha ido dándose en el interjuego del orden social y lo subjetivo, desde el eje de la posibilidad del aprendizaje, del crecimiento, de la construcción de salud, yo diría que esta catástrofe también incluye el padecimiento psíquico. Un tipo de padecimiento psíquico de alto grado de extensión, que se expresa no solo en las patologías que uno puede decir “bueno, vamos a hacer una nosografía de las patologías mentales”. No, dejemos eso de lado en este momento, ahí estaría el tema del desarrollo y de la defensa. A mí me gustaría plantear hoy, sin descuidar ese otro horizonte más complejo, se expresa en un malestar casi permanente, en sentimientos angustiosos, sentimientos angustiosos de

Investigar y desarrollar para encontrar respuestas a nuevos problemas. Las psicólogas sociales Ana Quiroga, Josefina Racedo y Rosita Nassif, continuando los desarrollos de Enrique Pichon Riviere, convocan a profesionales en la materia a un nuevo desafío.

La directora de la primera escuela privada de Psicología Social que fundó Enrique Pichon-Rivière, de quien fue compañera y discípula, compartió un análisis de la Selección Argentina como grupo y se refirió a Lionel Messi en particular como líder de la Scaloneta. Quiroga pasó por el programa radial La Retaguardia, donde también habló acerca de los festejos en las calles. Entrevista: Fernando Tebele/Pedro Ramírez OteroRedacción: María Eugenia OteroEdición: Pedro Ramírez OteroFoto de portada: María Eugenia Otero/La Retaguardia —Se ha dicho mucho alrededor del Mundial, que Argentina salió campeón del mundo porque eran un grupo de amigos. ¿Un grupo de amigos consigue objetivos como este o en realidad consiguieron constituir un gran grupo? —Creo que más allá de los aspectos, la amistad que los une, lo principal es que es un grupo con una capacidad, con una potencia y con eficacia muy particular. Un grupo se construye en función de determinados objetivos, de determinado hacer, como decimos desde la psicología social, con una tarea. Y con otro elemento fundamental que es que cada uno tiene en mente a cada uno de los otros y a las relaciones que están entre sí. Es decir, que sabe dónde puede estar (Nicolás) Otamendi o donde se puede mover (Gonzalo) Montiel o (Nahuel) Molina, o (Rodrigo) De Paul, o por supuesto (Lionel) Messi. Y eso es uno de los factores fundamentales. Está claro que hay algo importante en todo esto que está ligado a dos aspectos, a que realmente se comprometieron en un objetivo común y que hay algo del plano de lo amistoso, en todo caso de deponer lo individual en función de lo grupal y cierto grado de amistad, es decir, de que no está la competencia interna, sino que la competencia es con otro, con el rival. Y creo que eso ha sido una cuestión excepcional. Es excepcional que quien está en el banco porque lo sacaron tenga la misma alegría y la misma sonrisa que el que está en el campo de juego en ese momento. Es decir, el sentimiento de unidad es muy fuerte. No sé si a eso aluden cuando dicen es un grupo de amigos, es un grupo que tiene, si lo vamos a ver desde categorías de la ciencia, desde la psicología social, de la teoría de los grupos, existe una profunda pertenencia, con una capacidad de cooperación. Que tiene un coordinador excelente, que es (Lionel) Scaloni porque ha podido establecer distintas formas de articulación, por los distintos diseños tácticos que hace y que están unidos en una cuestión fundamental que es un extraordinario liderazgo, que es el liderazgo de Messi. Porque allí se articula la capacidad del líder para definir la situación, para para organizar, como el momento que le da un determinado pase a (Julián) Álvarez o las distintas formas en que se ha visto cómo organiza, pero que además tiene las características del ídolo. Es decir, que la mayoría de los integrantes de ese grupo, no sé si todos, pero por lo menos la mayoría, tiene un ideal puesto en Messi. Es decir, Messi es el jugador ideal o el ideal que se plantearon, como puede ser (Diego) Maradona, solo que con Maradona no interactúan y a Messi lo tienen a centímetros de distancia y jugando con él. Y entonces eso es lo que habilita Messi desde su capacidad de relación y particularmente a partir de la creatividad y del juego, me parece que crea un clima afectivo y una gran valoración por su persona y eso también es un elemento de cohesión. —Hubo un montón de equipos y grupos futbolísticos a lo largo de los años que construyeron vínculos dentro de la cancha, que se llevaban bien jugando. Pero en el caso de la Scaloneta los vínculos se muestran hacia afuera también. Es un grupo unido también fuera de la cancha y demostrando ese vínculo que tienen entre ellos. Y sin ir más lejos, hay varios que además tienen de ídolo a Messi, como Messi también tenía de ídolo a (Pablo) Aimar, que es parte del cuerpo técnico. Hay diferentes vínculos que salen a la luz en un grupo enorme, contando también al cuerpo técnico, ¿no? —Sí, esto que señalás es lo que comentábamos del ideal, el ídolo. El ideal es un elemento de unificación. Y también de una unificación más general porque hemos visto otras selecciones donde había amigos como (Javier) Mascherano y (Ángel) Di María, Messi, etcétera, pero que no se expresaba de la misma manera. No creo que haya sido la única causa, pero no se expresaba de la misma manera que se expresó en este caso. Yo creo que el tema del liderazgo y la diferencia generacional, esto de haber crecido anhelando ser como esa persona o su equivalente, también es un elemento que ha funcionado como modelo. —Esta construcción de liderazgo notoriamente diferente y positivo, en este caso de Messi, con diferencia a otros equipos de los que él participó en la Selección nacional, puede ser atribuible a la madurez, a que sea una persona que está casi en el último tramo de su carrera. Pensábamos cuánto habrá influido que no esté más Maradona físicamente para que ese rol que él ocupaba, aunque sea desde la tribuna o en algún vestuario, ahora lo pasara a ocupar su sucesor dentro del campo de juego. —Eso es un interrogante que lo he escuchado y que también me lo hago. Francamente no sé hasta qué punto era tan tremendo el peso de Maradona para Messi, porque ahí estaríamos pensando que no solo era un elemento estimulante, sino que podía ser un obstáculo. Pero yo creo que también tiene que ver con la madurez de alguien que siempre vimos de algún modo como un chico, que es un hombre y que se está yendo del fútbol. Es decir, tiene la felicidad de un chico cuando juega, pero se lo escucha y se lo ve operar de otra manera. Creo que también es un liderazgo que no establece una asimetría muy grande,

A 50 años de que Enrique Pichon Riviere fundara la Escuela de Psicología Social, Ana Quiroga compartió algunos recuerdos de la cotidianeidad del maestro e invitó a las actividades que se realizarán para festejarlo. “En un mundo de muros y grietas, la psicología social interpelada” es el nombre de las Jornadas que se realizarán a propósito del aniversario de la fundación de la Escuela de Psicología Social y de los 50 años de desarrollo de la disciplina en nuestro país. El título es una metáfora, explicó la directora, en diálogo con María Eugenia Otero y Fernando Tebele: “¿Por qué desarrollamos antagonismos tan radicalizados? ¿Tan poca escucha del otro? ¿Tanto maltrato?”. Quiroga habló también acerca de la historia de la escuela, los desafíos de la psicología social en el mundo actual, el pensamiento anticipatorio de Pichon Riviere y compartió recuerdos de la mística de la escuela. Las jornadas serán el 2, 3, 4 y 5 de noviembre y tendrán aperturas y una fiesta de cierre. Para información se puede llamar al 4957-1907 o 4931-0200, entrar a la página www.escuelapichonriviere.com.ar, o escribir a informes@escuelapichonriviere.com.ar  (Por La Retaguardia) Diagnóstico y respuestas “Vamos a festejar los 50 años de la fundación de la escuela por obra y por parte de Pichón. En la organización de estas jornadas celebramos también los 50 años de desarrollo de la psicología social pichoniana en la Argentina. Por eso las jornadas están organizadas alrededor de 12 escuelas de Psicología Social de distintos lugares del país, de Uruguay y de Brasil. ‘En un mundo de muros y grietas, la Psicología Social interpelada’ es el nombre de los eventos, es una metáfora de situaciones de antagonismo, fragmentación, impenetrabilidad que está mostrando el mundo en el plano de lo sociopolítico. Hay situaciones muy candentes, como lo que ocurre en España con Catalunya o la posición de Trump respecto de los mexicanos o toda la dramática situación de los refugiados que son millones”, ejemplificó Quiroga. “También una política económica que concentra riquezas al punto de plantear que hay millones de seres humanos que sobran. Están condenados a la pobreza pero además no debieran tener existencia dentro de nuestro orden social. Nos preocupa desde la Psicología Social específicamente cómo eso nos impregna nuestra vida cotidiana como sujetos, ¿por qué desarrollamos antagonismos tan radicalizados? ¿Tan poca escucha del otro? ¿Tanto maltrato? También una idea resignada de que esto está bien, incluso elaborado por teorías sociológicas y filosóficas”, consideró. “Es un destino inevitable de la sociedad esta situación, pero también nos interrogamos si existen alternativas. Nosotros entendemos que cuando hablamos de salud mental tenemos que pensar con otros, tener capacidad de creatividad, de reparación, de autonomía, empatía, etc. Hay una pregunta que es por eso el nombre de la jornada también que es en qué orden social se le exige todo ese tipo de conductas al sujeto, cuánto favorece u obstaculiza el orden social a ese tipo de conductas y cómo puede haber en el hacer y el ser de cada uno de nosotros caminos alternativos”, expresó.Para Quiroga, “la tarea del psicólogo o la psicóloga social es trabajar en el plano de los vínculos, en la elaboración de ansiedades, en la comunicación y el aprendizaje de la cercanía posible con el otro, en el trabajo de las diferencias. Por otro lado, no es algo rechazado porque sí. Hablo de la temática de la ansiedad porque muchas veces esos antagonismos tienen que ver con una situación de fragilidad, de miedo, de vulnerabilidad que llevan a defensas muy rígidas. En eso se monta un pensamiento muy autoritario”.Los comienzos de la escuela “Esta escuela tiene antecedentes como escuela de posgrado de Psiquiatría. Como la escuela de Psiquiatría Social, también había un instituto de investigación social, mucha gente del campo de la psicología trabajaba o estudiaba acá. Había muchas personas que formadas en psiquiatría hacían dos o tres años aquí. También se dio que fue un momento particular. Si hablamos del año 66, tengamos en cuenta que se produce la intervención de la universidad con la Noche de los Bastones largos. Eso afecta a varias facultades pero a la carrera de Psicología la enfrenta con una situación de mucho empobrecimiento y de pérdida de una línea que era la de Pichon, que se estaba desarrollando”, explicó. “A la vez, había una enorme ebullición social y mucha inquietud por el conocimiento psicológico. Lo primero que nos preguntaban cuando salíamos a un congreso era por qué todos nos analizábamos. Había una inquietud desde el punto de vista social, político, un gran movimiento de Latinoamérica, con la revolución cubana y una serie de productos de transformación. Estas propuestas, la posibilidad de entender la sociedad, de entenderse a sí mismo, resultaron muy convocantes. Lo interesante es que esa convocatoria siguió creciendo. Uno de los hechos más significativos es cómo se sostuvo y siguió creciendo en el período de la dictadura. Luego hubo una auténtica explosión post dictadura en 1983 y 1984, cuando la cantidad de gente que transitó por esta institución fue impresionante. Aún en el período de la dictadura se hacía fila para poder entrar, se llegaron a hacer hasta dos días. Se inscribía por orden de llegada. Era un fenómeno, había toda una serie de interrelaciones, cosas compartidas, etcétera, en esos dos días de espera”, recordó Quiroga.La teoría de Pichon “La lectura de Pichon en ese momento era pertinente y me sorprende todavía lo anticipatorio de ciertos fenómenos y hechos sociales. La creatividad para ciertas formas de pensar. Esta idea de que la escuela, una institución formativa, estuviera abierta a cualquiera que tuviera interés en hacer esa formación sin requerimientos previos. Eso hoy está cambiado porque también está cambiada la sociedad. En lo personal, en lo que más he investigado ha sido la relación social y subjetividad como se va concretando, en qué instancias, en qué instituciones, con qué mecanismos psicológicos. He investigado mucho el tema de crisis. También lo que hemos ido incorporando de otros autores que afinan la comprensión de una serie de hechos que Pichon planteó. Lo que sí es