Canción actual

Título

Artista


Puente 12

Página: 4


Con los testimonios de dos sobrevivientes del período previo al golpe de Estado, comenzó la etapa de testimonios del juicio que aborda casos sucedidos entre 1974 y 1977. La próxima audiencia será el viernes y se esperan seis testimonios. Redacción: Carlos RodríguezEdición: Pedro Ramírez Otero En el comienzo del tercer juicio por los crímenes de lesa humanidad ocurridos en el Centro Clandestino de Detención Tortura y Exterminio Puente 12, dos sobrevivientes relataron las torturas a las que fueron sometidos. “Nos torturaron con picana eléctrica y luego nos dejaron toda una noche colgados del techo, con un padecimiento impresionante”. Uno de los testigos relató el trato que recibió, junto con dos compañeros y una compañera, secuestrados luego de participar de un acto por el Día del Trabajador, el 1 de mayo de 1975, en el partido de La Matanza. El otro testigo dijo que sufrió dos allanamientos en su domicilio de la ciudad de Campana, aunque en ambos casos no se encontraba en el lugar. En la segunda ocasión, como no estaba, le quemaron la casa. Lo secuestraron meses después, lo torturaron en “varias ocasiones” en un lugar que luego reconoció como Puente 12 y estuvo detenido en distintas cárceles, hasta octubre de 1983. Uno de los testigos dijo que declaró en el juicio “en nombre de los compañeros masacrados” que no pudieron estar y el otro, reconoció que como consecuencias de las torturas sufre “pesadillas que voy a tener hasta el día de mi muerte”. La siguiente audiencia se realizará el viernes 14 de este mes, a partir de las 11, en los Tribunales de Comodoro Py. En el debate, a cargo del Tribunal Oral 6, son juzgados cuatro expolicías y dos exmilitares, por delitos ocurridos en el predio de la División Cuatrerismo de La Matanza, en Puente 12, ubicado en el cruce de la autopista Riccheri y el Camino de Cintura. Los acusados son el ex teniente primero del Batallón de Inteligencia 601 del Ejército Enrique José Del Pino; el ex oficial principal Enrique Osvaldo Gauna, y los excabos de la Policía Bonaerense, Carlos Alberto Tarantino y Angel Salerno. Los otros imputados son el ex oficial de la Policía Bonaerense Néstor Alberto Ciaramella, y el excapitán del Batallón de Inteligencia 601, Walter Roque Minod. El Tribunal está integrado por los jueces Daniel Horacio Obligado, Ignacio Carlos Fornari y por la jueza Sabrina Namer. Intervienen los fiscales María Ángeles Ramos, Esteban Bendersky, y Viviana Sánchez. Se investigan los delitos de privación de la libertad, aplicación de tormentos, torturas seguidas de muerte y homicidios, todos ellos agravados, en perjuicio de 185 personas que fueron perseguidas por sus actividades políticas y gremiales. El primero en prestar declaración testimonial fue Oscar Francisco Carbonelli, quien en los años 70 era militante de Política Obrera, organización que en 1983 se convirtió en el Partido Obrero (PO). Junto con otros compañeros, querían realizar una reunión pública para el 1 de mayo de 1975, pero como esos actos estaban prohibidos, decidieron hacer reuniones con vecinos en distintos barrios. Su área de militancia eran Morón y La Matanza. La decisión fue realizar un encuentro con vecinos en el cruce de las avenidas San Martín y Crovara, en San Justo. Finalizada la reunión, Carbonelli iba caminando hacia la estación Marinos del Fournier, del ferrocarril Belgrano Sur, junto con María Elena Hernández, Daniel Mirkin y José Lanfranco. En ese momento aparecieron dos autos, marca Torino, de color blanco. De ellos bajaron entre cuatro y seis personas vestidas de civil, una con una Itaka en la mano. Fueron obligados a tirarse al piso, boca abajo, con las manos en la cabeza. Los agresores estaban nerviosos, y uno de ellos hizo un disparo al aire. Los cuatro fueron subidos a los autos, que partieron hacia la plaza de San Justo, donde están la Municipalidad y la Iglesia Catedral. Los encerraron en un calabozo de la Brigada de San Justo. Luego fueron trasladados, encapuchados, y los represores hicieron un simulacro de fusilamiento, mientras se reían como si se tratara de una travesura. Los llevaron a Puente 12. Esto ocurrió en la madrugada del 2 de mayo de 1975. Llovió toda la noche y se escuchaba el ruido de autos circulando sobre una ruta que sin dudas era la autopista Riccheri. En ese lugar los recibió un grupo “mucho más duro”, los obligaron a desnudarse y por turnos los ataron de pies y manos sobre una cama. Uno de los guardias les dijo: “Ustedes quieren hacer lo mismo que en Vietnam”. Fueron torturados con picana eléctrica y los interrogaba una persona que les hacía preguntas muy precisas sobre sus actividades políticas. Carbonelli presume que quien lo interrogaba era el mismo que lo torturaba. El primero en ser torturado fue Lanfranco, que medía más de 1,90. “Vamos a empezar por el más grandote, dijeron (los torturadores) y se reían entre ellos, porque estaban muy jocosos”.Luego de las torturas y el interrogatorio, los llevaron a un lugar donde los ataron del techo a los cuatro. Los levantaron con sogas y quedaron apoyados en el piso, en puntas de pie. Así pasaron toda la noche. “El padecimiento fue impresionante”, subrayó la víctima. Estuvieron tres días sin comer, en permanentes traslados entre Puente 12, la Brigada de San Justo y la comisaría de Villa Madero, en este caso sin las capuchas. En la comisaría, los tres hombres fueron encerrados en una celda grande compartida con presos comunes que fueron “muy hospitalarios con nosotros”. Ellos fueron los que le dieron agua y comida en esos primeros días. María Elena Hernández fue llevada a otro calabozo. Al segundo o tercer día, Carbonelli fue interrogado por un policía que antes de empezar, puso un arma sobre una mesa. “Él preguntaba lo que quería y ponía lo que quería poner, sin importar lo que dijera yo”. Recién el 10 de mayo los familiares de los cuatro pudieron ubicarlos en esa comisaría. Con posterioridad fueron llevados a un juzgado de San Martín donde trataron de hacer las denuncias por torturas, pero nunca

El TOF 6 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires realizó una inspección ocular en el predio donde funcionó el CCDTYE Puente 12. El 3 de abril comienza el tercer tramo de la causa por ese Centro Clandestino. Se constataron modificaciones edilicias. Actualmente el predio es utilizado por una fuerza especial de la Policía de la Provincia de Buenos Aires.  La opinión de Pablo Llonto. Redacción: Paulo GiacobbeFotos: Bárbara Barros / La RetaguardiaEdición y Video: Fernando Tebele El Centro Clandestino de Detención Tortura y Exterminio Puente 12, también conocido como Cuatrerismo o Brigada Güemes, estaba emplazado en el cruce entre el Camino de Cintura y la Autopista Riccheri, Partido de la Matanza, Provincia de Buenos Aires. Ese predio lo ocuparon dos centros clandestinos, aunque no en simultáneo. Puente 12 funcionó varios años antes del golpe de Estado, desde noviembre de 1974 hasta febrero de 1977; y El Banco desde diciembre de 1977, cuando demolieron el CCDTyE Club Atlético en Paseo Colón y se mudaron temporalmente a ese lugar hasta mediados de 1978.  En el inmenso predio, el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) realizó excavaciones y encontró fosas comunes en las que hallaron restos óseos humanos. Pequeños fragmentos que habían sido calcinados en “capachas”, un pozo grande donde arrojaban los cuerpos y los incineraban rociándolos con combustibles y otros elementos. La acción que completaba el plan de exterminio podía tomar 18 horas. “No está claro si allí los asesinaban o si arrojaban sus cuerpos”, indicó el abogado querellante Pablo Llonto durante la visita. El predio siempre estuvo ocupado por las fuerzas represivas. Actualmente está en manos de la Policía de la Provincia de Buenos Aires.  El 31 de mayo de 2017, María Eugenia Vidal,  en ese momento “orgullosamente” gobernadora de la provincia, creó la Unidad Táctica de Operaciones Inmediatas (UTOI). En Julio de 2017, Cristian Ritondo, el ministro de seguridad de esa gestión, inauguró su base en Puente 12. Al momento de crearse tenía 160 policías; con la llegada de Sergio Berni al Ministerio de la Provincia de Buenos Aires, ya con Axel Kiciloff en la gobernación, la cantidad de efectivos que están bajo las órdenes del Comisario General Walter Javier Chiucaloni se multiplicó de manera exponencial. El jefe policial comentó durante una visita ocular en 2021 que eran 2700 efectivos. Esta unidad de despliegue territorial y Puente 12 ganaron cierta notoriedad en los últimos años, por hechos ajenos a la inseguridad. En el verano de 2021, unos pocos efectivos de esa fuerza saludaron a Patricia Bullrich en Villa Gesell, durante la presentación de un libro; y unos meses antes, en septiembre de 2020, frente a Puente 12, ocurrió el escenario principal de un alzamiento policial que duró varios días. En esa oportunidad, un efectivo de la Policía de la Provincia se subió a una antena durante dos horas. Chiucaloni intervino personalmente para convencerlo de deponer su actitud de arrojarse. También dialogó con otros pacíficos peticionantes de la fuerza. En octubre de ese año, la UTOI participó en el violento operativo de desalojo de la toma de tierra en Guernica. Walter Chiucaloni colaboró durante la ocular. La inspección El portón de ingreso al predio fue modificado. Ya no está el de madera, tan característico por su estructura y sonido. Ahora su lugar lo ocupa otro, que no es de madera, es negro, cerrado. Se ingresa a un descampado, donde algunos autos pueden ser estacionados bajo la sombra de los árboles. La oficina de la UTOI está pintada en su exterior con una franja naranja de medio metro y el resto es gris. Otra parte es celeste.  La puerta de vidrio tiene grabado el moderno logo de la fuerza especial, que además de sus siglas tiene la cara de un jaguar. El mismo escudo que también puede verse en un mástil de ladrillos grises a la entrada. Esa insignia estará incorporada, de manera más sigilosa o más llamativa, en cada pared y rincón del inmueble. Evitaremos de aquí en más su mención, pero corresponde tener en cuenta su presencia constante.  En la zona exterior, además de las oficinas de la UTOI, existen otros edificios en construcción y una capilla que no estaba al momento de los hechos que se juzgan.  La inspección ocular comenzó retrasada, pues dos integrantes del TOF 6 de CABA, Daniel Obligado y Sabrina Namer, venían de una extensa jornada en otro juicio por crímenes de lesa jumanidad, la apropiación de Victoria Donda cuyo acusado es su tío, Adolfo Donda Tigel. También participó el juez Ignacio Fornari. Tuvieron que atravesar toda la ciudad para llegar hasta Puente 12. Mientras eso ocurría, el resto de los participantes de la ocular charlaban mirando un plano del lugar, en una sala con aire acondicionado de la UTOI, con bebidas frescas y hielo, cortesía del lugar. La larga mesa del salón lucía un natural diseño de camuflaje en tonos oscuros. Dos maniquíes de tamaño natural, con sus rostros cubiertos y pertrechados con uniformes de la fuerza, custodiaban la comitiva desde un rincón; hacían recordar a las armaduras de los castillos medievales. Si se hubiesen movido nadie se hubiera sorprendido. A su lado, una bandera argentina y otra de la provincia. Un geco curioso bajó del techo y luego volvió a meterse en su rincón. Cuando los jueces y la jueza llegaron, una agente sirvió sanguchitos de miga, pero nadie comió. Los jueces ni se sentaron y comenzaron inmediatamente la recorrida. Los pasillos angostos del interior están decorados con cuadros de la UTOI, en operativos y posando. También hay un collage de fotos der una recorrida que realizaron las sobrevivientes del CCDTyE el 13 de septiembre de 2021 cuando salieron espantadas por las reformas que se habían realizado. Entre ellas estaba Cristina Comandé, ya enferma, pero privilegiando dar testimonio. Aquí son notorias sus ausencias, porque como el juicio aún no comenzó, no pueden tomarse testimonios. El primer reclamo a los jueces fue por la modificación de la entrada. El portón que tenía un escudo de la división de canes ya no estaba y

Viviana Losada sufrió el genocidio en su familia. Rodolfo Ortiz, el padre de sus hijos/as cayó en el ataque que el Ejército y la Bonaerense desataron el 29 de marzo de 1976 sobre la quinta La Pastoril, donde se desarrollaba una reunión ampliada del PRT-ERP, junto a otras organizaciones revolucionarias de Latinoamérica. Pensó durante años que lo habían asesinado allí. Recién en 1998 supo que lo capturaron vivo, lo llevaron a Puente 12 y lo desaparecieron tiempo después. Declaró el 11 de noviembre de 2021 en el juicio que es transmitido cada jueves en vivo en el Canal de YouTube de La Retaguardia. Losada detalló una historia de militancia por el socialismo y de lucha por Memoria, Verdad y Justicia, que no es solo su historia, es la historia de un país. (Por La Retaguardia) ✍️ Redacción: Paulo Giacobbe ✍️ Textuales: Mónica Mexicano 💻 Edición: Fernando Tebele/Diana Zermoglio 📷 Fotos: Capturas Transmisión La Retaguardia Viviana Losada comenzó el testimonio hablando de su familia. “Mi papá era un trabajador, era empleado de una compañía de seguros. Mi mamá cosía camisas hasta que nació mi tercer hermano, que tiene ocho años menos que yo. Mi papá era un socialista convencido, absolutamente, profundamente socialista. Mi mamá era una señora creyente, muy cristiana, pero que no creía para nada en los curas. En ese ambiente nosotros nos fuimos criando con bastante libertad y discutiendo; en general se hablaba de política en casa. Mi generación, la de mis hermanos, mis primos, fue la primera generación de la familia que fuimos universitarios”, resumió de un tirón quien ingresó a la facultad de Arquitectura en enero de 1967. Tenía 16 años.  Rodolfo Ortiz, el Negrito o “El Pingüi” “también fue el segundo hijo de tres, de un matrimonio paraguayo. Su papá era militante del PC (Partido Comunista) y vino a la Argentina escapando de la dictadura de (Alfredo) Stroessner. Su mamá era ama de casa; en ese momento tuvieron a su primer hijo en Salta y después bajaron y se instalaron en el conurbano, justamente en Lanús. Yo soy de Lanús”, continuó Viviana Losada, que a Rodolfo lo conoció recién cuando ingresó a la facultad. El padre de Rodolfo era plomero, recorría el barrio en bicicleta hasta que una “una patota policial le da una paliza fenomenal. Y a raíz de eso, al poquito tiempo de esa golpiza, él fallece”. Rodolfo tenía cinco años. Su hermano mayor tenía ocho y la más chica todavía gateaba. Genara, su madre, trabajaba en un kiosco y pidió ayuda al Consejo del Menor y la Familia, que luego de unos trámites incorpora a sus hijos como pupilos en el Instituto Torcuato de Alvear de General Rodríguez. “Por pobres, no por nada en particular, porque ella no los podía tener”. Rodolfo hace ahí la primaria y secundaria, mientras que en las vacaciones hacía changas en una estación de servicio. A los 19 años entra en Arquitectura.  La toma de Arquitectura “En el año 71 los estudiantes de arquitectura generamos un enorme movimiento porque el gobierno, la dictadura de Onganía-Levingston-Lanusse, nos declaró prescindibles. Arquitectura y Filosofía fueron declaradas dos carreras prescindibles porque no se necesitaba nada de eso y nos cerraron la Facultad. Nosotros ya veníamos organizados como movimiento estudiantil, había cuerpo de delegados, había asambleas y todas esas cosas. Yo ingresé al año siguiente de la Noche de los Bastones Largos, así que transité el silencio, los primeros discursos, hasta las enormes movilizaciones de Arquitectura”. Losada y Ortiz ya eran delegados. Cuando la policía reprime con caballos y gases, los desaloja de Arquitectura, se van a la toma de Filosofía y Letras. Viviana explicó que participaron, sin conocerse pero juntos, en gran cantidad de movilizaciones y actividades. En el subsuelo de la UTN (Universidad Tecnológica Nacional) se realizaban reuniones, incluso algunos docentes daban sus clases. “Discutíamos cómo seguir, porque la verdad era que si la facultad se cerraba, todos quedábamos sin carrera”. Cuando en 1971 se terminaron las clases, cada cual volvió a su casa, pero Viviana quedó enganchada: “le pedí a un compañero que en ese momento era militante de la Tendencia Antiimperialista Revolucionaria que yo quería participar más orgánicamente de eso, porque la verdad había muchas cosas por discutir. Entonces este compañero resolvió hacer como un equipo con todos los de Arquitectura habíamos pedido lo mismo”. En ese equipo estaba Rodolfo, “El Pingüi”. El equipo de arquitectura se convierte en un equipo de “simpatizantes del PRT-ERP que hacíamos algunas tareas de propaganda”. Repartían volantes en las fábricas y realizaban pintadas. A una compañera de ese grupo se la lleva la policía cuando, justamente, pintaba consignas del partido. Como Rodolfo y Viviana la conocían, van a la casa familiar a avisar. Pero la cosa no resultó tan sencilla.  “En la casa no había nadie. Estaba un tío porque se habían ido de vacaciones y el tío era militar, o eso nos dijo. Nos tomó el nombre y el apellido, dijo que él tenía cámaras, que nos había filmado y que él nos iba a denunciar a nosotros para poder sacar a su sobrina. Así que nosotros salimos… nunca habíamos esperado una cosa semejante”. En el Partido les recomendaron no volver a sus casas por unos días y cambiar sus fisonomías. Esa noche no tenían donde ir, estaban muy asustados. Tampoco sabían qué había pasado con su compañera. Estuvieron yirando toda la noche, pero también se conocieron en profundidad. “En ese tiempo nos contamos la vida, quiénes éramos, quién era la familia, por qué nos habíamos metido ahí, qué sé yo, todas estas cosas. Y cuando el partido a la mañana siguiente nos dice que tenemos un lugar para ir, de un matrimonio que nos había ofrecido gentilmente tenernos en su casa esos tres o cuatro días, nosotros en ese ínterin, entre pasar toda la noche contándonos todo y vivir tres o cuatro días juntos, la verdad que nos enamoramos profundamente y empezamos a salir”. El 26 de febrero de 1972 se habían puesto de novios y el 10 de abril del mismo año se

Secuestrada el 16 de septiembre de 1976, cuando era militante de la Juventud Guevarista, fue luego un pilar de la lucha por Memoria, Verdad y Justicia, sobre todo desde la Comisión Vesubio y Puente 12. Su salud se fue deteriorando en los últimos años, en los que luchó con la misma entereza de siempre contra el cáncer. Falleció esta tarde. (Por La Retaguardia) ✍️ Redacción: Fernando Tebele 📷 Foto de portada: Mónica Hasenberg 📷 Foto de interior: María Eugenia Otero sobre foto de Gustavo Molfino Como cada una de las personas que esquivaron la muerte durante el cautiverio en la dictadura, Cristina nunca pudo deshacerse de esos 105 días. Nunca quiso, en realidad. Es -seguirá siendo- de aquellas que dedicó su vida posterior a reconstruir la historia, a conseguir justicia, fundamentalmente desde la Comisión Vesubio/Puente 12, de la que era una referencia ineludible. Hace tiempo que venía peleando contra el cáncer. Otra vez a pelearle a la muerte, que ahora se vestía de enfermedad, no de genocidio. Y la volvió a esquivar un rato largo. Todo lo que pudo. El tiempo suficiente para ver la sentencia en el juicio Puente 12 II, el año pasado. Para hacer la visita en el marco del proyecto Huella digital, en septiembre. Lo necesario para estar al lado de Nora Cortiñas en el acto de cierre de su querida Comisión, en noviembre. Se llevó en sus oídos la ovación de aquella noche. Allí devolvió el reconocimiento con besos arrojados desde sus manos. Y con una sonrisa que le debe haber costado sonreir. Militante de la Juventud Guevarista, en la foto que acompaña estas dolorosas líneas, está también al lado de Norita, en una de las primeras audiencias del juicio Contraofensiva. Esa foto de Gustavo Molfino la vemos todos los días en el estudio de La Retaguardia. A partir de ahora hará que la extrañemos, pero seguirá allí, aunque nos corra alguna lágrima cada vez que la volvamos a ver. Para quienes quieran despedirla colectivamente, sus restos serán velados en Av. Córdoba 5080 (casi Thames) hoy desde las 20:30 hasta la medianoche y mañana de 12 a 14.

Réplicas y dúplicas. Luego las últimas palabras y la lectura del veredicto.

Continúa el alegato de la defensa del imputado Carlos Antonio Españadero, a cargo del defensor público oficial Gritzco Gadea Dorronsoro.

Comienzo del alegato de la defensa del imputado Carlos Antonio Españadero. Lo representa el defensor público oficial Gritzco Gadea Dorronsoro.

Alegato de la querella de Pablo Llonto en representación de María Ofelia Santucho.

Finaliza el alegato de la Fiscal General Ángeles Ramos.

Comienza el alegato del Ministerio Público Fiscal a cargo de Ángeles Ramos.