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San Emeterio


La defensa convocó como testigos a militares que fueron pilotos de aviones en Campo de Mayo y podrían quedar imputados en un segundo tramo de esta causa por los Vuelos de la Muerte. Incluso uno de ellos está en juicio actualmente en Neuquén por pilotear vuelos de traslados de prisioneros hasta Bahía Blanca. Las partes acusatorias no formularon preguntas. La opinión del abogado querellante Pablo Llonto. (Por La Retaguardia/El Diario del Juicio*)  ✍️ Redacción: Paulo Giacobbe 💻 Edición: Diego Adur 📺 Cobertura del juicio: Fernando Tebele/Diego Adur 📷 Fotos: Capturas Transmisión La Retaguardia El Coronel retirado Juan Carlos De Marco fue el primero de los testigos en declarar, convocado por da defensa. El abogado de genocidas Eduardo San Emeterio llevó adelante la rueda de preguntas. Luego continuaron los otros abogados defensores, hasta que llegó el turno del Ministerio Público Fiscal, en la voz del fiscal Marcelo García Berro.  —Particularmente me interesa dejar constancia de algo, concretamente. De Marco, ¿usted prestó funciones durante el ‘76 y ‘77 en el Batallón de Aviación del Ejército? —quiso corroborar el fiscal.   —Sí, estuve hasta el ‘82 en Aviación del Ejército —contestó De Marco.   —De tal forma y para que quede debida constancia y sin perjuicio del contenido de la declaración del Coronel De Marco, teniendo en cuenta que el testigo dijo haber estado y volado aviones Twin Otter y (Fiat) G-222 durante el periodo que acaba de mencionar, a los fines de no violar el derecho de no autoincriminarse, proclamado a través del artículo 18 de la Constitución Nacional, esta fiscalía no va a hacer ningún tipo de preguntas —fue el cierre de García Berro, y las otras partes acusatorias siguieron esa misma línea.  Cuando llegó el turno del testimonio del Teniente Coronel Juan José Capella y de Carlos Martínez Junor, ocurrió lo mismo que con De Marco: sin preguntas de las partes acusadoras por tratarse de pilotos de los aviones señalados como algunas de las máquinas que llevaron a cabo los Vuelos de la Muerte desde Campo de Mayo durante el periodo que se juzga en este juicio.   Aunque con algunas salvedades, Capella estuvo en Campo de Mayo desde enero de 1978 y venía de Bahía Blanca. Actualmente está siendo juzgando por los crímenes de Lesa Humanidad cometidos en el ex Centro Clandestino de Detención, Tortura y Exterminio La Escuelita de Neuquén. “Para el piloto aviador del Ejército Juan José Capella, la fiscalía solicitó la pena de 25 años de prisión por considerarlo penalmente responsable como partícipe necesario de los delitos de privación ilegal de la libertad doblemente agravada por el empleo de violencia y su prolongación en el tiempo en cinco casos; por privación ilegal de la libertad agravada y por aplicación de tormentos en quince oportunidades; y por el abuso sexual cometido en cinco casos (tres con acceso carnal y dos simples)”, informaron desde el sitio Fiscales.  Según se pudo reconstruir en el juicio Escuelita VII, Capella participó en el traslado de veinte víctimas, de las cuales ocho continúan desaparecidas. Fueron tres viajes desde Neuquén a Bahía Blanca, tripulando un Twin Otter matrícula AE-106 junto al mecánico del Ejército, Antonio Florentino Colombo, en “Comisión de servicio aéreo”, como figura en sus legajos.   Martínez Junor fue piloto en Campo de Mayo durante 1976 y “hasta julio o agosto de 1977”, cuando se fue del Ejército para dedicarse a vuelos civiles, según explicó. Pidió que el defensor Eduardo San Emeterio no lo llame Capitán porque se dio de baja del Ejército Argentino. Declaró como testigo en el juicio en el que está imputado Capella, Escuelita VII. En esa oportunidad dijo no saber sobre la existencia de los Vuelos de la Muerte en Campo de Mayo.  De Marco, Martínez Junor y el imputado en esta causa Delsis Malacalza fueron tres de los pilotos que integraron la comisión que viajó a Italia para realizar un curso teórico de vuelo y retirar los primeros aviones Aeritalia Fiat G-222. Con ellos viajó un grupo de mecánicos.  Un diálogo poco inocente Delsis “Malacalza era piloto de avión y desempeñaba las funciones de un segundo jefe” en el Batallón, aseguró el piloto De Marco al abogado San Emeterio, quien le repreguntó por las actividades principales del acusado: ¿piloteaba comúnmente? —Volaba comisiones como cualquier oficial, pero menos porque era el segundo jefe, tiene que colaborar con el Jefe del Batallón, con el Jefe de Unidad. Cuando había algún vuelo, y que él podía porque también volaba el Jet, se iba en comisión. No era normal, pero hacía comisiones.  —¿Pero hacía más de lo común, comúnmente volaba? —insistió el abogado defensor.   —Sí, como todos, a todos nos gustaba volar. Todos queríamos volar —respondió el piloto de los aviones Twin Otter y Fiat G-222 de Campo de Mayo durante los años 1976 y 1982.    —Sí, me imagino —sonrió San Emeterio con su comentario.  Los Twin Otter y las explicaciones que faltan Al cierre de la audiencia, el abogado querellante Pablo Llonto solicitó al Tribunal que el Ministerio de Defensa de la Nación brinde un informe complementario para saber cuántos Twin Otter existían en el Ejército Argentino desde 1976 hasta 1978 y acompañe toda la documentación que corresponda porque los testigos mencionaron varios modelos de esos aviones y la cantidad parecería ser mayor que el número hasta ahora conocido. “Nosotros tenemos un listado de aviones y aparentemente hay más aviones Twin Otter”, dijo luego Llonto a La Retaguardia.  El abogado querellante también explicó los motivos por los que no realizaron preguntas a ninguno de los testigos, actualmente investigados en etapa de Instrucción: “Son situaciones muy particulares que se dan en los juicios cuando testimonia alguien que puede estar imputado o surge del debate que habría una posibilidad de imputarlo, o sea de acusarlo de cometer delitos. Frente a ese panorama uno puede decir que esta persona puede estar imputada en la investigación de hechos delictivos y no puedo obligarla a declarar bajo juramento”, consideró el abogado. “Nadie está obligado a declarar en su contra. Si declaran como testigos bajo juramento y estás declarando por

“La verdad que cuando uno se pone a mirar quién es quién en esta historia, solamente hay que tratar de recordar un poco y ver lo que escuchó, qué se decía y lo que realmente pasaba”. Así reflexiona Pablo Verna sobre su lugar en la historia argentina reciente. Pablo es hijo de Julio Alejandro Verna, médico del Ejército que inyectaba a las víctimas de los Vuelos de la Muerte, y ha vivido toda su infancia en medio de una familia represora. El pasado 2 de agosto prestó declaración como testigo para esta causa. A pesar de que su padre no revistaba en Campo de Mayo para los hechos que se ventilan en el juicio, aportó una cantidad inmensa de información. Su valioso testimonio da cuenta de la historia familiar que le llevó años descifrar completamente. (Por La Retaguardia/El Diario del Juicio*)  ✍️ Redacción: Noelia Laudisi De Sa 💻 Edición: Diego Adur ✍️ Textuales: Valentina Maccarone 📺 Cobertura del juicio: Noelia Laudisi De Sa / Diego Adur 📷 Foto de portada: Captura de pantalla de la transmisión LR La jornada se abrió con una intensa declaración de dos testigos (Miguel Angel Alberti y Domingo Fortunato Ferraro) vinculados a los casos de desaparición de Juan Carlos Rosace y Adrian Accrescimbeni, dos de las cuatro víctimas de este juicio. Pasadas las dos horas de audiencia, el Tribunal Federal Oral Nº 2 de San Martín permite la entrada del tercer y último testigo del día: Pablo Verna. Lleva sus lentes puestos  para facilitar la lectura de esa gran cantidad de información y documentación que se amontona a su lado; Habla rápido, quiere contar todo lo que sabe. El presidente del Tribunal, Walter Venditti, le pide que se lo tome con calma. Que va a tener todo el tiempo que necesite para llevar adelante su declaración. Detrás del testigo se erige su prominente biblioteca de abogado, imponiéndose casi como una metáfora de su propia mente. Quien toma la palabra en primer lugar es Pablo Llonto, representante de la querella de las familias, y le pide al testigo que cuente brevemente su historia. La historia  Pablo Verna es hijo de Julio Alejandro Verna, quien fue Capitán del Ejército Argentino entre 1972 y 1980. Se desempeñó como tal en el Batallón Esteban de Luca entre 1976 y 1978 y además, entre 1979 y 1980, cumplió funciones como médico en el Centro Clandestino de Detención, Tortura y Exterminio que funcionó en Campo de Mayo: “La verdad es que en mi niñez las cosas que he escuchado puertas adentro de mi familia de origen, de mi padre, de mi madre, son muchísimas”,  comienza a contar su primeros años y la historia que vivió junto a un padre represor y participe de la última dictadura cívico-militar-eclesiástica. Pablo es parte del colectivo Historias Desobedientes, que está conformado por una gran cantidad de hijos, hijas y familiares de genocidas que luchan por  Memoria, Verdad y Justicia. En el año 2017, Verna, junto al colectivo, redactó un proyecto de ley con el objetivo de que se modificara la prohibición vigente en el Código Penal, que impide declarar en contra de familiares imputados, salvo que se trate de la víctima directa del delito. Aunque ese proyecto de ley aún no sea una realidad, el Tribunal Oral Federal Nº 4 de San Martín le ha permitido a Pablo declarar en 2019 para la causa Contraofensiva Montonera respecto de las actividades que realizaba su padre en Campo de Mayo. Del mismo modo, el pasado 2 de agosto declaró también en esta causa que investiga los Vuelos de la Muerte que partieron desde ese lugar. Esta posibilidad se fundamenta en el hecho de que Julio A. Verna no forma parte de los imputados de ninguna de las causas mencionadas: “Les puedo contar sobre las certezas que tuve en el año 2013 y cómo las tuve”, dice sobre el momento en que, después de años de sospechas e interrogantes irresueltos, pudo salir de la sombra de la duda y conocer finalmente la verdad sobre su propia familia. Certezas “En ese año -2013- recibo un llamado telefónico de mi hermana. El 13 de mayo, ella se había reunido con mi madre, habían cenado juntas y mi madre le cuenta que mi padre había participado en operativos de secuestros de personas durante la dictadura cuando estaba en Campo de Mayo y en los Vuelos de la Muerte con el grado de Capitán que tenía en ese tiempo, en el año ‘79 y ‘80, inyectando anestesia a las víctimas que luego eran arrojadas al mar”, escupe Pablo y, en un acto de solidaridad, pide disculpas por adelantado teniendo en cuenta que su testimonio puede resultar difícil de escuchar para las víctimas del Terrorismo de Estado. Luego, paseando la vista por su escritorio, se percata de que debe permiso al Tribunal para utilizar toda la documentación que posee a la mano en forma de ayuda memoria debido a la cantidad de información que aportará. “Mi madre le dijo que mi padre participó inyectando a las víctimas en los Vuelos de la Muerte. Y que incluso en una oportunidad tuvo que inyectar o arrojar a una familia entera”. Unas frases más tarde aclarará que “en esa charla ella corrige ‘no arrojar, inyectar, la función del médico era inyectar “.  Sin embargo, inyectar y sedar a las víctimas no era la única función de Julio A. Verna. Uno de los fragmentos que la madre de Pablo decide transmitir a su hija corresponde a una parte del operativo que ejecutaban las fuerzas represivas para llevar adelante los secuestros.  “En los secuestros lo que ocurría era que iban a bares y confiterías donde tenían pautadas las citas los militantes. Ellos les llamaban “los subversivos”, siempre la palabra más común era ésta. Entonces en estos encuentros o citas, esos bares o confiterías estaban plagados de personas que parecían ser comensales como cualquiera que iban a tomar un café. En realidad era todo personal del Ejército, de Inteligencia, que terminaban camuflados de civil, por si pasaba cualquier cosa. En