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Lo dijo Juan Manuel Moreno, condenado a 14 años por una causa armada. Su voz saltó los muros de doce metros que rodean el Complejo Penitenciario de Florencio Varela para contar en Hasta que vuelvan los abrazos cómo es atravesar un aislamiento social en el lugar donde la sociedad aísla. (Por La Retaguardia)🎤 Entrevista: Giselle Ribaloff/Fernando Tebele✏ Redacción: Andrés Masotto/Leda Martyniuk 💻 Edición: Pedro Ramírez Otero 🖍️ Ilustración: Juan Manuel Moreno por Lorenzo DibiaseJuan Manuel Moreno es otra víctima más de las causas armadas: en diciembre de 2016 fue condenado a 14 años por un asesinato que, como se pudo probar en el juicio, no cometió y ni siquiera estuvo en el lugar donde ocurrió. La explicación es otra: junto con su espacio de militancia, Resistencia Unida y Popular, denunciaba y escrachaba a las fuerzas de seguridad y los dirigentes políticos de Lomas de Zamora.“Hubo una pelea entre dos bandas de hermanos que termina en un tiroteo y la policía me viene a buscar a mí. Después de haber sido torturado en la comisaría delante del secretario de la privada de Darío Giustozzi, que era el intendente de Almirante Brown y el jefe de toda la distrital departamental deciden que yo iba a ser juzgado por ese homicidio. En el juicio se comprueba que yo nunca estuve en el lugar, pero la fiscal me reconoce por haber estado en varias oportunidades en la puerta del juzgado de Lomas de Zamora acompañando a distintas familias, también víctimas del sistema, donde los policías matan a los pibes en los barrios”, explicó Juan Manuel sobre su situación. Y agregó: “Las víctimas no me reconocen a mí. Es más, dicen que yo nunca estuve en el hecho. Pero la policía sigue sosteniendo con una testigo plantada que yo a cien metros del lugar entregué dos bolsas con treinta armas de fuego. No hay un arma secuestrada. La causa ahora está en casación a la espera de que esta justicia de alguna manera resuelva algo. Es paradójico lo que espero: la misma justicia que me arma la causa me tiene que resolver algún tipo de beneficio o la absolución”. Privados de todo La emergencia sanitaria en la que nos encontramos inmersos de manera global no es novedad para quienes se ven transitando sus extensos días en los centros de detención. Es de público y notorio conocimiento el hecho de que la mayoría de las cárceles poseen una higiene casi nula que pone en riesgo la vida tanto del personal penitenciario como de detenidos y detenidas frente a este contexto. Dentro de los muros todo es más precario: la comida, el acceso a los medicamentos, el acceso tanto al área de educación como al de trabajo resulta obstaculizado en la mayoría de los casos e incluso algo tan básico como la  atención médica y la contención psicológica es escasa. Todo esto generó motines en varias unidades penales, siendo los de Coronda y Las Flores, ambos en Santa Fe, los más graves.“La situación es calcada a los cincuenta y pico de penales que hay en el ámbito de la Provincia de Buenos Aires, donde si bien ya veníamos acarreando distintas problemáticas, ahora con el tema de la pandemia se hace más peligroso y pesado el encierro. Se vive día a día, con temores como afuera, pero peor porque te juega mucho en contra psicológicamente no poder ver a tu familia, la mala alimentación, la falta de sanidad, la falta de todo tipo de recursos. Prácticamente se vive de a cuatro o cinco personas en un baño de dos por dos”, relató Moreno. Y continuó: “Hubo protestas pacíficas, no somos locos ni nada parecido. Somos humanos igual que los de afuera, nada más que algunos pagando algún error que han cometido y otros que, como en mi caso, somos juzgados por ser netamente organizadores o agitadores en contra del sistema. Las protestas fueron fundamentadas, obviamente, y no por el tema casual de la pandemia: esto ya viene colapsando hace varios años. La justicia tiene un retardo total y es inoperante para resolver en tiempo y forma distintas causas. Causas muy chiquitas, hay pibes que vienen por boludeces y se podría evitar el contexto de encierro y buscar otras opciones. Sin embargo, abarrotan y hacinan acá adentro y nos encontramos totalmente colapsados. La cárcel no reinserta a nadie a la sociedad, al contrario: te devuelven peor”. La preocupación por evitar que el virus se propague intramuros está latente ya que podría causar una (otra) masacre. Pero la crisis habitacional alimentada por un sistema judicial punitivista que favorece la superpoblación y la falta de políticas orientadas a mejorar las condiciones de encierro sumergen a los internos en muchos otros riesgos: “En una unidad donde hay 1200 presos y con gente del Servicio Penitenciario que va y viene todos los días, que se maneja afuera con total libertad, tiene que haber alguno. Pero más allá del coronavirus nosotros lo que planteamos es que está bien, pongámosle que no haya entrado el virus, acá se mueren todos los días dos o tres pibes de tuberculosis, por falta de medicamentos, por estar bajos de defensas por comer la basura que nos traen que no lo comen ni los animales. Adentro el problema es mucho más profundo que la pandemia del coronavirus”, denunció.“El Estado supuestamente nos debería garantizar la salud, la comida y la estadía dentro de las unidades para reinsertarnos. El tema del dengue es muy particular. Nosotros denunciamos que se mueren pibes de otras cosas, no de coronavirus. Pero acá llueven dos gotitas y tenés la unidad toda tapada, todas las cloacas rebalsando y por una semana tenés todo el foco de propagación del dengue ahí, a la vista. Es peligrosísimo. Se muere más gente de dengue que de coronavirus. O de femicidios. Se están tapando muchas otras cosas con la psicosis del coronavirus”, insistió Juan Manuel. El lugar de encierroMuchas personas nunca han visitado un complejo penitenciario. Quizá ni siquiera hayan hecho el ejercicio de imaginar cómo es. Juan Manuel Moreno

María Capeli es Trabajadora Social del Hospital Tornú y forma parte de la Red de Trabajadoras Sociales que trabaja la tuberculosis. En esta entrevista realizada Matías Bregante, Natacha Bianchi y Rodrigo Ferreiro en el programa Hora Libre, describe la grave situación de la enfermedad en la Ciudad de Buenos Aires y otros lugares del país y disipa dudas sobre la ausencia de palabra gubernamental alrededor de una problemática que es endémica y multicausal. (Por La Retaguardia)🎤 Entrevista 👉 Matías Bregante, Natacha Bianchi y Rodrigo Ferreiro 📝 Texto 👉 Rodrigo Ferreiro💻 Edición 👉 Rosaura Barletta 📷 Foto 👉 Frente del Hospital Tornú (buenosaires.gob.ar) -Hora Libre: ¿Qué es la Tuberculosis y cómo la abordan?-María Capeli: Yo trabajo en el Hospital Tornú, en la Ciudad de Buenos Aires, como Trabajadora Social, y formo parte de la Red de Trabajadoras Sociales que trabajamos la Tuberculosis, que hace más de diez años que funciona, con varias colegas de hospitales y Centros de Salud de la Ciudad de Buenos Aires y también de diferentes municipios de la provincia de Buenos Aires, como La Matanza, Lomas de Zamora, Quilmes, 3 de Febrero. Nosotras abordamos esta problemática pensándola como eso, como una problemática. Pero antes de explicarte esto quería hacerte una breve caracterización de la tuberculosis. En principio es una enfermedad que tiene cura desde la década del ´50. Pero todavía no la hemos podido erradicar. Está instalada en Argentina y es más frecuente de lo que uno piensa. Lamentablemente vemos en hospitales y centros de salud que la población más afectada es de los sectores más vulnerables, en el país se diagnostican 11 mil casos de tuberculosis por año, de los cuales cerca de 700 mueren, es decir casi dos personas por día, y en la Ciudad de Buenos Aires hay 1200 casos. Es una enfermedad que se contagia por vía respiratoria, por la tos, que es el síntoma más común. La tos se acompaña por sudoración nocturna, pérdida de peso, fiebre, esos son los síntomas más comunes. Entonces, cuando uno comparte más de cuatro horas diarias con alguien enfermo de tuberculosis tiene un riesgo muy alto de contagio. De este modo, cuando hablamos de tuberculosis estamos enfocando a las condiciones de vida, a las condiciones de trabajo, al hacinamiento, a la mala alimentación, a la pobreza estructural en definitiva. Todas estas cuestiones hacen que las poblaciones más vulnerables tengan mucho más riesgo de contagio y de muerte frente a la tuberculosis. Si bien todos y todas podemos tener tuberculosis hay ciertos sectores de la población que se la ven más complicada. No es lo mismo, por ejemplo en CABA, vivir en zona norte que en zona sur. Si uno toma el mapa de la tuberculosis va a observar que al norte 5 de cada 100 mil personas enferman de tuberculosis. En el sur, en algunas comunas como la 7, donde está el hospital Piñero, la cifra sube a 85 cada 100 mil. La tasa desigualdad es altísima. Si vivís en la zona sur tenés 16 por ciento más de posibilidades de enfermar de tuberculosis. Ahí estamos hablando de las condiciones materiales y de pobreza en que viven muchos de nuestros compatriotas. Nosotras como Trabajadoras Sociales y parte del Equipo de Salud creemos prioritario visibilizar esto, hablar de estas desigualdades y exigir al Estado que a través de sus Políticas Públicas dé algún tipo de respuesta y respaldo para acompañar los tratamientos de las personas que tienen tuberculosis. Porque, por ejemplo, si yo me enfermo de tuberculosis me dan una licencia paga por seis meses y puedo vivir, pero alguien que está en el mercado informal de trabajo se enferma de tuberculosis y, desde el equipo de salud le decimos “no podés ir a trabajar”, porque puede contagiar, por ejemplo, y, ¿qué pasa?, esa persona tiene que elegir entre comer o hacer reposo, va a ir a trabajar porque no le queda otra. Y casi el cien por ciento de la población que atendemos en nuestros hospitales o centros de salud está en esa situación, en el mercado informal. Entonces, necesitamos una Política Pública que acompañe ese tratamiento, nosotras hemos presentado proyectos de ley en torno a esto, venimos haciéndolo desde el año 2013 en la Legislatura, pero lamentablemente no han salido. Pero hay que seguir presionando, nosotras pensamos que el camino es este, un abordaje interdisciplinario, multisectorial, no solamente poniendo el eje en la persona enferma sino en los equipos de salud que tenemos que hacer accesibles los tratamientos, y dar las respuestas que se necesitan y en el Estado como garante de derechos.-HL: Así como lo planteás, es imposible sostener un tratamiento estando en el mercado informal-MC: Sí. Nuestra población no tiene cobertura médica laboral. Casi toda pertenece al mercado informal de trabajo. Imaginate lo que sucede, por ejemplo, cuando trabajan en un taller clandestino, en condiciones extremas de explotación laboral, donde el hacinamiento es tremendo, no hay ventanas, ahí las posibilidades de contagio de tuberculosis es muchísimo mayor. Si vos no cambiás estas situaciones el tratamiento gratuito solo no te alcanza. Nosotras tratamos de articular con otros sectores que no pertenecen al ámbito de la salud, para visibilizar lo que sucede, porque también pasa que mucha gente no quiere decir que tiene tuberculosis, hay mucho estigma, miedo, por ejemplo, a quedarse sin trabajo.-HL: ¿Por qué crees que parte del Estado no acompaña como ustedes lo reclaman?-MC: Y, en el Estado tenemos diferentes responsabilidades. Cuando una habla de tuberculosis está hablando de pobreza, de desigualdad, y es difícil que los gobiernos hablen de estas cuestiones. El tratamiento está garantizado desde el Estado, es gratuito, en todo el país, pero eso solo no alcanza. Hay que abordar la problemática de un modo integral, no se acaba dando pastillas, porque si fuera así ya lo hubiéramos solucionado.-HL: ¿Qué tiene que hacer alguien con síntomas de tuberculosis, dónde se acerca?-MC: En Caba todos los hospitales y centros de salud atienden en la guardia a personas con síntomas. Estos pueden ser, tos por más de dos semanas, sudoración nocturna, fiebre