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Vicente Zito Lema


A un año de su muerte, los homenajes y los recuerdos para el poeta, pensador, militante de derechos humanos, maestro, y tanto más, se multiplican. Llevan su nombre salas, escuelas, aulas, teatros. Lo seguimos escuchando y celebrando. El recuerdo de su hija, Vanesa, y su compañera Regine Bergmeijer en el Programa de Radio Sueños Posibles, que conducen Irene Antinori y Alfredo Grande en La Retaguardia. Compartimos algunos enlaces y videos, para recordarlo en diversos formatos.

Hoy, en otro aniversario del Cordobazo, compartimos las palabras de Vicente Zito Lema. El poeta, docente y filósofo pasó en 2021 por el programa radial Hasta que vuelvan los abrazos, de La Retaguardia y Radio Sur y se refirió a aquellos sucesos. “El Cordobazo no es solo un ayer pétreo, sino que debe convertirse en algo más positivo, como memoria viva, como historia viva. Es una fecha que marca nuestra historia política, y por qué no decirlo, de la historia de Latinoamérica. Es un hecho de conciencia muy fuerte en la historia social, especialmente de los trabajadores en sus luchas en América Latina. Me marcó la vida el Cordobazo, porque tuve el privilegio histórico de ser uno de los abogados de Agustín Tosco, acompañando sus luchas. Me llena de emoción recordar el Cordobazo y a Agustín, que para mí siempre fue como un hermano mayor, de quien siento admiración y un gigantesco orgullo, que cuando estuvo preso, humildemente ayudé para que recobrara su libertad. Aquel ejemplo de lucha hay que practicarlo hoy y hay que lograr que los compañeros más jóvenes lo vean así, lo sientan propio. Que se internalicen en la realidad social, sentir que el mundo se abre en su totalidad, que la revolución es posible, para cada compañero, cada compañera, que sientan que el dolor del mundo se le vuelvo propio. Y que no acepta tener que esperar la muerte para ver si existe el cielo como único final feliz. Y creo que ese cielo no es perfecto nunca, y que hay que construirlo. En cada momento histórico, ver las realidades y luchar frente a ellas”.

Así recordó Alberto Santillán a Vicente Zito Lema. El padre de Darío, uno de los jóvenes asesinados en 2002 en la Masacre de Avellaneda, pasó por el programa radial Sueños Posibles. Allí tienen un espacio llamado “Vicente Zito Lema”, donde son entrevistadas personas de diferentes ámbitos para homenajear y rememorar momentos compartidos con Vicente. Entrevista: Alfredo Grande/Irene AntinoriRedacción: Nicolás RosalesEdición: Pedro Ramírez OteroFoto de portada: Nicolás Rosales Escuchar a Alberto Santillán es volver a tener presente en lo más puro de la palabra a Darío, su hijo asesinado. Luego de lo sucedido aquel 26 de junio de 2002 sobre el Puente Pueyrredón, Vicente Zito Lema fue una de las personas que más acompañó a la familias y organizaciones sociales en los sucesivos aniversarios, donde ponía el cuerpo con su decir y su poesía. La relación con Alberto Santillán se volvió entrañable, y así la recordó el padre de Darío: “A Vicente lo ví por primera vez en la Estación Darío y Maxi escribiendo “cortó las calles y los puentes para no cortar el dulce hilo de la vida”. Así nos fuimos cruzando en distintos lugares. Hemos estado en el sur, en un canal de televisión, siempre lo admiraba, me fascinaba escucharlo. Lo sigo escuchando y uno sigue aprendiendo”. Todos los años, el 25 de junio comienzan las actividades en el Puente Pueyrredón y continúan hasta el día siguiente. Alberto Santillán recordó que Zito Lema siempre estaba allí. “Vicente sintió a Darío como si fuera su hijo, un compañero. Lo sintió en sus fibras más íntimas. Creo también que con esa capacidad creadora Vicente ha hecho poemas, obras de teatro y presentaciones relacionadas a Darío”, dijo. “Estas cosas tiene la vida, que nos arrebata a los que más amamos en mi casa, a Dari, pero también a veces la vida te regala a otras personas como Vicente”, agregó emocionado. Santillán también rememoró algunos instantes más íntimos: “Vicente me enseñó, y lo he querido y respetado teniendo la posibilidad de considerarlo un amigo. Los momentos que nos encontrábamos, teníamos momentos cholulos porque charlábamos de otras cosas, y nos matábamos de risa. Él es una bisagra en mi vida. Vicente fue el compañero que dijo: ‘Vuelvo del destierro pensando que no voy a enterrar más compañeros y los sigo enterrando’. Hemos compartido viernes de por medio un lugar en los Vascos, en San Telmo. Lugar que considero muy revolucionario. Compartir un vino con él era algo hermoso”. Por último, Alberto Santillán se refirió a la obra de teatro “La pasión del piquetero”, sobre los asesinados en la Masacre de Avellaneda. “Los actores de ese momento habían entregado tanto el alma en esas representaciones, son momentos que a uno lo trascienden, lo traspasan, y es muy difícil ponerlo en palabras. Lo que escribió Vicente fue tremendo, claro, demoledor. Y fue todo un aprendizaje”, dijoY agregó: “Fue, es y será siempre mi amigo por más que no esté en este plano. Tener en claro esto a uno lo llena de orgullo porque sabe que está en la vereda correcta”. Un festejo con alegría y música piquetera El sábado 11 de febrero habrá una celebración para recordar a Darío Santillán. Participarán sus familiares y compañeros y compañeras de organizaciones populares. Compartimos la invitación de Alberto Santillán: “Celebramos tu nacimiento a la vida, tus alegrías, tus luchas!!!Ahí estaremos con toda la compañerada, honrandote hijo!!!Te amamos, te extrañamos!!Y levantaremos el puño izquierdo bien apretado, bien alto, como tantas veces lo levantaste… como lo levantaron tantas y tantos cumpas que nos marcaron un camino de lucha!!!Acá nadie se rinde!!!HLVS !!!”

Redacción: Fernando Tebele Ya son dos las noches de sueño entrecortado. Durante la primera, el calor tomó forma de infierno en la tierra. Esa definición que Vicente Zito Lema tenía siempre a mano para calificar los malos pasos de la humanidad, esta vez se tornó imagen para adornar su propia muerte. Nos fuimos a dormir con una tristeza que pateó de zurda, con tres dedos y la clavó en el ángulo de las peores derrotas. Sin Vicente la vida será menos bella. Tendrá menos poesía. Menos esperanza. Esa primera noche se empecinó en meterse en un sueño interrumpido. La secuencia de sueños confirmaba su partida. La segunda noche, ya con la certeza irrefutable de su ausencia, volvió a suceder. Lo más llamativo es que ya no fue un sueño irreal; todo lo contrario. Se apareció para revivir hechos vividos. Como aquella primera vez que visitó Radio La Retaguardia, de la mano de Alfredo Grande e Irene Antinori, para acompañarles en Sueños Posibles. Con Eugenia queríamos luego que se quedara un rato más, pero nos dio pudor pedirle tiempo adicional al maestro. Lo habíamos conocido en la Universidad de los Trabajadores que pergeñó con astucia en IMPA, pero no teníamos confianza. Recorrió los ambientes. Posó sus ojos en algunas de las obras que cuelgan de las paredes. La miró a su compañera Regine, y nos facilitó todo, quizás adivinando con sabiduría esa invitación que no se había consumado por timidez, pero se adivinaría en nuestras sonrisas: “Yo me quiero quedar a tomar un vino en esta casa”, le dijo. Esa noche mágica disparó una serie de cariñosos abusos de confianza. Siguió regalando varias brillantes charlas anuales a sus amigos de Sueños Posibles. Más tantas otras extras que le arrancamos para escucharlo sobre Trelew, el exilio, la muerte, la locura, el hambre o la represión; o de su brillante disco Épocas junto al Violinista del Amor y los pibes que miraban, admirados por unir sus músicas con semejantes letras. Se apareció, en este formato nuevo de sueño entre recuerdos, el día del lanzamiento de La Retaguardia Papel en el que su alegría superó la nuestra. Para un periodista de los años dorados del papel militante, que supo jugar en dream teams con Cortázar, Galeano, Conti, Urondo, Walsh, entre otros, que asomara en tiempos de Macri un nuevo proyecto en papel militante lo entusiasmó notablemente. Esa noche anduvo con la revista bajo el brazo compartiendo preocupaciones con Nora Cortiñas, por supuesto también entre Malbec. Regresa ahora en formato de sueños, con su humildad de gambeteador de potrero, para pedir vía mail la publicación de unas palabras: “Te mando este poema que acabo de escribir, me gustaría que lo puedas leer y si te parece bien difundirlo en la revista o por los medios que veas mejores, ya que necesito dejar mi huella en este momento tan dificil que enfrentamos”. La huella que deja Vicente se verá más clara con el paso del tiempo; pero, más que huellas, lo que deja se asemeja más a senderos cargados de esperanzas entre tanta desesperanza, que cada cual andará libremente. Algo es seguro: continuará metiéndose en los sueños de mucha gente. Tendrá esa capacidad, entre otras, aún después de la muerte, que pretende llevárselo para siempre sin asumir su derrota. Porque Vicente se queda acá, en formato de sueños ajenos, de poesía propia, de inspiración para nuevas generaciones que tendrán que conocerlo. Se queda acá, volando sus cenizas en cada jornada por Darío y Maxi, entre el olor a metal de la fábrica recuperada IMPA, o a goma quemada en un piquete. Y se queda también acá, en esta casa, aunque dé tristeza esa próxima botella que nunca se abrirá. Más notas sobre Vicente Zito Lema en La Retaguardia por acá: https://laretaguardia.com.ar/?s=vicente+zito+lema

El poeta, escritor, abogado y periodista (entre otras muchas prácticas) Vicente Zito Lema pasó por el programa radial Sueños Posibles para dar cuenta de su último libro. “Estos tres conceptos podrían servir para contar la historia de la humanidad”, señaló durante la charla en la que habló del libro que reúne sus textos de los últimos 40 años. AUDIO Entrevista: Alfredo Grande/Irene Antinori

El abogado, escritor, poeta y autor teatral, Vicente Zito Lema dialogó con el programa Sueños Posibles. “Sobre pestes y bellezas” fue el título de invitación a reflexionar sobre la desaparición forzada de personas en democracia, con el caso de Facundo Astudillo Castro como disparador para luego pensar acerca de sueños, castillos de arena y algunas monstruosidades humanas. (Por La Retaguardia) 🎤 Entrevista: Alfredo Grande/Irene Antinori ✍️ Redacción: Nicolás Rosales 💻 Edición: Pedro Ramírez Otero/Fernando Tebele Escuchar la sabiduría de Vicente Zito Lema emociona. Sus palabras invitan a la reflexión crítica de la sociedad en la que vivimos. Su relato, por momentos filosófico y también poético, viene a dar luz a los problemas que aquejan a la humanidad. Las personas desaparecidas, el capitalismo, los derechos humanos, la justicia y la vida, suelen ser ejes recurrentes de sus explicaciones. Aquí compartimos sus aportes sobre las desapariciones forzadas en democracia.  Fábrica de monstruos   —La Retaguardia: ¿Cómo han cambiado la figura del desaparecido y la lucha de los derechos humanos de aquellos años de dictadura a la actualidad?   —Vicente Zito Lema: Es muy complejo y doloroso a la vez. Tal vez no sea una buena introducción partir de lo personal, pero yo intento ser un hombre dialéctico y a veces me gusta ir de lo general a lo particular. Cuando  uno tuvo la experiencia de algo puede ayudar a comprender el todo. De las partes al todo también. En este caso es que se llega a ciertas edades que uno hace balances históricos de todas las cosas: de las importantes y de las menores. Y para mí el tema de los derechos humanos es una de las más importantes de mi vida. Varias veces he dicho que estos 80 años de mi vida están movidos por dos pasiones: la justicia y la belleza. Y en relación a la justicia he ido viendo que pasan muchos años y siento que uno ha estado como sentado en la arena frente al mar. Y con ilusiones ha ido generando a veces sólo pequeñitos castillos. Otras veces, con compañeros y compañeras, castillos que parecen un poco más sólidos como son algunas instituciones en las que uno participó en la lucha que ya creo que es eterna, entre lo que llamamos la luz y las tinieblas, y en otra lengua el poder por los que están por fuera del poder históricamente. Y también esa eterna lucha entre el poder y la riqueza. Y que tiene después una lectura profundamente ética que es de donde se nutren y tienen vida los derechos humanos. Y uno ha pasado por muchas experiencias, por muchos acontecimientos. Y uno creía en algún momento, especialmente para mí generación después de la última dictadura militar, que las cosas podían cambiar.  La pregunta es qué ha cambiado y que sigue igual, o con otras formas pero con el mismo contenido.  Porque acá se da el hecho: estamos obligados a diferenciar calidad de cantidad. La calidad de la cosa es la figura  de los desaparecidos. Esa figura histórica en nuestro país y, como todos sabemos, con un pico de monstruosidad a partir de la última dictadura cívico militar. Ahí conocimos cantidad y calidad. Calidad por la hermosa gente que fue sujeto del drama. Y por la cantidad, porque por más que los perversos quieran cambiar lo de la dictadura militar con el advenimiento de las normas constitucionales, la violación de los derechos humanos no ha cesado. Y la figura de los desaparecidos, no en la monstruosa y casi imposible cantidad, que cuando uno ve la cantidad de lo que fue, queda como golpeado, sofocado. Pero sí, lo que en la figura de la desaparición como terror, como angustia, como dolor innombrable sigue constituyendo con el pavor que genera y con la carga de disciplinamiento monstruoso con que es aplicado esta figura a lo largo de la historia. Y lo real es que desde que se fue la dictadura hasta el día de hoy, con distintas cantidades pero con la misma monstruosa calidad  de la herida, las cosas siguen.  Y aquí vienen como preguntas de fondo, que son dos: una es si los seres humanos pueden construir sociedades humanistas donde las aberraciones, monstruosidades, y perversiones que conocemos bien puedan dejar de suceder. Otra es pensar que, el fondo es la manera de reproducción material de la existencia. Es decir, que en buena lengua podríamos decir que mientras exista la propiedad privada, y en la medida que se van organizando las sociedades a partir de las acumulaciones de la riqueza y de las acumulaciones de la pobreza, no va a haber otra forma de vivir que con un humanismo que es como una línea de horizonte. Caminás un paso y el horizonte vuelve a alejarse. Es decir, es una monstruosidad que en sí no tiene cambio, o es una monstruosidad que depende de la situación con que uno organice como ser humano la vida en sociedad. Y llega un instante en que uno ya no sabe bien en que pensar. Uno quisiera aferrarse al sueño, a que la construcción alguna vez, por más que los ojos de uno no lo vean, habrán unas sociedades realmente humanas, organizadas materialmente desde otra forma. Y donde estas perversiones a la vida, estas perversiones del orden humano, ni en cantidad ni en calidad sigan reproduciéndose. Lo cierto es uno llega a un punto donde solo he conocido la repetición de monstruosidades. La Bonaerense y las otras malditas policías   —LR: ¿Qué reflexión te merece el accionar de la policía bonaerense y otras policías en democracia?   —VZL: Yo creo que más allá de nuestro deseo, la realidad se impone a patadas. El poder no ha cedido en Latinoamérica. En el mundo. Pero vayamos, para no ir de tan a lo general que pareciera que me quiero escapar de hablar del hoy concreto: la realidad es que las fuerzas en pugna en nuestro país organizan sociedades de tal injusticia, de tal atroz forma de vida, que se vuelve casi como natural que sucedan las cosas que

Un correo con su firma pide que evaluemos si el poema nos parece publicable. Sería correcto si no llevara la firma de Vicente Zito Lema, periodista, abogado, militante de derechos humanos. Poeta, Vicente también es un poeta. “Necesito dejar mi huella en este momento tan dificil que enfrentamos”, nos dice. Y le abrimos la puerta, porque nos honra su presencia. Antes, le decimos que la huella ya está hecha, que está en quienes venimos desde atrás pisar ese mismo camino. Aprender de sus virtudes y también, por qué no, de sus posibles errores. (Por Vicente Zito Lema para La Retaguardia)📷 Foto: Zito Lema visitando a Alfredo Grande e Irene Antinori en Sueños Posibles, el programa radial de Radio La Retaguardia. Pagarás con usura hasta el suspiro final la gracia de estar vivo Como el último judío como el primer cristiano… (Exilio, 1978) Subiendo a duras penaspor un sendero del Agoraescucho entre las piedras″Aquí lo encerraron a Sócrateshasta el día de su muerte″La ley del privilegio no distingueel bien del mal, avisa el búhoy hay un olor a tormenta que se cuela…″Fue un preso político,necesitaban su silencioy la oscuridad en sus ojos″Los búhos ven la mañana en la nochey vuelan…Yo pienso en mis propios compañerosque esperan en la cárcel… Tan rápido como el caballo aladoaquí viene a mi cabeza la Apologíaque a Sócrates le brindó Platón…Sabio como pocos en la idea / que instituyela materia / dejó al desnudo las traiciones del alma /que tejen y destejen las criaturas humanasen nombre del poder… Ahogado, me siento sobre un mármolpulido por los viejos dioses de la infancia,tan rencorosos siempre… en los años de los años…Busco el aire como un simple mortaly me pierdo en los caminos del exilio…Los he andado en la luz y la penumbrasin músicas… sin puertos ni navío…Son duras las reglas del naufragio… Las cartasse juegan a cara de perrocon la muerte / el destierro / la cárcel…Hay que arrojar bien lejosel pescado del ayer… Dejo atrás las telarañas del sueño…Soy parte del viento, su pálida colina…y logro recordar lo que escribí en Holanda / apenasllegado…″Más lejos no habrá un lugar para mí,debo guardar con pudor el alma…″ Yo estaba por entonces muy lunático,muy pasado…Dicho en lengua simple: olía a ginebrajunto a los canales…Y acaso así pude entender porqué Sócrateseligió la muerte antes que el destierro de AtenasVolviendo piedras sus preguntasde pura gracia… De estas cosas oh diosa de la Belleza,la mismísima Afrodita,aún no hemos disputado suficientefrente a las Tres Marías… o la Cruzdel Sur, que alumbran mi hemisferio…Es tiempo que lo sepas:Tendrás que hacerte cargo de la historiacon las manos sin guantes…La sangre nunca es blanca…Tampoco la lluvia pasa de largosin dejar huellas en los cuerpos… Como un antiguo creyenteque sigue prendiendo velas…Pongo a tus pies Bellezalo que escribí aquella tarde⎯ no importa si era invierno,  si caíauna nieve negra o si brillabade tanto oro el aire ⎯cuando abracé a Sócratescon el amor de un loboque aúlla…Lejos de la luna que igual erauna luna recibiendo a los muertos… Ya bajo del Templo de Erecteion / en mis ojosquedan sus seis mujeres gigantes / de cabellerarizada que cuelga hasta el piso…Mis piernas están flojas / doy un paso y despuésotro paso / midiendo el vacío / para no caer…También los compañeros dan un paso /y otro paso por el patio de la cárcel,para no caer… Allá muy allá están los cielos…Duele verlos…La luz se aleja entre las nubes,primero húmedas y ahora moradas…Mañana prenderé un fuego…Se trata de contar las horas / de no olvidar…En la arena quedan nuestras máscaras…Tristes / mustias / abandonadas…Aquí en el Partenón la eternidadtambién es fugaz…Dura lo que dura una mirada…Apenas un sueño… Vicente Zito LemaEnero de 2020

A partir de los 70 años de la consolidación de la gratuidad universitaria en nuestro país, Vicente Zito Lema visitó La Retaguardia para dialogar con Alfredo Grande e Irene Antinori en el programa Sueños Posibles y analizó los distintos tipos de universidad, la realidad de las del conurbano y todo su recorrido militante para llegar a sus 80 años, cumplidos hace días, “sin pudor y sin culpa”. (Por La Retaguardia) En su visita a Radio La Retaguardia, Vicente Zito Lema, poeta, abogado, docente y periodista, entre otras tareas de su provechosa vida, comenzó la reflexión recordando las efemérides más importantes en materia de derechos: “En estos días se celebraron dos hechos muy importantes que en general no tuvieron la trascendencia que su importancia implicaría. Por un lado, los 30 años del acta o convenio en defensa de la niñez y los adolescentes salido de un acuerdo internacional que impulsó las Naciones Unidas y Argentina es miembro adherente desde un año después. Era el gobierno de Carlos Menem, con todas sus contradicciones, hay que reconocerle que fue uno de los primeros que firmó este convenio. Una primera mirada: ¿Valen para algo estos convenios? Es un punto a discutir. Pero los que no aman la vida, que viven lucrando sobre el dolor, cuerpo, espíritu, trabajo ajeno, por supuesto que tratan de que estas recordaciones queden lo menos posible en la conciencia social”, consideró el poeta. “Desde donde me viene la sospecha de que debe ser positivo a pesar de lo difícil que es poner en pie los derechos humanos. El enemigo de los derechos humanos, ese poder concentrado, trata por todas las formas de desmerecer estos convenios. Algo de lo que acabo decir también lo podemos aplicar al recuerdo de los 70 años del decreto de Perón sobre la gratuidad universitaria. Lo concreto, y me animo a cualquier disputa, es que la universidad gratuita abierta a cualquiera que quiera estudiar lo considero uno de los mayores actos revolucionarios que conozco del siglo XX en América Latina”, reivindicó Zito Lema.Mirarse al espejo después de 80 años “Uno nunca imagina que puede llegar a cumplir 80 años. Pensando en mi familia, de los que tengo un recuerdo cercano, no hay nadie que haya vivido la cantidad de años que yo viví. A mí en general me cuesta mucho mirarme en el espejo, siempre me siento frente a un ser extraño. En estos días, trataba de apagar la luz y ver cómo me podía ver de día. Miraba mi rostro. Y en general lo que pude ver es el rostro de un niño. Tengo conciencia de que desde algún lugar uno da vueltas y vueltas en la vida y está en el mismo sitio donde empezó. Esa es una sensación. Por otra parte, tengo el recuerdo o el sueño, o fue una lectura o mi imaginación, de que si uno fue un hombre rebelde frente al poder, frente a la injusticia, si luchó para que el mundo fuera, como diría Discépolo, menos porquería de lo que lo recibió, uno tiene una posibilidad. Platón algo dice de eso, y si no lo dice Platón también lo puedo decir yo porque a esta altura de mi vida me puedo dar algunos lujos”, aseguró sonriente. “El lujo que me doy es verme de otra forma, no como el Vicente que fue, me veo muchas veces con la cara de un lobo. Eso puede causar extrañeza a otros, no a mí, yo me veo como un lobo. De todas formas, eso es la parte externa. Lo que queda adentro es que siento que cumplí 80 años y esa rebeldía mía frente a lo injusto, a todas formas de autoritarismo, a la riqueza concentrada que humilla la vida, a la violación de la dignidad por todas las formas con que el capitalismo, el neoliberalismo y todas las miserias del poder reproducen materialmente en la existencia, frente a eso tengo la misma potencia de vida desde que tomé conciencia de que no se puede estar vivo y no luchar contra esa forma de muerte organizada que hoy tiene forma de neoliberalismo y que es el viejo cuco del capitalismo al que le han cambiado un poco las formas pero no los fines ni su esencia de ser”, consideró. Además, Zito Lema se refirió a su profesión: “La profesión de abogado no la he ejercido como una profesión liberal. Me recibí muy joven, tendría 21 años, y en mi vida usé mi formación en el Derecho como un instrumento en defensa de los derechos humanos. Toda mi vida he sido defensor de los derechos humanos y pude usar algo que en general es un arma para los actos del mal para generar algunos minúsculos actos del bien. Creer que uno frente al poder puede poner en pie los derechos humanos es una ilusión, pero sí sé que se puede igual luchar. No importa que la estructura real de los derechos humanos sea, como decía Eduardo Galeano, una línea de horizonte a la que uno se acerca y esa línea siempre se aleja. También cito a Joseph Conrad, quien dice que lo importante es el acto de viajar, no de llegar a un puerto. Desde los 20 años hasta los 80, 60 años de militancia en los derechos humanos, he viajado, viajado y viajado. La línea de horizonte se ha corrido pero a mí nadie me quita el viaje. Es cierto que he tenido momentos de peligro, los dioses no son muy buenos con los que desafían el destino. He sufrido atentados, persecuciones y he llegado a tener 80 años y sigo en pie”, reivindicó Zito Lema. “También tengo en claro, y lo he dicho, que al recordar mis 80 años no puedo dejar de indignarme frente a la injusticia de que buena parte de mis amigos, de mis compañeros de lucha, de militancia política y humanística y artística, quedaron como sombras de ese futuro que tenían. En mi época, los viejos no morían primero, sino los jóvenes que combatían las injusticias del

Compartimos un texto de Vicente Zito Lema, a 50 años del Cordobazo. Desde su pluma conmovida y conmovedora, rescata la figura inquebrantable de Agustín Tosco, para que las nuevas generaciones lo reconozcan, y las viejas recuperen sus prácticas. (Por Vicente Zito Lema para La Retaguardia) Para unos era de la estirpe de Icaro, o de Prometeo. A otros les parecía la versión laica de Juan el Bautista y, al igual que éste, halló la muerte bajo el reinado de una oscura bailarina. Esto aconteció el 4 de noviembre de 1975, hace ya veinticinco años cuando, estando en la clandestinidad, fue víctima de una dolencia que en circunstancias normales hubiera sido fácil de tratar. Entonces la persecución, las calumnias, los intentos de asesinato cedieron paso a algo peor: el olvido.Hoy, cuando la tierra de promisión parece más lejana que nunca y el pueblo argentino busca a los tumbos su perdido camino en el desierto, resultan necesarias las voces de aquellos que, como Agustín Tosco, nunca callaron. El Gringo, como lo llamaban sus compañeros, había nacido en el sur de Córdoba, Coronel Moldes, el 22 de mayo de 1930.El mismo y con palabra clara -todo en él fue claro- contará su historia inicial: “Mis padres eran campesinos y yo trabajé junto a ellos desde chico una parcela de tierra. Después de cursar el colegio primario me trasladé a la ciudad e ingresé como interno en una escuela de artes y oficios. Allí se discutía mucho y el diálogo permanente me incitaba a profundizar la lectura. Siempre me gustó leer… En mi propia casa con piso de tierra y sin luz eléctrica me había construido una pequeña biblioteca precaria pero accesible. Corría la liebre. Tan sólo al cumplir la mayoría de edad conseguí incorporarme a Luz y Fuerza como ayudante electricista. Por aquella época ya había adquirido conciencia de los conflictos sociales y había decidido también tomar partido de mi clase. A los 19 años había sido elegido subdelegado y a los 20 ascendí a delegado”.De ahí en más no habrá peligros, horarios ni claudicaciones. Vestido siempre con su mameluco azul de trabajo escribirá las mejores páginas de la lucha sindical en la Argentina, haciendo de la honestidad un culto, de la ética una guía para la acción y de la humildad su modo natural de vida. Símbolo del Cordobazo –una de las mayores gestas populares del siglo–, prisionero de las dictaduras, ejemplo aun en el cansancio, en la desorientación o en la peor desventura, colocando al servicio de los demás un enorme coraje personal y esa férrea voluntad con que se transforma la realidad. Veía el socialismo como un camino para la construcción del hombre nuevo y la nueva sociedad. Como pocos luchó para que así fuera. Tuvo la pasión de los convencidos, la fraternidad de los justos y alcanzó, sin dejar de ser nunca un trabajador, el más alto grado de conciencia crítica que en su tiempo se pudo lograr. Mirándonos en él, nadie se animará a pensar que la clase obrera argentina come vidrio.La conversación había entrado en lo personal y dio pie a la última pregunta, pertinente para aquellos tiempos donde los destinos trágicos se habían convertido en una cotidianeidad: ¿cómo quisiera morir y cómo no quisiera?, me animé y dije sin tuteo.Contestó casi sin respirar, pareció que las palabras las tenía siempre en la punta de la lengua: “El marxismo dice que la muerte es necesaria. Yo no me planteo cómo tendré que morir, creo que mi fin será consecuente con mi lucha, no sé en qué circunstancia. Lo importante es morir con los ideales de uno. Ahora, no me gustaría morir habiendo traicionado a mi clase”.Nos despedimos en el viejo bar de la calle Córdoba sin decir más, bastaba el apretón de manos. Me dejó una vez más la impresión de que nunca moriría. Y mientras caminaba hacia mi casa, yo por entonces vivía en el Bajo, recordé lo que me había contado un compañero. De todas las historias sobre Tosco era la más hermosa y acaso la que lo retrataba de cuerpo entero, justificando con creces esa sensación de respeto que sentía por él, y que nunca había sentido, así tan profunda, por nadie.El compañero había contado: “Yo estaba preso en Trelew, cuando los fusilamientos del 22 de agosto… fue algo terrible, de no creer… habían matado a los dieciséis a sangre fría… en la cárcel empezamos a golpear las puertas, estrellábamos los jarros contra las rejas, gritábamos, puteábamos… Al fin me encontré tirado sobre la cama, sin saber qué hacer… Cada vez era más profundo el silencio en los calabozos… Nos fue ganando la tristeza más grande del mundo y, de pronto, de a poquito, alguien por la ventana comenzó: Compañeros… compañeros… compañeros… los quiero escuchar… compañeros no se caigan, porque si ustedes se caen ellos están muertos, pero está en ustedes que los hagan vivir… Y esa tonadita cordobesa fue la del Gringo Tosco, que estuvo más de veinte minutos arengándonos y diciéndonos que salgamos y ahí salimos todos de nuestro encierro y yo creo que fue por primera vez que se empezó a mencionar cada uno de los nombres de los caídos y todo el grupo gritaba bien fuerte ¡Presente! … El Gringo me enseñó algo muy grande, que la voz de los sin voz surge naturalmente… El, que no quiso fugarse, aunque se lo ofrecieron, porque sentía que un dirigente obrero tiene que vivir en la luz, se hizo cargo del dolor de todos y nos marcó el camino.”Tras el esperanzado y corto paso por la Casa Rosada de Héctor Cámpora -rápidos y embriagadores serían esos meses; “un alazán en las pampas”, habría dicho Marechal– y ocurrido el fallecimiento del general Perón -para muchos el duelo por el padre; para otros, la sonrisa casi en rictus de un antiguo odio reverdecido, y todos bajo un cielo color de cuervo, con tormentas y presagios–, se suceden gobiernos que bajo el manto protector de la herencia peronista cumplen a fondo su misión, ya sin

16 años son mucho para demasiadas cosas. Para el dolor de los familiares, 16 años de tristeza imparable. También son gran cantidad de años para la impunidad. Dos policías presos por las crímenes de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, pero siguen siendo para la justicia dos locos sueltos, dos zarpados. 16 años de acumular testimonios de ex funcionarios o de referentes políticos dan cuenta de que la represión estaba preparada, y que la planificación contemplaba la brutalidad que luego se vio. Aquí compartimos un fotoinforme y las intervenciones desde el escenario, durante la Jornada Cultural que se realizó el domingo en la Estación Darío Santillán y Maximiliano Kosteki. (Por La Retaguardia)Fotografías: Agustina Salinas / Audios: Fernando Tebele / Redacción: Paulo Giacobbe y Fernando Tebele. Entre aplausos, Alberto Santillán comenzó a agradeciendo a los presentes, a las Madres, a Vanesa Orieta, a Vicente Zito Lema, a Orlando (Agüero) que acompaña  en la Comisión Independiente por Justicia por Darío y Maxi, a sus hijos y nietos. También dijo que Nora Cortiñas no pudo ir por estar enferma y le mando un fuerte abrazo. Luego repasó lo conseguido: “Estamos a días de cumplir 16 años del asesinato de Darío, del asesinato de Maxi. Lo que hemos conseguido lo hemos conseguido en las calles, la condena a perpetua a Fanchiotti y  Acosta, hemos conseguido que esta estación no se llame más Avellaneda, esta estación se llama Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, hemos conseguido que el poder judicial que nos ha archivado la causa, hemos conseguido que se desarchive la causa”, y pidió un fuerte aplauso para “los abogados que dan todo y no piden nada”.  Y denunció lo que falta: “Ni la justicia ni el poder político nunca tuvieron la mas perra idea de investigar a los políticos, hace unos días nos tenemos que fumar que Felipe sola se presente para candidato a presidente, que bronca, que impotencia”. Y lo que genera bronca: ”No puedo ver que compañeros que caminaron al lado de Darío, al lado mío exigiendo justicia, que hoy estén encolumnados  atrás del asesino de Sola, no lo voy a perdonar, no me voy a olvidar, entonces parece que cada hombre tiene su precio, se cagan y pisan a los asesinados. No solo están los asesinos, están los traidores, no permitamos que después vuelvan. Basta de pisar el cadáver de Darío y pisar el cadáver de Maxi para ellos avanzar”. Alberto relató la importancia de estar acompañado y sumarse a otras luchas: “Uno se fortalece. Como padre voy a varios lugares, y me solidarizo con muchos casos como ellos se solidarizan conmigo, es ahí donde uno se pone fuerte. Porque uno esta al lado de un par que también necesita que estén al lado de él, y esa persona se da cuenta que también uno necesita. Solos no podemos hacer nada. Yo solo no hubiese podido sostener estos 16 años de justicia sino fuera por ustedes. Por distintos movimientos, madres,  padres, y tantos compañeros”. La desaparición seguida de muerte de Santiago Maldonado y el accionar represivo como política de Estado: “Si hablamos del caso de Santiago Maldonado todos los que tuvieron que ver con la desaparición y asesinato de Santiago Maldonado, fueron todos ascendidos. Después viene la doctrina Chocobar, este asesino recibido por el presidente, generando todas muertes nuevas. Total, si el gobierno los ampara, la justicia los ampara, matemos a los pibes. Esto es una demostración, la de hoy, de que estamos firmes. Que nadie piense que vamos a claudicar”. Por ultimo, Alberto, recordó a su hijo Darío y dijo estar orgulloso de ser su padre: “Darío decía la importancia de creérnosla, porque si nos la creemos, vamos a poner a cada uno en su lugar. Y él hablaba de toda esta clase política, corrupta, asesina. Son 16 años y nadie me quita el orgullo, si bien el dolor es grande, nadie me quita el orgullo y en él me fortalezco. Sigo aprendiendo de Darío. Yo hace rato que no había visto el documental de Dari y lo fuimos a ver el otro día con los compañeros de Lanús, y si bien me pego fuerte, por otro lado también esta esto de que uno es digno, de que uno tiene, porque él vive en nosotros,  un hijo al cual hay que honrar, que no hay que quedarse en la calle llorándolo, sino todo lo contrario. Seguir y seguir. Si bien la justicia va a tardar en condenar a los autores intelectuales, este es el camino, nos va a costar mucho. Tenemos el ejemplo de las Madres. Nadie nos va a correr. Nadie nos va a callar la boca, nadie de la clase política va a tener la tranquilidad suficiente porque donde vayan los iremos a buscar”. Recién llegado de Patagonia, donde estuvo acompañando a los familiares y amigos de Daniel Solano en el juicio que investiga la desaparición y asesinato del trabajador, Vicente Zito Lema explicó que fue “para que los nueve policías tengan la sentencia que merecen y que otra vez el poder, con las artimañas del poder judicial,  trata que esto no se cumpla”. Anteriormente había estado en un acto en Mar del Plata por Santiago Maldonado. “La muerte no tiene reparo. Los asesinatos tampoco. Pero los asesinos tienen que pagar por lo que han hecho. Aquí hay mucha gente joven y eso es hermoso. Cuando hace 16 años asesinaron a los compañeros Darío y Maxi, eran apenas niños o recién saliendo a la vida y aquí están. La muerte está pero la vida también esta y de eso se trata. Esa historia de pelea contras el poder que es la muerte y ponerle el cuerpo, la dignidad, la memoria, el amor, la fraternidad, el deseo de no bajar los brazos por mas que parezca que hay noches que son eternas y que no hay nada que hacer contra el poder y el terror. Y eso no es así, compañeros, nunca bajaremos los brazos. Porque bajar los brazos es entregar el país a los compañeros caídos, a los compañeros