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Centros Clandestinos


Se lo dijo Jorge Olivera Róvere, subcomandante del Ejército durante la dictadura, a una delegación de Madres y familiares. Se refería al Regimiento de Patricios, en pleno barrio porteño de Palermo. Fue en los primeros meses de la dictadura y lo recordó para La Retaguardia María del Rosario Cerruti. El fallo para atrás de la Cámara. El juez Daniel Rafecas deberá seguir investigando lo que pasó allí y quienes fueron los responsables. Redacción: Ailín BullentiniEdición: Pedro Ramírez OteroFoto: Archivo personal de María del Rosario Cerruti Son cerca de 800 los lugares que, a lo largo y ancho del país, funcionaron como centros clandestinos de detención, tortura y exterminio durante la última dictadura cívico militar y sus años previos. La cuenta oficial la lleva la Dirección Nacional de Sitios y Espacios de Memoria. El esfuerzo en recordar, describir, reconocer y denunciar es de sobrevivientes y familiares de víctimas, que persiste a casi 50 años del genocidio. Así sucedió con el Regimiento de Infantería N° 1 de Patricios en donde represores del Ejército de esa fuerza mantuvieron cautivas y torturaron a personas durante el Terrorismo de Estado. Así lo relataron las propias víctimas y lo certificó el juez Daniel Rafecas en un fallo de principios de año en el que procesó a seis militares retirados por secuestros y torturas allí. Así lo confirmó la Sala 1 de la Cámara Federal los días pasados, en un fallo en el que salvó a los represores y mandó a Rafecas a seguir investigando. Los organismos de derechos humanos lo supieron desde siempre.  “A nosotros nos lo dijo el propio (subcomandante del Ejército, Jorge) Olivera Róvere. Soberbio, violento, ¿y qué íbamos a hacer?”, recuerda María del Rosario Carballeda de Cerruti, una de las Madres de Plaza de Mayo de los comienzos, acerca de la noche en la que supo que en aquel enorme predio que el Ejército aún posee en pleno barrio porteño de Palermo había detenidas y detenidos desaparecidos. Fue en junio o julio de 1976, la memoria de la “Negra” Cerruti guardó el “fresco” de aquella noche, el “miedo” que acompañaba a ella y a un puñado de papás, mamás, hermanos y hermanas de jóvenes a quienes “se había tragado la tierra” que se acercaron al Regimiento de Patricios con la intención de averiguar qué pasaba con ellos y ellas, dónde estaban, cómo estaban.  “Éramos un grupo grande, entre 20 y 30 o más personas”, narró la Madre de Plaza de Mayo a La Retaguardia. Se acercaron a la guardia del Regimiento y pidieron hablar con autoridades. Eligieron a tres representantes del grupo: Emilio Mignone, fundador del Centro de Estudios Legales y Sociales; José María Vázquez, esposo de la Madre de Plaza de Mayo Marta Ocampo de Vázquez; y la compañera de Marta y María del Rosario, Josefina Vera Barros. “Afuera quedamos un montón de personas”, sigue Cerruti, y rasga entre sus recuerdos algunos nombres: las Madres Marta Vázquez, María Ponce de Bianco, Beatriz Aicardi de Neuhaus y Rosa Contreras; “dos hermanos” de quienes no recuerda su apellido, pero sí que “uno de ellos era abogado”, y más familiares. Se le figura frente de sus ojos que el portero de una “casa de departamentos frente al cuartel” les abrió el hall del edificio para poder resguardarse: “Éramos muchos para estar todos juntos en la calle, no se podía hacer reuniones”, explica.  Al rato, salieron los delegados y la delegada del grupo “de capa caída, angustiados”, describe la “Negra”. Los había recibido Olivera Róvere, quien por entonces era jefe del cuartel. “Los atendió con una soberbia bárbara, golpeando el suelo con la bota y les dijo, patotero, ‘aquí en el subsuelo del comando tengo 100 detenidos’. Eso me quedó grabado a fuego para siempre”, recuerda. De ahí se les ocurrió ir a la Iglesia, al Episcopado. Cerruti cuenta que los recibió (Adolfo) Tortolo, “también estaban (Raúl) Primatesta y (Vicente) Zazpe, ellos mudos, el que habló fue Tortolo”, aclara. “Nos aconsejó que como madres rezáramos a la Virgen María para pedir su ayuda. Fue todo el consejo que nos dio. No tuvimos otro resultado. Fue inutil todo”, culmina la Madre. La confirmación de la Justicia Entre octubre y los primeros días de noviembre de 2022, el titular del Juzgado de Instrucción Federal N° 3, Daniel Rafecas, ordenó la detención e indagó a ocho militares retirados que ocuparon cargos jerárquicos en diferentes áreas del Regimiento de Infantería 1 de Patricios entre 1976 y 1980, en plena dictadura. En base a testimonios de varios sobrevivientes y después de una inspección del lugar en la que participaron algunos de ellos, los citó sobre la presunción de que eran partícipes necesarios de casi un centenar de privaciones ilegales de la libertad llevadas a cabo en lo que fuera el Área II de Capital Federal, sobre el que el Regimiento “Patricios” tenía injerencia. Incluso en el predio de Palermo.  Finalmente, Rafecas procesó a seis de ellos: el exoficial de Personal Jorge Farinella;  los exjefes y efectivos de Inteligencia Carlos Urqueta, Héctor Mónaco y Ramón Vega; el exjefe de Logística Alfonso Reuther; y Héctor Ranfagni, quien se desempeñó en el área de Operaciones. Ninguno, hasta el momento, había atravesado proceso judicial alguno por su presunta participación en crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura. En aquella resolución el juez dio por hecho que el Regimiento de Patricios funcionó como centro clandestino.  Marcha atrás Aquella fue la única conclusión que confirmaron los jueces de la Sala 1 de la Cámara Federal, Leopoldo Bruglia y Pablo Bertuzzi, que en un fallo emitido el lunes pasado anularon los procesamientos de todos los militares retirados. Así como lo postuló Rafecas en su momento, la Sala 1 de la Cámara Federal porteña admite que dentro del Regimiento funcionó un centro de detención en el que las víctimas atribuidas a los acusados permanecieron “transitoriamente”. No obstante, apuntaron que “no se ha determinado la presencia” de los militares retirados procesados “en los sucesos reprochados, ni la directiva concreta que pudieron efectuar para que se realicen”. Es más,