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Contraofensiva I

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En otra extensa jornada, más de siete horas esta vez, se escucharon dos testimonios. Desde Paraná, por videoconferencia, se escuchó un testimonio que podría ser gracioso si no fuera grave: el médico militar Gabriel Salvador Matharan dio un concierto de “No recuerdo” e, incluso, argumentó que su falta de memoria se debía al aislamiento derivado de la pandemia. El testimonio más extenso fue el de la antropóloga Verónica Almada, que complementó el que dio Stella Segado la semana pasada, y precisó en torno de la organización de la inteligencia del Ejército, ya que se especializó en el ordenamiento y la clasificación de los archivos de esta fuerza. (Por El Diario del Juicio*)  📷 Fotos 👉 Gustavo Molfino📷 Selección de fotos 👉 Martina Noailles ✍️ Textos 👉 Fernando Tebele/Martina Noailles👆 Foto de portada  👉 El presidente del tribunal, Esteban Rodríguez Eggers, se saluda con la fiscal Gabriela Sosti. Signos de la nueva etapa en medio de la pandemia. 📷 Foto 👉 Gustavo Molfino 👆 En un salón casi vacío, los rostros de las víctimas gritan presente. Así será en las próximas audiencias mientras la pandemia obligue a la virtualidad e impida que los familiares puedan abrazarse después de cada testimonio. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 “No recuerdo, señor”. Desde las oficinas del Tribunal Oral de Paraná y detrás de una máscara plástica de proteción ante el Covid-19, Gabriel Salvador Matharan, médico militar, dice no recordar absolutamente nada. Su edad y la pandemia, son las excusas. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 Además de no recordar, cuando una de las secretarias del tribunal, Sandra Iglesias, le exhibió su firma para ver si la reconocía a través de la cámara, Matharan dijo que no veia bien.📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 La firma era de un documento de la Gendarmería Nacional. Se trata de la supuesta autopsia de lo que, a esta altura puede asegurarse, fue el suicidio fraguado de Gervasio Martín Guadix. El hecho ocurrió en el puente fronterizo Uruguayana (Brasil) y Paso de los Libres (Argentina). Se publicó como el suicidio con la pastilla de cianuro de un “desaparecido que estaba en Europa”. En realidad Guadix estaba secuestrado y sería luego asesinado. Así de clara se veía la imagen que Matharan no pudo observar desde Paraná.📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 La jueza Morguese Martín, a la distancia, mostró su enojo con las (no) respuestas de Matharan. Sobre todo con aquellas que sonaron a “respuestas preventivas”, en las que respondía “No me acuerdo, señor… disculpe, señora”, a preguntas sobre su actualidad o la idoneidad que tenía para practirar una autopsia. Al final de la jornada, las querellas y la fiscalía pidieron que se analice si hubo falso testimonio por parte de Matharan. La querella de la familia de Gervasio Martín Guadix, a cargo de Rafael Flores, solicitó además que se libre orden de detención.📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 La segunda testigo fue la antropóloga Verónica Almada. En un extenso testimonio, que debió interrumpirse dos veces por problemas en el sistema virtual que la justicia le provee al TOFC Nº4 para realizar las audiencias, explicó entre otras cosas cómo se organizaba la inteligencia del Ejército Argentino.📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 Almada trabajó en el equipo que dirigió Stella Segado. Está embarazada de cuatro meses, por lo que varias botellas con agua se fueron vaciando durante su testimonio. En el reparto de tareas de estudio de los diferentes documentos desclasificados, le tocó analizar los del Ejército.📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 Entre el material hallado y desclasificado estaban los legajos de algunos de los imputados y el del militar Eduardo Francisco Stigliano, ya mencionado en otros testimonios. Stigliano pidió al Ejército una “reparación” por supuestas heridas en la “lucha contra la subversión”. A partir de ese pedido, en su argumentación, desnuda las metodologías operativas de la inteligencia del Ejército. Stigliano falleció, pero su legajo es una importante prueba en este juicio.📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 La voluminosa causa por la represión a la Contraofensiva sobre una de las mesas en la sala, por cualquier consulta que se quisiera realizar al expediente.📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 El defensor oficial, Lisandro Sevillano, a cargo de la defensa de los 6 imputados que no tienen condenas anteriores, fue y vino con el enchufe de su computadora hasta que pudo mostrar una placa que disparó una consulta a la testigo Almada.📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 Hernán Corigliano es el abogado defensor de Norberto Apa, condenado ya a prisión perpetua por el asesinato de Ana María Martínez, militante del PST (Partido Socialista de los Trabajadores). Entre los documentos desclasificados figura una felicitación que recibió el genocida por la tarea realizada.📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio *Este diario del juicio por la represión a quienes participaron de la Contraofensiva de Montoneros, es una herramienta de difusión llevada adelante por integrantes de La Retaguardia, medio alternativo, comunitario y popular, junto a comunicadores independientes. Tiene la finalidad de difundir esta instancia de justicia que tanto ha costado conseguir. Agradecemos todo tipo de difusión y reenvío, de modo totalmente libre, citando la fuente. Seguinos diariamente en https://juiciocontraofensiva.blogspot.com

Testimonio de Gabriel Salvador Matharan, médico militar👇 Testimonio de Verónica Almada, antropóloga Parte 1 👇 Testimonio de Verónica Almada, antropóloga Parte 2 👇 Testimonio de Verónica Almada, antropóloga Parte 3👇   *Este diario del juicio por la represión a quienes participaron de la Contraofensiva de Montoneros, es una herramienta de difusión llevada adelante por integrantes de La Retaguardia, medio alternativo, comunitario y popular, junto a comunicadores independientes. Tiene la finalidad de difundir esta instancia de justicia que tanto ha costado conseguir. Agradecemos todo tipo de difusión y reenvío, de modo totalmente libre, citando la fuente. Seguinos diariamente en https://juiciocontraofensiva.blogspot.com

A casi tres meses de la suspensión por la pandemia, se reanudó el debate oral con el testimonio extenso y contundente de Stella Segado, quien aportó una explicación de cómo funcionaban y se organizaban los servicios de inteligencia. Lo hizo tras haber estudiado durante años documentos secretos hallados y desclasificados. Como novedad, aportó un telegrama de Guillermo Patricio Kelly a Héctor Villalón, conocido personaje de aquellos años. Le agradece la información recibida sobre Mendizábal, Tolchinsky, Pereyra Rossi y Croatto, militantes de Montoneros. El Diario del Juicio y La Retaguardia televisaron la audiencia y lo volverán a hacer el próximo jueves, turno para que declare la antropóloga Verónica Almada, quien también trabajó sobre los archivos del Ejército Argentino. (Por El Diario del Juicio*)  ✍️ Texto 👉 Martina Noailles/Fernando Tebele 💻 Colaboración  👉 Diana Zermoglio📷 Fotos 👉  Gustavo Molfino/Daniel Cabezas📷 Foto de Portada 👉 Ante la sala vacía, se colocaron en los asientos las fotos de las personas desaparecidas durante la Contraofensiva. Las observa el abogado defensor del genocida Norberto Apa, el Dr. Hernán Corigliano. 📷 Daniel Cabezas Stella Segado lista para comenzar con su testimonio.📷 Gustavo Molfino Las secretarias del tribunal corren con desesperación. Está a punto de reanudarse el juicio. Arrastran una de las pantallas desde el costado de la sala en el que está ubicada habitualmente para que el público pueda ver mejor lo que ocurre. Esta vez, la cercanía televisiva la necesitarán los jueces para poder observar los documentos y croquis que aportará la testigo, por lo que la ubican de frente a Esteban Rodríguez Eggers y Matías Mancini, los dos que están presentes en la sala. La tercera integrante del tribunal, María Claudia Morguese Martín, es una más entre los recuadros de la sala virtual. Stella Segado, la única testigo de esta audiencia, hace rato que está sentada en su lugar, y repasa algunos apuntes en su computadora. Parece tranquila. Daniel Cabezas, su compañero y sobreviviente de la Contraofensiva, será el encargado de registrar fotográficamente. Lo rodea un público muy especial en esta ocasión. Con la costumbre de la sala repleta, cuesta ver esta imagen, que aun así, como casi todo en este juicio histórico, tiene un fuerte poder simbólico. La sala está vacía, podría decirse con la misma cantidad de certeza y frialdad; pero en realidad está repleta de gente. Y las ausencias evidentes, se hacen presentes. Nadie tendrá que levantar sus fotos esta vez, porque están ubicadas con prolijidad, cada una en su silla. No habrá cansancio en sus rostros seis horas después, cuando Segado todavía responda preguntas, porque están congelados en su tiempo. No por elección, está claro. Aun así, desde las imágenes, todavía destilan algo del poder que les queda. *** Hay huellas que son imposibles de destruir. Son rastros que, a pesar del ensañamiento por borrarlos, la máquina burocrática del sistema va dejando en el camino. El Terrorismo de Estado en Argentina desapareció personas y, en busca de la impunidad de aquellos crímenes, también desapareció registros, fichas, datos. Pero dejó vestigios. De la punta de ese ovillo enredado tira desde hace casi dos décadas la especialista en Archivos y Derechos Humanos, Miriam Stella Maris Segado, la primera testigo en declarar en la reanudación del juicio oral por la represión a la Contraofensiva Montonera, que retomó este jueves tras la pausa obligada por la pandemia. Su testimonio, que duró casi 6 horas y se transmitió en vivo a través de El Diario del Juicio, fue un relato pormenorizado acerca de cómo funcionaban las estructuras de inteligencia militar durante la última dictadura. Especialmente, puso bajo su lupa a los Batallones 201 y 601 con base en Campo de Mayo, durante el período 1979/1980, lo que permite poner en contexto las violaciones a los derechos humanos que se investigan en este juicio.  Segado es especialista en archivos de la represión y, gracias a una lectura minuciosa y obsesiva por seguir buscando donde parece que ya no hay nada, logró reconstruir lo que ella llama el “ciclo de inteligencia” establecido durante la dictadura. El rompecabezas se armó con la doctrina y la reglamentación de las Fuerzas Armadas entre 1976 y 1983. Su testimonio en este juicio tiene mucha relevancia, porque en realidad los archivos y documentos de inteligencia son la base probatoria. Sin esos archivos, hubiera sido mucho más complicado (aún) arribar a esta instancia. El rol de Segado sería el de ordenarlos con su testimonial, aportando algo desde su recorrido personal. “En 2003 comienzo a investigar Campo de Mayo. En ese momento Campo de Mayo era un circuito que no se había investigado, del que había aproximadamente 10 sobrevivientes conocidos y no había certezas de cuántas personas habían pasado por allí. A lo largo de los años los 10 se transformaron en 100; y las víctimas, en más de 3000 personas”, explica, mientras recorre sus pasos por los archivos de la CONADEP (Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas), y sus trabajos en la Subsecretaría de Derechos Humanos (que luego se transformaría en Secretaría), más tarde en el área de archivos del Ministerio de Defensa y también en la UFI-AMIA. Documento secreto en el que se observa el ordenamiento y el modo de acción de la Inteligencia Nacional. La que más pregunta es la fiscal Gabriela Sosti. Está ubicada en una fila de tres asientos correlativos. Detrás suyo están los abogados defensores Lisandro Sevillano y Hernán Corigliano. Dan la imagen de estar en un ómnibus; los defensores a veces parecen querer bajarse. Sosti consulta y no dejará de hacerlo. Se nota que parte de este material formará parte de su alegato que, ya se anticipa, durará varios días. “Antes de comenzar -se mete en tema Segado- quisiera explicar algunas cuestiones: he trabajado en tratar de hacer una síntesis de este proceso que lleva más de 17 años de trabajo con archivos y la reconstrucción histórica de un período, en especial en Campo de Mayo. Lo que presentaré aquí irá de lo general a lo particular”, aclara, después de prometer decir la verdad. A través de una pantalla, los

*Este diario del juicio por la represión a quienes participaron de la Contraofensiva de Montoneros, es una herramienta de difusión llevada adelante por integrantes de La Retaguardia, medio alternativo, comunitario y popular, junto a comunicadores independientes. Tiene la finalidad de difundir esta instancia de justicia que tanto ha costado conseguir. Agradecemos todo tipo de difusión y reenvío, de modo totalmente libre, citando la fuente. Seguinos diariamente en https://juiciocontraofensiva.blogspot.com

La Sala II de Casación Penal rechazó finalmente el pedido de la defensa de Marcelo Cinto Courtaux, el único de los imputados por la represión a la Contraofensiva de Montoneros que está en carcel común. Casi al mismo tiempo, el Tribunal Oral Federal Nº4 de San Martín, a cargo de Esteban Rodríguez Eggers, Matías Mancini y María Morguese Martín, le pidió a la jueza de instrucción de la megacausa Campo De Mayo, Alicia Vence, que detenga al gendarme Oscar Alberto Olari, de quien sospecha que participó en el crimen de Gervasio Martín Guadix. (Por El Diario del Juicio*) 📝 Texto 👉 Fernando Tebele/Martina Noailles📷 Fotos  👉 Gustavo Molfino/Fernando Tebele para El Diario del Juicio👆 Foto de Portada: Cinto Courtaux deberá permanecer en cárcel común El argumento de la pandemia de coronavirus no convenció a la Cámara Federal de Casación Penal: por mayoría, los jueces de la Sala II rechazaron el pedido de prisión domiciliaria de Marcelo Cinto Courtaux, el único imputado que está detenido en una cárcel común en el marco de la causa que investiga los delitos de lesa humanidad cometidos durante la represión a la Contraofensiva Montonera.El planteo de Leandro Sevillano, defensor público oficial de Cinto Courtaux, llegó a Casación luego de que el 1 de abril los jueces del Tribunal Oral Federal Criminal N°4 de San Martín rechazaran el pedido del beneficio. A pocos días de decretarse el aislamiento social y obligatorio, el jefe del Destacamento 201 de Inteligencia de Campo de Mayo había pedido irse a su casa ya que, según argumentó, se encontraba dentro del grupo de factor de riesgo “por ser un adulto mayor de 65 años de edad y ser hipertenso”.Sin embargo, los magistrados ponderaron que Courtaux está imputado de secuestrar, torturar y asesinar a casi un centenar de personas, y que permaneció prófugo de la justicia durante un lapso aproximado de tres años, desde su pedido de detención el 21 de abril de 2014 hasta su detención el 6 de mayo de 2017. Los jueces del Tribunal Oral también destacaron que a mediados del año pasado ya le habían denegado el beneficio de arresto domiciliaria en base a su edad (71) y su situación de salud, resolución que fue confirmada por Casación.Concretamente, en cuanto a la situación excepcional del Covid-19, el Tribunal Oral sostuvo que “por el momento no se han aportado al caso elementos de convicción que permitan deducir un riesgo inminente o grave para la salud del interno en cuestión, por fuera del que viene sufriendo el resto de la población, y que habilite ir en contra de la política general de Salud Pública, que consiste (…) en no moverse del lugar en que cada uno se encuentra”.En su resolución de hoy, Carlos Mahiques y Guillermo Yacobucci, dos de los tres jueces de la Sala II de Casación, consideraron suficientes y válidos los argumentos del Tribunal Oral al momento de rechazar el arresto domiciliario por lo que declararon inadmisible el recurso presentado por la defensa del imputado.Cinto Courtaux fue jefe del Destacamento 201 de Inteligencia dependiente del Comando de Instituto Militares de Campo de Mayo, y está acusado de participar de los secuestros, torturas, desapariciones y asesinatos de 88 militantes que participaron de la Contraofensiva de Montoneros en los años 1979 y 1980. Fue capturado en mayo de 2017 luego de haber burlado a la Justicia durante 37 meses. Cuando lo atraparon, le hallaron entre sus pertenencias recortes periodísticos con una reseña de la labor del abogado querellante en este juicio, Pablo Llonto. El gendarme Olari, al finalizar su declaración. De fondo, Esteban Rodríguez Eggers, el presidente del tribunal que ahora le pide a la jueza de instrucción que lo mande a detener. (Foto: Fernando Tebele/El Diario del Juicio) Pedido de detención Este mismo viernes y en una resolución sorpresiva, el Tribunal Oral Federal Nº4 de San Martín le pidió a la jueza de instrucción de la megacausa, Alicia Vence, titular del Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional Nº2 de la misma Localidad, que detenga a Oscar Alberto Olari, uno de los gendarmes que declaró como testigo en la causa por la represión a la Contraofensiva de Montoneros. Le pide que investigue su posible participación en el asesinato de Gervasio Martín Guadix. Olari fue el responsable de confeccionar un informe sobre lo que se presentó en la prensa nacional como el suicidio de Guadix, supuestamente ocurrido en el puente fronterizo entre Paso de los Libres (Argentina) y Uruguayana (Brasil). Pero en el juicio, no sólo a través de sus contradicciones sino por las declaraciones de casi una decena de testigos, quedó claro que Guadix no estaba allí, que todo fue fraguado para poder presentar la situación como un suicidio de un militante que ingresaba al país, cuando en realidad Guadix había sido secuestrado en otro lugar.El día de la declaración de Olari, cuando finalizó, el gendarme llegó a la puerta de la salida de la sala y detrás suyo salió corriendo Dolores Guadix, la hija de Gervasio Martín, quien fue reconstruyendo lo que sucedió realmente con su padre. La jornada es también recordada por ese episodio. En aquel informe de noviembre de 2019, publicábamos en este Diario del Juicio: Sin tocarlo, le puso la foto de su padre delante del rostro y le gritó: ‘te acordás de él, ¿no?’. Olari recorrió la salida hacia la calle a paso normal, pero apenas pisó la vereda, emprendió una carrera veloz intentando escapar del posible lío judicial en el que se metió con sus más dudas que certezas. Todo indica que el problema judicial de Olari tendrá nuevos capítulos.Tras el pedido del Tribunal Oral, es ahora la jueza de instrucción Alicia Vence la que debe resolver si lo detiene o no. Es de suponer que la situación se resuelva con celeridad, para evitar cualquier peligro de fuga. Las fotos que figuran en el expediente fraguado que lleva la firma del ahora sospechoso gendarme Olari. Allí el paso limítrofe en el puente que divide Argentina de Brasil, en Paso de los Libres, Corrientes. (Foto: Gustavo Molfino/El Diario del Juicio) *Este diario del

El Tribunal Oral Federal Criminal Nº4 de San Martín rechazó un pedido de excarcelación del único imputado que está en cárcel común en esta causa, Marcelo Cinto Courtaux. Los jueces Rodríguez Eggers y Mancini más la jueza Morguese Martín, consideraron que la cuestión sanitaria del Covid-19 no es un motivo válido para excarcelar a Cinto. Ahora el tribunal tiene que resolver si le otorga el beneficio de la domiciliaria. Todo indica que también la rechazarían. (Por El Diario del Juicio*) ✍️ Texto 👉 Martina Noailles💻 Edición 👉 Fernando Tebele📷 Fotos 👉  Gustavo Molfino Una vez más, Marcelo Cinto Courtaux pidió su excarcelación: en esta oportunidad, usó el argumento de la pandemia de coronavirus. Pero, también una vez más, los jueces del Tribunal Oral en lo Criminal Federal 4 de San Martín se la rechazaron. El imputado de secuestrar, torturar y asesinar a casi un centenar de personas, fundamentó encontrarse dentro del grupo de factor de riesgo, “por ser un adulto mayor de 65 años de edad y ser hipertenso”. Por el contrario, los magistrados señalaron que “la población penitenciaria, por su propia condición de encierro, de momento, permanece aislada y ajena de todo contagio, en cumplimiento de la principal medida dispuesta por las autoridades gubernamentales”. Es decir que su situación de encierro “no agrava su situación de riesgo ante la pandemia, sino que profundiza la posibilidad de evitar el contagio”. Cinto Courtaux es el único imputado en la causa que investiga los delitos de lesa humanidad cometidos durante la Contraofensiva Montonera que está preso en cárcel común. Estuvo prófugo tres años.Cinto Courtaux está detenido desde mayo de 2017 en el Pabellón 5 del anexo residencial para adultos mayores (lesa humanidad) de la Unidad 31 de Ezeiza. Allí los internos no se encuentran hacinados y, según describen los jueces en su resolución, disponen de personal médico idóneo dentro de la unidad, tanto para su control como para su inmediata atención. Por eso, rechazaron de plano el pedido de excarcelación presentado ayer por el defensor oficial Lisandro Sevillano, abogado de Courtaux. El defensor pidió que el imputado sea enviado a su casa para estar aislado del resto de la población por peligro de contagio. La respuesta de la Justicia fue que Courtaux ya se encuentra aislado dentro de una unidad que, hasta el día de hoy, no cuenta con ningún detenido con el virus.Antes de rechazar el pedido, los jueces solicitaron la opinión de la fiscal de la causa, Gabriela Sosti, quien consideró que “resulta un desatino el aprovechamiento de este contexto para intentar la liberación. Más allá de estas consideraciones el argumento de la pandemia en sí mismo no es válido para remover una medida cautelar que responde a las características del crimen que se investiga”.Por su parte, Pablo Llonto, abogado de una de las querellas, coincidió con la caracterización que hizo el Tribunal sobre el lugar donde está alojado el imputado: “Lejos están de un posible hacinamiento o situación de emergencia. Es un espacio con enfermería permanente y médico de guardia, buenas condiciones de salubridad, bien aireado, amplias zonas abiertas de aire libre y arbolado. Además, la Unidad 31 mantiene condiciones de higiene general, posibilidad de lavado de manos con agua y jabón y espacio para mantener la distancia entre la personas allí alojadas. No hay hasta la fecha coronavirus en ninguna cárcel, ni casos sospechosos”.Cinto Courtaux fue jefe del Destacamento 201 de Inteligencia dependiente del Comando de Instituto Militares de Campo de Mayo, y está acusado de participar de los secuestros, torturas, desapariciones y asesinatos de 88 militantes que participaron de la Contraofensiva de Montoneros en los años 1979 y 1980. Fue capturado en mayo de 2017 luego de haber burlado a la Justicia durante 37 meses. Cuando lo atraparon, le hallaron entre sus pertenencias recortes periodísticos con una reseña de la labor del abogado querellante en este juicio, Pablo Llonto.En 2019, los jueces del TOC 4 de San Martín y de la Sala II de la Cámara Federal de Casación Penal rechazaron su pedido de prisión domiciliaria en base a su edad (71 años) y su situación de salud. Coincidieron en que haber estado prófugo durante más de 3 años “hace presumir que en caso de concedérsele la detención domiciliaria, intentará eludir el accionar de la justicia”.En el planteo de excarcelación que realizó ayer, volvió a solicitar el beneficio en caso de que se rechazara la libertad. Ese punto quedó pendiente de resolución.    *Este diario del juicio por la represión a quienes participaron de la Contraofensiva de Montoneros, es una herramienta de difusión llevada adelante por integrantes de La Retaguardia, medio alternativo, comunitario y popular, junto a comunicadores independientes. Tiene la finalidad de difundir esta instancia de justicia que tanto ha costado conseguir. Agradecemos todo tipo de difusión y reenvío, de modo totalmente libre, citando la fuente. Seguinos diariamente en https://juiciocontraofensiva.blogspot.com

Sus padres biológicos fueron secuestrados en 1977. Su mamá pidió por carta que la criaran sus compañeros. Carlos Karis y Nora Larrubia, quienes asumieron esa responsabilidad, fueron desaparecidos durante la Contraofensiva. Ella presenció los secuestros. Su abuela materna la buscó incansablemente, hasta que la encontró mientras caminaba en las cercanías del lugar del operativo. La terminó criando la familia biológica. En una hora, Selva Varela Istueta narró su tremenda historia con reflexiva entereza y una sonrisa siempre a mano, a pesar de todo. (Por El Diario del Juicio*) ✍️ Texto 👉 Fernando Tebele 💻 Colaboración  👉 Giselle Ribaloff/Valentina Maccarone💻 Edición 👉 Diana Zermoglio📷 Fotos 👉  Gustavo Molfino/Andrés Masotto Selva Varela Istueta sostiene una foto en la que se la ve de pequeña junto a quienes considera sus padres: Carlos Karis y Nora Larrubia.📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ¿Cómo repercutirá el cuidado para tocarse en este juicio, que bien podría ser llamado el juicio de los abrazos? ¿Asistirá menos gente a la sala de audiencias? ¿Qué más puede oírse con aires de novedad en un juicio que ya tuvo cerca de ciento cincuenta testimonios? Esas fueron algunas de las preguntas que sobrevolaron durante la previa de la jornada. En poco más de una hora todas las respuestas quedarán a la vista.Del Covid-19 comienza hablando el presidente del Tribunal, Esteban Rodríguez Eggers, apenas después de su saludo. Pide que no haya más de veinticinco personas del público escuchando cada testimonio, de manera tal que quedará libre alguna silla entre asistentes. Como ya había contado en algunas otras audiencias, explica con tono de disculpas que la administración de la sala no corresponde a este tribunal, sino a otro de San Martín, y que es Casación la que debe propiciar que se provean los elementos de limpieza necesarios. Dice que el alcohol en gel que se ve en el estrado lo han comprado los mismos jueces. En los baños no hay jabón…Hay algo menos de gente que habitualmente, pero cuando se recorre con una mirada la sala, una veintena de rostros aparecen infaltables. Ya está sentada en su silla la primera testigo cuando piden que no se cierren las puertas para que haya circulación adecuada de aire. Aunque permanezcan abiertas las dos puertas a cada costado trasero de la sala, el aire se torna pesado apenas comienza a hablar Selva Varela Istueta.Selva es colorida. Desde la blusa hasta sus aros, una paleta de colores recorre su cuerpo. Incluso su pelo tiene varios claroscuros que terminan en un rodete superior bien rubio. Como cada testigo, está de espaldas al público, por lo que hay que ver los televisores para apreciar la sonrisa que suelta cada tanto y se percibe a través de su voz.“Mi historia es compleja como tantas historias que me imagino han escuchado en este tribunal, basada en mucho relato, en un entramado de idas y vueltas en el tiempo, en diálogo permanente en esta construcción entre presente y pasado con diversas miradas de mi historia; en búsquedas, algunas fértiles otras truncas. Este largo camino me ha llevado hasta aquí”, dice con tono firme, seguro y amable. De arranque queda en evidencia que su historia es difícil -también- de contar. “Mi nombre es Selva María Varela Istueta. Soy hija biológica de Mario Anibal Bardi y Claudia Istueta, ambos eran médicos, militantes montoneros de zona sur del área de sanidad. Fueron detenidos desaparecidos en el año 1977 en oportunidades diferentes: primero mi papá, en enero; luego mi mamá, en noviembre. Para esa época yo tenía un año de edad”. Es tan compleja la historia de Selva que no está allí para hablar de sus padres biológicos, sino de quienes considera su papá y su mamá: Carlos Karis y Nora Larrubia, integrantes de Montoneros desaparecidos durante la Contraofensiva. Entonces habla de ambos. “Carlos Karis era oriundo de Miramar. Él se había instalado en la ciudad de La Plata para estudiar medicina. Nora Alicia Larrubia había nacido en Río Cuarto, Córdoba. Su padre era suboficial del Ejército del área de comunicaciones, y había sido trasladado muchas veces por su trabajo. Nora nació allí y después de varias ciudades a las que son trasladadas, en el año ‘62 se instalan en la ciudad de La Plata. En el ‘68 Nora empieza la carrera de medicina; Carlos y Nora cursan juntos, se hacen muy amigos y empiezan su militancia en la Juventud Universitaria Peronista (JUP). Luego se constituyen como pareja y, por su militancia, empiezan a ser referentes importantes de la zona, junto a Susana Larrubia, que es hermana de la Nora”, reconstruye Selva. “¿Cómo se vincula ahí con el caso de mi mamá?”, pregunta para darse pie aclaratorio. Elabora la respuesta con calma y fluidez. “Según testimonios de Daniel Karis, que es el primo de Carlos, con quien yo tuve varios encuentros cuando fui más grande y que va a testificar en este tribunal (dará un escueto testimonio más tarde), la casa donde vivía Karis en agosto de 1977 fue allanada. Se llevaron algunas cámaras de fotografía y otros objetos. Por eso Carlos y Nora deciden irse de La Plata y son trasladados por la organización directamente a la zona sur (del Gran Buenos Aires). Ahí aparece el vínculo con mi mamá, que era responsable del área de sanidad de la Columna Sur de Montoneros. Comienzan a militar juntos”. Varela Istueta con las fotos de sus papá y mamá del corazón como bandoleras,una en cada costado. Aquí se ve a Nora Larrubia.📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio El secuestro y la carta Selva llegó desde Tucumán para estar presente en la sala. Quienes han podido evitar las videoconferencias consiguieron indudablemente que sus testimonios fueran más cercanos. Ella está lejos de ser una excepción. Mucho menos cuando relata el secuestro de su madre biológica y el destino que Claudia soñó para su niña si algo le sucedía. “El 16 de noviembre de 1977, que es cuando mi mamá va a su última cita de la que nunca regresó, yo estaba al cuidado de Carlos y Nora. Desconozco si convivimos en el mismo domicilio, pero claramente

Cerca del final de los testimonios propuestos por las querellas, Selva Varela Istueta, Daniel Karis, Claudia Genoud y Ana Claudia Adur aportaron sus voces en otra extensa jornada. Varela Istueta y Karis declararon por Carlos Karis y Nora Larrubia. Genoud volvió a traer al debate a su hermano Julio César, a Raúl del Monte y a Mariana Guangiroli. Ana Claudia Adur es sobrina del cura Jorge Adur y compartió un extenso audio con la voz del “capellán montonero”. (Por El Diario del Juicio*) 📷 Fotos 👉 Gustavo Molfino/Andrés Masotto📷 Selección de fotos 👉 Andrés Masotto/Fernando Tebele ✍️ Textos 👉 Fernando Tebele 👆 Foto de portada  👉 Ana Claudia Adur, la sobrina del Jorge Adur, aportó una mirada muy emotiva acerca del cura que fue secuestrado durante la Contraofensiva y luego torturado y desaparecido en Campo de Mayo. En la foto puede apreciarse como desde su teléfono Ana Claudia compartió un extenso mensaje de su tío, cuya despedida da título a este informe. 📷 Foto 👉 Gustavo Molfino Registro cruzado. Mientras El Diario del Juicio fotografía a los imputados para volcar públicamente aquí, una mujer, familiar de alguno de los imputados, fotografió o filmó el momento, vaya a saberse para qué registro.Gustavo Molfino/El Diario del Juicio Marcelo Cinto Courtaux clava su mirada en la cámara. Con su campera, intenta cubrir lo que probablemente considere una vergüenza: las esposas que le colocan en el trayecto entre la cárcel común y la silla de los imputados.Gustavo Molfino/El Diario del Juicio Jorge Bano al retirarse de la sala de audiencia. Lo hizo por el pasillo entre la gente para poder verse con una familiar que lo acompañó en la sala el corto tiempo que estuvieron presentes.Andres Masotto/El Diario del Juicio El primer testimonio fue estremecedor. Selva Varela Istueta dio testimonio por quienes considera sus padres, Carlos Karis y Nora Larrubia, desaparecidos durante la Contraofensiva, pero que alcanzaron a criarla en sus primeros años tras la desaparición de sus padres biológicos: Mario Baldi y Claudia Istueta, secuestrados en 1977.  En la foto que tiene en su mano solo puede verse el rostro de Selva cuando era pequeña. Su madre Claudia Istueta había dejado una carta pidiéndole a Karis y Larrubia que criaran a su hija si les pasaba algo, que no fuera su familia biológica quien lo hiciera. Luego de la desaparición de sus padres biológicos y de los adoptivos, Selva finalmente terminó al cuidado de la hermana de Claudia, que también crió al hijo biológico de Karis y Larrubia. “No fue fácil”, aseguró Selva cuando se refirió al mandato incumplido de su madre.Gustavo Molfino/El Diario del Juicio Con la foto de Larrubia en un costado y la de Karis en el otro, Selva desgranó su terrible historia sin dejarle perder el protagonismo a su enorme sonrisa. “Mi historia es algo compleja, como tantas otras que habrán escuchado en este tribunal”, dijo al comenzar. Tenía razón en advertirlo. Detrás, la observa su hermano.Gustavo Molfino/El Diario del Juicio Al finalizar su testimonio, posó fuera de la sala con Beto Díaz, sobreviviente de la Contraofensiva que resultó fundamental en la reconstrucción personal/familiar que pudo hacer Selva. A la derecha de la imagen, Juan Carlos Karis, hijo biológico de Karis y Larrubia, a quien Selva siempre se referirá como su hermano. Aunque no tengan lazos sangüíneos, corren por sus venas las mismas penas, ausencias y dolores.Gustavo Molfino/El Diario del Juicio El segundo testimonio fue el de Claudia Genoud, la hermana de Julio César Genoud. Con el resto de sus hermanos y su pareja en primera fila, Claudia fue y vino entre el llanto y la risa. Se presentó anticipando algo de eso: “Soy la hermana de Julio César Genoud y soy llorona”, dijo al no poder aguantar la emoción. Cuando el juez Rodríguez Eggers le preguntó con gentileza si quería parar, su respuesta fue contundente: “Nooo, parar no”. Puño cerrado y anteojos rojos sobre la mesa para el momento de recordar la última vez que se vieron. Julio César viajó a París, donde ellá vivía con su compañero y su pequeña hija. Allí conoció a su sobrina. Claudia recordó que intentó convencerlo para que no volviera, “pero estaba convencido de que era el momento para regresar”. Fue en abril de 1979.  Claudia leyó una carta que su hermano le envió desde el Penal de Sierra Chica a un compañero con el que practicaba básquet: “Era su pasión”, señaló. Fechada el 5 de enero de 1976, trascribió la carta “porque Julio César tenía muy mala letra”. Luego le dieron la opción para salir del país y allí conoció a Mariana Guangiroli, de quien se enamoró. Volverían juntos para la Contraofensiva tras dejar a la pequeña hija de Mariana, Victoria del Monte, en la guardería de La Habana.Gustavo Molfino/El Diario del Juicio Los dos más cercanos son hermanos Genoud. Uno de ellos, Daniel, con camisa azul, declaró en el juicio y fue quien lo ayudó a Julio César a salir del país de manera segura. El foco está puesto en el compañero de Claudia, El Vasco. La testigo, que también es sobreviviente ya que estuvo secuestrada cinco días en la ESMA, contó que se enteró de la caída de su hermano y de Guagiroli a través de una solicitada que sacó Montoneros denunciando las desapariciones, y que tenía fotos de cada uno de los integrantes de ese grupo de la Contraofensiva.Gustavo Molfino/El Diario del juicio Genoud aportó a la causa una foto de Raúl Del Monte. “Sé que su hija Victoria dio testimonio acá, pero ella no tenía ninguna foto de su padre, y yo encontré esta y la traje”. Del Monte fue secuestrado en Mar del Plata y pasó por el Centro Clandestino de Torturas y Extermino La Cueva. Su hija Victoria ya dio testimonio en el juicio. Del Monte, Genoud y Guangirolli se conocían desde pequeños. Del Monte y Guangiroli son papá y mamá de Victoria, que considera a Genoud “mi segundo papá”, según contó en su testimonial en este juicio. Andrés Masotto/El Diario del Juicio Desde Mar del Plata, brindó un corto testimonio Daniel Karis, primo de Carlos Karis. Fue corto y aportó el conocimiento

En esta audiencia se volvió a escuchar la voz de una hija. Victoria Ferré fue testigo por su padre, Ernesto Ferré Cardoso, que fue secuestrado y desaparecido durante la segunda Contraofensiva de Montoneros. Victoria habló de cómo fue sobrellevando su familia las desapariciones, ya que su madre también había sido secuestrada con anterioridad. En su paso por el juicio, dejó reflexiones en torno de ese proceso siempre difícil y a la vez único, de encontrarse con la verdad. Destacó el valor de esta etapa judicial y la resaltó como una chance para poder poner en palabras el dolor y las reflexiones consecuentes. (Por El Diario del Juicio*)  ✍️ Texto 👉 Fernando Tebele 💻 Colaboración  👉 Braulio Domínguez/Valentina Maccarone/Giselle Ribaloff💻 Edición 👉 Diana Zermoglio📷 Fotos 👉  Gustavo Molfino Es veloz el paso de Victoria hacia la silla de las y los testigos. Apoya primero las fotos y los documentos sobre la mesa. Arma tres pilas, una al lado de la otra, que ocupan todo el espacio. Su cartera marrón ya está en el piso. Acomoda el micrófono antes de que el juez Rodríguez Eggers le diga, como a todas las personas que pasan por ese lugar, que se acerque bien porque “todo queda grabado”. Se le nota la ansiedad. No es para menos. Arranca advirtiendo, casi a modo de disculpas, que su aporte probatorio quizá no sea importante para la causa. “Es muy probable que de lo que yo pueda contar hoy no se saquen grandes datos. Yo no puedo aportar grandes cosas nuevas que ya no se hayan dicho durante el transcurso de este juicio, donde ya han declarado muchísimos que hasta seguramente conocen más detallada o fácticamente los hechos que terminaron haciendo a la desaparición de mi padre. Yo vengo un poco a contar lo que sé de ellos”, dice con su hablar pausado y un temblor en la voz que parece mixtura de emoción con nerviosismo. Es probable que se equivoque cuando dice que no aportará demasiado. En este juicio, del que ya podría decirse sin timidez que es un hito dentro del proceso de Memoria Verdad y Justicia, ha quedado expuesto que los aportes de las hijas e hijos son más que necesarios. Conserven o no recuerdos de sus infancias, la impronta tan reflexiva como emocional que han aportado será parte de la resolución jurídica que, todo indica, va hacia la condena de los imputados. Apenas pasó un minuto del comienzo, y se nota que la emoción tal vez desbordará la sala esta mañana donde el suyo será el único testimonio.“Mi madre y mi padre son desaparecidos, y la historia de ellos es mi historia. Forma parte de la historia que termina sucediendo, y los hechos de por qué volvió, y cómo volvió… y su militancia, sus anhelos, sus sueños y sus ganas de volver al país, de estar acá… y que nunca se pudieron concretar, de volver a estar con nosotras. Yo digo nosotras, voy a hablar en plural muchas veces —aclara— porque somos dos hijas de Ernesto. Mi hermana Ana y yo. Declaro yo, y acá los tengo a los dos: a María Victoria Salgado, que es mi mamá, y a Ernesto Ferrer Cardoso, que es mi papá”, señala, mientras une con palabras la secuencia de sueños perdidos. Victoria apoya su mano derecha en la foto de su madre. La izquierda queda para su padre. Exhala con fuerza en el medio del nombre de su padre. Ernesto —pronuncia y larga una bocanada de aire— Ferré Cardoso.Cuenta que Ernesto y María Victoria se conocieron en la Facultad de Derecho. Él había nacido en Rosario y ella en General Roca, pero Buenos Aires y la agitación de aquellos años propiciaron el encuentro. “Cada uno ya tenía tránsito en un camino de militancia y de compromiso político y social en sus colegios secundarios. María Victoria en (General) Roca. Papá acá, en la Facultad, ya tenía una militancia más orgánica. Fue representante de la Juventud Universitaria Peronista en Derecho”, repasa. Se casaron en mayo de 1976: “Ya después del golpe de Estado cívico militar del 24 de marzo de 1976 ellos ya formaban parte del movimiento Montoneros. Estaban comprometidos totalmente con la causa y no pudiendo hacer una vida totalmente normal, porque ya estaban perseguidos”, narra. Desde niña, flores en el río “Todas estas cosas que puedo nombrar un poco ahora, las reconstruyo a través de cartas de mi madre hacia su madre, mi abuela”, dice Victoria, con su amplia camisa blanca de mangas atravesándole los codos. También resalta el rol de compañeros y compañeras con quienes su papá y su mamá compartieron el camino político y también la vivienda. “Yo voy creciendo y voy conociendo un poco, tomando contacto con personas que compartieron la militancia con mi padre, y tratando de entender un poco en la búsqueda de quiénes eran ellos, y cómo eran, qué les había pasado, qué decisiones habían tomado, y cómo habían vivido todos esos años siendo tan jóvenes ellos. Me van contando estas cosas que vivieron con ellos un tiempo”. Hasta que en octubre de 1978 tienen que “levantar” el departamento. Victoria recoge su pelo con ambas manos y desnuda su rostro por completo. Está por contar la caída de su mamá. “Cuando levantan el departamento primero se van mis padres. Nos dejan a mí y a mi hermana con mis abuelos paternos. Ya ellos con la decisión y la necesidad de salir del país, y de salir todos juntos. Mi papá tenía una cita, llama por teléfono a su contacto, y en esa conversación, por algo que ese contacto le dice al final, él entiende que esa cita estaba cantada y que no debían ir, y mi mamá, en esta decisión o en este querer irse del país y querer salvarnos y sacarnos, va igual junto con un compañero, Fernando Prieto. Su auto es interceptado en los alrededores del Policlínico Bancario. Es ametrallado por un camión. Yo siempre leí, creí, me dijeron que era del Ejército. Puede haber sido la marina, depende de los testimonios que hay. Levantan los cuerpos de

Victoria Ferré Cardoso fue la única testigo en la primera audiencia de marzo. Es hija de Lucía María Salgado, que fue asesinada en 1978. Su padre es uno de los casos que se tramitan en este juicio. Ernesto Emilio Manuel Ferré Cardoso fue secuestrado y desaparecido en febrero de 1980, cuando participaba de la Contraofensiva. Repasó la historia de ambos y compartió ante el tribunal su propia historia de reconstrucción. Dio un testimonio muy emotivo, con su voz gobernada por la angustia durante casi toda la hora y diez de extensión. (Por El Diario del Juicio*) 📷 Fotos 👉 Gustavo Molfino📷 Selección de fotos 👉 Martina Noailles ✍️ Textos 👉 Fernando Tebele 👆 Foto de portada  👉 Victoria llevó dos fotos grandes de su papá y su mamá, resguardadas dentro de folios. Las puso sobre la mesa y las acarició en el comienzo de su testimonio, cuando habló de cómo se conocieron. 📷 Foto 👉 Gustavo Molfino 👆 Como es habitual, por disposición del tribunal, los imputados deben presentarse en la audiencia y se retiran apenas comienza. En esta imagen panorámica de la sala se observa como el público presente levanta sus pancartas mientras se retiran primero Cinto Courtaux, luego Ascheri y más atrás Bano y Apa.  📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 El testimonio de Victoria Ferré Cardoso aportó desde lo emocional. “Yo vengo a contar lo que sé de ellos. De la historia de ellos, que es mi historia, porqué papá volvió, sus sueños, su militancia”, señaló al comienzo. Relató cómo su madre fue asesinada cuando iba a una cita en el barrio de Flores, en las cercanías del Policlínico Bancario. “Para mí desde que era chiquita mi mamá estaba en el río”, compartió, mientras daba cuenta que el cuerpo del otro militante que cayó en la misma cita, Fernando Prieto, fue visto luego en la ESMA.📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 Ante la pregunta de uno de los defensores, Victoria respondió que su padre estaba “a cargo de un grupo de militantes que volvieron al país para seguir con su lucha contra el  gobierno genocida que estaba gobernando en Argentina en ese momento”.📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 “Yo de chica estaba muy enojada con mi papá, ¿por qué te fuiste?, ¿por qué no me llevaste?, pero después hablé con mucha gente que me decía ‘Yo lo conocí a tu viejo y era muy afectuoso’, y eso me permitió reconciliarme con él, porque me dí cuenta de que lo hacían también por mi hermana y por mí. Gracias a ellos conocí la letra de mi papá”. Al cierre, Victoria se aferró a los abrazos de su familia.📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 Acerca del juicio, dijo: “Es acá el momento de tener registro de su militancia, de su entrega y de su pasión, y que no quede en un diario íntimo, que sea un registro para todos. Y espero que cuando mis hijos y mis nietos quieran saber, puedan acceder a lo que se dice acá. Que este juicio sea eso”.📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 Victoria posó fuera del tribunal con la foto de su padre y una sonrisa que da cuenta de su distensión posterior. Buena parte del material que conoció sobre sus padres, llegaron a sus manos el año pasado cuando su abuela materna murió. “Hubo gente que les decía a mis abuelos, cuando nos anotaban en el colegio, ¿por qué no vienen sus padres?”. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio *Este diario del juicio por la represión a quienes participaron de la Contraofensiva de Montoneros, es una herramienta de difusión llevada adelante por integrantes de La Retaguardia, medio alternativo, comunitario y popular, junto a comunicadores independientes. Tiene la finalidad de difundir esta instancia de justicia que tanto ha costado conseguir. Agradecemos todo tipo de difusión y reenvío, de modo totalmente libre, citando la fuente. Seguinos diariamente en https://juiciocontraofensiva.blogspot.com