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Declara el excolimba Roberto Arias.

Lo acusaron por violencia sexual contra su hijo. A pesar de que tenía denuncias anteriores, la justicia lo absolvió y ahora él pide la revinculación con el niño. El responsable es el Juzgado en lo Criminal 36 de CABA, a cargo de Alejandro Ferro y detrás de esta situación oscura e injusta estaría APADESHI, organización conocida por defender pedófilos usando el inexistente Sindrome de Alienación Parental (SAP) y por amedrentar a profesionales que trabajan combatiendo la violencia sexual contra niñas, niños y adolescentes. La indignación de la madre cuidadora y miles de activistas que saben que la revinculación con un abusador es tortura. (Por La Retaguardia) Compartimos el comunicado del grupo que acompaña a la mamá de Martín: 📣URGENTE : LA DEFENSA DEL ABUSADOR DE MARTÍN PIDIO LA REVINCULACIÓN EN EL JUZGADO CIVIL 🔴🔥 Martín reveló abusos sexuales de su progenitor. El juez penal Alejandro Ferro dictó escandalosamente el sobreseimiento del abusador y, mientras la medida es apelada por la mamá de Martín y sus abogadas, el acusado de abuso pidió la revinculación con el niño. 👉🏼Además, el progenitor de Martín fue imputado y sobreseído en 2004 en otra causa por abuso sexual a su hija mayor de una pareja anterior, cuando la niña tenía dos años y medio. En aquel abuso, pese a contar con pruebas físicas y una pericia psiquiátrica que manifestaba tratarse de “una personalidad hipernarcisista con rasgos perversos”, fue sobreseído. 👉🏼Siempre lo defiende la abogada Elsa González, quien sería miembro de APADESHI, organización conocida por defender pedófilos usando el inexistente Sindrome de Alienación Parental (SAP) y por amedrentar a profesionales que trabajan en abuso sexual infantil (ASI). 😡La revinculación con abusadores es una tortura, una nueva victimización y un acto de violencia contra el niño. NO A LA REVINCULACIÓN DE LAS NIÑECES CON SUS ABUSADORES El Poder Judicial tiene que dejar de ser un lugar de impunidad, secretos, silenciamiento y violencia. Necesitamos actos de justicia que sea reparadores. 🔴Ahora lxs responsables de cuidar a Martín son el Juzgado Civil Nro 25. Jueza Marcela Sommer Defensoría Nro 7. Defensora de Menores Carolina Paladini. ✋🏻 MARTÍN sufrió abuso sexual x parte de su progenitor. MARTÍN ya habló, su cuerpo también habla de lo que sufrió. No vamos a dejar que se viole su integridad nunca más. ✨Seguimos por el camino de LA VERDAD.✨🔥 #JuicioYCondenaAlAbusadorDeMartin. #SiempreHayMásDeUnaVictima. #AbusoSexualEsTortura. A Martín lo cuidamos entre todas y todos.

El domingo 5 de diciembre no fue un día más para el Hospital Borda: se celebró el Festival de Variedades N° 93. La Retaguardia entrevistó a Rodrigo Peiretti, coordinador y encargado de la organización del evento. Peiretti es artista de las tablas disidentes y, en busca de nuevos desafíos, se acercó al Borda hace ya once años con una pregunta inquietante: ¿Qué es la verdadera inclusión? (Por La Retaguardia) 🎤 Entrevista: Bárbara Barros  ✍️ Redacción: Marilina Contreras 💻 Edición: Diego Adur 📷 Fotos: Bárbara Barros/Emiliano Rojas Salinas “El principal objetivo del Festival de Variedades, es la integración entre pacientes —actualmente se denominan usuarios de salud—, artistas y público. Es un festival creado principalmente para los usuarios”, comenzó a explicar Rodrigo Peiretti, coordinador y encargado del Festival de Variedades del Borda. —¿Qué significa el festival para los pacientes-usuarios? —Lo que noto, lo que veo en los pacientes y lo que me comentan, es que lo esperan. Para ellos es un día de fiesta, un día de encuentro, es un día para sociabilizar, es un día de diversión. Lo esperan todo el tiempo. —¿Cuál es el objetivo del Festival? —La intención del Dr. Daniel Camarero (Director del Centro Cultural Borda) cuando abrió el Centro Cultural hace once años, era que no fuera una cuestión interna, es decir que sea nada más para los usuarios del hospital y algunos allegados, sino que tuviese un intercambio con el afuera importante: Pudiera venir público. Pudieran venir otros artistas. —¿Cómo te acercaste al C.C. Borda? ¿Qué te llevó a querer ser el coordinador de este espacio? —Apenas abrió el Centro Cultural fui a ver de qué se trataba el espacio. En ese momento estaban convocando artistas plásticos que fueran a pintar con los pacientes. Los días jueves era el único día que se abría. Entonces fui. En una oportunidad fui y no porque sea artista plástico sino porque soy actor, me disfracé de artista plástico. Fui porque quería tener la experiencia. Con el paso del tiempo me fui enganchando con lo que sucedía ahí y terminé de entender lo que el doctor quería y buscaba con este proyecto. Al cumplirse un año el Centro Cultural hizo una fiesta con performance y demás. Eso trajo un montón de gente y fue una fiesta. Fue ver todo el proceso que realizaron los pacientes-usuarios, poder socializar, aprender a construir cosas, a expresarse. Si bien yo no soy de la idea de que el arte cura, digamos, pero sí creo que ayuda a una mejor calidad de vida. Si te vas a curar o no, no dependería del arte, depende de una enorme cantidad de cosas, a veces quizás inexplicables. Entonces ahí fue cuando le propuse al doctor hacer el festival. Le dije que para mi tiene que tener una periodicidad mensual para que toda la gente sepa que los primeros domingos del mes siempre está esto, para que se corra el boca en boca, porque además todo esto es voluntario, sin presupuesto. No es que iba a tener grandes publicidades. Entonces, hacer este festival para mí tenía una cosa triple: Poder tener esas experiencias me generaron muchas preguntas. Por ahí eran preguntas que tenía desde antes, pero en este espacio, en un Centro Cultural, en un Hospital neuropsiquiátrico, de qué se trata la inclusión era mi pregunta en aquellos años. ¿Qué es exactamente la inclusión? De qué se trata esta cosa, del compartir. Preguntas que por supuesto no tienen respuestas todavía, porque son temas súper complejos y enormes. Pero tener esta experiencia, una especie de experimentación en este tipo de espacio, es una experiencia muy única. Por otro lado a les artistas que siempre nos cuesta encontrar espacios, estaba este espacio gigante y con todo por hacer, y yo podía hacerlo. Soy una persona de teatro, de muchos años de estar conectado con muchas actividades artísticas de toda la vida. Entonces también me daba cuenta de que era una buena oportunidad para traer gente que haga el espacio. Podía ser ese nexo entre gente, artistas de diferentes índoles, disciplinas, y el Hospital y el Centro Cultural. Entonces estaba la fiesta para los pacientes, el intercambio y la idea del público. Era una cosa que cerraba bien por todos lados, se fueron agregando muchos colaboradores, a hacer talleres y cosas. El Festival se convirtió en la muestra, en el que todos los talleres que funcionaban en el Centro Cultural, una vez por mes mostraban las creaciones de los usuarios-pacientes, las cosas que hacían y así se fue armando. Una cosa increíble. El Festival tiene un poquito más de nueve años. El que hicimos ahora fue el número 93, así que bueno, pasamos la pandemia. —¿Cómo transitaron la pandemia el Hospital, el Centro Cultural y el Festival de Variedades? ¿Se sostuvieron las actividades? —El año de la pandemia íbamos a tener el festival número 100. Justo en diciembre de 2020. Esperamos tenerlo el año que viene. Durante la pandemia se detuvo todo, por supuesto. El Hospital cerró el ingreso. Se cerró el Centro Cultural porque los usuarios quedaron en sus pabellones, pero no podían utilizar este espacio libremente. Y ahora, más de un año y medio después, se reabrió. Lo que sobrevivió fue el taller de pintura y el taller de serigrafía de “Unidas por el Borda”. Sobrevivió el festival porque pudimos hacerlo ahora, en diciembre, pero estuvo suspendido. Lo demás hay que rearmarlo. Todo esto es súper voluntario. La vida de las personas que venían a dar talleres cambió con la pandemia, nuevos trabajos, con otras ocupaciones. Si el año que viene va todo bien, se rearmará. En cuanto al contacto en la época de la pandemia, fue muy poco. Por suerte algunas personas, de los colaboradores del Centro Cultural por contacto del doctor o por contacto de algunos enfermeros o enfermeras que conocen, pudieron hacer llegar novedades y saludos a los pacientes. Los usuarios estuvieron mucho tiempo preguntando cuándo podría volver. Como sucede en el ámbito de afuera, adentro también hay quienes tenían más miedo. Todas esas cosas que

Cierre del alegato de la querella particular a cargo de Pablo Llonto.

Eso le decían en su familia a Sergio Triaca, hijo de Numa Osvaldo Triaca y de Olga Elvira Chistoph. Su padre fue juez militar hasta su muerte en 1977, atribuída falsamente a Montoneros. Ambos llevaban a su hijo adolescente a Campo de Mayo, donde Sergio asegura haber visto a por los menos 3 secuestrados. Dice que podría reconocer a una víctima de los Vuelos de la muerte con la que cruzó miradas. El nuevo integrante de Historias Desobedientes de Argentina declaró el 3 de noviembre ante la jueza Alicia Vence, a cargo de la Instrucción de la Megacausa. Su testimonio, como todos los anteriores de hijos e hijas de genocidas, es un golpe de nocaut contra los discursos neonegacionistas y un nuevo aporte a la Memoria, la Verdad y la Justicia. (Por La Retaguardia) 🎤 Entrevista y ✍️ Redacción: Fernando Tebele 💻 Edición: Pedro Ramírez Otero 📷 Foto de portada: Captura de imagen del YouTube de La Retaguadia —Hola, quería felicitarlos por el trabajo que hacen con los juicios. Es la noche del jueves 18 de noviembre en el Auditorio de ATE Capital. Acaba de finalizar el acto de cierre del año de la Comisión Vesubio y Puente 12. Su saludo se confunde con el de tantas otras personas que nos colman de cariño. Pero rápidamente se advierte algo que lo distingue del resto: Sergio Triaca comienza a tirar algunos datos de su historia. Le decimos que nos cuente más cuando quiera y que quedamos a disposición. Semanas después se lo empieza a ver activo en el chat de las transmisiones de TV que La Retaguardia realiza en el Canal de los Juicios en YouTube. Entonces volvemos a contactarlo, y nos dice que quiere hacer pública su historia. Otra vez es jueves. De prolija camisa celeste, Sergio está ansioso. Se le nota. También nosotros lo estamos. Después de haber leído la declaración que dio el 3 de noviembre en el juzgado de la Dra. Alicia Vence, que instruye la Megacausa Campo de Mayo, queda claro que su testimonio da un paso más entre los que han entregado hijas e hijos de genocidas: él no solo va a contar lo que vivió en el seno familiar. También va a emocionarse hasta la angustia narrando lo que vio en Campo de Mayo en 1977, cuando tenía 14 años. En este momento en que los discursos neonegacionistas tienen incluso hasta representación parlamentaria, cada vez que aparece alguien que ha sido criado en esos entramados militares que se pueden imaginar rígidos, duros y monolíticos en lo ideológico, y que rompe con todo eso para cruzarse a la vereda de enfrente, el impacto es notable. Y despierta otras historias. Siempre despierta otras historias que conoceremos más pronto que tarde. Lo presentamos como un testimonio valiente, pero Sergio duda. “Estoy participando de Historias Desobedientes Argentina, que también me da mucha fuerza, pero no sé si lo mío es valentía. Yo simplemente quiero aportar un granito de arena para el histórico informe del Nunca Más. Y mi humilde pretensión es aportar lo que he vivido, lo que he escuchado, lo que he visto, y rendir homenaje con este simple testimonio que empecé, pero que voy a continuar. Hice un testimonio hace poquito en el Tribunal este de la Dra. Vence y bueno, es el puntapié”, comienza. —¿Quiénes eran tu papá, que está fallecido; y tu mamá, que tiene 93 años, y qué hacían en Campo de Mayo? —Mi padre, Numa Osvaldo Triaca, coronel de Ejército de Infantería. Su último destino fue en Campo de Mayo, en el Comando de Institutos Militares. Y mamá, Olga Elvira Christof de Triaca, trabajó junto a mi padre los últimos seis años. Mi padre falleció en el año 77, así que calculo que del 71 en adelante mi madre viajaba todos los días con papá a Campo de Mayo. Doy fe porque se iban temprano juntos a trabajar y eso fue así durante cinco o seis años. Ese fue el último destino de mis padres. Han habido otros destinos, pero ese fue el que ha marcado mi vida. En el año 77 era más conciente, yo tenía 14 años, nací en 1963. Lo que ha marcado mi vida fue ese último año, en especial 1977. Esos son mis padres y dónde trabajaron y ahí estoy situado yo con esa edad, en esos momentos.  —¿Vos ibas frecuentemente a Campo de Mayo? te llevaban frecuentemente?  —Sí, iba frecuentemente, porque los hijos de militares… o como cualquier padre o madre que lleva a sus hijos al trabajo, a veces inocentemente. Quizá por casualidad, quizá yo no tenía que ir al colegio ese día, o tenía que ir quizás al Hospital Militar de Campo de Mayo, porque esa era mi obra social. Me hacían atender con un clínico o con el odontólogo. Recuerdo muchísimo haber ido a Campo de Mayo y entonces también iba a la puerta de entrada del Comando de Institutos Militares y mi padre me dejaba en el Casino de Oficiales. Yo fui muchas veces, respondiendo a tu pregunta, a Campo de Mayo, por estos motivos de ir a mi obra social o de quedarme en el Casino. —En tu declaración judicial vos decías que una de las cosas que más te llamaba la atención cuando ibas al hospital era que veías como un movimiento fuera de lo común o que ahora asumís como fuera de lo común: muchas personas civiles ensangrentadas en los pasillos.  —Sí… imagínate que… para un chico de 14 años que solamente vivía esa educación tradicional, hermética, un colegio alemán, todo muy estricto, pero siempre con la disciplina, que se decía: “ustedes no tienen que pensar” o en inglés, cuando teníamos esa materia lo decían también: “You don’t have to think”… Significaría: ustedes no tienen que pensar. Esa era mi formación. Pero eso no quitaba  que a pesar de que eso me inculcaban, de que no tenía que pensar, que cuando yo salía a la vida o iba a acompañar a mi padre, uno está como una esponja y esa esponja absorbe,

El dirigente social jujeño, uno de los referentes más prestigiosos de aquella época habló sobre las luchas en el norte argentino en la crisis de 2001. En diálogo con Hasta que vuelvan los abrazos, en la mañana radial de La Retaguardia y Radio Sur, también aportó su mirada sobre las luchas en la actualidad. (Por La Retaguardia) 🎤 Entrevista: Pedro Ramírez Otero/Julián Bouvier ✍️ Redacción: Julián Bouvier 💻 Edición: Pedro Ramírez Otero 📷 Foto de portada: Germán García Adrasti El Perro Santillán, dirigente social de Jujuy y secretario general del Sindicato de Empleados y Obreros Municipales, recordó dónde se encontraba el 19 y 20 de diciembre de 2001, cuando esa gran revuelta popular obligaba a renunciar al entonces presidente Fernando de la Rúa: “El 2001 ha marcado a fuego la vida de muchos. Yo venía de estar en prisión y formaba parte de la Comisión de Derechos Humanos y en el Movimiento Tupaj Katari. Cuando salí de la cárcel me sorprendió el 2001 en la calle. Estaba con libertad condicional. Un compañero me llevó a las movilizaciones sociales acá en Jujuy. Esa jornada tuve que escapar porque llegaba la policía y al estar con la condicional no podía estar con más de diez personas”. Además, explicó cómo repercutió ese momento para él:  “El 2001 me marcó. Significó la lucha de pueblos como el jujeño. Y fue un hecho más grande que los antecedentes que tenía la provincia con las puebladas, los gobernadores caídos. Lo malo fue que el pueblo no coronó, dejando una política o políticos que sirvan al pueblo, que piensen en dar soluciones a las clases más postergadas. Siguieron ellos: primero los cinco presidentes y luego Néstor Kirchner. Lamentablemente, el pueblo dejó su sangre en la calle sin coronar políticamente”. —¿Cómo se vivían esos años en el norte argentino? —Las provincias del norte estaban castigadas por las políticas neoliberales que se habían instalado a sangre y fuego por las represiones que vivimos en el interior del país. En 1990, Jujuy tuvo la virtud de empezar a denunciar lo que se venía con las políticas de (Carlos) Menem y el modelo neoliberal. Porque ya lo empezábamos a sufrir. Veíamos como se desguazaba Zapla (fábrica de producción de aceros en Palpalá, Jujuy), comenzaban a recortar los salarios de los trabajadores estatales. Y así, en el 90 cayó el primer gobernador. Desde la puna aparecían los signos más brutales, con el cierre de Mina Aguilar (yacimiento minero), que el dueño era el presidente de Bolivia (Gonzalo Sánchez de Lozada), y dejaron desocupadas a miles de familias, desde antes del cierre de la mina. La provincia vivía con dramatismo las privatizaciones. El ministro de economía, Domingo Cavallo, llamó a Jujuy una provincia inviable. Los jujeños no teníamos salida. Por eso los gobernantes se fueron incinerando en toda la década del ‘90 hasta el 98, que cayó el último. Ese era el pueblo reclamando los cambios que nos merecíamos. Tampoco estas luchas se llegaron a coronar políticamente, sino hoy no estaríamos gobernados por Gerardo Morales. Nos dejó un sabor amargo toda esa época de privatizaciones, desocupación. Intentamos hacernos ver, reclamar que no nos abandonen, por eso hacíamos esos cortes de ruta grandísimos. Nosotros los dirigentes, vivíamos presos. Entrábamos y salíamos. Nos perseguían a nosotros y a nuestras familias, a nuestros hijos. No fue fácil. Todavía esperamos respuestas, que se observe la deuda interna que tiene el país, además de la externa. Santillán habló de la importancia organizativa que dejó el estallido social, pero remarcó que los sectores populares continúan postergados y criticó a la organización que integraba en aquel momento. “Lo principal que dejó el 2001 es la organización. Los grandes movimientos que se formaron, como la CCC (Corriente Clasista y Combativa) u otros, han ido recalando dentro del sistema, se han establecido en lo electoral, metiendo diputados, teniendo funcionarios, y el pueblo todavía está esperando trabajo genuino. Poder construir esa Argentina donde un joven pueda tener la esperanza de recibirse de una carrera y trabajar para una calidad de vida mejor. Todo eso está postergado. Los trabajadores desocupados hoy, lamentablemente, tienen un plan social, tienen comedores, tienen un bolsón de mercadería, y alguna cosita más, pero no han solucionado la falta de trabajo, la identidad y la potencia que da el trabajo. Nosotros esperamos que las luchas se encaminen para que realmente volvamos a recuperar nuestra libertad, creando trabajo”, dijo. El dirigente social se refirió también a la famosa consigna Que se vayan todos: “No se fue nadie. El 2001, con nuestras movilizaciones, con nuestros muertos en las calles, prefiguraban otra salida para la Argentina. El mundo había visto cómo nuestro país se rebelaba ante las imposiciones de los grandes países. Creíamos que esos miles y miles de trabajadores que habían visto cómo les cerraban las puertas de las fábricas en las caras, recuperarían sus puestos. La ‘deuda interna’ se mantiene todavía en el país. No solo con Jujuy, sino con todas las provincias alejadas de los grandes centros. Inclusive en el mismo Buenos Aires, las grandes concentraciones de desocupación en el Conurbano necesitan tener una salida digna. Que dejen de versear a la gente. Por eso creo que el 2001 fue un revulsivo muy grande, que ha dejado grandes enseñanzas en lo que ha sido la organización de las juventudes. Pero, lamentablemente, el sistema con las trampas de los poderosos va nuevamente encaminando el destino de nuestro país a ser una patria al servicio de las potencias”. —¿Cómo está hoy la situación en Jujuy? —Hay grandes organizaciones sociales con miles y miles de desocupados que reciben su plan, su bolsón de comida. Miles de desocupados que están en estructuras clientelares, que tenemos que romper. Si bien se habla de la lucha por trabajo genuino, yo creo que los principales dirigentes no quieren eso para la gente. Porque perderían esas grandes masas que tienen para movilizar, para direccionar políticas electorales, de acuerdo a su propia necesidad. Por eso digo que el 2001 había abierto esas esperanzas de todo el mundo de tener políticas diferentes, y las

Comienza el alegato de la querella de las víctimas y familiares a quienes representa Pablo Llonto.

Declaran: Ana María Carachoche, Gerardo Luis D’ambra, Eduardo Sergio D’ambra y Ricardo Miguel D’ambra.

📢 A 20 años del 19 y 20 de Diciembre del 2001  📻 Radio Sur y La Retaguardia  lanzan el podcast popular “2001, memoria sonora de un estallido” 🔥 🎙️Voces, sonidos y reflexiones sobre aquellas jornadas históricas. ¿Qué pasó? ¿Por qué?¿Qué nos dejó la insurrección popular? 4 episodios para que la memoria popular haga Historia. Aportaron sus testimonios: Daniel Feierstein, Julio Gambina, Marta Maffei, Carlos del Frade, Celeste Lepratti, Raúl Godoy, Delicia Millahual, Pablo Pimentel, Juan Carlos Alderete, Eduardo Lucita, Mabel Bellucci, Norita Cortiñas, Alfredo Grande, Carlos “Perro” Santillán, María del Carmen Verdú, María Arena, Carmen Cirano y Silvia Irigaray. 🎤 Entrevistas: Miriam Djeordjian, Fernando Tebele, Julián Bouvier, Pedro Ramírez Otero, Nicolás Rosales, Pedro Tato y Fernando Tocco  ✍️ Guión: Camila Cataneo 🎤 Locución: Carolina Yarusi Edición: Mariano Randazzo y Matias Basualdo Operación Técnica: Nacho Álvarez González y Leandro Bravo Una producción de La retaguardia y Radio Sur FM 88.3    DESCARGAR  DESCARGAR   DESCARGAR  DESCARGAR

La arqueóloga Silvina Durán, integrante del Área de Arqueología y Conservación del Club Atlético, un lugar de torturas y desapariciones ubicado a pocas cuadras de la Casa Rosadas, dialogó con el programa radial Oral y Público y brindó más detalles sobre la reanudación de tareas de excavación arqueológicas en ese lugar, un reclamo histórico que finalmente pudo llevarse a la práctica. “Lo que vamos a excavar es como una caja en el tiempo”, dijo Durán en esta entrevista. (Por La Retaguardia) 🎤 Entrevista: Fernando Tebele ✍️ Redacción: Nicolás Rosales 💻 Edición: Fernando Tebele 📷 Fotos: Bárbara Barros/La Retaguardia El ex Centro Clandestino de Detención Tortura y Exterminio (ex CCDTyE) Club Atlético tiene varias particularidades dentro del horror del genocidio. La primera, seguramente, está vinculada a su ubicación geógrafica: erigido sobre la Avenida Paseo Colón entre San Juan y Cochabamba, quedaba apenas a diez cuadras de la Casa de Gobierno, y sobre una de las calles más transitadas del centro porteño. Caído en desuso por la construcción de la Autopista 25 de Mayo, que literlamente le pasó por encima, las víctimas formaron parte del circuito represivo conocido como ABO, Atlético, Banco y Olimpo. Con la recuperación del espacio —segundo sello distintivo— el montículo de tierra sobre el que apoya la autopista se convirtió en lugar de homenaje. Cada 24 de marzo, se organizaba después de la gran marcha un encendido de pequeños fuegos que conformaban una silueta, algo así como la figura del desaparecido/a, que iba tomando forma con una antorcha que pasaba de mano en mano, entre familiares y compañeras o compañeros que trepaban por la tierra con el mismo esfuerzo con el que se construye memoria, verdad y justicia. Luego de muchos años de reclamos, se están realizando allí excavaciones en la búsqueda de rastros que conduzcan a conocer más identidades de quienes pasaron por el tenebroso lugar. Se estima que pasaron por El Atlético entre 1200 y 1500 personas. Solo se conoce la identidad de 450 y 300 de ellas están desaparecidas. Tanto por buscar… Silvina Durán es Integrante del Área de Arqueología y Conservación del  equipo de trabajo del Espacio para la Memoria y la Promocion de los Derechos Humanos ex CCDTyE “Club Atlético”. En esta charla, dio detalles de la gran tarea emprendida por ese área dependiente de la Secretaria de Derechos Humanos de la Nación.  —¿Qué está pasando ahora en el Atlético? —Estamos en un momento histórico. Porque a partir de muchos años de lucha pudimos firmar convenios con la empresa AUSA (Autopistas Urbanas Sociedad Anónima), que llevó adelante la gran obra del Paseo del Bajo en el 2016. Allí nos enteramos de que esas obras iban a afectar el lugar que ocupa el Sitio de memoria. Comenzó un arduo trabajo acompañado por el Juez Daniel Rafecas, a cargo del Juzgado N°3 (quien instruye la megacausa Primer Cuerpo de Ejército), para poder darnos las herramientas y estrategias para proteger el lugar que tiene varias declaratorias patrimoniales. También fue una amenaza a la integridad de los restos arqueológicos la construcción del Metrobus.. El convenio decía que la empresa se comprometía a llevar a cabo las obras de ingeniería necesarias para poder dar sustento a la autopista, porque increíblemente estaba sustentada o se apoyaba sobre un montículo de tierra que cubre aún más del 90% del sitio. Hace unos días, nuevas obras con seis pilotes vinieron a garantizar que la autopista ya no se sustente sobre ese montículo de tierra. Poco a poco el paisaje ahora es bien distinto: la montaña de tierra está empezando a bajar y se espera que para final de febrero de este 2022 esto esté totalmente removido, a nivel de vereda, lo que nos va a permitir comenzar con las excavaciones arqueológicas en el sótano y en la planta baja, donde se esperan que haya piezas de valor arqueológico testimonial. Había un sector anteriormente excavado que representaba un 10%. Queda por recuperar lo que eran las zonas de celdas, contaba con cuarenta y una, tres salas de tortura, dos celdas de aislamiento, una celda común que los genocidas la llamaban “leonera”, lugares de alto valor simbólico. Se podrían conocer identidades que pasaron por allí. Ya se han podido recuperar muchas prendas de vestir masculinas y femeninas. Inscripciones e incisiones enun tabique divisorio, entre las cuales hay una frase que dice: “Ayúdame señor”, y que es muy fuerte verla. Es muy grande el potencial de información que podemos llegar a recuperar, tanto en marcas, en huellas u objetos.  —¿Cómo era la estructura y funcionamiento del lugar originalmente? —El Atlético funcionó básicamente en un subsuelo y una planta baja en un edificio que contaba con tres plantas perteneciente a la Policía Federal. Era un taller de suministros, donde se les entregaban a las fuerzas los uniformes, calzado, vestimenta, etc. Supimos que convivieron este uso, el oficial y el centro clandestino de tortura, al menos desde fines del 76 hacia fines del 77, porque ya estaba proyectada la construcción de la autopista. Esta parte era el último tramo, el del sur, en el barrio de San Telmo. Los detenidos-desaparecidos después son llevados a “El Banco”, ubicado en Camino de Cintura y Ricchieri; luego este lugar fue desmantelado a finales del 78. Vale recordar que este centro clandestino estaba ubicado a metros de la Casa Rosada y la Plaza de Mayo en una de las avenidas más transitadas de la zona sur de la Ciudad de Buenos Aires, como es la Avenida Paseo Colón, entre San Juan y Cochabamba. Un lugar no solo transitado por muchos vehículos sino también por muchas personas, lo que nos habla también de la impunidad y de este mecanismo del Terrorismo de Estado de disciplinar a la sociedad toda. Es impensado que nadie haya visto o escuchado nada. Por otro lado, a pesar de los cambios de fisonomía del barrio, cuando nos ponemos a trabajar en el sitio algunas personas se acercan a contar sus recuerdos y registros de la memoria de lo que fue el barrio en aquellos momentos. Estos